lunes, 27 de noviembre de 2023

En vez de manipulación externa, oíd a víctimas [hebreas y palestinas] que debaten aún entre sí

  

Es inútil hacerse trampas en el solitario: no importa lo que opinamos lejos por simpatías hacia uno u otro lado. Resulta más fiable una confesión de los hechos recogidos desde la prensa local propia que continúa publicándose directamente ahora todavía entre Jerusalén, Tel Aviv y Gaza... [O las crudas estadísticas para el exterminio en edificios urbanos aniquilados con bombardeo medible a vista de satélites... 
 
 
...así cuanto sobre los niños asesinados -como supuestas "víctimas civiles inocentes y colaterales"- durante operativo "en legítima defensa"...  
  
 
 
* Un video de Norman Finkelstein -historiador judío cuyos padres habían sobrevivido al nazismo primero en el guetto de Varsovia y luego los mataderos de Auschwitz...- sobre "Un sencillo retrato de Gaza": se le puede dar Versión Original Subtitulada {marcando la ruedecita inferior con sus opciones de Subtítulos -> Inglés (generados automat...) -> Traducir automat... -> Español}...
  
   
** Hablaron en Madrid este mes dos mujeres que conocen de primera mano la realidad que se vive por Palestina, Israel y territorios ocupados. Ambas se profesan una envidiable admiración. Se conocen desde hace años y la identificación analítica del conflicto que han forjado rompe cualquier estereotipo sobre la incompatibilidad en la convivencia entre árabes y judíos. Son amigas que cooperan, cada una desde su ámbito, en búsqueda de una paz justa para sus pueblos [Jaldía Abubakra (J.A.) y Liliana Córdova Kaczerginski (L.C.K.), cuyas presentaciones biográficas continúan tras del texto de la entrevista...]:
 
  
=> ¿Esperaban lo que ahora está sucediendo en Gaza, habiendo nacido y vivido en Israel y Palestina ustedes?
 
L.C.K.- Yo sí, porque no es la primera vez que ocurre. Lo esperábamos tras los acontecimientos que estaban sucediendo en Cisjordania, en Jerusalén y los mapas que mostró Netanyahu en las Naciones Unidas, con toda Palestina ocupada. Por lo tanto, sí que lo esperábamos. Ocurre cada cierto tiempo porque en Gaza hay resistencia.

J.A.- Yo en cambio no me lo había esperado, pero no porque no creyera en el que los israelíes quieran expulsar a toda población palestina de su territorio sino porque tenía confianza en que las potencias internacionales, o sea, los que pueden intervenir para frenar esta pulsión del Gobierno israelí, iban a frenar las matanzas que están produciendo.
 
=> ¿Cómo viven desde la distancia las terribles imágenes que llegan de Gaza, después de más 30 días de bombardeos indiscriminados?
 
L.C.K.- Es evidente. A ojos de Occidente, las muertes en Gaza no valen tanto como si sobre Ucrania se producen. ¿Cómo calificar ese comportamiento tan desigual? Sí, doble moral porque tiene, concretamente EEUU, toda la capacidad para frenar esos bombardeos en 2 días si quisiera. Y si Europa cortara las relaciones comerciales que tiene con un Estado tan dependiente con Israel, cerrarían la mitad de sus empresas. Por lo tanto, si no paran el genocidio que se está practicando contra el pueblo palestino es porque ni Europa ni EEUU tienen voluntad de hacerlo. Israel es su base contra el sur global y el desgarro que están produciendo tendrá consecuencias. 
J.A.- La clave de todo lo que está pasando responde al interés de Occidente de mantener bajo control las plataformas de gas que hay en Gaza o el Líbano y las vías del comercio internacional del petróleo. Esos son los motivos de su apoyo incondicional a Israel a pesar de los crímenes contra la humanidad que están cometiendo. Y eso es lo que motiva a Occidente para dar una lección ejemplar a todos los pueblos de la región si se rebelan contra esa opresión que sufre Palestina.
=> Entonces, ¿esta no es una guerra religiosa sino colonial, por el control de los recursos naturales??
 
