viernes, 12 de diciembre de 2025

"ANTI-MANUAL[ES] DE FILOSOFÍA[S]" /3° => ...sobre Cuánto podríamos [saber o] Conocer...

 
 
... En el capítulo inmediato anterior se habían transcrito ya los distintos textos correspondientes al extracto para la Segunda Parte de tan destacable compendio... cuyo índice sigue a continuación:
  

 
 
Previamente otro capítulo inicial había reproducido también fragmentos de la Primera Parte, en relación con "Quiénes [y qué] Somos..."así como una somera presentación para el conjunto de la obra...  

Y en esta Tercera Parte se insiste con más citas extractadas entre otras que ha reunido el autor mediante su antedicho valioso "Antimanual..." (siempre muy reivindicativo de algunos discursos usualmente ninguneados, desde t@ntas inmensas mayorías de sesudos tratados académicos dominantes, y en cambio aquí literalmente transcritas):
   
- La conciencia
 
WILHELM REICH.-           

"Freud descubrió, por un método particular, al que dio el nombre de 'psicoanálisis', el proceso que domina la vida del alma. Sus cuatro más importantes descubrimientos, que anularon y conmocionaron una gran cantidad de antiguos conceptos (lo cual le atrajo al principio el odio de la gente), son los siguientes:

La conciencia (psicológica) no es más que una pequeña parte del campo psíquico; es tributaria de los procesos psíquicos inconscientes que, por esta razón, escapan al control de la ciencia: todo acontecimiento psíquico -incluso aunque aparezca desprovisto de sentido, como el sueño, el acto fallido, los despropósitos de los psicóticos o de los alienados- tiene una función y un «sentido» perfectamente comprensible si se consigue insertarlo en la historia del desarrollo de la persona humana. Debido a este descubrimiento, la psicología que hasta entonces había vegetado bajo la forma de una especie de física del cerebro («mitología del cerebro»), o como la hipótesis de un espíritu objetivo misterioso, alcanzaba repentinamente un puesto entre las ciencias naturales. 

El segundo gran descubrimiento de Freud era el de una sexualidad infantil muy activa, completamente independiente de la función de reproducción; la sexualidad y la reproducción, lo sexual y lo genital no son, pues, en absoluto, idénticos; la disección analítica de los procesos psíquicos ha puesto en evidencia, por otro lado, que la sexualidad o, más bien, la energía, la libido, que es de origen somático, es el motor central de la vida del alma. Las premisas biológicas y las condiciones sociales se van a encontrar en el terreno psíquico.
 
 
El tercer gran descubrimiento de Freud fue que la sexualidad infantil, de la que también forma parte lo esencial de las relaciones padre-hijo (complejo de Edipo), es generalmente reprimida porque el niño teme que sus padres lo castiguen por actos y pensamientos sexuales (aquí se encuentra el sentido profundo de la «angustia de castración»); de este modo, la sexualidad queda apartada de la acción y borrada de la memoria. La represión de la sexualidad (infantil) la suprime de la conciencia sin por ello arrebatarle su energía, por el contrario, la refuerza y la influye de tal modo que se manifiesta en muchas turbaciones patológicas de la vida del alma. Como esta regla se aplica, sin excepción, a todos los hombre vivos, Freud podía decir que su paciente era la humanidad entera.

Y su cuarto descubrimiento importante en este contexto fue el de que las instancias morales en el hombre no tienen origen supra-terrestre alguno, sino que son el resultado de medidas pedagógicas que, desde la más tierna edad del niño, toman los padres o sus representantes. En el centro de estas medidas pedagógicas se encuentran las que se dirigen a la represión sexual del niño. El conflicto que opone al principio los deseos de los niños a las prohibiciones de los padres se prolonga después en el conflicto interior de la persona entre los impulsos y la moral. Las instancias morales, que pertenecen al inconsciente, chocan en el adulto contra su conocimiento de las leyes de la sexualidad y de la vida psíquica inconsciente, favorecen la represión sexual («resistencia sexual») y aplican la resistencia del mundo contra el descubrimiento de la sexualidad infantil."

('La psicología de masas del fascismo', 1933)
  
La razón
 

"El miedo crea los dioses:

No es difícil el dar razón ahora / de lo que motivó entre las naciones / a creer la existencia de los dioses, / y las ciudades inundó de altares / y estableció los ritos religiosos, / estas pompas augustas que en el día / se hacen en las empresas importante / por todas las naciones de la Tierra: / y cuál sea la causa y el origen de este horror infundido a los mortales / que erige en todo el orbe de la Tierra / a las divinidades nuevos templos / y con días festivos las obsequia.

Es que ya desde entonces los mortales, / aunque despierto el ánimo, veían / los simulacros sobrenaturales / que la ilusión del sueño exageraba / a su imaginación: así, creyendo / que movían sus miembros y que hablaban con imperiosa voz, proporcionada / a su gran porte y fuerzas desmedidas, / por vivos y sensibles lo tuvieron. / También los suponían inmortales; / pues siendo su hermosura inalterable, / con la misma belleza se ofrecían / a ellos los fantasmas celestiales;y porque siempre con tan grandes fuerzas / creían imposible que triunfase de ellos acción alguna destructora: / también por muy dichosos los tenían, pues no les inspiraba sobresalto / el temor de la muerte; y porque en sueños los veían hacer muchos prodigios / sin quedarse por ellos fatigados.La morada y palacio de los dioses / pusieron en los cielos, porque es donde parece que voltean Sol y Luna; / de allí viene la noche, de allí el día, /y los astros errantes allí brillan / y los volantes fuegos por la noche; / los nublados, rocíos, lluvias, nieve, / vientos,  rayos, granizo y raudos truenos, / y los murmullos largos de amenazas. / ¡Oh raza de los hombres sin ventura! / ¡Cuando a los dioses concedió existencia y los armó de cólera inflexible, / cuántos gemidos asimismo entonces, / qué heridas a nosotros, y qué llanto / a nuestra descendencia ocasionaron! 
 
 
¿Qué espíritu, además, no apoca el miedo / de los dioses? ¿A qué hombre no se hielan / los miembros de pavor cuando la tierra / abrasada retiembla con el golpe / horrible de los rayos, y recorren / todo el cielo murmullos espantosos? ¿No se estremecen pueblos y naciones? / Sobrecogidos los soberbios reyes, / ¿no abrazan las estatuas de los dioses / temblando aquel instante formidable / de expiar sus acciones criminales / y todos sus tiránicos mandatos?

¿Y cuando barren los furiosos vientos / al jefe de la escuadra por los mares / con sus bravas legiones y elefantes, / pávido no hace votos a los dioses / para obtener a fuerza de plegarias tranquilidad y vientos favorables? / En vano todo; porque arrebatado / por algún violento remolino, en los escollos va a encontrar la muerte: / ciertamente parece que se burla / de los humanos acaecimientos una fuerza secreta, y se complace / en pisar con ludibrio las segures / y los fasces hermosos. Por fin, cuando / debajo de los pies vacila el orbe, / cuando caen las ciudades desplomadas, / y están amenazando otras ruina, / ¿por ventura, es extraño que los hombres / se llenen de desprecio hacia sí mismos, / y reconozcan un poder más grande / y una fuerza divina extraordinaria / que a su gusto dirija el universo?"

(libro V en el 'De la naturaleza de las cosas', siglo I a. de C.)
 

"Lo que depende de nosotros y lo que no depende:

I. Hay unas cosas que dependen de nosotros y otras no... De nosotros dependen la opinión, la tendencia, el deseo, la aversión, y, en una palabra, cuantas son obra nuestra. No dependen de nosotros, en cambio, el cuerpo, los bienes adquiridos, la reputación, los cargos, en una palabra, cuantas no son obra nuestra (...)    
  
 
XV. Recuerda que deberías comportarte como en un banquete. ¿Ha llegado a ti algo que estaba circulando? Extendiendo la mano, tómalo con buenas formas. ¿Pasa por delante?, no lo retengas. ¿Aún no llega? No impulses tu deseo, espera a que te llegue; y lo mismo con relación a tus hijos, a tu mujer, a los cargos, a la riqueza, y serás algún día un digno convidado de los dioses. Y si no tomas las cosas que te son servidas en la mesa, sino que las desprecias, entonces no solo serás un convidado de los dioses, sino también un hombre pero con igual poder. Pues actuando así, tanto Diógenes como Heráclito y sus semejantes eran llamados divinos merecidamente, ya que de hecho lo eran..."

