jueves, 30 de septiembre de 2010

Más -y mejores- Presupuestos aquí Posibles, ya

.

Los datos más críticos que últimamente vienen acosando cualquier "sostenibilidad" pretendida para el "Estado del bienestar" -aun precario- en este Reino de España traen causas contables por Déficits públicos.

Según las reiteradas alertas coincidentes tanto desde nuestros Gobiernos como entre sus -tan, en realidad, leales- 'opositores...', los Presupuestos generales no cuadran; o sea, el Erario gasta más de lo ingresado por su Fisco. Y a la hora de arreglar tales desfases las consecuencias deducibles, lógicamente solo pueden ser 'bajar Gastos e incrementar Ingresos’, disminuyendo así algunas cargas financieras del enorme Saldo (Deudor) acumulado que lastrándonos está ya tantas expectativas comunitarias en crédito, solvencia económica o seguridad social.

Pero hasta hoy la sola opción elegida -por quienes monopolizan todo el poderío fáctico, sobre cualesquier arcas colectivas- ha venido consistiendo en “reducir Gasto Público...”, casi exclusivamente; para lo que ni siquiera se dudó ante medidas impopulares del 'ahorro': rebajar salarios, abaratar despido laboral, recortar derechos adquiridos y pensiones de jubilación, más ayudas (o prestaciones educativas, farmacéutico-sanitarias, etc.) esenciales, así como eliminar el único subsidio antes disfrutable con un carácter universal incondicionado... como los ‘cheques-bebé’ fueron.

Sin embargo alguna otra posible alternativa –del “Ingresarse más, también...”- apenas ha sido aplicada, excepto al subir IVA sobre los consumos o derogando las ‘devoluciones del IRPF hasta 400 euros...' anteriores. Y no sólo prácticamente nada se usó dicha vía, para mejorar, sino que incluso a lo contrario es hacia donde seguimos hoy avanzando empujados por el sempiterno coro único de supuestos expertos infalibles:
.
-el Impuesto de Patrimonios (que sólo pagaron una ínfima minoría entre todos los contribuyentes, más ricos, estando vigente sin interrupción alguna desde hace más del cuarto de siglo, tras instaurarlo UCD...) ha sido derogado el año 2008 cuando comenzaba la Crisis actual y dentro de un paquete de rebajas fiscales que incluía también esos antedichos '400 euros' para los que ahora, en cambio, ya sí se rectificó.
.
.
Además, lo peor de todo es cómo acá hoy se hacen tales barbaridades antisociales sin que ningún debate real -o presupuestario, mínimo, similar al que cuando menos disfrutan los países de nuestro entorno- haya; ni siquiera en campañas electorales: más allá de consignas previsibles y topicazo publicitario para 'chocolates del loro' (expelidos por nota propagandística desde gabinetes de 'prensa' del partidismo enredoso, que cual papagayos clonan luego las acríticas cadenas de 'media', dichos con 'gratuidad' o no...), difícil tiene la ciudadanía llegar a conocer las cantidades contantes y sonantes de unos Presupuestos Generales cuyas cifras absolutas quedarán ahogadas entre alharaca descerebrada del porcentaje disparatado sin sentidos a troche y moche.
.
Acaba de formularlo explícitamente nuestro presidente del Gobierno: aquí, ante las elecciones, lo -único- deseado es el "debate identitario"... ¡Y, claro, con tales mimbres de división o/y particularismos exacerbados no es raro cómo termina subiendo para las mayorías "El precio de los Presupuestos..." entre bambalinas negociados en beneficio inconfesable de unos pocos! " Al fin y al cabo, sabido es que (según el mariscal Bismarck repetía) "las leyes, como las salchichas, dejarían de inspirar tanto más respeto cuanto mejor se supiera con qué modos han sido hechas"...
.
El problema básico, siempre rehuido entre tanta emborronada seudopolémica circunstancial, se resumirá -como lo hace hasta el expresidente del Parlamento europeo Josep Borrell en 'Sistema'- mentando 'La desigualdad, causa última de la Crisis': si de una parte a la Mayoría trabajadora o pensionista y consumidora hay que 'apretarnos el cinto', ¿POR QUÉ... las Mayores fortunas, que además tienen el poder para dar o quitarle -a dicha población mayoritaria- esos [des]empleos con que obtienen -ellas...- los beneficios empresariales, deberían en cambio 'salir ganando más' al tiempo? Aunque, por desgracia, esta historia se repite siempre.
.
Hay temas tabú, que vulneran la más elemental lógica, sólo espetados recurrentemente desde marginalidad cómodamente ninguneada por cuantos tienen cualquier acceso a 'las voces de sus amos' (publicables, tertulianas u opinadas) y otros nichos fidelizados que -'para salir en la foto'- cuentan. O sea, por ejemplo, "Reino de España: ¿Parlamentarios con sus Pagas igual que las de más, en la Unión Europea, pero mientras tanto nuestro Salario Mínimo sólo una Mitad...!"
.
Y ni siquiera resultan ciertas todas esas coartadas, tan irrebatibles aparentemente, de las Crisis presentes. Con anterioridad, hace ahora cuatro años, algo igual fue ya denunciado desde otra -primera- legislatura de Rguez. Zapatero: "Presupuestos= Fomentan más... Desigualdad (Impuesto de Sociedades para PyMEs baja doble pero, en el IRPF, ningún ahorrro fiscal a Rentas más pobres)"...
.
- El montante total con que, aseguran, podrían ser disminuidos -por tamaño destrozo (comunitario), evidente- los Gastos del Presupuesto se ha calculado entre 15.000 y 10.000 millones anuales.
.
- Empero no hay duda de que PODREMOS aliviar el Déficit Público -alternativamente y SIN RECORTES TAN ANTISOCIALES- redoblando los Ingresos del Presupuesto por otros 16.000 millones, más.
.
Bastaría para ello sostener el Impuesto de Sociedades en iguales condiciones que las mantenidas por tanto Felipe González al fin de su mandato como aun el propio ZP a inicios del suyo (pese haberse perdido ya otras, todavía superiores, mantenidas antes por Aznar), o sea, con un tipo medio real efectivo -tras desgravaciones especiales- del 20% sobre los beneficios obtenidos por cada compañía, en vez de seguir presupuestando estas últimas rebajas hasta la mitad, o sólo 10%, para tributación en el conjunto de rentas empresariales (¡y entre tanto las del trabajo moviéndose continúan entre sus tipos, progresivos, del 24% al 43% ó 45%!)...
.
Si no se hace, será sólo que -contra todas esas proclamas del 'Social... talante'- falta la voluntad política decisoria.
.
¡Mas que no nos vengan con la bromita esa de 'las deslocalizaciones' como amenaza, pues (aparte de que la 'exención de impuestos' es también otra 'salida del capital' lesiva para el Tesoro Público), nadie se puede creer que la inmensa mayoría de los establecimientos compitiendo en las aceras de nuestras calles para que les dejemos cada día dineros de nuestra subsistencia vayan a decidir de pronto saltar a ningún (otro) 'paraiso fiscal' (mejor y) fuera de nuestras fronteras!
.
- Por último, según reiterados cálculos difundidos por los Inspectores en Administraciones Estatales de las Agencias Tributarias, ¡podremos también contar con otros 45.000 millones € adicionales al año tan pronto se tomen las medidas precisas para REBAJAR nuestra -hoy excesiva- tolerancia frente al FRAUDE FISCAL hasta los mismos niveles medios relativos actualmente ya logrados entre todo el resto de la UE...!
.

lunes, 27 de septiembre de 2010

¿Huelga'tongo' y Mínimos pactados ahora solo? ¡tras Decretazo[jun]:Ley 37/10, del PNV-PSOE: NO asI...Ugt/CC.OO-ZP, ni CEOE-PP, tan poco!

.

Ya decíamos tres días atrás aquí mismo algo sobre cómo llegamos a esta cita de la HG del 29-S:

“…el verano vimos qué bien sirvió para colarnos un Decretazo de hace 4 meses convalidado luego, incluso, por la Ley 37/2010 definitivamente -a estas harturas ya- sancionada sin huelga ninguna en contra...

Pero en este otoño, cuando se andan levantando falsos testimonios de combativa 'defensa' contra todo eso que ya nos ha sobrepasado... y asoman tamaño señuelo de pellizquitos fiscales (¡retomando, sólo, parte de lo que con Aznar &Rato aun era vigente...!) para los pocos despistados o alzheimerianos contribuyentes que todavía sigan declarando -sin ninguna ingeniería tributaria- cientos de miles de euros por el IRPF [más otras propuestas de Tasa Tobin, pero sólo para el "0.7% al Tercer Mundo, antes Domund", peloteable 'ad calendas graecas' indefinidamente...], da miedo l@ que se nos viene ahora encima.