L.C.K.- Sin duda. Ese ha sido el marco que explica lo que sucede en Oriente Medio desde hace décadas. En 1956 se organizó la operación Suez, la guerra del Sinaí, cuando Francia, Inglaterra e Israel decidieron atacar Egipto porque (Gamal Abdel) Nasser habló de nacionalizar el canal y dar voz a su pueblo. La reacción de ambas potencias coloniales fue aliarse con Israel para destruir a aquel hombre que tanto les molestaba. La estrategia y la visión que se sigue en la actualidad no ha variado. Es una combinación de racismo e islamofobia. Hablo del supremacismo sionista y blanco enraizado en un marco colonial que practica el apartheid para subyugar a pueblos originarios. Y cuando no puede hacerlo, los aniquila.  
J.A.- Mucha gente observa esta colonización de Palestina como un conflicto entre judíos y musulmanes, pero no saben que en Palestina también hay cristianos. Olvidan que los judíos fueron perseguidos y masacrados por los europeos. El racismo contra las personas judías nació en Europa, no en un país árabe. La historia está ahí. Los hechos son los hechos. Nuestra lucha por la liberación de toda Palestina es no contra las personas judías sino contra el sionismo. Aspiramos a vivir en una Palestina como era antes de su llegada, cuando todos convivíamos sin problemas, independientemente de nuestra religión, etnia, color, lengua o cualquier otra forma de segregación. Eso debería conocerlo el mundo.
L.C.K.- El problema comienza con la formación del movimiento político sionista en 1897. Fue entonces cuando se produjo una migración de judíos a Palestina que no se adaptaron al entorno y empezaron a colonizar tierras expulsando a los nativos que allí vivían. Compraban sus terrenos e instalaban allí sus cooperativas, los kibutz. Todo esto respondía a un programa diseñado para paliar la profunda crisis que sacudió Europa entre 1900 y 1930, especialmente Europa del Este, donde la pauperización de la vida y las persecuciones, los pogromos, empujó a muchos judíos a emigrar. Mis padres, que son de Lituania, no los sufrieron, pero otros que vivían en países del entorno como Ucrania, sí. Muchos huyeron a Estados Unidos porque el proyecto sionista les parecía una cosa de locos que sólo daba respuesta a las aspiraciones de una parte muy pequeña de la sociedad judía. Por eso, en cuanto nació el movimiento sionista surgió la reacción antisionista judía con otra visión del concepto de ciudadanía, más basada en los derechos sociales de las personas, en nuestros derechos como trabajadores y en rechazar cualquier tipo de segregación por religión o cultura. 

 
=> ¿Creen ser una posible solución el reconocimiento de 2 Estados independientes?
 
L.C.K.- Bueno aquí hay dos cuestiones. Una es si es un mito o una realidad eso de que los judíos somos un pueblo porque hasta el siglo XIX solo profesábamos la religión y no expresábamos ningún tipo de reivindicación nacional. ¿Qué somos nosotros? La respuesta del movimiento sionista en el siglo XIX fue muy sencilla: como nadie nos quiere y ya no somos muy religiosos, tenemos que empezar a pensar en la formación de un Estado-nación. No les importó que los judíos fuéramos un conglomerado de gente dispersa por 20 naciones del mundo con lenguas distintas. El hebreo no lo hablaba ni las moscas. Yo, por ejemplo, hablo yiddish, un idioma judeo-alemán, y he vivido 14 años en Tel Aviv. Por lo tanto, aquella idea originaria, emprendedora, no tenía ninguna vinculación con una realidad. El sentido se lo proporcionó posteriormente la colonización que vieron practicar a las potencias europeas. Y los judíos que llegaban de Europa a Palestina empezaron a comprar tierras. Cuando se funda el Estado de Israel en 1948, el 6% de aquellas propiedades ya eran suyas. Después, ocuparon el resto 'manu militari'. Incluso Jabotinsky, que es un prócer de la extrema derecha sionista del siglo pasado, escribió un texto donde decía que los árabes nunca nos aceptarían porque era normal que sintieran que aquel territorio era su patria. ¿Por qué nos iban a aceptar? Otros sionistas más moderados pensaron que si proporcionábamos a los pueblos originarios una mejora sustancial en sus economías, se olvidarían de los problemas nacionales aunque se les discriminara. Así fue. En la Universidad Hebrea de Jerusalén que se creó en 1920 los ciudadanos palestinos no podían estudiar ni enseñar. Se prohibió su presencia. 
 J.A.- Para nosotras no es viable la solución de los dos Estados. En la entidad de los sionistas nunca han tenido intención para compartir el territorio. Desde el momento en el que se firmaron los acuerdos de Oslo en 1993, vimos que su intención era calmar la resistencia surgida de la Intifada de 1987. Ahora, 30 años después, lo estamos comprobando. Aquello no nos ha llevado a ningún lado. Yo nací en Gaza como refugiada porque mis padres fueron expulsados en 1948 de Beersheba. Hoy en día somos más de 7 millones de palestinos y palestinas los que vivimos en la diáspora y tenemos todo el derecho a volver a nuestra tierra. Yo quiero regresar, no a Gaza, sino a la tierra de mis padres. Por eso considero que la idea de los dos Estados es darle tiempo a la entidad sionista para seguir masacrando a los palestinos hasta completar la limpieza étnica que empezaron en 1947 y 1948. En Europa nos estremecemos al ver los ataques masivos de Israel en la Franja de Gaza, pero no se da valor a los muertos diarios que producen los colonos en todo el resto del territorio donde hacen la vida imposible a los palestinos en su propia tierra hasta obligarlos a huir en busca de posibilidades. Por lo tanto, para nosotras no es aceptable el tema de los dos Estados.
  
 
=> ¿Creen que “la ofensiva por los resistentes” palestinos el 7-O ha dado al Gobierno israelí idea del que su venganza se legitima?
 
