jueves, 25 de marzo de 2010

Cuando la Igualdad sólo es del género...

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Recibido aviso sobre una sustanciosa 'Carta al Director del ABC', desde Cive Pérez, hoy:
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"Soy un ciudadano desempleado con 40 años de edad que recibe Prestación social No Contributiva de 500 € mensuales por Gran Discapacidad, como consecuencia de una enfermedad poco común. Dada la compleja papeleta que tengo como consecuencia de la escasa cuantía de esta prestación, la cual «no da ni para costear el alquiler de una vivienda», hace ya dos años que me dirigí al Ministerio de Igualdad creyendo que atenderían desigualdades sociales de todo tipo, para exponer mi situación y recibir orientación con que salir de esta precariedad social. Pero dicho Ministerio me respondió amablemente mediante un escrito diciéndome que no podía atender mi cuestión porque 'sólo se tratan materias relacionadas con igualdad de género', sugiriéndome que me dirigiera al Ministerio correspondiente. Nuevamente me dispuse a contar mi historia al Ministerio de Sanidad y Política Social, pero desde éste me respondieron que en lo referente a cuestiones del empleo he de dirigirme al Ministerio de Trabajo e Inmigración. De momento no he tenido más ánimo para volver a remitir mi historia a otro Ministerio porque estoy cansado de ir relatando mis problemas de ventanilla en ventanilla por distintos ministerios sin que nadie los atienda.

Desde mi punto de vista es hora de reducir ministerios para ahorrar gastos frente a la crisis. Tal vez sería óptimo que la Política Social se incluya en el Ministerio de Trabajo, dado que al ser materias que tienen una cierta vinculación y que siempre estuvieron unidas -por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales-, ello evitaría que muchas personas en estas situaciones dejemos de dar vueltas de ventanilla en ventanilla. Asimismo, dado que el Ministerio de Igualdad no atiende a todo tipo de desigualdades sociales, sino tan solo su «igualdad de género», debiera convertirse en un departamento especializado de la Política Social. Todo ello supondría otro modo, ordenado y más eficaz, de prestar servicio a los ciudadanos."
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(Enrique G. Blanco, Madrid: 'Reducir ministerios frente a la crisis')

lunes, 22 de marzo de 2010

Jorge Semprún se despide...