(siglo I d. de C.)
 

"Nada va de suyo: la ciencia, tanto en su principio como en su necesidad de coronamiento, se opone en absoluto a la opinión. Si en alguna cuestión particular debe legitimar la opinión, lo hace por razones distintas de las que fundamentan la opinión; de manera que la opinión, de derecho, jamás tiene razón. La opinión piensa mal; no piensa; traduce necesidades en conocimientos. Al designar a los objetos por su utilidad, ella se prohíbe el conocerlos. Nada puede fundarse sobre la opinión: ante todo es necesario destruirla. Ella es el primer obstáculo a superar. No es suficiente, por ejemplo, rectificarla en casos particulares, manteniendo, como una especie de moral provisoria, un conocimiento vulgar provisorio. El espíritu científico nos impide tener opinión sobre cuestiones que no comprendemos, sobre cuestiones que no sabemos formular claramente. Ante todo, es necesario saber plantear los problemas. Y dígase lo que se quiera, en la vida científica los problemas no se plantean por sí mismos. Es precisamente este sentido del problema el que indica el verdadero espíritu científico. Para un espíritu científico todo conocimiento es una respuesta a una pregunta. Si no hubo pregunta, no puede haber conocimiento científico. Nada es espontáneo. Nada está dado. Todo se construye."

('La formación del espíritu científico', 1938)
  
La verdad
 

"La mentira, privilegio del gobernante:

-- Porque si hace un momento hemos hablado correctamente, y la mentira es en realidad inútil para los dioses, aunque útil para los hombres bajo la forma de un remedio, es evidente que semejante remedio debe ser reservado a los médicos, mientras que los profanos no deben tocarlos.
 
  
-- Es evidente.

-- Si adecuado es que algunos hombres mientan, los que gobiernan un Estado serán éstos, y que frente a sus enemigos o frente a los ciudadanos mientan para beneficio del Estado; a todos los demás les estará vedado. Y si un particular miente a los gobernantes, diremos que su falta es igual o mayor que la del enfermo al médico o que la del atleta a su adiestrador cuando no les dicen la verdad respecto de las afecciones de su propio cuerpo; o que la del marinero que no dice al piloto la verdad acerca de la nave y su tripulación ni cuál es su condición o la de sus compañeros.

-- Es muy cierto.

-- Entonces, si quien gobierna sorprende a otro mintiendo en el Estado entre los que son artesanos (un adivino, un médico de males, un carpintero en maderas), lo castigará por introducir una práctica capaz de subvertir y arruinar un Estado del mismo modo que una nave.

-- Así será, siempre que los hechos se ajusten a nuestras palabras."

('Diálogo sobre la República', siglo IV a. de C.)
 

"Astucia de la zorra, fuerza del león: debéis, pues, saber que persisten dos formas de combatir: una con las leyes, otra con la fuerza. La primera es propia del hombre, la segunda de las bestias; pero como la primera muchas veces no basta, conviene recurrir a la segunda. Por tanto, es necesario a un príncipe saber utilizar correctamente la bestia y el hombre. Este punto fue enseñado veladamente a los príncipes por los antiguos autores, los cuales escriben cómo Aquiles y otros muchos de aquellos príncipes antiguos fueron entregados al centauro Quirón para que los educara bajo su disciplina. Esto de tener por preceptor a alguien medio bestia y medio hombre no quiere decir otra cosa sino que es necesario a un príncipe saber usar una y otra naturaleza y que la una no dura sin la otra.
 
Monumento conmemorativo de Albert Camus en París
  
Estando siempre obligado a saber utilizar correctamente la bestia por tanto, un príncipe deberá elegir entre ellas, la zorra y el león; porque el león no se protege de las trampas ni la zorra de los lobos. Es necesario, por tanto, ser zorra para conocer las trampas y león para amedrentar a los lobos. Los que solamente hacen de león no saben lo que se llevan entre manos. No puede, por tanto, un señor prudente -ni debe- guardar fidelidad a su palabra cuando tal fidelidad se vuelve en contra suya y han desaparecido los motivos que determinaron su promesa. Si los hombres fueran todos buenos, este precepto no sería correcto, pero -puesto que son malos y no te guardarían a ti su palabra- tú tampoco tienes por qué guardarles la tuya. Además, jamás faltaron a un príncipe razones legítimas con las que disfrazar la violación de sus promesas. Se podría dar de esto infinitos ejemplos modernos y mostrar cuántas paces, cuántas promesas han permanecido sin ratificar y estériles por la infidelidad de los príncipes; y quien ha sabido hacer mejor la zorra ha salido mejor librado. Pero es necesario saber colorear bien esta naturaleza y ser un gran simulador y disimulador: y los hombres son tan simples y se someten hasta tal punto a las necesidades presentes, que aquel que engaña encontrará siempre quien se deja engañar."

('El Príncipe', 1512)
 

"¿Cómo acceder a lo verdadero?

XIX. Ni hay ni puede haber más que dos vías para investigación y descubrimiento de la verdad: una que, partiendo de la experiencia y de los hechos, se remonta enseguida a los principios más generales, y en virtud de esos principios que adquieren una autoridad incontestable, juzga y establece las leyes secundarias (cuya vía es la que ahora se sigue); y otra, que de la experiencia y de los hechos deduce las leyes, elevándose progresivamente y sin sacudidas hasta los principios más generales que alcanza en último término. Esta es la verdadera vía; pero jamás se la ha puesto en práctica [...]

XXII. Uno y otro método parten de la experiencia y de los hechos, y se apoyan en los primeros principios; pero existe entre ellos una diferencia inmensa, puesto que el uno solo desflora deprisa y corriendo la experiencia y los hechos, mientras que el otro hace de ellos un estudio metódico y profundo; el uno de los métodos, desde el comienzo, establece ciertos principios generales, abstractos e inútiles, mientras que el otro se eleva gradualmente a las leyes que son en realidad {como ya lo explicó Aristóteles} más familiares a la naturaleza [...]

 
XXVI. Para hacer comprender bien nuestro pensamiento, damos a esas nociones racionales -lógicamente- que se transportan al estudio de la naturaleza, el nombre de Prenociones de la naturaleza, porque son modos de entender temerarios y prematuros; y en cambio a otra ciencia -que, al contrario, de las experiencias deriva- por legítima vía, una Interpretación de la Naturaleza [...]

XXVIII. Más aún, las Prenociones subyugan nuestro asentimiento con más imperio que las interpretaciones, porque recogidas sobre un reducido número de hechos, y sobre aquellos que más familiares nos son, hieren in continenti el espíritu y llenan la imaginación, mientras que las interpretaciones, recogidas aquí y allí sobre hechos muy variados y diseminados, no pueden impresionar súbitamente el espíritu, y deben sucesivamente parecernos muy penosas y extrañas de recibir, casi tanto como los misterios de la fe [...]

XXX. Aun cuando todas las inteligencias de todas las edades aunasen sus esfuerzos e hicieran concurrir todos sus trabajos en el transcurso del tiempo, poco podrían avanzar las ciencias con la ayuda de las Prenociones, porque los ejercicios mejores y la excelencia de los remedios empleados, no pueden destruir errores radicales, y que han tomado carta de naturaleza en la constitución misma del espíritu."

('Novum Organum', 1620)
  
La [educación o/y el estudio de] filosofía...
 

"Aplicarse a objetos de la vida: la filosofía sólo puede conservar su influencia, o fuerza de convicción general, si se aplica a objetos de la vida y del mundo. Ella misma no contiene más que los gérmenes capaces de fecundar las vastas tierras de la humanidad. Es tarea del filósofo práctico favorecer, a partir de la filosofía, el desarrollo de esos gérmenes en su relación con los diferentes objetos de la vida. Si en todas partes hubiéramos alcanzado ya los principios superiores y primeros de la filosofía, como se lo imaginan quizá ciertos filósofos puramente especulativos, no tendríamos, desde luego, necesidad de un proceso tal de desarrollo: ahora bien, está lejos de ser este el caso. 
 
