martes, 14 de septiembre de 2021

Tras de tres días en "flâneur" solo, peripatética mente feliz, y deambulándolos por Cordobita...

   
  
"La poesía no es únicamente el poema escrito, sino todo aquello referido a la vida cotidiana capaz de instaurar en su flujo monocorde un sobresalto por el cual es posible considerar la existencia como sorprendente y extraña, como un don singular que debemos apurar hasta el fondo...
  
  
Entendida como poiesis la poesía, creación de mundo y sensibilización de lo que nos rodea, proporciona una vivencia inmediata; no intelectual sino anímica, desorientadora; o, por eso mismo, amplia (...) la poesía puede darse en cualquier parte y de mil modos diferentes {como, por ejemplo en esta Córdoba, del 7 al 9 de septiembre, con encuentros telepáticos e incluso más allá del tiempo solo}..."
   
  
"Si el hecho de vivir en el mundo cotidiano supone una cadena de rutinas que permiten que la vida social sea, la poesía como experiencia introduce una ruptura insensata, en el sentido de romper una norma o ley que hay que mantener, se supone, incólume...
 
  
También en lo que a la poesía se refiere, todas las causas perdidas vuelven a resurgir para plantar batalla una vez más en el campo abierto de su propio olvido (...) entre los soñadores del pasado y los soñadores del futuro, se extiende el mismo sueño siempre interrumpido y renaciente...
  
 'Mi casa y mi corazón ... / nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos, / el sol y el aire' [Marcos Ana]
 
La poesía es modelo indiscutible, programa máximo a seguir, en lucha por la verdadera vida con transformación del mundo; y a la vez la mejor vara de medir, la que menos engaña, sobre los presuntos éxitos que nos dicen que ya se han conseguido tanto en la vida como en el mundo. No hay falsificación que permanezca indemne ante sus ojos, ni conformismo mediocre que no se avergüence, ante un rigor tal que desconoce el compromiso...
  
  
En esta libertad primordial concibo mi relación real con la poesía, tan real que no tiene por qué someterse al dictado de lo social ni obedecer a sus prerrogativas, a lo que llega a desbordar porque la poesía se rebela y condensa como la violencia original que es; desplegando su sombra profunda y larga, por la que cae cualquier interés en consumirla... 
   
Poesía mural por algunas obras premiadas desde
un 'Certamen Popular' en Los Jardines de Orive...
    
Como el amor, la poesía no se consume sino que se consuma, como vida intemporal y asocial; ya que atraviesa todas las épocas y acarrea en su discurrir un ser en presente que se vivifica al contacto con el mundo incógnito, en el que de nuevo adviene, sobre el que siembra el germen fecundo de su actualización..."

      (Grupo Surrealista de Madrid, en 'Situación de la poesia -por otros medios...- a la luz del surrealismo', 2006)
 
  
  
"Somos testigos ante un inmenso proceso tratando de colonizar todo nuestro aparato sensible: el pensamiento, la vida psíquica, las pasiones y los sentidos han de ser enteramente instrumentalizados, transformados en potencia de arrastre para la maquinaria capitalista. ¿Mas qué puede hacer la poesía ante un desastre semejante, cuando también ella contribuye a las estrategias de la dominación? 

Desde aquí, con 'La flor más azul del mundo', se quiere contestar esta pregunta haciendo coincidir la negatividad del discurso y las afirmaciones de unas formas de vida como sempiterno drama de amor; proponer abrir espacios de utopía concreta en la vida cotidiana asistidos por el genio de la pasión: suscitar la creación de un imaginario emancipado que, llevado por una épica de lo inútil, pueda anteponerse mediante su propia simbólica a la simbólica de dominación, surgiendo así contra ella (...)  
      
     
Quisiera introducir, desde el principio, una consideración crítica sobre la imagen en tanto fenómeno mediático, y tratar después de realizar un desplazamiento a partir del cual la relación con ella pueda tomar otras direcciones, quizás liberadoras.
  
  
No estoy seguro de que seamos pocos o muchos los que en nuestros días percibimos que la imagen constituye un dominio y que es un instrumento de dominación, ni sé si existe una conciencia suficiente sobre el poder que por sí misma despliega y la influencia que ejerce. Podría también añadir que la imagen es economía, no en el sentido de contención sino, al contrario, en el de excedente.
 