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"Ni resignado a morir ni angustiado por la muerte, sino irritado, extraordinariamente incómodo ante la idea de que pronto ya no estaré…”, Jorge anuncia su adiós en un emocionante artículo de 'Le Monde', titulado Mi último viaje a Buchenwald. Se despedirá el próximo 11 de abril, en el 65 aniversario de la liberación del campo de concentración nazi por las tropas norteamericanas del general Patton. Allí intervendrá en el acto de homenaje que se celebra cada lustro y advierte que ya no podrá estar en el siguiente. Por eso, afirma, en esta ocasión “diré por última vez lo que pienso que tengo que decir”.
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Curiosa figura la de Jorge Semprún. Difícil de abordar; sencilla, si la hacemos derivar hacia el tópico. Me recuerdo un día revisando la biblioteca, no hace mucho. Cuando me encontré con los libros de Semprún que estaban esparcidos en varios apartados muy distintos -había cosas en francés, otras en castellano y ensayos políticos de lo más variopinto-, mi primera intención fue agruparlo todo, bajo el marbete imaginario de Jorge Semprún.
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Pero luego de pensarlo lo dejé tal como estaba. Había tenido la tentación del cliché, el estereotipo del paleto que limita la complejidad biográfica a una pregunta taxonómica: ¿escritor español o francés? ¿Intelectual o político? ¿Pensador o publicista?
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En lo único que quizá se asemeje Semprún a Borges es en la animosidad que despierta. No tiene nada que ver con la escritura ni con la inteligencia, o quizá sí, pero en el odio hacia Jorge Semprún hay connotaciones cainitas y de clase, y de educación, y hasta de suerte y fortuna. Su paso por la cultura española fue notable, su incidencia escasa, pero su huella está por determinar entre la faramalla de inquina e irritación que despierta su nombre. Y miedo, o más exactamente temor. Por encima de todo, envidia. ¿Se imaginan ustedes un duelo de titanes entre Francisco Umbral, Paco, el dandy de la Elipa, y Jorge Semprún, ex 'Federico Sánchez'? ¿Verdad que lo considerarían una provocación intempestiva?
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Se equivocan. Uno de los debates subterráneos de nuestra cultura durante la transición fue ése. Otra cosa es que nadie lo citara por su nombre ni lo exhibiera en letras de molde, pero en esa fallida pelea están muchas de nuestras limitaciones y algunas de nuestras miserias. ¿Cómo llegó Jorge Semprún a convertirse en una presa codiciada para los protagonistas intelectuales de la transición? Su aparición en la cultura de masas, en la incipiente cultura de masas española, fue apenas caída la losa sobre el Generalísimo, con aquel Planeta olvidable -¿recuerdan algún Planeta que además sea premio?-. La "Autobiografía de Federico Sánchez" fue un libro necesario, pero no era un buen libro. Había mucho Maura y poco Semprún, cabría decir. Había más de la herencia de Don Antonio, el vengativo, que de Semprún padre, el reflexivo. Detrás de tal Autobiografía late la indignación -otro gesto medularmente maurista- ante la figura de Santiago Carrillo, el sucio, que se exhibía en ese tránsito entre el 76 y el 77 como el político por excelencia. La gente, que tiene memoria de grillo, repetitiva, olvida que por entonces todos los adversarios históricos de Carrillo, con la excepción de Jorge, inclinaron la cerviz ante el estratega de Gijón. Hasta Fernando Claudín fue a Canossa y pidió ser recibido en el piso del Puente de Vallecas. Las urnas del 77 le quitaron a Santiago el desodorante; había vuelto creyéndose el Togliatti de Salerno, limpio y doctorado.
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Hasta la efímera y dudosa gloria del premio y la autobiografía de 'Federico', Semprún era conocido y valorado por un número muy reducido de personas que estaban en el secreto. Ahora que todo el mundo se jacta de haber vivido intensamente todos los secretos, carece de valor, pero no era así. La vida militante de Jorge Semprún recorre casi dos décadas vinculadas a la cultura española, sin hablar de otras cosas. Hasta 1964 no hay brote cultural en España al que no preste su atención y a fe que había, por más que fueran menos de los que hoy nos alardean. La cultura de oposición, no confundir con esas boberías de la oposición silenciosa y demás mandanga de trepadores, tiene en Semprún una figura ineludible.
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Luego viene su etapa como narrador. Bastarían "El largo viaje" y "La segunda muerte de Ramón Mercader", la más brillante de sus novelas y el libro creativo más político de todo lo que conozco de su obra. Conservo aún el hálito que me produjo la lectura de La segunda muerte como una de las experiencias intelectuales más emocionantes de mi vida, hasta el punto de que no he querido volver a leerlo nunca; ahí está como una foto de familia, brutal y sentida.
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Me hace mucha gracia escuchar aún hoy reproches a la actitud de Jorge Semprún -o de Enrique Múgica, en otra medida- porque optaron por el PSOE tan anticipadamente a la inmensa mayoría de sus congéneres. Deberían sentir envidia, porque ellos hicieron antes lo que la inmensa mayoría de sus denunciadores harían mucho más tarde y en circunstancias no exentas de humillación y patetismo. Hay que reconocerle a Felipe González eso que los antiguos del lugar llamarían, la perversidad del talento estratégico. Las inteligencias en política exigen dos cosas que nos complican mucho la vida a los analistas, tiempo y maldad. Nosotros tendemos a ser rápidos y cándidos.
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Al nombrar Felipe González a Semprún como su ministro de Cultura tocaba muchos palos al mismo tiempo, tantos que aún a más de uno le queda el resquemor de los efectos. Un ministro de Cultura que no había sido nunca, ni lo sería, militante del PSOE, y con un pasado incuestionable de luchador contra la dictadura. Aún recuerdo aquellos babosos de la Academia Jaime Capmany, el padrino de la columna salomónica, recordándole “al ministro francés” los poemas a Stalin, a Dolores,… que avergonzaban más por malos que por fervientes. Ahí apareció un rasgo destacable de la personalidad de Jorge. Su desprecio absoluto hacia la mediocridad retórica, ya fuera del enemigo franquista -¡qué cosas escribieron de él los plumillas de entonces!- o de sus compañeros de gabinete; sus sarcasmos sobre el musicólogo en agraz y poeta secreto, Alfonso Guerra, merecen, vistos en perspectiva, un reconocimiento al valor y a la perspicacia.
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Los radicales que denunciaban la traición del ministro Jorge Semprún a su pasado militante ahora están en su mayor parte en las filas del Partido Popular, cuando no a su derecha. No creo que haya retrato más cabal de nuestra frivolidad. Y también del carácter frágil y corrupto de una inteligencia vicaria, heredera, desde las reales academias a las no menos reales cátedras, del régimen más corrupto y letal de nuestra historia. Es verdad que el desdén de Semprún hacia nuestra pomposa cultura local, tan enraizada como las gachas o el pan con tomate, le convertía en un elefante en cacharrería. Pero qué decir del silencio de los nuestros. Fuera de un premio tan amañado como aquel Planeta de los albores de la transición, que no es precisamente un timbre de gloria intelectual, cómo recibimos el legado de Semprún.
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Empecemos, pues por el meollo. ¿Hay legado? Por supuesto. Un hombre que ha peleado contra el nazismo primero, contra el franquismo luego, contra la intolerancia que se impuso en sus propias filas, que pasó prisión en Buchenwald y décadas de militancia clandestina con riesgo de su vida. Que luchó por una sociedad distinta y que sufrió por ello. Que pensó y escribió sobre aquellas cosas que constituyen las raíces de un ser libre. Que vivió los infiernos y dejó páginas soberbias de pasión y solidaridad. ¿No es eso un legado? ¿Acaso hay mejor elogio que haber vivido intensamente, con ira sempruniana, un mundo tan atroz, y sobrevivir a él sin haberse quebrado en el camino?
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Entre mi generación y la suya hay un cuarto de siglo de diferencia, y sin embargo me siento como perteneciente a ese mundo que se va con él, que habla como él y que se expresa como él. Y lo digo en la convicción de que, si miro hacia atrás, creo que nunca he coincidido políticamente con Jorge Semprún, ni ayer ni hoy. Pero escucharé atentamente lo que pueda decir el 11 de abril en Buchenwald. Una parte de mi generación se despide, y me temo que sea lo mejor de ella.
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Gregorio Morán (20 de marzo del 2010)

