lunes, 29 de enero de 2024

En 63.000 crí@s [menores a 1 año...] y 48.000 preñadas de Gaza nunca terminará 'la Guerra'

 
  
Mientras las desalmadas voces de su Amo se nos ponen tan estupendas toreando cualquier razón contra lo más criminal mediante finísimas disquisiciones del cuánto es posible una carnicera destrucción masiva sin miedo al incurrir nunca en cierta tipificación legal precisa del Genocidio, más razones geopolíticas del "derecho" a responderse con "hasta ciento por una veces..." la otrora justa ley del Talión bíblica "en defensa de Israel...", vale la pena volver alguna vista mejor sobre tantísimas personas brutalizadas por toda esta "Guerra preventiva..." -de las Israel Defence Forces- en su PALEST...IETNAM...

(La historia se repite desde hace milenios: "...cuando Miriam estaba con Joseph caminando por las tierras de Palestina se puso de parto y, como el gobernador judío Herodes -por miedo a profecías del que creciera un mesías libertador allí...- había decretado ir dándose muerte a los Inocentes, nadie les prestó ayuda ninguna; tras de lo cual tuvo que ser alumbramiento del niñoJesús en un establo, entre la mula y el buey...")


   

En las últimas 16 semanas (posteriores a la jornada del 7-O en que Israel sufrió 1.200 bajas), durante los más de 100 siguientes días transcurridos las [auto-denominadas] "Fuerzas para la Defensa Israelí" han estado bombardeando todo (incluso a l@s civiles, no tan solamente objetivos militares) en la Franja de Gaza causando 26.000 muertes, de las cuales 16.000 mujeres y niños fueron... 

 

Según la ONU, entre muertos, heridos y "desaparecidos" el total ya ronda las 100.000 víctimas, por ahora; pero suman y [han prometido que] siguen... Aunque para más inri, deberían computarse también otros tantísimos dañados más, que van a seguir... sin remedio:  

  

 

"Luego del que Israel comenzara su invasión de Gaza poco después del ataque de Hamás el 7 de octubre, Aya Khrais, una dentista embarazada de 26 años, esposa de un médico y madre de una niña de 2 años que vive en la ciudad de Gaza, perdió contacto con los médicos y servicios de salud que necesitaba para la atención prenatal y el control de su diabetes.

 

Ella y su familia se vieron forzados al abandonar su hogar mudándose 5 veces seguidas para huir de los constantes bombardeos, a veces recorriendo varios kilómetros a pie. Cuando hablamos a principios de diciembre, se hallaba en casa de su cuñada en el sur de Gaza. La Dra. Khrais tenía 32 semanas de embarazo y dormía sobre un colchón delgado directamente en el suelo, compartiendo casa con 74 personas de 11 familias. Carecían de agua o alimentos adecuados, medicamentos, electricidad y herramientas para la higiene básica.

 

 

Durante los últimos 2 meses no ha recibido atención prenatal ni vitaminas y no ha aumentado de peso. El 10 de diciembre encontró a un obstetra privado que le informó que tenía un exceso de líquido amniótico y que necesitaba una cesárea inmediata. Encontró un hospital privado que abrirá el 16 de enero. El costo estimado sería de 4,000 $; la familia ha perdido todos sus ahorros y su casa fue bombardeada: no tiene ropa de bebé, pañales ni lugar o ningún modo adecuado para su recuperación postparto. “Tengo mucho miedo”, dijo por WhatsApp.

 

El relato del Dr. Khrais está lejos de ser infrecuente: aproximadamente hay unas 50.000 mujeres embarazadas en Gaza, todas ellas luchando contra la falta de un refugio estable, una nutrición inadecuada y  con agua salada o contaminada. Es difícil obtener atención prenatal, posnatal y pediátrica. Las agencias de la ONU han enviado medicamentos y equipos que salvan vidas a Gaza, pero no son suficientes para satisfacer las necesidades de la población. Es común la escasez extrema de analgésicos, antibióticos, medicamentos para las convulsiones y la diabetes y sangre. Según la Organización Mundial de la Salud, de las más de 180 mujeres que dan a luz cada día, es probable que un 15% sufra complicaciones y no pueda obtener servicios de emergencia obstétricos o pediátricos adecuados. Mientras tanto, acecha la amenaza de lesiones o muerte por bombardeos y acciones militares, al igual que un trauma emocional inimaginable.

 

 

Si estas madres e hijos logran sobrevivir a la guerra, tendrán que lidiar con efectos por el resto de sus vidasToda la investigación sanitaria en múltiples áreas de conflicto armado (como Siria , Afganistán, Somalia y Kosovo) revela que este tipo de condiciones están relacionadas con un aumento de abortos espontáneos, anomalías congénitas, muertes fetales, partos prematuros y mayor mortalidad materna. Otros estudios sobre conflictos armados entre 1945 y 2017 muestran que los niños expuestos a la guerra tienen más probabilidades de sufrir unas malas condiciones de vida o saneamiento, con pobreza multigeneracional causada por la pérdida de infraestructura educativa y económica.

 

“Gaza simplemente se ha vuelto inhabitable”, afirmó Martin Griffiths, el subsecretario general de los asuntos humanitarios y coordinador de ayuda de emergencia de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios. Las mujeres y los niños han sido los más afectados por esta tragedia. La única posibilidad que tienen de vivir una vida sana libre de consecuencias permanentes es que los combates cesen ahora y que los servicios de salud se restablezcan o reconstruyan de inmediato, una perspectiva que se vuelve más difícil de alcanzar cuando se prolonga la guerra.

