lunes, 23 de enero de 2023

Recordar al mártir E Lopez Alegría: 1º alcalde votado con el sufragio universal para Badajoz

 
(En este día, 2º 'cabo de año' para su querido sobrino 
carnal y ahijado Francisco González LÓPEZ *, el 
recuerdo en homenaje de ambos)
   

Fco. ELADIO Máximo LÓPEZ ALEGRÍA nació en Cáceres, el año 1881. Eladio López Rubio, su padre, fue abogado y fiscal aparte de un conocido periodista con procedencia por generaciones en la localidad cacereña Garrovillas de Alconétar (siendo a su vez hijo de Bernardo López Nacarino, quien ejerció a mediados del siglo XIX, primero de Secretario del Ayuntamiento y luego desde 1872 como Notario, hasta su jubilación; mientras que otro de sus hijos, el licenciado en derecho Manuel López Rubio, ejercía como Archivero del Ministerio de Justicia)

Su madre, Joaquina Alegría Vicente, procedía de una familia de universitarios libreros, editores, bibliotecarios e impresores en la capital salmantina; tuvo en total 7 hijos, quienes durante la posguerra fueron decisivos protectores del sobrino y periodista salmantino -represaliado, por ser de Izquierda Republicana con el carnet de afiliado nº 12- José Núñez Larraz)... 

En 1883 su padre tomó posesión de su cargo de notario en Badajoz. Eladio estudió derecho en la Universidad de Salamanca. Se casó con Leticia Álvarez, tuvieron 6 hijos aunque 2 de sus hijas murieron muy pequeñas. Uno de los hijos, Eladio, tras haber debido expatriarse para escapar de las depuraciones que acarreaba en posguerra su descendencia fue padre del astronauta hispano-estadounidense Michael (Miguel Eladio) López-Alegría...(quien participó en varios viajes espaciales de la NASA, entre 1995 y 2002, llegando a ser luego comandante de otra expedición a la Plataforma orbital internacional conjunta con Rusia el año 2007). 

López Alegría ejercía como fiscal de la Audiencia de Badajoz, y por los años 20 abandonó la fiscalía por motivos morales, ”mi conciencia: no me permito acusar con arreglo a las leyes injustas que tenemos”. Se dedicó al derecho mercantil y se hizo corredor de comercio. Tenía casi 50 años cuando entró en política activa. En las elecciones de Abril de 1931, concurrió con el Partido Republicano Radical Socialista, del que había sido miembro fundador. Los resultados fueron 10 concejales Republicanos, 10 Socialistas, y 13 monárquicos. Y fue, “por aclamación o unanimidad en votos de los Sres. Concejales", elegido Alcalde-presidente para la corporación municipal de Badajoz. 

Eladio López Alegría era proveniente de familias con larga tradición Republicana (de una saga católica mas ilustrada, con imprenta -'La Moderna'- para Salamanca, editora del periódico 'El Adelanto', por parte materna; e, incluso, desde los tiempos durante la Revolución Gloriosa de 1868, en la paterna), según afirmaba su discurso cuando tomó posesión sobre la Alcaldía de Badajoz: “soy Republicano de toda la vida, por tradición y convicción, y con esta idea moriré”. En Agosto dimitió, pero para seguir fungiendo de concejal hasta su asesinato en 1936. Continuaba compaginando actividades como abogado, corredor de comercio y secretario para la Cámara Urbana. Era Presidente de los Jurados Mixtos de Artes Blancas. Su compromiso con las reformas sociales Republicanas fue claro. Representó a la República que pretendía defender el bien público, utilizando la ley dar respuesta a las justas demandas de los campesinos y trabajadores.

En abril de 1933 fue nombrado presidente de la Junta para la Reforma Agraria en Badajoz, hasta septiembre, mes en que se formó el gobierno derechista. El año 1936, tras un triunfo electoral del Frente Popular, fue nombrado Presidente de los Jurados Mixtos Agrarios (antecedente de las Magistraturas de Trabajo); tal órgano buscaba resolver los conflictos laborales mediante aplicación de las Leyes que a los trabajadores y empresarios les reconocían sus derechos u obligaciones, favoreciendo el acuerdo vinculante entre partes, con garantía de los tribunales y la Ley.

Ni siquiera un mes tras haberse producido el golpe del 18 de Julio durante 1936, las bandas en armas sublevadas (con moros, legionarios, guardia civil más mercenarios africanistas al mando del teniente coronel Yagüe) asediaron y tomaron la ciudad de Badajoz el 14 de Agosto. Empezaba entonces una terrorífica represión, contra todos los Republicanos; muchos compañeros de López Alegría le aconsejaron que se marchara con ellos a un exilio temporal, que para algunos acabó resultando de muchos años, mientras otros murieron en el exilio.

Él no pensó ni por un momento en abandonar su tierra ni su país y, sobre todo, a su familia. Fue leal a sus valores y al compromiso público asumido. “Nada tengo que temer, pues punible nada he cometido”, fueron sus palabras. Y así permaneció en su casa, discretamente oculto por los bajos de la vivienda, donde había un sótano. El 15 de septiembre de 1936 marchó a su despacho de la Cámara Urbana, de donde fue secuestrado violentamente por elementos franquistas; asesinándolo al día siguiente contra la pared exterior del cementerio pacense de San Juan, tristemente famosa. Eladio era de una familia ilustrada, liberal, educada y Republicana; estuvo siempre al lado del pueblo y, por eso, le mataron e intentaron borrar su nombre de la historia.

Después de su inicuo fusilamiento (pese a Expediente oficial sobre incautación de bienes que terminó en fallar "coincidiendo tanto los testigos que han depuesto como los informes facilitados por autoridades y demás organismos preceptivamente obligados a facilitarlos, que no obstante el carácter izquierdista del inculpado, les pareció siempre un hombre digno, de una conducta intachable personalmente…”) fue, además, condenado a una multa de 3.000 pesetas que tuvieron que pagar los allegados "por la Ley de Responsabilidades Políticas" (¡No les era ya suficiente con haberlo asesinado!); y su familia pasó de una muy buena situación tanto económica como social a otro estado en severa precariedad, siéndoles confiscadas casas más cuentas corrientes. 

En 1937, Eladio era expulsado -post mortem- del Colegio de Abogados junto a un grupo de más colegiados: unos hechos presos, otros asesinados, y los demás en fuga (Tan sólo medio siglo después, por una junta general del Colegio de Abogados celebrada el año 1987, se les "rehabilitó" a esos abogados represaliados y expulsados del Colegio desde 1937).

Su nieto, Joaquín Mª Fdez. López-Alegría, relata cómo entre sus objetos personales legados figura un bastón con el lema “República Española. Constitución de 1869. Badajoz 5 de Agosto de 1883”. Pero se sigue olvidando y despreciando a los españoles que cayeron gloriosamente por la España Constitucional defendiendo a la República. Sigue hablándosenos, tan sólo, del 'olvidar y no abrir heridas'. Aunque siempre será el momento de recordar y reconocer a todos aquellos que dieron su vida... para ser después ignorados y difamados por el mismo franquismo que los exterminó.

("RecueRda RepúBlica, Memorial de las Víctimas del franquismo", 11.09.2022)

    Postdata.- 
Por fin en 2016, el Ayuntamiento de Badajoz aprobó dedicar una vía de la ciudad a "Francisco Eladio López Alegría, alcalde durante la II República y el primero elegido democráticamente, que fue asesinado tras el golpe de Estado de 1936".



Familia LÓPEZ ALEGRÍA [de izquierda a derecha]: arriba los hermanos Bernardo, ELADIO y Patrocinio; en medio: la madre, Victorina, con los hermanos Joaquina, Emilia y Joaquín; delante sobrinos Pepe Sena, de Emilia, y Manolo Conde, de Victorina.  

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     Compañeros de Joaquín López Alegría matados, Universidad de Salamanca [2-4.3.03]


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   Unamuno rector y estudiantes contra Dictadura de Primo de Rivera
 

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Joaquín y Bernardo López Alegría, en la Universidad de Berlín cuando comenzaba la 1ª Guerra Mundial [28.8/11.9-1914]

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* Francisco González López era hijo  de 9 -y 1º varón- tenido por Patro -hermana de Eladio- López Alegría con Francisco González Naharro, nacido en Salvatierra de los Barros, fiscal y magistrado del Tribunal Supremo: nació en Badajoz (1-1-1921), fue un ingeniero de Caminos, padre de seis hijos -y hasta bisabuelo- llegando a vivir en buenos estados más de un Siglo; pero finalizó sus días tras una sola última jornada confinado -aunque sin Covid 19...- en las ominosas condiciones hospitalarias debidas a la 'Nueva Normalidad post-pandémica' imposibilitadas de todo contacto exterior o despedidas aquel 23-1-2021; y otros 9 meses antes también acabó -entre aun más crueles 'protocolos': ni 'habeas corpus' para honra fúnebre tan siquiera- su hermano siguiente, único que con él sobrevivía entonces, el jurista José María González López... "SIT EIS TERRA LEVIS..."


domingo, 22 de enero de 2023

Extracto [sobre el recorrido histórico] en "L' HOMME REVOLTÉ", por Albert Camus (3º)

  [continúa tras de la 2ª parte]


III.1.- Los regicidas

Se mató a reyes mucho antes. Pero nunca imaginando que su trono pudiera quedar vacío, al ser derribado el principio de derecho divino. No yerra Michelet: el año 1789 se explica, en efecto, por una lucha entre la gracia y otra justicia. La monarquía del Antiguo Régimen, si bien no era siempre arbitraria con el modo de gobernar, lo era en su principio indiscutiblemente sin apelación por cuanto a la legitimidad: si bien sí se pudo apelar al rey, no cabía recurrir contra él; toda monarquía en su forma teocrática es un gobierno que quiere poner la gracia por encima de cualquier justicia, dejándole siempre últimas palabras. 

