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¡De nuevo sentimos arcadas y horror insuperables ante más BARBARIE, que armas pagadas con impuestos nuestros a punto están ya de recomenzar, desencadenada por quienes colectivamente habíamos elegido para mejor gobernarnos en paz! Mientras unos y otros partidos políticos mayoritarios prodigan mucho cuento sobre catástrofes y hazañas de cualquier revolución o maldades lejanas, hoy aquí casi todos han llegado al tartufo acuerdo por el que "los aliados tomarán el cielo de Libia", o sea, para que sea el objetivo dicho petro-Estado libio en los bombardeos de la Otan so pretexto... del 'neutralizarse a Gadafi'. Y se amparan, como ya hicieron antes para tantas otras ocasiones, en cómo "la comunidad internacional lo decidió" así...
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¿Hay que recordar la 'declaración de las Azores' predecesora de otra invasión a Irak o, en condiciones análogamente criminales, las del 'comandante supremo entre aliados nordatlánticos' Javier Solana... previas al asalto contra Belgrado que pulverizó -entre más edificios llenos de civiles- una torre de su TV y la embajada china?
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y no hace tanto que aun le vendíamos armas por 300.000.000 de ptas.
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Quienes tantísimo presumen defendiendo su "Alianza de las Civilizaciones" o "Derechos de los Animales" lo han vuelto a tener muy clarito, de nuevo, cuando -y como- les ha 'presionado' el todopoderoso presidente de los EE.UU: 'razones humanitarias' llevan a imponerle a Libia esa exclusión aérea que nunca se aprobó ni sobre unos Yemen o Bahrein -bombardeado por fuerza saudí- ni para Palestina, en donde aquellas mismísimas instalaciones e infraestructuras civiles de Gaza y Cisjordania re-re-construidas por Comunidad Internacional encabezada especialmente desde nuestra Unión Europea ya fueron varias veces arrasadas con misiles israelitas...
.¡No, igual que contra nuestras otras participaciones en más GUERRA por Kuwait, Kosovo, Afganistán o Irak, nunca nos lo callaremos para nada: hoy, desde aquí a Libia, Bombardeos y de nuevo en nuestro nombre NO!
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Hoy, alguna gente sale a manifestarse por Madrid y se supone que será contra nuestra GUERRA en Libia, por más que no sea ese su lema... Ya que hay quien se obsesiona demasiado en diferenciar esta de la de Irak, por puros cálculos de interés bastardamente partidista frente a próximas elecciones...
ResponderEliminarPero ni aquello ni esto es amparable con justicia por mucho que para entrambos casos nos aleguen su 'comunidad internacional'. Lo recordaba Fernando Quevedo en su Confidencial:
"El 5 de noviembre de 2004 el Consejo de Ministros aprobaba un Real Decreto Ley sobre indemnizaciones a los participantes en misiones internacionales de paz y seguridad. En su página 20, el texto se refiere a la “Operación Libertad Iraquí en Irak” de abril de 2003 en estos términos: “La participación española, amparada en las Resoluciones 1441 (2002) y 1483 (2003) y 1511 (2003), se concretó en el envío de dos diferentes tipos de unidades con la misión de ayuda humanitaria y restablecimiento de la seguridad”. El Real Decreto lo firman la entonces vicepresidenta primera María Teresa Fernández de la Vega y seis ministros (Pedro Solbes, Moratinos, José Bono, José Antonio Alonso, Jesús Caldera y Jordi Sevilla).
A raíz de la operación militar en Libia, Rajoy podía haber atacado al PSOE por este flanco, asiéndose al hecho de que el propio Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero reconociera en un documento oficial que España participó en el conflicto de Irak bajo mandato de la ONU, y que esa participación tenía como marco de actuación la ayuda humanitaria y el restablecimiento de la seguridad. Pero no lo ha hecho (...) pues la opinión pública ya había dictado sentencia. A saber: que la Guerra de Irak había sido una guerra “injusta, ilegal e inmoral”..."