 

  

El embarazo y el parto siempre ocurren en un contexto sociopolítico; los repetidos ataques militares, el colapso del sistema de atención de salud o suministro de alimentos, la falta de alojamiento adecuado y de seguridad general tienen impactos duraderos en las madres más los bebés, mucho después de que se sofocan sus combates.

 

Antes de la guerra, la vida de las mujeres embarazadas en Gaza era muy difícil. Se espera que allí tengan familias numerosas y sean atendidas por médicos y parteras sobrecargados de trabajo y con un suministro poco fiable de tanto electricidad como de oxígeno. Ya había poco tiempo para cada paciente. A pesar de los esfuerzos del Ministerio de Salud de Gaza y la Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas, las prácticas obstétricas tienden a ser una mezcla del mundo desarrollado con la del mundo en desarrollo. Los médicos rara vez obtienen permisos para salir de Gaza para actualizar sus habilidades, y las autoridades israelís restringen todos los medicamentos y tipologías de aquellos equipos que se les permite ingresar. 

 

   

Tienen tasa de mortalidad infantil 7 veces más alta que para Israel, aproximadamentePara las madres, hemorragias, infecciones, enfermedades tromboembólicas, hipertensión inducida por el embarazo, partos obstruidos e interrupciones inseguras del embarazo han sido las principales causas de mortalidad maternaEsas complicaciones se pueden prevenir o controlar en gran medida en el mundo desarrollado.

 

Esos peligros han empeorado durante la guerra a medida que los hospitales y servicios de salud se deterioranAlgunas mujeres están dando a luz por automóvilesla calle y refugios superpoblados en el mismo momento en el que aumentan enfermedades infecciosas como las respiratorias, hepatitis A y meningitis. Algunos hospitales, incluido el Centro Médico Al-Nasr en la ciudad de Gaza, y Kamal Adwan del norte de Gaza, han informado ya del ataque directo a secciones de neonatología-maternidad, con muertes de bebés y lesiones o muerte de madres. 

 

 

Hay informes de mujeres que tuvieron cesárea sin anestesia y madres que fueron dadas de alta tan pronto como 3 horas después del parto. El trauma de la guerra también puede afectar directamente a los recién nacidos: durante el conflicto de Gaza de 2014, madres muy expuestas al trauma de la guerra dieron a luz a bebés que sufrieron un desarrollo sensoriomotor, cognitivo y emocional negativo.

 

La creciente escasez de alimentos y la desnutrición en Gaza como resultado del actual ataque probablemente generarán sus propias complicaciones. Según UNICEF, las mujeres embarazadas que padecen una mala alimentación y nutrición tienen un mucho mayor riesgo de preclampsia, hemorragia, anemia o muertePueden ocurrir muertes fetales y los niños pueden verse afectados por bajo peso al nacer, emaciación o retrasos en su desarrollo.

 

 
 

Aunque Israel dice que está reduciendo algunos de sus combates en Gaza, lamentablemente todavía no se vislumbra un final. Los recursos médicos y los alimentos están llegando poco a poco, pero los grupos de ayuda en el sur de Gaza informan que sólo pueden satisfacer el 25% de las necesidades durante 2 meses para los niños desnutridos y sus madres vulnerables.

 

El Dr. Khrais y las aproximadamente 50.000 mujeres embarazadas en Gaza están desesperadas por poner fin a los combates para poder dar a luz con seguridad. Pero están igualmente desesperados por poner fin a la devastación que afecta a cada generación allí nacida y criada."

 

(Alice Rothchild, profes. Obstetricia en Facult. Medicina de Harvard y autora de 'Condición crítica: vida o muerte en Israel/Palestina', TNYT -9/1/24)

   




 

jueves, 25 de enero de 2024

"Mejor que drogarse por la calle": en Portugal despenalizaron este Centro para "colocarse"...

  
En una cabaña portátil en Oporto, los adictos hacen cola para consumir heroína o crack de forma segura, y con personal médico disponible... ¿Podrían más países aprender algo por esta política -dizque 'liberal'- sobre drogas? Véase un reportaje  aparecido  ahora  en  la  prensa [*]
 
A.P, adicta en recuperación: 'Si no fuera por la ayuda que recibí, habría muerto hace años'.
 
Paulo toma un encendedor de la mesa frente a él, lo sostiene debajo del recipiente envuelto en papel de aluminio de su delgada pipa de metal durante unos segundos y luego inhala. Por un breve momento, se queda en silencio, con la cabeza inclinada hacia adelante. Luego, el hombre de 47 años vuelve a su habitual tono conversador y charla con los otros 7 drogadictos que, como él, aprovechan al máximo su turno de 30 minutos en el nuevo Centro para 'chutes' de Oporto. "Es mejor que drogarse en la calle, donde, ya sabes, cualquiera puede venir, niños o lo que sea", dice. "Aquí podemos hacer lo nuestro y nadie nos molesta".

