domingo, 30 de julio de 2023

Antecedente, Hinduista, del Advaita Vedanta y Budismo de Siddhartha Gautama Shakyamuni

  
Desde los tiempos más primitivos al pensamiento y vida de la India es fundamental un gran tema mitológico básico para el Hinduismo: que origina el mundo un Dios (bajo muchos nombres: como Papajati, o Brahma[n], y Vishnu), mediante actos de auto-desmembramiento u olvido propio, por los cuales el único Actor se ha vuelto Muchos y desempeña innumerables papeles. Al final vuelve a ser el mismo sólo para recomenzar otra vez más igual juego, el Uno muere convirtiéndose de nuevo en Muchos, y los Muchos mueren volviéndose Uno...  
 
  
Y hace ya unos 3.500 años, desde un 'R[i]g Veda' (o primer Himno de Sabiduría sobre los conocimientos) aparece: "Mil cabezas tiene Purusha (Persona o Conciencia), mil ojos, mil pies (...) esta Purusha es todo lo que hasta ahora ha existido y todo lo que existirá; el señor de la inmortalidad que crece aun más por la comida (...) Él formó las criaturas del aire, y animales salvajes y mansos... Cuando ellos dividieron a Purusha, ¿cuántas porciones hicieron? ¿Qué es lo que llaman su boca, sus brazos? ¿Qué es lo que llaman sus muslos y pies? La casta de los brahmanes (o sacerdotes) fue su boca, la casta Kshatriya (noble y guerrera) hecha fue con sus dos brazos. Sus muslos se hicieron Vaishya (el pueblo, que comercia); de sus pies salió Shudra (última, servil, clase). La luna engendrada desde su mente fue, y de su ojo nació el sol; Indra y Agni nacieron en su boca, y Vayu con su aliento. De su ombligo surgió el aire intermedio; el cielo emergió desde su cabeza; la tierra por sus pies, y de su oreja las regiones. Así se formaron los mundos"...
 
Igualmente, cerca de un milenio después, el 'Kena Upanishad' reflexionaba: "¿Impelido por quién se eleva la mente? / ¿Impelido por quién respira por primera vez el aliento? / ¿Impelido por quién es el habla por la cual se comunican las personas? / Y ¿qué dios une la vista y el oído? (...) Aquello que no puede ser expresado por la palabra, / y por lo cual la palabra misma es expresada. / Debes saber que aquello es el eterno Brahma[n], y no aquello que otros veneran aquí. / Aquello que no puede ser aprehendido con la mente, / y por lo que, dicen, la mente es aprehendida... / Debes saber que aquello es Brahma[n], y no lo que otros veneran aquí. / Aquello que no puede ser visto con la vista..."
 
 
Antes de nuestra era, también, el Bhagavad-Gita del épico Majábharata (en el siglo III a. C.) dijo: "Al comienzo este mundo fue Atman (el Yo), solo en la forma de Purusha (...) Por todos lados Aquello tiene pies y manos, / por todos lados ojos, cabezas y caras, / por todos lados en el mundo oye; / abraza todas las cosas". Y dice la 'Mundaka Upanishad' (coetánea del texto anterior): "En verdad el atman (Yo, como la Conciencia de sí mismo) -dijo el poeta- viaja por la tierra de cuerpo en cuerpo". La filosofía hindú no ha cometido el error de imaginar que se puede pronunciar un juicio informativo, fáctico y positivo acerca de la realidad [última]... Como la misma 'Upanishad' añade: "Donde el conocimiento carece de dualidad, de acción, de causa o de efecto, donde es inefable, incomparable y está más allá de lo que puede describirse, ¿qué es? Imposible decirlo"...

Cualquier juicio positivo acerca de las últimas cosas debe hacerse en la forma sugestiva del mito y la poesía. En este campo el lenguaje indicativo sólo puede decir "Neti, neti" (No, no), pues lo que puede describirse sometido con las categorías tiene siempre que pertenecer a este campo convencional. En general toda filosofía india es primordialmente la experiencia o estado de conciencia que se conoce por moksha (o 'liberación'), y tan sólo muy secundariamente un sistema de ideas intentando traducirla con lenguaje convencional. En el fondo pues, tal filosofía se torna inteligible sólo si participamos de dicho tipo del conocimiento no convencional, que también hallamos en el Taoísmo chino...
 
 
Asimismo se lo llama atma-jñana (auto-conocimiento) y atma-bodha (o despertar del Yo), puesto que puede considerarse como el descubrimiento de quién o qué soy yo cuando ya no me identifico por ningún papel ni definición convencional de la persona. La filosofía india no describe el contenido de dicho descubrimiento salvo en términos mitológicos, utilizando la frase "aham brahman" (yo soy Brahman: la Conciencia universal) o "tat tvam asi" (tú eres eso) para sugerir que auto-conocimiento es darnos cuenta de nuestra original identidad con Dios. Por esta razón la filosofía india se concentra en la negación, en liberar la mente de conceptos de Verdad. No propone ninguna idea ni descripción de lo que debe llenar el vacío de la mente, porque la idea excluiría el hecho, del mismo modo a como un cuadro que representase al sol colgado sobre la ventana tampoco deja entrar luz del verdadero sol... 

