martes, 31 de julio de 2012

SILENCIOSA MENTE...

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¡Gracias a una larguísima cadena de amistades generosa en avisos e irrastreable ya parece que, buscando desde lo carencial hacer cierta virtud, real -y sabia- mente Callar más... necesidad es!
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[ Se puede clicar  sobre diversos enlaces: ]
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- 'Vivir silencio...' (I) -Berta Meneses


- Etcétera, etc (...) - VV. AA. (III) = 'video-conferencias...' y "... a las raíces ..."
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- '¡Atención...!' = "Viaje al silencio..." (IV) -Sara Maitland

Para practicarlo (V) hasta lograr algo... más, por citar distintos ejemplos, con 
... ... ...

viernes, 27 de julio de 2012

Tenemos derecho a exigir que se nos dé Cuenta del qué vamos a Pagar... y de quiénes culpables


A estas alturas, ciertos datos básicos de lo más alarmante, ninguna duda pueden ya ofrecernos aquí:

El saldo deudor total del Reino de España se ha multiplicado por 8 en un año
y supone además ya tanto como una mitad de todos los préstamos alemanes.

Pero, lo más importante, ¿qué hacemos?
 
"El nuevo plan de recargos y recortes parece la carta de un suicidio anunciado a dos o tres años vista. Porque no puede pretenderse que creamos lo de que estas medidas van a conseguir un aumento del empleo, cuando todo está encaminado a obtener dinero para que el Estado pague las deudas -no nuestras, sino de la banca- a costa de reducir el consumo de los españoles (cuesta poco imaginar la alegría de las próximas compras de Navidad y Reyes, con los precios en aumento y los funcionarios sin paga extra).

Teniendo en cuenta que es opinión unánime de los economistas medianamente sensatos el que la reactivación del consumo sería una condición necesaria para la recuperación del empleo, está claro que las medidas adoptadas, en viernes y 13, por el Consejo de Ministros conducen al aumento de un paro que resulta ya difícilmente soportable. La coincidencia entre el discurso de Rajoy y una manifestación de los mineros, a poca distancia del Congreso, pone de relieve la naturaleza del problema: porque ni un solo euro del préstamo bancario será para crear algún puesto de trabajo, ni para los mineros, ni para nadie. Estos recursos están destinados a sólo sanear la banca. Pero, ¿por qué habremos de sanear la banca?

Estamos viviendo en medio del estupor que produce en el mundo entero el descubrimiento del que tal vez sea el mayor fraude financiero de la historia: manipulación del Líbor (London Inter-bank Offered Rate), el indicador que, en palabras de The Economist, «determina en todo el mundo el tipo de interés que los particulares y las empresas pagan por los préstamos o reciben por sus ahorros», lo que no solo afecta a las transacciones entre bancos, sino a nuestras hipotecas, al precio a que pagamos los plazos del coche o las tarjetas de crédito. Porque no debemos hacernos ilusiones de que este es un asunto exótico, que solo se refiere a Barclays y a Gran Bretaña, sino que afecta a bancos norteamericanos como JPMorgan Chase, alemanes como Deutsche Bank, suizos como UBS, y todos ellos, como Barclays, entran en la formación de «nuestro Euríbor».

Lo cual significa que, si se van a saldar las deudas de la banca con nuestros sacrificios, merecemos cuando menos que el Gobierno que nos ha metido en este enjuague explique qué es lo que vamos a pagar: en qué consiste, por ejemplo, esa inmensa cloaca llamada Bankia, de la que solo conocemos aspectos parciales y casi anecdóticos (por ejemplo, los 1.000 millones que Martinsa-Fadesa obtuvo de Caja Madrid, y que han desaparecido misteriosamente; los muchos millones de deudas de un constructor megalómano que se empeñó en comprarse una empresa hidroeléctrica…). Necesitamos saber qué se hizo de este dinero y tenemos el derecho de exigir que se establezca un registro puntual en cuanto a ciertos responsables de estos atracos: los que prestaron un dinero que no era suyo, sino de aquellos millones de ahorradores que se lo habían confiado, y quienes lo tomaron mas no responden ahora de él.

Tenemos derecho a exigir que se nos informe, porque tanto 'préstamo de la troika' es claro que vamos a pagarlo nosotros con los recortes en nuestros salarios, con el aumento en nuestros impuestos y con lo que pagaremos de más en cada compra que hagamos… Incluso con lo que los jubilados van a tener que aportar por los medicamentos que necesitan, aunque en este caso la señora ministra ya les dijo que para qué querían tantas pastillas, si las hierbas medicinales sirven igual, y son más sanas. Se le olvidó recordarles que nuestros tatarabuelos usaban también oraciones específicas para curar cada mal; tal vez lo reserva para el próximo recorte, cuando ya no tengan ni para acudir al herbolario.

Con motivo del asunto del Líbor, el premio nobel Stiglitz ha dicho que «lo primero es meter a unos cuantos banqueros en la cárcel». A mi me parece que en nuestro caso deberían acompañarles también muchos de los que se beneficiaron de unos apaños tal vez más turbios aun. En EEUU se ha generalizado condenar con la cárcel a quienes son incapaces de pagar incluso pequeñas multas, como las de tráfico. La American Civil Liberties Union (ACLU) ha publicado un estudio en el que llega a la conclusión de que «en esta época de disminución de los presupuestos, los gobiernos, tanto de los estados como locales, emplean agresivamente la amenaza y la práctica del encarcelamiento para exprimir ingresos de los más pobres de los acusados que aparecen por sus tribunales». Yo le propongo al señor Rajoy que implante una versión mejorada de este sistema: encarcelar a los que deben más de 100 millones para «exprimirles» a proporción de sus culpas.

Las protestas han comenzado ya, y no cabe duda de que van a seguir, a medida que se vayan dejando sentir los efectos de esta brutal agresión a nuestro nivel de vida. Pero está claro que esto no basta. Me parece que ha llegado el momento de empezar a pedir cuentas."

Y tampoco tiene nada de misterioso cuál es el mecanismo desencadenante para círculos viciosos que siguen disparando nuestro tan desenfrenado diferencial con la más desahogada economía de Alemania, creciente:

"No hacía falta que el ex economista jefe de la consultora McKinsey, James Henry, elaborase el más exhaustivo informe hasta la fecha sobre los paraísos fiscales para que nos oliésemos adónde han ido a parar las astronómicas cantidades que se han ido sustrayendo de las arcas públicas durante los últimos años, hasta que Montoro ha podido decir aquello de “no hay dinero”… para los pobres, claro. Pero esa investigación, encargada por Tax Justice Network (Red de Justicia Fiscal) nos ha dejado de piedra al descubrir cómo el monto por defraudación fiscal de grandes patrimonios, fortunas e inversores, o las aún mayores compañías y entidades financieras, ascendió en cinco años (2005-2010) a una escalofriante cifra que supera ampliamente la suma de los PIB de EEUU y de Japón juntos.

