sábado, 30 de septiembre de 2023

Más palabras para cuando, de nuevo, al Otoño arribamos...

  

"Se ve más si se sabe nombrar. Y hoy quiero dejar aquí, por escrito, las palabras esenciales del Otoño. A mi modo de ver, claro. Para empezar: 


montanera.- f. Tiempo que coincide con la maduración y la caída de las bellotas en la dehesa. Según las comarcas, abarca de Octubre a Enero.

 

 

Ya están, de todos modos, las bellotas cayendo al suelo, despegándose incluso de sus: 


cascabillos.- que son las cúpulas de aquéllas y pueden recibir también las denominaciones de cascabullos, coronillas o cascabitos, entre otras.


A mí siempre me llamaron la atención estas cúpulas de las bellotas, tan bien hechas, como talladas en madera, y que reciben nombres distintos porque la mirada humana genera denominaciones diferentes, según el lugar donde se ha mirado; y así encontramos, además de las mencionadas, el nombre de boina en el dicho: “Eres más de pueblo que las bellotas, que nacen con boina”.

 

  

cascarilla.- se le suele llamar a esta boina leñosa; y también mangurria o mangurrio, en Extremadura.


En el caso de la nuez, ese fruto que parece llevar desde el principio la vejez por dentro, su envoltura, que mancha las manos de negro, se llama distinto:


ruezno.- m. Envoltura de la nuez, primero verde, y luego, en su madurez, negra como la tinta. A la que sigue con su cáscara verde se le llama carolo o caurel.

 
El Buda meditando en un oscense Panillo, pre-pirenáico...
 

En Burgohondo, de Ávila, me cuentan que a esa envoltura le llaman perote; y en Asturias, peiro.


Aunque ningún nombre más bonito que el que recibe la castaña que hay en medio de las tres que suelen albergarse por los erizos o zurrones del árbol: reino... Así como el verbo: 


debullar, bullar o también desbullar.- Quitársele las cáscaras a unas castañas asadas.

 

 

Y también se utiliza lo mismo para el desgranar de los guisantes, o de las mazorcas del maíz.


carolos.- suele llamársele así a cada corazón alargado de las mazorcas, que se dejan en montones al sol y después se guardan, porque sirven como las piñas para encender el fuego.

 
  

Son algunas de las cosas que yo siempre he visto por aquí y ahora me doy cuenta de que son extraordinarias: los carolos al sol, en montones rojizos, algo anaranjados, ese color que deja el grano de maíz en el corazón de su mazorca. Además de carolo, reciben otros muchos nombres bonitos estos corazones de mazorcas desgranadas, como carozo, corozozuro.


Rastrojear.- es lo que harán las bandadas de fringílidos cuando se hayan recolectado todas las mazorcas y vengan los pájaros a comer los granos caídos.

 

 

También aparecerán las grullas como si oyeran caer la bellota de las encinas a comerla del suelo, con su gruir desde los cielos, aunque más bien trompetear por su tráquea retorcida, o:


guarrapear.- Dicho de las grullas y de las ranas: emitir un sonido ronco. “[…] un año y otro, cuando las grullas / bajo los nubarrones guarrapean?” (de Luis Chamizo, en Extremadura)

  

 

Del Otoño, casi todas las palabras son muy bonitas, porque la palabra también es alguna fruta: de la maduración del pensamiento. Y así encontramos:


quitameriendas.- m. Planta tuberobulbosa que aparece a principios del otoño, o antes, si llueve [asimismo llamada espantapastores; en ambos casos por anunciar su aparición la época cuando termina ya la tarea del pastoreo antes, por ir acortando los días]: “(…) flor de los campos ceñudos / flor de las eras batidas / ay aquel quitameriendas / de mi tierra salmantina” (Miguel de Unamuno).

 
Mª Magdalena medita en mindoniense Catedral 
 

Y también, si llueve, la berrea.- el periodo de celo de nuestro ciervo mediterráneo ibérico, esa tormenta de voces que parecen las únicas del mundo, con las que los montes enmudecen, tras de cada bramido.