Así como los hebreos no permitían imágenes de Dios en madera o piedra, los hindúes proscriben las imágenes mentales, salvo que sean tan evidentemente mitológicas que nunca se las confunda con realidad ninguna. Por tanto la sadhana (disciplina práctica) que caracteriza el camino de liberación consistirá en un progresivo desprendimiento del propio atman (Yo) con respecto a toda identificación: darse cuenta del cómo yo no soy este cuerpo, estos pensamientos o sentimientos, estas sensaciones y conciencia. La realidad básica de mi vida no es ningún objeto concebible. En última instancia no debe ser identificada tampoco con idea ninguna, ni tan siquiera la de Dios o del atman...
 
 
Se trata, conforme a la 'Mandukya Upanishad' (en el siglo II d. C.), de: "Aquello que no es consciente ni de lo subjetivo ni de lo objetivo, ni de ambos; que no es ni simple conciencia, ni indiferenciada sensibilidad, ni mera oscuridad. Es invisible, sin relaciones, incomprensible, ininferible e indescriptible: es la esencia de la Autoconciencia (o conciencia del Yo), el final de maya (la ilusión)". Traducido al lenguaje convencional y -repitámoslo- mitopoético, el conocimiento de Brahman se representa como un descubrimiento del cómo este mundo que parecía ser Muchos en verdad es Uno, que "todo es Brahman" y que "toda dualidad es el falso producto de la imaginación": Brahman carece de dualidad; o sea, es AdVaita...

Para una comprensión adecuada sobre dichas doctrinas de maya: el mundo no es ninguna ilusión de la mente en el sentido de que, ante los ojos del jivan-mukta (hombre liberado), no haya nada por ver salvo un vacío sin huella. El liberado ve también el mundo que nosotros vemos; pero no lo amojona, mide ni divide de nuestras mismas maneras. No lo considera como real o concretamente quebrado en sucesos y cosas disjuntas. Ve que la piel puede considerarse tanto siendo lo que nos une a nuestro ambiente como lo que de él nos separa. Ve, además, que la piel será considerada como algo que une sólo si antes había sido considerada como algo que separa, o viceversa... 
 
 
Por tanto su punto de vista no es monista; ni piensa que todas las cosas son en realidad Uno porque, hablando concretamente, nunca hubo 'cosas' que debieran considerarse Uno: unir es tan maya como separar. Por esta razón tanto los hindúes como los budistas prefieren decir que la realidad es "no dual" más bien que 'una', pues el concepto de uno siempre tiene que estar en relación con el de muchos. Por consiguiente, la doctrina sobre maya de relatividad es; consistiendo en decir que las cosas, los hechos y sucesos no se delinean por la naturaleza sino desde alguna descripción humana y que la manera en que los [d]escribimos (o dividimos) es a nuestros variables puntos de vista relativa...

Y más convencionales que naturales los límites, por ello, son; en el sentido de cuando se dice comenzar la vida del hombre con el momento del parto, por ejemplo, más bien que desde su concepción o destete. Pero también las doctrinas del maya dicen que rupa (las formas) carecen de svabhava (naturaleza en sí o del propio ser): no existen por derecho propio sino sólo en relación con las demás, así como un sólido sólo cabe distinguirlo en relación con el espacio; nada más que convencionalmente  pueden separarse vida y muerte... 

En realidad, "lo moribundo es cuanto vive". O son inseparables, en este sentido, e interdependientes: el uno del otro surgen, y tan sólo por maya o la división convencional se los puede llegar a considerar aparte; para las filosofías indias, rupa (la forma) es -toda ella- maya, por impermanente...   
 
 
Maya, pues, generalmente equivale a nama-rupa (o nombre y forma); al intento de la mente por captar las formas fluidas de naturaleza en su red con clases fijas; pero para la mente que deja seguir su curso a las cosas moviéndose con el flujo del cambio (según la metáfora del Budismo Zen, se ha convertido en algo similar a una pelota por arroyos de montaña), el sentido de lo transitorio y vacío se vuelve una especie del éxtasis. Por esta razón tanto para Oriente como en Occidente la im-permanencia es a menudo tema de la poesía más profunda y conmovedora; en el 'Macbeth' de Shakespeare se reza: "El mañana y el mañana y el mañana / avanzan a pequeños pasos, de día en día, / hasta la última sílaba del tiempo recordable / y todos nuestros ayeres han alumbrado a locos / el camino hacia el polvo de la muerte. / ¡Extínguete, extínguete, fugaz antorcha!"...

En resumen, la doctrina de maya señala en primer lugar cómo es imposible capturar el mundo real con la red mental de palabras y conceptos; y en segundo, el carácter fluido para esas mismas formas que intenta definir el pensamiento. Mas incluso hay algo engañoso hasta en la idea de Brahma[n] como eterna realidad que subyace bajo el flujo, y del atman como divina base de la conciencia humana; pues, en la medida que son conceptos, tan incapaces de aprehender lo real como cualquier otro son. En el fondo del Budismo encontramos este acto, del darnos cuenta de cómo el mundo se nos escapa, totalmente. Es tal cambio de acento el que distingue, más que ninguna otra cosa, la doctrina del Buddha con respecto a la enseñanza de los 'Upanishads' (o textos para «sentarse con atención» frente al Conocimiento... de sí mismos)...    
 
