lunes, 31 de enero de 2011

Vagando vamos, o sea: CALLEJEO... y... RÍO...

.
No lo digo yo; ya fue Jorge Guillén (que definía el surrealismo como “una invitación al riesgo de la libertad imaginativa”...) quien supo explicarlo, tan bien, entre otras inefables verdades de su 'Cántico -5º/ Pleno ser-'. Ahí releemos la exacta descripción de nuestros mejores pasos perdidos, así entre carihuelas como en sendas, pistas, caleyes y veredas o por otros caminares haciendo las huellas inéditas aún.

No sabe adónde va.
Ni le orienta la nube
próxima que en el cielo
se aísla, ni conduce
por sí mismo sus pasos.
.
Le impulsa la costumbre
de pisar y avanzar.
.
Nada tal vez más dulce
ni de mayor consuelo
que las tardes de un lunes
cualquiera paseado
de pronto. No transcurre
la hora. Permanece
con todo su volumen
bajo la mano aquel
tiempo sin norte, dúctil,
propicio a revelar
algo impar en el cruce
de unas calles. ¡Perderse,
hacerse muchedumbre!

.
Pero todo ello retiene solo pálidos reflejos de lo que -más rico, y duradero, siempre- podemos volver a disfrutar, natural mente...
.Anteayer subiendo circo del Mediano, pie de la Najarra
.
¡Qué serena va el agua!
Silencios unifica.
Espadas de cristal
a la deriva esquivan
-lenta espera- sus filos:
el mar las necesita.
.
Pero un frescor, errante,
por el río extravía
voces enamoradas.
Piden, juran, recitan.
¡Pulso de la corriente!
¡Cómo late: delira!
.
Bajo las aguas ciclos
íntimos se deslizan.
La corola del aire
profundo se ilumina.
Van más enamoradas
las voces. Van, ansían.
Yo quisiera, quisiera...
.
Todo el río suspira.

.

viernes, 28 de enero de 2011

Cómo puede tenerse inflación de Precios mayor donde más bajó el Salario real, como en España