Yo también me callo, como flores, plantas o frutos tardíos, que no se dan hasta que llega el Otoño, por lo cual se les llama serondos: “No sé si estás lejos o cerca; no sé si, en la vida, prefieres los frutos tempranos a los serondos” (Azorín, en 'De Valera a Miró', 1959)"


  (Mónica Fdez.-Aceytuno'Lugar de vida' en República de las ideas)

 
 
 

   

martes, 26 de septiembre de 2023

Mūlamadhyamkakārika [fundamento de la Vía media]: abandonar la discusión, por Nagarjuna

  
"La dialéctica, que suponemos nació con Sócrates, antes de ser en el medievo un pasatiempo favorito de los aristotélicos europeos lo fue para las escuelas filosóficas en la India. Auténticos torneos se celebraban entre los partidarios de una escuela y otra. Nagarjuna tiene fama de haber sido un dialéctico inigualable. Fue el fundador de la escuela [o corriente, para todos sus linajes...] sobre 'La Vía Media (Madhyamaka)', una de las variantes más destacadas del budismo y la que mayor trascendencia tuvo fuera de las fronteras de la India.
 
Buda protegido por Vajrapani, representado como Hércules 
con su maza. Circa S. II d. C. (Museo Británico, en Londres).
  
'Abandono de la discusión' es un texto breve en forma de diálogo que viene a complementar la obra magna de Nagarjuna, 'Fundamentos de la vía media', de la cual Juan Arnau nos ofreció también una traducción. Se trata de una discusión entre Nagarjuna y un supuesto partidario de la escuela nyaya o del escolasticismo anterior. Como en los 'Fundamentos...', el concepto central es la vacuidad. La afirmación de que las cosas son vacías no tiene en este caso carácter moral; significa que no tienen "ser": algo que suponemos idéntico a sí mismo, permanente e inmutable. Según el budismo, nada es permanente; las cosas y los seres se generan en mutua dependencia, nada es por sí mismo. La identidad no existe. Madhyamaka remata la cuestión: todo es vacío.

Qué duda cabe de que, ante tal afirmación, cualquiera estaría tentado de responder como al escéptico esgrimiendo un argumento del tipo: si todo es relativo, también será relativo que todo es relativo... En este caso: si todo es vacío también será vacía tal afirmación de que todo es vacío. Pero Nagarjuna se anticipó a ello y -esto es lo más interesante de la dialéctica Madhyamaka- no dudó en añadir otra vuelta de tuerca haciendo extensiva esa afirmación al propio discurso: también es vacío el "todo es vacío".
 
 
Después de que Bertrand Russell en 1922 ideara la inteligente teoría de la jerarquía de lenguajes, y sobre todo después de los trabajos por Tarski en la aplicación de la teoría de los metalenguajes al concepto semántico de verdad, este tipo de paradoja se resolvería con facilidad: en un nivel semántico se habla de las cosas, en otro se habla de las proposiciones que tratan acerca de las cosas; se trata de dos lenguajes distintos y que no pueden mezclarse. Pero esta estrategia lógica no se les ocurrió a los dialécticos indios, y no porque fuesen menos inteligentes, sino probablemente porque reservaban su astucia para cazar los fenómenos mentales; esos a los que al fin y al cabo, independientemente de que uno se decante por el realismo o por el idealismo, toda intelección (y por tanto toda percepción del mundo) se nos reduce. Así que resolvieron de otra manera el entuerto.
 
Que todo es vacío no se propone como una tesis filosófica, sino como un método deconstructivo. Lo que Nagarjuna pretende demostrar es la falsedad de las tesis contrarias, y lo hace reduciéndolas al absurdo. La vacuidad de las cosas, su falta de naturaleza propia, deriva de su mutua contingencia: nada es independiente, nada existe por sí mismo, y los discursos no escapan a esta ley. Las afirmaciones tienen sentido en una discusión al hilo de otras afirmaciones, pero son en sí tan efímeras como cualquier otra cosa. Si el debate puede considerarse útil, como medio de conocimiento, será tan sólo como recurso para lograr la comprensión de la transitoriedad de las construcciones mentales. 