Sobre todo en cuanto a demoler unas jubilaciones con las que cada día más iluso seríanos el querer continuar pensando que vamos a poder ni aun austeramente siquiera descansar (¡véanse los EEUU...!) como hasta no hace nada todavía, pese a todo, imaginábamos…”

Anteayer, sólo una jornada después, el diario 'Público' -aun siempre, pro gubernamental mente, zapaterísimo...- tituló a plena portada =
.
“Retoques fiscales para 2011: el Gobierno pide calderilla de las rentas más altas

Y hoy mismo José María Ridao -en paginas del 'Pais’, no menos felipista...- desde otra óptica progresista, e inequívoca de izquierdas, disecciona lo que se califica como a continuación sigue:

Huelga de caballeros… la huelga general más extraña que se ha convocado en España durante el periodo democrático. Extraña, en primer lugar, porque los sindicatos –dando implícitamente esta REFORMA LABORAL como irreversible, que llevó al anunciar su convocatoria con meses de adelanto…- no desean un éxito de tal magnitud que deje al Gobierno contra las cuerdas. Pero extraña, además, porque el Gobierno teme un fracaso que cause un daño irreversible a los sindicatos… Porque, a fin de cuentas, ni uno se ha comportado como el garante de los derechos de los trabajadores que proclamaba ser, ni los otros habrán actuado como sus más resueltos representantes… ante lo que muchos ciudadanos golpeados por la crisis podrían considerar como un simple juego de salón realizado a su costa… una ratonera en la que si la huelga triunfa, malo, pero malo también si fracasa…

Es por eso por lo que los Servicios Mínimos de común acuerdo se han establecido... Este derroche de ‘fair play’… no podrá impedir… un vago regusto de impotencia ante la crisis… Aunque no lo pretendieran los convocantes, la huelga general ha terminado por someterse a esta lógica y se ha convertido en una cita más de este calendario sin objeto. Nadie espera los resultados que corresponderían a una huelga, sino los que se puedan producir en el duelo inmóvil entre Gobierno y oposición: a efectos de los derechos de los trabajadores... nada es previsible que pase por haberlo hecho.”

Nada tampoco nuevo es, por otra parte; recordamos un correo leído 100 días atrás, ante la otra precedente Huelga General (para el Funcionariado) convocada el 8 de junio pasado, sólo dos días antes de fastos conmemorativos por el siglo transcurrido desde cuando Pablo Iglesias llevó a las Cortes otro PSOE:
.
"Hará ya sus cuatro décadas que participo según puedo en huelgas, saltos o manifas autorizadas por los derechos que, siempre, deberemos nosotros pelearnos... Y en su día, 35 años atrás, llegué hasta ser un alojado forzoso dentro de Carabanchel por tales ocupaciones...

Hace casi un cuarto de siglo que me sumé a la
HG del 14-D, contra primer Decretazo antisocial de Felipe cuando había por lo menos aun sindicalistas con vergüenzas como aquel Nicolás Redondo que dimitió entonces de diputado a Cortes por list@s del PSOE, según atestigua esa fecha con baja que se refleja en mis certificados de historia laboral...

Hace dos cuatrienios todavía fui a la Manifestación contra un -siguiente- Decretazo de Aznar, que luego se lograba desactivar prácticamente, aunque hubiera de hacerlo ya tapándome las narices por el
oportunismo de tantísimo tartufo como se puso ante nuestras marchas (por ese motivo y contra la Guerra... de Irak) aquella legislatura mas luego ya nada quiere saber de lo actual, por ejemplo todavía en Afganistán...

Ahora me resultaría insoportable seguirles sus corrientes a esos verdaderos cánceres del transfuguismo cebado por uno u otro Gobierno y Patronales que detentan prebendas de liberaos por supuestos Interlocutores -únicos- para Díalogo Social trucado con que nos torean hacia un desmontaje incluso de lo dejado por el PP en sus políticas fiscal, laboral y de prestaciones...

Por ello, y porque acaso no sepa nunca quedarme pasivo sin más, hoy he decidido hacer
Huelga mas de hambre... contra ese Gobierno y esas fuerzas políticas o sindicales que -con unos sofismas u otros- apoyan toda su política en favor de los que más tienen contra la inmensa Mayoría; un ayuno, al menos, puede que no me venga mal para desintoxicar algo del Medio ambiente viciado tan asfixiante como éste donde todo pásanos..."
.
Quienes nos tomaremos muy en serio siempre las Huelgas no podríamos comulgar con esas hostias por quienes propinan sus ChikilicUGTres convocatorias y lo defienden como una cosita del humor, chistosilla o de risa
.
Y es que -como bien dice Serrat- "...nunca es triste la verdad; ¡lo que no tiene es remedio!". O como bien sabemos, y no deberíamos olvidar para estos casos, desde hace mucho: Ni en dioses, o en reyes, ni en tribunos –tampoco del 'Diálogo Social'…- estará ningún supremo redentor; nosotros mismos realicemos el esfuerzo salvador…
.
Así que, de nuevo y sin tanto despiste, la lección es también todavía clara: "Agrupémonos Todos…" mas por reivindicación contra tanto tocomochar (del confesado 'paripé'...) de los tartufos, ¡pues -aquí ahora, mientras jugamos a esas izquierdas y derechas, coincidentes en su 'programa único' ante la Crisis...- están birlándonos Bolsas a las que teníamos derechos y, además, nuestro [aun mínimo] Derecho también!
.
Postdata (en la noche del día 29) =
.
Pues que, como tan bien acaba de resumirlo Antonio García B..., YA PASÓ TÓ: ¡CASI MANIS, CASI HUELGA Y... -EN GENERAL- CASI NÁ...!
.
La fantasmagórica contundencia desbordada por tal 'Demostración' se retrata con que pudimos llegar sin problema en tren de Cercanías hasta, y salir en, la misma Puerta del Sol capitalina media hora después de comenzar una Manifestación allí convocada por medio de las octavillas que desde antes destacaban titulares con sus autocumplidas profecías del "Rotundo éxito en la Huelga General y las Manifestaciones de Centrales Sindicales"...
.
Luego cuando aun quedaban por llegar manifestantes al final pero ya comenzaron a perorar unos mandamases (¡Tochos y Mendaces!), dando "Vivas a CCOO y UGT" por su "histórica victoria del 29-S para pedirle [¿por favor?] al Gobierno una rectificación...", también pudimos bajar tranquilamente por la boca del Metro en la misma plaza y salir de allá sin más demora ni aprietos...
.

sábado, 25 de septiembre de 2010

"Un hombre con 30 años pide la palabra" ... (Labordeta, Miguel, desde hace medio siglo)

Andalán, 23 abril 1983: presenta Obra Completa de Miguel Labordeta

.

Leímos tan bien entrevista que hicieron a nuestro J. A. Labordeta siempre recordado aquí -¡gracias a ti, por pasárnosla!- y quedamos colgados con este breve fragmento, en donde se condensaría todo lo mejor del (insobornable y artística mente) 'Machistre', como libre pensador:

"R. Estoy escribiendo un libro que se llamará -si lo hago, ya que soy muy vago- 'Memorias de un beduino', porque mi abuela era de una de las zonas más duras de Los Monegros, donde hoy se puede pasear a camello.


-P. Hablando de Los Monegros. ¿Hacer allí Las Vegas no es un sin Dios?


-R. Es un sin Dios, pero yo no juzgo. Con el sociólogo Mario Gaviria estuve durante dos años enfrentándome a la General Motors en Zaragoza. Y Zaragoza ha sobrevivido gracias a la General Motors. Ahora me callo."


Chapó, querido maestro, seguimos contigo. Y como el mejor homenaje, algo va ya, de tu hermano:

.
Un hombre de treinta años pide la palabra

Ante la Asamblea de los hombres ilustres
bajo el sol de este otoño dorado
con paso quedo y en mis ojos de tigre la justicia
sencillamente sin alharacas con lumbre apasionada
presento mi denuncia.

Vengo a hablar en nombre de los que tienen treinta años
de los que desde la cumbre de su juventud perdida
contemplan los restos del humano naufragio y el desorden del mundo
y en nombre de sus traiciones muertas yo os acuso, oídlo bien, a todos.

A vosotros: Ancianos que os dormisteis en el vals indefinido del idiota progreso
con un tufo burgués adocenado y falso y comíais chuletas bien sabrosas
mientras bajo vuestros galanteos tontos aullaba ya la boa viscosa
de la lucha terrible y el hambre por las calles en llamas:
en nombre de mi generación yo os acuso.