 La "Sociedad de Plateros", en San Fco. junto al Círculo 
Cultural Juan XXIII (nuestro)... de medio Siglo atrás...
                           
La imagen forma parte de las dinámicas productivistas de un sistema económico que porta en sí la raíz de lo que algunos llamamos capitalismo de espíritu (monopolio de los afectos conscientes e inconscientes del hombre). De tal modo la imagen lo es de la proliferación del capitalismo que el mundo sensible y el espíritu humano se resienten gravemente: a causa de tal proliferación la experiencia, lo más directa posible -y que cada cual puede tener a partir de lo que le queda de inédito en su interior, y de lo que hay de inédito fuera de él- está siendo usurpada por una simulación paroxística. 
  
  
La vida en su conjunto, quiero decir, la experiencia propia y plena, es la que más acusa este embate tan obvio como, en apariencia, inocuo. Pero no es inocuo, porque no lo es la imagen, que como dominio se extiende colonizadora, hasta hacer que la vida comience a ausentarse: puede convenirse que la vida cada vez más está siendo excluida mediante una operación perversa en su naturaleza, pues está siendo diferida en directo
    
   
Y esto tiene sus efectos. Piénsese si no -y este es un ejemplo rápido- en esos grupos de jóvenes japoneses que deciden encerrarse en las habitaciones de las casas de sus padres, a los que obligan a construirse una cocina; pues se apropian de la familiar para, de ese modo, aislarse por completo de cualquier contacto físico con la existencia entregados a sus psicopatías telemáticas.
      
       
No cabe duda de que comportamientos semejantes representan el principio de eficacia de la cultura de la imagen por la imagen, lo que no puede dejar de considerarse en su relación con las tecnologías generadoras de tal agente de enajenación. En esto, toda la cibernética se coloca a la cabeza de esta transformación mundial que afecta al ser humano en toda su integridad. Esta generalidad se justifica si tenemos en cuenta a sus usuarios, que no solamente son los llamados profesionales de la imagen, tan negativamente determinantes en este punto: publicistas, <creativos>, diseñadores, logotipistas, etc.; también está el colectivo de artistas de la fotografía de última generación, que contribuyen de manera acrítica y crédula a hacer de la vida mero plasma, sola sustancia espectral de un mundo desmaterializado. 
   
Copla tradicional en fachada exterior, junto a Catedral
     
La gran mayoría de los autodenominados artistas de la fotografía, por ser la suya la disciplina más practicada en la última generación, rinden pleitesía a los prerrequisitos de la epidemia de la imagen; una epidemia que corroe el inconsciente humano. Y digo fotógrafos con la boca chica, a sabiendas de que las posibilidades que ofrecen las últimas tecnologías no convierten al usuario de una cámara fotográfica en fotógrafo (o para usar la definición que más les gustaría a ellos emplear, artista, a secas; o en su gusto pueril por el esnobismo, <artista multidisciplinar>). 
    
    
Lo cierto es que, tanto el uso indiscriminado de esta herramienta, como su aceptación y potenciación en el marco de la llamada «creación artística», ayudan a la fundación de nuevos valores políticos, morales, económicos, sociales, culturales que se imponen sobre el hombre en el mundo casi insensiblemente; en el sentido de que tomando un cariz «distraídamente» dogmático se presentan como modelo civilizador, pero de una civilización que quisiera excluir de sí la cultura de los sentidos. Todo ello, en beneficio de un cerebrismo mecánico que tan bien entra en sintonía con una jerarquía tecnócrata, propia de la civilización de la máquina y de las tecnologías de última generación (que no terminan nunca de ser de última generación).
  
     
Hago esta primera incidencia para preguntarme sobre cuál es la conciencia política del fotógrafo -en el sentido emancipador del término- con respecto a su hacer. Porque cuando alguien decide poner su atención en un objeto, en tal o cual cosa o en un ser y lo exhibe no deja de establecer con ello una relación que -por su inmediatez- excede el simple propósito artístico y lo pone en relación con el mundo. Quiero decir que una experiencia real se está produciendo en esos momentos, la cual antecede al artificio de la creación estética o de su exposición y forma parte de un hecho de vida. Me parece relevante significar este hecho de vida pues en él se inscribe un principio emancipador de la imagen que, como se adivinará, no reside en la imagen convertida en objeto artístico; sino en la mirada que la ha dado a luz.
   