miércoles, 17 de marzo de 2010

Aquí, ¿hay "Rebelión en la granja"...?, hoy

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No hace falta estar sobre todo de acuerdo con su postura para disfrutar de la luz que hallamos en algún textículo brillante como el adjunto de Fernando Savater. Para empezar, nos libramos del aburricie por tonterías que parecen ser obligadas tras de la sedicente "corrección política" en medios ambientes al uso; y además podremos tomar cumplidas lecciones de aquella ironía que -según el método socrático...- es preciso supuesto para poder llegar, con más mayéutica luego, a cualquier ilustración. Pues... ¡hablándose (mas bien), entienden (con sus imprescindibles discrepancias) las gentes (mucho mejor)!:

'Lo que diferencia el actual episodio del enfrentamiento entre taurinos y antitaurinos en el Parlamento catalán de otras fases de ese cíclico y antiguo debate es que por primera vez parece plantearse efectivamente la abolición de las corridas de toros en una región española. De modo que lo que se discute -o se debería discutir- no es tanto si ese espectáculo es una fiesta artística, portadora de tales y cuales valores, o por el contrario una muestra de barbarie anticuada, sino si debe o no ser prohibida para todos, la acepten o la rechacen. Es perfectamente imaginable que haya personas que sientan desagrado y repugnancia por las corridas pero que consideren abusiva su prohibición; incluso puede haber aficionados contritos que, reconociendo su gusto por ellas, admitan la necesidad de suprimirlas para verse libres de tan pecaminosa tentación, siguiendo el criterio de Pérez de Ayala: "Si yo mandase en España, suprimiría las corridas... pero como resulta que no mando, no me pierdo ni una".

De modo que ahora el viejo debate alcanza un nivel efectivamente político, como también es político su trasfondo. No ha sido ciertamente Esperanza Aguirre la primera en politizarlo, como aseguran los que siempre miran la realidad con un ojo abierto y otro cerrado: aunque las argumentaciones escuchadas en el Parlament no sean de corte nacionalista, sin una motivación de fondo nacionalista no habría habido iniciativa popular ni probablemente ésta hubiera llegado al punto actual. Lo resume muy bien un chiste aparecido en La Razón: un litigante muestra un rehilete, con el palo decorado con el característico papel rizado rojo y gualda, explicando: "Esto es una banderilla; la parte de abajo causa heridas leves al toro y la parte de arriba hay que reconocer que ha causado esta comisión". Claro que mejor que el debate sea en último término político, pues para eso se lleva a cabo en un Parlamento, que moral, como absurdamente suponen algunos. ¡No falta ya más que los Parlamentos decidan lo que es moral y lo que no lo es! Como parece que había quedado claro en otros casos -por ejemplo, el del aborto- el Parlamento no está para zanjar cuestiones de conciencia individual, sino para establecer normas que permitan convivir morales diferentes sin penalizar ninguna y respetando la libertad individual. Ahora, por lo visto, hay quien reclama del Parlament precisamente lo opuesto...

