martes, 21 de diciembre de 2021

¿Hacia una Pandemia interminable...? ¡BASTA YA!

 
La locura llegó aquí a tan disparatados extremos de abuso liberticida irracional ya que hasta incluso algunas entre las voces más templadas van arrostrando con inédita decisión el riesgo del como "enemigos del pueblo" destacarse (ahora este país entero comulgaría con ese absurdo de que "ya no habrá catarros ni gripes o intoxicaciones alimentarias"... Y se apunta en estampidas al recetario de otros "¡Vivan las Caenas!por 'La Conjura de los Necios', dictables"):

"Escribo desde hace diez años en 'Expansión' con entera libertad. Sin embargo, ayer, en el último minuto y de modo injustificable, 'Expansión' censuró y retiró este artículo que iba a publicarse hoy. Lamento que un periódico como 'Expansión' censure un artículo cuyas fuentes son, entre otros, 'The Lancet' (una de las tres publicaciones médicas más prestigiosas del mundo), artículos de reconocidos epidemiólogos en el 'Wall Street Journal' (el periódico económico más importante del mundo), comunicados del JCVI británico y del Ministerio de Sanidad de Japón más datos oficiales del Ministerio de Sanidad español.

Basta ya 

Esta locura debe acabar. El programa de vacunación masiva con vacunas y terapias genéticas en gran medida experimentales para combatir una enfermedad que cursa leve para inmensa mayoría de la población se está ya convirtiendo en un escándalo de salud pública, y su extensión a niños y adolescentes sanos es simplemente inmoral. 
  
  
Contrariamente a lo que repite la colectiva histeria creada por los contubernios político-mediático-farmacéuticos, una vacunación a estas edades no protege a los niños de nada, pues para ellos el Covid es levísimo, ni protege a sus padres o abuelos; pues los contagios de niño a adulto son inhabituales [1], y sobre todo -¡caramba...!- porque estas vacunas no nos impiden ni un contagio ni una transmisión [2], como estamos viendo. En cambio, exponen innecesariamente a los niños a potenciales efectos adversos a corto plazo que aun poco probables pueden ser serios, como la miocarditis (“con cuadro clínico atípico y de pronóstico incierto a medio plazo”, según el JCVI británico [3]), o incertidumbre por efectos secundarios desconocidos a largo plazo. 

¿Cómo calificarían ustedes a una sociedad que pone en riesgo la salud de los niños por algunos adultos que acaso puedan dormir más tranquilos? Por tanto recomiendo a los padres que, antes de tomar una decisión que será irrevocable, lo piensen mucho y no se dejen arrastrar por razones equivocadas como la presión social; sino valorando exclusivamente los riesgos y beneficios para sus hijos, que no pueden defenderse ni opinar por sí mismos. Asimismo, si sus pediatras recomiendan vacunarse, exíjanles la firma de la correspondiente receta para que asuman su responsabilidad.

Una miríada de estudios y datos epidemiológicos recientes confirman que las vacunas o terapias genéticas no impiden ni contagio ni la transmisión del Covid y que su eficacia para reducir la gravedad se ha reducido mucho. De ahí la sorpresiva 3ª dosis, inoculada en estado de pánico por Israel ante la evidencia del fiasco vacunal y promovida de tapadillo en España para intentar disimularlo igual. Hace poco nos decían que 2 dosis y un 70% de 'inmunidad de rebaño' acabarían con la epidemia. Ahora son ya '3 ó 4' dosis (en pocos meses) y un 95%. ¡Vaya tomadura de pelo!

El desmedido afán de lucro de las empresas farmacéuticas, la incalificable campaña de terror mediática y oscuros intereses políticos propiciaron desde un principio que el foco se pusiera en reducir el número de contagios ¡y no el de muertes!, algo absurdo en una enfermedad que cursa leve para la mayoría. Acto seguido se torpedeó sistemáticamente la aparición de tratamientos baratos y prometedores dirigidos sólo a los enfermos de riesgo y se hizo creer a la opinión pública que la única esperanza eran unas lucrativas vacunas poco testadas y dirigidas a toda la población. 