Desde cuando el pensamiento libertino puso a Dios en discusión, una justicia que se afirma de igualdad debe asestar un último golpe, directamente contra su representante para lo terrenal: el rey debe morir en nombre del contrato social (por más que Rousseau no lo hubiera querido; al comienzo de su Tratado, dijo «nada merece ser comprado aquí al precio de la sangre humana»).

III.1.1- El nuevo evangelio

El 'Contrato social' es en primer lugar una investigación sobre la legitimidad del poder, pero que llevó a sus límites lógicos la teoría del contrato ya formulada por Hobbes, dándole una mayor exposición dogmática y extensión a esa nueva religión cuyo dios es la razón -confundida con lo natural-; así como haciendo ser ya el representante para la tierra, en vez del rey, al pueblo considerado por su "voluntad general" (¡priorizada, incluso, frente a cualquier otra "voluntad -mayoritaria- de todos" plebiscitable!). Se dedicó a demostrar lo anterior del pacto de los ciudadanos estableciendo el pueblo, al otro entre éste y el rey que funda la realeza, cuando hasta entonces Dios había hecho aquellos reyes que a su vez hacían a los pueblos.  

Asistimos al nacimiento de una mística: «cada uno de nosotros —dice Rousseau— pone su persona en común con todo poder bajo suprema dirección de la voluntad general soberana e infalible [que ahora ocupa el anterior lugar de Dios] y recibimos por cuerpo cada miembro, como parte indivisible del todo». Por esta razón las palabras que se repiten más a menudo en 'El Contrato social' son los términos «absoluto», «sagrado», «inviolable».  

Estamos en los albores de una religión con sus mártires, ascetas y santos. Fauchet, ante los huesos exhumados en la Bastilla, exclamó: «ha llegado el día de la revelación… Los huesos se han levantado al llamado de la libertad (...) profetizan una regeneración de la naturaleza humana y en la vida de las naciones» [Idéntico idilio hay luego  en Rusia: 1905, cuando el Soviet de San Petersburgo desfila con pancartas pidiendo abolición para la pena de muerte, y en 1917]. Pero llega un momento en que la fe, si se hace dogmática, erige sus propios altares y exige adoración incondicional. Entonces reaparecen los cadalsos. La ejecución del rey sacerdote sancionará otra nueva edad, que aún dura.

III.1.2- La condena capital del rey 

Si un contrato, natural o civil, pudiera relacionar aún al rey con su pueblo, existiría obligación mutua; la voluntad del pueblo no podría ser erigida, en absoluto, para pronunciar sentencia. Saint-Just establece como axioma que todo rey sea rebelde o usurpador: «es el crimen», blasfemando, por su misma existencia, contra dicha voluntad omnipotente. No es «ciudadano», única manera de participar en la reciente divinidad. Pero ¿quién interpretará esta voluntad para un juicio? La Asamblea, pues posee su delegación por origen y participa de la siguiente, cual inspirado concilio fundador del nuevo absolutismo.
 
La teocracia fue atacada desde 1789 al principio, y muerta el año 1793 en su encarnación. Tuvo razón Brissot de Warville [líder sobre los girondinos] al decir «el monumento más sólido de nuestra revolución es la filosofía». Ya no hay, por lo tanto, sino una -tan sólo- apariencia de Dios [el de Kant, Fichte y Jacobi] relegado al cielo de los principios.

III.1.3- La religión de la virtud 

1789 no afirma aún divinidad para el hombre, sino del pueblo, en la medida que coincide con Razón y naturaleza [¡siendo también ésta otro principio abstracto!] su voluntad; la cual, si es libre, igualmente ha de ser infalible. Muerto el rey al desatarse las cadenas del viejo despotismo, el pueblo va a poder expresar lo que -desde todos los tiempos, en todo lugar- es, ha sido y será la verdad; es el oráculo al que hay que consultar para saber lo que nos exige un orden eterno del mundo: 'vox populi, vox naturae'; el Ser supremo al que vienen a adorar no es sino el antiguo dios, desencarnado, separado bruscamente de toda relación con la tierra y despedido como un globo al cielo vacío de los grandes principios. Privado de sus representantes, de todo intercesor, el dios de los filósofos o no tiene más valor que el de una demostración. Es muy débil, en verdad, y se comprende cómo para ese adorar por mucho tiempo un teorema, no basta con la fe; además, es necesaria policía
  
  
Después, el arte de gobernar no ha producido sino monstruos. «Nuestros objetivos estriban en crear un orden de cosas tal que sea establecida una inclinación universal hacia el bien (...) El pueblo hace la revolución, el legislador la república. Fuera de las leyes —dice Saint-Just— todo estéril es y muerto está». Como lo había visto Montesquieu, aquel bello edificio no podía prescindir de la virtud. La Revolución francesa, pretendiendo construir historia sobre un principio de absoluta pureza, presenta los tiempos modernos al mismo tiempo que otra era de la -"más fuerte que los tiranos"- moral formal.

Saint-Just clamaba: «¡o las virtudes o el Terror!». La virtud absoluta es imposible, y la república del perdón trae las guillotinas, por una lógica implacable (Montesquieu lo había denunciado ya: esas lógicas de la decadencia en las sociedades, dado que los abusos del poder son mayores cuando ninguna ley prevé tales posibilidades).

III.1.4- El terror 

Saint-Just, sin duda, es el anti Sade. Si la fórmula de su contemporáneo marqués podía ser: «Abrid las cárceles y demostrad vuestra virtud», la del convencional ["Arcángel del Terror"] sería: «Demostrad vuestra virtud o entrad en las prisiones». Ambos legitiman, sin embargo, terrorismos: individual en el libertino y estatal para el sacerdote de la virtud. El bien absoluto o el mal absurdo, si se les añade la lógica que hace falta, exigen un mismo furor. «Los principios deben ser moderados, las leyes implacables, la condena sin remisión». Es el estilo guillotina.  

Saint-Just soñó con la ciudad ideal...  y si las facciones viniesen a entorpecer este sueño, la pasión exageraría su lógica. Proclama entonces el gran principio de las tiranías del siglo XX: «un patriota es quien sostiene ostensiblemente la república en todo; cualquiera que la combata en detalle es un traidor». Quien critica, sospechoso es,  

«Me discuten -exclamó Marat- el título de filántropo: ¡Ah, qué injusticia! ¿Quién no ve cómo quiero cortar unas pocas cabezas para salvar a muchas más?». Pero, haciendo sus últimos cálculos, reclamaba... [273.000] doscientas setenta y tres mil (como delicado ejemplo de filantropía) pidiendo a gritos gritos: «cortadles los pulgares, rajadles la lengua».

Con el discurso en defensa de Robespierre, poco antes de su muerte, Saint-Just reafirma el gran principio de su acción que es el mismo que va a condenarlo: «Yo no soy de ninguna facción, las combatiría todas». Mas he aquí que desespera, sin embargo, puesto que duda del terror mismo. «La revolución está helada, todos los principios se han debilitado; no quedan más que gorros rojos llevados por la intriga. El ejercicio del terror ha embotado al crimen (...) en los tiempos de anarquía».  

Por fin, rechazando el mundo y la realidad ostensiblemente, confiesa que somete su vida a la decisión de los principios; la Asamblea lo condena y, con él, muere tal esperanza de una nueva religión. La bandera roja, símbolo de ley marcial, y por tanto del ejecutivo en el Antiguo Régimen, pasó a ser símbolo revolucionario el 10 de agosto de 1792; un traspaso significativo que se comentó así: «Nosotros, el pueblo, somos el derecho […] No somos rebeldes, la rebelión está en el Palacio de las Tullerías».   

Al desaparecer entonces el Antiguo Régimen en Francia definitivamente, fue aún preciso que se consolidara otro nuevo tras de 1848; y hasta 1914 la historia del siglo XIX lo fue de la restauración de las soberanías populares, contra las monarquías del régimen antiguo, así como del principio de las nacionalidades. Los jacobinos endurecieron los principios morales eternos en la medida misma que quisieron fundamentar la fraternidad sobre un derecho abstracto, sustituyendo los mandamientos divinos con la Ley de la Razón universal, por todos reconocible; pero, como la razón nunca se reconoce, su justificación se pierde: aquel día en que topa con la psicología su ideología, ya no hay poder legítimo. Saint-Just había previsto esta tiranía en nombre del pueblo silencioso. «El crimen diestro se nos erigirá en una especie de religión, y en el arca sagrada entrarán los bribones». Sade o la dictadura, terrorismo individual o el del Estado, ambos justificados por la misma carencia de justificación: es, desde los instantes en que la rebeldía quede escindida de sus raíces y se priva de toda moral concreta, una de las alternativas del siglo XX. 
 
