lunes, 20 de septiembre de 2021

Por la guerra y Alarmar no se construye la Paz: ¿cómo son capaces de presumir del desastre...?

     
  
Los bombardeos y las ocupaciones -¡durante veinte años!- en Afganistán... para resultarnos dejando allí al mismo régimen Talibán (aunque hoy reforzado con otros 80.000 millones de armamentos que abarrotaban tropas invasoras en apoyo del 'ejército' títere local ahora ya puesto en fuga)... terminaron causando incontables víctimas entre la población civil y legan un país con ruina total; pero tuvieron apoyos por {TODOS} nuestros Gobiernos (del PP -con Aznar y Rajoy- igual que de la coalición UP+PSOE...', o sea: por R. Zapatero, Sánchez e Iglesias, etc.) así como desde sus Altos Representantes para la Política Exterior o de Seguridad Común en la UE (Solana y Borrell) más el Secretar. Gral. de la OTAN (Solana, también)...
  
  

  
¿Qué se ha conseguido mejor o nuevo con tantísimo de muerte, daños, espanto y dolor? Al fin concluyó siendo todo ello para... NADA distinto a lo que allí se tenía ya, desde antes del arrojarse las primeras bombas en Afganistán, el año 2001. Para ese -tan dantesco...- viaje... ¡no hacían falta, nunca jamás, aquellas alforjas (de dizque 'humanitarismos buen/femin/istas' u otros t@ntos bla-bla-blá...) del siempre belicista 'complejo industrial militar' desencadenando rapiñas! Y la ironía es que a la intervención de hace veinte años se le denominó "libertad duradera"...
  
  
Apenas unas ninguneables minorías contadas de nuestra ciudadanía se pueden reseñar dando la cara contra estas inconcebibles canalladas dizque "preventivas" en aquel Septiembre de hace ahora justo dos décadas; igual que seguía ocurriendo todavía un par de legislaturas después, cuando a nuestro alrededor se presumía de "volvernos ya", desde la siguiente invasión destructora contra Irak... 

  

     
Las apabullantes mayorías de todo nuestro país, en esas ocasiones como ahora, dejaron de pensar -¡y de sentir...!- para obedecer las consignas únicas de quienes monopolizan el multipartidista poder capaz del moverlo todo con la infalible palanca terrorista del decretar Alarmas disparando irracional estampida de miedos irracionalmente.
  



Y "poco importarían las preguntas acerca del si se tiene derecho o no a intervenir en otros países, porque hay una cuestión previa: ¿se puede? Parece que no. Cada vez que se había intentado se cosechaba un rotundo fracaso: Irak, las Primaveras árabes, Afganistán, etc. Resulta una misión imposible exportar la democracia a toda la humanidad cuando más de dos terceras partes carecen de ella. Lógicamente, siempre actuamos de manera selectiva, pero tendríamos que reflexionar también acerca de qué mueve nuestra elección, ¿el bien de los pueblos a los que queremos intervenir o nuestros intereses y conveniencias?
Los españoles más que nadie deberíamos ser conscientes de ello porque fuimos de los primeros en sufrirlo pasivamente. La modernidad y la Ilustración venían unidas a los fusiles de los soldados franceses y aquel rey José a quien para ofenderle le pusieron el nombre de Pepe Botella, no parece que fuese tan malo; desde luego, bastante mejor que el rey felón. Los españoles entonces acabarían optando por las cadenas, la reacción y curas trabucaires... Imaginemos las huidas de nuestros liberales hacia Francia tras llegar Fernando VII a España, de forma no muy distinta a la que lo hacen ahora los afganos que han probado la libertad.
   
     
Aquí mismo en España tuvimos que ir conquistando por nosotros mismos los diversos grados de libertades o democracia con secularidad a base de dolor, sufrimiento y contradicciones, avances más retrocesos; e incluso, cosa curiosa, uno de tales retrocesos lo protagonizaron aquellos mismos ejércitos que con anterioridad pretendían traernos la libertad -'los 100.000 Hijos de S. Luis'- dando fin al trienio liberal y comienzo a la década ominosa: 10 años más de terror para los liberales...


