viernes, 9 de diciembre de 2022

Confidencias muy íntimas, Leconte: relación auténtica a través de heridas [Lisímaco H.H]


Post en 'Los jardines de Psique' del analista L. Henao H:
 
 
 "Voy a partir de la escena que más me gusta, en términos de mi extraversión: aquella en que el asesor fiscal William Faber baila en su apartamento. La cámara se sitúa en un pasillo y por el va y viene Faber y su baile. Ese pasillo, en mi opinión, representa la vida del personaje. No tiene mucho espacio físico y por lo que sabemos durante el desarrollo de la trama tampoco mucho espacio psíquico. Faber ha quedado preso de su destino como hijo de su padre, heredero de su oficio y dueño del espacio donde creció y ahora trabaja. Este baile nos anuncia un deseo de movimiento aún no liberado que al final de la película [*] encontrará alas, pero que por el momento se encuentra incubándose gracias a un encuentro tan accidental como necesario.

 Jung denominaba sincronicidad a ese encuentro significativo entre una necesidad psíquica y un evento externo. Faber ha escuchado durante largos años a sus clientes, ellos le hablan, según él mismo de nacimiento, matrimonio, divorcio, jubilación y muerte, el ciclo de la vida. Pero Faber nunca ha escuchado como ahora lo hará, es decir, escuchándose al mismo tiempo. Es un verdadero efecto de sincronicidad que Anna toque a su puerta por error, pues el ser puesto en el lugar de la escucha auténtica es lo que él necesita para moverse del estrecho y polvoriento lugar del hábito. Observemos que ni siquiera sabe de qué va el cuadro colgado en la pared, en otras palabras, él no habita realmente ese lugar, ese lugar se ha convertido en el hábito que lo cubre.

 William Faber nunca se imaginó que terminaría haciendo lo mismo que su padre, pero el desarrollo de la trama [*] nos sugerirá que el problema no radica en lo que hacemos sino en la inconsciencia con la que lo hacemos. No se trata al final de que Faber haya equivocado su oficio, se trata de que en su vida ha terminado siendo como esos juguetes que colecciona: una antigüedad mecánica, un juguete de la sobrevivencia que todos los días se da cuerda a sí mismo. William Faber es un fracasado. Su exmujer le muestra al “verdadero hombre”, al “hombre de éxito” que encarna su nueva pareja: el gerente de gimnasio, un cuerpo físico fuerte que conduce su propio auto y se muestra agresivamente masculino (cualidades de las que Faber carece). Sí. Es un fracasado. Hasta su oficio y su secretaria le vienen por herencia, su padre le heredó inclusive sus clientes representados por el anciano que le recuerda una y otra vez lo grande que fue su progenitor. Ahora bien. Este asesor de impuestos parece aceptar con cierto talante depresivo su fracaso y esto, tal como nos lo enseña Rafael López-Pedraza en su texto “La consciencia del fracaso” puede ser la verdadera esencia de una vida coherente con nuestra auténtica naturaleza. No es posible el éxito. Aunque sea este el ideal actual de occidente, aunque nacemos y nos desvivimos en medio de discursos sobre la consecución del éxito (económico, social, sexual, intelectual, etc.), fracasamos constantemente frente a las fuerzas inconmensurables de nuestra división psíquica en opuestos: como seres conscientes fracasamos frente a la energía inmensa de lo inconsciente, como seres pensantes fracasamos frente a la energía avasallante de los sentimientos y viceversa, como seres de control fracasamos constantemente frente a el impulso emocional que nos invade de cuando en cuando, como masculinos frente a lo femenino reprimido y viceversa.

 En esta lógica Faber nos muestra la mejor actitud posible, una “cierta consciencia del fracaso”, un cierto talante depresivo, una humildad del ego de la que conocimos algo a través de las religiones pero que hemos perdido fácilmente al aferrarnos a las ilusiones del ego científico-positivista. Los mejores momentos de esa consciencia del fracaso son aquellos en los que Faber hace chistes sobre sí mismo (frente a Anna, frente a su exesposa y frente al nuevo compañero de esta), dándonos a entender que su buena relación con el arquetipo del bufón es facilitadora de dicha consciencia.

 Y es este talante, en mi opinión, el gran facilitador del movimiento psíquico en la historia [*] que se nos cuenta, de movimiento en Anna y en el mismo Faber. Así como nadie se siente del todo cómodo en una habitación perfecta, nadie se siente del todo cómodo frente a un escucha que parece tenerlo todo resuelto. Anna, por el contrario, encuentra un ser en el que hay grietas, inseguridades y fracaso; motivo por el cual ella se siente con la confianza suficiente de mostrar sus propias grietas, su propio fracaso, su propia sombra. Muchas veces habló Jung de sus reacciones frente a los pacientes y no pocas veces se le refutó esta actitud, señalándole la necesidad de que los analistas muestren afectos planos o por lo menos cierta ecuanimidad. La respuesta del psiquiatra de Zurich frente a tales señalamientos fue siempre la misma: el paciente debe saber que está frente a otro ser humano, de lo contrario se verá abocado a falsearse para mostrar la misma seguridad e inteligencia del terapeuta o se cansará de tanta perfección o se sentirá humillado o dependiente de aquella autoridad del éxito que representa su terapeuta.
 