La falta de interferencia no es la única razón por la que Paulo y otros 400 clientes más visitan el Centro. El servicio financiado por el Gobierno también les proporciona sus agujas limpias, tiras de papel de aluminio y otros materiales para facilitar el consumo de medicamentos o prevenir infecciones. Su espíritu general gira en torno a la prevención de daños. Una lista de reglas junto a la entrada no contiene mandatos estrictos; simplemente invita a los usuarios a ser corteses y, preferiblemente, no dejar basura en el suelo. Incluso los sobres gratuitos de ácido cítrico, que los adictos utilizan para disolver la heroína o crackear la cocaína inyectable, vienen con una advertencia sanitaria en el envase: “Puede dañar las venas si se usa en exceso”.
 
Ubicado dentro de una cabaña portátil anodina en Pasteleira, un barrio de bajos ingresos de Oporto, el centro, inaugurado en agosto de 2022 sirve como un buque insignia muy visible de las políticas a largo plazo sobre despenalización de las drogas en Portugal. La escena está lejos de ser saludable. Situada junto a la carretera en una zona de matorral, la instalación temporal da a bloques anónimos de viviendas sociales. Detrás hay un pequeño campamento de tiendas de campaña improvisadas, hogar para algunos de los usuarios del centro, el 75% de los cuales no tienen alojamiento. Justo arriba de la colina, alumnos elegantemente vestidos cruzan las puertas del elitista Lycée Français.

Sin embargo, el centro ofrece un raro rayo de esperanza en el flagelo de la adicción a drogas, al nivel local y tal vez global. En primer lugar, sus usuarios objetivo están vivos y, si no exactamente bien, al menos utilizándolos de forma segura. Hace 3 décadas, la historia era diferente. Se había estimado que la adicción a la heroína en Portugal afectó a uno de cada 100 adultos, y la muerte por su sobredosis u otras enfermedades relacionadas con drogas era demasiado común.

En segundo lugar, la mayoría de los usuarios del Centro todavía disfrutan de su libertad. Una vez más, si retrocedemos unas cuantas décadas la situación parecía muy diferente: a finales de los años 1990, el número de personas tras las rejas por delitos relacionados con  drogas ascendía a 3.863. En 2017, esa cifra se había reducido en más de dos tercios.

Ambos hechos se vinculan con una ley radical aprobada por el gobierno portugués en 1999. Motivados por una creencia generalizada de que la guerra contra las drogas estaba fracasando, los legisladores del país acordaron despenalizar la adquisición, posesión y uso privado de pequeñas cantidades de drogas. La Ley 30/2000 se aplicaba entonces a todos los estupefacientes y psicotrópicos, desde la marihuana y las anfetaminas hasta las drogas de clase A, como el LSD y la heroína, explica el Dr. João Goulão, especialista en tratamiento de drogas y uno de los arquitectos de la política. Si bien reflejaba un “espíritu de humanismo”, la política también fue muy pragmática, dice Goulão. “Siempre nuestra estrategia nacional ha tendido hacia la idea de que es mejor tratarlos que criminalizarlos”.
 
Usuarios de drogas en una sala oficialmente preparada para inyectarse...
 
En aquel momento, el público portugués estuvo abrumadoramente a favor de la medida; aunque los legisladores extranjeros y las agencias antidrogas predijeron que desataría una nueva ola de consumo de drogas o criminalidad. Sin embargo, sus partidarios insisten en que la Ley 30/2000 está lejos de ser una medida en la que 'todo valga'... El tráfico de drogas (a excepción de la marihuana, cuya venta se legalizó el año 2018) sigue siendo un delito penal en Portugal [**].

La capacidad de consumir drogas pero no comprarlas suena como una artimaña legal, pero la política progresista de Portugal sobre drogas se ha basado exitosamente en esta ambigüedad técnica durante más de dos décadas. Los recursos policiales se orientan a erradicar la oferta de drogas, mientras que los servicios de salud pública se comprometen a proporcionar atención terapéutica para los adictos. La teoría es relativamente simple: es mejor que los consumidores de drogas tengan un lugar dentro del sistema de salud, en lugar de ser relegados a los márgenes y abandonados a su suerte, como ocurría antes.

Es este pensamiento el que ha hecho que la psicóloga Diana Castro y sus colegas acudan al centro de 'chutes' en Oporto (conocido formalmente como Centro de Consumo Asistido). “Nuestro objetivo final, por supuesto, es ayudarlos eventualmente a recuperarse y reintegrarlos... pero esto no es principalmente un servicio para lograr que las personas dejen de consumir drogas; es para brindarles atención médica”, dice Castro, quien se desempeña como coordinador del centro. Para ello, el centro cuenta con dos enfermeras permanentemente atendidas: una para quienes prefieren fumar sus drogas; la otra para quienes opten por inyectarlos. Un especialista psicosocial también está disponible para recibir a los usuarios cuando llegan y escucharlos.

En un extremo de la cabina hay dos habitaciones escasamente amuebladas destinadas al consumo de droga, que los usuarios consiguen por medios propios. Ambas salas tienen espacio para media docena de personas, con espacios de media hora designados por orden de llegada. El horario de apertura es de 10:00 a 19:00 horas, excepto una hora durante el almuerzo cuando se cierran las puertas. Algunos usuarios vienen y luego se van, pero, con tasas de uso promedio de 8 visitas por día, muchos dan vueltas hasta que el siguiente espacio esté disponible. La instalación cuenta con un pequeño baño y una ducha básica donde las personas pueden lavarse mientras esperan. En una cocina espartana, se encuentran disponibles dedales de plástico con café negro fuerte, así como pasteles y otros bocadillos dulces donados, hasta que se agoten existencias.