Una vez vacunada la población de riesgo era imprudente y estéril continuar vacunando indiscriminadamente, pero nos dijeron que las vacunas pararían la epidemia y nos devolverían a la normalidad. 'Primero les encerramos, luego les asustamos y finalmente vacunamos a todos', fue la consigna. Pues bien, la falacia se ha topado con la realidad. Las altas tasas de vacunación no están frenando los contagios. En septiembre, un estudio realizado en 68 países observó que, al contrario de lo esperado, 'las zonas con mayor porcentaje de población totalmente vacunada más casos por millón de habitantes de Covid-19 tenían [4]'. 

  
En este sentido, según otro estudio publicado en 'The Lancet Infectious Diseases', los vacunados que enferman de Covid parecen ser ligeramente más contagiosos que los no vacunados, con una carga viral similar [5]. Para más inri, otro artículo científico ponía de manifiesto que 'la aparición y frecuencia de nuevas variantes resistentes a las vacunas está fuertemente correlacionada con las tasas de vacunación [6]', es decir, que a mayor porcentaje de vacunados, más variantes. Y según un estudio sueco publicado como pre-print en 'The Lancet', Pfizer y Astrazeneca (85% de las vacunas administradas en España) no tienen 'ninguna eficacia' para prevenir la infección de Covid pocos meses después de su inoculación, y su eficacia para reducir la gravedad o muerte ha caído hasta un 'indetectable' 42% tan sólo 6 meses después del vacunarse [7]
  
No olviden que todos estos datos son anteriores a la llegada de la famosa variante 'Omicron', convertida en chivo expiatorio del fiasco vacunal. Quizá por ello, según el Ministerio de Sanidad, entre mayores de 60 años actualmente en España el 71% de los hospitalizados y el 80% de los muertos por Covid son vacunados [8]. La evidencia comenzó a ser abrumadora. Así, un recientísimo artículo en 'The Lancet' con datos de varios países ha denunciado 'la gran negligencia' de las autoridades sanitarias al negar tal evidencia [9] por una cínica huida hacia adelante. 

En Alemania 'entre los mayores de 60, son hasta 6 de cada 10 casos sintomáticos vacunados de Covid-19 [ya llegan a 7 sobre cada 10], proporcionando una clara evidencia de la creciente relevancia de los vacunados como posible fuente de transmisión'. 

Para el Reino Unido entre los mayores de 60 años, 9 de cada 10 casos 'han sido entre totalmente vacunados contra Covid-19'; mientras que sólo siete días antes había sido 'la tasa de casos entre el subgrupo de vacunados mayor que en el de no vacunados del Covid-19” con 30 años o más. 

Y en Israel un brote hospitalario cuya fuente había sido un paciente vacunado tuvo como resultado que '14 pacientes totalmente vacunados enfermaron gravemente o murieron, mientras que los 2 pacientes no vacunados desarrollaron una enfermedad leve' sólamente. 'The Lancet' concluye: 'Es una gran negligencia ignorar a la población vacunada como una fuente de transmisión posible y relevante'. Estos datos desmontan por completo el paripé del 'Pasaporte Covid', persecución de no vacunados y... los programas de vacunación infantil.



El carácter 'obligatorio-voluntario' de estas vacunas en Europa ha vulnerado principios médicos y éticos. No así en Japón, donde el Ministerio de Sanidad deja claro que 'la vacuna Covid-19 no es obligatoria ni forzosa, sino que sólo se realizará con el consentimiento de la persona a vacunar tras la información facilitada'. Y añade: 'Le rogamos que se vacune por decisión propia, comprendiendo tanto la eficacia como el riesgo de efectos secundarios; no se administrará ninguna vacuna sin dicho consentimiento, y por favor, no obligue a nadie en su lugar de trabajo o a los que le rodean a vacunarse, y no discrimine a los que no se han vacunado [10]'.  