Tampoco nos sorprende que Suiza y las Islas Caimán sean las guaridas preferidas por esos piratas para enterrar su botín, pero una vez más indigna esta absoluta impunidad otorgada por nuestros gobiernos a la gran banca internacional cuyos abusos nos han precipitado al abismo: los diez mayores bancos privados del mundo (y no sólo los suizos, como UBS, sino también los de cabecera del Gobierno Rajoy, como Goldman Sachs, al que ha confiado el diagnóstico de Bankia) participan tan activamente en la administración de ese fraude global que sólo en 2010 gestionaron el equivalente a cuatro veces el PIB de España, es decir casi el triple que cinco años antes cuando aún no había estallado la crisis económica planetaria.

Vamos, que mientras el mundo entero se sumía en una recesión acelerada, las sociedades se empobrecían, los trabajadores perdían prestaciones sociales y derechos laborales, los gobiernos clamaban que sus ciudadanos habían vivido por encima de sus posibilidades, y en sólo ocho países occidentales (incluida España) se esquilmaba a los contribuyentes para seguir entregando billones de dinero público a la banca, esta última presumía de haber continuado multiplicando su negocio por tres. Claro que después declaraba pérdidas insostenibles, pero vistos los tejemanejes que van saliendo a la luz a medida que nos arruinan es más que difícil creerse sus cuentos… quiero decir, cuentas.

Una vez más, el caso español es diferente… para peor. Es de dominio público que España bate récords de manejo de dinero negro, puesto que casi las dos terceras partes de todo el efectivo en manos de los españoles está en billetes de 500 euros; precisamente los que jamás vemos circular en la economía real cotidiana de esos mismos ciudadanos. Ni más ni menos que 111 millones de billetes de 500… que nadie ve nunca. Bueno, seguro que alguien los ve, pero no creo que sea usted, querido lector.

Así que el Parlamento Europeo no hace más que lamentarse de que nuestro Gobierno no facilite datos fiables sobre la economía sumergida y el fraude fiscal en España. Con su informe de julio de 2008, la Eurocámara estimó que las pérdidas globales (directas e indirectas) de ingresos fiscales originadas por el fraude fiscal se sitúan en Europa entre los 200.000 y los 250.000 millones de euros anuales. Pero no pudo dar datos precisos sobre nuestro país.

Eso sí, los eurodiputados concluyeron que en esa liga España también es campeona: el dinero en metálico supone ya un 10% del PIB, aquí, doble del nivel medio para la UE; y las transacciones que evaden el control del fisco ascienden a entre el 20% y el 25% del PIB, nuevamente duplicando la media europea. Una sencilla ecuación, empleando los datos conocidos de Producto Interior Bruto y presión fiscal media, permite calcular que las cantidades no ingresadas por Hacienda cada año suman alrededor de 80.000 millones de euros ó unos 6 billones de pesetas. ¡Qué casualidad que esa cifra sea casi igual que la cantidad de dinero que ahora el Gobierno del PP quiere quitar a los contribuyentes para “sanear” a la banca!"

sábado, 21 de julio de 2012

¿Pero cómo es que, aquí, No escarmentaremos? ¡NO, No al rescate bancario con dinero Público!

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Debería ser de obligado cumplimiento mirar a una información concreta sobre cómo lo están sufriendo en Grecia tras haber seguido esta misma 'hoja de ruta' de la Eurozona, por la que acá somos abismados entre t@nta logomaquia del bipartidismo alterno rampante -y sus colaboradores necesarios- de lo Nacional para nuestro Estado Autonómico en el ya tan innegable Malestar con esta Crisis: o sea, CATASTROIKA.

Y sin embargo, no parecería tan difícil llegar a concluir que algo básico está ya fallándonos entre todo esto; cierta clamorosa insostenibilidad, por ejemplo, de una pomposa 'gobernanza única' que parte como premisa del asumir las 'tolerancias ilimitadas' -en los 'gratis total'- evitando exigencias de responsabilidad (penales o/y económico-fiscales) a quienes nos llevan hasta la presente situación de ruinosos atracos ins@ciables con sus 'recortadas' (dizque 'medidas') de cada día.


¡Curiosos tiempos, éstos en los que resulta normal oír a reconocidos premios Nobel en Economía especulando con hecatombes aun inimaginables hace muy poco, como esa inconveniencia de mantener el Euro-montaje por la que se había venido anatemizando antes a cualesquier voces discrepantes...!
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"Algo empieza a moverse en Europa donde, frente a la arrogancia de las élites políticas y financieras, la sociedad civil no está dispuesta a pagar los platos rotos de un sistema financiero español e incluso europeo completamente quebrado... Debe terminar ya ese 'rescate' con dinero de los Estados a la Banca, privada e infracapitalizada, por medio de garantías públicas... Los bancos que corren altos riesgos deben responder por ello y eventualmente ir a la quiebra. Es inaceptable que el Estado y sus ciudadanos paguen los platos rotos respondiendo por la ruleta financiera.
Un grupo de "160 economistas alemanes...", tras conocerse que finalmente se recapitalizaría directamente al sistema bancario español con dinero de los europeos, han puesto gritos en el cielo. Con las soluciones adoptadas en la reunión de los líderes de la Eurozona el 29 de junio estos economistas alemanes afirmaban que no va a salvarse al Euro, sino a unos acreedores de bancos. Como principio de partida no está mal, pero deberían saber que sus bancos y fondos de pensiones, entre otros, son parte de aquellos acreedores que asumieron un riesgo excesivo, se equivocaron, y deberían pagar sus consecuencias, es decir, sufrir la quita correspondiente derivada en cualquier quiebra, bien sea para una empresa o un banco.
Pero estos economistas afinan mucho más al recordarnos que las deudas bancarias privadas triplican a las de los Estados en la zona Euro y se preguntan por qué se han dejado crecer tanto algunas bancas o por qué no se deja caer a otras. “Si los bancos no pueden pagar sus deudas, no deben ser los contribuyentes quienes carguen con ellas, sino todos aquellos que han invertido en esas entidades. Son ellos, además, quienes cuentan con el capital preciso y quienes han llevado a cabo operaciones de riesgo”. Fantástico, se reconocen dos problemas: la crisis de deuda privada, y la insolvencia bancaria, tal como venimos sosteniendo desde el inicio en las páginas del presente blog; y, por lo tanto, ¡que acaben pagando los acreedores!