.
El asunto verdaderamente central hoy para poder abordar, con algo mejor que muy huera palabrería, esas Crisis nuestras -de tan 'Injustísima gestión' probada...- lo ha bordado en su más reciente columna sobre 'Precios, salarios y tipo de cambio' Juan Francisco Martín Seco:
.
.
"En 2010 los Precios crecieron al 3 % para España (desde diciembre a diciembre), mientras que lo hicieron en Alemania 1'9 % y el porcentaje de incremento medio comunitario fue a la vez por la Eurozona del 2'2 %.
.
Tras el fracaso del Sistema Monetario Europeo, nos aseguraron que con el Euro sería distinto. La Unión Monetaria no permitiría la divergencia en las tasas de inflación. Pero, tal como algunos ya intuíamos, no ha sido así. Desde la entrada en la Unión Monetaria hasta 2007, España ha mantenido año tras año un diferencial en los precios con la media europea y, en mayor medida con Alemania (17 %), lo que le ha hecho perder competitividad y ha incrementado Déficits por cuenta corriente considerablemente, siendo la causa del endeudamiento y en buena medida de la crisis económica.
.
Conviene insistir en que esa diferencia en las tasas de inflación no se puede achacar, como es evidente, a la Política Monetaria (ya que era la misma para todos los miembros de la Eurozona) ni al Déficit Público (pues todos estos años se mantuvo una política fiscal bastante más restrictiva que la de nuestros vecinos) ni a los Salarios (¡los costes laborales, unitarios en términos reales, de nuestro país descendieron más que para el resto de los europeos!)... según sin embargo suele oirse repetidamente sin bases comprobables ninguna.
.
Cuando no se puede devaluar la moneda (a España le resulta imposible al estar en la Unión Monetaria), el único camino que queda es la recesión, que genera paro y, al menos en teoría, hace descender los salarios y los precios. Digo que en teoría porque la afirmación ha resultado cierta en cuanto a tal moderación de los salarios, pero no en cuanto a la de los precios. Si bien la crisis en los 2 años anteriores ha mantenido los precios más o menos al nivel de la media de la Unión Monetaria, en 2010, de nuevo, ha surgido un diferencial en la inflación del 0’7 %. De nada ha servido que sigan evolucionando de manera 'moderada...' los salarios, o sea, con incrementos inferiores a los del resto de países.
.
El binomio Precios/Salarios y sus incrementos respectivos muestran en realidad la tensión siempre existente entre el Capital y el Trabajo a la hora de repartir el pastel, es decir el producto. La relación entre ambas variables determina en buena medida qué parte de lo producido se dedica a retribuir a los trabajadores y qué parte va a engrosar el excedente empresarial.
.
En este aspecto, resulta de sumo interés conocer la evolución de los costes salariales unitarios en términos reales. Dicha magnitud es tan sólo el cociente entre el Salario real y la Productividad; por tanto, cuando este índice crece, la parte de la renta que se destina a retribuir a los trabajadores se incrementa a expensas del excedente empresarial; y cuando baja, en detrimento de la parte que se dedica para salarios, es éste el que se apodera de un trozo mayor en la tarta.
.
Existe una cierta uniformidad en todos los países: el índice crece hasta 1980, para comenzar a partir de esa fecha una marcha descendente que dura hasta los momentos presentes. Ello confirma el cambio ideológico producido en estos 30 años de dominio progresivo del neoliberalismo económico [los que -ya- hizo exactamente desde aquel triunfo electoral del 'Cambio' en 1982 por el que Felipe González logró llevar su PSOE hasta gobernar este nuestro -aún...- Reino de España, actual, tras la tan súper celebrada 'Transicion' consecuente al Franquismo] y como éste ha forzado a incrementar incrementar desigualdad en favor de las rentas del capital y empresariales, o en contra de los salarios.
.
Y España se encuentra en cabeza de la mayoría de países por cuanto a esa tendencia se refiere, tanto si consideramos los 30 años recién señalados [15 debido a González, los 8 con Aznar ó 7 ya de Zapatero...] como si nos referimos exclusivamente al periodo de nuestra permanencia en la Unión Monetaria. Desde 1999 los costes salariales unitarios en términos reales han descendido en España un 6%, mientras que en la media de la Eurozona el descenso ha sido tan sólo del 2 %.
.
Hay que concluir, por tanto, que los salarios están lejos de ser los responsables de que los precios en nuestro país se incrementen en mayor medida que en el resto de los países de la Eurozona. En todo caso, lo único que han hecho ha sido defenderse a duras penas de la inflación. Así lo ratificaba la OCDE cuando a mediados de 2007, en su publicación Las perspectivas económicas del empleo, afirmaba que en los últimos diez años el salario real había descendido en España un 4 %.
.
Ante las imposibilidades del devaluar, el Gobierno y las fuerzas sociales o económicas se tendrían que plantear ya, muy seriamente, cuál es la causa ... por cuanto nuestros precios aumentan más que para los vecinos. Es una cuestión de supervivencia. Nos va en ello el ser o no ser económico; y no sirve recurrir a las respuestas elaboradas por los manuales para unas circunstancias económicas distintas a las actuales.
.
En un mercado de libre competencia, es posible que el ajuste en las retribuciones para los trabajadores se llegase a transmitir inmediatamente hasta los precios; pero cuando las condiciones de los mercados y de las empresas están muy lejos de esa concurrencia ideal, la pretendida 'moderación salarial' puede que se oriente al agrandar excedente empresarial sin que bajen los precios, pura y simplemente.
.
Es verdad que España necesita de reformas estructurales. Pero no las relativas al Mercado Laboral... ni a las Pensiones... Lo que se precisa modificar es la organización de nuestros mercados... o para [todo] nuestro Sistema empresarial y de producción; que es la que origina que aquí, a pesar de que nuestros salarios crecen menos que para otros vecinos, se nos incrementan los precios en mayor cuantía."
.
¡Espantan las formas de matar[nos, como...] moscas, a cañonazos, que vemos más 'vendidas' -como placebos- entre unas 'Ultimísimas Rebajas... u Ofertas' de 'los (electoreros...) Mercados' compitiendo aquí hoy, por demagógicas cucañas de todos los poderes con mandos en plaza sobre nuestras vidas y Hacienda, sí; es cierto...
.
Pero ninguno de tales taumatúrgicos embelecos estaría pudiendo encandilar a tantísimo personal desesperanzado... si no fuera por la insoportable desfachatez con que siguen insultando a todas las evidencias esos mismos caraduras que vienen pilotando desde hace décadas en el Reino los más graves e imprevisibles avances ya requetevistos del 'Cambio...' hacia estas mayores desigualdades en favor de tantas rentas empresariales -o del capital- y contra las de nuestro (difícil, aunque -asaz hipócrita mente...- siempre séanos plus encarecido) ... trabajar ... más ...!
.

miércoles, 19 de enero de 2011

Rodrigo García: “…las personas damos miedo.”