 
Cada objeto particular posee su naturaleza propia, demanda exámenes particulares que la razón no podrá llevar a cabo sin tenerlo a la vista, y aquel que se fuerza a exámenes de ese tipo hace concordar, en tanto que filósofo, los objetos de esas investigaciones con las exigencias de la razón. La filosofía debe aproximarse con entera confianza al dominio de la vida; lejos de toda pretensión, debe mostrarse capaz de distraer a las gentes en los ratos de ocio, debe incluso mezclarse con los placeres de una humanidad refinada para hacer sentir de igual manera su valor en dominios que nada tienen de filosófico y extender su influencia a toda la facción cultivada de la nación de la que ella reclama su amor."

('El arte de pasearse', 1802)
 

"Enseñar una fuerza crítica: Declaración Universal de los Derechos Humanos compromete naturalmente a formar por la «instrucción» sujetos capaces de comprender la filosofía de esa Declaración y a sacar de ella las fuerzas necesarias para «resistir al despotismo». Estos sujetos filósofos deberían estar en condiciones de asumir el espíritu y la letra filosófica de la Declaración, a saber, una cierta filosofía del derecho natural, de la esencia del hombre que nace libre e igual en derecho a los demás hombres, esto es, también, una cierta filosofía del lenguaje, del signo, de la comunicación, del poder, de la justicia y del derecho. Esa filosofía tiene una historia, su genealogía es determinada, su fuerza crítica inmensa, pero sus límites dogmáticos no menos ciertos. El Estado debería hacerlo todo, y ha hecho mucho, para enseñar (no digamos necesariamente inculcar) esta filosofía, para convencer de ella a los ciudadanos: en primer lugar, por la escuela y a través de todos los procesos educativos, mucho más allá de la antigua «clase de filosofía»..."     
    
('Del derecho a la filosofía', 1990)
 

"Adiestrar al animal rentable: ¿Ha perdido la escuela el carácter repelente que presentaba en los siglos XIX y XX, cuando domaba los espíritus y los cuerpos para las duras realidades del rendimiento y de la servidumbre, teniendo a gala educar por deber, autoridad y austeridad, no por placer y por pasión? Nada es más dudoso, y no puede negarse que, bajo las aparentes solicitudes de la modernidad, muchos arcaísmos siguen marcando la vida de las estudiantes y de los estudiantes.

¿No ha obedecido hasta hoy la empresa escolar a la preocupación dominante del mejorarse más técnicas de adiestramiento para ser el animal rentable?
 
 
Ningún niño traspasa el umbral de una escuela sin exponerse al riesgo de perderse; quiero decir, de perder esa vida exuberante, ávida de conocimientos y maravillas, que sería tan gozoso potenciar en lugar de esterilizarla y desesperarla bajo el aburrido trabajo del saber abstracto. ¡Qué terrible notar esas brillantes miradas a menudo empañadas!

Cuatro paredes. El asentimiento general conviene en que allí uno será, con consideraciones hipócritas, aprisionado, obligado, culpabilizado, juzgado, respetado, castigado, humillado, etiquetado, manipulado, mimado, violado, consolado, tratado como un feto que mendiga ayuda y asistencia.

¿De qué os quejáis?, objetarán los promotores de leyes y de decretos. ¿No es la mejor manera de iniciar a los pipiolos en las reglas inmutables que rigen el mundo y la existencia? Sin duda. Pero ¿por qué los jóvenes aceptarían durante más tiempo una sociedad sin alegría ni porvenir, que los adultos ya solo se resignan a soportar con una acritud y un malestar crecientes?"

('Aviso a los estudiantes y escolares'1995)
  
PIERRE HADOT.-    

"Elegir alguna manera de vivir: [...] por tanto el discurso filosófico se origina en una elección de vida u opción existencial, y no a la inversa [...] esta decisión y esta elección jamás se hacen en la soledad; nunca hay ni filosofía ni filósofos fuera de un grupo, de una comunidad, en una palabra, de una «escuela» filosófica, y, precisamente, esta última corresponde entonces ante todo a la elección de cierta manera de vivir, a cierta elección de vida, a cierta opción existencial, que exige del individuo un cambio total de vida, una conversión de todo el ser, y, por último, cierto deseo de ser y de vivir de cierto modo. Esta opción existencial implica a su vez una visión del mundo, y la tarea del discurso filosófico será revelar y justificar racionalmente tanto esta opción existencial como esta representación del mundo. El discurso filosófico teórico nace, pues, de esta inicial opción existencial y conduce de nuevo a ella en la medida en que, por su fuerza lógica y persuasiva, por la acción que pretende ejercer sobre el interlocutor, incita a maestros y discípulos a vivir realmente de conformidad con su elección inicial, o bien es de alguna manera la aplicación de un cierto ideal de vida.

Quiero decir, pues, que el discurso filosófico debe ser comprendido en la perspectiva del modo de vida del que es al mismo tiempo medio y expresión y, en consecuencia, que la filosofía es en efecto, ante todo, una manera de vivir, pero que se vincula estrechamente con el discurso filosófico."

('¿Qué es la filosofía antigua?'1995)

* * *

... Y por fin, con todo esto así concluye una sencilla reseña del "Anti-Manual de Filosofía[s]" compuesta sólo extractando algunas citas entre las otras más que reunió su autor, Michel Onfray (siempre muy reivindicativo sobre algunos discursos usualmente ninguneados, desde t@ntas inmensas mayorías de sesudos tratados académicos dominantes, en cambio aquí literalmente transcritas) tras haberse terminado igualmente mediante las aportaciones relativas a su Parte Última cuyo índice sigue a continuación:
  


viernes, 5 de diciembre de 2025

Dígase adiós al 'Estado de bienestar' en España [imparable Cambio Demográfico impónenoslo]

 
 
Hubo un tiempo, no hace tanto, en que los agoreros de guardia, esos que habían hecho del Apocalipsis su modus vivendi, nos vendían la "superpoblación" como el quinto jinete del mismo que arrasaría el planeta.

Desde las teorías maltusianas hasta la distopía pop de Soylent Green, el miedo era, literalmente, que no cabríamos.

Que nos comeríamos unos a otros por un mendrugo de pan en un mundo abarrotado.

Permítanme sugerirles que cambien de película. Apaguen esa proyección porque la realidad, siempre más tozuda y aburrida que la ficción, nos está relatando otra historia. Una mucho más silenciosa, pero infinitamente más letal.

No es una explosión: es una verdadera implosión.

En noviembre de 2022, el planeta alcanzó el hito de los 8.000 millones de habitantes. Los titulares se llenaron de exclamaciones y cifras redondas. Pero si uno se molestaba en leer la letra pequeña del informe de la ONU, la realidad suena al chirrido de unos frenos pisados a fondo.

Es cierto que a la humanidad le costó una eternidad, literalmente toda su historia hasta 1800, sumar sus primeros 1.000 millones. Luego nos disparamos, embriagados de penicilina y revolución industrial, y proyectamos llegar a los 9.700 millones en 2050.

Pero hete aquí que el motor se ha gripado. La tasa de fertilidad mundial, que en los años 1950 todavía era de 5 hijos por mujer, ha caído ya en picado hasta 2,2 en 2024. Estamos rozando el larguero del 2,1, el mínimo necesario para que una generación reemplace a la anterior.

La traducción es sencilla: nos estamos acabando.

Y si el mundo frena, Europa directamente ha metido la marcha atrás y ha tirado las llaves por la ventanilla. Nuestro continente hace honor a su adjetivo de "viejo" con una fidelidad suicida: somos el geriátrico del planeta.
 
 
La mediana de edad en Europa ronda los 44 años, la más alta del globo. Según Eurostat, los mayores de 65 años (21,3%) ya superan por goleada a los jóvenes menores de 14 (apenas un 19,7%). Hemos invertido la pirámide poblacional hasta convertirla en un sarcófago geométrico perfecto.

Y esto, queridos lectores, no es sólo una cuestión de ver más canas por la calle o de que los parques infantiles se hayan convertido en 'pipicanes'.

Es la demolición irremediable del Estado del bienestar. Ese invento europeo del que tanto nos jactamos, esa red de seguridad que nos permitía vivir con la certeza de que papá Estado proveería, se basa en una estafa 'piramidal' que requiere nuevos pagadores en la base para sostener a los de la cúspide.