 
Gautama Buddha (o «el Despierto»), que murió alrededor del año 545 a. de C., era enteramente tradicional en su abandono de la casta y aceptando a seguidores también sin casta ni hogar; pues tal renuncia es un signo exterior y visible del que han realizado el verdadero estado de 'no clasificable', ya que su propio papel o persona es puramente convencional, y la verdadera naturaleza, en cada cual, no es ni una cosa ni un cuerpo: es decir, nada ni nadie. Esa realización era punto crucial de la experiencia del bodhi (despertar): durante 7 años, utilizando los medios tradicionales del yoga y tapas (la contemplación y el ascetismo), había luchado para entender la causa del que seamos tan esclavos de maya; por liberarse del círculo vicioso de trishna (el apego en la vida), lo cual era como intentar que la mano se agarre a sí misma...

Todos esos esfuerzos habían sido en vano. El eterno atman (o Yo real) no aparecía. Por mucho que se concentrara en su propia mente para buscar la raíz y base, sólo hallaba el esfuerzo de tal concentración. La tarde anterior a su despertar el Buddha sencillamente "abandonó", relajó su ascética dieta y se alimentó un poco. En seguida sintió cómo le iba ocurriendo un profundo cambio. Sentose bajo el árbol Bo jurando no volverse a levantar hasta el haber alcanzado supremo despertar y -según tradición- quedó así toda la noche hasta que su primer vislumbre del lucero del alba de pronto provocó un estado en perfecta claridad y comprensión. Eso era "anuttara samyak sambodhi" (o el completo e insuperado despertar), la liberación con respecto a maya o al samsara (la Rueda de nacimientos y muertes), que seguirá mientras el hombre trate de apresar su propia vida...
 
 
Pero el contenido real, de tal experiencia, nunca pudo ser expresado con palabras ni podría serlo; porque su decir son los bastidores de maya, o las mallas de su red, y la experiencia es como el agua que se desliza sólo a través de los agujeros. Por lo tanto, cuanto más puede decirse sobre aquello son las palabras atribuidas al Buddha en la 'Vajracchedika' (o Sutra del Diamante): "Justamente así, Suhhuti, del completo e insuperado despertar no saqué absolutamente nada, y por esta misma razón 'completo e insuperado despertar' se lo llama"...

El 'Canon pali', sin embargo, dice que inmediatamente después de su despertar el Buddha fue al Parque de los Ciervos en Benarés y expuso su doctrina para quienes antes habían sido sus compañeros de ascético vivir; expresándola en la forma de las "Cuatro Nobles Verdades" conforme al modelo Védico tradicional en el cual un médico da su diagnóstico y la receta: identificación de la enfermedad con su causa, más declaración del si es curable, y prescripción de remedios... 
 
 
Una "Primera Noble Verdad" se refiere a la dukkha (sufrimiento, insatisfacción por frustraciones) o trishna (sed, avidez ansiosa del agarrar) designando la gran enfermedad del mundo cuya cura se obtiene con dharma (el método) del Buddha: el nacimiento igual que la vejez o enfermedad y muerte, así como congoja por estar ligado a cosas que desagradan y separado de cuantas nos agradan, son dukkha. Lo es, con una palabra, este cuerpo del quíntuple compuesto basado en trishna... 

En otra de las formulaciones para esta enseñanza, dukkha es una de las 3 características del bhava (ser o/y devenir); las otras dos resultan anitya (falta de permanencia en la realidad o, más bien, que mientras más uno agarra el mundo menos queda sin cambiar) y an-atman (o ausencia de todo Yo): "El verdadero Yo es no-Yo", pues todo intento de concebir el Yo, creer en él o buscarlo, inmediatamente lo aleja. Los 'Upanishads' distinguían atman (el Yo verdadero, supra-individual) de jivatman (o alma individual); y Buddha concuerda con aquéllas en negar la realidad del último. Así, todo intento de aferrarse al ego y convertirlo en fuente de acción eficaz está condenado al fracaso ..
 
 
La "Segunda Noble Verdad" se refiere a la causa de dukkha, que recibe el nombre de trishna (el aferrarse o apegarse) basada en avidya (la ignorancia o inconsciencia). De ahí surgen inútiles intentos del aprehender o controlar perfectamente la vida, que pura auto-frustración resulta, y modelo de vida consiguiente es el círculo vicioso al que samsara (Rueda del nacimiento y de la muerte) llaman tanto Hinduismo cuanto Budismo; el principio activo de la Rueda se conoce con el nombre de karma (o acción condicionada, es decir, la que surge de un motivo y persigue otro más enredando hasta las necesidades de controlar diversos otros): el destino de todo aquel que "trata de ser Dios" y le pone al mundo una trampa en la cual él mismo cae prisionero...  