 
Aquí empezamos a tomar ya el otro camino anunciado pues es la mirada la que, en efecto, importa; la que, por anticipación, auxilia a la imagen y la advierte de su posibilidad de fugarse del dominio de las imágenes. ¿Por qué? Pues porque mirar pertenece al orden de la vida antes que al del arte. Hablo -para intentar hacerme entender- del mirar como acto de liberación en sí mismo, del que es subsidiario el acto de creación, lo cual tiene su predominancia; ya que por una parte mirar antecede al hecho de fotografiar y por otra es ejercicio de visión que determina la elección de una imagen fotográfica, esté por hacer o esté ya hecha [me extenderé sobre este punto con el ejemplo de Javier Gálvez]. 
    

   
Piénsese, en todo caso, que mirar es una acción real que construye realidad, y no necesariamente dependiente. Me asalta aquí una pregunta que considero pertinente: ¿es preciso tener un sentido inspirado de la mirada para que ésta no se enmarañe en la costumbre y pueda quedar esterilizada? No me cabe duda de que esto es importante. Y bastaría poner una gran atención en las cosas para que algo advenga con su carácter inédito y promisorio. 
  
La bodega Guzmán, un templo para las Tertulias
   
También sería importante tomarse conciencia, en apoyo de esta presunción, del cómo el acto de mirar es un acto poético primordial que puede conferir a una vida el sentimiento de ser una vida inspirada: la verdad de ser una vida vivida. 
  
    
Esto es absolutamente legítimo en la medida en que, por oposición, se enfrenta a una vida desmoralizada. Una vida inspirada digo, y todo lo parcial que se quiera pero que le corresponde a quien la experimenta por sí mismo, en cuanto descontento con la que le es predeterminada. 
  
   
Este principio de libertad es básico para alcanzar aquélla. Y si hemos de pensar en que un documento fotográfico ha de testimoniar tal experiencia, pues muy bien, que así sea. Lo que sucede es que ese documento no tiene por qué medirse según la tabla de valores de lo estético y aún menos según valores estéticos «cultos», eruditos, especializados; porque éstos -como se ha demostrado y se seguirá demostrando- no logran acceder a la profunda irreductibilidad de unos documentos que se erigen en afirmaciones de una experiencia real intransferible como es -insisto una y otra vez- la del mirar. 
   
    
No es posible dejar de tener en cuenta que, de ese modo, al construir una realidad propia e inspirada, se hace efectiva una experiencia de lo real; pues el hallazgo en unos casos, o el encuentro en otros, lo propicia. Por lo tanto, lo que confiere -aquí sí- un valor de inspiración a este hecho es la inspiración que pone en juego la subjetividad de cada cual, en el sentido de que la satisface mediante una acción que (como la consumación del amor) colma el objeto del deseo.   
  
  Cordobita sólo respira, siempre, con sus Letras y Músicas...
     
Y desear es crear; es el impulso que, con intensidad gradual según lo imprevisto de su desencadenamiento, confiere a una vida su grado de autenticidad: su verdad.
  
 Plaza 'del descabezao' Séneca: "
el vino lava nuestras iniquidades,
 nos enjuga el Alma -hasta lo más profundo...- y entre otras Virtudes
 asegura curación de la tristeza", con Taberna de la Sdad. de Plateros
    
Al respecto, no es mi intención establecer una jerarquía de valores. De lo que se trata es de mostrar que ese grado de inspiración se juzga, como acabo de sugerir, por las intensidades que libera y su encuentro con las que la interioridad de uno solicita; así como por su relación con una visión -un mirar- en la que adivino un estadio de la imagen en el que ésta alcanza un grado importante de emancipación, que se asocia a la mirada de quien las ha generado. ¿Por qué? Con toda la inocencia que mi afirmación pueda contener, diré que es debido a su naturaleza visionaria; esto es, porque desplazan un sentimiento de lo desconocido, un sentimiento de surrealidad (como lo nombraron, con gran acierto, los surrealistas)...
  
Frente a la 'fundación Antonio Gala', expo en el Teatro Cómico Principal
     
De tal modo que lo desconocido asciende a la superficie de la conciencia mediante una operación por la que, enfrentándose a la ley totalitaria de la imajenación (la enajenación de la imaginación individual -enajenación del inconsciente subjetivo, y la alienación del imaginario social enajenación del inconsciente colectivo-, a través de su colonización por medio de la expansión paroxística de la imagen), tiende a restituir en el espíritu humano los poderes perdidos, dormidos o hurtados de su imaginación creadora. 
     