Pero eso que denuncian es lo que ha pasado en los rescates griego, portugués e irlandés, ya. Por culpa de los errores de la élite política en Europa se apoyó a los bancos y sus acreedores, en vez del ayudarle a la gente de los países afectados por la crisis como Grecia, Irlanda, Portugal y España. La falta de decisión en la coalición negro-amarilla (demócratas cristianos con liberales) de Berlín obligó al BCE a comprar bonos en deuda pública por un valor mayor de 220.000 millones de euros y regalarles a los bancos ¡más del Billón de euros, al 1 % de interés!, tras lo cual ellos a su vez compraron bonos del Estado de unos intereses muy considerablemente más elevados... La banca se ha 'rescatado' a cuenta de los Estados y sus contribuyentes sin que haya sido adoptada una regulación efectiva ni sean tomadas ningunas medidas para evitar futuras crisis.
En España pocos economistas fuimos los que en su momento pusimos grito en el cielo ante una sociedad civil, la nuestra, rea de intereses espurios, económicos, políticos y mediáticos. Empieza a ser vomitivo cómo diferentes medios de comunicación utilizan el eufemismo de 'reformas' cuando al saqueo perpetrado -por nuestros gobiernos- contra sus conciudadanos se andan refiriendo.
Han venido pasando desde que comenzara esta Crisis sistémica más de 4 años ya y por desgracia es evidente cómo, no sólo no está resolviéndose sino que muy al contrario, todavía se continúa hoy agravando. Hay una pérdida de confianza en las monedas fiduciarias, y respecto del conjunto de sistemas bancarios occidentales. Se está produciendo una nueva recaída de la economía mundial que acabará en recesión y  puede que, aun más, con depresión. Todo ello se traduce en un continuo aumento del paro, un crecimiento explosivo de la deuda pública de los países occidentales, y un malestar creciente para los países emergentes ante un antiguo 'orden' que Occidente se niega a revisar.
Aquellos que no fueron capaces de prever y anticipar en modo alguno esta crisis actual económica sistémica siguen sin embargo -¡como si nada!- imponiéndonos aún sus recetas económicas. La presente combinación de políticas fiscales restrictivas y monetarias expansivas, junto con los ajustes a la baja de rentas y salarios, amenazan provocar otra nueva Depresión global si nadie lo remedia.
Si el problema de la economía española, como el del resto de los países occidentales, es la deuda privada, y como corolario una insolvencia bancaria, ¿cómo, narices, optamos más por restricciones fiscales o ajuste salarial? Básicamente por dos razones. En primer lugar por cuestiones dogmáticas, ya que el reconocimiento de que el problema actual de la economía es la deuda privada y la insolvencia bancaria supondría poner de manifiesto todo el vacío intelectual y el escaso soporte empírico de la mayoría de las teorías macroeconómicas y microeconómicas bajo las que las élites políticas y económicas actuales se educaron.
En segundo lugar porque una, hoy muy dominante, clase financiera presiona para que la sociedad pague sus desaguisados. Resulta curioso como después de las tropelías que han cometido exigen sin ningún rubor 'sangre, sudor y lágrimas' al resto de los ciudadanos. La banca española expandió sus balances de manera incontrolada. Sus activos crecían mediante la concesión de créditos y préstamos, básicamente alrededor del sector inmobiliario, y se financiaba con deuda en el mercado de capitales. Vamos, que a fecha de hoy en los balances hay de todo pero nada bueno.
Lo más urgente para la reactivación económica en el largo plazo pasa por una reordenación y reducción del tamaño del sistema bancario mundial, y, por ende, del español, que además conlleve reestructuración y disminución de las deudas privadas existentes, donde los acreedores sufran esa eventual 'quita' [que también asumieron, como posible consecuencia indeseada mas colateral, apostando por los lucros mercantiles esperados con su correspondiente riesgo inversor]...
Alguna intervención en el sistema bancario español donde la gerencia, los propietarios y los acreedores paguen los platos rotos es ahora más necesaria que nunca.  Y después de ello, si hace falta, entra el Estado como accionista. Siempre que se ha hecho así, las cosas han vuelto a la normalidad con relativa rapidez; la alternativa, sólo será, más miseria y caos."
Juan Laborda ( vozpopuli )

   Evolución: del saldo Activo al Pasivo en España frente a la UE

martes, 17 de julio de 2012

SOBRE "LAS PERAS DEL OLMO"= SURREALISMO, EN PAZ (2ª, de 2)


Seguida mente, continúa final para lo recordado por el gran amigo Martín González... que ya desde la semana pasada comenzó a destacarse: 
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< <  (...) Los primeros años en tal actividad surrealista fueron muy ricos. No solamente modificaron la sensibilidad de la época sino que hicieron surgir una nueva poesía y una nueva pintura; pero se trataba de crear, no arte sino un hombre nuevo. Ahora bien, la Edad de Oro no aparecía entre los escombros de esa realidad tan furiosamente combatida. Al contrario, la condición del hombre era cada vez más atroz. Al período que inicia el 'Primer Manifiesto' sucede otro, presidido por preocupaciones de orden social.
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 Comunicándonos con quien, aun desde toda Crisis, encontramos... (MMM)

En el ánimo de Breton, Aragon y sus amigos se instala una duda: la emancipación del espíritu humano, meta para nuestro surrealismo, ¿no exige una previa liberación de la condición social del hombre? Tras varias tormentas interiores, su grupo decide adherirse a las posiciones de la Tercera Internacional. Y así, 'La revolución surrealista' se transforma en 'El Surrealismo al servicio de la Revolución'. Sin embargo, los revolucionarios políticos no mostraron mucha simpatía por servidores tan independientes. La máquina burocrática del Partido Comunista acabó por rechazar a todos aquéllos que no pudieron o no quisieron someterse.

Durante algunos años las rupturas suceden a las tentativas de conciliación. Al fin se vio claro que toda síntesis era imposible. Sin duda el carácter cada vez más autoritario y antidemocrático del comunismo estalinista, la estrechez y rigidez de sus doctrinas estético-políticas y sobre todo la represión de que fueron síntoma entre otros los 'Procesos de Moscú' contribuyeron al hacer irreparable la ruptura. Aun así, por unos años más, el surrealismo coincidió con las tesis fundamentales del marxismo, tal como las representaba León Trotsky. En 1938 Bretón lo visita en México y redacta con el viejo revolucionario un famoso manifiesto: 'Por un arte revolucionario independiente' (ese texto apareció en todo el mundo con las firmas de André Breton y Diego Rivera)...

A pesar de la amplitud y generosidad de miras de León Trotsky, la verdad es que demasiadas cosas separaban al materialismo histórico de aquella surrealista posición; su imposibilidad de participar directamente en la lucha social fue, y es, una herida para el surrealismo. En un libro reciente Bretón vuelve sobre el tema, no sin amargura: "La historia dirá si ésos que reivindican hoy el monopolio de alguna gran transformación social trabajan por liberación del hombre o lo entregan a una esclavitud peor en su mundo. El surrealismo, como movimiento definido y organizado en vista de una voluntad de emancipación más amplia, no pudo encontrar un punto de inserción en su sistema...": reducido a sus propios medios, no ha cesado de afirmar que la liberación del hombre debe ser total.