    Arresto de Saint-Just y 'el Incorruptible' Robespierre, por la Comuna de Paris (1794)
  
En cuanto se pongan en duda los principios eternos al mismo tiempo que la virtud formal, estando todo desacreditado, la razón se pondrá en movimiento sin remitirse más que a sus éxitos. Querrá reinar, negando todo lo que ha sido, por afirmación de todo lo que será. Se volverá conquistadora. El comunismo ruso, con su crítica violenta de toda virtud formal, acaba la obra rebelde del siglo XIX negando todo principio superior. A esos regicidas del siglo XIX suceden los deicidas del XX, que van hasta el fin de la [nihilista] lógica rebelde y quieren hacer en la tierra el reino (histórico), donde será el hombre dios. Todo lo que perteneció a Dios, en adelante, será dado al César.
 
III.2.- Los deicidas

El pensamiento alemán del siglo XIX, y particularmente Hegel, quiso continuar la obra de la Revolución francesa -y de la Reforma luterana, "revolución de los alemanes" para el mismo autor- suprimiendo las causas de su fracaso. Observaron, por ejemplo, cómo el lapso de tiempo que pasa entre Augusto y Alejandro Severo (235 d.C.) es el del apogeo de la ciencia del derecho, pero también con la tiranía más implacable. Para superar esta contradicción habría que pretender, pues, una sociedad vivificada por algún principio que no fuese formal y en donde se conciliara la libertad con su necesidad sustituyéndose "razón universal" por "lo universal concreto".

Se puede decir, con seguridad, que Hegel racionalizó hasta lo irracional que se va encarnado en el devenir del mundo. Gran parte de la demostración hegeliana consistió en demostrar cuánto la conciencia moral que obedece a la justicia y a la verdad como si existieran reales fuera del mundo, precisamente, compromete el advenimiento de tales valores.  La acción no era ya más que por un cálculo en función de sus resultados, en vez de los principios. Todas las disciplinas, en el siglo XIX, se desviaron de la fijeza y clasificación que caracterizaban el pensamiento del XVIII. Así como Darwin sustituyó a Linneo, filósofos de lo dialéctico reemplazan a los armoniosos y estériles constructores de la razón. Con Hegel, como filósofo napoleónico, empiezan los tiempos de la eficacia

Toda su obra respira horror a la disidencia: quiso ser el espíritu de la reconciliación. Pero en la medida que -para él- lo real es racional, justifica todas las especulaciones del ideólogo sobre lo real. Su "pan-agonismo" es una justificación del estado de hecho, exaltando también la destrucción en sí misma. Todo se reconcilia y en la dialéctica, sin duda, no podrá establecerse un extremo sin que surja el otro.

Los revolucionarios del siglo XX han guardado de él la visión de una historia sin trascendencia, resumida en impugnación permanente por lucha entre las voluntades de poder. Y bajo su aspecto crítico, una denuncia violenta -tanto en partes fundadas, del comunismo moderno, como más frívolas del fascismo- sobre la hipocresía formal que preside una sociedad burguesa. "Nada es puro": ese grito convulsiona el siglo; y la historia, por tanto, se va a convertir en la regla. Entraremos en mentira o violencia, entonces, como se entra en religión y con el mismo movimiento patético.

Pero la primera crítica fundamental de la buena conciencia, con denuncia del "alma bella" y las actitudes ineficaces, se la debemos a Hegel; para quien aquellas "ideologías de la verdad o lo bello y el bien" son sólo "religiones" de quienes "no las tienen". Frente a Saint-Just, no sólo no le sorprende, antes afirma por el contrario que la facción está en la base del espíritu. Todo el mundo era virtuoso para el jacobino; el movimiento que parte de Hegel, y triunfa hoy en día, supone al contrario que nadie lo es pero todo el mundo lo será. La superación del Terror, por él emprendida, conduce tan sólo a un ensanchamiento del mismo; porque las ideologías contemporáneas, que modifican la faz del mundo, han aprendido de sus lecciones a pensar la historia.

Por más que Nietzsche y Hegel sirvieron de coartadas a los maestros de Dachau y Karaganda, ello no condena toda su filosofía. Pero la 'Fenomenología del espíritu' hegeliana describía una educación de las conciencias, caminando hacia la verdad absoluta. Es como el 'Emilio' rousseauniano, pero metafísico (...)  Esta pedagogía tiene, no obstante, el defecto de presuponer alumnos para su lectura superiores a ella; y se ha tomado al pie de la letra, cuando con ésta sólo quiso anunciárseles el espíritu. Aun cuando sea infinitamente más en Hegel que luego entre los hegelianos de izquierda, quienes finalmente le han vencido, su "dialéctica del señor y el siervo" proporciona la justificación decisiva del espíritu de poder en este siglo. El vencedor tiene siempre razón... (en lenguaje simple: 

      El hombre no es reconocido ni se reconocerá como tal mientras que se limite al subsistir animalmente. Al ser un impulso supremo para todo animal conservar su vida, la conciencia debe alzarse por encima de dicho instinto si quiere recibir el valor humano; siendo capaz de llegar hasta poner la vida en juego, arriesgándose a morir. Cualquier conciencia que, por conservar su vida tan sólo animal, haya renunciado a la independiente, es propia del siervo [esclavo]. Mientras aquella que, reconocida, obtiene su independencia es del señor [amo]. El dilema, pues, para esta fase ya no está entre ser libre o morir; sino en el matar o someterse.

      El señor es reconocido en su autonomía (tanto respecto al siervo cuanto del mundo natural que, con trabajos, aquél le transforma en objetos consumibles para gozo de su afirmación) por una conciencia que, a su vez, él no reconoce como autónoma: no puede, pues, estar satisfecho; y el dominio del señorío es un callejón sin salida. El destino eterno de los señores consiste, así, en vivir desdichados o que los maten. En cambio, el siervo no permanece atado a su condición, quiere cambiarla; puede reeducarse, pues, a diferencia del señor. Lo que se llama historia no representa sino la sucesión de sus largos esfuerzos para conseguir la libertad real: a través de luchas contra los amos y la naturaleza, nuestra historia se identifica, pues, con la del trabajo y su rebelión. 
      Con su descripción de la conciencia infeliz Hegel muestra cómo el siervo cristiano, queriendo negar aquello que lo está oprimiendo, se refugia en el más allá del mundo imponiéndose un nuevo Amo por la persona de Dios (...) también debe ser negado dialécticamente. Simplemente, saltando los escalones intermedios, baste con decir que la síntesis buscada superior -tras haberse ya encarnado antes en Iglesia y Razón...- terminará en el Estado absoluto erigido por soldados obreros: donde se reflejará por fin en sí mismo el espíritu del mundo, con reconocimiento mutuo de cada cual por todos, y la reconciliación de cuanto ha existido bajo el sol. 
      En ese momento, «en que coinciden los ojos del espíritu y los del cuerpo», nuestra ciudad humana coincidirá con la de Dios: la historia universal, el tribunal del mundo, dictará su sentencia en que bien y mal serán justificados; el Estado será Destino y la aprobación de toda realidad, proclamada bajo la claridad, «el día espiritual de la Presencia». El inmoralismo, el materialismo científico y el ateísmo sustituyendo definitivamente al anti-teísmo de los antiguos rebeldes, se han aglutinado bajo la influencia paradójica de Hegel; con un movimiento revolucionario que, hasta él, nunca se había separado realmente de sus orígenes morales evangélicos o idealistas...

Hegel -definitiva mente- destruye toda trascendencia vertical y, sobre todo, la de los principios; he aquí su originalidad indiscutible. Restaura, sin duda, en el devenir del mundo la inmanencia del espíritu. Pero ésta no es fija, ni tiene nada en común con el panteísmo antiguo. El espíritu está, pero no está, en el mundo: se hace, y estará, en él. Hay que obrar y vivir en función del futuro. La supresión de todo valor moral y de los principios, sustituidos por el hecho como rey (provisional, pero real), no ha podido conducir -según se ha visto perfectamente- más que al cinismo político (ya sea en los individuos o, mucho más grave aun, del Estado); con ostensibles abandonos de la virtud.

¿Cómo vivir entonces (...) hasta el fin de los tiempos? La única salida es crear otra regla, con las armas en la mano. Los que han leído a Hegel con su sola y terrible pasión no han retenido realmente más que un (primer) término del dilema: «¡matar o someter!»; es decir, de él han extraído una filosofía del desprecio y la desesperación, juzgándose sólo esclavos: atados por la muerte al Amo absoluto y a los amos terrestres con el látigo. Después de todo, decir que la negación era -en sí misma- un acto positivo justificaba de antemano el grito a proclamar por Bakunin y Netcháiev: «Nuestra misión es destruir, no construir».

Otra clase de tales herederos, leyendo más seriamente, elegirá el segundo término del dilema y pronunciará que un siervo sólo se libera sometiendo a su vez. Las doctrinas post-hegelianas les condujeron al ateísmo absoluto y a materialismos científicos: cuando haya muerto la miseria y se hayan solucionado ya las contradicciones históricas, «verdadero dios, un dios humano será el Estado»; el 'homo homini lupus' entonces se transforma en 'homo homini deus(¡por más que la básica crítica de Kierkegaard, aquí, vale: algo "eternamente histórico" es una contradicción en sus propios términos...!). Este pensamiento se halla en la base del mundo contemporáneo. Por fin, se asiste con Feuerbach (en 'La esencia del cristianismo') al nacimiento de un terrible optimismo que aún vemos obrar hoy día y parece hallarse por las antípodas de la desesperación nihilista. Pero sólo es una apariencia.