J.A.- Si leemos las resoluciones de Naciones Unidas sobre el derecho de los pueblos bajo ocupación colonial, la resistencia en todas sus formas, incluso la armada, es perfectamente legítima. Palestina lleva en esa situación más de 75 años. Mi pueblo vive bajo presión desde hace un siglo. La Franja de Gaza sufre un bloqueo por tierra, mar y aire desde hace más de 17 años. Entonces, el acto, la ofensiva que ha cometido la resistencia palestina no sólo es legítima sino también legal. Los palestinos de Gaza subsisten de mala manera, con pequeñas limosnas de la comunidad internacional que se olvida del conflicto mientras sus habitantes permanecen encerrados en condiciones extremas. Nosotras también tenemos enfermos de cáncer que no reciben tratamiento, gente que necesita diálisis cada día y casi no tienen agua potable. ¿Qué hacemos ante esta brutalidad? ¿Cómo podemos defender nuestra dignidad? Mira, los 1.400 colonos [Israel ha rebajado la cifra a 1.200] que fueron asesinados, que murieron el 7 de octubre, vivían en tierras robadas a los palestinos en 1948. Esas colonias atacadas tienen suministro de agua, carreteras y luz las 24 horas del día. A pocos kilómetros viven miles de refugiados que fueron expulsados de sus tierras y encerrados en una franja sin que a nadie le importe nada. Entonces, lo que ha hecho la resistencia palestina era inevitable y, ahora mismo, termine como termine lo que está ocurriendo en Gaza, va a seguir sucediendo.
 

L.C.K.- Limpiar Gaza y Cisjordania está en la esencia del proyecto de Netanyahu y de todos los que son como él. Aspiran a tener un territorio con la máxima extensión y el mínimo de palestinos. Es la base de la política militar de esa camarilla que gobierna. Tampoco es que los laboristas sean mucho mejores pero al menos tienen, o tenían, métodos más modernos y más suaves. Pero esa visión de limpieza étnica es la que predomina en la sociedad israelí mayoritariamente. El ojo por ojo y diente por diente es una manera de lavarse las manos ante la posibilidad de hacer una paz justa en Palestina. Cuando uno forma parte de una milicia y el otro es un Estado al que consideran democrático y tiene un ejército al que se le permite hacer las salvajadas que estamos viendo… No sé. Todavía no sabemos con exactitud lo que pasó el 7 de octubre, pero seguro que hubo cosas que no fueron nada simpáticas. Todas las guerrillas hacen cosas que no son aceptables. Me duele la muerte de tanta gente, sobre todo de los niños. Es difícil de aprobar pero, al mismo tiempo, parece que se estaba buscando porque ahora con quien estaban en guerra era con Cisjordania, una aspiración colonial del sionismo más ultraderechista que ya ha propuesto construir el Tercer Templo dedicado al culto sacrificial sobre la Mezquita de Al-Aqsa.

=> Netanyahu estaba contra las cuerdas por corrupto antes de iniciar los bombardeos sobre Gaza. ¿Consideran que unas elecciones aclararían el futuro político en esta situación?
 
L.C.K.- Sí creo que Netanyahu finalmente caerá porque no supo defender a la gente que en ese momento necesitaba ser defendida. Y dejó, digamos, que los milicianos entraran y estuvieran ahí un tiempito sin que nadie les molestara. Para la sociedad israelí eso fue un fallo terrible. Pero, desgraciadamente, no hay alternativas de poder en Israel que no sean racistas y sionistas... O, en realidad, hay muy pocos que no lo sean. Cuando yo vivía allí éramos algunos cientos. Ahora son algunos miles, pero en una sociedad de ocho millones de personas no representan nada más que el 0,1%. La alternativa son los laboristas, el Meretz, la izquierda sionista, que no son muy diferentes a los derechistas en su extremismo colonial. A sus ojos, los palestinos nunca van ser realmente iguales a los judíos israelíes. La gran mayoría tiene una visión racista y expansionista de su estado.   
 
J.A.- Somos un pueblo sumido en un proceso de liberación nacional. No podemos convocar elecciones en dos territorios que no están conectados, como Gaza y Cisjordania, donde vive menos de la mitad de la población palestina. El resto está en Jerusalén, en los territorios ocupados en 1948 o en la diáspora, como es mi caso. En mi opinión, ese tercio de la población palestina que vivía en Gaza antes del genocidio actual y en Cisjordania no puede decidir por todos los demás. Hoy en día la mayoría del pueblo palestino considera que su representante legítimo es la resistencia y sus facciones, sean Hamás, la Yihad Islámica, los mártires de Al-Aqsa, Abu Ali Mustafa y todas las que luchan por nuestros derechos. En quien no confiamos es en Mahmoud Abbas. Está sostenido por el Estado sionista para acabar con la resistencia en Cisjordania encarcelando y torturando a periodistas, a estudiantes y a gente diversa que solamente escribe en sus redes sociales algo en contra de la ocupación. El rival de Abbas es la resistencia, es Hamás que ganó las elecciones en 2006 y aspiraba a repetir victoria en los comicios que debían haberse celebrado hace dos años pero que al final se cancelaron para evitar su derrota. Ahora Israel busca una salida apoyando a Mahmoud Abbas y su camarilla por los servicios prestados en Cisjordania.

 
=> ¿Tienen esperanza de una solución justa a corto o medio plazo?
 
