lunes, 10 de enero de 2022

¿'NEGACIONISTA'? ¡SÍ, ESO: LO SOIS VOS...!

        
Balido único en los rebañitos -reenviando "ALARMAS!" DEL 
ABURRICIE, con 'bozales' de Negacionismo irracional 
 decretado al Derecho..., por más 'Vivan las caenas'- 
 para "Inconstitucionales"  Antilegalidades! 
 
Aunque la verdad es que para nuestras [mayores] desgracias, todo esto -del aquí, ahora- no debería sorprendernos... al tampoco ser ya nada nuevo:
 
"Hombres veo que de hombres / sólo tienen, sólo gastan / el parecer y el cigarro, / el pantalón y la barba. / En el corazón son liebres, / gallinas en las entrañas, / galgos de rápido vientre / que en épocas de paz ladran / y en épocas de cañones / desaparecen del mapa. / Estos hombres, estas liebres, / comisarios de la alarma; / en cuanto escuchan a cien leguas / el estruendo de las balas, / con singular heroísmo / a la carrera se lanzan: / se les alborota el ano, / el pelo se les espanta. 

Valientemente se esconden,gallardamente se escapan / del campo de los peligros / estas fugitivas cacas, / que me duelen hace tiempo / en los cojones del alma. / ¿Dónde iréis que no vayáis / a la muerte, liebres pálidas, / podencos de poca fe / y de demasiadas patas? / ¿No os avergüenza mirar / en tanto lugar de España / a tanta mujer serena / bajo tantas amenazas? / Un tiro por cada diente / vuestra existencia reclama, / COBARDES de piel cobarde / y de corazón de caña. / 

Tembláis como poseídos / de todo un siglo de escarcha / y vais del sol a la sombra / llenos de desconfianza. / Halláis los sótanos poco / defendidos por las casas. / Vuestro miedo exige al mundo / batallones de murallas/ y barreras de plomo a orillas / de precipicios o zanjas / para vuestra pobre vida, / mezquina de sangre y ansias. / No os basta estar defendidos / por lluvias de sangre hidalga / que no cesa de caer, / generosamente cálida, / un día tras otro día / a la gleba castellana. / 

No sentís el llamamiento / de vidas derramadasPara salvar vuestra piel / las madrigueras no os bastan, / no os bastan los agujeros / ni los retretes, ni nada. / Huís y huís dando al pueblo, / mientras bebéis la distancia, / motivos para mataros / por las corridas espaldas. / 

Solos se quedan los hombres / al calor de las batallas / y vosotros, lejos de ellas, / queréis ocultar la infamia; / pero el color de COBARDES / no se os irá de la cara. / Ocupad los tristes puestos / de la triste telaraña. / Sustituíd a la escoba, / y barred con vuestras nalgas / las mierdas que vais dejando / donde colocáis la planta."  
 
(MIGUEL HERNÁNDEZ: 'Viento del pueblo', 1937)


La manera de llamarnos a quienes estamos denunciando una sistemática vulneración de los derechos para toda la ciudadanía es «negacionista».

Ayer, en la entrevista que le realicé al Juez José María Asencio, precisamente comentábamos esta cuestión: «negacionista» se llamaba al principio a los que negaban la existencia del virus. Un término que en principio puede entenderse (y que yo jamás he compartido). El virus, evidentemente existe, evidentemente ha causado muertes y muchos problemas a demasiadas personas.
  
  
Después, comenzó a haber en grupos de personas más amplios protestas ante las medidas de confinamiento, limitación del derecho a la movilidad. También se les llamaba «negacionistas» y aquí ya empezaba el término a hacer aguas. No negaban, sino que se oponían a las medidas restrictivas, que tiempo después el Constitucional consideró inconstitucionales (no porque no hiciera falta tomarlas, sino porque no se emplearon las medidas jurídicas pertinentes para ello).

Más adelante, tras publicarse estudios científicos que ponían en cuestión el uso de la mascarilla en espacios abiertos, (confirmaban que al aire libre era una medida innecesaria si se mantenía la distancia física), hubo más gente todavía que comenzó a protestar: sobre todo por los niños. Pues bien, a ellos también se los metió en el «saco del negacionismo». Y tampoco tenían nada que ver con los «originales» que negaban el virus: sencillamente utilizaban criterios científicos para explicar que respirar aire y mantener la distancia era una forma saludable de estar en el exterior sin contagiarse.

Llegaron las vacunas: un tratamiento experimental, puesto que era la primera vez que se aplicaba el ARN mensajero en algunas de las marcas que se pusieron a disposición del público desde finales de 2020. La opacidad de los contratos con las industrias farmacéuticas que dispensarían estos medicamentos en fase de ensayo, autorizados por vía de urgencia, generó críticas y oposición por parte de centíficos, políticos y población. También se los llamó «negacionistas» entonces, porque denunciaban que el proceso no fuera transparente, que no se cumplían aquellas garantías exigidas en las otras ocasiones y que no se estuviera informando adecuadamente a la población en base a sus derechos.