En el seno de una sociedad en la que realmente hayan desaparecido los señores, nacerá otra poesía que será creación colectiva, como los mitos del pasado. Asistirá el hombre entonces a reconciliaciones del pensamiento y acción, desear y frutos, cosa y palabras. La escritura automática dejaría de ser una aspiración: hablar sería crear. Lo surrealista pone en tela de juicio a la realidad; pero la realidad también pone en tela de juicio a la libertad del hombre. Hay series de acontecimientos independientes entre sí que, en ciertos sitios y momentos privilegiados, se cruzan.

¿Cuál es el significado de lo que se llama destino, casualidad o, para emplear el lenguaje de Hegel, 'azar objetivo'...? En varios libros ('Nadja', 'El loco amor', 'Los vasos comunicantes') Bretón ya señalaba el carácter extraño de ciertos encuentros. ¿Se trata de meras coincidencias? Semejante manera de resolver el problema revelaría una suerte de realismo ingenuo o de positivismo primario. Lugar en que se cruzan las libertades y la necesidad, ¿qué es tal 'azar objetivo'? Engels había dicho: "La causalidad no puede ser comprendida sino ligada con las categorías del azar objetivo, formas de manifestarse lo necesario." Para Breton este 'azar objetivo' es el punto de intersección entre el deseo -o sea: la libertad humana- y la necesidad exterior. No creo que nadie haya ofrecido una respuesta definitiva a este 'problema de problemas'...

Pero si la respuesta de Bretón no logra satisfacernos, su pregunta no cesa de hostigarnos: todos hemos sido los héroes o testigos en encuentros inexplicables... Y son estos tropiezos -por citar hallazgos para personas muy alejadas de las preocupaciones surrealistas- el virus para Pasteur, la penicilina para Fleming, una rima para Valery o, en nuestra vida diaria, ¿no es el amor, de manera soberana, la ardiente encarnación del 'azar objetivo'? Las preguntas en la revista 'Minotauro' que hacían Breton&Éluard ["¿Cuál ha sido el encuentro capital de su vida?; ¿hasta que punto ese encuentro le ha dado la impresión de lo necesario o fortuito?"] las podemos repetir todos. Y estoy seguro de que la mayoría respondería que ese encuentro capital, decisivo, destinado a marcarnos para siempre con su garra dorada, se llama: amor, persona amada. 

Mas ninguno de nosotros podría afirmar con entereza si ese encuentro fortuito fue, o necesario. Los más diríamos que, si fue fortuito, tenía toda la fuerza inexorable de la necesidad; y si fue necesario, poseía la deliciosa indeterminación de lo fortuito. El 'azar objetivo' es una forma de lo necesario, la muy paradójica -por excelencia- del amor: conjunción en la doble soberanía de libertad y del destino: el amor nos revela formas más altas de su libertad, o elección libre de la necesidad.

El amor es único y exclusivo en la persona amada se enlaza necesidad con libertad. En uno de sus libros más hermosos, 'El loco amor', Breton ha puesto de relieve la naturaleza absorbente, total, del amor único: "delirio de la presencia absoluta en el seno de la naturaleza reconciliada". El verdadero amor, el amor libre y liberador, es siempre exclusivo e impide toda caída en la infidelidad:

"No hay sofisma tan temible como el que afirma que el acto sexual va necesariamente acompañado de una caída del potencial amoroso entre 2 seres, aquella pasión cuyas repeticiones los arrastrarían progresivamente a cansarse el uno del otro... Es fácil discernir sendos errores fundamentales que originan este modo de ver: uno es social; otro, moral. El error social, que no podría remediarse sin la destrucción de las bases económicas en la sociedad actual, procede de que la elección inicial hoy no está realmente permitida y, en la medida en que excepcionalmente tiende a imponerse, se produce en una atmósfera de no elección, hostil a su triunfo...

El error moral nace de la incapacidad en que se halla la mayoría de los hombres para librarse de toda preocupación ajena al amor, de todo temor como de toda duda... La experiencia del artista, como la del sabio, es aquí de gran ayuda: ambas revelan que todo lo que se edifica y perdura, de antemano, exige -para ser- algún completo abandono. El amor debe perder ese gusto amargo que no tiene, por ejemplo, el ejercicio de la poesía. Tal empresa no podrá llevarse a cabo plenamente mientras no se haya abolido, a escala universal, la infame idea cristiana del pecado."

Es decir, se trata de reconquistar inocencia. No es extraño que otro gran contemporáneo de Bretón, el inglés D. H. Lawrence, se exprese en términos semejantes. El verdadero tema de nuestro tiempo -y en todos los tiempos- será reconquistar la inocencia por el amor. ¡Despojar al amor de "ese sabor amargo que no tiene la poesía"! ¿Qué es, entonces, poesía para Bretón? Él mismo nos lo dice con texto:
'La poesía se hace en el lecho como el amor
Sus sábanas deshechas son la aurora de las cosas
La poesía se hace en los bosques
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El abrazo poético como el abrazo carnal
Mientras duran
Prohíben caer en la miseria del mundo.'

Poesía y amor son actos semejantes. Las experiencias poética y amorosa nos logran abrir las puertas de un instante eléctrico. Allí el tiempo no es sucesión; ayer, hoy y mañana dejan de tener significado: sólo hay el siempre que también es ahora y aquí. Caen los muros de la prisión mental; espacio y tiempo se abrazan, se entretejen y despliegan a nuestros pies una alfombra viviente, una vegetación que nos cubre con sus mil manos de hierba, que nos desnuda con sus mil ojos de agua. El poema, como el amor, es un acto en el que nacer y morir, esos dos extremos contradictorios que nos desgarran y hacen de tal modo precaria la condición humana, pactan y se funden. Amar es morir, han dicho nuestros místicos; pero también, y por eso mismo, es nacer. El carácter inagotable de la experiencia amorosa no es distinto al de la poesía. René Char escribe: "poema es el amor realizado del deseo que permanece deseo."

Todo el ser participa en el encuentro erótico, bañado de su luz cegadora. Y cuando tal tensión desaparece depositándonos una ola contra las orillas de lo más cotidiano, esa luz aún brilla, entreabre cortinas de nuestra condición... Entonces nos reconocemos y recordamos lo que, realmente, somos. La "vida anterior" regresa: es una mujer, la morada terrestre del hombre, la diosa de pechos desnudos que sonríe a las orillas del Mediterráneo, mientras el agua del "mar se mezcla al sol"; es Xochiquetzal, la de la falda de hojas de maíz y fuego, la de la falda de bruma, cuerpo de centella en la tormenta; es Perséfone que asciende del abismo en donde cortó narciso, flor del deseo. Paul Éluard revela identidades de amor y poesía:
'Tú das al mundo un cuerpo siempre el mismo
El tuyo
Tú eres la semejanza'

La mujer es semejanza. Y yo diría: la correspondencia. Todo rima, todo se llama y se responde. Como lo creían los antiguos, y lo han sostenido siempre los poetas y la tradición oculta, el universo está compuesto por contrarios que se unen y separan con secretos ritmos. El conocimiento poético -y la poética imaginación, esa facultad productora de imágenes en cuyo seno los contrarios se reconcilian- nos deja vislumbrar la analogía cósmica. Baudelaire decía: "La imaginación es la más científica de nuestras facultades porque sólo ella es capaz de comprender la analogía universal, aquello que una religión mística llamaría la correspondencia... La naturaleza es un Verbo, una alegoría, un modelo..."