Tal discernimiento y la compasión a la que conduce son los dos pilares sobre los que se sustenta Madhyamaka. La lógica, para el filósofo indio, no ha sido nunca un fin en sí; sino un medio para la acción correcta, la cual para el budismo siempre ha sido la liberación del sufrimiento. Y acción correcta es lo que podría derivársenos por adecuada comprensión de la impermanencia para todas las cosas.

Hace poco menos de tres siglos, un empirista británico llamado John Locke consideró que aquello a lo que llamamos "yo" no era otra cosa que el soporte de unas impresiones. Esto dio lugar, poco después, a que David Hume demostrara la improcedencia de la idea de sustancia; y lo hizo, curiosamente, con argumentos similares a los que utilizaron los budistas para sostener la teoría de la impermanencia

Hasta finales del siglo XX sin embargo no se les ocurrió a los filósofos europeos, ni siquiera a los más idealistas, pensar que sus afirmaciones acerca de la realidad pudiesen ser igualmente transitorias; y, por lo tanto, tan poco verdaderas como las demás cosas de este mundo. La actualidad del pensamiento de Nagarjuna residiría en cierta consideración de la Realidad (cosas, personas y discursos) como fugaces (encuentros o encrucijadas), según ha sabido mostrarnos acertadamente Juan Arnau con el epílogo al texto traducido

Al fin y al cabo, sólo es posible identidad (o/y las nociones de la verdad que aparejadas lleva) en el lenguaje matemático; nada más que allí (o sea, sin referentes ninguno) es donde A no puede ser sino idéntico al mismo A." 
 
                                   (Chantal Maillard, en 'Babelia', 25.08.07)

   

 'Mūlamadhyamakakārika' [s. III a. C.] 

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A este post le precedió, anterior mente (17/09/23):

                                 ... y a este post le sigue, ulterior mente (12/01/24):

viernes, 22 de septiembre de 2023

Cómo el “mundo libre” [occidental] perdió las riendas, frente al polo liderado por la China...

     
  
Muchos nos preguntamos sobre los signos de debilidad y miopía que Occidente, y en especial la Unión Europea, está emitiendo en la actual "crisis ucraniana". Cinco décadas (medio siglo) de capitalismo neoliberal convirtieron a los estados y gobiernos de los regímenes políticos occidentales en algo muy débil e impotente. 

La transferencia a manos privadas del grueso del patrimonio económico nacional a partir de finales de los años setenta con Reagan y Thatcher, privó a los gobiernos de las riendas fundamentales para poder gobernar. La lógica del beneficio determinó luego, además, la deslocalización industrial hacia Oriente

Hoy la capacidad de gobierno es tan reducida que complica sobremanera las posibilidades de planificación a medio y largo plazo, así como cualquier propósito público de reforma y cambio estratégico. Es decir, de aquello que es fundamental para afrontar la "crisis del antropoceno".
 
Cristina Ridruejo nos recordó hace poco la situación en la España [¿'soviética'?] de hace 40 ó 50 años, cuando el Estado tenía un control sobre las telecomunicaciones (Telefónica), la importación, distribución y suministro de hidrocarburos con su red de gasolineras (Campsa, Repsol), la gran compañía eléctrica (Endesa), las líneas aéreas y ferroviarias nacionales (Iberia, Renfe) con sus infraestructuras correspondientes, la compañía nacional de tabacos (Tabacalera) y buena parte de la automoción (Seat) y la construcción naval y aeronáutica. 

Entonces existían bancos públicos importantes, las cajas de ahorro no eran especulativas y el principal medio de comunicación, la televisión, consistía en dos canales públicos. Con todas esas riendas en sus manos, había capacidad de gobierno y capacidad de informar sobre las políticas y estrategias a adoptar.