L.C.K.- Desde la lejanía no se puede estar continuamente con la aprensión de querer una solución a corto plazo. No se puede porque Israel no quiere la paz. Mira, dentro de Palestina hay comunidades judías, cristianas, musulmanas, drusas y algunas más, pero sólo gobierna una que no tiene el más mínimo respeto por la vida del pueblo originario. Este panorama no deja espacio a la esperanza, porque no hay nada concreto hacia dónde mirar. ¿Quizá que Siria, Líbano, Jordania y Palestina fueran un solo bloque? Podría ser una propuesta lógica, pero no lo sabemos porque Israel lo quiere todo y no deja avanzar. La única resolución de la ONU que ha firmado en su corta historia es el Plan de partición de Palestina en 1947. Y empezó a incumplirla al día siguiente. Por lo tanto, ahora es mejor quedarte con tus convicciones y tus principios.  
J.A.- La solución va a llegar. Y será cuando Palestina sea libre, abierta al mundo, para todos los ciudadanos, con igualdad de derechos y de obligaciones. Estoy convencida de que llegará. Trabajamos para ello pero no va a llegar de forma negociada, ni diplomática, ni de las decisiones que se toman tras las bambalinas del poder que nos engañan con el reconocimiento de un Estado en un papel que no vale para nada. Llegará con la revolución en Palestina y en los países de los alrededores. Tienen que producirse muchos cambios en el mundo y nada fáciles son éstos nunca.
Jaldía Abubakra es cofundadora del Movimiento de mujeres Al Karama e impulsora del Movimiento Ruta Revolucionaria Alternativa Masar Badil. En 2016, integró la flotilla Mujeres Rumbo a Gaza que desafió el bloqueo naval israelí de la Franja. Sus padres fueron expulsados de Beersheva en 1948 y se vieron obligados a refugiarse en un campamento de Gaza. Allí nació ella hace 56 años. Y allí vivió hasta sus 9 años.
  Liliana Córdova Kaczerginski es cofundadora de la Red Internacional Judía Antisionista (IJAN). Nació en París hace 76 años. Es hija de intelectuales judíos comunistas del gueto de Vilna, Lituania. Su padre combatió a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. En 1950 se trasladaron a Argentina, donde ella se crió. Al terminar el bachillerato, emprendió el ‘Camino a Sión’, tal y como lo inculca la escuela judía sionista. Llegó a Israel en 1969 y allí vivió durante 14 años. ]


*** El Estado judío de Israel se le ofreció al nobel Albert Einstein presidirlo sólo 4 años después del en 1948 haber sido fundado; pero él, sin embargo, siempre lo rechazó: era una figura universalmente conocida y uno de los grandes genios del mundo, si no el que más, por lo cual se pretendía que fuera una figura de consenso; además, el anterior y primer presidente había sido ya un gran químico de origen bielorruso, Jaim Weizmann... Mas, en cambio, Einstein dijo que no.


No se consideraba religioso, no tenía ninguna fe, sino que se definía como agnóstico. "Ni soy ciudadano alemán, ni hay nada en mí que pueda definirse como fe judía. Pero soy judío y estoy orgulloso de pertenecer a la comunidad judía, aunque no los considero en absoluto los elegidos de Dios". Si alguna vez se mostró cercano a algún Dios, éste era "el de Spinoza". Dios, a grandes rasgos, era la naturaleza toda. Y si no había un Dios, tampoco había un Estado judío. Sí estaba de acuerdo con la Declaración Balfour de que los judíos vivieran en Palestina, pero con un "Estado binacional"... Esto es lo que señaló Einstein en 1946: “La idea de un Estado (judío) nada coincide con lo que siento, no puedo entender para qué es necesario. Está vinculada a un montón de dificultades y es propia de mentes cerradas. Creo que es mala”.
 
 
Estaba de acuerdo en los dos Estados porque dos tercios de la población palestina, entonces, estaban formados por árabes. Pensaba que dicho Estado binacional "sólo si había una cooperación entre judíos y árabes" podría funcionar. Hay una frase muy contundente rescatada por el profesor Glenn C. Altschuler en una reseña de su libro ['Einstein on Israel and Zionism'] que hoy se lee con pesadumbre: "Lo que me entristece no es tanto el hecho de que los judíos no sean lo suficientemente inteligentes como para entender esto, sino más bien otro hecho del que no son lo suficientemente inteligentes como para desearlo".
  
 
  
Es obvio que a Einstein le preocupó cómo creaban Israel y las ideas que hubo detrás, que no eran las suyas. Temía que cayera "cautivo del nacionalismo", como manifestó el editor Adam Horowitz en una reseña del libro. Por eso, como insistía tal editor, “su humanismo y su llamada a la igualdad de poder o derechos entre judíos y palestinos -sobre tanto Israel como Palestina- continúan siendo una inspiración para modelo hoy en día”.
 

 
**** Además, en este blog se han venido recogiendo ya también antes otros varios testimonios con autoridad tan genealógica como erudita sobre historia[s] desde Palestina, hoy bajo control del Estado de Israel... 
 
 
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8 comentarios:

  1. SOÑÉ CON EL MILICIANO DE HAMAS

    Desde que leí el testimonio de Yocheved Lifschitz, rehén israelí capturada por Hamás y liberada tras pasar 17 días retenida, le doy vueltas a una misma imagen. La del captor que le tiende un plato de pepino y queso blanco. No he elegido pensar en él. Su aparición escapa a mi voluntad. “Él” no existe realmente: en la noticia que leí, no se habla de ningún hombre en concreto, Lifschitz no singulariza a nadie, solo dice, en términos generales, que los milicianos “se aseguraron de que comiéramos lo mismo que ellos: pan de pita con queso blanco, queso fundido y pepino”.