Esa obsesionante repetición de imágenes o mitos a través de los siglos, por individuos y pueblos que no se han conocido entre ellos, tampoco puede razonablemente explicarse sino aceptando el carácter arquetípico del universo y de la palabra poética. Cierto, el hombre ha perdido la llave maestra del cosmos y de sí mismo; desgarrado en su interior, separado de la naturaleza, sometido al tormento del tiempo y el trabajo, esclavo de sí mismo y de los otros, rey destronado, perdido en un laberinto que parece no tener salida, el hombre da vueltas alrededor de sí mismo incansablemente. A veces, por un instante duramente arrebatado al tiempo, cesa la pesadilla. La poesía y el amor le revelan la existencia de ese alto lugar donde, como dijo el 'Segundo Manifiesto': "...vida y muerte, las reales e imaginarias, tanto en el pasado como del futuro, lo comunicante o incomunicable, los altos y bajos dejarán de ser percibidos contradictoriamente".

Todavía no es tiempo de hacer uno de esos balances que tanto aman los críticos y los historiadores. Hoy nadie se atreve a negar que el surrealismo ha contribuido de manera poderosa a formar la sensibilidad de nuestra época. Además, esa sensibilidad, en buena parte, es creación suya. Pero la empresa surrealista no se ha limitado únicamente a expresar las tendencias más ocultas de nuestro tiempo y anticipar las venideras; este movimiento se proponía 'encarnar en la historia y transformar el mundo con las armas de la imaginación y la poesía'. No ha sido otra la tentativa de los más grandes vates en Occidente. Frente a la ruina del mundo sagrado medieval y -cara, simultáneamente- al desierto industrial o utilitario que ha erigido la civilización racionalista, la poesía moderna se concibe como un nuevo ámbito sagrado, fuera de toda iglesia y fideísmo.

Novalis había dicho: "La poesía es la religión natural del hombre." Blake afirmó siempre que sus libros constituían las "sagradas escrituras" de la nueva Jerusalén. Fiel a esta tradición, el surrealismo busca un nuevo espacio sagrado extrarreligioso; fundado en triples ejes de Libertad, el Amor y la Poesía. Esa tentativa surrealista se ha estrellado contra un muro. Colocar a la poesía en el centro de la sociedad, convertirla en el verdadero alimento de los hombres y en la vía para conocerse tanto como para transformarse, exige también una liberación total de la misma sociedad.

Sólo en alguna sociedad libre la poesía sería un bien común, o creación colectiva y participación universal. El fracaso del surrealismo nos ilumina sobre otro, acaso de mayor envergadura: el de la tentativa revolucionaria. Allí donde las antiguas religiones y tiranías han muerto, renacen los cultos primitivos y las feroces idolatrías. Nadie sabe qué nos depararán los treinta o cuarenta años venideros. No sabemos si todo arderá, si brotará la espiga de la tierra quemada o si continuará el infierno frío que paraliza al mundo desde el fin de la guerra.

Tampoco es fácil predecir el porvenir del surrealismo. Pero ya sé algo: como las sectas de gnósticos en los primeros siglos cristianos o aquella herejía del cisma cátaro, como los grupos de iluminados del Renacimiento y el periodo romántico, como la tradición ocultista que desde la antigüedad no ha cesado de inquietar a los más altos espíritus, el surrealismo -en lo que tiene de mejor y más valioso- seguirá siendo alguna invitación a la aventura interior, del redescubrimiento de nosotros mismos; y un signo de su inteligencia, el mismo que a través de los siglos nos harán los grandes mitos y los mayores poetas.

Este signo es un relámpago: bajo su luz convulsa, entrevemos algo del misterio de nuestra condición.  > >
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y, además de dicha edición facsimilar completa, hay
como precedente, otro poema recitado por el autor:
e, igualmente, con su versión íntegra escrita, o
'Repaso: la doble llama', Epílogo [último capítulo].
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miércoles, 11 de julio de 2012

¿Por qué trabaja[ría]mos tant[ísim]o (¡aún!), si (ya) es[tamos -y hace tiempo- en] el Siglo XXI?


Un agudo comentarista (Owen Hatherley) acaba de volver a cuestionar algo no baladí -¡para nada!- sobre lo que ya nos prestó su atención al comienzo de la interminable Crisis actual, y también tratamos acá en algunas otras intervenciones adicionales más, tan reiterada como apasionada mente:

< Si hay algo en lo que prácticamente coincidían antaño todos los futurólogos, es que en el siglo XXI habría muchísimo menos trabajo. ¿Qué habrían pensado, de haber sabido que en 2012 la jornada laboral de 9 a 5 se ha convertido en algo más parecido a otra desde 7 de la mañana hasta 7 de la tarde? Seguramente habrían echado un vistazo en torno suyo y habrían visto cómo la tecnología tomaba el control en muchas profesiones en las que anteriormente se necesitaba una ingente mano de obra, habrían contemplado el aumento de la automatización y la producción en masa, y se habrían preguntado, ¿por qué pasan 12 horas al día en tareas de poca filfa?


Se trata de una cuestión a la que no responden adecuadamente la derecha o la izquierda oficial. A los conservadores siempre les ha gustado pontificar acerca de la virtud moral del trabajo duro y buena parte de la izquierda, concentrada en los terribles efectos del desempleo masivo, ofrece comprensiblemente "más empleos" como solución principal a las Crisis. Anteriores generaciones habrían encontrado esto perdidamente decepcionante.

En casi todos los casos, los utopistas, socialistas y demás futurólogos creían que el trabajo acabaría por quedar casi abolido sobre todo por una razón: podríamos dejar que lo hicieran las máquinas. El pensador socialista Paul Lafargue escribió en su breve tratado mordazmente titulado 'El derecho a la pereza' (1883):

"Nuestras máquinas, con aliento de fuego, con brazos de incombustible acero, con maravillosa fecundidad inagotable, ejecutan con docilidad por sí mismas su sagrada labor. Y no obstante, el genio de los grandes filósofos del capitalismo sigue estando dominado por los prejuicios del sistema salarial, la peor de las esclavitudes. No comprenden todavía que la máquina es la salvadora de la humanidad, el dios que redimirá al hombre de alquilarse para trabajar, la divinidad que le otorgará ocio y libertad".

Oscar Wilde estuvo evidentemente de acuerdo: en su ensayo de 1891, 'El alma del hombre bajo el socialismo', desdeña "el disparate de lo que hoy se escribe y dice acerca de la dignidad del trabajo manual", e insiste en que "el hombre está hecho para algo mejor que repartir mugre. Todo el trabajo de esa laya debería realizarlo una máquina". Deja bien claro lo que quiere decir:

"La maquinaria debe trabajar para nosotros en las minas de carbón, y ocuparse de todos los servicios sanitarios, y ser fogonero de los vapores, y limpiar las calles y llevar mensajes los días de lluvia y realizar todo lo que sea tedioso o penoso".