 
 En el desarrollo de la trama [*] encontramos variadas articulaciones de complejos masculinos y femeninos. El marido de Anna parece representar el fracaso de Faber en términos de lo no asumido, pues trata de que Anna le resuelva sus propios asuntos mediante la realización de sus fantasías (recordemos que el protagonista ya miraba por aquella ventana antes de ser invitado a mirar la cópula de Anna y el marido, pero se interesaba más por el drama humano que en aquellas habitaciones se desarrollaba que por la pasión sexual allí presente). El marido de Anna está cojo, ella misma le ha herido, lo cual nos recuerda el tema arquetípico de la herida; como he dicho, este personaje no se ha hecho cargo de su herida mientras que Faber si lo hace mediante una cierta consciencia del fracaso, motivo por el cual puede y se convierte en sanador, en el sanador herido.

 A través de esa herida ingresa Anna con su herida y, como en el mejor tratamiento psicológico profundo, juntos trasiegan por sus carencias, sus pobrezas de recursos psíquicos, sus recuerdos y desilusiones, hasta desembocar en la transformación subjetiva. Ellos no sólo se dedican a la catarsis y esto es muy importante. Su relación apunta al hecho de tomar decisiones que trascienden la repetición neurótica y dan sentido al hecho de estar en el mundo. Estas transformaciones trascendentales están simbolizadas en la película en el regreso de ella al ballet y en el cambio de apartamento de él. Todo esto, es bueno recordarlo, está más allá de las sospechas de la ex de Faber de que la verdadera intención de Anna es seducirlo y aún más allá de nuestras propias sospechas como espectadores de que esa última escena en la que él se sienta en el diván donde ella está recostada, puede continuar hacia el contacto físico.

 Otro personaje importante en la trama [*] es el psicoanalista Mennier, quien, por una buena cantidad, se convierte en el supervisor de Faber, siguiendo con el estilo de la formación analítica en todas las escuelas de psicología profunda. El maestro, el analista de mayor experiencia y edad, una representación del arquetipo del Anciano, está allí para controlar una posible inflación egoica del virtual terapeuta y lo hace recordándole que quizás Anna más que su propio problema, está asistiendo a las citas para resolver el problema de Faber.

 Siento que esta película [*] es un bello homenaje al encuentro terapéutico. Pero pienso que va más allá. Es una oda al encuentro humano auténtico, a la auténtica amistad, al vínculo profundo que afortunada o desafortunadamente suele darse con mayor facilidad entre extraños que entre familiares o cercanos, pues sucede que nuestras relaciones diarias están tan cargadas por nuestras identificaciones con las máscaras que construimos, que la verdadera apertura sólo se logra cuando no hay nada qué perder, ni siquiera el prestigio."

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       Sinopsis desde labutaca.net
       Foto de Sandrine Bonnaire en Sensacine.com

Por llamar a la puerta equivocada Anna (Sandrine Bonnaire) termina contándole sus problemas matrimoniales a un consejero financiero llamado William Faber (Fabrice Luchini). Conmovido por su angustia, que a la vez le resulta excitante, Faber no tiene valor para decirle que en realidad no es psicólogo. De una cita a otra, se va creando un extraño ritual entre ellos. William se siente conmovido por la joven mujer a la vez que fascinado por oír los secretos que ningún hombre alcanza a oír. Pero, ¿quién es Anna? y ¿realmente la está engañando con este juego? Yendo mucho más allá en esta extraña relación, Anna y William empiezan a cuestionarse sus vidas y a pensar en sus seres queridos. Gracias a la perspectiva del otro, empiezan a ver todo de manera distinta, sin tener ni idea de dónde les llevará...

Dirección: Patrice Leconte. 
País: Francia. 
Año: 2004. 
Duración: 104 min. 
Género: Drama. 
Interpretación: Fabrice Luchini (William Faber), Sandrine Bonnaire (Anna), Michel Duchaussoy (Doctor Monnier), Anne Brochet (Jeanne), Gilbert Melki (Marc), Laurent Gamelon (Luc), Hélène Surgère (Sra. Mulon), Urbain Cancelier (Chatel), Isabelle Petit-Jacques (Secretaria), Albert Simono (Sr. Michel). 
Guión: Jérôme Tonnerre y Patrice Leconte.


jueves, 10 de noviembre de 2022

Lucideces místicas del extraordinario Maestro Eckhart, O.P., hace más de 7 Siglos ya públicas

     
«Si yo no existiera, Dios no sería "Dios". Cuando yo me hallaba aún en mi causa primigenia, no tenía Dios alguno [...] Mas cuando, por libre decisión, salí y recibí mi ser de criatura, tuve uno entonces; porque antes de que fueran las criaturas, Dios aún no era "Dios"; pero, cuando las criaturas llegaron a ser [...] Dios no lo era en sí mismo, sino que era "Dios" en las criaturas» (Sermón 'Beati pauperes spiritu'). 
  
   
«En el espíritu hay una potencia y sólo ella es libre. A veces he dicho que es una custodia del espíritu; otras que una luz del espíritu y otras que una centellita (scintilla animae). Pero ahora digo que no es ni esto ni lo otro, y sin embargo es algo que está por encima de esto y lo otro y por encima de lo que el cielo lo está sobre la tierra. Por eso la llamo, ahora, de la manera más noble que nunca he hecho y, con todo, se burla tanto de la nobleza como del modo y queda por encima de ellos. Está libre de todo nombre y desnuda de toda forma, totalmente vacía y libre, como vacío y libre es Dios en sí mismo. Es tan completamente una y simple como uno y simple es Dios, de manera que no se puede mirar en su interior. Esa misma potencia de la que estoy hablando, en la que Dios se halla dentro, floreciendo y reverdeciendo con toda su deidad...» (Sermón 'Intravit Jesús in quoddam castellum').