.
En Francia y Suiza, éste ya llegó hasta ser un autor dramático de culto. Aquí, sin embargo, su propuesta teatral sigue atizando polémicas...
.
.
En el María Guerrero (CDN) ha montado Las 7 últimas palabras de Cristo en la cruz' [Haydn] ó "Gólgota picnic..." Arriesga con textos de intensidad poética donde la puesta en escena es una prolongación feroz y ‘performativa’ de las ideas. Regresa el buen salvaje de las tablas.

Es probable que en el trayecto que va del ascensor a la habitación indicada pienses ocho o nueve veces qué habrá del otro lado de la puerta de este apartahotel. O qué habrá más allá de Rodrigo García. Quizá un glaciar de sombra. Un infierno aguardando. Un aquelarre indescifrado. Qué.

Rodrigo García abre de chándal y sudadera. En un sillón tiene una bufanda del Atleti. Es un hombre bajo que no llega a ser pequeño del todo. En el escudo de la sonrisa advierte credenciales de timidez. Resulta difícil reconocer en su cortesía apresurada al degustador de desafíos teatrales. Al tipo que detona palabras y las ordena después como puñales. Al guerrillero escénico que pone un espejo frente al patio de butacas con un mensaje claro: si las desgracias no implicasen el placer de la vejación, serían insoportables.

Algunos de sus "Títulares ..." son todo un devocionario del desafío: 'Aproximación a la idea de desconfianza'; 'Agamenón'. 'Volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo'; 'Protegedme de lo que deseo'; 'Tener amigos, comer mierda'; 'Compré una pala en Ikea para cavar mi tumba'; 'Prefiero que me quite el sueño Goya... a que lo haga cualquier hijo de puta'; 'Haberos quedado en casa, capullos...' La luz entra a saco en este cuarto, como un telegrama urgente. Están los ventanales abiertos. Es un duodécimo piso. Desde aquí es posible constatar que los hombres contemplados a cierta altura somos ‘la cucaracha’ de Kafka con algo de prisa.

Rodrigo García lleva más de 20 años en el alambre de un teatro que es frenesí y hecatombe. Desafío. Juego. Libertad omnímoda. Ha estrenado en el María Guerrero ‘Gólgota picnic’ después de haber recorrido todos los sótanos y covachuelas del extrarradio de la escena con sus obras inflamables, a veces para 50 personas, a veces para 10, a veces para él y dos palomos que se posaron allí una noche.

Se sienta en la rinconera del sillón haciendo con las patas la postura del loto, un cojín en el vientre, un purito con humos de vainilla y un vaso de agua para ahogar oportunamente la mecha de algunas ideas. No nos revienten en la jeta.


Nunca leo las críticas. Desde que empecé han sido malas, así que no es novedad. Todas hablan de provocación y cosas que yo no siento.

– ¿Y qué sientes?
Si me tuviera que definir diría que en verdad soy un ser melancólico. Y escribo así para disfrazar esa melancolía. Para protegerme. Me llaman radical aquellos que viven de manera muy tímida. La mía es una expresión normal para hablar de la sociedad en que vivo. No veo extremo lo que hago. No tengo otro modo de hacerlo, ni de hablar de ello.

«Cuando uno intenta ofrecer cierta poesía a una sociedad carente de poesía está incurriendo en un gesto político»

Este volcán que ahora ha puesto en marcha en Madrid escupe una lava caníbal contra la Iglesia. «Lo de amaos los unos a los otros es una estafa, según Rodrigo García. Mejor huid los unos de los otros». El texto es poderosísimo, hecho de una voz poética transcrita con los nervios, desde el asco a la religión por su barandal de odio, cinismo y sangre. La puesta en escena es una ‘performance’ que multiplica ese desafecto. Un juego de impúdicos pudores.

Sospecho que he avanzado hacia una cierta madurez en cuanto al replanteamiento del teatro mismo. Ya no tiene sentido ir haciendo críticas obvias a la sociedad. Todos sabemos en qué presente estamos. En este sentido, me da cierto pudor seguir compartiendo con otros, espectadores, nuestras comunes humillaciones. Por eso he derivado hacia un teatro más intimista donde lo impúdico no es despelotarse, sino el uso el lenguaje. Aun así, no soy todo lo impúdico que me gustaría.