El cinismo, divinización de la historia y materia, el terror individual o el crimen de Estado; estas consecuencias desmesuradas van a nacer ahora, armadas de pies a cabeza, desde una equívoca concepción del mundo que remite a la historia sola el cuidado del producir los valores y la verdad. «Si la realidad es inconcebible -exclamaba Hegel- hemos de forjar conceptos inconcebibles (...) Ésta es la verdad que, sin embargo, nos parece el error; pero es verdadera, precisamente porque se da el caso de que es el error. En cuanto a la prueba no soy yo sino la historia, en su final, quien la procurará». Tal pretensión sólo puede acarrear nihilismo.

La 'Fenomenología', biblia que no habría profetizado sino el pasado, ponía un término a los tiempos. En 1807 creyó que, por Napoleón y su programa, la historia estaba terminada; con el nihilismo ya vencido, todos los pecados perdonados y las épocas caducadas. Pero la historia continuaba: los que han optado por matar y quienes lo hacían por someter van a ocupar sucesivamente lugares más preponderantes, en nombre de revueltas desviadas de su veracidad.
 
 

     Georg W. F. Hegel, 1807: "LA FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU"


sábado, 21 de enero de 2023

Diego Fusaro: "Faltan intelectuales, y fuerzas políticas, que representen hoy a los de abajo"


Acabamos de disfrutar, en Madrid, la visita de un jugoso polemista -que nos dio buen juego- al 'gallinero del Pavón'...
 
 
"Según el diario-punto-esalgún peligro social soy... Y según el-confidencial, el filósofo de la sobrina de Le Pen. ¡Mas yo solo vine hoy aquí a intentar filosofaros, de Wittgenstein y Tales...!"

"El capitalismo va contra las tres realidades que Hegel identificaba en el mundo de la ética: la sociedad civil, la familia y el Estado. Al destruir la familia, el capitalismo atomiza los individuos y nos deja como meros rivales que competimos por consumir".   

"Contra lo que pensaban Locke y los teóricos del contrato social, la familia es la prueba de que el ser humano no es concebible de modo aislado: desde nuestro origen somos ya relación. Y relación en que no prima la competencia, sino el amor (familiar)".

«La izquierda, desde el 1968, ha dicho criticar el mercado, pero en realidad le encantan los efectos del mercado (“todo vale en las relaciones humanas, prohibido prohibir”)... La derecha ama el mercado, pero critica sus citados efectos. Por eso hoy hay que ir más allá del Dcha. e Izqda...».

«Hoy los medios de comunicación denuestan la familia, la ridiculizan, la ven el origen de toda opresión patriarcal. Y apoyan las relaciones eróticas que no comprometen, que no nos humanizan. Se nos pide resiliencia, que en realidad es tolerar toda la infelicidad que nos viene».

«Se produce la paradoja de que los jóvenes salen a la calle a protestar contra la familia… cuando en realidad vivirán tan precarios que nunca podrán formar familia. Se nos dice que sin familia seremos más libres, pero en realidad somos más frágiles, y más dependientes».  

«Hay que luchar contra el machismo, contra la homofobia, contra el autoritarismo, claro está, sí... Pero eso, yendo contra la familia, no se hace nunca. Sería como luchar contra una pulmonía… eliminando el pulmón».

«La izquierda 'progre' identifica la identidad con la xenofobia, y para luchar contra esta (lo cual es algo legítimo y loable) va contra la identidad, contra la nación, contra las fronteras. De nuevo se equivoca como quien, para curar una pulmonía, nos extirpase el pulmón». 

«La ideología del género busca algo loable: igualdad de dignidad de todos los humanos. Pero yerra al intentar hallar esa igualdad desde la indiferenciación. Es como si para dar igual dignidad a las manos derecha e izquierda (bien diferentes, en su estructura) se rompieran sus esqueletos». 

«Nos quieren resilientes, no resistentes». 

«Cuando criticamos el mercado no criticamos el intercambio libre entre las personas en el “sistema de las necesidades”, como la llamaría Hegel. Criticamos ese momento en que la economía se nos haya vuelto 'autónoma, desligada de lo humano'; y explotación, por tanto (Polanyi dixit)...».

«Marx cometió 3 errores que lo hacen asimilable por el capitalismo: pensar que la filosofía podía acabar (por ser mera ideología), pensar que la religión podía acabar (por ser mero engaño) y pensar que el Estado podía acabar (por ser opresivo). Por eso me veo más cercano a Hegel».  

«En todas las épocas históricas había libertinajes. Pero hoy tan sólo se ve la sexualidad, mayoritariamente, como algo solamente orientado al placer por sí mismo. La vida se percibe como algo de lo cual desembarazarse: la única vida buena, nos dicen, es la que pueda 'consumir y ser consumible'...».

«Hemos pasado de Kant y su imperativo categórico (“tú debes”) al imperativo categórico del marqués De Sade (“tú debes gozar”). La encarnación de dicho imperativo, en imágenes y capital, es la industria pornográfica: “debes gozar, y 'si no gozas, , lo estás haciendo mal'; punto”».
  
[Ya en 2019 aquí nos hacíamos eco del discurso (contra corriente o kamikaze) prodigado por este rara avis -¡ay!- de izquierdas 'anticapitalistas', actualmente tan minoritarias, que merece análisis rigurosos; y no los, al uso,  maniqueitos]:
  
 
<<Partió el profesor de filosofía en el Instituto Alti Studi Strategici e Politici de Milán, de una reivindicación abierta de la metáfora de "la caverna" [Platón], como imagen de liberación a reivindicar, frente a la pasividad conformista que parece dominar estos tiempos presentes, reflejados en otra metáfora: la de la "jaula de hierro" [Max Weber]. El texto platónico es tomado como ejemplo de la alienación en la que están sumidos los humanos, y el papel emancipador que adopta quien sale de la oscuridad para ascender hacia la luz, allá en donde las Ideas son el mundo perfecto frente al engaño urdido en el interior de la cueva; quien asciende al exterior, no sin dificultades, está llamado a volver al interior para ofrecer la buena nueva (el de la realidad que une saber con libertad), la que se ha de convertir en instrumento para liberar a los humanos de los engaños. 

El portador de las noticias exteriores se ve expuesto a peligros (que se lo pregunten al bueno de Sócrates) al resultar sus planteamientos increíbles y poco respetuosos con lo que parece que es la realidad pura y dura para los abajo encerrados [se ignora en el planteamiento de la metáfora que Fusaro propone otros aspectos interpretativos que, sin necesidad de ser seguidor de Karl Popper en sus análisis acerca de la "sociedad abierta" y sus enemigos, muestran indudable pertinencia. La división tajante entre los diferentes capas de la sociedad: los trabajadores a trabajar, los guardianes a su tarea, y los filósofos a gobernar; estas diferencias estancas ha llevado a más de uno –véanse las posiciones de Jacques Rancière, por ejemplo- a hacer hincapié en las diferencias del status que tal división supone. Diferente roles asignados con el privilegio de unos a la hora de dirigir las polis… algunas tonalidades aristocráticas han solido ser subrayadas, que hacen que la igualdad entre ciudadanos brille por su ausencia].

Según el autor abandonado el recurso a la metáfora platónica como camino de emancipación, en estos tiempos la sociedad ha caído por el conformismo, y en la aceptación de la jaula de hierro -como si fuese de oro...- en el mejor de los mundos posibles. Su reivindicación es neta y clara: se ha de recuperar el mordiente utópico del mito platónico contra las posturas desencantadas, plasmadas en el nihilismo actual, fruto del neoliberalismo rampante, que castra la esperanza en cualquier futuro luminoso… Frente al "esto-es-lo-que-hay", la tarea de luchar por la emancipación, y con tal fin, Fusaro toma como compañeros de ruta a Marx –el que mantenía que él no era marxista-, Fichte, Hegel, Gramsci, Gentile o Bloch y su "principio-esperanza".

La travesía del autor está bien hilvanada, con unas paginas en las que se expone de manera primorosa la fusión del sujeto con el objeto, y la interrelación que entre ellos se establece creando una especie de fusión transformadora, y la conformación del hombre a través de la historia y las relaciones sociales, implicado en un praxismo trascendental (con la compañía de los autores anteriormente nombrados); destacan igualmente sus pormenorizados análisis del cuerpo anestesiado por las redes poderosas del capitalismo y la implantación de su pensamiento dominante, y frente a ello Fusaro alza la voz en pos de un idealismo que se enfrente a la realismo romo que se traduce en un materialismo -no filosófico- acomodaticio en el leibniziano "mejor de los mundos". 

Recuperar el espíritu idealista, en el sentido de guiarse por una blochiana docta spe, y una fantasía concreta gramsciana, que supere los límites marcados por los cánones impuestos por los poderes estatales al servicio del poder económico que todo lo invade. Su propuesta va en el sentido de elaborar, tomando como base a los pensadores ya nombrados, una filosofía de la praxis, que desborde las normas de funcionamiento social que se toman como si de leyes de la naturaleza se trataran; para ello se trata de abrir la mirada a otras posibilidades más amplias y abiertas al horizonte. 