El índice de dependencia (esa ratio fría que nos dice cuántos abuelos dependen de cada trabajador) era del 33% en 2022. O sea, que por cada 100 tipos madrugando para levantar el país, hay 33 retirados cobrando. La ONU nos avisa de que en las economías desarrolladas pasaremos de 28 dependientes por cada 100 trabajadores (dato de 2020) a 50 en 2050. Un dos a uno.

Sencillamente, las cuentas no salen.

La población en edad de trabajar en la OCDE ha dejado de crecer. Se acabó. En España, si no hacemos nada (y permítanme dudar de que hagamos algo sensato), la fuerza laboral se contraerá hasta un 30% para 2060, según el INE.

¿El resultado? Un desplome en el PIB per cápita del 40%. Seremos más pobres, más viejos y estaremos más solos.

Y en este escenario dantesco, España, como es nuestra costumbre, ha decidido ser líder. Líder en el desastre, claro.

Este nuestro país es el laboratorio perfecto del suicidio demográfico. En 2023 marcamos un mínimo histórico con apenas 322.075 nacimientos. Es la cifra más baja desde que se tienen registros, lo cual tiene su mérito considerando que hemos pasado por guerras y epidemias. La Tasa Global de Fecundidad se arrastra por el suelo en un 1,19 hijos por mujer.

La estructura familiar española ha mutado vertiginosa y críticamente. Hemos pasado del modelo horizontal (muchos hermanos, muchos primos) a uno vertical. Hoy, el 90% de los niños españoles tiene abuelos vivos e incluso bisabuelos, conviviendo hasta cuatro generaciones, pero la base es cada vez más exigua. Ya incluso tenemos más ancestros que descendencia.

Somos un árbol con muchas raíces y ninguna rama nueva.
 
     
  
El mercado laboral es el reflejo de esta esclerosis. A finales de 2023, casi la mitad de la fuerza laboral disponible en España (el 48%) tenía más de 45 años. Somos un país de trabajadores senior.

Y, paradójicamente, tenemos a 560.000 parados mayores de 50 años, un récord vergonzoso, mientras mantenemos una tasa del 27-28% de paro juvenil, casi doble que medio europeo.

Es el absurdo perfecto. Despreciamos la experiencia de los mayores expulsándolos del mercado antes de tiempo, mientras somos incapaces de integrar a unos jóvenes a los que hemos estafado con la promesa de que un título universitario era un pasaporte al éxito, cuando el mercado demanda soft skills y pensamiento crítico que la universidad no enseña.

Y luego está el elefante en la habitación, las pensiones, de lo que nadie quiere hablar en campaña electoral.

España tiene la tasa de reposición más alta de la eurozona.

Un jubilado español cobra, de media, el 77,5% de su último salario, frente al 44,5% de media en la OCDE. Es un sistema generosísimo, sí, pero financiado con dinero del Monopoly.

El déficit del sistema es estructural y galopante. Necesitamos inyectar más de 38.000 millones de euros anuales extra (casi un 3,8% del PIB) vía transferencias del Estado para que la rueda siga girando.

Con un aumento previsto del 50% en el número de pensionistas de aquí a 2050 (llegaremos a los 15,6 millones), el sistema no es que esté en riesgo. Es que está técnicamente quebrado.

Si quieren ver el futuro, no miren una bola de cristal, miren a Corea del Sur. Allí, las distopías han llegado ya. Con una tasa de fertilidad de 0,72 hijos por mujer (récord mundial absoluto), el país se desvanece.

Las proyecciones del gobierno de Seúl y la ONU son de película de terror. Los 52 millones de surcoreanos podrían quedarse en 7,5 millones en un siglo.

Una nación milenaria desapareciendo por el desagüe de la historia en un par de generaciones.
  
 
Ante esto, la respuesta más automática suele ser que "¡...La inmigración nos salvará?"... Es la carta comodín que saca la izquierda (y parte de la derecha económica) para no afrontar el problema de fondo.

Pero de los cinco continentes, sólo queda un único motor demográfico encendido, África, que duplicará su población para 2050, y una de cada cuatro personas nacerá allí, con tasas de fertilidad que aún rondan los 4 hijos por mujer.

Pero fiarlo todo a la importación de mano de obra es de un simplismo aterrador. Primero, porque la población ya está cayendo en diez países de la UE a pesar de los flujos migratorios.

Y segundo, porque l@s inmigrantes no son reproductor@s inmutables... Sino personas que se adaptan. Los estudios demuestran que la fertilidad de las mujeres inmigrantes converge rápidamente con la de las nativas. A la segunda generación, el problema persiste.

No se puede tapar una hemorragia arterial con tiritas, por muchas que traigas de fuera.

La tesis que defiende este artículo no es optimista, pero pretende ser honesta. La crisis demográfica ya es inevitable. El golpe nos lo vamos a dar. La inercia de los datos es como la de un transatlántico, no se vira en cien metros.

Sin embargo, que el choque sea 'inevitable' no significa que debamos cerrar los ojos y soltar el volante.

Tenemos que asumir que el concepto de jubilación tal y como lo conocemos, ha muerto. Habrá que trabajar más años, nos guste o no. Pero para eso, hay que dejar de arrumbar a profesionales de 55 años como unos trastos inservibles.

Tenemos que disparar la productividad, abrazar la tecnología y la IA no como enemigos, sino como los únicos salvavidas que nos permitirán mantener el nivel de vida con menos manos trabajando.

Y, sobre todo, tenemos que dejarnos de frivolidades. Dejarnos de políticas cosméticas de conciliación que no concilian nada y de guerras culturales absurdas. Tener hijos para Occidente se ha convertido en un acto de heroísmo logístico y financiero.

Mientras sigamos penalizando la maternidad y convirtiendo la familia en un lujo, seguiremos cavando nuestra propia tumba.

El invierno demográfico no viene, ya está aquí. Y hace un frío que pela.

La pregunta no es cómo evitarlo, sino si seremos capaces de abrigarnos lo suficiente para que la civilización, tal como la conocemos, no muera de hipotermia.
  

 
Postdata [10/12/2025].-

En la naturaleza sigue funcionando la conocida como "ley de los vasos comunicantes", que tiende a equilibrar niveles contiguos... O sea, que si no se producen unas redistribuciones menos inequitativas en las Rentas per cápita (y consiguientemente para otros parámetros demográficos -como las fertilidades, esperanzas de vida o edades medias- derivables) mayores migraciones del Sur al Norte lo harán tanto inevitable cuanto necesariamente: de nada serviría intentar un cerrarle puertas al campo ni a la mar en esa dinámica... cuando por otra parte nuestra sociedad ya es claramente inviable sin más aportaciones cada día desde las juventudes aquí llegadas para ganarse sus vidas mejor que según en su origen les permiten...


    

lunes, 1 de diciembre de 2025

"ANTI-MANUAL[ES] DE FILOSOFÍA[S]" /2° => ...sobre Cómo podremos [juntos] Vivir...

 
 
... Anteriormente se habían transcrito ya los distintos textos correspondientes al extracto para la Primera parte de tan destacable compendio... cuyo índice sigue a continuación:



En esta Segunda parte se insiste con más citas extractadas entre otras que ha reunido el autor mediante su antedicho valioso "Antimanual..." (siempre muy reivindicativo de algunos discursos usualmente ninguneados, desde t@ntas inmensas mayorías de sesudos tratados académicos dominantes, y en cambio aquí literalmente transcritas):
   
La libertad
 
BARUCH DE ESPINOZA .-                            

"Pensamientos de una piedra en el aire: una piedra recibe de una causa externa, que la impulsa, cierta cantidad de movimiento con la cual, después de haber cesado el impulso de la causa externa, continuará necesariamente moviéndose. Así pues, la permanencia de esta piedra en movimiento es coaccionada, no por ser necesaria, sino porque debe ser definida por el impulso de la causa externa. Y lo que aquí se dice de la piedra, hay que aplicarlo a cualquier cosa singular, aunque se la conciba compuesta y apta para muchas cosas; es decir, que toda cosa es determinada necesariamente por una causa externa a existir y a obrar de cierta y determinada manera.