 
Se trata pues de la construcción de un imaginario propio que concentre, aún su actual dispersión, las promesas todavía ignoradas -reevaluándose las conocidas- de la utopía; haciendo entrar ese imaginario individual en relación con el de la comunidad.
 
 
 
Esta naturaleza visionaria de la que hablo, al igual que se advierte en lo real -excediendo sus datos inmediatos- y que tanto tiene que ver con la disponibilidad de «un ojo en estado salvaje» (André Breton), late en una interioridad que encuentra su correspondencia con la exterioridad; es decir, todo aquello que late en las profundidades de la psique humana y que un movimiento incontrolable -sea provocado, sea espontáneo, con intervención de la razón o sin ella- lo estimula, haciendo manifestar su inédita morfología en lo real; una revelación de lo propio y de lo desconocido que brota como organismo insólito capaz de conformar un imaginario no alienado en las imágenes socio-mediáticas o/y sus derivadas artístico-mediáticas. 
  
Despedidas [en graffiti, frente a las Estaciones]...
         
Es así dicha imaginación creadora e improductiva, libertaria -o automática, espontánea, simbólica y conceptual- la que genera esas otras imágenes cuyo potencial liberador se conservará por lo menos hasta antes de que se las quiera domeñar mediante las estrategias del metalenguaje y la reificación, venga esta operación de donde venga."

(Eugenio Castro: 'Mirada, fotografía e imagen fotográfica', artículo en su libro 'La flor más azul del mundo', 2010)


13 comentarios:

  1. ¡Ah, quién anduviera tan bien allí, por... Córdoba 'la llana [en árabe, la palabra 'الجنة (alyana)' significa “el paraíso”]' y...

    Qué alegría, vivir
    sintiéndose vivido.
    Rendirse
    a la gran certidumbre, oscuramente,
    de que otro ser, fuera de mí, muy lejos,
    me está viviendo.
    Que cuando los espejos, los espías,
    azogues, almas cortas, aseguran
    que estoy aquí, yo, inmóvil,
    con los ojos cerrados y los labios,
    negándome al amor
    de la luz, de la flor y de los nombres,
    la verdad trasvisible es que camino
    sin mis pasos, con otros,
    allá lejos, y allí
    estoy besando flores, luces, hablo.
    Que hay otro ser por el que miro el mundo
    porque me está queriendo con sus ojos.
    Que hay otra voz con la que digo cosas
    no sospechadas por mi gran silencio;
    y es que también me quiere con su voz.
    La vida -¡qué transporte ya!-, ignorancia
    de lo que son mis actos, que ella hace;
    en que ella vive, doble, suya y mía.
    Y cuando ella me hable
    de un cielo oscuro, de un paisaje blanco,
    recordaré
    estrellas que no vi, que ella miraba,
    y nieve que nevaba allá en su cielo.
    Con la extraña delicia de acordarse
    de haber tocado lo que no toqué
    sino con esas manos que no alcanzo
    a coger con las mías, tan distantes.
    Y todo enajenado podrá el cuerpo
    descansar quieto, muerto ya. Morirse
    en la alta confianza
    de que este vivir mío no era sólo
    mi vivir: era el nuestro. Y que me vive
    otro ser por detrás de la no muerte!

    (P. Salinas: "La voz a ti debida")

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  2. "Uno de los malentendidos más viejos en materia literaria (y que bien puede extenderse al campo entero del arte) es el que se empeña en clasificar las obras en categorías, géneros, escuelas, allí donde, en sentido estricto, no hay más que autores y artistas, es decir, aventuras espirituales, asaltos y expediciones dificilísimas que se dirigen -cuando valen la pena- a un núcleo imperioso y siempre elusivo.

    No hay, quiero decir, razones válidas, ni siquiera lógicas, para esas nociones expandidas que equiparan novela con trama argumental, poesía con emoción y ensayo con pensamiento. Nos guste o no, el único paisaje que interesa, en los tres casos, es el lenguaje, allí donde quien escribe pone a prueba su voluntad de crear y donde mide (para desmentirlos o ampliarlos) los límites de su instrumento verbal, que son, también, como nos enseñó Wittgenstein, los de su propio mundo.