El vaciado de lo público es, sin duda, una de las razones de la decadencia política y económica de los regímenes oligárquicos occidentales que conocemos como “las democracias” neo-liberales. Su clase política está dando muestras de nivel sin precedentes en incompetencia

Lo que presenciamos actualmente en Alemania con la gestión del trío formado por el canciller Scholz, y sus ministros de exteriores Baerbock y economía Habeck, es seguramente el mejor ejemplo. No solo por la manifiesta deficiencia de inteligencia de esos personajes, sino por tratarse del suicidio de la primera potencia de la Unión Europea, ingenuamente considerada hasta ahora como “faro” de las demás.

Ante este panorama, llama mucho la atención el dinamismo y la capacidad de gobierno no solo de países como China, y hasta cierto punto Rusia, que han conservado (el segundo ha restablecido) las riendas políticas de la economía. En este momento es cuando muchos cortos de miras alegarán encendidos el problema de la falta de “democracia” en esos países. 

En tal alegato suele fallar no tanto la crítica a los sistemas de esos países, legítima y necesaria, como la ciega o tonta presunción de inocencia hacia los sistemas occidentales, que son ya oligarquías neoliberales en las que el voto no decide casi nada y el “poder del pueblo” (“democracia”) brilla por su ausencia.
 
 
Dice, con razón, Craig Murray (en 'Democracy’s Demise') que votar por Clement Attlee en la Inglaterra de la posguerra tuvo sentido y pudo abrir la puerta a las reformas sociales que siguieron. En general, “lo que teníamos aproximadamente entre 1920 y 1990, cuando votar realmente podía marcar la diferencia, no es lo que tenemos ahora. Ahora vivimos en una sociedad postdemocratica”. Y aun en España ni siquiera tuvimos esa franja, pues de la dictadura pasamos a la postdemocracia sin apenas transición. 

Hoy, cuando el BCE manda en política monetaria, la OTAN en política exterior y militar y la CE en casi todo lo demás (y se trata de tres instituciones no electas y puramente oligárquicas), la pregunta sobre lo que queda de soberanía y margen de juego para que la población cambie algo las cosas, es puramente retórica.

Así que el sistema occidental, que está derivando hacia la “ultraderechización de los Goldman Sachs boys” con Gobiernos es mucho menos superior en libertades a lo que nuestros corífeos del establishment pretenden y pregonan. Y además está mucho menos capacitado para gobernar el cambio hacia una sociedad más modesta y nivelada -por la crisis del antropoceno exigida- que sus rivales emergentes. 

Como decía Frédéric Lordon (en 'El capitalismo o el planeta'), no hay lucha contra el calentamiento global sin renuncia al “I Phone 24” y los demás cachivaches que el sistema brinda al consumidor para compensar su frustración. 

El sujeto del sistema occidental “realmente existente” ya no es el ciudadano, sino un individuo reducido a consumidor. La hipótesis de que este sujeto, espoleado por los medios de comunicación oligárquicos y las redes sociales censuradas, se oponga con uñas y dientes al cambio hacia una vida mas modesta y austera, que se requiere, no es ninguna tontería. Lo más probable es que cualquier gobierno occidental que formule un programa de decrecimiento cosechará una reacción, de los poderes fácticos del capitalismo, mediática y social, irresistible.

Cada vez está más claro que la solución que Occidente propone a la crisis del siglo XXI es la de un mundo en el que una minoría geográfica y social de digamos el 20% de la humanidad continuaría viviendo en las insostenibles condiciones actuales, mientras que el 80% restante estaría condenada a la miseria y a lidiar con las consecuencias de la crisis climática bajo la forma de pobreza, guerra y genocidio, algo que ya sugería abiertamente el “Informe Lugano” de Susan George en 1999, hace un cuarto de siglo. 

Un orden para preservar el capitalismo no muy diferente al que propugnaba Hitler, como decía Immanuel Wallerstein.