Y aquí, ¿dónde están los 'consentimientos informados'...? ¿Qué médico ha firmado nada? ¿Dónde queda el respeto a los no vacunados en este ambiente de histeria y fascismo sanitario? En España algunos sátrapas regionales, repanchingados en sus palacetes feudales, imponen a sus siervos la presentación de un 'salvoconducto' para entrar en un hospital o tomarse una cerveza, y da igual que semejante atropello se base en una superstición, pues el vacunado transmite el virus exactamente igual (o más) que quienes no se vacunaron. ¿Y qué decir de la Sala del Tribunal Supremo (¡con numantina excepción de un voto particular solo!) que se ha prestado a esto autorizando el 'pasaporte Covid' con contradicciones que causan rubor?

Repito: esta locura debe acabar. Ha llegado el momento de exigir a los responsables políticos que digan la verdad a la población sobre las limitaciones de eficacia y seguridad de estas vacunas y que detengan la campaña infantil, para los niños aún sanos esta vacuna tiene muchos más riesgos que beneficios...
 
Y, como el inmunólogo norteamericano Robert Malone (coinventor de la tecnología con las vacunas 'ARN mensajero') dijo, 'la razón que le están dando para vacunar a su hijo es mentira: sus hijos no presentan peligro alguno para sus padres o abuelos [11]'. Yo aún diría más. No es deber de los niños proteger a los adultos, pero sí es deber de los padres proteger a sus hijos."


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 [1] The Case Against Covid Tests for the Young and Healthy – 'WSJ'
 [2] Caza de brujas vacunal – Fernando del Pino Calvo-Sotelo
 [3] JCVI statement on Covid-19 vaccination of childrens aged 12 to 15 years: 03 Sept 2021 – Gov.UK
 [4] Increases in COVID-19 are unrelated to levels of vaccination across 68 countries and 2947 counties in the United States | SpringerLink
 [5] Community transmission and viral load kinetics of the SARS-CoV-2 delta (B.1.617.2) variant in vaccinated and unvaccinated individuals in the UK: a prospective, longitudinal, cohort study – 'The Lancet Infectious Diseases'
 [6] Mechanisms of SARS-CoV-2 Evolution Revealing Vaccine-Resistant Mutations in Europe&America 'The Journal of Physical Chemistry Letters'
 [7] Effectiveness of Covid-19 Vaccination Against Risk of Symptomatic Infection, Hospitalization, and Death Up to 9 Months: A Swedish Total-Population Cohort Study by Peter Nordström, Marcel Ballin, Anna Nordström
 [8] Actualizacion_524_Covid-19.pdf (mscbs.gob.es)
 [9] The epidemiological relevance of the Covid-19-vaccinated population is increasing – 'The Lancet Regional Health' – Europe
[10] Covid-19 Vaccines | Ministry of Health, Labour & Welfare, Japan|厚生労働省
[11] Between the Forceps and the Stone (substack.com)

Sin embargo, es prácticamente imposible detectar ninguna fisura entre la multipartidista Casta realmente al mando del Poder Único ahora denominado 'cogobernanza' de CC.AA más el Gobierno Central del Estado: el único que ha recurrido al T.C hasta terminar consiguiendo que se fallara (con un retraso suficiente para inutilizar sus efectos) "inconstitucionalidad en los decretos del Estado de Alarma durante 2020 - 2021" fue VOX, que -¡casualmente!- todavia no tiene participación en gobierno ninguno, estatal o autonómico...    
  


"Aunque han transcurrido casi dos años desde el inicio de la pandemia, el ambiente social, mediático y político no permite vislumbrar su final. Mientras los fallecimientos descendieron hasta niveles comparables a enfermedades similares, la tremenda obsesión por los casos positivos imposibilita el regreso a la normalidad. Y dificulta la comprensión de algo evidente: si las restricciones fueran tan eficaces como afirman los gobiernos, no sería necesario aplicarlas una y otra vez.