    Así la escritura busca siempre lo mismo: rebelarse contra el automatismo y las petrificaciones del discurso, que cancelan el derecho a la duda, limitando a las criaturas el acceso a su propia inadecuación.

    De ese modo y no de otro, produce estampas del desacomodo. Digamos que, en su construcción dubitativa, traza un atlas fugaz e invita al lector a perderse, como un amante sin certezas, en pos de su verdad más pulsional -que incluye los enigmas nerviosos de su cuerpo-, y así desarma, por un tiempo al menos, los decorados de la certidumbre.

    Estoy hablando de un diagrama inestable, de un impulso que parte de una reivindicación poco común (la reivindicación de la ignorancia) y desde ahí cuestiona esa idea, en el fondo autoritaria, de eficacia que, desde el confort de una aparente inocencia estética, propone siempre una realidad sin fisuras.

    A esta disposición, a esta aventura sigilosa de pensar más allá de la costra del uso -que es otro nombre de lo intrascendente- le debe la literatura su felicidad. ¿No es acaso el arte, el arte por excelencia de preguntar? Fabulosa tautología que prueba -si fuera necesario- que, allí donde se vuelve posible lo insólito y el hábito se agujerea, hay lugar para una conciencia más fina...

    ¿Tengo que agregar que las ideas son emociones de la inteligencia? ¿Que el pensamiento se parece siempre a una victoria fugitiva? ¿Que la poesía es una declinación del asombro? ¿Que, en la prosa que vale, la poesía sigue estando cerquísima de sí misma?

    Los autores que me interesan -y que el lector hallará en estas páginas-conocen el peso y la urgencia de estas premisas. Por eso, tal vez, sus libros no figuran en las mesas más visibles de las librerías ni acceden siempre a los circuitos internacionales. Su música, sin embargo, no está sola: sale de un coro inquieto y ávidamente díscolo, que postula un viaje indefenso a zonas que aún no existen. Me refiero a esas zonas donde quien lee, llevado por un personaje principal -que es siempre la materia verbal-, buscará dejar de existir y aprender a ser. Y también, intentará perderse -igual que quien escribe- y disolver las capas y capas de petrificaciones que lo abruman como «realidad». A esto se refería, sin duda, Macedonio Fernández al afirmar que la del lector es la carrera literaria más difícil. Yo agregaría que allí donde el riesgo es más alto, también el sueño es más exquisito, más rica la desorientación que crea.

    Como fuere, para esta estética hecha de astillas la experiencia literaria representa un modo radical de la libertad, una ontología que hace de la verdad conjetura y de la ambigüedad de la palabra una garantía contra lo unívoco.

    Termino con una frase del poeta francés Bernard Noël: «Escribir es como abrazar un cuerpo que no se ve». Por eso, quizá, la palabra poética es transversal, anónima y des orientada. Por eso es también, inesperadamente, política y necesaria."

    María Negroni ('El arte del error', 2016)

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    1. Como soy absolutamente analógica mis envíos van en tinta y papel:

      "En defensa del error, Un ensayo sobre el arte de equivocarse" por Kathryn Schulz (Edita Siruela)

      Pasadlo bien,
      Cristina

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    2. "Este libro gira en torno a los tropiezos, desde San Agustín con su «yerro, luego existo», que inspirara 1.200 años después el «pienso luego existo» de Descartes, hasta los grandes equívocos de la justicia actual, pasando por los despistes de algunos viajeros que arruinaron su fama, cuando no su vida.

      Uno de los capítulos más interesantes es el que trata de los errores que producen los sentidos. ¿Cómo no creer lo que hemos visto? Eso le pasó a John Ross, el explorador escocés que en 1818 vio un continente donde no lo había en su búsqueda del Paso del Noroeste. Su empecinamiento le llevó a perder su prestigio, pero ¡es tan difícil pensar que lo que nuestros ojos nos ponen delante no sea más que una fatamorgana!

      En este libro también los casos de políticos que la pifian se alternan con los de gente normal. pia ignorancia, hasta el punto de hacernos dudar de nuestras certezas...

      Hay nálisis psicológicos sobre las equivocaciones que produce la confianza en los demás (ya sabéis, esa gente que nos sale rana). O sobre los despropósitos que se fraguan cuando el corazón ensombrece la razón. «El amor es error, o al menos es probable que nos lleve a él», afirma Kathryn Schulz.