El actual pulso mundial entre el mundo occidental y los países emergentes liderados por China y Rusia, del que la guerra de Ucrania podría ser el aperitivo, tiene algo de esto. Comparen las conclusiones de las últimas cumbres del G-7 [o G-20] con las de la última cumbre de los BRIC´s, y, seguramente, deducirán que la victoria de los emergentes es condición para un mundo menos injusto e inviable.

(Rafael Poch de Feliu, 18/09/2023)
 


domingo, 17 de septiembre de 2023

'Los mundos del Buda'... rastreados por jacillas remotas que ignora nuestro pensar occidental

    
Siempre ha resultado estupefaciente el hábito de nuestros cánones académicos clásicos, tanto modernos como antiguos e incluso muchísimas veces aún coetáneos, en recurrir a tradiciones históricas del filosofar que -salvando contadas honrosas excepciones- prescinden por completo de cuanto representan otras más precursoras aportaciones orientales. Y, al respecto, la Prof. -poeta- Ch. Maillard viene ofreciéndonos útil labor memorialista; verbigracia:  

"Cuando, el año 1740, con su 'Tratado de la naturaleza humana', David Hume se propuso aquel demostrarnos la insustancialidad del yo, no sabía que un pensador indio, de nombre Nagarjuna, lo había hecho con su mismo rigor y desde planteamientos similares, unos quince siglos antes. 
 
Tampoco sabía Kant cuánto dicho filósofo había reducido al absurdo las cuestiones metafísicas desarrollando esas mismas antinomias que había él utilizado (1789) en su primera 'Crítica [de la Razón pura]' para demostrar la inoperancia de la razón en ese ámbito. Y, por supuesto, Wittgenstein estaba lejos de suponer cómo ese tal mismo Nagarjuna había desarticulado el lenguaje metafísico diecisiete siglos antes de cuando nos anunciara él la frase lapidaria (“Wovon man nicht sprechen kann, darüber muß man schweigen”) con que termina su 'Tractatus Logico-Philosophicus': o sea, "De lo que no se puede hablar, mejor es callarse".
   

Los 'Fundamentos de la vía media [Mula madhya maka kari ka]' es el texto más importante del Mahayana, una corriente de pensamiento budista que se inició a principios de nuestra era. La cual introdujo, frente a otra figura del sravaka, la del bodhisattva: el iluminado que no se contenta, como el anterior, con lograr su propia liberación; sino que se preocupa por la de los demás. Liberarse significa, tanto en el hinduismo como en el budismo, salir del estado de ignorancia en el que estamos con respecto a la naturaleza del mundo, erradicando el sufrimiento que resulta de la identificación con los estados pasajeros y del apego a la existencia. Liberarse supone lograr la comprensión de una impermanencia en todo cuanto existe y la condición ilusoria de la identidad.

 

 

El budismo primitivo habría apuntalado la doctrina de la impermanencia mediante la teoría de los dharmas, partículas elementales entre incesante devenir, semejantes en cierto sentido a las homeomerías de Anaxágoras. Irreductibles como los átomos en Demócrito y Epicuro [a-tomos: indivisible], los dharmas duran apenas el tiempo que tarda una chispa en surgir y apagarse. En el universo budista no hay cosas, no hay entes, tan sólo dharmas en perpetua producción y desaparición. Si nada permanece, nada que tenga "ser" hay


La cuestión del "ser" es, a fin de cuentas, aquello en lo que más se diferencia la filosofía de Occidente del pensamiento indio. El "ser" es un concepto que se definiría por su permanencia. Donde no hay permanencia no hay "ser", todo lo más hay un estar siendo que ni tan siquiera es de "algo"; pues el algo, para poderse definir, ha de permanecer idéntico a sí mismo al menos el tiempo necesario para que pueda decirse algo de él. La duración hace al ente porque nos permitiría enunciarlo. Cuestión de lenguaje, la metafísica. ¿Podrían acaso no reparar en ello los filósofos budistas?