Aún más, conciba ahora, si lo desea, que la piedra, mientras prosigue su movimiento, piensa y sabe que ella se esfuerza, cuanto puede, por seguir moviéndose. Sin duda esa piedra, como tan solo es consciente de su conato y no es de ningún modo indiferente, se creerá ser totalmente libre y que la causa de perseverar en el movimiento no es sino que así lo quiere. Y esta es esa famosa libertad humana, que todos se jactan de tener, y que tan solo consiste en que los hombres son consciente de su apetito e ignorantes de las causas por las que son determinados. Así, el niño cree apetecer libremente la leche, el chico irritado querer la venganza, y el tímido la fuga. Por su parte, el borracho cree decir por libre decisión de su alma lo que después, ya sobrio, quisiera haber callado. Igualmente, el delirante, el charlatán y otros muchos de la misma calaña creen obrar por libre decreto de su alma y no que son llevados por el impulso. Y como este prejuicio es innato a todos los hombres, no se liberan tan fácilmente de él. Y aun cuando la experiencia enseñe, más que sobradamente, que los hombres nada pueden menos que dominar sus apetitos, y que muchas veces, mientras sufren la pugna de efectos contrarios, ven lo mejor y siguen lo peor, creen, sin embargo, que son libres por la sencilla razón de que desean levemente algunas cosas y que ese deseo puede ser fácilmente reprimido por el recuerdo de otra cosa que nos viene frecuentemente a la memoria." 
 
('Carta a G. H. Schuller'1674)
 

"Solo existe la necesidad: el hombre no es libre en ninguno de los instantes de su vida. No es dueño de su conformación, la cual la ha recibido de la naturaleza. No es dueño de sus ideas o de las modificaciones de su cerebro, que se deben a causas que, a pesar suyo y sin saberlo, actúan continuamente sobre él. No es libre de no amar o de no desear lo que se encuentra agradable y deseable. No es libre de no deliberar cuando está inseguro de los efectos que los objetos producirán sobre él. No es libre de no elegir lo que cree ventajoso. No es libre de actuar de otro modo del que actúa en el momento en que su voluntad es determinada por su elección. ¿En qué momento entonces el hombre es libre de sus actos?
 
 
Lo que el hombre hará es siempre consecuencia de lo que ha sido, de lo que es, de lo que ha hecho hasta el momento de la acción. Nuestro ser actual y total, considerado en todas sus posibles circunstancias, contiene la suma de todos los motivos de la acción que realizaremos, principio cuya verdad ningún ser pensante puede negar. Nuestra vida es una sucesión de instantes necesarios, y nuestra conducta, buena o mala, virtuosa o viciosa, útil o dañina para nosotros y para los demás, es un encadenamiento de acciones tan necesarias como cada uno de los instantes de nuestra vida. Vivir es existir de un modo necesario en los puntos de la duración que se suceden necesariamente. Querer es aceptar o no aceptar seguir siendo lo que somos. Ser libre es ceder a motivos necesarios inherentes a nosotros.

Si conociéramos el funcionamiento de nuestros órganos, si pudiéramos recordar todos los impulsos o las modificaciones que han recibido y los efectos que han producido, veríamos que todos nuestros actos están sometidos a la fatalidad que regula tanto nuestro sistema particular como el sistema entero del universo. Ningún efecto, tanto en nosotros como en la naturaleza, se produce por el azar que, como ha sido probado, es una palabra sin sentido. Todo lo que sucede en nosotros o lo que es hecho por nosotros, así como todo lo que ocurre en la naturaleza o que le atribuimos, se debe a causas necesarias que actúan según leyes necesarias y que producen efectos necesarios de donde derivan otros." 
 
('Sistema de la naturaleza'1770)


"Ver, controlar, y así, dominar: si se hallara un medio de hacerse dueño de todo lo que puede suceder a un cierto número de hombres, de disponer todo lo que los rodea, de modo que hiciese en ellos la impresión que se quiere producir, de asegurarse sus acciones, de sus conexiones, y de todas las circunstancias de su vida, de manera que nada pudiera ignorarse, ni contrariar el efecto deseado, no se puede dudar que un instrumento de esta especie sería un instrumento muy enérgico y muy útil que los gobiernos podrían aplicar a diferentes objetos de la mayor importancia.

La educación, por ejemplo, no es otra cosa que el resultado de todas las circunstancias en que un niño se ve. Velar sobre la educación de un hombre, es velar sobre todas sus acciones, es colocarle en una posición en que se pueda influir sobre él como se quiera, por la elección de los objetos que se le presentan y de las ideas que se hacen nacer en él.
   
TETRAPHARMAKON: No temas a dios, ni te preocupes por la muerte; 
lo bueno fácil es de conseguir, y lo espantoso es fácil de soportar.
  
Pero ¿cómo un hombre solo puede ser bastante para velar perfectamente sobre un gran número de individuos?, ¿y aun cómo un gran número de individuos podrían velar perfectamente sobre un hombre solo? Porque si se admite como es preciso una sucesión de personas que se releven unas a otras, ya no hay unidad en sus instrucciones ni consecuencia en sus métodos. Sin dificultad, pues, se confesará que sería una idea tan útil como nueva la que diese a un hombre solo un poder de vigilancia que hasta ahora ha superado las fuerzas reunidas de un gran número..." 
 
('El panóptico'1839)
   

"Ser gobernados: ¡Oh, humanidad!, ¡humanidad! ¿Y es posible que durante sesenta siglos hayas vivido en tanta abyección? Te llamas santa y sagrada y no eres más que la constante y gratuita prostituta de tus lacayos, de tus curas y de tus soldados. ¡Tú lo conoces, y sin embargo, lo sufres! Estar gobernada equivale a con guardias vigilando estar, al vivir inspeccionada, espiada, dirigida, legislada, reglamentada, hollada, adoctrinada, sermoneada, violentada, estimada, apreciada, censurada y mandada por hombres que para ello carecen de títulos, de ciencia y de virtudes... Estar gobernada equivale a estar registrada, tarifada, timbrada, medida, cotizada, licenciada, privilegiada, enmendada, amonestada, violada, impedida, reformada, dirigida y corregida en cada operación, en cada transacción, en cada movimiento que emprendas. Bajo el pretexto de utilidad pública y en nombre del interés general se imponen contribuciones, se hace la ejecución de los bienes del individuo, se le exige rescate y se le explota, monopoliza, concusiona, precipita, mistifica y roba; después, a la menor resistencia, a la primera queja, se le reprime, se le multa, se le vilipendia, se le veja, se le pega, se le sacude, se le intima, se le desarma, se le agarrota, se le encarcela, se le fusila, se le ametralla, se le juzga, se le condena, se le deporta, se le sacrifica, se le vende, se le hace traición, y, para colmo de esto, no falta quien luego se le burle en sus barbas, le ultraje y le deshonre. He ahí el gobierno, he ahí la justicia, he ahí la moral. Y sin embargo, entre nosotros existen demócratas que pretenden que el gobierno tiene algo bueno; existen socialistas que en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad, sostienen esta ignominia; existen, en fin, proletarios que aceptan candidaturas a la presidencia de la República. ¡Hipócritas!"

('Idea general de la revolución en el siglo XIX'1851)


"Muerte de Dios, nacimiento del hombre: que no desplazca a los metafísicos y a los idealistas religiosos, filósofos, políticos o poetas: la idea de dios implica la abdicación de la razón humana y de la justicia humana; es la negación más decisiva de la libertad humana y lleva necesariamente a la esclavitud de los hombres, tanto en teoría como en la práctica.

A menos de querer la esclavitud y el envilecimiento de los hombres, como lo quieren los jesuitas, como lo quieren los monjes, los pietistas o los metodistas protestantes, no podemos, no debemos hacer la menor concesión ni al dios de la teología ni al de la metafísica. Porque en ese alfabeto místico, el que comienza por decir A deberá fatalmente acabar diciendo Z, y el que quiere adorar a dios debe, sin hacerse ilusiones pueriles, renunciar bravamente a su libertad y a su humanidad.

Si dios existe, esclavo es el hombre; ahora bien, el hombre puede y debe ser libre: por consiguiente, dios no existe.

Desafío a cualquiera que sea a salir de ese círculo; y ahora, que se elija." 
  