Finalizada la emergencia sanitaria, la dinámica creada ha desembocado en una pandemia social de difícil salida. Desatado el pánico inicial, la perversa interacción entre una opinión pública presionando por restricciones más estrictas y unos gobiernos realimentando el miedo tensó el muelle hasta tal punto que se disparan las 'Alarmas' ahora, cuando los contagios superan un listón… que va cada vez más acercándose al suelo.

Pocos fueron conscientes de que traspasar la puerta de los confinamientos implicaba internarse en un pasadizo cada vez más inclinado y resbaladizo que se despeña en un estelar agujero negro. Regresar desde esa cuarta dimensión constituye un juego sumamente frustrante: en cada ocasión que se acaricia el final con la punta de los dedos, la histeria de la última variante devuelve siempre a la casilla de inicio. Y este círculo vicioso infernal acaba convirtiendo un fenómeno natural, que siempre fue pasajero, en una auténtica pandemia interminable. Como aquella Red Queen de 'Alicia a través de Espejo', debemos correr cada vez más aprisa… tan sólo para mantenernos en el mismo lugar.

El presente conflicto de los 'Pases de vacunación' es el último de los muchos generados por esta estrategia. La vacuna es el único instrumento que ha mostrado utilidad en esta pandemia. Constituye un buen método de protección individual pues previene eficazmente la enfermedad grave y la muerte. Pero, al reducir los contagios en una medida muy inferior a la esperada, su capacidad de 'protección colectiva' se ha revelado bastante más limitada. 

   

Por ello, los esquemas coercitivos para imponer la vacuna, imposición legal o 'Pasaporte', son de dudosa utilidad práctica pues contribuyen poco a corregir tal efecto externo sobre la sociedad. Al contrario, estas políticas coactivas generan enormes efectos negativos sobre la convivencia, los derechos, la libertad o el sistema político.

Si se trata de convencer, especialmente a ese reducido número de vulnerables no vacunados, debe hacerse desde el respeto y los argumentos razonables. Porque las amenazas e imposiciones pueden convertir un buen instrumento preventivo en una especie de 'rito iniciático', un requisito para ingresar en el grupo de elegidos. La libertad individual debe prevalecer pues, de lo contrario, las políticas abusivas desembocan en un -incontrolable...- pánico moral, capaz de arrasar los valores democráticos.
 
Un desmesurado Pánico Moral

En 'Folk Devils and Moral Panics' (1972), el sociólogo Stanley Cohen explicó que los pueblos se ven sometidos esporádicamente a pánicos morales, unos episodios impulsados desde el poder y alentados por ciertos agentes interesados, en los que se señala a un grupo de personas como grave amenaza para la sociedad. Los medios de comunicación presentan a ese colectivo como estereotipo de maldad, mientras 'los expertos' proponen soluciones para 'erradicar' el problema.

Se trata de un súbito y exagerado sentimiento de alarma y miedo, que conduce a extravagantes intentos de eliminar el peligro. El proceso posee un fuerte componente moral pues la culpa de todas las calamidades se atribuye abrumadoramente al grupo de 'malvados' (folk devils). Las cazas de brujas son ejemplos clásicos de pánicos morales. Estos episodios son temporales, volátiles e inestables. Desaparecen, pero en ocasiones dejan marcada huella al propiciarse cambios significativos en todo nuestro acervo de las leyes, las costumbres e, incluso, los valores sociales.


La disparatada gestión de esta pandemia ha desembocado en un desmesurado pánico moral, con la identificación de los no vacunados como 'folk devils', una seria amenaza para la seguridad, un insalvable obstáculo para alcanzar el final de la pandemia. Sin embargo, como señala Cohen, los 'malvados' no son más que una excusa, la pantalla donde la sociedad proyecta sus frustraciones, sus sentimientos de culpa, angustia y desconcierto. Y, en muchos casos, la persecución induce en el grupo de 'malvados' una cohesión, identidad diferenciada, resistencia y blindaje que, de otro modo, no se generarían.