(...) El que no puede ser responsable de nada -o casi...- es Pedro Sánchez. Desde luego, no de la intervención. Entonces debía de andar jugando a las canicas, o al baloncesto... Por mucho que se nos empeñe, tampoco ha tenido nada que ver en la decisión para salir de Afganistán, a no ser que en confianza Biden se lo susurrase al oído cuando ese paseíllo tan animado que mantuvieron por la sede OTAN en Bruselas. La prueba de que no intervino para nada es que le pilló de vacaciones y solo reaccionó varios días más tarde, mucho después de que lo hicieran la mayoría de los mandatarios internacionales. 
De lo único que sí sería pleno responsable es de haber estado pretendiendo sustituir, como siempre, la tragedia por comedia; montó una representación de ópera bufa, con él en el centro del escenario, trayendo como teloneros a la presidenta de la Comisión, al presidente del Consejo y al alto representante de Sánchez en la Unión Europea. Y es que el presidente del Gobierno le ha tomado gustillo a eso de traerse a las autoridades europeas a nuestro país para que legitimen sus actuaciones de gobierno ante los españoles, prueba de que no está seguro de ellas y de que no quiere ir al Congreso a dar cuentas y a discutirlas. Este mismo número ya lo montó con los fondos europeos de recuperación. 
En el acto, presentado a manera de un acontecimiento planetario, se exhibió el campamento instalado en Torrejón de Ardoz, como un centro estratégico de operaciones, para traer a los refugiados de toda Europa y distribuirlos más tarde por los distintos países miembros. El planteamiento no podía por menos que extrañar, cuando ya entonces se calculaba que los refugiados que como mínimo había que sacar de Afganistán eran 100.000 y la capacidad del campamento, de 800. La comparación con el numerito montado con los pasajeros del Aquarius surgía de forma inmediata.
   
    
La impostura se deshizo como un azucarillo poco después cuando apareció Biden en televisión para dar las gracias por su colaboración con el desalojo enumerando 28 países, sin la más mínima mención a España. El ridículo era tan colosal, que teniendo en cuenta que EE. UU. necesitaba las bases norteamericanas de Rota y Morón como enclave intermedio de los refugiados hacia EE. UU. se preparó de urgencia una conversación telefónica entre los dos presidentes, conversación tanto tiempo esperada durante estos 7 meses que lleva Biden en la Casa Blanca.
La participación discreta y modesta que nos correspondía en la evacuación quedaba patente cuando nuestra capacidad de traer refugiados quedaba condicionada, como en todos los demás países, por el número de vuelos (3 al día) que el ejército americano nos permitió en ese reparto por naciones que se vio obligado a organizar.  


Pero, aunque sea aburrido, permítanme que les recuerde algunas cifras que expresan mejor que nada el papel humilde, propio de nuestro tamaño que en esta tragedia -que no comedia- nos ha correspondido. España ha sacado de Afganistán 2.200 pasajeros; EEUU, 105.000; Qatar, 40.000; Reino Unido, 13.146; Alemania, 5.347; Italia, 4.900; Albania, 4.000; Canadá, 3.700; Francia y Países Bajos, 2.500 cada uno; Turquía, 1.750; Bélgica, 1.400. Y así sucesivamente: Suecia, Noruega, Dinamarca, Polonia, etc., etc.
Estoy seguro de que, en ese papel modesto y discreto, nuestros soldados, el personal de la embajada y toda suerte de colaboradores se habrán comportado con dignidad, en ocasiones con heroísmo. Tal vez con la misma dignidad y heroísmo con los que ha actuado frente a la tragedia humana el personal del resto de los países que han intervenido. Pero, dicho esto, no creo que ningún gobierno de los implicados pueda gritar misión cumplida, ni pretender recibir alabanzas de tan bochornosa retirada que dejó atrás dolor, sufrimiento y aun traición hasta cierto punto. Lo mejor a lo que pueden aspirar es a que se diga que no han tenido nada que ver o muy poco en el asunto.
   