      Freud pensaba que a través del error percibimos la verdad, pero Schulz no se pierde en las fabulaciones del psicoanálisis, ni siquiera en las de Lacan cuando analiza qué decimos cuando la liamos parda: me quería morir, me comí mis propias palabras, me tuve que tragar el sapo…, y pasa a documentar gazapo tras gazapo.

      En defensa del error habla también del desacierto colectivo, ese funcionamiento del grupo que refuerza las creencias falsas, y nos advierte de que «no tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad», por eso lo compara con el cuento del traje nuevo del emperador, en el que solo un niño hace notar que en realidad el rey está desnudo.

      Impresionante el capítulo 11: una mujer salvajemente violada se equivoca al identificar a su agresor. Un caso real para pensar en cuántos errores arruinan la vida de un inocente y también, en este caso, la de la víctima que tras sufrir el crimen debe soportar su propia culpa.

      Errar es arriesgarse: «Nuestra capacidad en el errar es inseparable de nuestra imaginación», escribe Schulz. Por eso meter la gamba también tiene sus ventajas, como ocurre en la ciencia, que «progresa a base de percibir y corregir errores».

      La autora intenta ver la parte positiva del error y las lecciones que podemos aprender de él, incluso en los casos de accidentes aéreos. Solo hay una excepción en la que afirma que «el error médico no tiene ningún lado bueno». Quizá por eso es tan normal pensar que el otro no acierta en temas de salud: ¿quién no quiere pedir una segunda opinión médica cuando un diagnóstico resulta poco favorable?

      @kathrynschulz es brillante, ágil, divertida; una erudita con el estilo del buen periodista. Colabora habitualmente en esos medios que tanto envidiamos porque en ellos se escribe bien, como The New York Times, Rolling Stone o The New Yorker.

      El lector sonríe a menudo frente a las páginas de En defensa del error, y sobre todo en el capítulo que dedica a la renuencia para reconocer los fallos propios, un acto que suele ir acompañado de «no sé cómo he podido hacer eso», «en qué estaría yo pensando» o «puede que fuera porque en ese momento me distrajiste». No es fácil asumir que nosotros también cometemos errores."

      Ana Cañizal, 21/05/2017

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    3. Y parafraseando a Philip Roth: vivir consiste en malentenderlo, malentenderlo una vez y otra, y muchas más... Así sabemos que estamos vivos

      Cristina

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    4. Solo poseería en realidad aquello que nadie pueda comprar nunca; y no he de aspirar a ninguna otra cosa, ni tampoco nada más me faltará: emociones vividas, sueño atesorado, esperanzas conquistadas, reír compartido, confianza disfrutada, saberes aprehendidos, lo que de serenidad sostenga, mis paisajes recorridos, cuanto ausente recuerde, algún secreto bueno guardado, cualesquier tentaciones afrontadas, todo afecto que sienta, el miedo vencido, la compañía inolvidable, los momentos de las músicas calladas u otra soledad sonora en silencio por sentidos que despertáramos, o palabras bien intercambiadas... durante cada instante sin perderse...

      . . . (29/12/10-08/01/11)

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  3. ¡Bien por esta reivindicación del "flâneur", que no decaiga!

    Baudelaire lo caracterizó como el artista-poeta de la moderna metrópolis: «La multitud es su elemento, como el aire para los pájaros y el agua para los peces. Su pasión y su profesión le llevan a hacerse una sola carne con la multitud. Para el perfecto 'flâneur', para el observador apasionado, es una alegría inmensa establecer su morada en el corazón de la multitud, entre el flujo y reflujo del movimiento, en medio de lo fugitivo y lo infinito. Estar lejos del hogar y aun así sentirse en casa en cualquier parte, contemplar el mundo, estar en el centro del mundo, y sin embargo pasar inadvertido —tales son los pequeños placeres de estos espíritus independientes, apasionados, incorruptibles, que la lengua apenas alcanza a definir torpemente. El espectador es un príncipe que vaya donde vaya se regocija en su anonimato. El amante de la vida hace del mundo entero su familia, del mismo modo que el amante del bello sexo aumenta su familia con todas las bellezas que alguna vez conoció, accesibles e inaccesibles, o como el amante de imágenes vive en una sociedad mágica de sueños pintados sobre un lienzo. Así, el amante de la vida universal penetra en la multitud como un inmenso cúmulo de energía eléctrica. O podríamos verlo como un espejo tan grande como la propia multitud, un caleidoscopio dotado de conciencia, que en cada uno de sus movimientos reproduce la multiplicidad de la vida, la gracia intermitente de todos los fragmentos de la vida.»