En el otro extremo de la cabina hay una sala de consulta donde los médicos visitantes de dos hospitales locales ofrecen chequeos dos veces por semana. Además de las evaluaciones básicas de salud, los médicos realizan análisis de sangre para detectar enfermedades infecciosas como el VIH y la hepatitis C. “Muchas de estas personas viven vidas muy complicadas, por lo que la mayoría no iría al hospital, por ejemplo, ni utilizaría un dispositivo médico convencional. centro. Por eso es importante que nos adaptemos un poco”, dice Castro.

Desde su inauguración, el Centro de Oporto ha recibido 63.000 visitas de más de 2.000 consumidores de drogas, la gran mayoría de los cuales consumen crack o heroína. Se produjeron sólo 2 sobredosis y ambas fueron tratadas con éxito en el acto. Castro también señala los aproximadamente 1.500 exámenes realizados y, como consecuencia de ello, los 89 individuos que ahora reciben tratamiento para la hepatitis C. Alrededor de 10 personas también han ingresado a programas de desintoxicación por su propia voluntad.
 
Medicamentos en el centro para tratamientos de las drogodependencias...
 
El consumo de drogas no está exento de sanciones. Todos aquellos capturados por la policía con drogas de clase A deben asistir a una clínica de “respuesta integrada” administrada por el Gobierno, donde se evalúan sus niveles de uso y se propone un programa de tratamiento. Estas clínicas albergan a psicoterapeutas, psiquiatras, trabajadores sociales, farmacólogos y especialistas en atención primaria de salud, explica el Dr. Severiano Pinto, psicólogo en una de las 3 instalaciones de tal tipo para el distrito de Oporto. “El problema de la drogadicción tiene muchas variables: individuales, familiares, sociales, etc. Por eso consideramos que es mejor trabajar con un grupo de profesionales para intentar abordarlo”, afirma. “Normalmente quieren dejar de consumir narcóticos cuando llegan por primera vez, pero es un proceso largo: nada que podamos resolver en sólo un par de semanas o incluso meses”.

Ana Paula es un buen ejemplo. Trabajadora sexual desde hace mucho tiempo, esta residente de Oporto con 59 años se enganchó a la heroína a través de un novio, que luego murió por sobredosis. Cuando la derivaron a una clínica hace 23 años, pesaba menos de 40 kg. Después de que le recetaran metadona, dejó de inyectarse heroína y pasó a fumar crack en dosis más bajas. Hace 6 meses, le diagnosticaron cáncer de ovario, lo cual la obligó a dejar de fumar por completo. A pesar de dejar su hábito del crack, Ana Paula continúa con una receta de 5 ml de metadona. “Soy parte del mobiliario de este lugar”, dice de la clínica. “Pero te digo que si no fuera por la ayuda que recibo aquí, habría muerto hace años”.

En casos extremos, la hospitalización también es una opción. En el sistema de salud pública portugués existen unidades especializadas para adictas que están embarazadas, padecen algún tipo de psicosis o se considera que corren un riesgo peligroso para ellas mismas o los demás. Asimismo, si Ana Paula hubiera decidido dejarlo de golpe, existen centros administrados por el Gobierno donde se ayuda a los adictos al abstenerse de su hábito. La mayoría de los programas duran entre una semana y 10 días. Luego podrían optar por unirse a otro residencial a más largo plazo donde, en el transcurso de 3 meses a un año, reciban apoyo para ayudarlos a “reinsertarse” nuevamente en la sociedad.

Muchos atribuyen la despenalización a la introducción de una actitud más liberal hacia el consumo de drogas en Portugal. Las tiendas que venden marihuana son ahora algo común en las grandes ciudades, como Lisboa y Oporto, aunque las costumbres sociales aún impiden su consumo generalizado en público. De manera similar, el uso de psicodélicos como el LSD, el éxtasis y la ketamina está ahora en gran medida normalizado en entornos recreativos como bares y discotecas. Las autoridades sanitarias incluso instalaron instalaciones para prueba de pastillas en los principales festivales y conciertos de música a fin de protegerse contra lotes malos.

Sin embargo, la política de despenalización de Portugal ha enfrentado críticas. Según las cifras gubernamentales más recientes, el 75% de los residentes portugueses perciben el consumo de drogas como un problema en su comunidad. Aunque los consumos entre la población general han aumentado desde 2001, del 7,8% al 12,8%, en la mayoría de los tipos las tasas están muy por debajo de la media europea. Portugal se encuentra hoy entre los últimos países de la UE por cuanto a consumo de cocaína y cannabis.

La verdadera prueba está entre los usuarios problemáticos. Aquí el panorama es menos concluyente. Después de caer dramáticamente al principio, por ejemplo, las muertes inducidas por drogas han comenzado a aumentar nuevamente. Aun así, las cifras siguen siendo pequeñas. En 2021, Portugal registró 74 muertes por sobredosis (frente a 37 del 2014); en Escocia, por el contrario, un país con una población de aproximadamente la mitad del tamaño, las muertes por “uso indebido de drogas” en 2021 ascendieron a 1.300.

Por otro lado, los consumidores de drogas se quejan de que los bajos umbrales de posesión ilegal facilitan su criminalización. A los usuarios se les permite poseer suficiente para 10 días, cantidad que el gobierno fija en 1 gramo de heroína y 2 gramos de cocaína. Los usuarios que lleven cantidades mayores pueden ser designados “traficantes” y sujetos a penas de cárcel. En 2021, los tribunales portugueses emitieron 1.459 veredictos de culpabilidad de este tipo, lo que marca un aumento constante de la criminalización durante la última década, según la agencia de apoyo a las drogas Sicad.
 