  
Sánchez, de forma solemne, proclamaba que sentía orgullo de país; supongo que en su megalomanía se identifica con España. Pero es que ningún país que haya participado -y cuanto más haya participado, menos- se puede sentir orgulloso de tal bochorno. Orgullo solo los servidores públicos que hayan ayudado a minimizar la angustia y la desolación causadas por una operación triste y deshonrosa. No se entiende la postura en medios de comunicación que se tragan el teatro gubernamental y, sin objeción alguna, lo transmiten.
Sánchez no tiene derecho, y se está acostumbrando a ello, al utilizar el dolor y el sufrimiento de la poblacion para medallas que no le corresponden colocarse; o para zafarse de su obligación de comparecer en el Parlamento. Ante cualquier crítica, azuza a sus ministros para que acusen a la oposición de no tener sentido de Estado. A Margarita Robles ese reproche no se le cae de la boca, lo que no deja de ser una desfachatez y una hipocresía en una ministra que lo es desde hace tres años gracias al apoyo de los enemigos del Estado y de aquellos que proyectan permanentemente romperlo y destruirlo. ¿Qué sentido de Estado puede tener?"

Demasiado tiempo pasado ya, cuando no podría servir para nada, se falla oficialmente que nunca fueron ciertos los "hechos"  invocados (como aquellas "armas para destrucción masiva", nunca encontrables...) por quienes dictan esos "estados de alarma" dizque justificatorios para tan bárbaros atropellos de vigentes normalidades legales. E incluso que tales decisiones políticas (contra derechos humanos fundamentales) han resultado "nulas, de pleno derecho: inconstitucionales". 
  
¡Qué más les dará...!
     
    

martes, 14 de septiembre de 2021

Tras de tres días en "flâneur" solo, peripatética mente feliz, y deambulándolos por Cordobita...

   
  
"La poesía no es únicamente el poema escrito, sino todo aquello referido a la vida cotidiana capaz de instaurar en su flujo monocorde un sobresalto por el cual es posible considerar la existencia como sorprendente y extraña, como un don singular que debemos apurar hasta el fondo...
  
  
Entendida como poiesis la poesía, creación de mundo y sensibilización de lo que nos rodea, proporciona una vivencia inmediata; no intelectual sino anímica, desorientadora; o, por eso mismo, amplia (...) la poesía puede darse en cualquier parte y de mil modos diferentes {como, por ejemplo en esta Córdoba, del 7 al 9 de septiembre, con encuentros telepáticos e incluso más allá del tiempo solo}..."
   
  
"Si el hecho de vivir en el mundo cotidiano supone una cadena de rutinas que permiten que la vida social sea, la poesía como experiencia introduce una ruptura insensata, en el sentido de romper una norma o ley que hay que mantener, se supone, incólume...
 
  
También en lo que a la poesía se refiere, todas las causas perdidas vuelven a resurgir para plantar batalla una vez más en el campo abierto de su propio olvido (...) entre los soñadores del pasado y los soñadores del futuro, se extiende el mismo sueño siempre interrumpido y renaciente...
  
 'Mi casa y mi corazón ... / nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos, / el sol y el aire' [Marcos Ana]
 
La poesía es modelo indiscutible, programa máximo a seguir, en lucha por la verdadera vida con transformación del mundo; y a la vez la mejor vara de medir, la que menos engaña, sobre los presuntos éxitos que nos dicen que ya se han conseguido tanto en la vida como en el mundo. No hay falsificación que permanezca indemne ante sus ojos, ni conformismo mediocre que no se avergüence, ante un rigor tal que desconoce el compromiso...
  
  
En esta libertad primordial concibo mi relación real con la poesía, tan real que no tiene por qué someterse al dictado de lo social ni obedecer a sus prerrogativas, a lo que llega a desbordar porque la poesía se rebela y condensa como la violencia original que es; desplegando su sombra profunda y larga, por la que cae cualquier interés en consumirla... 
   
Poesía mural por algunas obras premiadas desde
un 'Certamen Popular' en Los Jardines de Orive...
    