Comenzaron a inyectarse las dosis: en un principio estaban pensadas para población vulnerable (mayores e inmunodeprimidos) y para personal sanitario, puesto que eran los más expuestos al contagio y había que protegerles. Poco a poco se fue extendiendo en la población en general. Se pasó por alto el consentimiento informado, se pasó por alto poner el foco en los posibles efectos adversos que se estaban empezando a notificar. Se pasó por alto información fundamental queriendo presionar a la población de manera deliberada para que se inoculase una «vacuna» sin explicar en detalle que formaba parte de un ensayo del que solamente el tiempo podría demostrar su efectividad y sus posibles efectos adversos. A quienes tenían dudas, en base al principio de prudencia -fundamentalísimo en medicina...- se les llamaba «negacionistas y Antivacunas».

A medida que las vacunas se iban aplicando, comenzó a verse que su «protección» tenía un efecto limitado en el tiempo. Y que, además, debido también a la aparición de nuevas variantes, sería necesario inocular más dosis. Comenzando por la segunda y, ahora ya, la tercera... A quienes plantearon dudas al respecto de combinar los productos de distintas farmacéuticas (algo que no se había hecho antes, habitualmente, ante ningunas otras circunstancias) se le llamó también «antivacunas y negacionistas»... Y se hacían eco sencillamente de dudas perfectamente comprensibles ante tanta incertidumbre.

Llegó el momento de la vacunación infantil. Los expertos en un primer momento apuntaban a que la vacunación en niños debería hacerse frente a casos de riesgo: para los vulnerables o quienes convivieran con personas vulnerables, ya que el beneficio comparado con el riesgo no quedaba claro. Además, teniendo en cuenta que los posibles efectos adversos deben ser analizados durante años, no son pocos los pediatras que consideran que atendiendo a que este virus no ha tenido letalidad prácticamente en los más pequeños, la prudencia sería buena consejera

Pues bien: pronto cambiaron de orientación y se decidió establecer la vacunación a la infancia de manera general. Siempre voluntaria, pero presionando a través de campañas públicas dando a entender que vacunar a los más pequeños sería una protección para los mayores (ya vacunados en su inmensa mayoría). Una decisión que contraviene claramente los principios básicos establecidos en la medicina pero también contra la Convención de Derechos del niño: no es ético someter a una criatura a un tratamiento para proteger a un adulto de algo que al niño no le afecta prácticamente. Pues a quienes han señalado esto, ahora se les llama «negacionistas y antivacunas».
 
  
Resulta agotador tener que decir una y otra vez que cientos de miles de personas como yo, aun millones, no somos negacionistas ni antivacunas. En mi caso, debido a mis años de trabajo en el ámbito de cooperación internacional, siempre me he vacunado absolutamente de todo lo habido y por haber. Me he sometido a los tratamientos aprobados y con garantías, siendo consciente de todos los posibles efectos adversos. Con mis hijos he hecho lo mismo. No soy en absoluto contraria a la vacunación tal y como siempre se ha considerado.

Ahora bien: el hecho de que ponga de manifiesto que la situación que estamos viviendo vulnera los derechos y garantías de la población, que no se nos está informando correctamente, que se está presionando a la gente para que tomen una decisión (contra la recomendación dada por el Consejo de Europa en enero de 2021) y que los medios de comunicación mayoritarios compartan financiación con las empresas farmacéuticas vendedoras de esta vacuna y esto pueda condicionar el sesgo con el que informan, nos convierte automáticamente en «negacionistas», «antivacunas» y hasta «bebelejías».

¡Basta ya!  La manipulación está llegando a tal nivel que cuesta mucho trabajo poder explicar que nada más lejos de la realidad que el rechazo a los avances de la ciencia. Nada más lejos de la realidad que la subestimación de este virus. En absoluto. Somos millones las personas que hemos cumplido rigurosamente con todas las medidas, que a pesar de no entenderlas en muchos casos (pues no han sido pocos los expertos que las han denunciado como el 'pasaporte Covid' o las mascarillas en el exterior, o vacunar a niños sanos), hemos ido cumpliendo cuanto es de cumplir y teniendo prudencia con lo que nos parecía que podía ser peligroso. 

Nosotros... no somos irresponsables, ¡sino todo lo contrario! Dejen ya de acosar y perseguir a la gente que está tomando decisiones de manera tranquila, informada y que está intentando comprender cómo es posible semejantes atropellos aplaudidos por una horda de gente que únicamente se informa por lo que dicen en la tele.

Existen médicos, biólogos, virólogos, jueces, abogados, y expertos en diferentes disciplinas que no están teniendo la atención mediática necesaria para explicarle a la población que lo que les cuentan puede no ser del todo así, que tiene un sesgo a veces interesado por quien financia los medios de comunicación. Me decía el catedrático y experto en farmacovigilancia Joan Ramón Laporte en esta entrevista que sería imprescindible que, cuando estos medios entrevisten a cualquier «supuest@ expert@» deberían hacerle(s) declarar públicamente sus 'conflictos de intereses', pues la mayoría de los que ustedes están viendo aconsejarles productos de empresas privadas farmacéuticas, han recibido de ellas algún tipo de beneficio.