Diana Castro en las afueras, ante la sala para los consumos, de Pasteleira.
 
Estos resultados mixtos dan argumentos a ambos lados de la cuestión de la despenalización, que sigue siendo objeto de acalorados debates en todo el mundo. Hasta la fecha, más de 20 países han eliminado algunas (si no todas) drogas de su lista de sustancias prohibidas. Otros han optado por tomar medidas aún más duras: la asesina guerra contra las drogas” de Rodrigo Duterte en Filipinas es un ejemplo notorio de ello.
 
En pocos países el debate está más polarizado que en Estados Unidos, donde las sobredosis de drogas han costado más de un millón de vidas desde 1999. Los últimos años se han visto algunos intentos tentativos de liberalización. La mitad del presupuesto de control de drogas del gobierno estadounidense -de 42 mil millones de dólares- es destinado actualmente a servicios sociales o de salud, por ejemplo; mientras que ahora es el uso recreativo de marihuana legal en 24 estados, así como para el Distrito de Columbia.

Oregón es el único estado que ha adoptado plenamente el modelo de Portugal: los residentes votaron un 58% a favor de la posesión legal de pequeñas cantidades de todas las drogas en 2020. Sin embargo, tras un presunto aumento en el uso de fentanilo y un aumento en las muertes relacionadas con los opioides, un nuevo comité legislativo sobre adicción propuso recientemente revertir la política.

Incluso en Portugal continúa el debate sobre la despenalización. Los partidarios de esta política temen que los partidos de oposición intenten politizar la cuestión antes de las elecciones nacionales de marzo. André Ventura, líder del partido de extrema derecha 'Chega', lanzó una ofensiva temprana el año pasado, calificando una nueva ley que despenaliza las drogas sintéticas como un “desastre” y “diseñada por la izquierda”. Dijo en ese momento: “No necesitamos ser más blandos con las drogas. Necesitamos una guerra”.

Goulão no es ciego a las imperfecciones de la política que ayudó a inspirar. Tratar la adicción a las drogas como un problema de terapéutica requiere mucho tiempo y recursos. Pero a medida que se reduce el consumo problemático de drogas, señala, también lo hace la priorización gubernamental. De estar en el primer lugar de las preocupaciones públicas en los años 1990, el tema pasó al “lugar 13 o 14”, lamenta Goulão. Ahora que la crisis de las drogas de la década de 1990 es un recuerdo lejano, observa que resurgen los prejuicios sociales hacia los consumidores de drogas. "Hoy en día, el problema se limita principalmente a las personas que viven en circunstancias muy difíciles y es fácil para ciertos grupos políticos explotar los temores hacia ellos como si fueran diferentes y problemáticos".

Sin embargo, en Pasteleira, entre quienes se inyectan bajo la atenta mirada de las enfermeras  las opiniones en general son positivas. La única queja de Paulo es con el horario de apertura del centro. "Quiero decir, no es que ninguno de nosotros deje de consumir drogas sólo porque es de noche"...

 
Un consumidor de heroína prepara sus drogas en el espacio para consumir drogas.
   

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[*]  Las 'narcosalas', o salas de consumo higiénico (SCH), son instalaciones para consumir drogas en condiciones higiénicas y seguras bajo supervisión de profesionales capacitados para actuar en caso de sobredosis u otras complicaciones. Resultan eficaces para reducir las infecciones de transmisión sanguínea y muertes por sobredosis, facilitar el acceso a la atención social y salud, así como disminuir tanto el consumo cuanto materiales usados en vía pública...

Las Salas de Consumo Higiénico aparecieron a mediados de los años 1980 en Suiza para dar cobertura al consumo por vía parenteral, pero gradualmente se han sumado los espacios para consumir por vía pulmonar e intranasal. Éstas se integran en servicios de reducción de daños, fijos o móviles, gestionados por profesionales o/y entre iguales. Actualmente, se cuenta con más de 120 SCH distribuidas por Europa, Norteamérica y Australia. En España se dispone de un centro en Bilbao, con espacios para consumir por vía parenteral y pulmonar, y 14 en Cataluña: 7 integradas en Centros de atención y seguimiento, 2 en Centros de reducción de daños, 1 en un albergue que además cuenta con un espacio para el consumo de alcohol, y 2 unidades móviles, además de 2 espacios para el consumo por vía pulmonar.

La primera Sala de Consumo Supervisado se abrió en Madrid para el poblado chabolista de las Barranquillas el año 2000 bajo la denominación de Dispositivo Asistencial de Venopunción (D.A.VE.) abriendo el debate acerca de la conveniencia o no para este tipo de dispositivos. Posteriormente se abrieron dispositivos de características similares en Barcelona y Bilbao. La segunda, abierta en 2003 en un edificio adyacente a la ría, administrada por Médicos del Mundo hasta diciembre de 2014 (De las 120 sobredosis que se han presentado en sus instalaciones, ninguna ha sido fatal gracias a la intervención de su personal sanitario.3​). A partir del 15 de enero de 2015 es gestionada por la Fundación Gizakia bajo la denominación CeSSAA-Anden1 (Centro Socio Sanitario de Atención a las Adicciones)...   