En enero de 2021, la resolución 2361 del Consejo Europeo urgió a los Gobiernos al 'garantizar el que los ciudadanos sean informados de que la vacunación no es obligatoria y que nadie sufra presión política, social o de otro tipo para ser vacunado si no lo desea'. También al 'asegurarse que nadie sea discriminado por no haberse vacunado'

Son palabras que hoy resuenan completamente huecas porque el pánico moral generó una corriente tan formidable, que arrastró a la opinión pública hasta cruzar peligrosas líneas éticas y aceptar de forma natural la vulneración de derechos fundamentales, hasta ese momento incuestionables.

La estrategia para afrontar esta pandemia ha desatado las más bajas pasiones del ser humano: el recelo, el odio, la envidia, el desprecio. Y convertido la democracia en régimen de una excepcionalidad prolongada, donde la acción de gobierno se ejerce a golpe improvisado del 'Decreto...' sin los adecuados controles que marcan límites al ejercicio del poder. Se ha justificado la censura, la ausencia de debate y la supresión de libertades. E incluso, en países como Australia, ¡el establecimiento de "campos de concentración para... sospechosos" del contagio!

Regresar a la cordura del pasado

Quiénes critican estas estrategias coactivas, como los firmantes de la 'declaración Great Barrington', no proponen nada fuera de lo común. Ni siquiera novedoso. Tan solo recuperar la filosofía con la que la humanidad afrontó las pandemias del siglo XX, con un enfoque centrado en la enfermedad, no en los contagios [¡dizque 'asintomáticos'...], basado en una combinación de vacuna e inmunidad natural y en medidas voluntarias de puro sentido común, sin lugar para pánicos o histerias.
    
  
Algunos sostienen que, debido a los adelantos técnicos de los últimos tiempos, no deben afrontarse las pandemias de hoy con estrategias del siglo pasado... Pero estos prodigios de la técnica moderna son: un cubrebocas, el encierro de todos los sanos y diversas coacciones o prohibiciones. 

Armados con estos recursos tan toscos, los 'aprendices de brujo' contemporáneos se creyeron con poder suficiente para detener todo un fenómeno natural. Es urgente desechar la arrogancia, esa sensación de 'omnipotencia' que dificulta toda percepción de fronteras entre lo posible y aquello realmente imposible.

La obsesión por frenar los contagios a cualquier coste impide contemplar el otro lado de la ecuación: el contacto con el virus acaba proporcionando inmunidad, o reforzando la existente por vacuna, contribuyendo así a una sólida defensa individual y colectiva contra la enfermedad. Las restricciones generales para evitar la circulación del virus, caso de funcionar, solo estarían retrasando la consolidación de este proceso de inmunidad colectiva. Pero existe tal pavor al 'contagio' que la inmunidad natural, conocida desde hace siglos, se ha convertido hoy en un verdadero 'tabú'.

La pandemia no acaba cuando se ha 'erradicado' el virus ni desaparecen los fallecimientos sino cuando éstos ya se reducen hasta un nivel comparable al de las enfermedades equivalentes. Estas muertes son ya inevitables porque 'riesgo 0', esto es, las ausencias de mortalidad solo existen para la fantasía.

No podemos elegir si moriremos o no… pero sí el tipo de vida que deseamos llevar hasta ese crucial momento. Una opción sería vivir con libertad, alegría, racionalidad, confianza en los demás. La otra, sometidos a un régimen de servidumbre, de reglas erráticas, con recelo del prójimo, presos de constantes pánicos morales. Aceptar pasivamente la estrategia actual no evitará ninguna muerte… pero puede amargarnos el resto de la vida."  

   
¡Y así nos vemos: con bastantes menos letalidades totales que cualesquier otras veces por esta temporada pero entre aterrorizadas multitudes que se tapan bocas... excepto cuando son fumadoras... caso en el cual, precisamente, su riesgo respiratorio podría ser pésimo...! 

   
'El rey va desnudo' como la Casta, y no se ve por Alarma contra 'enfermo imaginario' 
y 'Asintomático' [pese a multivacunado] con credulidades a Posverdá Oficial del PCR