    También declara: “nos trataron con delicadeza y nos cuidaron”, apunte que sin duda condiciona mi respuesta y da una forma concreta al hombre —¿o fantasma?— que fabrico mentalmente. En las grabaciones de su liberación, se ve a Lifschitz tendiéndole la mano a uno de los milicianos que la acompañan. “Shalom”, se despide, y él asiente.

    ¿Será ese hombre el mismo que yo imagino? ¿Ahora un arma contra el pecho, y horas antes el mismo brazo extendido hacia el colchón de la rehén, un cuenco de pepino y queso suspendido entre uno y otra? ¿Dónde estaría mientras docenas de milicianos como él asesinaban y secuestraban a cientos de personas como Lifschitz? ¿Acaso sería uno de ellos? Es decir: ¿sembró el terror a su paso, lo grabó, disfrutó con la crueldad? ¿Es mi miliciano fantasma un asesino, un violador?

    Mi pensamiento se desdobla. A un lado, se amontonan las preguntas. La sospecha. El horror. Al otro lado, imperturbable, la imagen de un hombre inclinado en la penumbra subterránea. Contra la montaña de información y opiniones que llevo absorbiendo y masticando desde el pasado 7 de octubre, una especie de meteorito. ¡Bam! Y de pronto las voces se apagan —el imperativo de la condena, la vehemencia del discurso— y en su lugar se extiende una imagen muda, fugaz, inventada.

    No sé decir qué aspecto tiene el miliciano imaginario; detalles como la edad u otros irrelevantes. Lo que importa es su expresión. Qué pasa en su rostro y por su cabeza (...) O si acaso lo que cuenta la rehén es parte de una farsa: su marido también fue capturado por Hamás y sigue preso, tal vez se vea obligada a mentir, tal vez ese "shalom" no sea sino un señuelo.

    La literalidad se impone. Hay hechos. La ocupación de Palestina es un hecho. La masacre de Hamás el 7 de octubre es un hecho. La responsabilidad de Benjamín Netanyahu es un hecho. La destrucción de la franja de Gaza, el bloqueo de suministros, el genocidio de civiles. Un duelo escindido: herencias de terror y de trauma que corren en paralelo, a cada lado de la frontera, casi tocándose, pero sin querer o poder mezclarse. Sin encontrar la manera de hacerlo.

    La literalidad de los hechos se impone, sí. Pero desde que leí el testimonio de Lifschitz la imagen del miliciano me ronda (...) Es una ensoñación propia, inventada a través de un testimonio ajeno: “he pasado por un infierno”, dijo Lifschitz, y también: “nos cuidaron”, “comimos lo mismo que ellos”...

    Amanda Mauri

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  2. Moshe Dayan formuló en 1967 cómo ISRAEL debe actuar, con una estrategia superando infinitamente el bíblico “ojo por ojo”, para que sus enemigos sepan hasta qué punto sus acciones hostiles recibirán una respuesta inconmensurable. Golpear escuelas, destruir hospitales, matar, matar, matar. De acuerdo, lo hemos entendido, pero no sé si los líderes de Israel se dan cuenta del tsunami de horror que están desatando en la psicoesfera global. Un mes de horror ininterrumpido que, en primer lugar, borró de la psique colectiva el horror del 7 de octubre, y luego produjo las condiciones para una mutación monstruosa en la percepción de Israel por parte de la mente planetaria.

    Desde una perspectiva clínica, la gran mayoría de los israelíes hoy aparecen como psicópatas que han perdido toda inhibición moral y, por lo tanto, son peligrosos para los demás pero también para ellos mismos y para cualquiera que confíe en ellos, para cualquiera que de alguna manera les haya entregado su destino. Todo Occidente, por razones que no tienen nada de nobles (el sentimiento de culpa vinculado al Holocausto que se ha transformado en una identidad negativa de Europa), ha entregado su destino a Israel. El presidente Biden ha entregado su destino a Israel.

    Ha habido masacres en el pasado: las de Daesh y Bashir el Assad en Siria, las de Faluya bajo el fósforo blanco de los estadounidenses en 2005, etc. Pero ninguno de los innumerables estallidos de violencia se había transmitido en todas las pantallas del mundo de forma continua durante un mes o quién sabe cuánto tiempo más. Nadie había ocupado tan completamente la infosfera y, en consecuencia, la psicosfera de todo el planeta. ¿Qué consecuencias esperan los vengadores israelíes de este tsunami de horror, más allá de la improbable aniquilación de Hamás? ¿Se puede exponer el cuerpo torturado de toda una población sin pagar el precio?

    Nadie sabe cómo evolucionará la situación político-militar, pero podemos suponer que los Estados árabes, mucho más atentos al bolsillo de las élites nacionalistas que a la solidaridad islámica, seguirán con sus condenas sin renunciar a los negocios y acuerdos con Israel. Éste no es el precio que Israel pagará. Los 'establishment' occidental y árabe no romperán con la entidad sionista.