La "Tercera Noble Verdad" se refiere al poner un fin en tal auto-frustración (por apegarse a toda la pauta viciosamente circular del karma), lo que se llama nirvana; y es el acto por quien ha ya visto la futilidad en tratar de contener su prana (o aliento vital) indefinidamente, lo cual significaría perderlo. Así nirvana es equivalente de moksha (liberación). Si se relaciona con la nir- (cesación) al vritti (las vueltas), es un sinónimo de la finalidad del yoga, que por el 'Yogasutra' se define como "cita vritti nirodha": cesación del darle vueltas a la mente por los pensamientos...
 
 
La "Cuarta Noble Verdad" describe un "Óctuple Sendero" del Dharma (es decir, doctrina o método) de Buddha, para ponerle fin a dukkha; el compendio del 'Shiksha Samuccaya' lo resume: "Donde haya un objeto, allí surge el pensamiento." ¿Son, pues, el pensamiento una cosa y otra el objeto? No, lo que un objeto es, tal el pensamiento. Si fueran una cosa y otra, distintas, entonces tendríase otro estado de pensamiento doble. Así pues, el objeto mismo es justo pensamiento. ¿Puede pasar revista el pensamiento entonces al pensamiento? No. Como la hoja de una espada no puede cortarse a sí misma, ni la punta del dedo puede tocarse a si misma tampoco, así nunca el pensamiento puede verse a sí mismo"...

Esta no-dualidad de la mente, en la que ya no está dividida contra sí misma, es samadhi (la contemplación), y debido a que desaparece infructuoso manotear de la mente que trata de captarse a sí misma, resulta en un estado de profunda paz. No es quietud o samatha (calma mental) por total inactividad, pues una vez que la mente retorna a su estado natural samadhi persiste siempre: "caminando, de pie, sentado y acostado"... 
 
 
Tal como se lo usa en el Budismo, el término dhyana (meditación) comprende tanto samadhi como smriti (el recogimiento); y la mejor manera de indicar su significado es caracterizarlo como el estado de conciencia unificada en sentido del estar enfocada sólo al presente, puesto que para la conciencia clara no hay ni pasado ni futuro sino sólo ekaksana (este único momento), que los místicos occidentales han llamado el Eterno Ahora... 

También tiene "una sola punta" en el sentido del ser un estado de conciencia sin diferenciación entre cognoscente o conocido y conocimiento. En el 'Anguttara Nikaya' se nos ha enseñado: "Un Tathagata (esto es Buddha) es un vidente de lo que hay que ver, pero no piensa -na mannati- o ni concibe lo visto y no visto, lo visible o el vidente. Igual que ocurre con lo sentido, u oído, y lo conocido; no piensa en ellos con estas categorías".  Quizás ahora estemos en condiciones de comprender aquel resumen de la doctrina de Buddha en su 'Visuddhimagga' dado: "El sufrimiento solo existe, ninguno que sufra; / el hecho existe, pero no quien lo haga; / Nirvana existe, pero nadie que lo busque; / el Sendero existe, pero nadie que lo recorra"...
 
  
Y según las doctrinas bodhisattva (del ser iluminado), la tarea propia de cada hombre liberado es liberar a todos los demás mediante upaya ("los medios hábiles"): con prajna (o sabiduría intuitiva) percibe la naturaleza interior de las realidades; lo cual a su vez despierta karuna (compasión, por todos quienes aún están encadenados a la ignorancia)...  

La sola sabiduría, para un Tathagata, quedaría del todo insuficiente sin ser acompañada por su compasión; el Buddha mismo había comparado esa posibilidad a "la locura del hombre asaeteado que no consintiera le sacasen una flecha del cuerpo, sino hasta que le hubiesen contado todos los detalles de la fisonomía, familia y motivos en su agresor"...
 
(fragmentos escogidos en Alan Watts: 'Los orígenes del budismo')
 
P.D.-

En última instancia, por lo demás, conviene tener presente siempre la confluencia de todo esto con otras variantes paralelas del pensamiento en Orientecomo un ejemplo más aparte de los ya mencionados aquí (Taoísmo y -su derivado, por fusión con raíz [madhyamikabudista- Zen...), también está un Karma-yoga (o sea, el Yoga de las acciones), muy equivalente al Samu para prácticas del zen: consistiendo en la dedicación de cualquier trabajo como una ofrenda, sin albergar ningún deseo de recompensas; al renunciarse al fruto de las acciones propias, éstas resultan desinteresadas, facilitando así un poderse "vivir lo extraordinario en la vida ordinaria"... 

Cierto fragmento representativo del 'Bhagavad Gita [Divino Cantar]' decía: "Tienes derecho sólo al actuar, a sus frutos nunca. No seas causa para los frutos de tu acción, ni tampoco te apegues a la inacción" [Ya en el siglo XX un poema sufí, 'El profeta' de Khalil Gibran, lo particularizaba muy concretamente: "Tus hijos no son tuyos, / tan sólo son hijos e hijas que se da la vida / deseosa de sí misma. / No vienen de ti, sino a través de ti / y aunque contigo estén / tampoco te pertenecen… // Tú eres el arco del cual, tus hijos / como flechas vivas son lanzados"...]

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A este post le precedió, anterior mente (24/07/23):

                                 ... y a este post le sigue, ulterior mente (17/09/23):

jueves, 27 de julio de 2023

Palabras que llevarnos al monte...