Dicho con otras palabras: el hombre ha de esforzarse por encontrarse con Dios, y hacer de este re-encuentro su plenificación en el Uno. La unidad del hombre con Dios ya es posible desde el momento que el hombre sea consciente del modo en que posee su existencia. En efecto, cuando el hombre toma conciencia de que no posee el ser a partir de sí mismo, sino que se lo debe reiteradamente al don de Dios, percibe que Dios le es más interior que él mismo. Sólo el regreso del hombre a su ‘hombre interior’ puede hacer que se manifieste la procedencia ontológica de la criatura como un momento de presencia experimentada de Dios y de unidad última... ¿Cómo? Principalmente tomando conciencia de sus propios límites, renunciando a todo lo que el alma tiene de ser particular y determinada, y percibiendo en sí misma la continuidad de su ser con el Ser que es su causa. En la "scintilla animae" tenemos una relación viviente con la eternidad de Dios, en la que no puede reconocerse diferencia alguna entre nacimiento del Verbo, creación y encarnación, pues todo es ya una Unidad. Y esa Unidad tiene lugar en nuestra alma como un "unum in anima", como gracia, como don, y no como puro mecanismo. Por eso, el alma es beata cuando ‘toca’ la Unidad y así se singulariza, pero se ‘conoce a sí misma’ sólo cuando dice a Dios: «Tú eres». A partir de aquí, el alma se sitúa más allá del ‘conocimiento discursivo’: hay un a modo de suprarracionalidad que invita al hombre a ponerse de parte del misterio, sin el cual el intelecto no tendría vida y que es la fuente del auténtico entendimiento, es decir, del conocimiento completo...
 


  
El ‘desprendimiento’ aparece en la doctrina erckhartiana como virtud superior a todas las demás, incluido el amor. Porque todas las virtudes tienen alguna morada en las criaturas, mientras que el ser separado (‘desprendimiento’, ‘recogimiento’) está vacío de todas las criaturas: «[...] Yo alabo al ser separado por encima del amor». A partir de este desprendimiento, el hombre inicia un proceso de disolución de todos los vínculos de lo relativo, encontrándose entonces en disposición de unirse con el unum necessarium: «[...] debes saber que el recto ser separado no es otra cosa sino que el espíritu permanezca inmóvil ante todo asalto del cuerpo y del dolor, honor, vergüenzas y oprobios, tanto como lo hace una montaña de plomo ante un viento débil. Este ser separado inmóvil conduce al hombre a la mayor igualdad con Dios. Pues que Dios sea Dios le viene de su ser separado inmóvil, y del ser separado le viene la pureza, simplicidad e inmutabilidad. Por eso el hombre debe igualarse a Dios –en la medida en que una criatura puede ser igual a Él y esto debe suceder gracias al ser separado. Pues éste arrastra al hombre a la pureza y de ella a la simpleza y de la simpleza a la inmutabilidad, y ellas traen consigo una igualdad entre Dios y el hombre [...] Y debes saber: estar vacío de todas las criaturas es lleno de Dios estar; y estar lleno, de todas las criaturas, es vacío de Él estar» (Tratado 'Del ser separado').

Pero este desprendimiento puro –insiste Eckhart– se refiere absolutamente a todo: «[...] el objeto del puro ser separado no es ni esto ni lo otro. Se halla sobre una pura nada». Por lo tanto, hay que pasar por la nada para llegar al todo y unirse al Uno: «Uno con Uno, Uno de Uno, Uno en Uno, y en Uno, Uno eternamente». Esta negación voluntaria provoca a pari que el hombre vuelva a encontrarse a sí mismo; el abandono de sí en Dios conlleva que el alma alcance su independencia, su completa libertad, su esencia más pura, su más elevada virtud. Entonces es cuando el hombre puede renunciar a todas las cosas, e incluso al mismo Dios, pues no tiene que desear lo que ya posee: la contemplación, entendida ésta como la reunión de la realidad última del alma y de Dios en su identidad. Según Eckhart, nosotros no podemos ver a Dios si no vemos todas las cosas y a nosotros mismos como una pura nada (Tratado 'Del Hombre Noble').

Es necesario alcanzar a Dios, buscándolo en el punto central del alma: solamente allí revela Dios el fundamento de su divinidad, su entera naturaleza, su verdadera esencia. En ese punto culminante el hombre se convierte en una cosa con Dios, se convierte en Dios mismo; las propiedades de Dios se convierten en las suyas. No por esto el alma se anula enteramente en Dios; una línea sutilísima separa siempre el hombre de Dios: el hombre es Dios por gracia, Dios es Dios por naturaleza. Al Maestro Eckhart le interesa subrayar esta experiencia de unidad del hombre con Dios: éste es su "intuitus mysticus", que se refleja a través de todas las preocupaciones y todas las afirmaciones metodológicas de sus escritos.¿Cuál es el punto de partida de la enseñanza del Maestro Eckhart? Si hay alguno, es el sufrimiento del hombre. ¿Y éste de dónde proviene? Pues resulta que su origen se halla en la separación del hombre con Dios tras de su expulsión del "Paraíso" y entrada consiguiente al reino de la desemejanza; esto lo explica con el siguiente ejemplo; "cuando se me coloca en la mano un carbón ardiente me duele por tener algo que no tiene mi mano". En consecuencia sufro por no encontrar similitud a la divinidad, o mi desigualdad con lo sagrado (Tratado 'Del Hombre Noble').
  
Puerta del Meister Eckhart en Erfurt (S. Jn, 1:5)
 
"Por eso el hombre quiere ora una cosa, ora otra; ora se ejercita en la sabiduría, ora en el arte. Por no poseer lo Uno, el alma nunca llega a descansar hasta que todo sea uno en Dios, que es uno solo; ésta la bienaventuranza del alma o su adorno y su descanso es". Pero el hombre continúa insatisfecho porque no obtiene plena satisfacción en el mundo externo. Entonces, llega un momento en que se repara en que no se trata de experimentar sino de ser... y que el camino para ser no está afuera, en los objetos externos y en las experiencias, sino dentro. No se trata sin embargo de poseer, añadir o amontonar cosas sobre uno, sino en todo caso más bien del pulir, limpiar y desasirse de lo que es accesorio (Sermón 'Unus Deus et Pater Omnium').