    El precio que Israel pagará es su desintegración moral. La clase dominante de Israel está impregnada de cinismo y arrogancia, no retrocederá ante ningún crimen para mantener el control de la situación, pero no podrá mantener ese control por mucho tiempo, porque la catástrofe de los palestinos es la catástrofe moral de los israelíes. La memoria judía no puede coexistir por mucho tiempo con la responsabilidad por un genocidio. La comunidad judía estadounidense ocupó los pasillos del Capitolio y la Estatua de la Libertad para decir: “No en mi nombre”, para rechazar la identificación con los exterminadores de Israel. Israel ya no es (si alguna vez lo fue) una representación del judaísmo; es su vergüenza, su imagen invertida.

    [seguirá] ...

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    1. . . . [continúa]

      Lo que el sionismo ha identificado incorrecta y peligrosamente como el Estado de los judíos no podrá sobrevivir en medio del odio que el genocidio israelí está despertando en poblaciones que tienen recuerdos de la humillación colonial. Y, sobre todo, el Estado de Israel está hoy aislado en las nuevas generaciones que se identifican con los palestinos de todo el mundo, no tanto por razonamientos históricos y políticos, sino por la percepción de una común condición claustrofóbica, de una común ausencia de futuro y de caminos de salida. Esta percepción convierte a los palestinos en la vanguardia de la última generación global.

      Hay algo horrible en la forma en que los europeos dan la espalda cuando se está produciendo un genocidio a poca distancia de ellos, tal como lo hicieron en las décadas de 1930 y 1940, cuando se estaba produciendo un genocidio en su territorio, pero no ante sus ojos mediatizados como ocurre hoy. Es difícil describir la mutación de Israel sin hacer referencia al trauma original, al Holocausto, al deseo de venganza que busca a sus víctimas y las construye a lo largo de décadas.

      Todo esto tiene poco que ver con política y mucho con psicopatología. Ese 'PERRO RABIOSO' del que hablaba Dayan está verdaderamente loco, es necesario comprender la génesis de su locura que no se manifiesta hoy sino que comenzó a manifestarse en 1948. Tocamos aquí un punto extremadamente delicado y doloroso, que se refiere a la evolución del inconsciente israelí, alejándose y contrastando con la cultura judía.

      El mismo año de 1967, Isaac Deutscher ('The Non Jewish Jew') escribió sobre el judaísmo atrapado en la trampa del Estado-nación: “El mundo ha obligado a los judíos a abrazar el Estado-nación y estar orgullosos de él precisamente cuando hay pocas esperanzas para el futuro en esto. No se les puede culpar, el mundo es culpable. Pero al menos deberían ser conscientes de la paradoja y comprender cómo su entusiasmo por la soberanía nacional está históricamente rezagado. Espero que los judíos eventualmente tomen conciencia de la insuficiencia del Estado nación”.

      No sucedió así: desde el principio, la existencia de Israel coincidió con la traición de la cultura judía moderna. Desde su origen Israel quiso ser una nación, y por ello puso en marcha la expulsión, persecución, internamiento y sometimiento de la población presente en ese territorio. Ahora todo el mundo se da cuenta de la trampa en la que ha caído el Estado sionista.

      El regalo de los colonialistas ingleses, prometido por Balfour en 1917 y entregado en 1948, se revela como lo que fue desde el principio: un regalo envenenado. Los palestinos también han entrado en el túnel sin salida del Estado nación.

      [seguirá] ...

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    2. . . . [continúa]

      La fórmula “dos pueblos, dos Estados” sancionaba el carácter identitario y tribal del Estado nacional, y negaba cualquier posibilidad de coexistencia pacífica de dos comunidades dentro de una misma entidad política. Ambas entidades estatales (la existente de Israel y la inexistente pero proclamada de Palestina) han acabado identificándose con sus componentes más identitarios, fundamentalistas, religiosos o abiertamente fascistas.

      El genocidio en Gaza es el epicentro de un cataclismo que dividirá la humanidad de manera duradera: el sur del mundo y los suburbios de las grandes metrópolis occidentales rodean la ciudadela blanca con un muro de odio que alimentará la venganza en los meses y años venideros. Este evento inaugura el siglo de enfrentamiento entre la raza colonial y el mundo colonizado. Israel es el puesto de avanzada del racismo colonialista en el mundo.

      EPICENTRO del terremoto está en la tierra de los tres monoteísmos, pero el terremoto está en todas partes. No me parece que de ese epicentro provengan vibraciones capaces de desencadenar una guerra mundial, sino más bien una guerra caótica compuesta de innumerables fragmentos de violencia.

      Quizás el conflicto de Oriente Medio se haya convertido en una guerra entre fanáticos bárbaros, pero Occidente es responsable de la masacre y sus consecuencias, y está destinado a verse arrastrado a esta loca disputa.

      En nombre de la defensa de Israel, Europa está borrando el Estado de derecho, prohibiendo las manifestaciones pro Palestina y criminalizando los símbolos palestinos.

      Los hipócritas están indignados por el antisemitismo que asoma la cabeza, pero está claro que el antisemitismo encuentra un terreno fértil en el odio que Israel alimenta, y cada día está más claro que Netanyahu ha conducido a su pueblo a la guerra suicida más aterradora, quizás olvidando que en la guerra suicida el fundamentalismo islámico es imbatible.

      ¿Por qué Europa es cómplice del genocidio? Se dice por ahí que un sentimiento de culpa empuja a los europeos a defender a Israel, pero creo que el punto es otro. La defensa acrítica de Israel es parte de un proceso de autodefensa de la decadente civilización occidental.