   

Una primera palabra para la mochila, es: 


montivago, ga.- Se dice de la persona o del animal que vaga por los montes y que es amigo de las anchuras y del monte raso.


Creo que me gusta, todavía más, una muy parecida que también al monte podríamos llevar: 


nubívago.- Que está en las nubes, pues vuela por el aire como los pájaros.


“Es calificativo especial de Dédalo” nos dice la versión de 1876 del Nuevo Diccionario para la Lengua Castellana.


También otra palabra es antigua, mucho más que la de bosque, o sea:


luco.- [m.] Selva o espesura de árboles.


“Un luco, es a saber una espesura de árvoles, tan grande en que la luz solar entrar non podía por rayo paresçido, muy alegre de sombra”. (Enrique de Villena, 1384-1434)


Me llama la atención la “v” de los árboles en su acepción más antigua, que se escribiera de otra manera; e imagino aquellos “árvoles” con “v” muy distintos de los que podemos contemplar hoy en día, y aquellos bosques, aquellos lucos, que eran mucho más que bosques, los lugares de la vida silvestre y los ritos y los secretos, sagradas catedrales de la Naturaleza, hoy desaparecidas.


Que no toda la Historia está escrita en las piedras sino en la Biodiversidad para siempre perdida: Luco es el origen del nombre de la ciudad de Lugo, y también SanLúcar viene de solluco, el bosque consagrado al sol.

 

Pradera en la entrada del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido
  

Pero estábamos en el monte, y en las palabras para llevarnos, como, por ejemplo, ésta muy bonita:


alebrarse.- Echarse al suelo quedándose inmóvil como las crías de las liebres, los lebratos.


O también, otra palabra que me parece muy curiosa, en especial para esta época cuando los venados están:


curnicumplidos.- Dicho de los gamos o ciervos que ya tienen toda su cuerna.


Me gusta mucho el nombre de la cría del corzo


        corcino.


Y todas las denominaciones que puede llegar a recibir el jabalí


albar, arocho, bermejo, cerdoso, macareno y guarro, entre otros;

o, asimismo, rayones... para sus crías..


Sin olvidar dos palabras que son esenciales para llevar al monte: 


columbrar.- Vislumbrar de lejos.


Es también sinónimo para entrever, conjeturar, divisar imaginando lo que se mira. A los ojos, se les llamó columbres.


Y, por supuesto, me parece indispensable:


atalayar.- Escrutar el paisaje desde lo alto.


Hay una obra de Valle-Inclán, la 'Sonata de Invierno', donde se lee: “(…) sentada al borde de una ventana desde donde se atalayaba un camino entre álamos secos, y un fondo de montes sombríos”


Es una palabra que no deberíamos dejar caer en desuso porque además, a mi modo de ver, expresa no sólo esa cierta altura -que también buscan algunos animales como el lince o el lobo para divisar el territorio- sino una cierta altura de miras que necesitamos para conducirnos por la vida.


Y también, si hay que atajar, atrochar por una:


trocha.- [f.] Sendero que hacen los animales al pasar por el mismo lugar una y otra vez en su ir y venir. También para el sendero, camino, o calle que abren las personas a su paso.


Atrochar es andar por las trochas para poder atajar.


Y así, atajando, atrochando por los montes ya para hoy terminamos.


('Lugar de vida': Mónica Fdez.-Aceytunoen 'República de las ideas')

  

Puente de San Lázaro, por Senda de los Monjes, 
hacia la Tebaida berciana en el Valle del 
Silencio y a Peñalba de Santiago,
cabe Montes del Valdueza

lunes, 24 de julio de 2023

Otras maneras de pensar que, tan bien, son posibles: introducción a 'el camino del Tao'

   
Según la convención, yo no soy simplemente aquello que ahora estoy haciendo, sino también lo que haya hecho; y eso nos da una versión tal que le hace al pasado parecer casi más mi 'yo' real que cuanto estoy haciendo, yo, en estos momentos. Efectivamente: lo que soy parece fugaz e intangible, pero lo que fui ya es algo fijo y definitivo, la base firme para predecir qué más en el futuro seré; y así (tanto individual cuanto social mente...) resulto estar más íntimamente identificado con lo ya no existente aquí, en lugar de por aquello que realmente ahora es... 

E importa reconocer, asimismo, el cómo los recuerdos que constituyen la identidad histórica de un hombre no son sino tan sólo alguna selección: entre la infinidad real de todas las experiencias o sucesos han sido espigados algunos, apenas, abstrayéndolos como lo significativo; y esta significación se determinó por normas convencionales, desde luego...

Tal abstraer parece una necesidad ante las comunicaciones, puesto que nos permitiría representar nuestras experiencias por sencillas 'tomas' realizadas en la mente con rapidez (como se denota por el asumir que a cada instante sólo es factible pensar una cosa). Así la comunicación por medio de signos convencionales nos da una traducción abstracta, mediante yuxtaposiciones de instantáneas, para un universo en el que sin embargo las cosas ocurren conjunta y simultáneamente; es decir, cuya realidad concreta nunca cabe ser totalmente descrita con esos términos. Alguna visión perfecta utilizando estos medios de una pequeña partícula del polvo, por ejemplo, llevaría un tiempo interminable; pues debiera explicarse cada punto de su volumen...