A vosotros: hombres de la entreguerra
que pisoteasteis impotentes la sonrisa de un niño
que quería nacer de tanta ruina ya
que olvidasteis demasiado pronto el llanto de los soldados
que bailasteis demasiado bajo las farolas borrachas de las huelgas
el charlestón y el sintrabajo
y que os regocijaba hasta el espasmo híbrido
la velocidad la prostitución la gran juerga social o totalitaria o aun parlamentaria democracia
y qué sé yo cuántas cosas más en la media cabeza del fiero agente de negocios
sin adivinar que las ciudades ofrecerían blancos tan hermosos
tan concretos para que un obús perfecto de la supertécnica
aplastara aquellas ilusas panaceas
en un charco de sangre donde iban a flotar pisoteadas
vuestras violadas vírgenes entre billetes inútiles de Banco
y que en el reloj del escaso hombre
ya no quedaba sino una media hora de vida suficiente
para fumarse un cigarrillo y yacer bayoneteado
por las inmensas llanuras entre escombros de tanques:
en nombre de mi generación yo os acuso.

A vosotros: los poderosos energúmenos los grandes señores de la culpa
los que con vuestra codicia más enorme aunque el cielo de tal hipocresía
arramblasteis con la mejor rapiña en el río revuelto
y que no fuisteis para vuestros hermanos
sino hoscos verdugos con sonrisa de lobo
y una estela de odios encendidos dejasteis
para mil años que vinieran y más:
en nombre de mi generación yo os acuso.

A vosotros: los universitarios sabios de la Luna los artistas leprosos
que fuisteis presa
por cobardes nefastos insípidos
por permitir que el espíritu fuera apresado como una zorra vil
en la trampa de los grandes capitanes de papel:
en nombre de mi generación yo os acuso.

A vosotros: los violentos los idealistas de la muerte
los que sumisteis al mundo en un fragor de horrores
creyendo crear un nuevo sol con vuestra pobre bola de sebo:
en nombre de mi generación yo os acuso.

A vosotros: los anónimos peones del salario misérrimo
que os abandonasteis en el sopor brutal
del vinazo y la patata cocida
a los que os entregasteis al fútbol y a los semanarios de crímenes
para no pensar
a los estudiantes irresponsables que gritaban heridos sin saber por qué
a los pacifistas enclenques que cerraban sus anos ante la tomadura de pelo
a los espirituales estómagos que nos hablaron tanto del infierno
a los profetas de grandes paraísos de chatarra
a las mujeres sin vergüenza que no querían parir hombres
a los indiferentes que tan sólo soñaron con sus bolsillos miserables
a los que con la flor en el ojal jugaron al ensayo
a los complejos sexuales a los pederastía
a la morfinomanía a la aventura política de porrazos y tente-tieso
perdidos putrefactos podridos de civilización de asco y de cine barato
estuvisteis malditos estaréis corrompidos por los siglos de los siglos
fuisteis rebaño propicio
cuando llegó la gran merienda de los ultimatums
lo mismo que lo seríais si tal momento llegara de nuevo
como parece ser así:
en nombre de mi generación yo os acuso.

Pero fuimos aprendiendo vuestra lección paso a paso:
cuando teníamos quince años cuajó en noches de terror y de asombro inaudito
entendiendo que ser hombre era estar dispuesto a sacar de la cama a su hermano
y asesinarlo cobardemente al borde de un camino
cuando teníamos veinte años supimos que era lícito todo
hasta destruir millones de inocentes por el hambre y el fuego
cuando teníamos veinticinco años conocimos también
que el perdón es inútil y los sueños más nobles
se pierden en el tiempo como un soplo de humo
y ahora con nuestros treinta años hemos comprendido tantas cosas...
tantas cosas que nos duele duramente aquí dentro
y que si tuviéramos que confesarlas moriríamos
de vergüenza y de rabia.

¡Ah! y de nuevo las bombas acechan nuestras pobres carnes maduritas
para sacrificarnos junto a nuestros hermanos más jóvenes
a quienes damos la mano en la tiniebla que golpea las persianas
de los que están de pie con estatura de despiertos.

Por todo yo protesto. Yo os denuncio. Yo os acuso.
Cogeré mi mochila con mi cara de cura
si me dejáis con vida
y huiré a las sagradas colinas junto al mar inmensamente nuevo
a leer a mis poetas chinos preferidos
y que el mundo tiemble por vuestros pecados y se arrase
mañana por la mañana.



(del "Epilírica", 1961)

miércoles, 22 de septiembre de 2010

O "...el Sistema Financiero saltará por los aires, en los próximos días..." advirtió Ben S Bernanke

.
ZP lo dejó muy claro ayer en Wall Street: "el proceso de gasto
público y estímulos fiscales ha terminado" (Efe-22-9-10)


"Y... 'o hacéis algo en los próximos días para remediarlo, o el sistema financiero... saltará por los aires'... Así se expresó Ben S. Bernanke [presidente de la Reserva Federal estadounidense] tras la caída de Lehman Brothers en una reunión a puerta cerrada con los senadores de los que depende la supervisión bancaria norteamericana.
.
Siguió un silencio que se hizo eterno. Sin embargo, en esa reunión se gestó la idea de rescatar a la banca estadounidense a través de inyecciones masivas de capital (700.000 millones de dólares) mediante el programa TARP, de común acuerdo con el Tesoro.

El programa fue pasado a votación en el Congreso 'muchos de los senadores y representantes, en su mayoría republicanos, se enfrentaban a la reeleción en un par de meses, y eran conscientes de que si aprobaban el TARP probablemente no saldrían reelegidos; sin embargo primó el patriotismo, el TARP fue aprobado, el sistema financiero fue rescatado… y la mayoría de congresistas perdieron su escaño'.
.
Así se expresaba en un encuentro en el IE el pasado Sábado 17 el Senador Demócrata Christopher Dodd, Presidente del citado comité de supervisión bancaria del Senado y coautor de la reciente reforma financiera de los EEUU (Dodd-Frank), la más importante desde los años 30. Había solicitado un encuentro sin publicidad, con muy pocos estudiantes y profesores, donde él solo hablaría diez minutos (la mitad en español) y luego pudiera escuchar las opiniones e inquietudes de los demás, en especial de los jóvenes. Con un conocimiento profundo del sistema financiero y acompañado de tres miembros de su gabinete expertos en reforma financiera, la reunión dio mucho de sí.

El Senador fue franco y autocrítico. Entre otras cosas disertó sobre el hecho de que los fondos soberanos manifestaban que EEUU ha sido siempre admirado por su capacidad para hacer dinero y por el buen funcionamiento de su mercado de capitales; por eso ha sido receptor de enormes sumas de ahorro externo debido a la confianza que ha generado su sistema financiero. Hoy en día esta reputación está en juego. También comentó que el crédito, movilizado desde el ahorro, es clave para la prosperidad de una nación, y sin embargo la confianza en la compra de productos financieros había quedado arrasada tras la crisis subprime. El propósito de la legislación era restablecer esta confianza.

Según el Senador, en los años 30 se aprobaron tres reformas clave para la prosperidad de los EEUU y su sistema financiero:

- - i) el aseguramiento de depósitos bancarios (FDIC),
.
- - ii) la supervisión del mercado de valores (SEC),
.
- y iii) la separación entre banca comercial y banca de inversión (Glass-Steagall); ésta última fue repelida a finales de los 90 por amplia mayoría, incluyendo el propio voto del Senador Dodd; hoy en día hay argumentos que apuntan a que esta decisión fue un error; no se pueden poner en juego (prop trading) los depósitos de los ciudadanos asegurados implícitamente por el gobierno; la tecnología ha cambiado, pero la naturaleza humana no, de ahí la necesidad de reescribir las reglas de juego.

Los objetivos que se planteó con la reforma financiera eran sencillos:

a) acabar con las situaciones de entes financieros “demasiado grandes para quebrar, a través de la presunción de que estas entidades “están quebradas” y por tanto tendrán que ser reguladas como tal, limitando el riesgo para el contribuyente,

b) mejorar las protecciones al consumidor de productos financieros, igual que está desarrollada la protección del consumidor para el resto de los productos (“un comprador de una hipoteca está más desprotegido hoy en día que el comprador de una lavadora”),

c) generar transparencia en los instrumentos financieros,

d) desarrollar mecanismos de alerta tempranos que permitan identificar riesgos sistémicos,

e) arrojar luz sobre costes ocultos en los productos financieros, otorgando a la SEC más poderes.

Como críticas, la reforma no ha abarcado a las agencias hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae, mucho más sistémicas que varios de los bancos que se intenta regular en la ley.