Lo digo porque en lo tocante a la moral, que es cuestión a la que he dedicado cierta perpleja atención durante bastante tiempo, no hay tanta unanimidad respecto al trato debido a los animales como algunas almas delicadas parecen suponernos. Existen más razonamientos éticos en el cielo y en la tierra de lo que la filosofía de Peter Singer supone y no es lo mismo ser bueno que ser guay, aunque el matiz diferencial pueda resultar difícil de captar hoy en países como el nuestro. El repudio de la crueldad (y no digamos "innecesaria", porque si fuese necesaria ya no sería crueldad) o del maltrato animal es moneda corriente en los moralistas desde Tomás de Aquino, pero en cambio hay menos unanimidad a la hora de establecer qué diferencia a esas prácticas perversas de otras formas del empleo humano de las bestias. Y ahí es donde esta discusión se hace desde un punto de vista teórico más sugestiva: ¿qué hemos hecho y qué hacemos con los animales?, ¿en qué medida la relación con ellos ha configurado nuestra civilización e incluso nuestra "humanidad"?

Para empezar a comprender estos asuntos es imprescindible retroceder bastante en el tiempo. Digamos hasta el comienzo de la historia. El desarrollo de la sociedad humana se basa desde el principio en la utilización de animales para nuestros fines: nos han servido de alimento ("todo lo que nada, corre o vuela... ¡a la cazuela!"), de fuerza motriz tirando de carros o haciendo girar norias, de transporte y de arma de guerra (¡los escuadrones de Alejandro, los elefantes de Aníbal!), sus pieles curtidas nos han vestido y nos han calzado, han arado los campos, han defendido nuestras casas y nuestros rebaños (¡también formados por animales!) y -supongo que lo más humillante de todo- nos han servido de pasatiempo en circos y otros espectáculos, nos han hecho zalemas como mascotas de compañía y han trinado en jaulitas a la espera de su alpiste. Por no mencionar a los que han donado involuntariamente -y a veces aún vivos- sus cuerpos a la ciencia para el avance de la medicina, la cosmética y hasta la astronáutica (¡Laika, pionera del Sputnik!). Nos han sido imprescindibles para evitar males mayores: el antropólogo Marvin Harris justificó que los aztecas se comiesen a sus prisioneros por la ausencia en su territorio de mamíferos de talla suficiente para poder convertirse en fuente de proteínas y Jared Diamond explica el rezago de ciertas poblaciones africanas por carecer de bestias domesticables que pudiesen servirles para el transporte o la carga. Si tantos y tan variados empleos son formas de maltrato, hay que reconocer que la civilización humana se basa en el maltrato de los animales.

De modo que resulta un poco risible el argumento abolicionista de "que le pregunten al toro si le parece arte que le piquen o le den la puntilla". Tampoco nadie le pregunta a la merluza si quiere donar su cogote a las sociedades gastronómicas o a los bueyes si quieren tirar del arado. Ni a perros, gatos o caballos de carreras si quieren ser castrados por nuestro bien. Porque en el caso del debate actual debe quedar claro que no se trata de introducir en nuestra cultura las corridas, sino de prohibir una práctica secular. ¿Que no sería hoy admisible iniciarlas? Imaginemos si aceptaríamos con los valores vigentes empezar a criar animales para alimentarnos con ellos. Me parece estar oyendo a quienes contemplasen corretear a unos pollos o a unos terneros: "¡Qué ricos son! ¿Verdad? Me refiero a que parecen sabrosos...". Reconocemos que en los mataderos o las granjas avícolas industriales los bichos no lo pasan nada bien, pero se arguye que en tales lugares no se venden entradas para el espectáculo. Sin embargo, el argumento se vuelve contra lo que intenta demostrar, pues si fuera verdad que los espectadores disfrutan con el sufrimiento animal frecuentarían esos dignos establecimientos en lugar de las plazas de toros. Otros se escudan en que no es lo mismo sacrificar animales para atender nuestras necesidades que para satisfacer diversiones o lujos. Pero, como señaló Valéry, "tout ce qui fait le prix de la vie est curieusement inutile". El asunto de fondo sigue siendo el mismo: ¿tenemos derecho o no?, ¿es crueldad o no?