Hay analogía entre nuestra visión central y los pensamientos conscientes, procediendo por una sucesión de tomas puntuales, o la otra periférica y ese misterioso proceso que nos permite regular tan increíble complejidad en el cuerpo sin para nada pensarlo. Hay que hacer notar, además, cómo les llamamos complejos a nuestros cuerpos cuando tratamos de comprenderlos en base al pensamiento lineal, con las palabras y conceptos: es como tratar de distinguir todos los detalles en una gran sala iluminándola por un rayo brillante sólo, algo tan complicado cuanto pretender beber agua con un tenedor en lugar de una taza... 
 
 
En este sentido la lengua escrita china tiene una leve ventaja sobre la nuestra, y acaso es sintomática para cierta diferente manera de pensar: es todavía secuencial, por serie de abstracciones que deben tomarse cada una sucesivamente, pero sus ideogramas están un poco más cerca de la vida que las palabras transcritas con letras porque son esencialmente imágenes (y como el proverbio dice, "1 sola figura vale por 100 dichos"); compárese, por ejemplo, cuan fácil nos es mostrar cómo se hace un nudo complicado con la gran dificultad para decirlo tan sólo mediante palabras...     

Nadie pretende que los occidentales no usemos la 'visión periférica'. Por ser humanos la usamos continuamente, y todo artista, obrero u atleta pone algunos aspectos especiales de sus potencialidades en funcionamiento; pero no es académica ni filosóficamente respetable: todavía no hemos comenzado a darnos cuenta de sus posibilidades y rara vez, o nunca, se nos ocurre que una de sus aplicaciones más importantes es para el 'conocimiento de la realidad'; éste tratamos de lograrlo mediante los engorrosos cálculos de la teología, metafísica e inferencia lógica... 
 
Si nos volvemos hacia la sociedad antigua china encontramos dos -'filosóficas'- tradiciones que desempeñan papeles complementarios, las Confucianista y Taoísta; en general, la primera se ocupa del lenguaje convencional para que bajo sus auspicios eduquen a los niños de modos que sus naturalezas originalmente díscolas y caprichosas se vean obligadas al ajuste en el lecho procústeo del orden social: cada individuo se define a sí mismo, y/o su puesto en la sociedad, según fórmulas confucianas. La segunda, paralelamente, se interesa más por el conocimiento no convencional; para comprender la vida directamente, en lugar de prestar atención a los términos lineales y abstractos del pensamiento representativo. Aunque ambas comparten algo del característico pragmatismo chino...

El Confucianismo preside, pues, una tarea socialmente necesaria del forzar a la espontánea originalidad de las vidas al adoptarse sus rígidas reglas convencionales: razonable, humanista, nada fanático, es uno de los sistemas de convención social más viables que haya conocido el mundo (Junto con la propensión a 'dejar en paz' también propia del Taoísmo, propició algún tipo de mentalidad suave y bonachona... que, al absorber luego el Budismo, contribuyó mucho en hacerlo -a éste- más 'práctico'; es decir, lo convirtió en una forma [Mahayana] de vida posible para los seres humanos con familia, trabajos cotidianos, instintos y pasiones normales)...
  
  
Uno de sus principios fundamentales reivindica: "es el hombre quien hace que la verdad sea grande, nunca la verdad lo que a él engrandece". Por esta razón siempre se consideró que la 'humanidad' o el buen corazón ('jen') es superior a la 'justicia' o rectitud ('y¡'), pues el hombre mismo es mayor a cualquier idea que pueda -él- inventar. Los hombres razonables (es decir, los que se comportan como ser humano, verdadero) serán siempre capaces de irse llegando a un compromiso; pero quien se ha deshumanizado convirtiéndose a ciego adorador de una idea o un ideal es fanático, cuya devoción por las abstracciones en enemigos de la vida lo convierte...

La función del Taoísmo consiste, mientras, en reparar el inevitable daño de dicha disciplina; y no sólo restaurar sino también desarrollar la 'cualidad del ser uno mismo así' o espontaneidad original, que recibe nombre de 'tzu-jan'. Es un camino de liberación... 

Mas un liberar que nunca llega por medios revolucionarios, pues notorio es cómo la mayoría de revoluciones establecen tiranías peores a lo que derrocan: no nos liberamos de una convención despreciándola, sino al evitar ser engañados por ella; o siendo capaces de utilizarla como instrumento, en lugar del ser utilizados, al revés...

Occidente carece de alguna institución espiritual que pueda corresponder al Taoísmo pues nuestra tradición judeo-cristiana identifica un Dios-Absoluto con el orden moral y lógico de la convención: es muy distinta cosa el sentir un conflicto frente a convenciones socialmente sancionadas y sentirnos en desacuerdo con raíces o fundamentos mismos de la vida, contra lo Absoluto. Este último sentimiento fomenta una sensación de culpa tan descabellada que debe acabar por negar la propia naturaleza o rechazando a Dios; y como lo primero nos es imposible (tal cual sería el masticarnos los dientes), en última instancia, su alternativa resultaría ya inevitable. 
 