Tal se traducirá en el reivindicar una ontología de la 'praxis y libertad', primera que nos conduzca más allá de la fatalidad de lo social, que parece abocar a los humanos a no poder avanzar hacia futuros más armoniosos. En este orden de cosas, y completando el sapere aude kantiano e ilustrado, propone un facere aude, un atreverse a luchar, ya que siempre hay motivos para rebelarse.

Por ese camino, se abre paso a la libertad, a la marcha hacia ella, a la conquista del futuro, y al protagonismo recuperado del sujeto, como protagonista de la historia, y la necesidad –según señala– de la alteridad como condición sine qua non del prometedor horizonte, y en ves de quedarse plegado ante la realidad, alimentar la pasión por la realización de lo ideal. La tarea con el fin de hacer factible esta senda ha de ir acompañada de una labor del desbroce de algunos mitos hoy reinantes, admitidos como si de una segunda piel se tratasen, de la divinización de la ciencia y el fanatismo de la economía… y en esta sociedad del espectáculo, que teorizaba Guy Debord, el ser humano se convierte en homo videns, la única salida indicada por Fusaro es la resimbolización del ser humano, animal utopicum como consecuencia de su naturaleza de animal symbolicum.

Si Marx -en su última Tesis de Feuerbach- afirmaba que los filósofos no habían hecho más que interpretar el mundo y de lo que se trataba ahora es de transformarlo, Fusaro parece tomarse absolutamente en serio, y al pie de la letra, la afirmación marxiana (mas otorgando, a mi modo de ver, excesiva fe en la potencia de la filosofía como actividad, teórica, transformadora). Para el que aquí esto escribe las críticas que el autor realiza del estado actual de cosas, con el dominio de la explotación-opresión capitalista, difícilmente discutibles resultan; del mismo modo que esta llamada a la recuperación del idealismo utópico y, en este sentido, subrayar la ineludible presencia y actualidad de un cierto Marx, pasado por el tamiz de los otros pensadores visitados, mientras haya injusticias, materializada en la lucha de clases y la imposición de los poderosos, que se empeñan por vender el carácter benefactor de su economía, como techo alcanzado del caminar humano, y el recurso al arsenal propuesto por Gramsci, pueden resultar pertinentes (...)

En línea directa con las cuestiones planteadas, sí que me parece reseñable incidir en ciertas simplificaciones que a mi modo de ver se cuelan en el libro de Diego Fusaro, lo que juzgo que conduce a la presunta propuesta de cierta nueva ortodoxia, que va acompañada de un ciertos resabios de ritorno all’ordine. Con esta última expresión quede claro que no me refiero al orden establecido, pues del joven filósofo turinés nada más lejos que defender el status quo; así pues, me refiero a que su postura apuesta por una filosofía fuerte, lejos de pensamientos débiles y otras veleidades, aspecto en el que Diego Fusaro se muestra de una intransigencia radical. En este orden de cosas, su postura es la vuelta a algunos pensadores que pueden servir en el camino de la emancipación. Es como si -perdóneseme la comparación- entonase aquella copla de se acabó la diversión… (A modo de ejemplo, puede leerse en su obra: «si volver al sistema toloméico después del copernicano es científicamente imposible, volver al pensamiento filosófico de Fitche, Hegel, Gentile y Marx después del posmoderno y el nuevo realismo, después del nomadismo deleuziano y las reflexiones de Rawls, Habermas y Arendt, no solo es posible, sino deseable»). 

En su fogosidad por volver a los pensamientos subrayados, en contigüidad de ciertos espíritu de ortodoxia, Fusaro recurre a una amalgama que para sí quisieran los alquimistas (...) y lo digo ya que si Rawls y Habermas podrían ser ubicados en posturas liberales –ya sean de derecha o de pretendida izquierda-, Gilles Deleuze y las corrientes del posmoderno nuevo realismo de Maurizio Ferraris (hay corrientes resistentes dentro de tal etiqueta, que se lo pegunten a su compatriota Gianni Vattimo, del mismo modo que ha quienes en vez de recurrir a la descalificación inquisitorial, no han hecho ascos a la pertinencia de recurrir a tal etiqueta como llamadas de alerta ante los impasses de nuestro tiempo… Ahí están Negri, Jameson i tutti quanti) que sin forzar las cosas pueden ser encasilladas en el conjunto de posturas libertarias, como han mantenido ciertas corrientes suranarquistas o neo-ácratas. Llama más la atención si cabe, cuando precisamente Habermas ha incluido en su lista de conservadores tanto a los últimos nombrados (los denominados post, junto a Foucault, Derrida –jóvenes- como a Hannah Arendt -viejos-, precisamente). 

Sin extenderme más en el asunto que merecería hilar más fino y no solucionarlo con una sumaria descalificación basada en una amalgama de enciclopedia que es lo que a veces ha parecido hacer Fusaro en su labor de limpieza ideológica, encranada en un totuum revolutum… No hace falta ni decirlo, y por ahí no continuaré, que entre los nombrados hay abismales diferencias… a no ser que se recurra a un simplificador tribunal de posturas plausibles o rechazables, no se sostiene la coherencia del listado. Si he comenzado, no obstante, por la cita transcrita es debido a que resulta significativa de cara al acercarse a cierto modo de ortodoxia o doctrina, dejando asomar ciertos tics del estilo luckacsiano –el del asalto a la razón que es la que parece guiar a Fusaro, como lo deja ver en otros lugares de la obra (...)

Si concluyo con este aspecto excluyente que observo en la obra de Diego Fusaro es debido que las tendencias unificadoras tienden a impedir las distintas colaboraciones, haciendo que la pluralidad en la acción pueda ser entorpecida… ya que –por tomar las palabras de Véronique Bergen en su tan breve como acertado Résistances philosophiques (PUF, 2009): «hay resistencia de los oprimidos (Sartre), de los explotados (Marx), de lo minoritario (Gilles Deleuze &Félix Guattari), de los “inexistentes” (Alain Badiou), de los perdedores, de los vencidos (Walter Benjamin, Françoise Proust), de los excluidos (Toni Negri), de los colectivos minoritarios (Isabelle Stenders), de los no-contados, de los sin-parte (Jacques Rancière), de los marginados (Daniel Bensaïd); y todas ellas pueden abrir brechas en el marco del orden establecido.>>

   

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Es uno de los intelectuales más combativos de Italia, pero también uno de los más polémicos por su mezcla de ideas de izquierda y conservadoras: marxista, tomando como referentes a GramsciPasolini o Costanzo Preve, al mismo tiempo que anti-globalista y soberanista; lo cual le ha llevado a sostener posiciones con las que muchos salvinistas no están en desacuerdo. Varios libros suyos han sido editados en España, tanto por editoriales ligadas a la izquierda, como 'Antonio Gramsci, la pasión de estar en el mundo' (Ed. Siglo XXI) o 'Todavía Marx' (Ed. El Viejo Topo), o a la derecha, como el recién publicado 'El contragolpe' (Ed. Fides). El de Fusaro es un pensamiento destinado a recibir críticas de un lado y de otro, y en no pocas ocasiones ha sido tildado de 'rojo y fascista':

"Mi libro 'La notte del mondo. Marx, Heidegger e il tecnocapitalismo' (UTET, 2019) es un intento de razonar según sus categorías sobre lo que Heidegger mismo, con los versos de Hölderlin, define "La noche del mundo": una época en la que la oscuridad está tan presente que ya ni siquiera la vemos en sí ni, por tanto, somos de ella conscientes. Heidegger lo expresa diciendo que "es la noche de la huida de los dioses", en la que ya ni siquiera somos conscientes de la pobreza y miseria en que nos hallamos

Esta es una situación de máxima emergencia. Por su parte, Marx en los 'Grundrisse' decía que "el mundo moderno deja insatisfecho, o si en algo satisface sólo es trivialmente". Es otra manera de decir que estamos efectivamente en la noche del mundo, donde ni siquiera vemos el enorme problema en el que nos encontramos. En el libro empleo las categorías de ambos autores, muy diferentes, para tratar de poner de manifiesto cuáles son las contradicciones de nuestro presente en el que todo el mundo calcula y nadie piensa; la razón económica y técnica, o técnico-científica, se ha impuesto como única válida y pretende reemplazar a todas las demás...

- Creo que la geografía de la política actual ha cambiado profundamente. Hoy hay una especie de totalitarismo liberal que nos permite ser liberales de derecha, izquierda o centro, siempre y cuando seamos liberales siempre; por tanto izquierda y derecha se convierten en dos formas diferentes de ser liberales o, precisamente, en liberalismo político y económico: práctica libertaria en las costumbres y, por supuesto, atlantista para la esfera geopolítica. Creo que hoy debemos replantearnos una recategorización de la realidad política según la dicotomía alto/bajo, si no élite/pueblo, que a veces se utiliza como sinónimo. Esto implica que si la élite, el Señor globalista, es precisamente cosmopolita y a favor de apertura ilimitada en la libre circulación... en cambio, el siervo debe luchar por soberanía nacional-popular como base para una democracia -más real- de los derechos sociales. Hoy es preciso restablecer el vínculo entre el Estado nacional y la revolución socialista, éste es el punto fundamental.