La preocupación por el bienestar de los demás seres vivos obtuvo el patronazgo de notables ilustrados -Montaigne, Jeremy Bentham, Schopenhauer...- pero también el refrendo de algunos que mostraron humanitarismo con las bestias y bestialidad con los humanos: las primeras leyes europeas protoecologistas de protección de la Madre Tierra y de los animales fueron dictadas por el vegetariano Adolf Hitler. En cualquier caso, la sensibilidad hacia el sufrimiento de otros vivientes es un signo de la modernidad. A ella se deben medidas piadosas como el peto de los caballos de los picadores (impuesto por el dictador Primo de Rivera) o el suavizamiento de los obstáculos más peligrosos en la carrera del Grand National de Liverpool. No son desdeñables, pese a que ello implica que los animales van desapareciendo de nuestras vidas urbanas -circos, zoológicos- para hacerse sólo presentes virtualmente en los documentales de la televisión. Es una tendencia que continuará y que sin duda también acabará mañana afectando las corridas de toros, si no son abolidas. No revelan acercamiento a la naturaleza, sino el predominio humanista de dos instancias desconocidas en ella: la compasión y la hipocresía. Ambas, en su dialéctica perpetua, espiritualizan nuestra vida. Yo me quedo con el arrebato de Nietzsche en la plaza Carlo Alberto de Turín, abrazado llorando al cuello del viejo caballo fustigado por su cochero. ¿Síntoma de locura o comprensión abismal de la irreductible desdicha de existir?'

martes, 9 de marzo de 2010

Recontando lo viejo, sobre ‘tasa de sustitución [entre la miseria] del Salario', y sus Pensiones


Cuanto sobre nuestras Pensiones vienen defendiendo las conocidas como voces de “derechas” es ya bien sabido, aquí ahora. ¿Mas qué tipo de argumentos al respecto son publicitadas en realidad por quienes representarían lo que se nos pretende hacer pasar como supuestísimas alternativas para Gobiernos más “progresistas o/y sociales”, frente a ese dicho -siempre neoliberal...- consenso?
 
Con fecha del 27 de febrero pasado, por ejemplo, 'El País' destinaba la mayor parte de su página 22 al enlucir -interesada y torticera mente...- antisocial cuentismo viejísimo del que "no saldrán más las cuentas para (que sigamos pagándole a) la vejez (sus pensiones públicas) actuales, ya"; ¡ni siquiera! = "Los '100 economistas' plantean bajar pensiones respecto último salario".
 
A lo que menos de una semana después, justo hace 7 días, añadió el mismo diario un redoble sonado dedicando su (principal) Tribuna de Opinión del 3 de marzo, en la ‘Cuarta página’, al remachar esa misma cantinela con otro sueltito -de D. Fernando Azpeitia y [el contumaz, como veremos a continuación] Don José A. Herce...- sobre "Las pensiones en una España envejecida".
 
Sus truculentas tesis en todo ello parten de señalarnos el caso de ciertas "tasas de sustitución", o cocientes entre la pensión cobrada tras jubilarse y el "último" salario percibido (inmediatamente previo) para cada empleo, que serían "hoy en exceso altas". España: 80%; frente al 55% aprox. de Francia, según alegan [¡qué desproporción abusiva, por nuestra parte!, parecerá, ¿no?]... Aunque como ahí no se detallan sus cifras, sin embargo habremos de acudir al -coincidente- Informe que publicó 2 días antes 'Expansión', con lo mismo en paralelo si bien algo más pormenorizado.
 
Conforme a los datos en ambas fuentes, la citada tasa de sustitución (o reemplazo) varía -dentro de cualquier Estado- para sus diferentes niveles de remuneración salarial. Así pues, por ceñirnos al "caso" con una mayor repercusión laboral concreta (pudiendo analizarlo comparativamente no ya solo en términos relativos del porcentaje sino, además, por importes monetari[zad]os reales...) el valor correspondiente a "salarios bajos" oscila entre un 82% del Reino de España y otro 63,8% de la vecina República Francesa. Pero veamos ahora en lo que cabe traducir esos paradójicos índices:
 
A) 'Tasa de sustitución' (jubilación/salario):
Francia - 63,8 %
España - 82,0 %

 
B) 'PIB anual med. per capita' 2008 (F.M.I):
Francia - 46.016 $
España - 35.331 $

 
C) "Salario mínimo" –semanal- en 2009:
Francia - 305 (con 35 horas / semana, sólo) y -mientras tanto- España - 168 € (40 h, incl. p.p. de pagas extras)
 
C’) "Salario Mínimo" –total /Año- del 2009:
Francia - 22.668 $..., ya, cuando sin embargo -aún- se tiene para España - 12.493 $
 
C'/B = D) "Salario Mín. Anual" / 'PIB med. p.c.':
Francia - 49 %
España - 35 %

 
A*D = E) 'Tasa de protección (Pensiones/ PIB mpc)':
Francia - 31,5 %
España - 29,0 %

 
Esto es, concluyendo, que pese a ser ciertas las "tasas de sustitución (teóricas)" más elevadas acá -sobre donde aun se tienen todas unas pirámides de salarios inferiores, que arrancan desde los 'SMI' vigentes en una mitad del de Francia, sólo, por ejemplo- la "tasa de protección (real)" con Jubilaciones cubierta sigue siendo muy claramente todavia -respecto del indicador medio de la riqueza nacional o 'PIB medio per capita'- bastante menor aquí que fuera; como nuestra salarial renta...
 
