domingo, 22 de octubre de 2023

Extracto [sobre un recorrido histórico] en "L' HOMME REVOLTÉ", por Albert Camus (fin)

      [continúa tras de la 8ª parte

     
V.2.- Mesura y desmesura  
 
El extravío revolucionario se explica primero por la ignorancia o el desconocimiento sistemático de aquellos límites que parecen inseparables a la naturaleza humana y que nos descubre, precisamente, la rebeldía... Los pensamientos nihilistas, porque desdeñan esta frontera, acaban arrojándose a un movimiento uniformemente acelerado. Nada los detiene ya en sus consecuencias y éstas justifican entonces la destrucción total o la conquista indefinida. 

Sabemos ahora, al cabo de esta larga investigación sobre la rebeldía y el nihilismo, que la revolución sin más límites que la eficacia histórica significa la servidumbre sin límites. Para escapar a ese destino el espíritu revolucionario, si quiere permanecer vivo, debe sumergirse por las fuentes de la rebeldía e inspirarse con el único pensamiento que fiel es a sus orígenes: uno de los límites. Si el límite descubierto por la rebeldía lo transfigura todo, si todos los pensamientos o acciones que superan cierto punto se niegan a sí mismos, hay en efecto una medida de las cosas y del hombre.   

Los quanta, la relatividad hasta ahora y las relaciones de incertidumbre definen un mundo sin realidad definible más que para la escala de dimensiones medianas, que son las nuestras. Las ideologías que dirigen nuestro mundo nacieron en el tiempo de las magnitudes científicas absolutas. Nuestros conocimientos reales no autorizan, por el contrario, más que un pensamiento de las magnitudes relativas [entre aquellos "dos infinitos, en lo sumamente grande y pequeño", a los que ya nos apuntó Pascal...]  

Ni lo real es enteramente racional ni lo racional del todo real. Lo hemos visto a propósito del su[pe]rrealismo, el deseo de unidad no exige sólo que todo sea racional; pretende que, además, lo irracional no sea sacrificado: no se puede decir que nada tiene sentido, puesto que se afirma con ello un valor consagrado por un juicio; ni que todo tiene un sentido, puesto que la palabra todo no tiene significación para nosotros.    
     
Némesis asistiendo al supremo Zeus: una diosa para la justicia
  
La virtud no puede separarse de lo real sin convertirla en principio de mal. Tampoco puede identificarse absolutamente con lo real sin negarse a sí misma. El valor moral manifestado por la rebeldía, por último, ya no está por encima de la vida y de la historia, más de lo que ambas lo están por encima de él.  

La civilización jacobina y burguesa supone que los valores están por encima de la historia, y su virtud formal funda entonces una repugnante mistificación. La revolución del siglo XX decreta que los valores están mezclados con el movimiento de la historia, y su razón histórica justifica una nueva mistificación. La mesura, frente a este desorden, nos enseña que hace falta una parte de realismo a toda moral: la virtud enteramente pura es criminal; y hace falta una parte de moral a todo realismo: el cinismo es criminal. Por eso, la verborrea humanitaria no está más fundada que la provocación cínica.

En este límite, el «Existimos» define paradójicamente un nuevo individualismo. Existimos ante la historia, y ésta debe contar con tal «Existimos» que, a su vez, ha de mantenerse en la historia. Necesito a los demás que me necesitan a mí y a cada uno. Cada acción colectiva, cada sociedad suponen una disciplina, y el individuo, sin esta ley, no es más que un extraño doblegado bajo el peso de una colectividad enemiga. Pero sociedad y disciplina pierden su dirección si niegan el «Existimos».  
  
V.2.1.- El pensamiento de Mediodía

Tanto el sindicalismo [revolucionario] como la municipalidad son sendas negaciones, en beneficio de lo real, del centralismo burocrático y abstracto (el proudhoniano Tolain, después partidario de la Comuna, dijo que «los seres humanos sólo se emancipan en el seno de sus grupos naturales»). La revolución [cesárea] del siglo XX parte de lo absoluto para moldear la realidad. La rebeldía, inversamente, se apoya en lo real para encaminarse por un combate perpetuo hacia la verdad (...) de abajo arriba.     

La historia de la 1ª Internacional en la cual el socialismo alemán lucha sin cesar contra pensamiento libertario de los franceses, italianos y españoles, es la de las luchas entre la ideología alemana y el espíritu mediterráneo [véase la carta de Marx a Engels el 20 de julio del 1870 deseando una victoria de Prusia sobre Francia: «La preponderancia del proletariado alemán sobre su hermano francés al mismo tiempo lo sería la de nuestra teoría sobre lo de Proudhon {quien a su vez dejó escrito, en sus 'Carnets' el 24 de septiembre del 1847, que Marx era "la tenia del socialismo"...} anima nuestra historia [occidental] desde todo el mundo antiguo.
   