En esa búsqueda, la felicidad, parece que nos rehuye; pero "la culpa del estar escondiéndose no la tiene nadie más que nosotros. Somos causa de todos nuestros impedimentos" (Sermón 'In hoc apparuit charitas dei in nobis quoniam'). Y el primer obstáculo que al buscador se presentaría es el de representarse o querer hallar a Dios como un objeto que ha de ser localizado y asido por el sujeto; así, es convertido en algo externo a uno mismo. ¿Cómo un objeto o una nada puede unirse a Dios, que no es objeto? ¡De ninguna manera! Sólo puede asemejarse Dios con aquella parte del hombre que tampoco es un objeto. Eso es para Eckhart la "chispita" o fondo del alma. Descubrir cuál es esa parte del hombre, pues, equivale al averiguar qué o quién es divinidad […] "Dios no es ni esto ni aquello" (Sermón 'Omne datum optimum').

«No es absolutamente nada», es decir, está fuera de nuestras categorías intelectuales. Es «lo Uno, donde toda multiplicidad es una sola cosa y una no-multiplicidad» (Tratado 'Del Consuelo Divino'), porque «donde hay dos, hay defecto». Todos los atributos pertenecen a Dios sin que Él sea uno de ellos; «por esto, libre de todas las cosas es Dios y, por tal, todas las cosas». Mas, "no se contenta con ello, antes bien, regresa a lo primigenio, a lo más íntimo, al fondo y al núcleo del ser-Padre donde ha estado adentro eternamente en sí mismo [...] Allí, todas las hierbecillas y la madera y las piedras y todas las cosas son uno" (Sermón 'Hec dicit dominus')

Cuando se descubre que «en verdad, tú eres el Dios escondido» (Isaías 45, 15), es por ser el alma testigo de que hay un lugar, que es no-lugar, y un momento, que es no-momento, en el que Dios y Alma son semejantes; "en el fondo del alma, allí donde el fondo de Dios y el fondo del alma son uno solo" (Sermón 'Homo quidam nobilis')
 
 
M. Eckhart y el Duque de Brabante en el ayuntamiento de Colonia
  
«Cuando yo residía aún en el Fondo y el Lecho, en el Riachuelo y en la Fuente de la Deidad, allí nadie me preguntó hacia dónde me dirigía ni lo que hacía; en realidad, no había nadie para interrogarme. Cuando llego al Fondo y al Lecho, al Riachuelo y Fuente de la Deidad [...] nadie se ha percatado de mi ausencia, pues es allí donde "Dios" desaparece» (Sermón 'Nolite timere eos')

Por tal, "soy la causa de mí mismo en cuanto a mi ser que es eterno, y no en cuanto a mi devenir temporal. Así soy un no-nacido y según ese carácter, no podré morir jamás; esto es, he sido eternamente, soy ahora y habré de ser eternamente [...] Muchas simples gentes imaginan que deberían ver a Dios como si allí estuviera; ¡mientras que sin embargo, y a la vez, ellos están aquí! No es así: Dios y yo, somos uno" (Sermón 'Iusti autem in perpetum vivent').

"La culpa de la perturbación, no la tienen los modos de proceder ni las cosas: quien te perturba eres tú mismo a través de las cosas, porque te comportas desordenadamente frente a ellas" ('Collatio in Libros Sententiarum' 3). Por eso, no se trata de renunciar a los bienes exteriores sino de renunciar al ego, desapegarnos de la idea de un "yo" que hay, hace y desea: se ha dicho «Quien me quiere seguir que se niegue primero a sí mismo» (Mateo 16, 24)
 
 
"Por ende, comienza primero contigo mismo y ¡renuncia a ti mismo! De cierto, si no huyes primero de tu propio yo, adondequiera que huyas encontrarás estorbos y discordia [...] Caminan como alguien que pierde el camino: cuanto más lejos va, tanto más se extravía. Pero entonces ¿qué debes hacer? En primer término debes renunciar a ti mismo, con lo cual has renunciado a todas las cosas".

Ni el lenguaje poético expresa lo inefable; abundan metáfora o giro equívoco y paradójico: 'camino, peldaños, grados, viaje, peregrinación' ven el alma como un móvil a Dios ajeno y extraño; cual objeto desplazado por espacio que no existe; acción -'alcanzar, hacer, meditar, purificar, realizar, nacer'- del alma imperfecta e incompleta necesitando experiencia para madurar. 

Proceso, en fin, para llegar a Dios, como si el alma no estuviera ya en Él; pues, mientras aún ahí no está, ¿entonces, dónde? ¿qué lugar ajeno y distinto? ¿acaso hay alteridad o alienación tal posible? Es racionalmente irresoluble; sólo cabe comprensión espiritual que transcienda conocimiento basado en la relación sujeto-objeto, es decir, unitivo transpersonal o supraindividual.
 