 "El Yin y el Yang..." -en las Filosofías chinas- de Confucio y Lao Tsé...
 
Pero esa rebelión contra Dios, como es natural con las revoluciones, da lugar a tiranías del Estado absolutista: cuando aquel trono de lo Absoluto queda vacante se usurpa por algo relativo, al convertir en absoluto algún concepto, una convencional abstracción. Mas resulta improbable que tal trono hubiese quedado vacante si, en cierta manera, ya lo hubiera estado antes; es decir, si esta tradición occidental hubiera tenido algún modo de aprehender lo Absoluto directamente, aparte los términos del orden convencional... 

En el Taoísmo, como para otros caminos de liberación, no debe confundirse con algo abstracto lo Absoluto: el Tao, según se le llama, es la Realidad última, lo concreto natural y espontáneo. Por lo tanto, para poder comenzar entendiendo con qué trata tal corriente al menos tenemos que admitir lo posible de alguna concepción del mundo diferente a esta occidental, algún conocimiento distinto de los obtenidos mediante nuestra conciencia superficial; la cual sólo puede aprehender su realidad en forma de un pensamiento, esto es, consecutivas abstracciones (lo que se llama en chino 'nien') todas las veces...

Filosofía tradicional atribuye tanto Confucianismo como Taoísmo a una fuente anterior, que se halla en la base misma de pensamiento y cultura chinas, remontándose a fecha entre 3000 y 1200 a. de C. Tal obra es el 'I Ching' (o 'Libro de los cambios'): aparentemente se usaba como un libro de adivinación con oráculos basados en 64 figuras abstractas, cada una compuesta por 6 líneas de 2 clases (cual Yin o Yang), divididas (las 'negativas') y enteras ('positivas'); hoy podrá verse análogo al moderno 'test de Rorschach', útil para diagnosticar los estados del paciente, según las espontáneas imágenes que 'vea' en un complicado manchón de tinta...

Y en este sentido, no es baladí recordar cómo los métodos 'rigurosamente científicos' de predecir el futuro sólo pueden ser aplicables en casos especiales: cuando las acciones no sean urgentes, y los factores en juego son mayormente mecánicos, o para circunstancias tan limitadas que resultan triviales. Con mucho, la mayor parte de nuestras decisiones importantes dependen de una 'corazonada'; o en otras palabras, desde lo percibido por alguna 'visión periférica' de la mente...

Lao-tzé lo resumió, hace más de 2.500 años, en su texto canónico: "El Tao que pueda decirse no es el eterno Tao (...) /  El Tao es algo confuso e impreciso, / ¡cuan confuso e impreciso! / Sin embargo, en su interior hay imágenes, / ¡cuan confusas e imprecisas! / Sin embargo, dentro de él hay cosas, / ¡cuan oscuras y confusas! / Sin embargo, dentro de él hay poder mental. / Porque este poder es muy real / dentro del Tao hay confianza"...
 
 
La diferencia importante entre dicho Tao y la idea usual de Dios se basa en que, mientras Dios produce por creación ('wei'), el Tao hace todo por 'no creación (wu-wei)'; lo cual puede significar algo parecido a cuanto llamamos 'crecimiento' y 'desarrollo'. Vale decir también: "El principio del Tao es la espontaneidad (...) / El gran Tao fluye por todas partes, / hacia la izquierda y hacia la derecha. / De él dependen todas las cosas para existir, / y él no las abandona. / Él no pretende para si sus perfecciones. / Ama y nutre todas las cosas, pero no las señorea"...
    
En la usual concepción occidental, Dios es imagen de lo que quisiera el hombre ser: gobernante y director consciente, dictador absoluto; en contraste con ello el Tao es enteramente oscuro y misterioso ('hsüan')"Cuando el hombre superior escucha el Tao, / hace cuanto puede por practicarlo. / Cuando el hombre medio oye el Tao, / a veces lo conserva, a veces lo pierde. / Cuando el hombre inferior oye el Tao, / se reirá de él en alta voz. / Si no riera, no seria el Tao"...  

O sea, el Tao es accesible sólo a la mente que puede practicar un sencillo y sutil arte del 'wu-wei (no forzamiento de las acciones)'; como Chuang-tzí lo glosó"El hombre perfecto usa su mente como un espejo. No aferra nada, ni rechaza nada. Recibe, pero no conserva". Y aun más enérgico lo había formulado, en el 'Tao Te Ching', su maestro ya: "Suprimid la sagacidad; descartad la pericia, / y el pueblo se beneficiará cien veces. / Suprimid la 'humanidad'; descartad la justicia, / y el pueblo recobrará el amor de sus semejantes. / Suprimid la destreza; descartad lo utilitario, / y no habrá ladrones ni bandidos... / No seáis afectados; / fomenta la sinceridad; / desdeña lo personal; / reduce los deseos"...