Como el amor, la poesía no se consume sino que se consuma, como vida intemporal y asocial; ya que atraviesa todas las épocas y acarrea en su discurrir un ser en presente que se vivifica al contacto con el mundo incógnito, en el que de nuevo adviene, sobre el que siembra el germen fecundo de su actualización..."

      (Grupo Surrealista de Madrid, en 'Situación de la poesia -por otros medios...- a la luz del surrealismo', 2006)
 
  
  
"Somos testigos ante un inmenso proceso tratando de colonizar todo nuestro aparato sensible: el pensamiento, la vida psíquica, las pasiones y los sentidos han de ser enteramente instrumentalizados, transformados en potencia de arrastre para la maquinaria capitalista. ¿Mas qué puede hacer la poesía ante un desastre semejante, cuando también ella contribuye a las estrategias de la dominación? 

Desde aquí, con 'La flor más azul del mundo', se quiere contestar esta pregunta haciendo coincidir la negatividad del discurso y las afirmaciones de unas formas de vida como sempiterno drama de amor; proponer abrir espacios de utopía concreta en la vida cotidiana asistidos por el genio de la pasión: suscitar la creación de un imaginario emancipado que, llevado por una épica de lo inútil, pueda anteponerse mediante su propia simbólica a la simbólica de dominación, surgiendo así contra ella (...)  
      
     
Quisiera introducir, desde el principio, una consideración crítica sobre la imagen en tanto fenómeno mediático, y tratar después de realizar un desplazamiento a partir del cual la relación con ella pueda tomar otras direcciones, quizás liberadoras.
  
  
No estoy seguro de que seamos pocos o muchos los que en nuestros días percibimos que la imagen constituye un dominio y que es un instrumento de dominación, ni sé si existe una conciencia suficiente sobre el poder que por sí misma despliega y la influencia que ejerce. Podría también añadir que la imagen es economía, no en el sentido de contención sino, al contrario, en el de excedente.
 
 La "Sociedad de Plateros", en San Fco. junto al Círculo 
Cultural Juan XXIII (nuestro)... de medio Siglo atrás...
                           
La imagen forma parte de las dinámicas productivistas de un sistema económico que porta en sí la raíz de lo que algunos llamamos capitalismo de espíritu (monopolio de los afectos conscientes e inconscientes del hombre). De tal modo la imagen lo es de la proliferación del capitalismo que el mundo sensible y el espíritu humano se resienten gravemente: a causa de tal proliferación la experiencia, lo más directa posible -y que cada cual puede tener a partir de lo que le queda de inédito en su interior, y de lo que hay de inédito fuera de él- está siendo usurpada por una simulación paroxística. 
  
  
La vida en su conjunto, quiero decir, la experiencia propia y plena, es la que más acusa este embate tan obvio como, en apariencia, inocuo. Pero no es inocuo, porque no lo es la imagen, que como dominio se extiende colonizadora, hasta hacer que la vida comience a ausentarse: puede convenirse que la vida cada vez más está siendo excluida mediante una operación perversa en su naturaleza, pues está siendo diferida en directo
    
   
Y esto tiene sus efectos. Piénsese si no -y este es un ejemplo rápido- en esos grupos de jóvenes japoneses que deciden encerrarse en las habitaciones de las casas de sus padres, a los que obligan a construirse una cocina; pues se apropian de la familiar para, de ese modo, aislarse por completo de cualquier contacto físico con la existencia entregados a sus psicopatías telemáticas.
      
       
No cabe duda de que comportamientos semejantes representan el principio de eficacia de la cultura de la imagen por la imagen, lo que no puede dejar de considerarse en su relación con las tecnologías generadoras de tal agente de enajenación. En esto, toda la cibernética se coloca a la cabeza de esta transformación mundial que afecta al ser humano en toda su integridad. Esta generalidad se justifica si tenemos en cuenta a sus usuarios, que no solamente son los llamados profesionales de la imagen, tan negativamente determinantes en este punto: publicistas, <creativos>, diseñadores, logotipistas, etc.; también está el colectivo de artistas de la fotografía de última generación, que contribuyen de manera acrítica y crédula a hacer de la vida mero plasma, sola sustancia espectral de un mundo desmaterializado. 
   