Voces como Owen Jones ya reconocen que la mayoría que aumenta no sería(n) 'los negacionistas' y que algo anda empezando a cambiar porque, cada vez más gente, está harta de que le recorten derechos y libertades sin fundamento científico.
 
 
Esta noche muchas familias tendrán entre sus miembros a personas que han sido atacadas por ejercer sus derechos. Señaladas, criminalizadas, y sobre a las que se ha querido poner cartelitos que les apuntarían como «peligrosas e infecciosas» sin serlo.

Sepan ustedes que aquellas personas no vacunadas no son necesariamente más peligrosas para su salud que una persona vacunada. Pueden infectarse de la misma manera y pueden contagiarle igual. Solamente debe tener usted cuidado de la persona que esté infectada. Sepa usted que el Derecho ampara perfectamente a que la gente decida libre si quiere someterse a un ensayo sobre un producto que, durante estos meses y por el momento, parece que ha sido positivo para evitar muertes y casos graves, pero no para evitar contagios. Por lo que , una persona que no tuviera riesgos ante el virus, es perfectamente libre para ponderar si le beneficia probar un medicamento o intentar por todos los medios protegerse del virus.

Hagan el favor todos los que difaman, todos los que criminalizan, todos los que insultan de aprender un poquito de Derecho, de escuchar a la ciencia (a toda, que es amplia y diversa) y a dejar de perseguir a quienes no hacen lo que ustedes quieren que hagan. Porque tratar de imponer algo a una persona que está en su derecho de no hacer supone un delito contemplado por el Código Penal, dicho sea de paso.

A quienes optan por negar los derechos de los demás: a tener su opinión, a expresarla, a moverse libremente, a informarse de distintas fuentes, a informar y ser informado, a esos es a los que yo llamo -ahora sí- negacionistas.

* Si te parece correcto ir preguntando a la persona sobre "sus" datos clínicos, estás intentando entrar en la intimidad de esa persona (la Ley le ampara para no contarte nada sobre la medicación que toma ni sobre su estado de salud).

* Si te parece bien que alguien sano no pueda entrar en un local contra su voluntad.

* Si te parece bien no compartir con una persona sana la mesa.

* Si te parece bien insultar y perseguir a una persona sana.

* Si te parece bien que nos censuren entrevistas a médicos y analistas de datos que únicamente informan sobre hechos y pruebas contrastadas.

* Si te parece bien pensar que no merece atención sanitaria una persona cuando no se somete a un tratamiento médico todavía no del todo probado el tiempo necesario en caso de infectarse (como también puede hacerlo quien sí lo ha tomado).

Entonces... ¡negacionista eres tú!



Desde que tienen 'PCR'... en España se decreta que "YA 
NO HAY GRIPES", aunque siguen vacunándose mucha 
gente por la S. S... 'Sólo HAY COVID-19: no paró en 
bozal, ¡la gripe sí!', para Oficial FAKE negacionista.

  
<< Las afirmaciones del Dr. Robert Malone sobre la "psicosis de formación de masas" en el contexto de la pandemia COVID-19 se subrayan por el hecho de que las autoridades del Reino Unido admitieron haber utilizado métodos "totalitarios" para "control mental" infundiendo miedo en la población.

En Canadá, el ejército también admitió haber lanzado su campaña de operaciones psicológicas contra su propia gente con el fin de manipularlos para que cumplan con las restricciones y mandatos de COVID-19. Durante su podcast viral con Joe Rogan después de que Twitter lo prohibiera, Malone explicó cómo la población mundial estaba siendo manipulada para permanecer en un estado constante de ansiedad histérica a través de la psicosis de formación de masas.

“¿Qué diablos le pasó a Alemania en los años 20 y 30? Población muy inteligente, altamente educada, y se volvieron locos ladrando. ¿Y cómo sucedió eso? preguntó Malone. "La respuesta es la psicosis de formación masiva".
  
  
“Cuando tienes una sociedad que se ha disociado entre sí y tiene una ansiedad flotante en el sentido de que las cosas no tienen sentido, no podemos entenderlo, y luego su atención se centra en un líder o una serie de eventos en un pequeño punto, al igual que la hipnosis, literalmente se hipnotizan y pueden llevarse a cualquier parte”, agregó.

“Y uno de los aspectos de ese fenómeno es que las personas que identifican como sus líderes, las que típicamente vienen y dicen que tienes este dolor y yo puedo solucionarlo por ti. Yo y solo yo ”, explicó Malone además,“ Entonces seguirán a esa persona. No importa si les mintieron o lo que sea. Los datos son irrelevantes".

“Teníamos todas esas condiciones. Si recuerdas antes de 2019, todos se quejaban, el mundo no tiene sentido y todos estamos aislados unos de otros”. "Entonces sucedió esto, y todos se concentraron en ello", dijo Malone, señalando: “Así es como se da psicosis en formación de masas y eso es lo que ha sucedido aquí”.

El resumen de Malone sobre cómo ciertas autoridades sanitarias aprovecharon la amenaza unificadora de la pandemia COVID-19 exagerando el discurso para crear histeria masiva está respaldado por detalles filtrados de cómo el gobierno del Reino Unido manipuló a su población durante los primeros días.