('Dios y el Estado', 1871)
   
      
El derecho
 

"Breve teoría del contrato:

XXXI- La justicia fijada por la Naturaleza es la piedra de toque de la conveniencia de no perjudicar ni ser perjudicado uno por otro.

XXXII- Todos los seres vivos incapaces de no tomar acuerdos, de no perjudicar ni ser perjudicados unos por otros, no tienen nada injusto ni justo, y ocurre exactamente igual a todos los pueblos que no son capaces o no quieren tomar acuerdos de no perjudicar ni ser perjudicados unos por otros.

XXXIII- La justicia vista en sí misma no es nada sino un pacto de no perjudicar ni ser perjudicado en ningún momento en los tratos entre unos y otros y que afecta a la extensión de espacio que sea."

('Máximas capitales's. IV a. de C.)
 

"Estad resueltos a no servir más: Este que os domina tanto no tiene más que dos ojos, no tiene más que dos manos, no tiene más que un cuerpo, y no tiene ni una cosa más de las que posee el último hombre de entre los infinitos que habitan en vuestras ciudades. Lo que tiene de más sobre todos vosotros son las prerrogativas que le habéis otorgado para que os destruya. ¿De dónde tomaría tantos ojos con los cuales os espía si vosotros no se los hubierais dado? ¿Cómo tiene tantas manos para golpear si no los toma de vosotros? Los pies con que holla vuestras ciudades, ¿de dónde los tiene si no es de vosotros? ¿Cómo tiene algún poder sobre vosotros, si no es por obra de vosotros mismos? ¿Cómo osaría perseguiros si no hubiera sido enseñado por vosotros? ¿Qué os podría hacer si vosotros no fuerais encubridores del ladrón que os roba, cómplices del asesino que os mata y traidores a vosotros mismos? Sembráis vuestros frutos a fin de que él en vuestra presencia los devaste; amuebláis y ocupáis vuestras casas para proveer a sus expediciones de robo; criáis a vuestras hijas a fin de que tenga en qué saciar su lujuria; alimentáis a vuestros hijos a fin de que él los lleve consigo; para, en el mejor de los casos, conducirlos a la matanza en sus guerras, o convertirlos en administradores de sus codicias y ejecutores de sus venganzas; os despedazáis dolorosamente, a fin de que él pueda tratarse delicadamente en sus diversiones y revolcarse en sucios y villanos placeres; os debilitáis a fin de hacerlo más fuerte y rudo y teneros más cortos de la brida. ¡Hacéis tantas indignidades que las bestias mismas no aguantarían ni sufrirían! Pero podéis libraros si ensayáis no siquiera a libertaros, sino únicamente a querer ser libres. Estad resueltos a no servir más y seréis libres. No deseo que lo forcéis, ni le hagáis descender de su puesto; sino únicamente no sostenerlo más; y lo veréis como un gran coloso al que se ha quitado la base, y por su mismo peso se viene abajo y se rompe."

('Discurso de la servidumbre voluntaria'1547)
 

"Del derecho de resistencia bien fundado: siempre que los legisladores destruyen o se adueñan de la propiedad del pueblo, o los esclavizan bajo un poder arbitrario, se ponen a sí mismos en un estado de guerra respecto a su pueblo, el cual queda, por ello, libre de seguir obedeciendo y se puede acoger al refugio común con que Dios ha dotado a todos los hombres frente a la guerra y la violencia [...]. Así y todo, puede que quienes sostienen que esta doctrina mía supone un fundamento para la rebelión se refieran a que puede dar lugar a guerras civiles, o luchas intestinas; por decir al pueblo que, ante un atentado ilegal contra sus libertades o propiedades, quedan libres de obedecer e incluso que pueden enfrentarse violentamente con los que fueron sus magistrados e hicieron un uso ilegítimo de la fuerza para invadir sus propiedades, traicionando la confianza que se puso en ellos; y que, por tanto, esta doctrina no ha de ser permitida porque resulta absolutamente perjudicial para la paz del mundo. En tal caso, y por las mismas razones, habría que decir que un ciudadano honrado no debe oponerse a los ladrones ni a los piratas, porque esto puede ocasionar desórdenes y derramamientos de sangre, Ahora bien, los daños que se pudieran producir en casos de este tipo no habría que atribuirlos a aquel que defiende sus derechos, sino a quien invade el de sus vecinos."

('Ensayo sobre el gobierno civil', 1690)
        

"Rebelión, modo de empleo: el abundante jugo que alimenta todas esas soberbias y orgullosas naciones de las que acabo de hablar, son las grandes riquezas, y las importantes ganancias que ellos extraen todos los días del penoso trabajo, o de los penosos trabajos de vuestras manos. Porque no es sino de vosotros, y no es más que por vuestra industria, y por vuestros penosos trabajos, que viene la abundancia de todos los bienes, y de todas las riquezas de la tierra. Es ese jugo abundante, que ellos extraen de vuestras manos, lo que los sostiene, los alimenta, los engorda, y los hace tan fuertes, tan poderosos, tan orgullosos, tan altivos y soberbios como son. Pero ¿queréis (vosotros), pueblos, queréis hacer secar enteramente todas las raíces de esas soberbias y orgullosas naciones? Privadlas solamente de ese jugo abundante, que ellos extraen por vuestras manos de vuestras penas y vuestros trabajos. Retened vosotros mismos, por vuestras manos, todas esas riquezas, y todos esos bienes que hacéis venir tan abundantemente, con el sudor de vuestros cuerpos; retenedlos para vosotros mismos, y para todos vuestros semejantes, no deis nada de ellos a esas soberbias e inútiles naciones, no deis nada de ellos a esos soberbios y ricos holgazanes; no deis nada de ellos a esos monjes y eclesiásticos inútiles; no deis nada de ellos a esas altivas y orgullosas noblezas; no deis nada de ellos a esos soberbios y orgullosos tiranos, ni a los que los sirven. Mandad incluso a todos vuestros hijos, a todos vuestros parientes, a todos vuestros aliados, y a todos vuestros amigos que los abandonen, y abandonad totalmente su servicio, sin hacer más nada por ellos, excomulgadlos enteramente de vuestra sociedad: miradlos por todas partes como miraríais a los excomulgados entre vosotros, y de ese modo los veréis pronto secarse, como se secarían hierbas y plantas cuyas raíces no chuparan ya el jugo de la tierra."

('Memorias', después de 1718)
 
 
Carta de Baruch Espinoza para Gottfried Wilhelm Leibniz , 1676
   

"Cuando el gobierno viola las libertades y los derechos garantizados por la Constitución, la resistencia en todas sus formas es el derecho más sagrado de todos y el más imperioso de los deberes..."
  
('Artículo 35 en Constitución de la República francesa', 1793)
 

"Nadie es justo gracias a la ley: yo creo que debiéramos ser hombres primero y ciudadanos después. Lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino por la justicia. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en cada momento lo que crea justo. Se ha dicho y con razón que una sociedad mercantil no tiene conciencia; pero una sociedad formada por hombres con conciencia es una sociedad con conciencia. La ley nunca hizo a los hombres más justos y, debido al respeto que les infunde, incluso los bienintencionados se convierten a diario en agentes de la injusticia. Una consecuencia natural y muy frecuente del respeto indebido a la ley es que uno puede ver una fila de soldados: coronel, capitán, cabo, soldados rasos, artilleros, todos marchando con un orden admirable por colinas y valles hacia el frente en contra de su voluntad, ¡sí! Contra su conciencia y su sentido común, lo que hace que la marcha sea más dura y se les sobrecoja el corazón. No dudan que están involucrados en una empresa condenable; todos ellos son partidarios de la paz. Entonces, ¿qué son: hombres, o por el contrario, pequeños fuertes y polvorines móviles al servicio de cualquier mando militar sin escrúpulos?"

('Desobediencia civil'1848)
 

"[...] Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión..."
  