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[**]  El año 2022 en España se debatió por el Congreso de los Diputados la regularización del cannabis medicinal, finalmente su Comisión de Sanidad y Consumo aprobó con mayoría absoluta el dictamen que instó al Gobierno para que apruebe dicha regularización, dándole un plazo de 6 meses.​ El entonces ministro de Sanidad, José Manuel Miñones, se comprometió en mayo del 2023 a ultimar el informe que permitiese al Gobierno regular el uso de cannabis medicinal; lo cual va con retraso...​ Finalmente, como consecuencia de las elecciones generales en 2023, tal regularización no se terminó de materializar...


martes, 16 de enero de 2024

La moral termina en las fronteras ya, sin duda: está muriendo en Gaza 'el orden internacional'

   
 
Esta impúdica erupción de ostentoso cinismo imperio-colonial, que se asumía históricamente obsoleto ya con la pregonada cancelación de ancestrales macro-criminalidad y hecatombes (como 'limpieza étnica, genocidio, campo de exterminio, apartheid o segregación, racismo teocrático, sitio por hambre y sed, política de cañoneras, castigo bíblico-apocalíptico, armas de destrucción masiva, eje del mal, terrorista islámico, coalición internacional, guerra preventiva, etcétera'), desde las fantasías más vendidas... en el real presente nos ha devuelto a la pesadilla de todo aquello anterior potenciada con los 'fake' refuerzos que le añaden ahora sus novísimos instrumentos mediante futurista I. A...

"Cuando en 2020 estalló la Pandemia de Covid‑19, con el caos y el sufrimiento que creó, yo esperé que al final, de esta tragedia internacional pudiera salir algo bueno. Y por un tiempo pareció posible. Aquella pandemia fue un potente recordatorio sobre nuestras vulnerabilidades comunes, de nuestra humanidad compartida y de la importancia de la solidaridad que trasciende diferencias y fronteras. Pero ahora me pregunto si mis esperanzas no habrán estado erradas. En cuanto amainaba lo de dicha Pandemia, otra vez corrimos (con renovado vigor) hacia precipicios

Las enseñanzas de solidaridad nos resbalaron como si estuviéramos recubiertos de teflón. Hoy parece que muchos de los pilares del orden internacional que siguió a la Segunda Guerra Mundial (quizá todos) se están derrumbando. El conflicto violento se ha vuelto el método normal para zanjar disputas entre países (Rusia y Ucrania) y dentro de países (Yemen y Sudán), mientras el sistema multilateral de seguridad en las Naciones Unidas encabezado por el Consejo de Seguridad va cayendo a la irrelevancia.
 

 
Además, se han ampliado las desigualdades entre el norte global y el sur global, y cada vez más países del segundo grupo padecen cargas de deuda paralizantes, lo que a su vez ha sido fuente de más pobreza, migraciones y desconfianza. Con el ascenso del populismo y del autoritarismo, se ha intensificado ataque contra derechos humanos o valores democráticos; y en algunos casos, un barniz electoral ha dado a estos ataques una legitimidad espuria. Y la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China se está convirtiendo rápidamente en un fin en sí mismo.

Pero un golpe particularmente aplastante para el sistema ha sido la guerra que se desarrolla entre Israel y Hamás. La grosera violación de normas del derecho humanitario internacional para la protección de los civiles desafía nuestra capacidad de comprensión. De hecho, tantas atrocidades cometidas contra civiles, primero en Israel y ahora en Gaza, son el mal en su más pura expresión. Así, estos actos despreciables deberían ser la prioridad de la oficina del procurador de la Corte Penal Internacional y ser juzgados por la Corte Internacional de Justicia. Tenemos que detener esta caída en el abismo.
 
 
El descarado desprecio de los principios y normas del derecho internacional (por ejemplo los límites del derecho a la defensa) y las acciones deliberadas interpuestas para impedir al Consejo de Seguridad el cumplimiento de su «responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales» son inaceptables. Altos funcionarios de la ONU para la cuestión humanitaria presentes en Gaza han expresado su desesperación con frases que hablan de «infierno en la tierra» y «renuncia de la humanidad». Pero parece que casi nadie los escucha.

Hay una creciente ruptura entre Occidente y el mundo árabe y musulmán, mientras las poblaciones de ambas partes descargan su furia contra sus dirigentes. Surge por doquier una retórica deshumanizante y rabiosa, y reverbera en las calles, en las universidades, en pueblos y ciudades de todo el mundo. Parece que todos los intentos de tender puentes de respeto y comprensión de las últimas décadas han fracasado.

Además, el mundo árabe y musulmán ha perdido la fe en las normas aparentes de Occidente: las instituciones y el derecho internacionales, los derechos humanos y los valores democráticos. Considera que Occidente mismo está mostrando que la fuerza bruta prevalece sobre todo. Por supuesto, la creciente creencia en que la democracia y los derechos humanos (los valores liberales que inspiraron la Primavera Árabe) no son sino herramientas para el dominio occidental es música para los oídos de autócratas y déspotas.

La guerra resalta dos enseñanzas. En primer lugar, que los conflictos no se resuelven solos, y que dejarlos enconarse es una actitud miope y peligrosa. El secretario general de la ONU António Guterres recibió virulentos ataques de Israel tras decir que el ataque de Hamás del 7 de octubre «no se dio en un vacío». Pero no hacía más que reconocer una verdad (tal demasiada humillación y sentido de injusticia en los palestinos acumulándose) que la mayoría de quienes siguen el conflicto entre Israel y Palestina conoce hace mucho.