Como lo reveló por primera vez la autora y periodista Laura Dodsworth, los científicos del Reino Unido que trabajan como asesores del gobierno admitieron haber usado lo que ahora admiten ser métodos "poco éticos" y "totalitarios" para infundir miedo en la población a fin de controlar comportamientos en la pandemia.

El London Telegraph informó  los comentarios hechos por miembros del Grupo científico de comportamiento sobre influenza pandémica (SPI-B), un subcomité del Grupo Asesor Científico para Emergencias (Sage), el principal grupo asesor científico del gobierno.

El informe cita un informe de marzo de 2020, cuando se decretó el primer cierre, que declaró que el gobierno debería aumentar drásticamente "el nivel de amenaza personal percibida" que representa el virus porque "una cantidad sustancial de personas todavía no se sienten lo suficientemente amenazadas personalmente".


Un científico del SPI-B admite qe “en marzo [de 2020] el gobierno estaba muy preocupado por el cumplimiento y pensaba que la gente no querría que la encerraran. Hubo discusiones sobre la necesidad del miedo para fomentar el cumplimiento, y se tomaron decisiones sobre cómo aumentar el miedo".

El científico anónimo agrega que "distópica es la forma en que hemos utilizado el miedo".

El científico confesó además que “El uso del miedo definitivamente ha sido éticamente cuestionable. Ha sido como un experimento extraño. Al final, resultó contraproducente porque la gente se asustó demasiado".

Otro científico independiente del subcomité profesó: “Se podría llamar a la psicología 'control mental': eso es lo que hacemos... claramente lo intentamos y hacemos de una manera positiva, pero se ha utilizado de manera nefasta en el pasado".

Otro científico advirtió que "tenemos que tener mucho cuidado con el autoritarismo que se está infiltrando", y agregó que "la gente usa la pandemia para tomar el poder e impulsar cosas que no sucederían de otro modo nunca".

Según el informe, otro investigador del grupo reconoció que "sin una vacuna, la psicología es su arma principal", y agregó que "la psicología ha tenido una muy buena epidemia, en realidad".

Sin embargo, otro científico del subcomité declaró que se han quedado "atónitos por el uso de la psicología del comportamiento como arma" durante el año pasado, y advirtió que "los psicólogos no parecían darse cuenta del que dejó de ser altruista y manipuladora se volvía".

“Tienen demasiado poder y les intoxica”, advirtió además el científico.

Además de la respuesta del gobierno del Reino Unido, también se reveló que el ejército canadiense lanzó un programa de operaciones psicológicas contra sus propios ciudadanos en los primeros días de la orden pandémica para amplificar los mensajes del gobierno y "evitar la desobediencia civil".

"Los líderes militares canadienses vieron la pandemia como una oportunidad única para probar técnicas de propaganda en un público desprevenido", informó Ottawa Citizen.
  
  
Mientras tanto, luego de los primeros esfuerzos para censurar su mención por completo, Google ahora está manipulando desesperadamente sus resultados de búsqueda hacia devolver solo artículos negativos sobre "psicosis de formación de masas" y el Dr. Malone.

El enlace de resultados de búsqueda superior actual en Google para "psicosis de formación de masas" es un artículo de éxito desde Forbes que recicla afirmaciones dudosas que el Dr. Malone ya desacreditó durante su aparición en Rogan. >> 
   
  

 
  
...
  Se comienza por el invento de Asintomática Enfermedad y así 
hasta una "pandemia" con Millón de Contagios pero 
Sin llenarse Redes Hospitalarias ninguna...
... 
   [según la -última- 'Encuesta sobre Morbilidades' del INE, 
en 2017 hubo 4'9 millones de ingresos hospitalarios
 ¡y... 1.163 muertes, total/día!: previo al Covid] 
... 
   [la Gripe aún es una "Enfermedad de Obligatoria Comunicación"
   y contaron hasta 2019 más de 0,6 millones de contagios/año
   pero desde 2020 la Estadística Oficial dice "h@y 0" Casos:
   ¡vaya trolas por NEGACIONISMO 'Fake' correctísimo!...]
     
  


      Para sobrevivir podemos
      usar el miedo, de nuestro
      cerebrín reptiliano [acatar 
      irracionales placebitos]...
      razón responsable utilizar.  

      ¡Escoge, cada cual, es libre:
      se puede creer -y reflexionar-
      sin seguir dictados del alarmar
      pero nadie ajeno resolverá eso;
      ni a nada cabe reclamarle luego!


9 comentarios:

  1. LA PANDEMIA DEGENERÓ EN MASCARADA

    En su sátira 'El enfermo imaginario', Molière narra las andanzas de Argán, un acomodado hipocondríaco cuyas dolencias son producto de su imaginación y de los innumerables remedios que consume para evitarlas. La sátira del dramaturgo francés es un buen retrato del mundo ómicron, la versión del virus más contagiosa pero mucho más leve, que ha propiciado la degeneración de la pandemia en una bacanal desenfrenada de test, en una mascarada de hipocondriacos, donde estar enfermo ya no implica tener fiebre, malestar o tos sino conseguir una rayita adicional en un dispositivo altamente adictivo. El abuso de los test, igual que Argán de sus múltiples pócimas, ha desembocado en una de las mayores astracanadas de la historia, con figuras públicas deseándose la mejoría de una enfermedad que no sufren.