No se trata de reducir la mente a una vacuidad pueril, sino del poner en juego inteligencia natural espontánea e innata, utilizándola sin forzarla; ya que, desde los puntos de vista para las otras escuelas, tanta desconfianza occidental en la naturaleza humana -por razones teológicas o tecnológicas- parece ser mera esquizofrenia: heredando bíblicas divisiones contra sí misma, cuando trata de sujetar todo el orden humano al control por alguna razón consciente, olvida cómo nunca es posible confiar en el cerebro; pues todo poder para la razón depende de órganos que han crecido desde obras desplegadas con obvia 'inteligencia inconsciente'...
  
 
Lieh-tzi (del siglo IV a. C.) nos lo ha descrito: "Después (...) mi mente dio rienda suelta a sus reflexiones, y mi boca libre paso a su discurso. Ya nada supe acerca de lo bueno y lo malo, de ganancias y pérdidas, ni con respecto a mí ni a los demás... Lo interno y lo externo estaban fundidos en unidad. Después de todo ello no hubo distinción entre ojo y oreja ni oreja y nariz o nariz y boca: todos eran lo mismo. Estaba helada mi mente (...) Y en verdad ignoraba si yo cabalgaba el viento o en mí lo hacía él". Los taoístas sugieren que 'wu-hsin' (muy literal: 'no mente', o falta de autoconciencia) emplea en su totalidad la mente...
 
Por ejemplo, para Chuang-tzí: "El niño mira las cosas todo el día sin pestañear; ello es así porque sus ojos no están enfocados en ningún objeto particular. Anda sin saber adonde va, y se detiene sin saber qué está haciendo. Se confunde con lo que lo rodea y se mueve llevándolo consigo. Estos son los principios de la higiene mental (...) Si regulas tu cuerpo y unificas tu atención, la armonía del cielo descenderá sobre ti. Si integras tu conciencia y unificas tus pensamientos, el espíritu hará su morada en ti. 'Te' (la virtud, poder mental o carácter) te vestirá, y el Tao te protegerá. Serán tus ojos como los de un ternero recién nacido, que no buscan el porqué"...   

Según dicen tanto Taoísmo como Zen, el centro de la actividad para nuestra mente no está en su proceso del pensar, consciente o egoico; y el gran maestro Dogen (siglo XIII) recuerda, de Chuang-tzí (siglo IV a. C.), también: "El cuerpo romo hueso seco, / la mente como cenizas muertas; / eso es verdadero conocimiento, / no esforzarse por saber el porqué. / En la tiniebla, en la oscuridad. / el sin mente ('wu-hsin') no puede planear. / ¿Qué clase de hombre es ése? / 'Te' inferior es activa y con propósito. / 'Te' superior es no activa ['wu-wei'] y sin propósito"...

Mientras los confucianos prescribían una virtud que dependía de la observancia artificial de reglas y preceptos, los taoístas señalaban cómo esa virtud cívica es convencional y no genuina. Se ha repetido mucho el siguiente diálogo imaginario: "Dime, —dijo Lao-tzé— ¿en qué consisten la caridad y el deber para con nuestro prójimo? Consisten —respondió Confucio— en cierta capacidad de regocijarnos con todas las cosas; en el amor universal, sin elemento egoísta. Tales son las características de la caridad y el deber para con nuestro prójimo... 
 
 
¡Qué tontería! —exclamó Lao-tzé—. ¿No se contradice el amor universal consigo mismo? Tu eliminación del yo, ¿no es una positiva manifestación del yo? Señor mío, no dejes que el imperio pierda su fuente nutricia. Existe el universo, y su regularidad es constante. Existen el sol y la luna, y su brillo no cesa. Existen las estrellas, y sus constelaciones no cambian. Existen pájaros y bestias, que se agrupan sin cambiar. Existen árboles y arbustos, que crecen hacia arriba sin excepción. ¡Sé como ellos: el Tao sigue, serás perfecto! ¿Para qué entonces estas vanas disputas acerca de la caridad y el deber para con nuestro prójimo, como quien tocara un tambor para cazar a un fugitivo? ¡Ay, señor! has introducido mucha confusión en la mente del hombre".    

En suma, pues, impensable ingenio es el 'te': poder creador de las funciones espontáneas y naturales del hombre, que bloqueado queda cuando tratamos de dominarlo mediante métodos y técnicas formales. Como en la fábula: "Muy feliz era el ciempiés, hasta que un sapo, una vez, le preguntó '¿Qué orden al andar siguen tus remos?'. Lo cual forzó su mente a tal extremo que a una zanja, distraído, fue a caer mientras pensaba cómo hacer para correr"...

Las culturas del Tao proponen, pues, que nos convirtamos en la persona que sin quererlo es fuente de maravillosos accidentes. El Taoísmo es, así, el camino de liberación original de la China que se combinó con Budismo (Mahayana) de la India para producir el Zen... 

Su fin es propiciar liberaciones frente a la convención, en el sentido del poder creador de 'te', dejándolo libre para que actúe. Todo intento del describir y formular en palabras o símbolos mentales, que deben expresarse sucesivamente, lo tergiversan: "Si el lenguaje fuese adecuado, no haría falta más que un día entero para exponer el Tao. Como no lo es, lleva ese tiempo explicar los entes materiales; pero Tao es algo que aun está más allá: no se lo puede jamás expresar con palabras, ni con el silencio" [resumió Chuang-tzí]...   

  

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