Maestro Eckhart, en BadWörishofen
 
El místico Eckhart topa con la paradoja: su itinerario es «Camino sin camino (wec âne wec)», pues "A Dios hay que tomarlo en tanto que ser sin ser, no tiene ningún modo" (Sermón 'Surrexit autem Saulus de terra'). Requiere sutileza comprenderlo: si dice salir de sí (ûzgân), no trata de proyectar al exterior nada; en tal caso "cuanto más lejos va, menos halla lo que busca. Camina como uno errando el camino: cuanto más avanza, más se dirige al error. ¿Qué debe hacer? Dejarse... y todo lo habrá abandonado". Un modo «sin modo» (âne wîse) de comprender. Solo el que a Dios así busca, lo aprehende tal cual es en sí, sin razón ni porqué. "Si alguien estuviera miles de años preguntando a la vida ¿Por qué vives tú? y la vida pudiera contestar diría: Yo vivo porque vivo".

No hay verdadero conocimiento sin transformación del sujeto en objeto de comprensión. Ese es el círculo sin centro de la eternidad en el que sujeto y objeto son transcendidos a la unidad. Allí hay una paz y estabilidad perfectas, sin deseo del ser alguien o llegar a ninguna parte, porque se Es; "Dios no es una luz creciente, aunque hay que haber llegado mediante un crecer. donde no se ve nada de Él. Si Dios tiene que ser visto, debe ser en una luz que es Dios mismo" (Sermón 'Surrexit autem Saulus de terra'). Pero el hombre se deja engañar por espejismo de la apariencia de los objetos, tomándolos como si fueran verdaderos.

La causa del problema es que creemos ver dualidad donde unidad solo hay sin tiempo ni espacio que pueda ser recorrido.
 
 
Eckhart recalca la importancia del no caer en el error de verse como un ser diferente y separado de los demás, pues todos somos un ser. La dualidad implica verse distinto, es decir, creerse un individuo autónomo que tiene ser por sí mismo y vive de compararse con otros alimentando las diferencias. Tal arrogante actitud no hacemos más que perjudicarnos: "si queréis ser un solo hijo, separaos de cualquier «no», porque produce diferenciación. ¿Cómo? ¡Fijaos! Por el hecho de que no seas aquel hombre, el «no» produce una diferenciación entre tú y él. Por consiguiente: si queréis carecer de diferenciación, libraos del «no». Porque en el alma hay una potencia separada del «no», que no tiene nada en común con cosa alguna; pues en esta potencia no hay nada fuera de Dios solo" (Sermón 'Haec est vita aeterna').

El hombre podrá "encontrar" a Dios porque en él existe un «algo» divino e in-creado capaz de tocar-Le directamente. En eso consiste su nobleza. Para ello, ha de vaciarse de sí mismo, recoger sus sentidos externos e internos y entregarse a la Gracia: «el Señor se descubre en nuestro fondo más íntimo, siempre y cuando Él nos halle en casa y el alma no haya salido de paseo con los cinco sentidos» (Tratado 'Del Hombre Noble').

"He investigado con seriedad y perfecto empeño cuál es la virtud suprema y óptima [...] debido a la cual el hombre puede llegar a ser lo que es Dios por gracia [...] y no lo encuentro posible sino, tan solo, con puro desasimiento (Abegescheidenheit) superador de todas las cosas; pues [tan solo él] se halla libre de toda criatura" (Tratado 'Del Desasimiento').
 
  
Mediante desprendimiento (Abegescheidenheit), el hombre debe renunciar por completo a sí mismo, y no aspirar a nada, ni siquiera al reino celestial. Eckhart invoca a San Pablo para afirmar lo que es preciso: "por consiguiente le ruego a Dios que me prive de Dios". 

Comentando la experiencia extática que lo descabalgó -a Pablo- del caballo (Hechos... 9, 3-8) -"se levantó Saulo del suelo, y abiertos los ojos, nada veía- San Agustín dice que ahí vió a Dios. Ahora lo invierto y es mejor así: cuando veía la nada, veía a Dios... porque cuando el alma llega a lo uno, allí entra en un rechazo puro de sí misma, encontrándose de tal manera a Dios como en una nada" (Sermón 'Surrexit autem Saulus de terra'). «Quien odie a su alma en este mundo, la guardará para la vida eterna» (Juan 12, 25).

"Pues has renunciado a ti mismo y has salido de tus potencias y de su actividad y de la propiedad personal de tu esencia; por esto es absolutamente preciso que Dios entre en tu esencia y en tus potencias: porque te has despojado de todo lo que te es propio, has desertado de ello como está escrito: 'La voz clama en el desierto' Deja gritar a esta voz eterna en ti como le plazca y sé un desierto de ti mismo y de todas las cosas" (Tratado 'Del Nacimiento Eterno').
 
Eckhart en Sta. Mª Novella...
 
"Reza el Padrenuestro: «¡hágase tu voluntad!» (Mateo 6,10). Mas mejor sería: «¡hágase tuya la voluntad!»; para que mi voluntad llegue a ser Su voluntad, que yo llegue a ser Él" (Sermón 'Praedica verbum'). Ya que «bienaventurados son los pobres en espíritu» (Mateo 5, 3).

"El fin es universalmente aquello mismo que es el principio de todo y para todas las cosas. No tiene porqué. Desde tal fondo más entrañable has de obrar todo sin porqué alguno: mientras hagas tus obras por el reino de los cielos, Dios o tu eterna bienaventuranza -es decir, desde fuera- realmente andarás mal" (Sermón 'In hoc apparuit caritas dei in nobis').

En definitiva, "la gente nunca debería pensar tanto en lo que tiene que hacer; tendrían que meditar más bien sobre lo que son. Pues bien, si fueran buenos, sus obras podrían resplandecer mucho. Si tú eres justo, también tus obras lo son. Que no se pretenda fundamentar la santidad en el actuar; sino en el ser" ('Collatio in Libros Sententiarum' 4).
  
 
«La luz, que es Dios, brilla en las tinieblas... Dios es una luz verdadera; quien quiera verla debe ser ciego» (Sermón 'Surrexit autem Saulus de terra').