('Preámbulo a la Declaración Universal de los DD.HH'1948)
   
La técnica
 

"La inteligencia genera las manos: Anaxágoras afirma que el hombre es el más inteligente de los animales por tener manos, pero lo lógico es decir que recibe manos por ser el más inteligente. Las manos son, de hecho, una herramienta, y la naturaleza distribuye siempre, como una persona inteligente, cada órgano a quien puede utilizarlo. Y, en efecto, es más conveniente dar flautas a quien es un flautista que enseñar a tocar a quien tiene flautas, pues a lo mayor y principal la naturaleza añade lo más pequeño, y no a lo más pequeño lo más preciado y grande. Si realmente es mejor de esta manera, y la naturaleza hace lo mejor entre lo posible, no por tener manos es el hombre el más inteligente, sino por ser el más inteligente de los animales tiene manos. El más inteligente, de hecho, podría utilizar bien más herramientas, y la mano parece ser no un solo órgano, sino varios: es como una herramienta en lugar de otras herramientas. A quien puede, pues, adquirir el mayor número de técnicas, la naturaleza le ha otorgado la herramienta más útil con mucho, la mano. Pero los que dicen que el hombre no está bien constituido, sino que es el más imperfecto de los animales (pues afirman que está descalzo, desnudo y no tiene armas para el ataque) no tienen razón. Los otros animales tienen un único medio de defensa, y no les es posible cambiarlo por otro, sino que es preciso que duerman y lo hagan todo, por decirlo así, calzados, y no pueden quitarse nunca la armadura que llevan alrededor del cuerpo, ni cambiar el arma que les tocó en suerte. Le corresponde al hombre tener muchos medios defensivos, en cambio, y le es posible cambiarlos y aún tener el arma que quiera y cuando quiera. La mano, entonces, se convierte en garra, pinza, cuerno y también lanza, espada y cualquier otra arma y herramienta, pues es todo esto por poder coger y sostenerlo todo. También la forma de la mano ha sido diseñada por la naturaleza de esta manera. Está, en efecto, dividida y formada por varias partes, y en el hecho de estar dividida está también el de estar unida, lo que no sucede al revés. Y se puede utilizar como un órgano único, doble o múltiple."
 
('Partes de los animales', s. IV a. de C.)
  
La cabeza cortada de Jeremy Bentham, aún conservada
   
RENÉ DESCARTES.-     

"Como dueños y poseedores de la naturaleza: [...] tan pronto como hube adquirido algunas nociones generales de la física y comenzado a ponerlas a prueba en varias dificultades particulares, notando entonces cuán lejos pueden llevarnos y cuán diferentes son de los principios que se han usado hasta ahora, creí que conservarlas ocultas era grandísimo pecado, que infringía la ley que nos obliga a procurar el bien general de todos los hombres, en cuanto ello esté en nuestro poder. Pues esas nociones me han enseñado que es posible llegar a conocimientos muy útiles para la vida, y que, en lugar de la filosofía especulativa, enseñada en las escuelas, es posible encontrar una práctica, por medio de la cual, conociendo la fuerza y las acciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos y de todos los demás cuerpos que nos rodean, tan distintamente como conocemos los oficios varios de nuestros artesanos, podríamos aprovecharlas del mismo modo, en todos los usos a que sean propias, y de esa suerte hacernos como dueños y poseedores de la naturaleza. Lo cual es muy de desear, no solo por la invención de una infinidad de artificios que nos permitirían gozar sin ningún trabajo de los frutos de la tierra y de todas las comodidades que hay en ella, sino también principalmente por la conservación de la salud (que sin duda es el primer bien y fundamento de los otros bienes de esta vida, porque el espíritu mismo depende del temperamento y disposición de órganos en su cuerpo); que, si es posible encontrar algún medio para hacer que los hombres sean comúnmente más sabios y más hábiles que han sido hasta aquí, creo que es en la medicina en donde hay que buscarlo."

('Discurso del método', 1637)
  
 
"Odio al trabajo, elogio de la pereza: una extraña pasión invade a las clases obreras de los países en que reina la civilización capitalista; una pasión que en la sociedad moderna tiene por consecuencia las miserias individuales y sociales que desde hace dos siglos torturan a la triste Humanidad. Esa pasión es el amor al trabajo, el furibundo frenesí del trabajo, llevado hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de su progenitura. En vez de reaccionar contra esa aberración mental, los curas, los economistas y los moralistas han sacro-santificado el trabajo. Hombres ciegos y de limitada inteligencia han querido ser más sabios que su Dios; seres débiles y detestables, han pretendido rehabilitar lo que su Dios ha maldecido. Yo, que afirmo no ser cristiano, ni economista, ni moralista, hago apelación frente a su juicio al de su Dios, frente a las prescripciones de su moral religiosa, económica o librepensadora, a las espantosas consecuencias del trabajo en la sociedad capitalista.

En la sociedad capitalista, el trabajo -asalariado- es causa de toda degeneración intelectual, de toda deformación orgánica [...].

Si desarraigando de su corazón el vicio que la domina y envilece su naturaleza, la clase obrera se alzara en su fuerza terrible para reclamar, no ya los derechos del hombre, que son simplemente los derechos de la explotación capitalista, ni para reclamar el derecho al trabajo, que no es más que el derecho a la miseria; sino para forjar una ley de hierro que prohibiera a todo hombre trabajar más de 3 horas diarias, la tierra, la vieja tierra, estremeciéndose de alegría, sentiría agitarse en su seno un nuevo mundo... Pero ¿cómo pedir a un proletariado corrompido por la moral capitalista una resolución viril?..."
 
('Organización del trabajo. El derecho a la pereza. La religión del capital', 1880)
       

"Los medios de comunicación aíslan: la afirmación de que el medio de comunicación aísla no es válida solo en el campo espiritual. No solo el lenguaje mentiroso del locutor de la radio se fija en el cerebro como imagen de la lengua e impide a los hombres hablar entre sí; no solo el anuncio de Pepsi-Cola sofoca el de la destrucción de continentes enteros; no solo el modelo espectral de los héroes cinematográficos aparece ante el abrazo de los adolescentes e incluso ante el adulterio. El progreso separa literalmente a los hombres. Los tabiques y subdivisiones en oficinas y bancos permitían al empleado charlar con el colega y hacerlo partícipe de modestos secretos; las paredes de vidrio de las modernas oficinas, las salas enormes en las que innumerables empleados están juntos y son vigilados fácilmente por el público y por los jefes no consienten ya conversaciones o idilios privados. También en las oficinas el contribuyente está ahora protegido contra toda pérdida de tiempo por parte de los asalariados. Los trabajadores están aislados en el colectivo. Pero el medio de comunicación separa a los hombres también físicamente. El coche ha ocupado el lugar del tren. El auto privado reduce los conocimientos que se pueden hacer en un viaje al de los sospechosos autoestopistas. Los hombres viajan, rigurosamente aislados los unos de los otros, sobre círculos de goma. En compensación, en cada automóvil familiar se habla solo de lo mismo que se discute en todos los demás: el diálogo en la célula familiar con un determinado ingreso invierte lo mismo en alojamiento, cine, cigarrillos, tal como lo prescribe la estadística, así los temas se hallan tipificados de acuerdo con las distintas clases de automóviles. Cuando en los fines de semana o en los viajes se encuentran en los hoteles, cuyos menús y cuyas habitaciones son -dentro de un mismo nivel de precios- perfectamente idénticos, los visitantes descubren que, conforme ha crecido su aislamiento, han llegado a asemejarse cada vez más. Procede así la comunicación igualando a los hombres mediante su aislamiento."

('Dialéctica de la Ilustración', 1947)
    
HERBERT MARCUSE.-      

"Incremento del progreso, intensificación de la servidumbre: en las zonas técnicamente avanzadas de la civilización, la conquista de la naturaleza es prácticamente total y un mayor número de necesidades de un mayor número de gentes son satisfechas más que nunca. Ni la mecanización, ni la regularización de la vida, ni el empobrecimiento mental, ni la creciente destructividad del progreso actual dan suficiente motivo para dudar del «principio» que ha gobernado el progreso de la civilización occidental. El aumento continuo de la productividad hace cada vez más realista la promesa de una vida todavía mejor para todos.
 