      Los racistas se han movilizado para defender a Israel: los descendientes de Pétain, los colaboradores antisemitas de todos los tiempos, junto con el racista declarado Eric Zemmour, marchan reivindicando la representación de la Francia blanca, mientras la militante de 72 años por los derechos de las mujeres palestinas Mariam Abu Daqqa es expulsada porque se atrevió a decir que Israel es responsable de una ocupación colonial, y mientras en todas las metrópolis las 'banlieues' se retiran a un silencio amenazador.

      Franco ‘Bifo’ Berardi (19/11/2023)

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    3. El conocidísimo historiador judío YUAL NOAH HARARI, profesor de la Universidad de Tel Aviv y ateo confeso, en un artículo muy reciente afirma que el Segundo Templo fue destruido por el fanatismo religioso de los celotes, que, levantando a los judíos de Tierra Santa en armas contra los romanos, les embarcaron en una aventura mortal. El posterior judaísmo de la Misná y del Talmud rebrotó de las cenizas, aún ardientes, que dejaron los celotes tras su desaparición.

      Mas la tercera destrucción es diferente y se pregunta: «¿Pero si esta vez los celotes tienen éxito y crean un ESTADO MESIÁNICO que destruye la democracia israelí y persigue a los árabes, y a los laicos, y a las mujeres, y a los Lgtbq? ¿Y si este Estado adopta una ideología racista de la supremacía judía y gracias a sus armas nucleares y a su industria cibernética consigue evitar durante un tiempo su destrucción política y económica?

      Si esto llega a suceder, el judaísmo se enfrentaría a una destrucción sin precedentes, a una destrucción espiritual… Imaginémonos un mundo en el que SIONISMO es sinónimo de fanatismo, racismo y opresión brutal. ¿Podría el judaísmo sobrevivir a semejante destrucción espiritual?».

      Radael Aguirre

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  3. ESTA GUERRA NO COMENZÓ ESTE "7-O"...

    La vida normal en Ramala —ciudad de Cisjordania a la que se le conoce por su población joven y animada— está paralizada desde hace 1 mes.

    Desde los atentados mortíferos de Hamás el 7-O, las fuerzas israelíes han lanzado numerosas redadas en Cisjordania y detenido a personas con distintos tipos de perfiles: estudiantes, activistas, periodistas, incluso que publican en internet su apoyo a Gaza. Ataques aéreos o con aviones no tripulados han dejado casas y calles en escombros, varios campos de refugiados han sido objetivos y casi destruyen la mezquita Al-Ansar. Han bombardeado la ciudad de Yenín y, destruyeron el monumento conmemorativo de Shireen Abu Akleh, periodista de Al Jazeera, en el lugar donde murió mientras informaba hace más de un año.

    Mientras tanto, un consejo de asentamiento ha estado repartiendo cientos de fusiles de asalto a escuadrones civiles en asentamientos de Cisjordania, como parte de un esfuerzo más generalizado del ministro de Seguridad Nacional, Ben-Gvir, quien también es colono, para armar a sus civiles. Por ahora, el ministerio ha comprado 10.000 fusiles de asalto para esto. Es parte de la atmósfera de violencia creciente que ha dejado, desde el 7-O más de 130 palestinos muertos en Cisjordania.

    Este tipo de violencia sistemática no es nada nuevo para los palestinos.

    Para muchos, dentro y fuera de esta guerra, la brutalidad del 7-O era impensable, como lo ha sido la escala y la ferocidad de las represalias de Israel. Pero, durante generaciones, los palestinos han sido objeto de un flujo constante de violencia insondable, así como de la progresiva anexión de sus tierras por Israel y sus colonos. Esta historia se mide en décadas, no semanas; no es una guerra, sino un continuo de destrucción, venganza y trauma.

    Desde la Nakba de 1948 —en la que aldeas palestinas enteras fueron borradas del mapa y se estableció el Estado moderno de Israel—, los palestinos han soportado un sometimiento que ha definido su vida cotidiana. Llevamos décadas sufriendo la ocupación militar de Israel, así como una sucesión de invasiones y guerras mortíferas. Las de 1967 y 1973 contribuyeron a configurar la geografía y geopolítica modernas de la zona, con millones de palestinos en gran parte apátridas divididos entre Gaza y Cisjordania. En Gaza, la mayor prisión al aire libre del mundo, a los palestinos se les prohíbe entrar o irse, excepto en circunstancias increíblemente extraordinarias.

    Esta historia ha estado ausente de gran parte del discurso que rodea la guerra, como si el 7-O fuera completamente arbitrario. La verdad es que, incluso en tiempos de relativa paz, los palestinos son ciudadanos de segunda clase en Israel, si es que acaso se les considera ciudadanos. Según la legislación israelí, no tienen derecho a la autodeterminación nacional, que está reservada para los ciudadanos judíos del Estado. Diversas leyes restringen su derecho de circulación, por lo que regulan todo, desde dónde pueden vivir hasta qué identificaciones personales pueden tener o si pueden o no visitar a familiares en otros lugares.