"El hombre no debe tener un Dios pensado ni contentarse con Él, pues cuando se desvanece tal pensamiento, también Él lo hace; uno debe tener más bien un Dios esencial que se halla muy por encima de los pensamientos" ('Collatio in Libros Sententiarum' 6).

"Por eso dice S. Juan (17,1) "en esto consiste la vida eterna; en un conocerte a ti solo, como Dios, uno y verdadero". No dice ni Dios «sabio» ni «justo» ni «poderoso» sino únicamente «Dios, uno y verdadero»; y quiere decir que el alma debe apartar y mondar todo cuanto se agrega a Dios en el conocimiento, y tomarlo desnudo tal como un ser acendrado: así es Dios verdadero" (Sermón 'Nuestro Señor levantó').
  
 
"¿Cómo puede ser que el desasimiento del conocimiento conoce en sí mismo todas las cosas? Por su simplicidad; pues el hombre, cuanto más puramente simplificado se halla en sí mismo, con tanta más simplicidad conoce toda multiplicidad en él mismo y se mantiene inmutable" (Sermón 'Homo quidam nobilis').  Así, «mi casa y la de Dios es el mismo ser del alma, en la que sólo Él habita».

"Dios actúa sin intermediarios; Dionisio exhortó a su discípulo: ¡Querido hijo Timoteo, con el espíritu libre de preocupaciones debes elevarte por encima de ti mismo y las potencias de tu alma en la silenciosa oscuridad escondida, para llegar a un conocimiento del Dios desconocido supradivino! Para eso es preciso desapego de todas las cosas: a Dios le repugna actuar entre toda clase de imágenes" (Tratado 'Del Nacimiento Eterno').

Eckhart recuerda que Moisés «penetró en la niebla» y fue subiendo a la montaña; «allí encontró a Dios» y en las tinieblas halló la luz verdadera" (Exodo 20, 21). Por eso "el hombre debe no ser nada en sí mismo, enteramente despojado de toda igualdad y ya no ser igual a nadie, entonces es verdaderamente igual a Dios" (Sermón 'Convescens praecepit eis')
 
 
"San Pablo dijo: «Erais tinieblas, anteriormente, pero ahora sois una luz en Dios» (Efesios 5,8)... Aquí «aliquando» se lee 'anteriormente'. Y para quien sabe interpretar plenamente la palabra, ella significa lo mismo que «en algún momento» referido al tiempo que nos impide llegar a la luz, porque a Dios nada le repugna tanto como el tiempo; y no sólo el tiempo, se refiere también especialmente a todo apego al tiempo" (Sermón 'Eratis enim afiquando tenebrae').

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Más BIBLIOGRAFÍA para consulta:

      Maestro Eckhart

      Alfonso Maestre

      Javier Alvarado

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"¿Cuándo está encima un hombre? Cuando en todo lo ve todo. ¿Y cuándo en mero conocimiento es? Cuando ve las cosas separadas unas de otras(citado en 'Filosofía y Mística' por S. Panikker del 'Mysticism East&West' de R. Otto).

" has de atravesar y sobrepasar toda virtud tomándola solo en ese fondo primigenio donde uno es con la naturaleza divina solo(Sermón 'Quasi vas auri')...

De modo que, "si te amas a ti mismo, amas a todos los hombres como a ti mismo(citado por Iñaki Preciado en 'La ruta del silencio: viaje por los libros del Tao'). 
 
  


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P.S.-

En relación con las prédicas del Meister Eckhart merece la pena no dejar sin memoria también a la singular corriente de Beguinas y/o Beghards, en particular por lo que atañe al caso descollante de la incinerada Margarita Porete...  


 

lunes, 28 de febrero de 2022

¡Malditas sean todas las Guerras y todas estas canalles.C.as.tas que -siempre- nos las arman!

   
  
¡Ojalá "nuestra..." UE tan sólo hiciese "nada...", de verdad! (O sea: el mismo "nada..." que Suiza, por ejemplo, sí hace) Su realidad es aún peor: secunda juego de USA que, desde muy lejos para que apenas pudiera salpicarle sino el negociar con armamento más por las ventas del gas [licuado], le incitó a Ucrania para que no rechazara órdagos del "Oso" Putin... y luego la deja inerme sin "Alianzas" que, de señuelo, le había puesto
    
  
para todos; porque sólo 
hay un final posible: 
mandar armas (de 
'defensa' o no) es 
alimentarlo más.

L@s Borrell, Sánchez o Díaz la 
misma 'Casta m...' son que 
Casado, Ayuso y Biden, 
&Putin: culpables 
💀
  
  
Hace ahora cuatro añazos, pese 
a la Ley Mordaza vigente
estábamos reclamando 
porque 'Las Pensiones 
nos las "actualizaron"
0,25% cuando el IPC
subió un 1,1%...'

Ahora las "actualizan" un 
2,5% después de subir 
nuestros IPC el 6,5%.
Aunque ni quejar se 
manifiesta, con los 
decretar bozales 
confinando entre 
'pasaporte' y tal...  

¡Vaya PROGRESO: del perder  
0,85% -anualmente- a 4%
y... ya sin rechistar nada! 

[Será por cuanto nos cuestan
unas FF.AA que mandamos
a esa -ucraniana- Guerra
 donde 'andamos' ¡ya!...
careciéndose de alguna
votación parlamentaria
previa, exigida según
la ley constitucional]

¿Cuando dejaremos este
 actual proseguir atrás 
 como los cangrejos? 

