domingo, 14 de mayo de 2023

Culturas de 'la cancelación', identidad 'woke' o corrección política cual nueva religión sectaria

 
 
"En marzo de 2023 la metrópolis de San Francisco (California) apoyó una propuesta de anteproyecto para "indemnizar..." durante hasta 250 años, con 5 millones de dólares iniciales y unas rentas de otros 97.000 anuales, a cada ciudadano de raza negra como compensación por lo de la esclavitud ocurrido hace siglos [el asunto, que aún carece de cualesquier presupuestos estimados, quedó pendiente para ser ratificado el próximo mes de junio]... 

Así, personas que nunca fueron esclavas recibirían una sustanciosa indemnización de contribuyentes que nunca tuvieron esclavos, en un lugar -como California- donde nunca existió la esclavitud. Hubiera sido justa una compensación en 1865, tras la guerra de Secesión, para aquellas personas que sufrieron esclavitud y todavía estaban vivas. 

Pero, como es imposible indemnizar a los muertos, la presente propuesta tiene seguramente otros objetivos [reeditando una vez más aquella tiranía de ausentes {bien sean difuntos pasados o -¡tanto da!- del futurible, por venir} sobre nuestro muy real presente que tan bien pintó Albert Camus en su gran 'El hombre rebelde'...]: aplacar las atribuladas conciencias de algunos 'vivos'.

Detrás de este tipo de propuestas se encuentra la insólita convicción de que la responsabilidad no corresponde a individuos concretos sino a colectivos. Y la insensata creencia de que la culpa, y la inocencia, se heredan. Estas son las bases del 'wokeismo', como política de la identidad, una extraña doctrina que llama a los futbolistas a permanecer genuflexos antes del partido, que censura y cancela cualquier opinión considerada 'políticamente incorrecta' o exige a los españoles pedir perdón por la colonización de América. 
 
 
Se trata de una ideología que divide a la sociedad en colectivos buenos y malos, víctimas y verdugos, inocentes y culpables, entre los cuales existen agravios, deudas históricas que se heredan del pasado. Y como, supuestamente, ha llegado la hora del juicio definitivo, los colectivos buenos deben recompensarse mientras los malos expían su culpa aceptando sus castigos. Las connotaciones religiosas de esta ideología resultan más que evidentes.

El 'wokeismo' nace en los ambientes universitarios de los Estados Unidos y se difunde mayoritariamente entre las élites y las clases acomodadas. Posteriormente, se extiende de forma arrolladora por países con influencia protestante, encuentra más dificultad para asentarse en países de cultura católica pero no logra penetrar en regiones de tradición no cristiana. 

Nada de ello es casualidad: esta ideología surge por la proyección del credo protestante, calvinista en concreto, para la política. Tiene su origen en la traslación hacia los asuntos mundanos de esos dogmas puritanos que marcaron la vida religiosa de los Estados Unidos desde su formación.

La calvinista tradición puritana se encuentra en el núcleo fundacional de los Estados Unidos de América; muchos de los líderes que impulsaron la independencia eran fervientes creyentes en esta fe. Aunque otras religiones, como el catolicismo, fueron abriéndose camino con el tiempo, los conceptos puritanos habían forjado ya la mentalidad americana, especialmente la de sus élites.
  
    ¡Hoy acá ya no cabe ni 1 tontuná más...!
 
El calvinismo cree en la depravación absoluta de los seres humanos, marcados por un 'pecado original e indeleble'. Contempla el pasado como un camino de corrupción, reflejo de la contaminación papal del cristianismo durante 1.500 años. De ahí la necesidad constante de limpieza, de purgación, los intentos recurrentes de regreso al origen, a las Escrituras. La conciencia calvinista resulta muy atormentada, pues ni la fe ni las obras son garantía de salvación: solo evitarán la condenación del infierno aquellos previamente elegidos por Dios (conforme a su predestinación). 

¿Cómo asegurarse estar entre los escogidos? Según Max Weber, en 'La ética protestante y los orígenes del capitalismo', trabajando sin descanso para que el éxito en la vida, la riqueza, proporcione una señal de pertenecer al grupo destinado a la salvación. Así, la riqueza personal poseería en la visión protestante, calvinista especialmente, connotaciones muy distintas, casi opuestas, a las del imaginario católico.

La influencia calvinista en América del Norte favoreció logros admirables en la política, como la Constitución de los Estados Unidos, repleta de ingeniosos controles y contrapesos a la acción de unos futuros gobernantes que, en ausencia de estos mecanismos, se inclinarían inevitablemente a la maldad, a la corrupción moral. 

Generó también periódicas explosiones de renovación de la fe, de rectitud moral, fenómenos a los que los americanos llaman Gran Despertar (Great Awakening), verdaderos terremotos religiosos cuyas réplicas se harían sentir en toda la Europa protestante. Los dos primeros despertares generaron renovación de la fe y aparición de nuevas confesiones. 
  