El conflicto ha generado pedidos de reactivar el fallido «proceso de paz», que lleva décadas semiparalizado. Pero los mismos dirigentes que hoy promueven una solución de '2 estados' se quedaron callados mientras Israel devoraba (mediante anexiones y expansión de asentamientos) la mayor parte de la tierra destinada al estado palestino. El día después de la violencia actual puede ser la última oportunidad de alcanzar una paz justa y duradera antes de que toda la región se incendie.
 
  
La otra enseñanza importante es que para crear un sistema de seguridad y una arquitectura financiera globales más sólidos y equitativos se necesitan reformas estructurales. En primer lugar, hay que limitar estrictamente (o incluso eliminarlo) el poder de veto por los 5 'miembros permanentes' del Consejo de Seguridad de la ONU. Además, Estados Unidos y Rusia deben reanudar conversaciones sobre las armas nucleares y dar pasos significativos en dirección al desarme. Es escandaloso que entre las dos mayores potencias nucleares del mundo ya no exista un solo acuerdo de control de armamentos en operación.

Las instituciones de Bretton Woods (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) deben dar a los países en desarrollo un lugar justo en la toma mundial de decisiones y acceso equitativo a recursos financieros para el desarrollo. Pedidos de modernización semejantes se vienen oyendo desde la caída de la URSS, hace más de 30 años, pero no ha habido ningún avance.

No podemos permitir que esta oportunidad nacida de la guerra se nos escurra entre los dedos. Sin una reforma radical del orden internacional, la guerra de Gaza será pre-anuncio de un mundo que se saldrá de control."  
 
 
Y tratándose la situación, con alguna perspectiva de mayor globalidad, sobre los nuevos paradigmas...

"La teoría de la guerra justa especifica las circunstancias que disculpan las guerras: causa justificada, autoridad legítima, intención correcta, perspectiva de éxito, proporcionalidad y último recurso. Con variantes y matices, todas ellas resultan imprescindibles. Todas a la vez: cada una de ellas es condición necesaria y, conjuntamente, todas, suficientes (o casi). Lo cuento en mis clases, pero en los últimos meses me han entrado dudas leyendo los periódicos. Como hacía tiempo que no atendía a las últimas investigaciones, he tenido que repasar unas cuantas revistas por ver si se había incluido un principio invocado con frecuencia para justificar las respuestas al terrorismo de Hamas: ¿«Israel es la 'única' democracia en Oriente Medio»?. Mi búsqueda no tuvo frutos.

Precisemos: la argumentación circulante, para ser completa, requiere una premisa adicional, siempre escamoteada: algo así como que «las democracias mantienen política exterior acorde con los valores democráticos en todo caso». Una tesis con problemas. Buena parte de los mayores líos de nuestra historia reciente, desde los Balcanes, esto es, la Primera Guerra Mundial, hasta Oriente Medio, son responsabilidad del democrático Reino Unido, que alimentó mil nacionalismos para apuntillar al Imperio Otomano. Sin olvidar su protagonismo en las guerras del opio, cuando introdujo -y rentabilizó- la droga en China a golpe de cañoneras, un genuino caso de narcoguerra; o su salvajismo cuando consiguió entrar -quinina, fusiles de retrocarga y ametralladoras Maxim mediante- en África Central (Headrick: 'El poder y el imperio')...

Por supuesto, nada de lo anterior permite sostener que las dictaduras sean mejores. Sencillamente, la política interna y la externa discurren por veredas morales diferentes. En esta última funciona la dialéctica amigos-enemigos. Y los amigos no son quienes comparten valores sino negocios. Desde las guerras de religión hasta las del Golfo, pasando por las Napoleónicas, la de Crimea, las dos mundiales, las alentadas por Estados Unidos en América Latina (¿se acuerdan del Iriangate?) o la afgano-soviética, hemos visto acomunarse en la misma trinchera a religiones enfrentadas, regímenes feudales y países capitalistas, repúblicas y monarquías, democracias y totalitarismos, a arios y «amarillos». El káiser financió a Lenin, los Estados Unidos a los muyahidines y en 2019, hace dos días como quien dice, Netanyahu, con su claridad habitual, nos recordaba su voluntad de aliarse con el diablo: «Quien quiera frustrar el establecimiento de un Estado palestino tiene que apoyar a Hamas».
 
 

Fuera de sus fronteras, las democracias y las dictaduras resultan indistinguibles: algunas democracias «impecables» comparten barricada con los malvados, incluso frente a los «afines». Por ejemplo, EEUU prefiere al «democrático» Marruecos antes que a socios la mar de occidentales y entregados miembros de la OTAN. Y no duda en espiar a aliados mindundis, como nosotros, o a aliados gourmets, como Merkel. Tampoco en manipular y mentir a las instituciones más renombradas. A las propias, como sucedió en la primera guerra del Golfo con Nayira, aquella niña de 15 años que tanto nos hizo llorar cuando, ante el Congreso de EEUU, dramatizó haber visto a soldados iraquíes sacar a los bebés de incubadoras para dejarlos morir: se presentó como enfermera y luego resultó ser la hija del embajador de Kuwait en Estados Unidos. Una mentira avalada por Amnistía Internacional, que para eso están hoy las ONG, para servir a causas que poco tienen que ver con sus siglas. Y qué decir de aquel cuento de «las armas de destrucción masiva» en la otra guerra del Golfo, que justificó la invasión de Irak, un país que, si la geografía no me falla, está a más distancia de Estados Unidos que Rusia de la Ucrania invadida por Putin, déspota, sin duda, pero bastante más a la derecha que Vox: económicamente «neoliberal» (tipo único del 14%) e ideológicamente integrista cristiano ortodoxo («su» Constitución apela a «los ideales y la fe en Dios»); esto es, clavadito a tantos aliados de «Occidente». 