Tanto Lafargue como Wilde se hubieran sentido horrorizados de haberse dado cuenta que, sólo 20 años después, el trabajo manual mismo se convertiría en ideología de los partidos laboristas y comunistas, que se dedicaron a glorificarlo en lugar de a abolirlo.

En esto también, sin embargo, la idea consistía en que finalmente quedaría substituido. Tras la Revolución Rusa, uno de los grandes defensores del culto al trabajo fue Aleksei Gastev, un antiguo metalúrgico y dirigente sindical que se convirtió en poeta, publicando antologías de títulos como 'Poesía de la planta de producción'. Se convirtió en el entusiasta principal del taylorismo, la técnica norteamericana de gestión habitualmente criticada por la izquierda por reducir al trabajador a una simple pieza de la máquina, dirigiendo el Instituto Central del Trabajo, con patrocinio del Estado. Cuando le preguntó por ello el izquierdista alemán Ernst Toller, Gastev contestó: "Tenemos la esperanza de que gracias a nuestros descubrimientos lleguemos a un estadio en el que un trabajador que antes en determinado empleo trabajaba unas '8 horas' tenga que trabajar no más de otras '2 ó 3, sólo', ya". En algún momento de la cadena esto quedó olvidado en beneficio de los supermusculosos estajanovistas que ejecutaban proezas sobrehumanas de extracción de carbón.

Los teóricos industriales norteamericanos, por raro que parezca, parecían compartir la visión socialista. Buckminster Fuller, el diseñador, ingeniero y polifacético sabio norteamericano, declaró que la "ecuación industrial", es decir, el hecho de que la tecnología faculta a la humanidad para hacer "más con menos", pronto eliminaría la noción misma de trabajo por completo. En 1963 escribió: "[D]entro de un siglo, la palabra 'trabajador' no tendrá ningún significado actual. Será algo que haya que mirar en un diccionario de principios del siglo XX". Si eso ha resultado cierto de los últimos 10 años, lo ha sido sólo en el sentido de "hoy en día somos todos de clase media" del Nuevo Laborismo, no en el sentido de eliminar de veras el trabajo de poca monta, o la división entre trabajadores y propietarios.

Los sondeos llevan mostrando desde hace mucho que la mayoría de los trabajadores piensan que sus empleos son irrelevantes, y echando un vistazo a las disputadas vacantes en una oficina de empleo media –el personal de oficinas de atención telefónica al cliente, archivista y, sobre todo, las diversas tareas de la industria de servicios– es difícil no estar de acuerdo.

Sin embargo, la visión utópica de la eliminación del trabajo industrial ha pasado de muy diversos modos a mejor vida. En la última década, las acerías de Sheffield han logrado producir más que nunca con mínima parte del personal previo; y en los puertos de contenedores de Avonmouth, Tilbury, Teesport y Southampton se deshicieron de la mayoría de los estibadores, pero no del tonelaje.

El resultado no fue que los estibadores o trabajadores siderúrgicos se vieran libres, tal como dijera una vez Marx, para "cazar por la mañana, pescar por la tarde y dedicarse a la crítica después de cenar". Por el contrario, se vieron sometidos al oprobio, la pobreza, y la incesante preocupación de buscar otro empleo que, caso de conseguirse, podía ser inseguro, mal pagado, no sindicalizado, en el sector servicios. En la presente era del trabajo eventual es prácticamente la norma, ésta; de modo que la idea del empleo seguro, cualificado y el orgullo en el trabajo no parecen tan horribles. No obstante, el movimiento obrero se consagró en otro tiempo a la abolición última de todo trabajo de poca entidad, tedioso, agotador. Disponemos de las máquinas para convertirlo hoy en realidad, pero carecemos de la voluntad.' >
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(en 'The Guardian', traducido por Lucas Antón)
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domingo, 8 de julio de 2012

SOBRE "LAS PERAS DEL OLMO": SURREALISMO, EN PAZ [1ª de 2]

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Merced a los muy excelentes oficios como zahorí de nuestro querido M. Glez. Núñez y al, tan bien, amigo blog -astur- El osu que mató a Favila: "Es revelador el cómo los organizadores de este ciclo de Conferencias hayan tenido que pensar en esto del Surrealismo como uno de los grandes temas para nuestra época.

Día a día se hace más patente que la casa construida por la civilización occidental se nos ha vuelto prisión, laberinto sangriento, matadero colectivo. No es extraño, por tanto, que pongamos en entredicho a la realidad y que busquemos una salida. El surrealismo no pretende otra cosa: es un poner en radical entredicho a lo que hasta ahora ha sido considerado inmutable por nuestra sociedad, tanto como una desesperada tentativa por encontrar la vía de salida. No, ciertamente, en busca de la salvación, sino de la verdadera vida.
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 Trabajando en el puerto marítimo senegalés de M'bour (por MYM, año 2009)
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Al mundo de 'robots' de la sociedad contemporánea el surrealismo opone los fantasmas del deseo, dispuestos siempre a encarnar en un rostro de mujer. Pero hace cinco o seis años esta conferencia habría sido imposible. Graves críticos -enterradores de profesión y, como siempre, demasiado apresurados- nos habían dicho que el surrealismo era un movimiento pasado. Su acta de defunción había sido extendida, no sin placer por los notarios del espíritu. Para descanso de todos, el surrealismo dormía ya el sueño eterno de las otras escuelas de los principios del siglo: futurismos, cubismos, imaginismos, dadaísmo, ultraísmo, etcétera. Bastaba, pues, con que el historiador de la literatura pronunciase su pequeño elogio fúnebre para que, ya tranquilos, volviésemos a los quehaceres diarios; lo maravilloso cotidiano había muerto; en realidad, nunca había existido. Existía sólo lo cotidiano: la moral del trabajo, el 'ganarás el pan con el sudor de tu frente', el mundo sólido del humanismo clásico y de la prodigiosa ciencia atómica.