    La omnipresente histeria amenaza con colapsar los servicios médicos de atención primaria, incluso los de urgencia, con pacientes aterrados por una simple congestión nasal. Y es todavía peor en los países que mantienen un estricto sistema de trazado y cuarentena, pues esto impide a muchos profesionales sanitarios reincorporarse, aunque se encuentren sanos. Mientras tanto, los datos diarios de hospitalizaciones y fallecimientos, que no distinguen bien entre “por covid” y “con covid”, generan otra vez miedo y confusión. Ómicron, que generará con muy bajo riesgo una inmunidad natural complementaria a la vacuna, ha puesto en evidencia a quienes pretenden mantener la sociedad permanentemente cerrada.

    Es ya evidente que no se pueden detener los contagios, que el virus se expandirá de forma natural, con independencia de las costosas restricciones, que hubiera sido mejor una protección selectiva a los vulnerables. Buena parte de la población comienza a vislumbrar que, tras las bambalinas de este increíble espectáculo teatral, actúan ciertos grupos interesados en perpetuar la excepcionalidad. Las grandes tecnológicas multiplicaron su cifra de negocio gracias a la “nueva normalidad” y censuran indecentemente en sus redes sociales a quienes se muestran críticos con las restricciones.

    Tampoco le fue mal a las farmacéuticas, con su proverbial inclinación a corromper y su discutible disposición a que el mundo entero consuma una dosis de vacuna cada seis meses, de aquí a la eternidad. Por no hablar de los vendedores de test Covid, los fabricantes de medidores de CO2, o de todo tipo de cachivaches tan inútiles como lucrativos. Ciertos profesionales cualificados han tomado el gusto a trabajar desde casa, online, por teléfono o, incluso en casos extremos, a evadir parte de su trabajo mientras se resisten a regresar a la oficina. En algunos países, los sindicatos de profesores presionan para evitar las clases presenciales. Mientras, la abundancia de test y las reglas de aislamiento refuerzan a los más inclinados a la picaresca en las bajas laborales por enfermedad. Pero los intereses han desempeñado un papel peculiar en un grupo siempre presentado como neutral y altruista: los expertos.

    (continuará)

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      TOMEN A LOS EXPERTOS 'CUM GRANO SALIS'

      Pocos colectivos han adquirido tanto protagonismo como “los expertos” en Covid. Pero los hay de varios tipos. Muchos de los que pontifican en televisión no son estrictamente expertos sino meras figuras escénicas, personajes de 'reality show'. Representar ese papel no requiere muchos conocimientos; solo expresarse con extrema seguridad y pregonar el advenimiento de catástrofes, peligros extremos o enormes calamidades. Porque este es el relato que vende en el medio televisivo. Mostrar dudas, matizar o sugerir que no ocurrirá nada grave, son mensajes que no crean morbo ni atraen espectadores.
      Al primar el espectáculo al rigor, la imagen al contenido, muchos platós televisivos actúan como un poderoso imán para charlatanes y mercachifles, cuya única función es avivar el miedo. Aunque la televisión ofrece un producto con fuerte componente de ficción, los espectadores piensan que es completamente real, recibiendo así una falsa sensación de sabiduría, que conduce frecuentemente a una rocosa obstinación en la ignorancia y el error.

      Los expertos que asesoran a los gobiernos sobre el Covid poseen mayor nivel de conocimiento, pero están sometidos a incentivos perversos y, con frecuencia, a conflictos de intereses. Quedándose cortos en sus previsiones, se arriesgan a una dura censura social y a una merma de prestigio profesional; pero no hay reprobación, sino suspiro de alivio, si finalmente no se cumple un sombrío pronóstico. Por tanto, la estrategia ganadora consiste en plantear sistemáticamente escenarios muy pesimistas, incluso apocalípticos, aunque ello implique no acertar nunca. Esta parece ser la imbatible línea seguida desde hace 20 años por el epidemiólogo inglés Neil Ferguson, sin que sus reiterados y estrepitosos fallos hayan mermado un ápice su prestigio académico.

      Además, en los últimos tiempos, los asesores han defendido sistemáticamente restricciones más draconianas que los propios gobiernos. Graham Medley, asesor destacado del gobierno del Reino Unido, insinuó que, al hacer previsiones, los expertos tienden a sacar a la luz preferentemente los escenarios más pesimistas, los que requieren restricciones, porque son los que los gobernantes solicitan. Sin embargo, cabe sospechar que son esos expertos quienes realmente obtienen ganancia de los escenarios apocalípticos, pues el alargamiento artificial de la sensación de peligro, de la excepcionalidad, les permite mantener su posición, su relevancia, su protagonismo, incluso las sustanciosas ayudas a la investigación que riegan el Covid.

      Conclusión, es conveniente buscar la opinión de verdaderos profesionales con rigor y sin conflicto de intereses, contrastar la información y, en general, tomar las aseveraciones de los expertos 'cum grano salis'.