Otra vez hablaremos de «la masacre de Rachak», la patraña que sirvió para justificar los ilegales bombardeos de la OTAN en Kosovo. O de Libia. Como ven, no se trata de historia antigua. Ni tampoco de cherry picking, de casuística tendenciosa; o sí, de la inevitable: dado el género, las pruebas siempre serán circunstanciales, que el espionaje y las mentiras, si funcionan, no dejan trazas. Si se descubren, cosa que no ocurre casi nunca, es mucho más tarde. Cuando dan lo mismo.
 
 
Aunque hay cambios. A peor. Cada vez importan más los intereses y menos los principios, por impotencia de los principios: las instituciones públicas resultan paralíticas ante las fuerzas empresariales. Como en tiempos de las compañías de Indias, aquellos «Estados disfrazados de mercader» (Burke), que recaudaban impuestos, fundaban colonias, declaraban guerras, impartían justicia a través de sus tribunales, imprimían su moneda, tenían ejércitos privados, firmaban tratados y trazaban fronteras entre países, nos enfrentamos a poderes soberanos que solo rinden cuentas ante unos cuantos accionistas. Y también como entonces, cuando vienen mal dadas, los Estados acuden a su rescate, incluso militarmente. La cara indecorosa de la globalización (me temo que cada vez encuentra más avales el famoso trilema de Rodrik: al igual que hay que elegir entre donuts o figura estilizada, hay que optar entre hiperglobalización económica, soberanía y democracia; a lo sumo, podemos quedarnos con dos de estos elementos a la vez). Por resumir el cambio: ante los intereses, la política (los principios) no es que no quiera: es que no puede.

Cuando se recuerdan estas cosas, no tarda en llegar la acusación de demagogia. Y sí, la demagogia abunda en la literatura «anti-imperialista» que muchas veces, de tan mala, ni siquiera llega a tramposa y se queda en ignorante. Por ejemplo, cuando, para «demostrar» la impotencia del poder político ante los económicos, nos comparan el PIB de un país (digamos, Nigeria, 99.000 millones de dólares) con el patrimonio de una empresa (Exxon, 119.000 millones), se hacen trampas. La comparación no cabe: el patrimonio es una cantidad, mientras que el PIB es un flujo. El patrimonio es unidimensional (dinero) y el PIB, bidimensional (dinero por unidad de tiempo). Si el PIB se midiera en décadas y no en años, Nigeria sería un Hércules y Exxon, un pigmeo. Y si fuera en semanas, al revés.

Pero hay mejores estrategias para mostrar la existencia de poderes no sometidos a control democrático decidiendo la vida de todos. Para empezar, la documentada investigación periodística. La mejor deprime. Si lo dudan, lean el trabajo de Provost y Kennard 'El asalto licencioso' [2023]. Verán lo cerca que estamos de aquel mundo con las Compañías de Indias... Un mundo en donde los valores democráticos son sacrificados por los Estados que los invocan.
 
 
Si se trata del entender cómo va el mundo, las usuales demarcaciones ideológicas sirven de poco. Ahora mismo, en el conflicto de Gaza no sirven guiones como Occidente frente al islam, democracias frente a totalitarismos o judíos contra árabes. ¿Qué hacemos con Marruecos, Bahréin, los Emiratos Árabes Unidos o la India? Ha habido más manifestantes en favor de Palestina en Londres que en toda Jordania. Y si quieren más precisión, miren las votaciones en la ONU: la propuesta jordana del 27 de octubre que, sin condenar la violencia, reclamaba una «inmediata, durable y sostenible tregua humanitaria que lleve a un cese de las hostilidades», contó con 121 votos a favor y sólo 14 en contra. Cada país echa sus cálculos. No hay más.

Los principios en política exterior sirven para ornamentar, para dar lustre propagandístico, la peor manera del deshonrarlos. Las democracias, si coinciden en bandería con las democracias, es sólo circunstancialmente: cuando coinciden sus intereses, éstos son los que mandan. Cruzadas las limes del propio país, decaen las amistades. No un poco, sino completamente. Las actuaciones al otro lado no son parecidas a las de este lado, solo que un poco más desastradas, como sucede con el fútbol femenino respecto a la liga profesional [por poner un ejemplo muy notorio]. Allí rigen reglas distintas, inconmensurables. Como las que separan -y definen- al fútbol respecto del ajedrez.

Las dictaduras, ya se ha dicho, no son mejores. Eso sí, resultan menos cínicas. No se decoran. Al final, terriblemente, para todos, lo de Mao: "manda la punta del fusil". Entiéndase, a mí no me gusta, pero es que así es el mundo. 

Y, por supuesto, reconocer tan deprimente circunstancia no impide las valoraciones morales. También en política exterior hay causas más justas que otras... Y la única conclusión permitida es aun más modesta: los 'nuestros' no lo son siempre; incondicionales, de nadie..."