 
Sin embargo, la intensificación del progreso parece estar ligada con la intensificación de la falta de libertad. A lo largo de todo el mundo de la civilización industrial la dominación del hombre por el hombre está aumentando en dimensión y eficacia. Y esta amenaza no aparece como una transitoria regresión incidental en el camino del progreso. Los campos de concentración, la exterminación en masa, las guerras mundiales y las bombas atómicas no son una «recaída en la barbarie», sino la utilización irreprimida de los logros de la ciencia moderna, la técnica y la dominación. Y la más efectiva subyugación o destrucción del hombre por el hombre en la cumbre de la civilización se desarrolla, cuando los logros materiales e intelectuales de la humanidad parecen permitir la creación de un mundo verdaderamente libre."

('Eros y civilización', 1958)
 
ANDRÉ GORZ.-     

"¿Someter o liberar a los hombres? Vemos mejor ahora lo que se puede y lo que no se puede pedir a la técnica. Es posible pedirle que aumente la eficacia del trabajo y reduzca la duración, la dificultad del mismo. Pero hay que saber que el poder acrecentado de la técnica tiene un precio: separar el trabajo de la vida, y la cultura profesional de la cultura de lo cotidiano; exige una dominación despótica de sí mismo a cambio de una dominación acrecentada de la naturaleza; estrecha el campo de la experiencia sensible y de la autonomía existencial; separa al productor del producto hasta el punto de que el primero no conoce ya la finalidad de lo que hace.

Este precio de la tecnificación no llega a ser aceptable más que en la medida en que economiza trabajo y tiempo. Este es su fin declarado. No tiene otro. Está hecha para que los hombres produzcan más y mejor con menos esfuerzo y en menos tiempo. En una hora de su tiempo de trabajo, cada trabajador de nuevo tipo economiza 10 horas de trabajo clásico; ó 30 horas; ó 5, poco importa. Si la economía de tiempo de trabajo no es su fin, su profesión no tiene sentido. Si tiene como ambición o ideal que el trabajo llene la vida de cada uno y sea la principal fuente de sentido de ella, está en completa contradicción con lo que él hace. Si cree en lo que hace, debe creer también que los individuos no se realizan solamente en su profesión. Si le gusta hacer su trabajo, es preciso que esté convencido de que el trabajo no lo es todo, que hay cosas tanto o más importantes que este. Cosas para las cuales él mismo tiene necesidad de más tiempo. Cosas que el «tecnicismo mecánico» le dará tiempo para hacer, debe darle el tiempo para hacerlas, restituyéndole entonces al céntuplo lo que «el empobrecimiento del pensar y de la experiencia sensible» le ha hecho perder.

Lo repito una y otra vez: un trabajo que tiene como efecto y como fin hacer economizar trabajo no puede, al mismo tiempo, glorificar el trabajo como la fuente esencial de la identidad y el pleno desarrollo personal. El sentido de la actual revolución técnica no puede ser rehabilitar la ética del trabajo, la identificación con el trabajo. Esta revolución solamente tiene sentido si ensancha el profesionales en las cuales cada uno, campo de las actividades no cada una, comprendidos los trabajadores de nuevo tipo, puedan desarrollar plenamente la parte de humanidad que, en el trabajo tecnificado, no encuentra empleo."
  
('Metamorfosis del trabajo. Búsqueda del sentido. Crítica de la razón económica', 1988)
 

"Catástrofe del progreso, progreso de la catástrofe: hoy por hoy, las nuevas tecnologías son portadoras de un cierto tipo de accidente, y un accidente que ya no es local o está puntualmente situado, como el naufragio del Titanic o el descarrilamiento de un tren, sino un accidente general, un accidente que afecta inmediatamente a la totalidad del mundo. Cuando se nos dice que la red Internet es de ámbito mundial, es claramente evidente. Pero su accidente, o el de otras tecnologías con la misma naturaleza, es también la aparición de un accidente total, valga decir integral. Sin embargo, esta situación no admite comparación. Todavía no hemos conocido nunca, aparte quizás del Crack bursátil, un accidente que afecte a todo el mundo al mismo tiempo..."
  
 (c. 1991)
  
El proceso del Vaticano a Galileo Galilei en 1633
   

"Ventajas del miedo: [...] la aventura tecnológica debe proseguir; en adelante, los correctivos susceptibles de asegurar nuestra salud exigen un nuevo desafío sin tregua al ingenio técnico y científico, que engendra nuevos riesgos que le son propios. Así, alejar el peligro es una tarea permanente, cuyo cumplimiento está condenado a seguir siendo una labor deslavazada y muchas veces incluso un remiendo.

Esto significa que, sea cual sea el porvenir, efectivamente debemos vivir en la sombra de una calamidad amenazante. Pero, en ser conscientes de esta sombra, como es el caso hoy día, consiste paradójicamente la chispa de la esperanza: ella, en efecto, impide que desaparezca la voz de la responsabilidad. Esta chispa no brilla a la manera de una utopía, pero su advertencia esclarece nuestro camino como lo hace la fe en la libertad y la razón. De modo que el principio responsabilidad y el principio esperanza se reúnen finalmente, incluso si no se trata de una esperanza exagerada en un paraíso terrestre, sino de una esperanza más moderada respecto a la posibilidad de continuar habitando un mundo en el porvenir y respecto a una supervivencia que sea humanamente digna de nuestra especie, teniendo en cuenta la herencia que se le ha confiado y que, ciertamente no es miserable, pero tampoco menos limitada. Esta es la carta que desearía jugar."
 
('Una ética para la naturaleza', 1993)
   
La historia
 

" Valor, ¡pensemos!: ¿qué es Ilustración? Es la salida del ser humano de su minoría de edad, de la cual él mismo es culpable. Minoría de edad es la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin dirección de otro. Él mismo es culpable de esta minoría de edad, porque la causa de la misma no radica en un defecto del entendimiento sino en la falta de la decisión y del coraje de servirse del propio sin dirección de otro. Sapere aude! ¡Ten coraje para servirte de tu entendimiento propio! es, en consecuencia, la divisa de la Ilustración.

Pereza y cobardía son las causas de por qué una parte tan grande de seres humanos, después de que ya hace tiempo que la naturaleza los declarase libres de dirección ajena (naturaliter maiorennes), no obstante gustosamente permanecen de por vida menores de edad; y de por qué a otros les resulta tan fácil erigirse en sus tutores. Es tan cómodo ser menor de edad. Si tengo un libro que juzga por mí, un director espiritual que reemplaza mi conciencia, un médico que me dicta la dieta, etc., entonces yo mismo ya no necesito molestarme. No tengo necesidad de pensar, tan sólo con que pueda pagar, otros me sustituirán enseguida en la fatigosa empresa. La mayoría aplastante de seres humanos (entre ellos el bello sexo en su totalidad) tiene también por muy peligroso el paso hacia la mayoría de edad, descontando que causa penas: de ello ya se cuidan aquellos tutores que muy gratamente han tomado sobre sí la supervisión de los otros. Después de haber atontado en un primer momento a sus animales domésticos y de que hubiesen prevenido cuidadosamente que estas tranquilas criaturas osasen dar un solo paso fuera de las andaderas en que las habían recluido: posteriormente les mostraron el peligro que las amenaza si intentan caminar solas. Es evidente que, de hecho, este peligro no es tan grande, porque, después de caer algunas veces, hubieran acabado por aprender a caminar, pero solo un ejemplo de este tipo ya produce timidez y, por lo común, quita las ganas de hacer cualquier intento posterior."

('Crítica de la razón pura: ¿Qué es la Ilustración?', 5 de diciembre de 1783)



"La pasión del poder corrompe: decir que el desencanto del mundo nos abruma es decir aún demasiado poco. En materia de «cosa política», lo entendamos como lo entendamos, las realidades han sido a menudo escabrosas y hace mucho tiempo que nos lamentamos, que nos indignamos, que protestamos, que condenamos y resistimos. Que la política es maléfica, que arrastra con ella todo un desfile de prácticas dañinas, implacables y perversas, es una queja tan vieja como la política misma, una queja tan vieja como el mundo. La política es el campo de las relaciones de fuerza. La pasión del poder corrompe. El arte de gobernar es el de engañar a los hombres. El arte de ser gobernado el de aprender la sumisión, que va de la obediencia forzada al encantamiento de la servidumbre voluntaria. Nadie ignora estas banalidades, y no por ello existen en menor medida."
 
('Lo que el hombre hace al hombre. Ensayo sobre el mal político', 1995)
  
«Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1793»