Por otro lado no se aprobó la reforma 'Volcker' que prohibía tajantemente la inversión de bancos en productos de elevado riesgo, limitándose esta inversión a un 3% del capital del banco. En palabras del Senador '¿Por qué 3%? Porque era la única forma de conseguir los 60 votos necesarios para aprobar la ley en el Senado'.

Resumiendo, un legislador demócrata a punto de jubilarse con un profundo conocimiento de lo que habla. Viene a España y pide una reunión sin publicidad, con el interés de escuchar a los demás. Es autocrítico con su pasado, y alaba a la oposición por votar por el bien de la nación a sabiendas de sacrificar sus escaños.

¿Se imaginan un caso así entre la clase política española?"

( Ignacio de la Torre, en 'El Observatorio del IE' -22/09/2010 )

.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Las empresas apenas pagan Impuestos, por sus beneficios, en España ya: hoy menos que nunca

.
¿Y cómo no íbamos a tener así las cuentas de Gasto público por nuestro Erario en tan quebradiza Crisis, luego de dilapidar tal generosidad presupuestaria con quien aquí más ingresa? ¡Lo peor no vienen siendo 'reducciones del Excedente societario'... sino esa dimisión gubernamental a la hora de seguir gravando sin tolerancia cómplice ante quien se inhibe a la hora de su 'paso imprescindible por taquillas colectivas para declarar -y pagar- Beneficio' que hoy aun, privado, tiene!

Según datos oficiales publicados desde AEAT (Administración Estatal para Agencia Tributaria del Ministerio de Hacienda) la tributación fiscal efectiva sólo es 10% de media, un tercio sobre tipo nominal en el Impuesto de Sociedades; y se redujo a la mitad los 3 últimos años. O sea, como bien se puede ver:
.
- Fue 19,5% en 1995, el último año con gobierno ‘socialista’ del Reino de España (por Felipe González y Solbes)…
- Varió de 20,4% a 22,8% entre 1997 y 2003, todos los años mandados por dizque populares (Aznar y Rato)...
- Baja desde 19,6% hasta 10% del 2005 al 2009 con PSOE gobernándonos ("ZP", y Solbes o Salgado), ahora.

[Pero, mientras, un IRPF para la Renta del Trabajo subió su tipo menor de 15% a 24%... y el más alto lo dejó no inferior al 43%]
.
Nos lo contaba desde 'Público' Amparo Estrada, muy oportuna mente = "El tipo nominal del Impuesto sobre Sociedades es el 30% (25% para las PYME), pero las exenciones y deducciones de que gozan las empresas hacen que su tipo efectivo (lo que realmente pagan sobre beneficios) no supere un 10%, de media, según análisis interno de la Agencia Tributaria. Esto quiere decir que, con un resultado contable positivo de 163.678 millones de euros por el ejercicio 2009, la base imponible se reduce hasta 90.900 millones y la cuota a pagar por Impuestos de Sociedades para esas empresas se sitúa en poco más de 16.000 millones.
.
Y todo, o casi todo, dentro de lo que permite la normativa fiscal española, que lleva a que las empresas pagan una tercera parte de lo que indica el tipo del impuesto en teoría... Mientras había bonanza económica no preocupaba, pero la crisis y la falta de recursos públicos ha hecho que cada vez se levanten más voces críticas con el diseño del tributo.

Normalmente, el tipo efectivo que se utiliza públicamente es el calculado sobre la base imponible. Si se hace así, aparentemente aun resulta otro 18% y no el 10% real, pero para saber de verdad cuánto se paga por los beneficios obtenidos es más correcto calcular solo ese tipo efectivo sobre los resultados contables positivos. Si fuera sobre la base imponible, se impediría conocer todo el efecto de la 'Rebaja fiscal' que producen las exenciones y compensaciones previas a cuantificar dicha base imponible.

La recaudación de Sociedades ha caído a menos de la mitad entre 2007 y 2009. A una rebaja del tipo nominal del impuesto (del 35% al 30% como tipo general y al 25% para PYMES) se sumó la crisis económica y su consiguiente disminución de los beneficios empresariales, pero esa tan inédita pérdida de recaudación es más aguda que la propia caída del beneficio: en 2008 se declaraba el ejercicio 2007... y, cuando aun se registraron beneficios récord, la recaudación por Sociedades cayó un 39%; el 2009 se sumó más descenso (de 26,1%) y durante lo que va de 2010 sufrimos otra reducción del 18,2%.

Es 'inexplicable una caída de más del 60% para recaudación en Sociedades, demasiados beneficios fiscales hay...', como señala el portavoz y secretario general de la Organización Profesional de Inspectores de Hacienda Francisco de la Torre. Son 'exenciones' y 'deducciones', de las que se benefician principalmente grandes Empresas, lo que provocan esa baja imposición real; aunque no hay que descartar otros factores. 'El de Sociedades está muy poco controlado y no se inspecciona, sobre todo a las pequeñas empresas; la mayoría no paga casi nada por ese impuesto. El 70% de la cuota lo aportan entre poco más de 1.500 grandes empresas. Además, permite a empresarios individuales eludir IRPF y cargar gastos personales como si fueran empresariales', afirma Ignacio Zubiri, catedrático de Hacienda de la Universidad del País Vasco.
.
Las empresas españolas han salido masivamente al exterior porque se les ha dado un gran beneficio. Si sale y sufre pérdidas, la empresa se lo deduce; y si obtiene ganancias a través de una filial que tributa allí, trae los dividendos exentos. Por eso, si las empresas del IBEX 'recuperan' beneficios... pero lo logran fundamentalmente por su actividad en el exterior, como ocurre con Banco Santander o Telefónica, no benefician para nada las arcas del Estado. A eso se añade que, si la empresa se endeuda para hacer esa inversión exterior mediante préstamo que solicita su matriz española, los gastos financieros los deduce con la declaración de impuestos en España. De esta manera, se reduce la base imponible aunque batan récord de resultados. Con esta deducción se fomenta más endeudamiento empresarial, porque nadie se plantea utilizar su propio capital. Se trata de un 'apalancamiento' fomentado, fiscalmente, cuando el primer problema de la economía española es su elevada deuda privada."
.
Y lo comentó, señalándonos ya cómo 'Algunos no pagan impuestos', Juan Francisco Martín Seco = "...acerca del caos en el que se ha convertido nuestro sistema fiscal, un informe de la Agencia Tributaria pone muy de manifiesto algo, que todos sospechábamos: que el tipo efectivo en el Impuesto sobre Sociedades es muy inferior (el 10%) al tipo nominal, situado ahora tras diversas rebajas en el 30%. Este dato, además de escandaloso, es bien expresivo de las hipocresías con ciertos discursos formulados principalmente desde el sector empresarial que, basándose exclusivamente en el tipo nominal, afirman que en España el gravamen sobre sociedades es de los más altos de Europa. Lo cual no sólo es falso sino que se convierte en un sarcasmo si atendemos al tipo efectivo, es decir, al porcentaje que realmente pagan las empresas sobre sus beneficios, ya que el cúmulo de deducciones y desgravaciones termina por vaciar de contenido el impuesto.
.
Especial mención merece el tratamiento fiscal dado a las empresas españolas para que hagan de nuevo las américas y obtengan pingües beneficios con el Exterior, a menudo esquilmando a esos países y sin ningún beneficio para la sociedad española. Todo lo contrario, puesto que financian sus aventuras exteriores a cargo del erario público, que les permite desgravar sus intereses. El mencionado reportaje citaba también a otro informe, éste de la Comisión Europea, censurando las reformas fiscales acometidas en España desde 1997 –yo diría que incluso desde antes– y origen en buena medida del elevado déficit que mantenemos en la actualidad.
.
Bien es verdad que es una pena que la Comisión, en lugar de aplaudir, no hubiesen hecho estas advertencias cuando los gobiernos del PP, tras arrasar con sucesivas reformas el sistema fiscal, no se cansaban de vocear esa patochada de que bajando los impuestos se recauda más –por cierto, que lo siguen diciendo–. O cuando el PSOE postmoderno afirmaba aquello de que bajar los impuestos es de izquierdas, al tiempo que continuaba la obra del PP reduciendo los tipos del Impuesto sobre Sociedades, permitiendo que las rentas de capital permaneciesen fuera de la tarifa general del IRPF, propiciando el fraude en las SICAV, disminuyendo el tipo marginal del IRPF o eliminando el Impuesto sobre el Patrimonio. El ministro de Fomento ha declarado que se pagan pocos impuestos en España. No generalicemos: solo son algunos los que no pagan."
.

sábado, 11 de septiembre de 2010

'El idioma imposible' por Francisco Casavella y Raquel Colera, Rodrigo Rodero... en Madrid ya

..