      (continuará)

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    2. ... ... ... ... ... (es continuación)

      CUIDADO CON LOS POLÍTICOS REGIONALES

      Sin embargo, nada ha determinado tanto la estrategia como los intereses de los políticos. Una vez desatado el pánico, los gobernantes actuaron con la convicción de que, si no hacían algo muy llamativo, aun ineficaz, los votantes los culparían por las consecuencias de un fenómeno natural. Las desmesuradas restricciones de derechos y libertades proporcionaron la coartada. Sin embargo, los políticos nacionales se han ido apartando poco a poco de algunas recomendaciones draconianas de sus asesores e intentan evitar aquellas restricciones con graves repercusiones para la economía. Saben que, a la larga, los votantes también castigan el desempleo, la pobreza y la falta de oportunidades. Últimamente, tienden a decantarse por aquellas medidas que, aun absurdas e inútiles como la mascarilla obligatoria al aire libre, no resultan tan dañinas para la actividad económica.

      Pero ni siquiera se observa este freno puntual en los gobiernos regionales, que suelen mantener un enfoque más extremo y radical que los nacionales porque los políticos de entidades subnacionales saben que, ante dificultades económicas, la gente tiende a culpar sistemáticamente al gobierno central. Este fenómeno se observa con claridad en el Reino Unido, con unos gobiernos de Escocia y Gales imponiendo medidas más extremas que el gobierno británico; en España, donde la imaginación restrictiva de muchos gobiernos autonómicos no conoce límites; o en Australia, donde el protagonismo de las restricciones correspondió a cada uno de los Estados y Territorios. Pocas experiencias atraen más a un político mediocre que sentir en sus manos el poder de humillar a sus súbditos percibiendo, además, que ellos lo agradecen.

      Una vez vacunados todos los vulnerables, y mayoría de la población, poco más se puede hacer. Ni restricciones de movimiento, ni pasaportes covid, ni mascarillas modificarán el ajuste final. El único instrumento útil durante la pandemia, la vacuna, ha servido para prevenir la enfermedad grave pero, por muchas dosis adicionales que se inyecten, seguirá mostrando poca eficacia para detener los contagios, esa obsesión irrealizable que lastra la estrategia desde el principio.

      ES HORA DE REGRESAR A LA CORDURA, CONTENER LA PANDEMIA SOCIAL, FRENAR LA EXAGERADA PROFUSIÓN DE TEST COVID Y CONTAR SÓLO LOS SÍNTOMAS QUE PRESENTAN SÍNTOMAS SEVEROS, COMO SE HIZO SIEMPRE EN EL PASADO. Y urge utilizar los recursos en los verdaderos enfermos; no en hipocondríacos asustados que, como Argán, llevan la enfermedad en su imaginación.

      Juan Manuel Blanco (9.1.22, www.vozpopuli.com)

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  2. 'El País' periódico y el País que habitamos se superan por momentos...

    Carmen �� ��

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  3. El Gobierno confirma el fiasco: deja SIN GASTAR MÁS DE LA MITAD ENTRE LOS 'FONDOS UE' que tenía para 2021.

    El Gobierno DE ESPAÑA reconoció que tan solo ha gastado 11.001 millones de euros de los 24.198 millones de fondos europeos que se comprometió a ejecutar en los Presupuestos de 2021 y, por tanto, se ha dejado en el cajón más de 13.000 millones en el primer año de vigencia del Next Generation EU, el macroplan impulsado por la Comisión Europea para reactivar las economías más castigadas por la Covid, entre las que España figura en el primer lugar.

    El balance de ejecución a cierre del ejercicio que presentó ayer el Gobierno a los agentes sociales admite lo que era un secreto a voces: la incapacidad de los ministerios para ejecutar el grueso de Fondos europeos presupuestados. El informe del área económica del Gobierno incide en el elevado porcentaje de autorizaciones de gasto (91%) y de reconocimiento de obligaciones (83%) tramitadas a lo largo del año pasado para subrayar el tremendo trabajo administrativo realizado y maquillar el reducido porcentaje de recursos que han terminado llegando a la economía real.

    Las cifras indican también que el despliegue del Ejecutivo con los fondos europeos ni siquiera ha sido suficiente para activar todos los incluidos en los Presupuestos -hay más de 2.000 millones cuya activación ni siquiera se ha autorizado- y ha dejado sin asignar a sus destinatarios finales (lo que se denomina reconocer la obligación) más de 4.000 millones, que por cierto se habrían perdido de no haber sido por una modificación normativa incluida a última hora en las cuentas de 2022 y que ha habilitado la posibilidad de gastar esos fondos este año. Con anteriores normas presupuestarias esos recursos se habrían ido al limbo.

    Consciente de que iba a incumplir los objetivos planteados el Gobierno ha ido preparando el terreno, dirigiendo la atención hacia la gestión burocrática, y no tanto hacia la absorción de los fondos Hace unos días altos funcionarios de Hacienda explicaban la importancia crítica de esos trámites administrativos y se esforzaban en recalcar que suponen una activación efectiva de los fondos, ya que inician el circuito económico que inocula dinamismo a la actividad económica.