Copla tradicional en fachada exterior, junto a Catedral
     
La gran mayoría de los autodenominados artistas de la fotografía, por ser la suya la disciplina más practicada en la última generación, rinden pleitesía a los prerrequisitos de la epidemia de la imagen; una epidemia que corroe el inconsciente humano. Y digo fotógrafos con la boca chica, a sabiendas de que las posibilidades que ofrecen las últimas tecnologías no convierten al usuario de una cámara fotográfica en fotógrafo (o para usar la definición que más les gustaría a ellos emplear, artista, a secas; o en su gusto pueril por el esnobismo, <artista multidisciplinar>). 
    
    
Lo cierto es que, tanto el uso indiscriminado de esta herramienta, como su aceptación y potenciación en el marco de la llamada «creación artística», ayudan a la fundación de nuevos valores políticos, morales, económicos, sociales, culturales que se imponen sobre el hombre en el mundo casi insensiblemente; en el sentido de que tomando un cariz «distraídamente» dogmático se presentan como modelo civilizador, pero de una civilización que quisiera excluir de sí la cultura de los sentidos. Todo ello, en beneficio de un cerebrismo mecánico que tan bien entra en sintonía con una jerarquía tecnócrata, propia de la civilización de la máquina y de las tecnologías de última generación (que no terminan nunca de ser de última generación).
  
     
Hago esta primera incidencia para preguntarme sobre cuál es la conciencia política del fotógrafo -en el sentido emancipador del término- con respecto a su hacer. Porque cuando alguien decide poner su atención en un objeto, en tal o cual cosa o en un ser y lo exhibe no deja de establecer con ello una relación que -por su inmediatez- excede el simple propósito artístico y lo pone en relación con el mundo. Quiero decir que una experiencia real se está produciendo en esos momentos, la cual antecede al artificio de la creación estética o de su exposición y forma parte de un hecho de vida. Me parece relevante significar este hecho de vida pues en él se inscribe un principio emancipador de la imagen que, como se adivinará, no reside en la imagen convertida en objeto artístico; sino en la mirada que la ha dado a luz.
   
 
Aquí empezamos a tomar ya el otro camino anunciado pues es la mirada la que, en efecto, importa; la que, por anticipación, auxilia a la imagen y la advierte de su posibilidad de fugarse del dominio de las imágenes. ¿Por qué? Pues porque mirar pertenece al orden de la vida antes que al del arte. Hablo -para intentar hacerme entender- del mirar como acto de liberación en sí mismo, del que es subsidiario el acto de creación, lo cual tiene su predominancia; ya que por una parte mirar antecede al hecho de fotografiar y por otra es ejercicio de visión que determina la elección de una imagen fotográfica, esté por hacer o esté ya hecha [me extenderé sobre este punto con el ejemplo de Javier Gálvez]. 
    

   
Piénsese, en todo caso, que mirar es una acción real que construye realidad, y no necesariamente dependiente. Me asalta aquí una pregunta que considero pertinente: ¿es preciso tener un sentido inspirado de la mirada para que ésta no se enmarañe en la costumbre y pueda quedar esterilizada? No me cabe duda de que esto es importante. Y bastaría poner una gran atención en las cosas para que algo advenga con su carácter inédito y promisorio. 
  
La bodega Guzmán, un templo para las Tertulias
   
También sería importante tomarse conciencia, en apoyo de esta presunción, del cómo el acto de mirar es un acto poético primordial que puede conferir a una vida el sentimiento de ser una vida inspirada: la verdad de ser una vida vivida. 
  
    
Esto es absolutamente legítimo en la medida en que, por oposición, se enfrenta a una vida desmoralizada. Una vida inspirada digo, y todo lo parcial que se quiera pero que le corresponde a quien la experimenta por sí mismo, en cuanto descontento con la que le es predeterminada. 
  