- La Unión Europea lo es de las clases dominantes contra las trabajadoras y los pueblos de Europa. Es la victoria post-1989 de un capitalismo que se realiza completamente disolviendo los últimos bastiones de resistencia, los Estados soberanos nacionales, con el primado de lo político y su democracia sobre automatismo total del tecno-capitalismo. Esta es la UE, un proceso de globalización, despolitización de la economía e imposición del interés del capital cosmopolita contra los intereses de las comunidades nacionales. Por eso, la lucha contra el capitalismo en nuestro continente hoy no puede dejar de serlo en contra de la misma. La tragedia es que la izquierda abandona tamaño esfuerzo, en la medida que se pasa del internacionalismo proletario al cosmopolitismo liberal; y por tanto deja que tal lucha  la lleven a cabo fuerzas que, muy a menudo, no quieren la emancipación humana ni solidaridad de los trabajadores: tratan, simplemente, de reaccionar mirando hacia un pasado que ya no existe. Tendremos que apuntar a un eje euroasiático que vaya desde la Rusia de Putin hasta China en función anti-atlantista. Debemos liberarnos de todo este hoy, cambiando nuestro punto de vista.

- Creo que hoy debemos ir más allá del globalismo y el nacionalismo. Al fin y al cabo, el globalismo no es más que nacionalismo -estadounidense- que se ha hecho mundo y, por lo tanto, llevado a su máximo desarrollo. Contra esos dos opuestos, es necesario hacer valer algún modelo de internacionalismo entre los Estados soberanos y solidarios: basado en la democracia, el socialismo y los derechos de las clases más débiles; o -en consecuencia- una especie de soberanía internacionalista, democrática y socialista, alejada tanto del cosmopolitismo (que destruye a las naciones) cuanto del nacionalismo (como un egoísmo pensado a nivel de la propia nación individual). 

Los Estados nacionales soberanos, en la modernidad, no han sido sólo lugares del imperialismo y nacionalismos o guerras (como ha repetido el orden del discurso dominante, que quiere destruir a los Estados para imponer su primado del capital globalista, donde los Estados se convierten únicamente en los mayordomos del capital): ésa es la visión liberal del Estado. Mas en realidad, los Estados nacionales soberanos también han sido lugares de las democracias y conquistas salariales para sus clases débiles. Y es por esta razón que hoy el capital quiere destruirlos, ciertamente no para evitar las guerras o el imperialismo, que de hecho, prosperan más que nunca en el marco posnacional. Hoy el Estado puede representar el único vector de una revolución opositora contra el capital mundialista, tal y cual demuestran perfectamente los acontecimientos en los países bolivarianos (como Bolivia, Venezuela o Ecuador), que pese a sus límites estructurales van creando formas de populismo (soberanista o socialista, patriótico, anti-globalista e identitario).   

Hoy en día por supuesto, la categoría del fascismo se usa en modo completamente des-historizado y des-contextualizado, para demonizar simplemente al interlocutor: quien reafirma la necesidad de controlar políticamente la economía y por tanto reintroducir soberanía contra la apertura cosmopolita, es vilipendiado y tachado inmediatamente -ante una total impotencia para redargüírsele algo concreto...- con simples epítetos injuriosos como de 'fascista' o 'rojipardo' y 'estalinista'. La categoría de fascismo, pues, tan sólo sirve para ocultar el verdadero rostro a lo que Pasolini ya había identificado como el verdadero fascismo de hoy: el de la sociedad del mercado, un totalitarismo de los mercados y las bolsas de valores especulativas. Este es el verdadero rostro del poder hoy en día, y muchos tontos que se hacen llamar 'de izquierda' luchan contra el fascismo que ya no existe por así aceptar plenamente el totalitarismo del mercado.

Estos últimos son los que luchan en Francia "contra Le Pen"... ¡pero aceptan de buenas ganas a Macron! Luchan contra fascismos que ya no existen para mejor poder aceptar la nueva porra invisible en la economía del mercado... Mas la clase intelectual, su circo mediático y clero académico-periodístico desempeñan papel fundamental en este proceso: garantizar que los dominados acepten el dominio de las clases dominantes, en lugar de rebelarse. De modo que, como en la caverna de Platón, amen sus propias cadenas y luchen contra cualquier libertador

Los llamados 'derechos civiles' hoy en día son, en realidad, ni más ni menos que los derechos del 'bourgeois' por Marx descritos en 'La cuestión judía'. Con otras palabras: los del consumidor, como diríamos hoy, ese individuo que quiere todos cuantos derechos individuales puede comprar concretamente. Estoy pensando en los vientres de alquiler, por ejemplo, o la custodia de niños según el coste del consumidor. Pues bien, hoy estamos asistiendo a un proceso mediante el cual el capital nos quita derechos sociales, que son los vinculados al trabajo y la vida comunitaria en las polis: anula estos derechos aunque, a cambio, aumenta los... del consumidor siempre vinculados a un consumo que se llevan a cabo de manera individual; sin cuestionarse nunca ya el orden de la producción ni que, de hecho, terminan fortaleciendo al sistema capitalista en vez de debilitarlo.

Además crean una especie de micro-conflictualidad generalizada que actúa como arma de distracción masiva y, también podríamos decirlo, de división masiva permanente: por un lado distrae de la contradicción capitalista que ya ni siquiera menciona y de otro las masas divide en hetero u homosexual y musulmán o cristianocarnívoros o vegano y facha o antifascista, etc. Mientras así ocurre de manera natural, el capital deja que las personas salgan a la calle para el orgullo gay o por los animales y todo lo demás, pero ¡que no se atrevan a echarse por las calles para luchar contra la esclavitud y precariedades en los salarios o contra la economía capitalista! De ser eso, ahí está la represión, como sucedió en Francia con los chalecos amarillos...

El capitalismo actual es flexible y precarizador. Disgrega toda comunidad humana y quiere ver en todas partes al individuo sin identidad y sin vínculos, al consumidor que entabla relaciones desechables basadas en el consumo. Por eso, el capitalismo hoy ha declarado la guerra a lo que yo (en mi libro 'Storia e coscienza del precariato. Servi e signori della globalizzazione' (Bompiani, 2018) llamo las raíces éticas en el sentido hegeliano ; es decir, aquellas formas comunitarias de solidaridad que van desde las familias a los organismos públicos como sindicatos, escuela o universidad, hasta completarse con el Estado. Tiene por objetivo romperlas para reducir el mundo a un mercado único, como dijo Alain de Benoist: la sociedad se convierte así en un único mercado global. Esta es la razón por la cual hoy en día la re-etización de la sociedad, es decir, la revalorización de las raíces éticas en el sentido hegeliano, es un gesto revolucionario.

- En lo esencial, Gramsci es todo lo más opuesto de cuanto esté haciendo la izquierda en Italia y gran parte de Europa, las izquierdas ya no son rojas sino fucsias: ni de la hoz y el martillo, sino del arco iris. Luchan por el capital y no por el trabajo, o por el cosmopolitismo liberal mas no por el internacionalismo de las clases trabajadoras. El caso específico de 'Podemos' en España me parece bastante interesante porque comenzó como fuerza soberanista y socialista, más allá de izquierda y derecha, pero está entrando últimamente cada vez más en el frente único del partido único del capital; y es realmente una lástima, pues ese partido 'Podemos' originariamente parecía ser uno de ruptura.

El intelectual de hoy debe restablecer lo que Gramsci llamaba la "conexión sentimental con el pueblo-nación", es decir, debe volver a conectar al pueblo a la política o su intelectualidad misma; para que salga el pueblo de la pasividad y se transforme hasta otra subjetividad activa, como ya está sucediendo, en la medida que va rebelándose contra la élite cosmopolita: lo hace votando por el Brexit o por Trump, en Italia contra el referéndum constitucional, y en Grecia por el referéndum contra el 'austeri...cidio' de la UE. Pero el pueblo, dice Gramsci, debe ser 'interpretado'; necesita de una filología viva, el pueblo es un texto que debe ser interpretado y no dirigido de manera unívoca. Deben escucharse sus necesidades o exigencias, lo que la izquierda no está hoy haciendo; la izquierda es demofóbica, es decir, odia al pueblo porque se le podría escapar de las manos: ya no se siente representado por unas izquierdas amigas del capital y los amos, en lugar de sus trabajadores y el pueblo...

En contra de la neo-lengua 'de los mercados' (que habla el inglés del 'spread', de 'spending review', y 'austerity' o 'governance'), propongo una vetero-lengua basada en la recuperación de nuestro idioma con toda su riqueza, el de Dante y Maquiavelo. Es una batalla cultural de resistencia frente a la globalización y sus 'genocidios culturales' -como los llamaba Pasolini- que la globalización está llevando a cabo, destruyendo las culturas en nombre del único modelo permitido: el consumidor de mercancías apátrida y pos-identitario, que habla el inglés anónimo de los mercados financieros apátridas."