    El “derecho al retorno” —de palestinos y sus descendientes a regresar a las aldeas en las que fueron expulsados como víctimas de limpieza étnica durante 1948— es fundamental para la perspectiva política de muchos de ellos; porque siguen siendo, legalmente, refugiados. En Gaza, por ejemplo, unos dos tercios de la población lo son. Tal estatus no es abstracto; lo dicta todo, desde dónde vive la gente hasta dónde estudia o a qué médicos consulta.

    Muchos gazatíes tienen padres y abuelos que crecieron a pocos kilómetros de donde viven hoy, en zonas a las que ahora, por supuesto, tienen prohibido entrar. Aún evocan recuerdos de su infancia o adolescencia, cuando paseaban por los huertos cítricos en Yaffa u olivares de Qumya; este último, al igual que muchos pueblos cuyos habitantes fueron expulsados a Gaza durante la guerra de 1948, se transformó más tarde en un kibutz.

    [continuará]...

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    1. ... [continúa]

      En los últimos 75 años, hubo periodos de mayor cooperación entre israelíes y palestinos. Pero han estado precedidos por épocas de más conflicto, como las 1ª y 2ª intifadas, o revueltas populares. Éstas, en las que los palestinos participaron con una resistencia en gran escala, a veces civil y otras violenta, son retratadas por medios occidentales como estallidos aleatorios o indiscriminados de salvajismo asesino, igual que lo del 7-O. Pero todo eso no se produjo de la nada.
      Las duras condiciones que afrontan comunidades palestinas —incluido el control cada vez más estricto de la vida cotidiana mediante redadas nocturnas violentas, detenciones, puestos de control militares y construcción de asentamientos ilegales israelíes— fueron telón de fondo en sus estallidos. Por desgracia, desde un punto de vista histórico, esa violencia parece ser lo único que movió aguja en el ámbito político para los palestinos.

      La muerte y humillación soportadas de manera colectiva han prolongado el trauma generacional. Antes ya de este conflicto, el trastorno por estrés postraumático era común en hogares palestinos, al igual que la depresión. Al ser una población joven, los niños son los más afectados por el régimen militar de Israel: muchos son arrebatados por la noche de sus camas o los brazos de sus madres, golpeados y encarcelados tras ser juzgados arbitrariamente en tribunales militares. A otros les disparan y los dejan paralíticos, cuando no matan.

      En Gaza, las víctimas prácticamente no tienen ninguna posibilidad legal de recurrir a tribunales de parte del Estado israelí. Durante 16 años de asedio, sus administradores han controlado el acceso a electricidad, los alimentos o el agua, y en un momento dado determinaron el número de calorías que los gazatíes podían consumir antes de caer en desnutrición. También han permitido que Gaza y los territorios ocupados sirvan de laboratorios para empresas tecnológicas de seguridad israelíes. Muchas personas se han arriesgado a emprender el peligroso viaje a través del Mediterráneo para salir de ahí, solo para morir en el camino.

      [continuará] . . .

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    2. . . . . . . [continúa]

      Con Gaza sellada desde hace 16 años y Cisjordania contenida en gran medida por violencia de los colonos y el ejército, Israel ha podido mantener su ocupación de manera indefinida. Los espasmos periódicos de violencia —como ataques ocasionales en pequeños grupos o lobos solitarios y descargas de misiles— refuerzan la justificación del Estado para controlar a largo plazo los palestinos y sus tierras.

      A lo largo de años, Netanyahu y sus asesores han dejado muy claro que un Estado palestino independiente y soberano no está sobre la mesa de negociación. Tampoco la posibilidad del conceder a palestinos derechos de los que goza Israel. Así pues, el statu quo de ocupación sin fin —con ciclos regulares de violencia— se ha normalizado, y la comunidad internacional parece no querer ni poder pedir cuentas a su gobierno.

      Los atentados del 7-O acabaron con esa situación. La naturaleza insostenible de la ocupación quedó a vista de todos, al igual que la imposibilidad de gobernar 2 pueblos privilegiando a 1 sobre el otro.

      Se avecinan días oscuros, lo sabemos. Tras haber vivido guerras, invasiones y bombardeos, nos hemos acostumbrado a esperar lo peor. En Cisjordania, la moral está baja en calles silenciosas. Las cadenas de noticias árabes por satélite, que emiten 24 horas del día, son el ruido de fondo en la vida cotidiana. Reproducen un flujo constante de imágenes y videos horribles: todos impactantes, más no sin precedentes.

      Sentimiento de impotencia impregna ciudades y pueblos en Cisjordania mientras cada vez más palestinos pierden la vida, más de 15.100 según el Ministerio de Salud en Gaza. Las autoridades israelíes han propuesto empujar a su población hacia el desierto egipcio del Sinaí, lo que los convertiría en refugiados al doble o triple, y tal vez llevar el proyecto de asentamiento israelí a una nueva fase más expansiva. En Cisjordania, miramos a nuestro alrededor y nos preguntamos: ¿podría pasar aquí? ¿Ya está pasando?

      Lo más probable es que cualquier tipo de futuro compartido esté más lejos de lo que estaba hace un mes. Pero los palestinos ya lo sabían. ¿Se consideraba paz el día anterior a los ataques de Hamás? Quizá para los israelíes sí, pero para ellos no.

      Dalia Hatuqa (The New York Times)

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