Tras pasar recientemente por los Festivales cinematográficos internacionales de Málaga, Tarragona, Lorca, Masnou, Durrësi (Albania), Varna (Bulgaria) y en vísperas de seguir hasta el de Bogotá (Colombia) tuvo ayer su estreno en Madrid esta Ópera prima para el XIX FCM/PNR que desde Barcelona [2010] le ha producido Raquel Colera -con fotografía de Luis Bellido- al director Rodrigo Rodero, sobre guión por él mismo y Michel Gaztambide tan bien firmado, a partir del texto literario homónimo debido a un muy -temprana mente...- añorado Francisco Casavella; entre sus intérpretes Andrés Gertrudix, Irene Escolar, Helena Miquel, Karra Elejalde, Toni Zenet, Isabel Ampudia, Roger Pera, Natalia Mateo, Juanlu Escudero y Pau Cólera.


Nos había dado el aviso nada menos que nuestro mítico -como pionero avizorador de 'Nuevas Olas' fílmicas, en vanguardia, desde hace medio siglo- Cahiers du Cinema, ya cuando aparecía inicialmente para concursar por la más reciente 'Biznaga' malagueña: "...es 'El idioma imposible', de Rodrigo Rodero, una arriesgada incursión en el universo del escritor Francisco Casavella, filmada con insobornable voluntad estética; pero el palmarés ya tenía cubierta su cuota de riesgo y esta valiente ópera prima se quedó fuera..."


Ahora la impresión personal pudo confirmar estos buenos augurios y añadir nuestra sorpresa con su discreta pero exigente contención, intensamente fiel, al evocarnos tan bien otro verdadero 'paseo por el amor y la muerte...' del celuloide que nos retrotrae hasta tres dećadas atrás, allá donde perdimos algunas de las jóvenes promesas más esperanzadoras con sus talentos de sensibilidad, valores, inteligencia, brillantez e indómita rebeldía pronto malogrados.

.No podríamos menos que coincidir con lo ya tan bien comentado en la primera crítica publicada del 'Filmaffinity' hace unos cinco meses [Película trazada con un gusto musical exquisito: la música es narradora y al mismo tiempo protagonista de una historia que confía en el poder de los sonidos y en la fuerza explicativa de sus canciones [se puede hallar B.S.O. en Internet] para contar lo que acontece más allá de las palabras, de los gestos y las miradas.

El principio de los años ochenta representado con poderosa precisión, embellecido por la hermosa labor de fotografía de Luis Bellido, que sabe captar la poesía caótica y nocturna de los bajos fondos, en constante penumbra. Maravilloso encuentro. La película hace justicia así con la historia de su país, y hace también las paces de algún modo con su cine, o al menos reivindica cómo éste ignoró la situación social del momento. El cine hace las paces con su historia, al conseguir mirarla por fin de frente. Maravilloso descubrimiento Rodrigo Rodero, también.

Más cerca de Philippe Garrel que de ningún otro cineasta, el primer y auténtico heredero en nuestro cine de la tradición francesa de las 'Nouvelle Vague', la madurez formal de su primera película resulta ya impecable, su dominio del tempo cinematográfico, la fuerza expresiva de sus primeros planos, la intensidad dramática de sus momentos de silencio, la valentía de una estructura y una puesta en escena fuera de lo común. La inexperiencia acusa sin embargo en una plúmbea pedantería de los diálogos, en las búsquedas continuas de poesía, profundidad y trascendencia.

No hay nunca ligereza, nunca momento para la espontaneidad ni sutil sonrisa, sólo hay momento para su afectación, drama contenido y purezas únicas en la ingenuidad propia de una ópera prima. Los bajos fondos, la drogadicción, el Barrio Chino barcelonés retratado en un plano geográfico que podría recordar a cualquier otro suburbio universal. Un mundo excelentemente esbozado en unas pocas pinceladas, gestos y frases. La película alcanza su expresión maestra en el plano fijo, de duración interminable, de fogosa intensidad, en que Fernando ve perderse a Elsa entre las frágiles cortinas del otro mundo, del umbral, el paso al universo de la drogadicción y la pérdida total de identidad propia.

Maravilloso reencuentro con la capacidad del cine de sostener el plano tanto como sostener la mirada. Sostener la manera de rodar, soportar la pérdida del ser querido ante nuestros propios ojos, y la eterna búsqueda de ella a través de los demás...] por Sibelius.


Habíamos aprendido en la infancia, con aquellos 'Cantos iberos' de Gabriel Celaya, que ...cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dicen las verdades: las bárbaras, terribles, amorosas crueldades...


O como dijo nuestro -por su reciente 'biopic', tan actual...- Lope de Vega, en definitivo Soneto: Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso. No hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso. Huír el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor suave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que un cielo en un infierno cabe, dar vida y el alma a un desengaño, esto es amor: ¡quién lo probó, lo sabe!

.

lunes, 6 de septiembre de 2010

FiloSofía sobre nuestra tarea. 'Mira por dónde': cigarrables, hoy, gracias a mayores hormigones

["MÁS CONTRAT(AD)OS PERO... -SOLO- POR... MENOS... HORAS Y SUELDO" era simple mas exacto titular por gente del Trabajo mayoritario, currantes, encontrado el último miércoles en uno de esos diarios dizque 'gratuitos' que -como sus "alpistes pa los pollos"...- propagandísticas cadenas para publicidad masiva nos echan a las entradas del Metro cada mañana...]
.
Aunque cualquiera sabe ya lo absurdo -y criminal- del matarse trabajando sin llegar a conseguir sostener una forma de vida digna, la clericalla sobre 'lo políticamente correcto' que monopoliza todos los poderes -tanto empresariales como sindicalistas...- insisten con hiperbizantinísimas polémicas estupefacientes usando sus interminables truculencias mediante "indicadores" coyunturales respecto a las [macro]cifras de Actividades, Ocupaciones, Empleos, Contratación, Paro... cada vez sin embargo más ajenas de la, hoy aquí laboral, [micro]Renta básica precisada en definitiva.

Somos hijos reconocidos de quienes, para que llegásemos con la mejor forma posible hasta este hoy aquí, se nos fueron dejando la piel por animosa entrega de sus mayores energía e ilusiones destiladas [hacia enseñanza del preciso bagage que Miguel Hernández recordó...] en sudores de frente -o por los cuatro costados, aun- siempre forzosos a nuestro real hormiguero contra el otro más deseado y artístico cigarrear.

"... Los que no habéis sudado jamás, los que andáis yertos / en el odio sin brazos y música, ni pasos, / no usaréis la corona de los poros abiertos / o el poder de los toros. / / Viviréis maloliendo, moriréis apagados: / la encendida hermosura reside en los talones / de los cuerpos que mueven sus miembros trabajados / como constelaciones. / / Entregad al trabajo, / compañeros, las frentes: / que el sudor, con su espada de sabrosos cristales, / con sus lentos diluvios, os hará transparentes, / venturosos, iguales."

Por eso tenemos tan claro cuanto -precisa mente...- de sus muy abnegados ejemplos habríamos podido sacar: ¡Vivir, cada cual sea- mejor que posea-... para que podamos así Ganar Más...; y No trabajar demasiado...! La cosa está ya bien clarita, ¿no?