Pero el cadáver estaba vivo. Tan vivo, que ha saltado de su fosa y se ha presentado de nuevo ante nosotros, con su misma cara terrible e inocente, cara de tormenta súbita, cara de incendio, cara y figura de hada en medio del bosque encantado. Seguir a esa muchacha que sonríe y delira, internarse con ella en las profundidades de la espesura verde y oro, en donde cada árbol es una columna viviente que canta, es volver a la infancia. Seguir ese llamado es partir a la reconquista de los poderes infantiles. Esos poderes -más grandes quizá que los de nuestra ciencia orgullosa- viven intactos en cada uno de nosotros. No son un tesoro escondido sino la misteriosa fuerza que hace de la gota de rocío un diamante y del diamante el zapato de Cenicienta. Constituyen nuestra manera propia de ser y se llaman: imaginación y deseo

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El hombre es un ser que imagina y su razón misma no es sino una de las formas de ese continuo imaginar. En su esencia, imaginar es ir más allá de sí mismo, proyectarse, continuo trascenderse. Ser que imagina porque desea, el hombre es el ser capaz de transformar el universo entero en imagen de su deseo. Y por esto es un ser amoroso, sediento de una presencia que es la viva imagen, la encarnación de su sueño. Movido por el deseo, aspira a fundirse con esa imagen y, a su vez, convertirse en imagen; juego de espejos, ecos, cuerpos que se deshacen y recrean bajo el sol inmóvil del amor infatigablemente. La máxima de Novalis: "
el hombre es imagen", la hace ya suya el surrealismo. Pero la recíproca también es verdadera: 'la imagen encarna en el hombre'.

Nada más sintomático de cierto estado de espíritu contemporáneo que aceptar sin pestañear la presencia de tendencias que pueden calificarse de
surrealistas a lo largo del pasado -el romanticismo alemán, la novela gótica inglesa, como ejemplos próximos- y en cambio negarse a reconocerlas en el presente. Cierto, hay un estilo surrealista que, perdido su inicial poder de sorpresa, se ha transformado en manera y receta. El surrealismo es uno de los frutos de nuestra época y no es invulnerable al tiempo; pero, asimismo, la época está bañada por la luz surrealista y su vegetación de llamas y piedras preciosas ha cubierto todo su cuerpo. Y no es fácil que esas lujosas cicatrices desaparezcan sin que desaparezca la época misma. Esas cicatrices forman una constelación de obras a las que no es posible renunciar sin renunciar a nosotros mismos. Sin embargo, el surrealismo traspasa el significado de estas obras porque no es una escuela (aunque constituya un grupo o secta), ni una poética (a pesar de que uno de sus postulados esenciales sea de orden poético: el poder liberador de la inspiración), ni una religión o un partido político. El surrealismo es una actitud del espíritu humano. Acaso la más antigua y constante, la más poderosa y secreta.

En 'Arcano 17', André Breton habla de una estrella que hace palidecer a las otras: el lucero de la mañana, Lucifer, ángel de la rebelión. Su luz la forman tres elementos:
la libertad, el amor y la poesía. Cada uno de ellos se refleja en los otros dos, como tres astros que cruzan sus rayos para formar una estrella única. Así, hablar de la libertad será hablar de la poesía y del amor. Movimiento de rebelión total, nacido de Dadá y su gran sacudimiento, el surrealismo se proclama como una actividad destructora que quiere hacer tabla rasa con los valores de la civilización racionalista y cristiana. A diferencia del dadaísmo, es también una empresa revolucionaria que aspira a transformar la realidad y, así, obligarla a ser ella misma. 

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El
surrealismo no parte de una teoría de la realidad; tampoco es una doctrina de la libertad. Se trata más bien del ejercicio concreto de la libertad, esto es, de poner en acción la libre disposición del hombre en un cuerpo a cuerpo con lo real. Desde el principio la concepción surrealista no distingue entre el conocimiento poético de la realidad y su transformación: conocer es acto transformando aquello que se conoce. Y la actividad poética vuelve a ser, pues, así una operación mágica.

Para nosotros el mundo real es un conjunto de objetos o entes. Antes de la edad moderna, ese mundo estaba dotado de una cierta intencionalidad, atravesado, por decirlo así, por la voluntad de Dios. Los hombres, la naturaleza y las cosas mismas estaban impregnadas de algo que las impregnaba de trascendencia; poseían un valor: eran buenas o malas. La idea de utilidad -que no es sino la degradación moderna de la noción de bien- impregnó después nuestra idea de la realidad. Los entes y objetos que constituyen el mundo se nos han vuelto cosas útiles, inservibles o nocivas. Nada escapa a esta idea del mundo como un vasto utensilio: ni la naturaleza, ni los hombres, ni la mujer misma: todo es un para..., todos somos instrumentos. Y aquellos que en lo alto de la pirámide social manejan esta enorme y ruinosa maquinaria, también son utensilios, también son herramientas que se mueven maquinalmente.

El mundo se ha convertido en una gigantesca máquina que gira en el vacío, alimentándose de sus detritus. Pues bien, el
surrealismo se rehúsa a ver el mundo como un conjunto de cosas buenas y malas, unas henchidas del ser divino y otras roídas por la nada; de ahí su anticristianismo. Asimismo, se niega a ver la realidad como un conglomerado de sólo cosas útiles o nocivas; y desde ahí su anticapitalismo

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Las ideas de moral y utilidad le son extranjeras. Finalmente, tampoco considera el mundo a la manera del hombre de ciencia puro, es decir, como un objeto o grupo de objetos desnudos de todo valor, desprendidos del espectador. Nunca es posible ver el objeto en sí; siempre está iluminado por ese ojo que lo mira, siempre está moldeado por la mano que lo acaricia, oprime o empuña. El objeto, instalado en su realidad irrisoria como un rey en un volcán, de pronto cambia de forma y se transforma en otra cosa: ese ojo que mira lo ablanda como cera, la mano que tocaba lo modeló como arcilla, el objeto se subjetiviza. O como dice un héroe de Arnim:
"Discierno con pena lo que veo con los ojos de la realidad, de lo que veo con aquéllos de la imaginación." Evidentemente se trata de los mismos ojos, sólo que sirviendo a poderes distintos. Y así se inicia una vasta transformación de la realidad. Hijo del deseo, nace el objeto surrealista: la asamblea de montes es otra vez cena de gigantes; las manchas de la pared cobran vida, se echan a volar y son un ejército de aves que con sus picos terribles desgarran el vientre de la hermosa encadenada.

Las imágenes del sueño proporcionan ciertos arquetipos para esta subversión de la realidad. Y no sólo las del sueño; otros estados análogos, desde la locura hasta el ensueño diurno, provocan rupturas y reacomodación a nuestra visión de lo real. Consecuentes por tal programa, Bretón y Éluard reproducen en su libro 'La Inmaculada Concepción' el pensamiento de los enfermos mentales; durante una época Dalí se sirve de la "paranoia crítica"; Aragón escribe 'Una ola de sueños'. Y, en efecto, se trataba de una inundación de imágenes destinadas a quebrantar la realidad.

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Otro de los procedimientos para lograr la aparición de lo insólito consiste en desplazar un objeto ordinario de su mundo habitual ("el encuentro de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección"). Ningún arma más poderosa que el humor: al absurdo del mundo la conciencia responde con otro y el humor establece así una suerte de "empate" entre objeto y sujeto. Todos estos métodos -y otros muchos- no eran, ni son, ejercicios gratuitos de carácter estético. Su propósito es subversivo: abolir esta realidad que una civilización vacilante nos ha impuesto como la sola y única verdadera.