    Y comentándolo a su vez Walter Benjamin lo describía como la figura esencial del moderno espectador urbano, un detective aficionado y un investigador de la ciudad. Más aún, su 'flâneur' era un producto de la alienación propia de la ciudad y del capitalismo, que conoce su fin con la llegada de la sociedad de consumo.​ En otros textos, el 'flâneur' es a menudo yuxtapuesto a la figura del 'badaud' [el "mirón" o "papanatas"]...

    Fournel lo puntualizó: «El 'flâneur' no debe confundirse con el 'badaud'; hay un matiz. (...) El 'flâneur' puro se halla siempre en completo dominio de su individualidad, mientras que la individualidad del 'badaud' desaparece. Es absorbida por el mundo exterior (...) que lo contamina hasta el punto de olvidarse de sí mismo. Influido por el espectáculo que ofrece de su persona, el 'badaud' se convierte en un ser impersonal; ya no es un ser humano, es parte del público, de la masa.»

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    1. Un desarrollo filosófico de lo citado aquí desde textos del Grupo Surrealista es La salvación de lo bello (Byung-Chul-Han):

      - Audiolibro (completo, con voz humana) en www.youtube.com/watch%3Fv%3D9dGUvn2KgCQ

      - Comentario y síntesis (más breves) del mismo en www.youtube.com/watch?v=hBRGOaBsZno

      - Texto (completo) con formato PDF en https://aulavirtual.fayd.unam.edu.ar/pluginfile.php/46662/mod_folder/content/0/Byung%20Chul%20Han-la%20salvacion%20de%20lo%20bello.pdf?forcedownload=1

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    2. Byung-Chul -Han opone la pornografía del "me gusta" único ante lo mate, pulido y terso del consumismo adictivo instantáneo... contra otra "consumación" artística de la belleza real perturbadora o catártica reflexivamente demorada...

      La arruga, como huella del gesto expresado, es bella .... Giacometti tenía claro cómo “La aventura, la gran aventura, es ver surgir algo desconocido cada día, en el mismo rostro: es algo más grande que todos los viajes alrededor del mundo”.

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    3. ¡Exacta mente...!

      Y, defendiendo el erotismo en oposición a dicha calocracia, también cita cuanto ya definió Aristóteles:

      "Podremos liberar nuestra vida, desde las precariedades, por 3 modos:

      - enfocándola en el disfrute de las cosas bellas,

      - engendrando actos más bellos para la comunidad, o

      - contemplativamente frente al rumbo de la belleza perpetua..."

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    4. ¡Curiosa evolución experimentada, desde la clásica Belleza (o Bien, 'kaló', que despierta el Eros) a lo más actual: del Sacrificio ['sagrado' hacer] al Artefacto (ya nada 'sublime', sino mercantil)...!

      Marta

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  4. "Hay Otros Mundos [Posibles]... pero están en éste."
    (Paul Éluard)

    "Decir espera es un crimen,
    decir mañana es igual que matar,
    ayer de nada nos sirve
    y las cicatrices no ayudan a andar.
    Sólo morir permanece
    como la más inmutable razón,
    vivir es un accidente,
    un ejercicio de gozo y dolor.
    Que no, que no, que el pensamiento
    no puede tomar asiento:
    que el pensamiento es estar
    siempre de paso, de paso, de paso...
    Quien pone reglas al juego
    se engaña si dice que es jugador,
    lo que le mueve es el miedo
    de que se sepa que nunca jugó."
    (Luis Eduardo Aute)

    El mayor delito -contra natura- es vendernos consignas del que debamos en un "valle de lágrimas" morir, ¡y aun vivir!, irremediable mente...

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  5. Maravilloso el texto, reflexiono sobre la sensibilidad, la mirada, el viaje como descubrimiento y necesidades de romper con las cadenas de lo cotidiano. Me alegro que hayas disfrutado tanto en tu viaje.

    Pilar

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