    La realidad, como ya denunció CEOE hace solo unos días, es que el porcentaje de recursos que se ha abonado de manera efectiva y que, por tanto, ha llegado a la economía real ha sido muy limitado, y según los propios datos del Gobierno apenas ha llegado al 45%. El porcentaje indica en cualquier caso el esfuerzo fenomenal de gasto en las últimas semanas del año, ya que hace apenas un par de meses ese porcentaje rondaba el 20%.

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  4. NI NEGACIONISMO NI TERROR PANDÉMICO

    En relación a la pandemia de la covid-19 los extremos se tocan y retroalimentan: achican espacio a las posiciones más razonables, medidas y sensatas, esas que abogan por la vacunación pero rechazan las medidas restrictivas innecesarias o vulneración de nuestras garantías constitucionales y el terror pandémico inoculado en la ciudadanía. Esas que los extremos criticarán con uñas y dientes pero sin argumentos.

    Si te opones a determinadas medidas restrictivas, eres un negacionista o un irresponsable, aunque las cumplas; si tratas de cuidar razonablemente tu salud y la de los tuyos, formas parte del rebaño y te conviertes en una víctima voluntaria de George Soros y Bill Gates. Una cosa es que Djokovic tenga derecho a no vacunarse… y otra que pueda saltarse las normas que todos los demás estamos obligados a cumplir y respetar. Claro que tampoco es el principal responsable de la pandemia, como algunos son capaces de llegar a decir. Y cuanta más razón vean en tus argumentos, más tratarán de manipularlos y ubicarte en uno de los polos, no vaya a ser que los convenzas o los dejes en evidencia.

    Hemos sufrido una pandemia mundial de enormes proporciones que ha provocado millones de muertos en todo el mundo, y en España decenas de miles (unos 90.000). Es seguro que las cifras oficiales no son exactas, pero ni creo que se hayan inflado deliberadamente para exagerar el alcance de la pandemia ni que sean muchas más de las que se dice, al objeto de disimular la mala gestión de nuestro gobierno.

    Sí creo que hemos pasado lo peor y que continuar comparando los contagios actuales con los de las primeras olas, cuando no había vacuna, es una irresponsabilidad manifiesta; dado que el grado de hospitalización y letalidad es mucho más bajo ahora que antes.
    Lógicamente, tenemos que tratar de que los contagios no se multipliquen, sobre todo para no colapsar nuestro sistema de salud, pero que no haya contagios es una quimera anticientífica; dado que la vacuna no los evita: lo que consigue es que los síntomas sean mucho más leves. Dado que vamos a contagiarnos todos, se trata de que no nos contagiemos todos a la vez.

    Al inicio ya sufrimos bastante, con sanitarios luchando contra un imposible, semanas de confinamiento estricto y centenares de muertos diarios. Pero ahora la situación es otra. Y tanto los gobernantes como los medios de comunicación deben decirlo. No pueden pretender que sigamos viviendo con el miedo metido en las entrañas, en un país con un 90% de población vacunada.

    TAN NEGACIONISTAS SON LOS QUE SE NIEGAN A VACUNARSE POR RAZONES ESTRAMBÓTICAS COMO QUIEN NOS DICE QUE, A PESAR DE ESTAR VACUNADOS, DEBEMOS SEGUIR QUEDÁNDONOS EN CASA.

    (continuará)

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    1. ... ... ... ... ... (es continuación)

      No podemos llegar a un punto en el que el remedio sea peor que la enfermedad. Y ya estamos llegando.

      Soy de los que consideran que los gobiernos debieron haber tomado las medidas restrictivas estrictamente necesarias. Así como que todas ellas debieron haberse tomado con un respeto escrupuloso al ordenamiento jurídico y a los derechos fundamentales de los ciudadanos. Sin embargo, en España se decretaron dos estados de alarma inconstitucionales. Y creo además que las restricciones deben acabar porque debemos aprender a convivir con el virus, que va a seguir estando entre nosotros.

      ¿O ACASO ESTAMOS DISPUESTOS A VIVIR ATERRORIZADOS EL RESTO DE NUESTRAS VIDAS? ¡Yo me niego!

      Los gobernantes deberían proponerse invertir para mejorar la Sanidad Pública, y especialmente Atención Primaria, en lugar de buscar chivos expiatorios para desviar la atención y salvarse a sí mismos de sus errores. O sea, contratar a los sanitarios que sean necesarios, mejorar sus condiciones laborales y acabar con la precariedad laboral en el empleo público. Hay que preparar a nuestros hospitales para ser flexibles ante futuras pandemias. Y actualizar los protocolos. Y centrarnos en quienes tienen síntomas. Porque nos estamos ahogando con unas medidas autoimpuestas que hoy día están ya desfasadas. Todo eso deberían hacer, en lugar de alargar 'sine die' las restricciones o asustar a la población con declaraciones a todas luces excesivas y exageradas.