La doctrina de los dharmas desemboca en la idea de la insustancialidad del yo... El individuo, definido como alguna corriente de dharmas, viene a ser un concepto ilusorio. La rápida sucesión -en cadenas...- de las partículas produce la impresión de una continuidad, de ahí la idea de un yo, pero no existe ningún sustrato permanente; sólo la ilusión de que lo hay, de la misma manera que la proyección de una secuencia de imágenes en una pantalla nos produce la ilusión de unos personajes en movimiento. 

 

Escenas en la vida de Buda [sXIII-XIV], pintura del Tíbet

 

De lo que se trata, para el budismo, es de realizar el proceso inverso: comprenderse una inexistencia del individuo, contemplar las impermanencias en todo cuanto existe, empezando por nuestros estados mentales. "Os voy a enseñar el estado de no-muerte", dijo el buddha Sakyamuni. ¿Quién puede morir, en efecto, si no existe nadie?


¿Sofisma? Tal vez. Tengamos en cuenta que, en los primeros siglos de nuestra era cristiana, existía en India la costumbre arraigada de las disputas escolásticas. La necesidad de fijar tales argumentaciones incentivó la redacción de tratados doctrinales de una tradición que, hasta entonces, se había transmitido oralmente. Nagarjuna, que -según cuenta la leyenda- poseía un inigualable talante argumentativo, emprendió la tarea de sistematizar la nueva doctrina frente a sus adversarios: reforzándola mediante un aparato dialéctico sólido. Los 'Fundamentos de La Vía Media [Madhyamaka...]' fueron los cimientos de la escuela del mismo nombre. 


Con ello, el budismo Mahayana dio una vuelta de tuerca más al concepto de vacuidad y el lenguaje se inutilizó para dar cuenta de una supuesta realidad en sí. Ni ser ni no-ser, ni existencia ni no-existencia, la realidad está más allá de las dualidades con las que la mente necesariamente procede. Se vaciaban no sólo los entes, sino también los conceptos, la doctrina o al propio Buda... Y así, el nirvana (cese de la agitación en la mente) no se diferenciaría del samsara (rueda de las existencias), pues de la nada a la nada no hay camino que recorrer; y, si todo es vacío, tampoco nada que debiere alcanzarse hay.

 

 

El Mahayana se extendió pronto por toda la India, especialmente en Ceilán, y se difundió a China, donde tuvo mucha aceptación por su proximidad con el taoísmo. Numerosos sutras fueron traducidos al chino en los primeros siglos, aligerados ya de sus tradicionales redundancias y adaptados conceptualmente. Kumarajiva, un indio nacido en lo que sería el actual Turquestán chino, fue uno de los más renombrados traductores. Y durante trece años, hasta su muerte en el 413, se dedicó a traducir textos budistas. 


De sus enseñanzas surgía otra forma de budismo por el cual el "despertar" es entendido más como un acto súbito de la conciencia que como el resultado progresivo de prácticas esforzadas. La inmediatez de la "sabiduría de la otra orilla" [prajña-paramita] sería paradójicamente uno de los temas favoritos de las nuevas disquisiciones escolásticas que terminarían, para el budismo Chan [o, luego, Zen], con la separación en dos ramas diferentes (soto y rinzai).


El sutra de 'Vimalakirti' fue uno de los textos de los que, sin duda, Nagarjuna se sirvió para elaborar su doctrina de la 'Vía Media' [la traducción que Laureano Ramírez nos ofrece es la versión china de Kumarajiva y sus valiosos comentarios]. Junto a la transcripción del sánscrito del texto fundacional de la escuela Madhyamaka estos textos -aquí ahora vertidos al castellano- nos dan la oportunidad de acercarnos a las fuentes de una tradición que nos ha hecho soñar a los occidentales con paraísos exóticos que reemplazaran a los nuestros."

 

(Chantal Maillard, en el 'Babelia', 18/09/04: <Los mundos de Buda>)








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A este post le precedió, anterior mente (30/07/23):

                                 ... y a este post le sigue, ulterior mente (26/09/23):