Pero además es que -según ya nos resaltaron Vicenç Navarro, Juan Torres y A. Garzón, por su '¿ESTÁN EN PELIGRO LAS PENSIONES PÚBLICAS?...'- resultaría hoy demasiado fácil el comprobarse cómo equivocaron reiteradas predicciones esos ‘expertos’ que continuamente vienen insistiendo con lo de que nuestro sistema público de pensiones está condenado a la quiebra: "Para argumentar sus propuestas privatizadoras todos ellos habían previsto primero que en el emblemático año 2000 se produciría un importante déficit del sistema, como anticipo de su deterioro venidero. Y lo mismo -vaticinaron- más tarde, para 2005."
 
Por José A. Herce, como ejemplo, se aseguró en junio de 2009 que “el sistema público de pensiones español entrará en déficit en torno al año 2020”; una predicción ampliamente difundida por los medios y que lógicamente conllevaba la natural preocupación a los ciudadanos [ ver “Declaraciones en la comparecencia en la Comisión no permanente de seguimiento y evaluación de los acuerdos del Pacto de Toledo”, nº 305 del ‘Diario de Sesiones’, 9 junio 2009” ].
 
Pero este mismo autor ya también antes nos había pronosticado más: con un trabajo publicado en 1995 que la Seguridad Social tendría un déficit de 0,62% del PIB para 2000 y 0,77% durante 2005; por otro trabajo de 1996 que el déficit sería 1,37% del PIB en 2000 y 1,80% para 2005; mediante otro estudio con Jesús Alonso que sería 0,96% del PIB en 2000 así como 1,17% durante 2005; y desde su último estudio de 2000 que sería 0,16% del PIB en 2000 y 0,30% surante 2005 [ ver “El futuro de las pensiones en España: Hacia un sistema mixto”. Servicio de Estudios de La Caixa, Barcelona (1996): Herce, José A. et alia; más “Los efectos económicos de la Ley de Consolidación de la Seguridad Social”. Documento de Trabajo del FEDEA en el nº 152 de ‘Hacienda Pública Española’ (1998): Herce, José A. y Alonso, Javier; más “La reforma de las pensiones ante la revisión del Pacto de Toledo”. La Caixa, Barcelona (2000): Herce, José A. y Alonso, Javier ].
 
Y sin embargo, lo cierto fue que al finalizar el año 2000 la Seguridad Social no registró ese déficit pronosticado por Herce o el resto [¿todo menos "que paguen los ricos"...?], sino -¡al contrario!- un superávit del 0,4%; así como después tuvimos otro mayor aun -¡de 1,1%!- en 2005.
 
Erraron también otros defensores de las tesis liberales como Piñera y Weinstein (1996) que habían pronosticado un déficit de 0,42% del PIB en 2000 y 0,75% para 2005; Barea más otros investigadores que afirmaron sería 1,61% del PIB en 2000; e incluso el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (1995) que estimó un déficit 0,10% del PIB durante 2000 y 0,40% para 2005 [ ver “Reforma de las pensiones ante una revisión del Pacto de Toledo”. La Caixa. Barcelona (2000): Herce, José A. y Alonso, Javier ].
 
No en vano unas proyecciones de la Comisión Europea -citadas por Camila Arza, con 'La Situación Social de España', volumen III. Editorial Biblioteca Nueva, 2009- sobre "Gastos públicos en Pensiones" dieron [como porcentajes del PIB] para España estimación de sólo el 8,8% en 2015 mientras que ya estaban las medias globales entre toda nuestra Unión Europea con un 10,6%, desde 2004...
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viernes, 5 de marzo de 2010

Cuent@s del Gran Capital, fiscales: Vice-presi… en Eco…[no…mía], socia lista, para el ‘País’ hoy