   
¡Entre los "vencidos", en el 
   pueblo llano hambre   
    pasaron... Y entre los    
   "vencedores" en el pueblo   
   llano la pasaban, "tan bien"
   
  
 
Aunque casi no parezca 
posible aún h@y a quien 
las Trapis@ndeces entre 
PP...residentes actuales 
interesan tan poco, nada, 
como anteriores: entre la 
Presi Regional Susanita y 
otro Pedro 'el Guapo' en el 
PSOE de [2] Presidentes 
condenados por "saquear" 
millones de los ERE [¡años 
después aún sin 'ejecutar' 
sentencia firme del T.S de 
meter alguno Preso!] igual 
que, también, aquellas del 
viceP[icapiedra -Pablo- con 
Dina frente Tania & Errejón] 
 o de más Pimpinela-Casta
hay 'Golfadas' en todo lugar, 
¡y en muchos 'a calderadas'! 

Aquí no arreglan esta merdé 
y pretenden 'arreglar' Ucrania,
por nuestras Fuerzas 'Armás':
¡Cuánt@ insensat@, y criminal,
para muy 'alarmao' Rebañito!

 [Todo por sus GUERRAS  
 'contra Virus, o/y Putin', e  
 (in)competentes Partidos]  
  
   
¡pero ya! 

 

jueves, 27 de enero de 2022

InconstitucionaIUPPSOERcogobernantedecreta bozal con Alarmas por lejano ir 'A LA GUERRA'


Ni lo verdadero como las Ciencias o la Ley con los razonamientos, ni aun decente ser, cuenta ya: NO¡en el aquí, para nada...!
 
 
  
- 'Nuestros' gobernantes, con apoyo desde 'oposición' que comparte Casta de "cogobernanza" mediante las CC.AA, han anunciado envío de tropas navales y aéreas al "frente" [con Ucrania]... incumpliendo la ley que precisa del en votaciones por las Cortes haberse aprobado antes...
  
  

 
- Durante 2020 y 2021 se nos han mantenido en España prorrogadísimos Estados de Alarmas... al fin "anulados", tan sólo mucho después de haberse mantenido íntegros, por ser "inconstitucionales"...
  
 
- Sufrimos la [des]economía más ruinosamente parada-endeudada en la Unión Europea... y ni somos independientes del gas ruso como la nuclearizada Francia pero, en contra de lo que hace una pujante Alemania, nos ponen a la orden del trasatlántico aliado de Marruecos... que son los USA...
 
  
  
  
 

 
  
- Y todo ello es tolerado entre la pastueña complicidad de quienes obedientes acatan [bovina mente] las monsergas de Alarmas para rebaños con bozales perennes, incluso en soledad al aire, dictadas por el [enésimo] "Decreto-Ley" del 23/12/2021 que restringe nuestros derechos incumpliendo mandato constitucional del haber votado -la "convalidación o derogarlo..."- por el Congreso dentro del "Plazo de 30 (Treinta) Días Tras De Su Promulgación"... ¡Cuando ya se acumulan después otras 35 jornadas más hoy: suma y siguen!
  


El avisarnos mediante un 'Ómicron se transmite con tal facilidad que muy pronto nos contagiaremos todos' lo afirman algunos que lucen ajustadas mascarillas al aire libre, o toman todo tipo de precauciones extremas, sin ser conscientes de la flagrante contradicción entre sus palabras y su actitud. Si el contagio es inevitable, ¿qué finalidad, no masoquista, persiguen dificultándose la respiración; en un intento de impedir algo que ocurrirá de todos modos? Quienes consideran eficaces las restricciones aunque saben cómo el virus se expandirá igualmente incurren, cuando menos, en una contradicción. Pero su obstinación es tan formidable que se aferrarán acríticamente a su posición, incluso aun siendo conscientes de la incoherencia.  
  
  
Esta insólita convicción no proviene de una comparación racional de beneficios y daños, mucho menos de un profundo altruismo, sino de algo más complejo: las reglas Covid se han convertido para ellos en verdaderas normas morales, en principios universales indiscutiblemente ciertos que deben guiar cualquier conducta. Su vulneración dispara en los devotos la indignación, rabia y un profundo deseo de castigar al culpable, algo bien reflejado en la 'policía de balcón'. Las restricciones y prohibiciones, impuestas en un marco de miedo y aislamiento, acabaron engendrando un nuevo universo moral; donde principios como la cercanía, la compasión o el cuidado fueron sustituidos por la distancia, la displicencia y la animadversión hacia el prójimo.
  
  
El imaginario Covid contiene elementos de credos puritanos y conductas que recuerdan a ciertos ritos religiosos. Los sacrificios para tomar distancia de un virus respiratorio traen a la memoria las privaciones ascéticas, incluida la autoflagelación, para apartarse del mal y del pecado. La reiterada narrativa catastrofista es un remedo de los relatos de apocalipsis, donde la clave no se encuentra tanto en el cataclismo como en la penitencia y el posterior amanecer o 'nueva normalidad'. El término 'negacionistas' resuena con ecos de ancestrales calificativos como 'infieles' o 'herejes'. Y esa litúrgica obsesión por la limpieza, por la pureza, encuentra paralelismo real o simbólico en algunas religiones. Si el virus no se transmite por superficies ni objetos, ¿qué hay detrás de la exacerbada compulsión por la desinfección?     
     