– ¿Sigue siendo el teatro una herramienta política?
Creí mucho en ello, claro. Hice obras en las que de he probado otros caminos expresivos, aunque cuando elaboro conceptos más poéticos sigue existiendo una vocación política.

– ¿De qué modo?
Cuando uno intenta ofrecer cierta poesía a una sociedad carente de poesía está incurriendo en un gesto político. No creo que el teatro tenga una capacidad de acción masiva, pero sí creo en la suma de experiencias estéticas. Somos lo que somos por las experiencias emocionales que hemos vivido.

– Muchas de ellas son sofisticadas manipulaciones.
Claro. Todos manipulamos. Yo sé cuándo hago daño con mi teatro. Cuándo le meto a alguien el dedo en el culo... Y la verdad es que disfruto con eso. Es una actitud infantil.

Este pollo bonaerense del 64 aplaca a sorbos cortos la pólvora del paladar. Habla en un tono quedo. Casi no habla en ocasiones. Y otras veces pega un redoble de risa que desconcierta. Se le han borrado los quiebros argentinos y en la nuez lleva injertado un acento de muchos sitios. Llegó a España a los 21 años. Venía de atravesar el ártico de la dictadura de Videla y decepcionado con las falsas promesas de Raúl Alfonsín.

«Creo en las cosas buenas del ser humano: la capacidad de amor, de afecto, de ayuda. No pienso que todo sea una mierda»

Es hijo de un carnicero y una verdulera. Fue amamantado en la barriada más chunga de Buenos Aires: Grand Bourg. «Suena muy parisino, pero era un lugar de chabolas. Mis amigos eran albañiles o ladrones. A mí me dio por estudiar y ver cine experimental. Quería escapar de ahí. Aquella experiencia me sirvió muchísimo y se refleja en buena parte de mi trabajo. Lo más airado de mi obra tiene que ver con aquella infancia», dice. Ya en Madrid, anduvo Rodrigo García 15 años escribiendo «por accidente», estrenando para casi nadie y trabajando en empresas de publicidad. Hoy piensa lo mismo que entonces.

La mecánica teatral en España es muy conservadora. No en cuanto a los creadores, sino por los sistemas de ayuda y exhibición. Hay quien considera un sacrilegio que yo ocupe el María Guerrero. Sin embargo, llevo años estrenando en teatros europeos de igual nivel y allá nadie se sobresalta.

– ¿Entonces?
El drama es que los responsables de muchos teatros de aquí sólo quieren salvar el culo. No molestar al poder para seguir pagando la hipoteca y el coche. No asumen que desarrollan una función social. Es gente gris, tibia. Su única vocación es medrar. Resulta escalofriante. Fuera de aquí no existe esa injerencia de lo político en la cultura. Es el reflejo de un cierto eco franquista. Qué horror.

– Escribes contra todo eso...
Escribo contra todo lo que no me gusta. Para mí escribir es diversión, igual que escuchar a los actores decir el texto. Lo hago con mucha vitalidad. No hay un propósito oscuro o nihilista. Yo creo en las cosas buenas del ser humano: la capcidad de amor, de afecto, de ayuda. No pienso que todo sea una mierda. Aunque si te fijas bien, las personas damos miedo. Y nos tenemos miedo. Miedo a relacionarnos, a sentirnos traicionados. Es una locura.

– ¿Y tu vida, cómo es?
Muy normalita. Abandoné Madrid y me fui a una aldea asturiana de 8 habitantes [a Espinareu, en Piloña]. Aunque salgo mucho a montar mis obras o a ver museos y exposiciones, la Documenta de Kassel, la Bienal de Venecia... No tengo relación con críticos, ni con gente del ámbito teatral. Soy un comando autónomo con un sentido monacal de mi oficio. Mi sitio es estar escribiendo solo.

Huye de las fotos. De los halagos. Jamás sale a saludar tras la función del día del estreno. Sabe que es un autor de culto en Francia, en Suiza, de algún modo en España. Todo eso se la suda. Mira el mundo con una ironía dañada. Sigue en la postura del loto, echándose friegas de agua por dentro. Como aplacándose para no arder. Convencido de que somos alguna combinación de desconcierto y carne cruda. Esperando el dulce instante de la autodestrucción.
.
(Antonio Lucas, En Primera Fila: RODRIGO GARCÍA, diario ‘El Mundo’ -16/1/10)
.