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¡Cuerpo a tierra, que al parecer vienen la nuestra o lo nuestro, con (su ‘tocomocho’ fiscal de) Cuentos y cuentas del Gran Capital...!
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Para salir corriendo es lo -a P.S[algad]O.E.- leído, en el diario de hoy mismo, sobre negociaciones para 'pacto de Estado' con Izquierda Unida:
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- "…Ya hemos hecho una reforma fiscal hace poco. Nuestro tipo marginal de IRPF está en la media de la UE..." =>
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¡Ojo que que sus reformas nos han rebajado el tipo marginal heredado de los Aznar&Rato... y estamos en la media de la UE-27 con Letonia, Bulgaria, etc. pero ya por debajo de casi todos los 'países de nuestro entorno' entre la Unión Europea menos cutre: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Holanda, Italia, Suecia...!
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- "…El Impuesto de Sociedades tiene una recaudación efectiva media del 18% y ahora, durante 4 ó 5 años, estarán [aun peor, las empresas] compensando pérdidas..." =>
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Último dato de Hacienda que hasta hoy nos habían citado era que “la presión fiscal efectiva media por Impuesto de Sociedades ya fue solo 20% en 2008” y sin embargo después han seguido las cascadas de programas rebajando el tipo nominal [del '30% en principio salvo 25% para las Pymes' que son casi todas, o sea, excepto menos de 1 sobre cada 10] con el que –tras múltiples desgravaciones”- andábamos así. ¡Mientras el tipo mínimo tributado en Renta salarial
[pero sobre toda y no, como en el caso de las empresariales, para sólo el resto del 'beneficio' que pueda sobrar luego de haberse deducido todo su gasto...] sigue siendo 24%!
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Por otra parte, la críptica mención a ese “compensando pérdidas” nos quiere decir en román paladino que con la legislación fiscal vigente las empresas tienen "derecho a No Pagar Impuestos de Sociedades por el denominado ‘crédito fiscal’ que se les concede durante 4 ó 5 años tras haber declarado pérdidas en 1 –tan sólo- de crisis”: así están las cosas y ahora son entendibles las negras perspectivas del Déficit público, previsto durante toda una legislatura, por lo (más aun, aparte del Fraude añadido) que se les permite a las Compañías dejar de pagar...
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- "… No hay que confundir una economía sumergida con otra economía informal [...'IU entiende que el Gobierno distinga entre ese delito grave y de vez en cuando no cobrar el IVA’, según El País]..." =>
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¿A quién quiere confundir aventándonos pícaras complicidades de tolerancia tan laxa, si los datos oficiales dicen que por suma de todo Fraude Fiscal al Erario (entre pagos de Hacienda y cotizaciones a la Seguridad Social evadidos mediante una cuarta parte, más o menos, de nuestros mercados que sólo trabaja 'en dinero negro'...) le sisan hasta 10% del PIB, el doble que las medias en la UE, o sea casi 100.000 millones de Euros –ó 15 billones de pesetas- anuales, aproximada mente...?
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¡No hay Derecho: ni siquiera un mínimo de vergüenza, por tales transfuguismos, entre nuestra gran 'espe... contra los Mercados' que presumen de representar!
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Así nos lo expuso un Manifiesto de 130 expertos, congregados para las recientes XII Jornadas de Economía Crítica celebradas el mes pasado en Zaragoza, que -según difundieron en 'Público'- propone una batería de medidas anticrisis muy distintas a las puestas en marcha: el aumento de Inversión pública, una Reforma fiscal progresiva, Reestructuración del sector financiero (con recuperación de la Banca pública incluida) y fortalecimiento del sistema de las Pensiones públicas.
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Un consenso es cómo el 'Ajuste' anunciado dificultará la salida de la crisis: "así será imposible recuperar nivel del empleo antes de otros 6 ó 7 años", apuntó Eladio Gutiérrez, economista de CCOO, para quien "la crisis va a ser mucho más larga y dura de lo que se dice".
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Entre todos quienes lo suscriben están rectores universitarios, es el caso de Carlos Berzosa (U. Complutense de Madrid), y otros destacados catedráticos como por ejemplo Ángel Martínez González Tablas (también de la UCM), Mikel Gómez Uranga (UPV); Jordi Roca, Alfons Barceló y Benjamí Bastida (UB); la emérita Miren Etxezarreta (UAB) o Julio Sánchez Chóliz (UZ)... Y es que, como les recordaba Óscar Carpintero (UV) que dejó escrito el economista rumano Nicholas Georgescu-Roegen: "Lo obvio debe ser enfatizado porque ha sido ignorado durante largo tiempo".
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Las ponencias presentadas en Zaragoza han aportado un torrente de datos que rara vez son centrales en el debate: en España el peso de las rentas del trabajo en el PIB está en mínimos históricos, los Costes laborales unitarios descendieron un 7% desde 2000, nuestro Gasto social (21% del PIB) es de los más bajos de la UE y se sitúa todavía por debajo casi 10 puntos pocentuales del de Francia...
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Los economistas críticos llevaban tiempo anunciando la crisis remando contracorriente en un mar de optimismo. Y resulta que cuando la crisis estalla, únicamente se escucha a las mismas voces económicas que no la habían ni intuido. "Teníamos razón, pero está diluviando y todos corremos el riesgo de ahogarnos", resumió el prof. Albert Recio (UAB).
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Ahora ese "cambio de modelo" del que habla el Gobierno no sería más, según reza tan bien el Manifiesto, que un mero "discurso, más ceremonial que operativo". En realidad "la crisis la están pagando las clases medias y los más pobres", afirmó Bibiana Medialdea (UCM), subrayándose que no faltan recursos porque los "rescates bancarios" han demostrado cuánto "dinero hay para lo que se quiere".
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miércoles, 3 de marzo de 2010