                     (Entrevista con Esteban Hdez. el 29 de junio del año 2019)

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- En 'Historia y conciencia del precariado' sostengo que vamos asistiendo a un nuevo feudalismo: los nuevos laboratori están precarizados y carecen de derechos, son unas clases media empobrecida y obrera masacrada; los nuevos bellatori son los capitalistas multinacionales, el e-commerce y la big pharma; y los nuevos oratori son el clero intelectual que reza día y noche al dios mercado y defiende las relaciones de fuerza, exhortando a los laboratori al aceptar con desencantada resignación o necia euforia sólo el orden de la ‘glebalización’ capitalista. Es algo que ya expliqué con el libro 'Glebalización. La lucha de clases en tiempos de populismo' (2019).  A todos los efectos nos encontramos de nuevo ya en otra situación propia de la Edad Media, y la emergencia de Covid-19 ha reforzado esos procesos: ha ‘re-plebeyizado’ la sociedad, llevándose todo por delante a golpe de 'confinamientos' a las clases medias y los trabajadores e incrementando la riqueza de capitalistas anti-fronteras. La situación ha dado lugar a un nuevo capitalismo autoritario-represivo que prohíbe las reuniones o encierra solo al pueblo en 'cuarentena', impidiendo cualquier movimiento revolucionario y de protesta. 

- El último rejuvenecimiento del apoyo a la derecha lo atribuyo principalmente a traición de las izquierdas. Traicionaron a Gramsci, a Marx y a la clase trabajadora para volverse en los guardianes arcoíris del gran capital: lo que defiende la izquierda de la costumbre es lo mismo que quiere la derecha del dinero. Por ello, las clases trabajadoras y la juventud se encontraron sin representación y, a menudo con una reacción rencorosa, votan a la derecha reaccionaria. El éxito de SalviniLe Pen, etcétera, se explica sobre todo de esa forma: unos programas políticos liberales en lo económico y enemigos de las clases trabajadoras, que se solapan perfectamente con los de las izquierdas fucsia. Es la alternancia sin alternativas característica de la época neoliberal: tanto si ganan las derechas azul turquesa como si es la izquierda fucsia, de todas formas quien sale ganando es el capital, que justamente tiene un ala derecha y otra izquierda. También lo demuestra el paradigma de 'Podemos' en España. Hoy en día falta una verdadera izquierda de la hoz y el martillo y roja, no arco iris o fucsia: es decir, que anticapitalista y comunista sea, o a favor de soberanía del Estado nacional e internacionalismo solidario entre países socialistas.  

- Desde aquellas revueltas de Mayo del 68, se nos han ido quedando reducidas las izquierdas al papel de perro guardián del capital; y por eso han perdido las simpatías de los jóvenes o trabajadores. Además, cuando las izquierdas dejan de interesarse por Marx o Gramsci, lo que hace falta es dejar de interesarse por esas izquierdas... para proseguir con las luchas que fueron de Marx y Gramsci. 

- Siento adoración por Pasolini, al que considero, junto a Costanzo Preve y Antonio Gramsci, el marxista más importante del siglo XX. Había comprendido que el antifascismo de las izquierdas fucsia, en ausencia de fascismo, podía convertirse en el instrumento para deslegitimación de cualquier proyecto en oposición al capitalismo neo-hedonista.  Hoy en día, el propio anticapitalismo marxista es difamado como fascismo por los sedicentes antifascistas liberales (tal ocurre, por ejemplo, con Marco Rizzo: uno de los poquísimos comunistas que aún quedan). La izquierda no puede aceptar a Pasolini o Lasch, por haberse apuntado al culto regresivo del progreso y modernización capitalista integral de la sociedad: para la izquierda, presa del ‘complejo de Orfeo’ (Jean-Claude Michéa), mirar atrás es un pecado siempre, lo que hace falta es seguir el desarrollo (capitalista)... La izquierda olvidó la lección de Pasolini, que hacía una distinción entre desarrollo para emancipación y progreso como avance del tecno-capital, lo cual es justamente aquello que debería combatir el marxismo en nombre de la emancipación.  

- Política y cultural mente, derecha e izquierda son dos alas que defienden a los de arriba, es decir a la clase dominante. Los de abajo, es decir la clase precaria de las clases medias y de los trabajadores, carecen de representación. Por eso, la geografía política cambia: ya no hay derecha ni izquierda, sino arriba y abajo: el ‘arriba’ de la élite turbo-financiera exigiendo aperturas a sus actividades, desregulación económica y antropológica más globalismo con flexibilidad en todos los ámbitos, desde laborales hasta el de género; en cambio, el ‘abajo’ debería luchar por un Estado soberano nacional democrático y por la eticidad en sentido hegeliano: es decir, las ‘raíces éticas’ de la comunidad, desde los sindicatos hasta la enseñanza. En resumen, aquí nos faltan intelectuales y fuerzas políticas que representen a los de abajo. Por ahora, el discurso tiene dificultades para consolidarse, porque -yo diría, con Gramsci- 'lo viejo está muriendo y lo nuevo todavía no ha nacido'.  

- Hoy en día la clase dominante utiliza armas de inmigración masiva. Como explico en 'Historia y conciencia del precariado', el capital suele denominar acogida e integración de los migrantes a la deportación de brazos a bajo coste para explotar sin piedad (con los cuales cabe reducir costes, de mano de obra, en general), e intentando crear conflictos horizontales de clase al seno de una misma clase (migrantes contra autóctonos). El enemigo no es ningún migrante, sino quien lo deporta; es decir, el patrono capitalista. El enemigo no es quien huye, sino aquel que obligó a los pueblos al deber huir. Lo que ha ocurrido entre Marruecos y España es un clásico ejemplo del emplearse las armas de inmigración masiva para ejercer presión sobre un Gobierno.  

- Las derechas, no solo en Italia, luchan contra la inmigración sin hacerlo contra el capitalismo. Y vierten hacia los migrantes el odio de clase que, por el contrario, deberían verter sobre los capitalistas. Los enemigos no son migrantes, sino -como ya se decía...-  aquellos otros quienes a ellos los deportan; es decir, la clase patronal cosmopolita. La Iglesia debería, en nombre de Cristo, oponerse a este obsceno tráfico de vidas humanas; y dice ‘puertos abiertos’, por el contrario, como es la expresión preferida de las clases patronales cosmopolitas. Tenía razón Ratzinger cuando decía que hoy en día solo se habla del derecho a migrar, y nadie habla ya del derecho a quedar en sus tierras y  comunidades.  

- La derecha utiliza el cristianismo como reclamo electoral, para remitirse a unos valores que sin embargo traiciona cada día con sus acciones. La verdad es que hoy haría falta un marxismo inspirado en la corriente caliente del cristianismo, como decía Bloch: un marxismo incluso teológico, si cabe decirlo así, en lucha contra el ateísmo de la civilización de los mercados, contra su nihilismo y su relativismo. Hay más necesidad que nunca de redescubrir lo sagrado y lo trascendente, aun cuando ello sea (también entendido así en algunas acepciones filosóficas): lo trascendente y sagrado  tan sólo es aquello no disponible, o que no puede ser objeto de intercambio económico ni bajo la voluntad del poder tecno-capitalista. El ser humano es una figura de lo sagrado y trascendente; por eso es preciso echar abajo cualquier relación en la que se le rebaje o explote, humillado y pisoteado.  

- "¡Ladran, Sancho, luego cabalgamos!": no me sorprenden esas reacciones, histéricas y rencorosas, fruto de la rabia y el deseo del linchamiento mediático. Si emprendieran un diálogo socrático serio, las izquierdas fucsia se reconocerían como El Coyote en "El Correcaminos"; que andando va por el vacío y, cuando se pare a pensarlo, ¡caerá! He ahí por qué, hoy día en la izquierda, no existe un verdadero debate sobre los estatus del marxismo y la teoría filosófico-política: lo único que hay ahora es una patética lucha identitaria [partidista], con la cual se defienden las presuntas purezas, jugándose a tachar de fascista todo aquello que no se ajuste a la ortodoxia u ose pensar críticamente. La izquierda, exactamente igual que la derecha, hoy no puede ser la solución; porque son el problema. Hacen falta nuevas síntesis políticas, nuevas visiones, una nueva filosofía política que reponga de nuevo -centrales- a Marx y Gramsci en el nuevo contexto.  

- Desde luego, también en Italia se percibe cuánto las izquierdas no se ocupan de otra cosa que no sean los ‘derechos civiles’, que es como ellas exclusivamente denominan a caprichos consumistas de clases pudientes, tal cual vientres de alquiler. Para las izquierdas, hablar hoy de lucha de clases (con los "derechos sociales", luchar contra la UE o el atlantismo, un Estado soberano democrático y marxismo) es equivalente al 'ser fascista' (¡!). 

- Creo que hoy, en Europa, la primera lucha que hay que emprender es contra la UE, que representa ‘restauración’ capitalista desde 1989: hoy en día, luchar contra el capitalismo y la clase dominante significa luchar frente a esta 'Unión Europea', batirse por una recuperación plena de la soberanía nacional como base para re-democratizar el espacio nacional y favorecer redistribución keynesiana, reivindicar autonomía nacional frente a la globalización de los vértices; o sea, defender al mundo del trabajo y de las clases medias. 
                                    (Entrevista con Víctor Lenore, 15 de junio del año 2021)
 

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Fusaro: ‘El nuevo orden erótico’, encíclica profana contra los amos de este mundo


"Con cierta frase del Manifiesto Comunista -«sólo la burguesía tiene una familia»- Marx y Engels denuncian hoy a los críticos furibundos del “amor romántico” y “familia tradicional” (...) abanderados en cruzada contra la institución familiar. Quizá leyeron mal a Marx y no supieron interpretar la sorna enfática, o son más papistas que el Papa. Quizá es que, aunque se llenan bocas de la palabra “privilegio”, no hayan caído en cuenta del privilegio que disponer de una familia es; que sólo la burguesía, o su 'Gauche Divine', puede formar un proyecto [...] del bien escaso. 