Ahora leemos al respecto Mira por dónde (autobiografía razonada) -del veterano Fernando [Fdez.-]Savater, claro líder de magistrales excelencias entre primeras condiscipuleces pre universitarias:
.
En el comienzo estuvo siempre mi firme propósito de no trabajar. No puedo por menos de frecuentemente reirme cuando admiradores desinformados —valga el pleonasmo— encomian mi capacidad de trabajo y comentan: «¡No sé de dónde sacas tiempo para trabajar tanto!». ¿Cómo aclararles que nunca —bueno, casi nunca, poquísimas veces tristemente inolvidables— he aceptado trabajar y siempre he considerado tal sumisión a la condena de Adán —«amasarás el pan con el sudor de tu frente», menuda guarrada— un indecente fracaso? ¿Cómo precisar que en efecto soy un buen administrador de mi tiempo, concienzudo y nada caprichoso, pero solamente en nombre del difícil arte de evitar el trabajo y no por la pasión de ejercerlo?
.
Como en tantas otras ocasiones, se trata de un malentendido fundamentalmente terminológico, aunque con implicaciones conceptuales y hasta morales. La doctrina vulgar —difundida maliciosamente por los propagandistas de la inevitabilidad del trabajo— establece que cualquier «actividad» productiva es trabajo, sobre todo si por medio de ella se consigue una remuneración y el imprescindible sustento para cubrir las necesidades de la vida. Mi punto de vista (y me atrevo a creer que el de toda persona con auténtica vocación de libertad y escasa afición a la servidumbre, en la traza de aquel espíritu rebelde que le escupió en la cara su '¡non serviam!' al mismísimo Trabajoso Hacedor) consiste en distinguir entre la actividad que «hace cosas» y el desempeño propiamente laboral. La diferencia no estriba en cobrar o no cobrar por lo que se hace, sino en hacer cosas para cobrar y hacer cosas cobrando pero que uno haría también sin remuneración, en ocasiones hasta pagando por el privilegio de llevarlas a cabo. El trabajo es una obligación, hija de la necesidad, mientras que la actividad es el ejercicio alegre del deseo. Desde luego no soy indolente, ni apático... pero tampoco trabajador.
.
El problema fundamental de las personas con tantas ocupaciones y proyectos que no tenemos tiempo para trabajar es cómo ganarnos la vida. Salvo una fabulosa herencia o la lotería (el asalto a bancos y la estafa a viudas son por supuesto trabajos como los demás), el único medio es lograr escenificar el trabajo sin practicarlo de veras, o sea lograr que nos paguen por hacer —como si nos costase gran esfuerzo— aquello que haríamos encantados también si no nos pagasen. Se requieren grandes dotes dramáticas, facilidad por ejemplo para rechazar la invitación a un cóctel o a un estreno (que nos seducen tan escasamente como los encantos de la guillotina a María Antonieta) murmurando en tono abrumado: «No puedo ir, tengo mucho trabajo». Sobre todo hay que saber fulminar con una mirada cargada de dolorido desdén al incauto que nos propone la charla que nos encantaría dar o el artículo que rabiamos por escribir pero omite el tema de los honorarios pretextando: «A ti eso no te cuesta nada». ¡Claro que no me cuesta nada! Pero si cedo aquí, haciendo lo que me gusta gratis, terminaré teniendo que cobrar por hacer lo que no me gusta. Y no es plan, francamente. De modo que hay que aprender a fingir que se trabaja mientras se goza, para poder seguir activamente gozando sin trabajar... y sin pasar privaciones, que —digan lo que quieran los ascetas— nunca mejoran a nadie.
.
Quien es activo pero rebelde al trabajo debe tener tino para seleccionar entre sus juegos favoritos aquel o aquellos que prometen rentabilidad. En este campo, algunos somos desdichadamente bastante limitados: ¡bienaventurados los superdotados para la holganza creadora, como Pavarotti o Picasso! Tras descartar la lectura, la siesta y la afición a las carreras de caballos, pronto me convencí de que a mí sólo me quedaban dos recursos, placenteros pero inciertamente remunerados: hablar y escribir. Inevitablemente, a ellos debía atenerme para conseguir una suficiente prosperidad y lograrla ha sido el único triunfo notable de mi vida, cuyo definitivo refrendo probablemente es la benevolente paciencia con la que el lector ocasional atienda a estas páginas. Ninguna otra hazaña voy a comentarle de aquí en adelante, ni siquiera fechorías más famosas: sólo mi rumia por fin desprejuiciada de un puñado de anécdotas o de querencias. Y por encima de todo, mi único éxito, mi gran triunfo: a diferencia de ti que me lees, yo he logrado arreglármelas bastante bien sin trabajar (o casi). No me guardes rencor y sobre todo no pretendas imitarme si no estás seguro de tus fuerzas o de tu desparpajo...
.
A mí, precisamente, el ejemplo a contrario de lo que no debía hacer en la vida me lo ofreció una de las personas a las que más he querido, mi padre. Así, rechazando su ejemplo en lugar de seguirlo, también se aprende de quienes amamos... y precisamente así demostramos nuestro amor. Porque amamos la nobleza de lo que no pudieron ser tanto como apreciamos la hermosa dignidad de lo que fueron. Mi padre era notario y vivió rodeado de escrituras y papeles legales que detestaba para sacar adelante a su familia, sacrificando su vocación literaria, incluso poética. Luego hablaré de él. Baste decir ahora que yo le vi durante muchos años abrumado de jaquecas y preso de los aranceles —aunque alegre y animoso—, tirando con rabia diariamente a la papelera los insoportables legajos que luego buscaba por la noche vaciándola sobre la mesa del comedor, porque iba a necesitarlos al día siguiente... y él había aceptado la responsabilidad de pensar siempre en el día siguiente. De pequeños, a mis hermanos y a mí nos gustaba jugar en la oficina de papá, prolongación institucional del hogar, territorio familiar y a la vez intimidatorio, ajeno, público. Esperábamos a que los últimos clientes se hubieran marchado y cuando ya sólo quedaba alguno de los oficiales —todos bonachones y amigos, como «de casa»— practicábamos el escondite bajo las mesas de madera olorosa manchadas de tinta (los muebles metálicos llegaron mucho después) y entre los enormes tomos encuadernados en pergamino amarillo del protocolo, que ahora recuerdo como libros de horas o grimorios medievales. Ese reino encantado de los adultos, maravilloso porque resultaba incomprensible y también porque era el dominio indisputado de mi padre, me resultaba especialmente emocionante como palestra de juegos pero nunca atractivo como futuro destino. Y mi padre nunca hizo nada para tentarme a conquistarlo: «Un día todo esto que ves aquí será tuyo...». No, él sólo se resignaba a los papeles tras haberse enfadado con ellos, nos recomendaba a los traviesos que no tirásemos nada de las mesas y se tomaba un optalidón para su maldita, su eterna jaqueca.
.
Cuando fui algo mayor puse letra al basso ostinato de mi rechazo laboral. Sin palabras, mi padre me había dado a entender que trabajar en lo que no gusta (es decir, trabajar cuando a uno lo que le gustan son actividades no oficialmente consideradas «trabajos») es cosa quizá circunstancialmente obligada pero desde luego poco deseable: a evitar en cuanto sea posible. Y yo me prometí enseguida que quizá me emplease a ratos, por razones crematísticas, pero que nunca, nunca sería definitiva e inequívocamente «un empleado». A veces me presto, pero nunca me doy, decía a este respecto Montaigne. Y muchos años después leí este párrafo en una carta de Flaubert a Louise Collet, que me llegó al alma: «Sigo sin comprender cómo se puede existir siendo notario, cómo puede uno ser empleado de un despacho, cómo alguien puede levantarse antes de las diez y acostarse antes de medianoche y me cuestiono seriamente que haya seres en la tierra que se dediquen a algo que no sea alinear frases y buscar adjetivos». Salvo lo de levantarme a las diez, porque siempre he sido madrugador, el resto corresponde perfectamente a mi forma de pensar, de sentir y de vivir. Es curioso, pero no recuerdo haber dudado nunca de mi vocación literaria, entendida no como llamada a expresar algo sublime o inédito sino como capacidad de arreglármelas para vivir leyendo y escribiendo, pero sin trabajar. Incluso en los momentos juveniles menos promisorios, sin reconocimiento aún porque nada había hecho digno de ser reconocido, bajo una dictadura gazmoña enemiga de la palabra libre, expulsado de la universidad, siempre supe que con una máquina de escribir y papel podría ganarme mejor o peor la vida.