  
El tercero (1870-1920), invocó la autoridad de la religión para impulsar transformaciones sociales de carácter ultra puritano, siendo la más conocida la Volstead Act (1919) o Ley Seca, dirigida a combatir el 'demonio' del alcohol.

En 'American Awakening'Joshua Mitchell sostiene que nos encontramos ante el cuarto gran despertar religioso yanqui, "pero esta vez sin Dios y sin redención". La crisis de las iglesias protestantes, la secularización de sus creyentes, trasladó las ideas de culpa, pecado original, predestinación o maldad absoluta desde la religión a la política. Las élites, y gran parte de las masas, fueron abandonando la religión… pero solo en la superficie. 

Ante 'la muerte de Dios', esas élites puritanas trasladan atormentadas conciencias hacia una alternativa utópica: la construcción del 'Reino de los Cielos' en la propia tierra. Pensaban que escapaban de la religión, pero tan solo abrazaban un sucedáneo laico: los mismos dogmas en distinto envoltorio. El 'wokeismo' conservaba buena parte de la liturgia, la moralidad y la espiritualidad calvinistas, pero cambiaba completamente el relato.

El pecado original se había transmutado en los crímenes y transgresiones que la raza blanca, y Occidente, habrían cometido en el pasado, como el colonialismo o la esclavitud. Esta culpa histórica se fue heredando de generación en generación y ahora, llegado ya el momento de un 'juicio final', debería ser expiada con penitencia, castigo, humillación y peticiones del perdón; aun cuando esta deuda nunca sea saldada. 
 
 
Los inocentes, o elegidos para la salvación, se han encarnado en ciertas minorías raciales y grupos pertenecientes a las culturas no occidentales, si bien otros colectivos han ido engrosando posteriormente la tribu de los escogidos: mujeres, gays, 'trans...', etc. Curiosamente, la frontera entre oprimidos y opresores no separa ricos de pobres; quizá por ello sea una ideología tan popular entre las élites.

La Naturaleza es otra víctima inocente del malvado Occidente, contumaz pecador por el uso de energías impuras, aun cuando la definición de pureza haya ido cambiando con el tiempo. El cambio climático es diabólico si lo genera la acción humana; pero benigno si es natural ya que en este caso no hay transgresión, no hay pecado.

El 'wokeismo' se difunde con más dificultad entre países de cultura católica porque ciertos conceptos y actitudes religiosas son distintos. No existe esa percepción de pasado impuro, ni la acuciante necesidad de purgarlo. La conciencia individual es más laxa, menos atormentada por la perspectiva del infierno pues las propias obras pueden proporcionar la salvación: la idea de cargar con la culpa de pecados ajenos, o heredados, encaja peor en la mentalidad católica. 

Tampoco se entiende bien en esta cultura que la línea de demarcación entre oprimidos y opresores no separe a ricos de pobres, sino mezcla de forma irreverente a mendigos y acaudalados en el mismo muestrario, igual que en el escaparate irrespetuoso de los cambalaches. En este sentido, el marxismo era mejor sustituto del catolicismo que el 'wokeismo'.
 
  
La aplicación directa de los conceptos religiosos a la política es incompatible con un sistema democrático, donde la responsabilidad por los actos es individual, nunca grupal ni heredada. Los conceptos del pecado original, la transgresión e inocencia, salvación, penitencia o castigo pueden funcionar en un contexto religioso, referidos simbólicamente a otra vida. Pero resultarían absurdos y extremadamente peligrosos cuando escapan de las iglesias y se nos trasladan al activismo social. 

Dividir a los ciudadanos en grupos inocentes y grupos pecadores, y concederles un trato distinto, no solo es discriminatorio, también señala camino totalitario hacia lo grotesco distópíco

El 'wokeismo' termina siendo así un sucedáneo de religión que rechaza todos los principios de la modernidad liberal como la libertad y responsabilidad individuales, la igualdad ante la ley, el pluralismo de ideas o el valor de discrepancia.

Nos encontramos ante una de las ideologías políticas más disparatadas y dañinas de la historia, un producto para puritanos atormentados que creen haber huido de la religión pero [travistiendo decálogos ancestrales] continúan obsesionados con la culpa y el pecado original. Una doctrina para santurrones que no quieren abrazar la religión… pero tampoco pueden renunciar a ella."

1 comentario:

  1. A cuenta de un terrorismo
    'racional' (de Estado), que
    nos cuenta Camus como
    el final de la escapada en
    el largo proceso humano
    buscando las rebeldías a
    través de la historia, para
    nada podremos reducirlo
    a regímenes como los ya
    sabidos con Hitler/Stalin.
    [https://elpais.com/diario/2008/10/06/espana/1223244003_850215.html]

    También incluye gobierno
    por Bush, Clinton, Obama,
    Trump+[al menos]Aznar&
    Rguez. Zapatero... La peli
    'The Mauritanian' mostró,
    muy claro, hasta cuánto...
    [www.elespanol.com/cultura/libros/20160309/108239311_0.html]

    ¡Merecería la pena Fórum!
    [https://www.filmaffinity.com/es/film660089.html]

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