 
   
En 'The righteous mind: Why Good People are Divided by Politics and Religion' (2012), Jonathan Haidt señala que la vertiente sagrada de la moralidad suele identificar el pecado con la suciedad; y la santidad con la limpieza. En algunas religiones esta identificación es meramente simbólica, como la pureza del alma o la limpieza moral; pero en otras se manifiesta de manera tangible, como la necesidad de abluciones para que el cuerpo se encuentre limpio antes de rezar. O en la prohibición del calzado dentro el templo por simbolizar la suciedad, la impureza mundana. Lo más interesante es que, Según Haidt, esta asociación de suciedad con pecado pudo haber cristalizado dentro de la cultura a través de la pugna de la humanidad con los gérmenes patógenos durante miles de años. Un combate que dio lugar al menos conocido sistema inmunitario...
 
DOS SISTEMAS INMUNITARIOS

En 'Parasites, behavioral defenses, and the social psychological mechanisms through which cultures are evoked' (2006), Mark Shaller plantea que no tenemos sólo un sistema inmunitario, sino dos. Además del biológico, explicado profusamente durante esta pandemia, la humanidad desarrolló una serie de mecanismos psicológicos, sociales y culturales que constituyen su primera línea de defensa contra los gérmenes. Se trata de otro, del comportamiento, resultado de la selección natural. Su funcionamiento permite detectar la presencia de patógenos y evitarlos.
 
 
El sistema inmunitario del comportamiento identifica determinadas señales (erupciones en la piel, deformidades, excrementos, aguas sucias, olores pútridos, fluidos corporales o simplemente un pedazo de comida que cae al suelo) como posible fuente de gérmenes nocivos y desencadena varias respuestas, entre ellas la del asco o repugnancia, que empujan al sujeto a apartarse. A lo largo del tiempo, este otro sistema inmunitario habría permeado algunos aspectos de la cultura, dejando llamativos elementos en muchos ritos religiosos. Y no solo en aquellos que exigen limpieza, física o moral; también en ciertas prohibiciones, como la carne de cerdo (antaño fuente de peligrosos parásitos) o la manera en que deben prepararse los alimentos para resultar admisibles.
  

 
Y, sin embargo, este sistema no parece haberse tomado muchas molestias con los virus respiratorios: suscita mucha menos repulsión una nariz constipada que unas erupciones cutáneas. Y no porque tantos virus causen dolencias más leves sino porque tal sistema es racional: solo actúa cuando percibe que los beneficios de eludir el virus compensan los costes. Dado que evitar los virus respiratorios conllevaría coste gigantesco, este sistema considera que no vale la pena intentarlo. Mejor dar paso directamente al otro sistema inmunitario: el biológico.
 
  
El sistema inmunitario del comportamiento es muy sensible ante señales de alarma porque está programado para 'minimizar los falsos negativos', esto es, para no pasar por alto ninguna situación peligrosa evitable. Por ello se dispara muchas veces sin motivo real. Algunos estudios anteriores a la pandemia comprobaron que la prominencia informativa sobre gérmenes contagiosos empujaba a los sujetos a un comportamiento más asocial, al aislamiento, a un fuerte recelo hacia sus conciudadanos y a una marcada inclinación a discriminar o estigmatizar a otros.
  
UNA INUSITADA PROMINENCIA 'INFORMATIVA'

La colosal fuerza con que las televisiones zarandearon informativamente el sensible sistema inmunitario del comportamiento, junto con la posibilidad de detectar el virus sin enfermedad, elevó la percepción de alarma hasta el paroxismo aun en momentos en que la mayoría de 'contagios' eran asintomáticos o muy leves. El pánico y el desconcierto contribuyeron a la deriva hacia un universo moral donde la sociedad se resiste a convivir con el patógeno, aunque sus efectos vayan siendo cada vez más leves, porque este virus parece haberse transformado simbólicamente en la encarnación del mal. 
  


  
En este cosmos, la 'vacuna' se percibe, no ya como un instrumento para prevenir la enfermedad, sino como un rito iniciático que confiere la condición plena de ciudadano. La mascarilla, el gel hidroalcohólico y la distancia social se han convertido en meros símbolos de virtud y superioridad moral; aun cuando en realidad este nuevo universo ha sacado lo peor del ser humano, ha fomentado las maldades más abyectas, como privar de sus derechos a quienes no se vacunan.
  
  
Ahora bien, aun compartiendo muchos elementos simbólicos, esta nueva creencia no puede considerarse una religión. Hannah Arendt señaló que no era correcto llamar religiones a ciertas ideologías totalitarias, aun cuando pudieran llenar huecos similares en el alma humana. Nos encontramos ante un conjunto de creencias disparatadas, incoherentes, rudimentarias, muy propias de una sociedad bastante infantilizada. Una religión es algo mucho más serio.
  
  
No intenten convencer a los adeptos: los argumentos racionales no hacen mella en tan rocosa obcecación. Sólo la televisión podría ejercer alguna influencia en el corto plazo. Sin embargo, una vez acabada la verdadera pandemia, mucha gente ha ido abandonando poco a poco este improvisado universo moral, que probablemente se acabará extinguiendo y solo dejará vestigios en el folklore. Pero su finalización podría constituir un proceso largo y tortuoso pues el abandonar una creencia resulta mucho más dificultoso que fue su adopción. Lo describió bien Arthur Koestler en su autobiografía, aludiendo a los 7 años en que abrazó la ideología comunista: 'un credo aparentemente nace como acto espontáneo; pero es gradual y lenta su muerte. Toda fe manifiesta esa tenaz resistencia a morir. Para evitar el horror del vacío, el creyente está dispuesto a negar todo lo que sus sentidos le muestran como evidente'.
  
  
Koestler ofrece otra clave importante: 'Nunca estuvo mi vida tan cargada de significación como durante esos 7 años, la superioridad de un hermoso error sobre una ruin verdad'. Sería muy triste llegar a pensar que el principal atractivo de la 'ideología Covid...' fuera su capacidad de llenar de significado el vacío existencial de mucha gente."