   
Este principio de libertad es básico para alcanzar aquélla. Y si hemos de pensar en que un documento fotográfico ha de testimoniar tal experiencia, pues muy bien, que así sea. Lo que sucede es que ese documento no tiene por qué medirse según la tabla de valores de lo estético y aún menos según valores estéticos «cultos», eruditos, especializados; porque éstos -como se ha demostrado y se seguirá demostrando- no logran acceder a la profunda irreductibilidad de unos documentos que se erigen en afirmaciones de una experiencia real intransferible como es -insisto una y otra vez- la del mirar. 
   
    
No es posible dejar de tener en cuenta que, de ese modo, al construir una realidad propia e inspirada, se hace efectiva una experiencia de lo real; pues el hallazgo en unos casos, o el encuentro en otros, lo propicia. Por lo tanto, lo que confiere -aquí sí- un valor de inspiración a este hecho es la inspiración que pone en juego la subjetividad de cada cual, en el sentido de que la satisface mediante una acción que (como la consumación del amor) colma el objeto del deseo.   
  
  Cordobita sólo respira, siempre, con sus Letras y Músicas...
     
Y desear es crear; es el impulso que, con intensidad gradual según lo imprevisto de su desencadenamiento, confiere a una vida su grado de autenticidad: su verdad.
  
 Plaza 'del descabezao' Séneca: "
el vino lava nuestras iniquidades,
 nos enjuga el Alma -hasta lo más profundo...- y entre otras Virtudes
 asegura curación de la tristeza", con Taberna de la Sdad. de Plateros
    
Al respecto, no es mi intención establecer una jerarquía de valores. De lo que se trata es de mostrar que ese grado de inspiración se juzga, como acabo de sugerir, por las intensidades que libera y su encuentro con las que la interioridad de uno solicita; así como por su relación con una visión -un mirar- en la que adivino un estadio de la imagen en el que ésta alcanza un grado importante de emancipación, que se asocia a la mirada de quien las ha generado. ¿Por qué? Con toda la inocencia que mi afirmación pueda contener, diré que es debido a su naturaleza visionaria; esto es, porque desplazan un sentimiento de lo desconocido, un sentimiento de surrealidad (como lo nombraron, con gran acierto, los surrealistas)...
  
Frente a la 'fundación Antonio Gala', expo en el Teatro Cómico Principal
     
De tal modo que lo desconocido asciende a la superficie de la conciencia mediante una operación por la que, enfrentándose a la ley totalitaria de la imajenación (la enajenación de la imaginación individual -enajenación del inconsciente subjetivo, y la alienación del imaginario social enajenación del inconsciente colectivo-, a través de su colonización por medio de la expansión paroxística de la imagen), tiende a restituir en el espíritu humano los poderes perdidos, dormidos o hurtados de su imaginación creadora. 
     

 
Se trata pues de la construcción de un imaginario propio que concentre, aún su actual dispersión, las promesas todavía ignoradas -reevaluándose las conocidas- de la utopía; haciendo entrar ese imaginario individual en relación con el de la comunidad.
 
 
 
Esta naturaleza visionaria de la que hablo, al igual que se advierte en lo real -excediendo sus datos inmediatos- y que tanto tiene que ver con la disponibilidad de «un ojo en estado salvaje» (André Breton), late en una interioridad que encuentra su correspondencia con la exterioridad; es decir, todo aquello que late en las profundidades de la psique humana y que un movimiento incontrolable -sea provocado, sea espontáneo, con intervención de la razón o sin ella- lo estimula, haciendo manifestar su inédita morfología en lo real; una revelación de lo propio y de lo desconocido que brota como organismo insólito capaz de conformar un imaginario no alienado en las imágenes socio-mediáticas o/y sus derivadas artístico-mediáticas. 
  
Despedidas [en graffiti, frente a las Estaciones]...
         
Es así dicha imaginación creadora e improductiva, libertaria -o automática, espontánea, simbólica y conceptual- la que genera esas otras imágenes cuyo potencial liberador se conservará por lo menos hasta antes de que se las quiera domeñar mediante las estrategias del metalenguaje y la reificación, venga esta operación de donde venga."

(Eugenio Castro: 'Mirada, fotografía e imagen fotográfica', artículo en su libro 'La flor más azul del mundo', 2010)