MÁS ACÁ [DE MERCADEOS] CON EL 'ARTE...'

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- Difícil de superar es el encendido recital de amor al Teatro que nos están brindando estas fechas José Luis Gómez y su selecto acompañamiento, faranduleros, desde "La Abadía" madrileña. El 'Arte de la Comedia' del autor y actor Eduardo de Filippo representa verdadero paradigma -intemporal y atópico, en realidad...- con respecto de los mágicos artificios que sobre tablas, pero sin precisar de alharacas ni efectos especiales ningunos, jamás acabarán por resultar menos eficaces al seducir a casi toda la inteligencia emocional del 'respetable' espectador no virtualmente y en directo...

- Digna de todo el [re]conocimiento, tan bien, la bella emotividad pedagógica que nos ha ofrecido -con un 'Por la lectura', desde Miradas, y en páginas de su personal BLOG...- nuestro muy querido "viejo profesor" (para civismos, más que nada) D. José Luis Sampedro:

"Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez el Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus “clientes” éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.
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Muchos años después hice una visita a otra bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear el rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos.
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Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.
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Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir –eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo. Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque: a) obtiene algo a cambio; b) es objeto de una sanción.
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Y yo me pregunto (...) Pero, sobre todo, personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra. Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña. ¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!"

- Sembrado concluir, e inicio apoteósico, éste del irrebatible sueltito "Derechos de autor, antes y ahora" que apareció firmado por D. Juan Carlos Rodríguez Ibarra en El País. Tantos que más nos valdría olvidar algún esfuerzo de "risible lloro" seguido para, mediante patéticas chacotas con grano grueso, ningunearle toda su solidez argumental:
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"Muchos amigos míos nunca entendieron las razones por las que yo renuncié a la paga que por ley me correspondía como ex presidente de la Junta de Extremadura. Ahora lo entenderán: por el placer de poder decirle al señor Muñoz Molina que miente cuando arremete contra mí en su artículo "Parábola de Rodríguez Ibarra y las naranjas" (EL PAÍS, 7 de enero) a cuento de un sueldo que no cobro.
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Yo podría dedicar este artículo a difamarle y a calumniarle; recursos no me faltan; si no lo hago es por el respeto que me merece el periódico donde publico, por respeto a sus lectores, por respeto a la trayectoria literaria del señor Muñoz Molina y porque sigo teniendo argumentos. En fin, que me parece genial que, gracias a mi aportación, Muñoz Molina haya escrito el artículo más leído y valorado de EL PAÍS. Al releerlo veo que ni entra en el fondo ni termina diciendo nada. Parece como si mi artículo "Fregonas y maletas de ruedas" le hubiese servido para sostener el suyo. Y como si hablase en nombre de quienes -como él- defienden intereses propios. Y el que defiende lo suyo poco puede hacer por los intereses de todos.
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(...) Sería interesante que Muñoz Molina y el lobby entendieran que Internet ha servido para intermediar entre el creador y el consumidor, por lo que pretender seguir disfrutando de los derechos de autor basado en el soporte es un disparate. Comprendo la posición del lobby; me cuesta más entender que un escritor de la talla de Muñoz Molina haya acabado convirtiéndose en su vocero. No lo esperaba, aunque debe de ser irritante saber que parte de su herencia, con lo que está pasando, se le pueda ir por el sumidero."
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- ¡Y afortunadísimas las ocurrentes claridades del símil -sobre supuestos delirios con esa "Sociedad General de Autores o Fabricantes de Mesas"- en que se retrata el súper desafuero de una SGAE que hoy estrújanos por doquier para, como ejemplo, asegurársele 323.773 euros/año de 'vitalicia pensión' a su actual Presi... (diario) Teddy Bautista!
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