No estaba seguro de la calidad de lo que produjese —ni lo estoy ahora— pero nunca dudé que podría seducir... sin verme obligado a pegar sellos y rubricar escrituras o cosa parecida. Y, si no algo más elevado, eso al menos lo he conseguido (por favor, que nadie espere cosas «elevadas» de mí, soy alérgico a las alturas encomiásticas). El niño, el adolescente, se salió con la suya. Como triunfo, me basta. Ahora, envejecido, me miro al espejo y descubro en mis rasgos ramalazos de semejanza con los de mi padre, al que siempre conocí muy mayor. Me enternecen y me perturban más de lo que podría expresar con palabras. Gracias en buena medida a que él no fue como yo, a que renunció a escribir y se empeñó en trabajar, a que fue responsable y no meramente respondón como yo soy, he tenido un punto de partida suficientemente cómodo para burlar la maldición laboral y ahora, impunemente, pavonearme ante ustedes. Pero en cualquier caso me enorgullece haberme librado de la maldición de las jaquecas y en silencio, como un ramillete de flores imposibles, le ofrezco esa revancha. Mi modesta rebeldía hedonista es la victoria de su causa.
.
No trabajar significa cultivar la fidelidad a aquello que causa placer... y lograr rentabilizarlo. Hay que degradarlo a ratos un poco, claro, pero ese pequeño sacrificio pragmático se compensa con la satisfacción que produce recordar que estamos obteniendo el rescate económico habitualmente pagado por el tiempo en que estamos secuestrados por algún capataz sin que nadie de veras nos haya raptado del goce. En mi caso, el goce esencial es leer. ¡Ah, si leer estuviese convenientemente retribuido! ¡Si algún Estado realmente filántropo pagase por página leída y automáticamente la cuenta bancaria se engrosara tras cada novela policíaca o cada tratado de metafísica que concluimos! Yo sería hoy mucho más rico y creo que habría vivido desde la niñez más contento: probablemente nunca me habría molestado en hacer otra cosa. Pero como sólo por leer no pagan, me tuve que resignar a escribir: una actividad no precisamente desagradable, pero desde luego incomparable con la suprema libertad absorta de la lectura. A la escritura pragmática me he sometido siempre de modo nada caprichoso: soy uno de los muy disciplinados cuando se trata de evitar hacer lo que no apetece y nunca escribo cien páginas si me han pedido dos ni compongo sonetos mallarmeanos en lugar de artículos inteligibles. Me privo fácilmente del placer costoso de dar síntomas constantes de genialidad. Claro que, como suelen recordarse unos a otros los periodistas cuando por la redacción cunde el descontento ante alguna de las inconveniencias de su profesión, «¡peor sería tener que trabajar honradamente!».
.
Periodístico es, en efecto, la mayor parte de lo que he escrito, desde que me inicié en las redacciones y revistillas colegiales. Abiertamente periodístico o disimuladamente periodístico, disfrazado por algún ropaje académico si la ocasión lo requería. Y como tal irrevocablemente transitorio, pegado a la urgencia del día, de ligereza necesaria puesto que inútil es hacerse gravoso cuando estás a punto de ser barrido por el mañana. Muy bien lo estableció Charles Péguy: «No hay nada más viejo que el periódico de ayer y Homero siempre es joven...». Quizá si yo hubiera sido más concienzudo, más «trabajador» como suele decirse, habría logrado fabricar algo menos perecedero. Sinceramente opino que cualidades para ello no me faltan. Quizá en el terreno de la filosofía, por ejemplo... Pero la verdad es que precisamente en filosofía todo lo grandioso y alambicado me repele un tanto; especialmente cuando aspira sin ironía a «cimentar», a «fundamentar», a encontrar la clave que lo explica todo. La vocación de sistema no sólo me parece un fraude, como alguien con mayor autoridad que yo dijo, sino una auténtica ridiculez. Se la perdono a los griegos —que a ratos fueron sistemáticos sin creérselo por completo, espontáneamente, como los niños juegan a ser arquitectos con trocitos coloreados de madera— y también a Spinoza, incluso a Schopenhauer... pero ya a nadie más. Que alguien hoy aspire a construir un sistema filosófico me parece tan pretencioso como el sapo empeñado en hincharse e hincharse hasta alcanzar el tamaño del buey. A ese sapo ninguna bella dama le convertirá en príncipe con un beso oportuno: reventará miserablemente. ¡Cómo va a descubrir cuál es la clave o el sentido del mundo alguien tan bobo como para creerse que lo ha descubierto, que puede descubrirlo!
.
Incluso los filósofos auténticos, los mejores, me impresionan a veces desagradablemente por su fatuidad. No todos ellos son simpáticamente vanidosos, como Schopenhauer, en plan cascarrabias o sarcástico y alucinadamente vanidosos como Nietzsche, a quien casi nadie hacía caso y que en su soledad padecía una suerte de hiperestesia ante lo real. No digamos pues lo insoportables que resultan algunos mediocres, epígonos de epígonos, que no pierden ocasión de ser risiblemente autorreferenciales y citan orgullosamente «su obra» cada vez que alguien comete el error de preguntarles por algún acontecimiento histórico o una novedad social: «Ese fenómeno ya lo expliqué en mi segundo libro, capítulo tercero... Para comprender eso que usted menciona suelo yo aplicar mi concepto de tal y tal...» (como quien recomienda agua de seltz y frotar para quitar una mancha). ¡La vacua presunción de los dómines, sólo comparable a la de ciertos poetas! El otro día, mi amigo Juan Cruz me hablaba de un poeta muy venerado por los espiritualistas y las damas de la caridad, tan (infundadamente, ay) consciente de su importancia que se le puede atrapar con la más sencilla broma. Si le saludas, por ejemplo, con un «¡Buenos días, Fulano, como bien dices tú en uno de tus poemas!», de inmediato pica, se esponja y lame con frui- ción la orina del halago: «¡Ah, sí, ese “buenos días”... Te gustó, ¿verdad? También tengo otro que se llama “Buenas tardes”. Pertenece a un libro inédito. Y preparo otro, “Buenas noches”, que es una réplica a Leopardi...». Etcétera. En filosofía también abunda el caso: «Desde luego, lo del “humanismo cósmico” o la “episteme inconsútil” ya lo dejé claro en... Ahora, si te interesa la cientificidad de la cientología científica, estoy preparando...». Qué fastidio y qué vergüenza.
.
Vergüenza ni siquiera ajena. A veces me encuentro incomodado porque otro maneja sin citarme alguna fórmula que sé de mi cosecha (es decir, cosechada por mí, lo que no equivale a decir que yo la haya sembrado); o busco sin poderlo evitar mi nombre entre la lista de sabios o de éxitos amañada por cualquier suplemento cultural para llenar dos páginas esa semana. Siento como una ofensa que me ignoren en el hit parade (realmente el shit parade) del momento. ¡Qué humillación, creer que se ha despertado al menos de «eso» y luego darse cuenta de que tampoco, de que sigue uno suplicando hasta la caricia más mercenaria! Todo el que nos censura nos parece sectario o malevolente, pero el más trivial de los halagos hace que concibamos una especie de impaciente simpatía incluso por quienes conocemos sin controversia como acendrados cretinos. Con suerte y esfuerzo he podido purgarme de las manifestaciones externas más estruendosas de la manía de darse importancia, pero la perra en el alma sigue pidiendo que la masturben. Ojalá hubiera almas desechables, como ciertos bolígrafos o encendedores...
.
Lo que verdaderamente me apasiona de la filosofía son las preguntas. Dentro de la pregunta misma incluyo también las respuestas ingeniosas, sean tajantes o dubitativas. Las que mantienen abierta la pregunta y aun la ensanchan, no las que pretenden cerrarla. Por ejemplo, si a la cuestión «¿qué es la vida?» se me contesta: «nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir», me han respondido sin respuesta de clausura, me impulsan a seguir preguntándome de modo aún más rico. Y más enigmático, aunque menos obvio. Los ríos, el fluir, la muerte y el mar: no tengo solución al interrogante pero a partir de ahora lo plantearé de modo menos inocente. Es eso lo que espero del pensador, sea filósofo o poeta. Con la diferencia de que en el segundo acepto sin más lo fulgurante y en el primero agradezco la paciencia del desmenuzamiento, los peldaños del razonamiento que llevan unos a otros hasta algún descansillo en su ascenso (o su descenso) pero nunca al descanso.
.
En cuanto queda establecido que «ya hemos llegado» acaba el filosofar y tropezamos con el sistema, es decir con el anquilosamiento doctoral del pensar libre. En el fondo de mi fondo no hay fondo: está el escepticismo. El escepticismo de fondo respecto al fondo. Cuentan que las últimas palabras del admirable Diderot fueron: «El escepticismo es el comienzo de la sabiduría». Para mí ha sido no tanto el comienzo sino el final de la «sabiduría», es decir las comillas irónicas que la enmarcan y por tanto vedan que tenga nunca precisamente final o descanso. Ojalá que nunca lo requiera, ni lo admita, por cansados que estemos y por trascendentalmente halagador o cómodo que sea el supremo desenlace que se nos ofrece... ¡Qué asco me dan los que a través de la filosofía desembocan en la religión, sofisticada —eso sí— cuanto se pueda, evidentemente porque nunca salieron de ella! .
.
Espero que se me entienda bien: mi escepticismo no es renunciar a la verdad, ni a su búsqueda ni a la confrontación que sopesa las opiniones y elige las de mayor sustancia racional. Al contrario, esos empeños me parecen indispensables: si renunciásemos posmodernamente a ellos, agravaríamos enormemente nuestra condición. Pero hay que acometerlos sabiendo que tampoco eso nos rescatará de casi nada en términos absolutos, que nuestra área de certeza (o de verosimilitud racional) es sumamente angosta, que podemos empeorar hasta el fondo de las tinieblas pero no ascender en gloria y majestad hacia el trono de la luz. Podemos conocer bastante en lo tocante a «mecanismos» (físicos, biológicos, incluso sociales) y también sobre motivos y contramotivos del alma, que la literatura explora, de los que el arte vive. Somos relativamente expertos en lo que nos condiciona y lo que nos desazona: pero nada más. No somos dueños de ningún porqué; ni siquiera creo que sea lícito poner nombre, cara e intención a cualquiera de los que se nos escapan. Estamos encerrados en el cuarto de jugar del palacio desconocido.
.
A veces, demasiado frecuentemente, buscamos como el borracho del chiste las llaves perdidas que abren todas las puertas allí tan sólo donde ilumina nuestra farola (socioeconómica, psicoanalítica, genética, etcétera), no porque sea en esa mínima zona de luz donde las hemos extraviado sino porque en ella creemos ver mejor. Y los peores borrachos son quienes ni siquiera se acercan a la farola y dan tumbos disparatados en la sombra, proclamando que ven lo que no saben o que saben por qué no ven: ciertos filósofos y los curas de cualquier tamaño y condición.