¡Pues eso, que a ver cuántas muertes más harán falta antes del poderse llegar aquí también a eso mismo sobre nuestras actuales GUERRAS en Afganistán y Libia!
J. Alba
Muy claro ha sido ya Ziad Abu-Rish con su breve 'Bahrein, Libia e intervención foránea en la primavera revolucionaria árabe'(desde Jadaliyya, 25/3/11):
ResponderEliminar“El foco de la ’primavera árabe’ se ha desplazado de los exitosos levantamientos populares en Túnez y Egipto al triste desarrollo de los acontecimientos en Bahrein y Libia, donde las potencias occidentales y árabes llevan días interviniendo. Mientras las fuerzas militares británicas, francesas y estadounidenses van tomando ‘todas las medidas necesarias’ para derribar al régimen de Gadafi, tropas de la Fuerza del Escudo de la Península del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) siguen ‘estabilizando’ al régimen de al-Khalifa, amenazado por un levantamiento democrático en Bahrein.
Las discrepancias entre la intervención a favor de la estabilidad del régimen en Bahrein y la intervención para cambiar el régimen en Libia se ven subrayadas por el hecho de que quienes intervienen en ambos casos son los mismos. Los Estados miembros del CCG y de la Liga Árabe que han enviado sus tropas en apoyo de la monarquía de Bahrein son los mismos Estados que se han ofrecido a participar en una campaña militar contra la Jamahiriya en Libia. Análogamente, las potencias occidentales que han apelado al principio de la ‘responsabilidad de proteger’ como justificación para intervenir en Libia son los mismos Estados que han llamado a la ‘abstención’ en Bahrein.
En ambos casos, y a despecho de las diferencias de naturaleza y contexto de los distintos levantamientos, los regímenes autoritarios están atacando brutalmente a la población civil por la vía del empleo de fuerza letal, arrestos, detenciones y desapariciones. En ambos casos, y a despecho de las diferentes justificaciones ofrecidas y de las distinta naturaleza de cada intervención, la lógica subyacente a las acciones de las potencias occidentales y árabes es una y la misma. Cuando fuerzas extranjeras intervienen para ayudar a un régimen a sofocar por la fuerza las exigencias democráticas populares, poco más cabe decir para forjarse una idea del problema. Pero cuando los mismos poderes intervienen para derribar a otro régimen autoritario, no deberíamos dejar de estimar los peligros de la intervención.
Así pues, lo que está en cuestión no es si intervenir o no, sino la de la naturaleza de las intervenciones en curso. En Bahrein, la intervención ha consistido en armar y legitimar la dominación de al-Khalifa, primordialmente a causa de intereses energéticos y geoestratégicos; en Libia, en meter en vereda al régimen de Gadafi, primordialmente por intereses energéticos y migratorios. Subrayar la entrada de tropas del CCG –apoyada por la UE y los EEUU— en Bahrein o el asalto aéreo –apoyado por el CCG y la Liga Árabe— a las fuerzas de Gadafi como punto de partida de la intervención equivale a hacer invisible la miríada de vías por las que los regímenes autoritarios de Bahrein y de Libia fueron integrados –aun si de maneras distintas— en las estrategias locales y regionales de las potencias occidentales y árabes.
Así pues, el debate sobre lo que debe hacerse en esta singular coyuntura no puede limitarse a partir del momento presente. Hacerlo, como hacen quienes pretenden justificar la continuación de la ocupación estadounidense de Irak en medio de una muy real amenaza de guerra civil, es ignorar algunas de las más decisivas razones que explican por qué hemos llegado a la actual situación. Las intervenciones extranjeras siempre actúan conforme a la lógica de sus propios intereses, y no hay razón para conjeturar que esa lógica pueda llegar a acomodarse a los intereses del sufrido pueblo allí emplazado. De modo y manera, así pues, que no sólo la intervención en Bahrein apunta a una contradicción entre los principios y la práctica. Ocurre también que tal actuación apunta a la necesidad de cuestionar el presupuesto de que la actual intervención en Libia lo es ‘de facto’ en interés del pueblo libio...”