      Una cosa es aceptar que determinadas restricciones fueron útiles durante un tiempo y otra aceptar que todas han sido efectivas. Sin ir más lejos, tanto el 'certificado covid' como la mascarilla en exteriores están resultando inútiles para frenar la llamada 6ª ola. O podría tratarse del uso de la mascarilla obligatoria por parte de nuestros hijos menores y sus consecuencias. O del tiempo que estuvieron sin practicar deporte escolar porque se decidió suspenderlo y del que mantuvieron sin poder salir a nuestros mayores.

      NO PODEMOS ACEPTAR SIN MÁS CUALQUIER RESTRICCIÓN A DERECHOS, ESPECIALMENTE CUANDO QUIENES LA IMPULSAN HAN DEMOSTRADO UNA INEPTITUD ENORME.

      Porque, además, todas estas restricciones tienen consecuencias. A día de hoy ya sabemos que los trastornos mentales se cobraron durante 2020 más vidas de personas menores de 50 años que el coronavirus. Decir esto no es ser negacionista sino recordar aquello que otros pretenden que no veamos.

      La vacunación, el respeto al ordenamiento jurídico y la supresión del miedo van necesariamente de la mano. Creo además que hay que seguir viviendo, salir a la calle, compartir tu vida con familiares o amigos disfrutando del ocio diario y nocturno siempre que se pueda. Debemos cuidarnos y cumplir las normas, claro, pero me opongo a vivir en un clima permanente de terror pandémico.

      Gorka Maneiro (vozpopuli.com, 8.1.22)

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    2. "I n f o [pan] d e m i a"
      https://photos.app.goo.gl/nAPrtb2a4oezeFCA7

      ¡Y lo pésimo es que no se trata
      de [alg]un(@s) periodista(s) a
      su(s) bola(s)... cuando están
      logrando arrastrar hasta un
      'reseteo' global e imparable
      de todo cuanto antes vivimos
      y jamás logramos imaginarnos
      lo 'efímero' que volveríasenos en
      tan breve por t@ntos Alarmismos!

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    3. MONÓLOGO DEL TRAGACIONISTA

      Dije que no pensaba compartir mesa estas Navidades con nadie que no tuviese la pauta completa y lo he cumplido a rajatabla. El cabrón de mi cuñado no se ha puesto la tercera porque no quiere mezclar. Pero los expertos de la tele aseguran que mezclar marcas las hace más efectivas y tienen razón, porque yo me chuté primero Astrazéneca y luego Pfizer y me quedé tan a gustito como los días que me meto un sol y sombra entre pecho y espalda.

      Los expertos de la tele dijeron también que cenásemos en Nochebuena con las ventanas abiertas y que no cantásemos villancicos, para no rociar de saliva a los otros comensales. Pero el cabrón de mi cuñado dijo que él pensaba cantar como todos los años, y que no permitiría que abriésemos las ventanas, porque su niño está un poco delicado de las anginas.¡Y una mierda las anginas! Ese niño asqueroso es una bomba de racimo coronavírica.

      Y encima tengo que tragarme a la retrasada mental de mi hermana, que me viene siempre con que si un premio Nobel gagá ha dicho no sé qué, con que si el inventor magufo del ARN mensajero ha dicho no sé cuál... Pero, vamos a ver, ¿quién necesita atender a esos carcamales, pudiendo seguir los consejos de los expertos de la tele, que son portavoces del consenso científico? Aquí lo que hace falta es vacunarse, vacunarse y vacunarse; y, por supuesto, mascarilla hasta para ir a mear (sobre todo si antes ha ido al baño a ventosear el cabrón insolidario de tu cuñado).

      Así que mientras ellos cenaban en el comedor, cantando unos villancicos que retumbaban en las paredes, yo me encerré en mi cuarto, con las ventanas abiertas de par en par y embutido en el plumas. Por la mañana me levanté un poco perjudicado por la resaca del tetrabrick de vino Don Simón que me bebí a solas, en homenaje a mi ídolo máximo. Pero entonces recordé que los expertos de la tele aseguran que los síntomas de la variante Ómicron son parecidos a los de una resaca. Así que me hice una docena de tests de antígenos y salió positivo por mayoría de siete a cinco. Sin duda, el cabrón de mi cuñado y su hijito supercontagiador, al cantar los villancicos, exhalaron una montonera de virus que se deslizaron por debajo de la puerta. De momento sólo tengo síntomas leves, pero además me ha salido un juanete, que no recuerdo si cuenta como síntoma de la Coviz. Está claro que necesito cuanto antes otra dosis de refuerzo; o tal vez tres, porque las vacunas, como ‘Star Wars’, funcionan mucho mejor por trilogías.

      Pero, hasta que me pongan una nueva trilogía vacunal, voy a ser solidario y extender el virus, porque de esta pandemia sólo saldremos todos unidos, todos vacunados, todos infectados. Así que he cogido mi pasaporte Coviz, que me da licencia para contagiar, y voy a hacer una ronda por los bares más petados de la ciudad, donde me quitaré la mascarilla y me pondré a cantar villancicos hasta desgañitarme, para rociar de virus a la clientela. Ya que no he podido participar en las cenas de Navidad, me consuelo repartiendo regalos de Reyes.

      Juan Manuel de Prada

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