Esta semana aterrizó en Madrid el joven filósofo italiano Diego Fusaro (a presentar su último libro, 'El nuevo orden erótico. Elogio del amor y de la familia' publicado en español por 'El Viejo Topo', en la Sala los altos del Pavón: el Gallinero en Teatro Pavón). El Turinés causó muchísimo revuelo cuando en 2019 osó sugerir que la izquierda 'mainstream' anda persiguiendo el fantasma del fascismo en lugar de oponerse a la apisonadora del mercado global, en una entrevista que le granjeó grandes enemistades. No contento con ello, Fusaro concedió una segunda entrevista en la que habla de una «traición de las izquierdas» a la clase trabajadora por 'convertirse a guardianes arco iris del gran capital'. Por supuesto, desde aquel momento Fusaro en España se convirtió no ya una figura incómoda, controvertida y polémica, sino en un proscrito "para-fascista". 

Un par de años después vuelve a levantar ampollas. Esta vez se atreve con uno de los temas tabú de la izquierda posmoderna: la familia. De hecho, recuerdo (...) Marx, en su texto más conocido y panfletario se lamentaba: «¡Abolición de la familia! Al hablar de tales intenciones satánicas comunistas, hasta los más radicales gritan escandalizados (…) Sólo la burguesía tiene una familia, en el pleno sentido de la palabra (…) Esos tópicos burgueses de la familia y la educación, de la intimidad de las relaciones entre padres e hijos, son tanto más grotescos y descarados cuanto más la gran industria va desgarrando los lazos familiares de los proletarios y convirtiendo a los hijos en simples mercancías y meros instrumentos de trabajo». 

Y es que esta verdad incómoda a ojos de cualquiera podría resultar tendenciosa si G. K. Chesterton —una de las mentes más preclaras del conservadurismo— no sostuviera exactamente lo mismo en una extraña complicidad trans-ideológica: «Lo que ha roto familias, animando al divorcio y despreciando cada vez más abiertamente las viejas virtudes domésticas, es la época y el poder del capitalismo (…) No el bolchevique [dice], sino que son el jefe, el publicista y el vendedor los que -cual una estampida de bárbaros- han derribado y pisoteado a tan antigua figura romana». También Simone Weil, ya en 1935, hablaba del nihilismo intrínseco a la aceleración capitalista incompatible con la vida familiar: «La vida familiar, en fin, no es sino ansiedad desde el momento en que la sociedad se ha cerrado para los jóvenes. La generación, cuya vida es únicamente espera febril del futuro, vegeta, en todo el mundo; con la conciencia de no tener ningún futuro, de que no hay lugar para ella en nuestro universo. Por lo demás, aunque tal mal sea más agudo para los jóvenes, hoy es común a toda la humanidad. Vivimos una época privada de futuro. Ya no es, la espera de lo que vendrá, esperanza; sino angustia». 

Porque algo tan elemental como afirmar que la institución familiar es por su naturaleza precapitalista, antieconómica (y, por tanto, antiutilitarista) —es decir, que entre sus miembros no operan mecanismos para obtención de beneficios ni frío cálculo, sino la gratuidad y el amor— ¡es hoy en día motivo de escándalo! La razón instrumental se resquebraja por completo cuando observamos relaciones de madre con hijo, marido y mujer, o admiración del hijo por padres, etc. Lo que, a luces de todos, unas décadas atrás se presentaba como autoevidente, ha empujado a Diego Fusaro a dedicarle algo más de 400 páginas. A saber, que la defensa de la familia es una de las pocas herramientas que nos quedan contra la estampida de bárbaros globalista

'El nuevo orden erótico. Elogio del amor y de la familia' (2023) es un libro en la estela de la obra pasoliniana. Un recorrido por historia de la filosofía que rescata clásicos y los pone a dialogar elocuentemente con el idealismo alemán (Kant, Fichte, Hegel o un cierto Marx) así como la Escuela de Frankfurt (especialmente interesante dicha última conexión al hacer eco de autores como Eric Fromm, Max Horkheimer y Herbert Marcuse). Más aristotélico que hobbesiano en lo político, pero más platónico que aristotélico en lo eróticoFusaro despliega en esta obra erudición con precisión (y, por qué no decirlo, también un estilo redundante o reiterativo). 

La tesis central del italiano es que, tras la caída en 1989 del Muro de Berlín, el capitalismo se absolutizó, aniquilando a su rival directo. Esto devino en una mutación interna del modo de producción capitalista para el cual la estabilidad fordista era ya innecesaria, siendo sustituida por la flexibilidad e incertidumbre absolutas del capitalismo tardío. Este «turbo-capitalismo» (pos-burgués y pos-proletario) sería una superación tanto de moral burguesa como solidaridad obrera, depurando uno a uno todo elemento de su estabilidad. Sin 'alteridad', este modelo económico, político y sociocultural supuso —en su opinión— auténtica «mutación antropológica». Y es que, como advierte Daniel Bell en su obra 'Economía del deseo' (2012): «el capitalismo no es simplemente un orden económico, sino también una disciplina del deseo». Quien sigue empeñado en creer al capitalismo mero sistema económico y no un sistema de valores en sí mismo va dando palos como ciego.

Es precisamente tamaña dimensión libidinal del capitalismo en la que conviene detenerse. El amor y lo erótico se han convertido en una mercancía más, disponible a la sociedad del consumo desaforado. Por ello, Fusaro se propuso «estudiar el nuevo orden amoroso, explorando y sondeando el eclipse del amor en el marco del capitalismo de género globalizado». 

Por bromear un poco, en ocasiones el libro adquiere el tono, pero también la profundidad luminosa, de una encíclica profana; que nos advierte de los peligros del trocar el amor donativo (agapé) gratuito y eterno por un falso amor hedonista, mezquino, efímero e hipernarcisista. En opinión de Fusaro: «La gendercracia tiene por objetivo crear un nuevo modelo humano 'unisex', infinitamente manipulable, porque carece de una identidad diferente (…) Un capitalismo absoluto y flexible disuelve todo perfil antropológico del ser humano, fundado por la dualidad entre varones o hembras en el campo sexual (…) impone la figura del individuo 'unisex', consumidor amorfo y pos-identitario». Creo humildemente que ahí está la gran aportación del italiano. Constatar que, paradójicamente en la era de reivindicación identitaria, yace una falta de identidad absoluta; o cómo ese proceso de indiferenciación nos precariza y liquida. Se volatilizan los lazos comunitarios familiares, nacionales, culturales si no encuentran la raíz de lo que somos. Porque, para que un Eros (como experiencia veritativa universal) actúe, la concreción de las personas amadas es indispensable. 

Poco sospechoso de ser un reaccionario, sostenía Lacan: «el amor, siempre, lo es por un nombre propio». Jean-Fçois. Lyotard en la obra 'El post-modernismo (explicado a los niños)' era, por su parte (1986), diáfano: «ya sea como inmigrante o de niño, uno entra en una cultura por medio del aprenderse nombres propios (…) Los nombres no se aprenden solos, más bien localizados en pequeñas historias». Fíjense cómo el francés emplea verbo «localizar». Así es, los nombres propios sólo pueden estar localizados (en alguna cultura, patria o familia, y no el vacío absoluto). En la era del desorden erótico e identitario, la gran carencia es aquella identidad que antaño nos conferían esos locus (lugares localizados). 

La globalización capitalista ha hecho saltar esto por los aires al deslocalizar, virtualizando y homogeneizando nuestra identidad. Como sostiene Fusaro: «la locución ‘te amo’ no podría explicarse, ya que rehúye toda posible definición (…) y representa el carácter resistente a toda homologación propio de la experiencia veritativa del amor (…) El capitalismo global se plantea como ideología de lo mismo y, en consecuencia, para nivelación homologadora de seres bajo el signo de la forma mercancía: no conoce nombres propios». Por ende, una defensa de la familia pasa por re-conocer nuestros nombres propios localizados en alguna civilización, cultura o patria y familia concretas. Pasa por plantarle caras a los amos del mundo, diciendo: esto es mi nombre, y me lo regalaron mis padres."

(Yesurún Moreno, en 'La Gaceta de la Iberosfera', 17 de enero del 2023)   


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Este filósofo italiano se ha convertido en una de las voces más heterodoxas del pensamiento europeo conjugando ideas marxistas con valores de la derecha radical. "Si Dios o patria y familia son conceptos fascistas, ¿entonces Platón era 'fascista'....?", razona...
   

                                    (Entrevista con Irene Hdez. el 12 de octubre del año 2022)

  

«¿Cuánto falta para la cima? ¡Tú, sube, y no lo pienses más!».

Diego Fusaro (Turín, 1983) utiliza en sus e-mails esa cita de Nietzsche para despedirse. Unas palabras que, real mente, podrían resumirnos a la perfección sus propias trayectorias intelectuales e ideológicas...