El carácter destructivo de estas operaciones no es sino un primer paso; su fin último es desnudar la realidad, despojarla de sus apariencias, para que muestre al fin su verdadero rostro. "El ser ama ocultarse": la poesía se propone hacerlo reaparecer. De alguna manera, en algún momento privilegiado, la realidad escondida se levanta de su tumba de lugares comunes y coincide con el hombre. En ese momento paradisíaco, un instante para siempre por primera y única vez, somos de verdad. Ella y nosotros. 

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Arrasado por el humor y recreado por la imaginación, el mundo no se presenta ya como un "horizonte de utensilios" sino como un campo magnético. Todo está vivo: todo habla o hace signos; los objetos y las palabras se unen o separan conforme a ciertas llamadas misteriosas; la yedra que asalta el muro es la cabellera verde y dorada de Melusina. Espacio y tiempo vuelven a ser lo que fueron para los primitivos: una realidad viviente, dotada de poderes nefastos o benéficos, algo, en suma, concreto y cualitativo, no una simple extensión mensurable.

Mientras el mundo se torna maleable al deseo, escapa de las nociones utilitarias y se entrega a la subjetividad, ¿qué ocurre con el sujeto? Aquí la subversión adquiere una tonalidad más peligrosa y radical. Si el objeto se subjetiviza, el yo se disgrega.
"Desde Arnim (dice Bretón), toda la historia de la poesía moderna es la de las libertades que los poetas se han tomado con la idea del yo soy." Y así es: al margen de un retrato de Nerval aparece, de su puño y letra, una frase que años más tarde, apenas modificada, servirá también de identificación para Rimbaud. Nerval escribía: "Yo soy el otro". 

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Rimbaud sentenció: "Yo es otro". Y no se hable de coincidencias: se trata de una afirmación que viene de muy lejos y que, desde Blake y los románticos alemanes, todos los poetas nos han repetido incansablemente. La idea del doble -que ha perseguido a Kafka y a Rilke- se abre paso en la conciencia de un poeta tan aparentemente insensible al otro mundo como Guillermo Apollinaire:
'Je me disais Guillaume il est temps que tu viennes
Un jour je m'attendais moi-même
Pour que je sache enfin celui-là que je suis...'
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El casi enternecido asombro con que Apollinaire se espera a sí mismo, se transforma en el rabioso horror de Antonin Artaud: "transpirando la argucia de sí mismo a sí mismo". En un libro de Benjamín Péret, 'Je sublime', la corriente temporal del yo se dispersa en mil gotas coloreadas, como el agua de una cascada a la luz solar. A más de dos mil años de distancia, la poesía occidental descubre algo que constituye la enseñanza central del budismo: el yo es una mera ilusión, la congregación de sensaciones, pensamientos y deseo.

A través de diversas técnicas es posible realizar la sistemática destrucción del yo o, mejor dicho, una objetivización del sujeto. La más notable y eficaz es la escritura automática; o sea: el dictado del pensamiento no dirigido, emancipado de las interdicciones de la moral, la razón o el gusto artístico. Nada más difícil que llegar a estos estados de alguna suprema distracción


A este frenesí pasivo todo se opone, desde la presión del exterior hasta nuestra propia censura interior y el llamado "espíritu crítico". Tal vez no sea impertinente decir aquí lo que pienso de la "escritura automática", después de haberla practicado algunas veces. Aunque se pretende que constituye un método experimental, no creo que sea ni lo uno ni lo otro. Como experiencia me parece irrealizable, al menos en forma absoluta. Y más que método la considero una meta: no es un procedimiento para llegar a un estado de perfecta espontaneidad o inocencia sino que, si fuese realizable, sería ese estado de inocencia. Ahora bien, si alcanzamos esa inocencia -si hablar, soñar, pensar y obrar se ha vuelto ya lo mismo-, ¿a qué escribir?

El estado al que aspira la "escritura automática" excluye toda escritura. Pero se trata de un destino inalcanzable. En suma, practicarla efectivamente y no como ejercicio psicológico, exigiría haber logrado una libertad absolut; o, lo que es lo mismo, una dependencia no menos absoluta: un estado que suprimiría las diferencias entre el yo, el superego y el inconsciente. Algo contrario a nuestra naturaleza psíquica. 

No niego, claro estará, que en forma aislada, discontinua y fragmentaria, tal disciplina no nos dé ciertas revelaciones preciosas sobre un funcionamiento del lenguaje y el pensamiento. En este sentido quizá Bretón tenga razón al insistir en que, a pesar de todo, es uno de los modos más seguros "
para devolver su inocencia y poder creador originales a la palabra humana". Por lo demás ningún escritor negará que casi siempre sus mejores frases, sus imágenes más puras, son aquéllas que surgen de pronto en medio de su trabajo como misteriosas ocurrencias. Y lo mismo sucede en nuestra vida diaria: siempre hay alguna extraña intrusión, una -dichosa o nefasta- "casualidad", que vuelve irrisorias todas las previsiones del sentido común. 

Más allá de su dudoso valor como método de creación, la escritura automática puede compararse a los "ejercicios espirituales" de la Mística y las prácticas del
budismo Zen, sobre todo: se trata de llegar a un estado de pasividad activa; en el que "yo siento" es, paradójicamente, substituido por otro misterioso "se piensa". 

Lo importante, así, es lograr la ruptura de esa ficticia personalidad que el mundo nos impone o que nosotros mismos hemos creado para defendernos del exterior. El yo nos aplasta, y esconde nuestro verdadero ser. Negar al yo no es negar a seres ningunos:
'Suis-je Amour ou Phébus? Lusignan ou Byron?'
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Renunciar a la identidad personal no implica una pérdida del ser sino, precisamente, su reconquista. El poeta es ya todos los hombres. La naturaleza se revela tal cual es y arroja sus máscaras. La tentativa, presente en la mayoría de los grandes poetas, por "ser todos los hombres" necesariamente se alía con esa 'destrucción del yo'. La empresa poética consiste no tanto en suprimir como en abrir una personalidad y convertirla en el punto para intersección de cuanto son subjetivos más lo objetivo. 

El surrealismo intenta resolver esta vieja oposición entre yo y el mundo, lo interior y lo exterior; creando objetos que son interiores y exteriores, a la vez. Si mi voz ya no es mía, sino la de todos, ¿por qué no lanzarse a una nueva experiencia: la poesía colectiva? En verdad la poesía siempre ha sido hecha por todos. Los mitos poéticos, las grandes imágenes de la poesía en todas las lenguas, son un objeto de comunión colectiva

Los surrealistas no sólo quieren participar en las creaciones poéticas: aspiran a convertir esa participación en una nueva forma de creación. Varios libros de poemas fueron escritos colectivamente por Breton, Éluard, Char y otros. Al mismo tiempo, aparecen los juegos poéticos y plásticos; todos ellos destinados a un hacer que, por medio del choque de dos o más voluntades poéticas, la imagen deslumbrante logre surgir en fin.


Continuará ] ... "

(Octavio Paz, en México, 1954)
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