En fin, admito que podría haberme esforzado más, podría haber estudiado más, podría... ¡podría haber aprendido alemán, pasaporte filológico para la filosofía! Y debería seguramente haberme leído todas las revistas de mi especialidad, en lugar de tebeos o cuentos de fantasmas. Pero no me ha dado la gana, sencillamente. Por eso sólo escribo para niños o para ignorantes, para cómplices modestos y devotos con quienes conecto porque comprendo su perplejidad, su confusión; y las comparto. Detesto a quienes se toman la vida como si fuera una oposición a cátedra y procuran acumular doctorados, méritos diversos, certificados, cursos de aquello o de lo otro, de lo que sea. En ese mundo académico, del que también me he lucrado aunque siempre escaqueándome ante sus tediosos requisitos, sólo he sido un infiltrado. Nunca me lo he tomado en serio y, afortunada y legítimamente, tampoco mis colegas me han tomado nunca demasiado en serio a mí. En realidad, en el fondo, carezco de verdaderos títulos (de esos que se tatúan con letra de molde en el alma del sabio oficial) y poseo pocas destrezas, salvo las intuitivas e irregulares.
.
Como la vida me cogió de improviso, nunca he creído en las técnicas de prepararse para ella. Mi reino, de modestos vuelos, es ante todo la improvisación, complementada por justas dosis de entusiasmo (el entusiasmo me es tan connatural que casi me atrevería a decir que me lo puedo provocar a voluntad, como la masturbación). He escrito y pensado para vivir mejor, un poco a tientas: me dirijo a quienes quieren vivir algo mejor, sin dejar de tantear y sin tener prisa por hacer pie en lo incontrovertible. Supongo que eso precisamente es el periodismo, en su vertiente filosófica. Pese a las halagadoras reediciones a lo largo de los años de algunos de mis libros, admito sin protesta que todo lo que he firmado es irrevocablemente fugacísimo, que lleva fecha urgente de caducidad, que probablemente ya ha caducado en gran parte. A fuer de sincero —y eso sí que siempre, si no recuerdo mal, he procurado serlo— no me duele este designio transitorio. Casi al contrario. Me fastidiaría segregar perennidad no siendo perenne; que lo que he hecho durase más de lo que soy. La fama imputrescible de nuestras obras no me parece una compensación para los que nos vamos poco a poco pudriendo, sino algo así como un recochineo en nuestra maldición. Pero ya tendré ocasión más adelante, mucho más adelante, de volver sobre estas cuestiones. .
.
Entonces ¿por qué y para quién hacer memoria? No descarto la presunción, claro, ni el narcisismo que quiere halagarse hasta el final, hasta lo imposible... sobre todo en lo imposible. Pero tal vez estas páginas no sean más que otro mensaje de uno que se va a los que luego también van a irse. Mirar los tramos del camino recorrido, aunque sólo sea para comprobar que ya no está, que ha desaparecido dejando tenues e irrelevantes sombras. A cualquiera le pasa, desde luego, pero no deja de ser impresionante. A eso, a lo perdido, a la perdición constante, nunca me acostumbraré; y me pasma que los demás, mal que bien, parezcan acostumbrados... Memoria ¿de qué? No desde luego de «mi obra», de su gestación y sus motivos: francamente, me da igual. Como dijo el bueno de Sartre, «no me siento vinculado en absoluto a lo que he escrito pero no reniego de nada de lo que he escrito». Cada línea, cada página tienen su qué, su porqué y sobre todo su fecha. Estoy seguro de que en su día cumplieron una función, en mi vida o en la de otros. Si tuviese que releerme encontraría ahí probablemente cosas apreciables, multitud de disparates y algunas fidelidades obsesivas... pero no pienso releerme ni mucho menos incitar a nadie a que me relea. Que cada cual obre según su vicio. Puedo contar lo esencial de mi vida entera sin una sola referencia a las páginas que he escrito; me sería imposible, en cambio, sin hablar de las que he leído.
.
¿Rememoraré ahora mis gustos, mis aficiones, mis preferencias? Es lo que más me tienta. Estoy seguro de que estamos unidos a este mundo y a la vida por cuanto aprobamos, no por nuestra capacidad de detestar... por elocuente que sea. Si yo fuese dueño y señor de lo que a partir de ahora voy a escribir en este libro (no lo soy, porque cada libro se escribe en gran parte contra nuestra voluntad o es mero plagio) no admitiría en él más que alabanzas. En su poema dedicado a la memoria de W. B. Yeats incluye Auden esta gratitud: «En la cárcel de sus días / enseña al hombre libre a elogiar». Yo, que he tenido fama de criticón, me enorgullezco sobre todo de saber elogiar y de saber que es preciso elogiar, para ser libre.
.
Muchas veces he señalado que lo verdaderamente admirable que hay en nosotros es nuestra capacidad de admirar (la característica y también el último refugio del esclavo es la queja, pero nunca su liberación). Lo malo es que sobre lo que admiro y prefiero ya he escrito mucho. He dedicado libros mejores o peores a la narrativa juvenil, a Cioran, a Nietzsche, a Schopenhauer, a Borges, a las carreras de caballos y a San Sebastián, junto a mil artículos encomiando el vino, los cigarros puros, el cine de aventuras y la alegría, yo qué sé. Si vuelvo sobre estas cuestiones placenteras —cuando vuelva, porque seguramente volveré— me estaré inevitablemente repitiendo. En fin, qué más da, escribo este libro sólo para quienes no me conocen en absoluto —y lo han comprado por equivocación— y para quienes me conocen demasiado, pero se resignan a mí.
.
¿Revelaré secretos? No, porque los que tengo no son revelables, son secretos de verdad. ¿Cotillerías? Soy el último que se entera de todas y por tanto el menos adecuado para propalarlas. ¿Enigmas históricos? ¿Entresijos inéditos del poder o de la cultura? Niñerías a las que ni siquiera mi infantilismo consiente: soy pueril, pero no imbécil. Para colmo mi memoria anecdótica es mala, cada vez peor. Casi todas las mejores anécdotas que sé de mí me las han contado. Según Flaubert la historia es como el mar, grande por lo que borra. A mi memoria le pasa lo mismo... Por eso pensé al principio llamar a estas notas «recuerdos conjeturales» (en homenaje a Borges, desde luego), porque son reconstrucciones literarias a partir de algunos granitos de arena enquistados en mi registro del pasado y que me empeño en convertir en perlas. Cultivadas, artificiales si hace falta. Miento mal a los demás, pero probablemente mejoro cuando lo hago para mí mismo... Pero fundamentalmente creo que todo lo que narro es verdad, aunque no siempre sea exacto.
.
He agrupado estas «perlas» en tres partes, como Hegel nos manda. La primera ocupa mi infancia en San Sebastián, hasta que a los doce años mi familia se trasladó a Madrid. La segunda se ocupa de mi adolescencia y primera juventud, hasta la muerte de Franco cuando yo contaba veintiocho años. La tercera llegará más o menos hasta el día en que acabe estas páginas, si es que las acabo. Los periodos cronológicos van de más breve a más largo, mientras que la importancia de lo narrado para mí está en proporción inversa. Por supuesto abundarán los saltos atrás y adelante, las interpolaciones, las interferencias: vivimos en orden sucesivo pero no rememoramos lo vivido del mismo modo... afortunadamente. La estricta cronología no es mucho menos arbitraria que el orden alfabético, cuando de una biografía humana se trata. Y tampoco voy a empeñarme en dar con exactitud los datos de mi currículum, lo que algún guasón llamaba el «ridiculum vitae». El curioso o malicioso empeñado en obtenerlos puede recurrir a Internet, donde casi todo está equivocado pero nimbado de prestigio tecnológico. No, en las páginas sucesivas sólo recogeré restos del naufragio, lo que trae la marea, lo que aún no se ha llevado la resaca. Las fechorías del tiempo... Este libro no trata de mí, sino de lo que el tiempo ha hecho conmigo. Hablaré de mis contratiempos...
.