  
La mesura no es lo contrario de la rebeldía. Ésta es aquello que la mesura es, la ordena, defiende o crea de nuevo a través de la historia y sus desórdenes. El origen mismo de dicho valor nos garantiza que no puede ser sino desgarrado. No vence a lo imposible ni al abismo. Se equilibra con ellos. La desmesura guardasiempre su sitio en el corazón del hombre, en el lugar de la soledad, por mucho que hagamos. Llevamos todos en nosotros nuestros presidios, crímenes y estragos. Pero nuestra tarea no está en desatarlos a través del mundo; sino en combatirlos entre nosotros mismos y los demás. La rebeldía, o secular voluntad del no soportar de que Barrès hablaba, está en el principio de tal combate aún hoy día. Madre de las formas, fuente de verdadera vida, nos mantiene siempre en pie en el movimiento informe y furioso de la historia.
 
V.3.- Más allá del nihilismo
   
«La obsesión con la cosecha y la indiferencia por la historia —escribe admirablemente René Char— son los dos extremos de mi arco». El cristianismo histórico aplaza más allá de la historia la curación del mal y del crimen que, no obstante, se sufren en el interior de la historia. El materialismo contemporáneo, como servidor de la historia, acrecienta el campo del crimen histórico y lo deja al mismo tiempo sin justificación; salvo en el futuro que pide, todavía, la fe. En los dos casos, hay que esperar y, durante este tiempo, el inocente no cesa de morir. Desde hace veinte siglos, no ha disminuido en el mundo la cantidad total del mal. Ninguna parusía, ni divina ni revolucionaria, se ha cumplido. Una injusticia permanece pegada a todo sufrimiento, hasta el más merecido a los ojos de los hombres. Ante las fuerzas que lo abruman, sigue gritando el largo silencio de Prometeo. Pero ha visto ya, entre tanto, volverse contra él y mofarse a los hombres

Cogido entre el mal humano y el destino, el terror y lo arbitrario, no le queda más que su fuerza de rebeldía para salvar del crimen lo que aún puede salvarse sin ceder al orgullo de lo blasfemo... Tan pronto como la rebeldía, olvidando sus generosos orígenes, se deja contaminar por el resentimiento, niega la vida: corre a la destrucción y hace levantarse a la cohorte socarrona de aquellos pequeños rebeldes, simiente de esclavos, que acaban ofreciéndose actualmente por todos los mercados de Europa para cualquier servidumbre; ya no es rebeldía ni revolución, sino rencor y tiranía...
 
 Hybris: desmesura, falta de moderación...
 
Entonces, cuando la revolución deviene tal mecánica desmesurada y asesina, se impone como sagrada una nueva rebeldía en nombre de la mesura y la vida. Más allá del nihilismo, todos nosotros, entre las ruinas, preparamos un renacer. Aunque pocos lo saben... 

Negando la justa grandeza de la vida, han tenido que apostar por su propia excelencia. A falta de algo mejor, se han divinizado... y ha empezado su desventura; pero Kaliayev y sus hermanos en rebeldía del mundo entero rechazan por el contrario la divinidad, ya que insisten rechazando el poder ilimitado de dar muerte. Eligen, y nos dan un ejemplo, la única regla original hoy día: aprender a vivir y a morir, y, para ser hombre, rehusar creerse dioses. 

Nosotros elegiremos Ítaca, la tierra fiel, el pensamiento audaz y frugal, la acción lúcida, la generosidad del hombre que sabe. En la luz, el mundo sigue siendo nuestro primero y nuestro último amor. Nuestros hermanos respiran bajo el mismo cielo que nosotros, la justicia vive; entonces nace la alegría extraña que ayuda a tanto vivir cuanto morir y que nosotros rechazamos en adelante aplazar para más tarde. En la tierra dolorosa, ella es la cizaña incansable, el amargo alimento, el viento duro venido de los mares, la antigua y la nueva aurora. 

Con ella, a lo largo de los combates, reconstruiremos el alma de este tiempo y no excluirá nada de lo que la inteligencia y la energía en Europa han proporcionado sin descanso al orgullo de un tiempo miserable. Todos pueden resucitar, en efecto, junto a los sacrificados de 1905... pero con la condición de que se corrijan unos a otros y de que un límite, en el sol, los detenga a todos. Cada uno diciéndole al otro que no es Dios; aquí se acaba el romanticismo.

Hay que aprender tanto a vivir cuanto a morir, y (para ser hombres) el rehusar al -¡nunca, jamás!- pretenderse cualquier dios...  
  
   
__________
 
Por último, al finalizar este recorrido del texto, puede ser útil recapitularlo trayendo aquí de nuevo algunas ideas con las que al principio habíamos arrancado en su Introducción
 
 
    " Y abiertamente consagré mi corazón a la tierra grave y doliente; y a menudo en las noches sagradas le prometí amarla con fidelidad hasta la muerte, sin miedo por su pesada carga de fatalidad, y no despreciar ninguno de sus enigmas: así me até a ella en un lazo mortal. "

Hölderlin ('La muerte de Empédocles')


7 comentarios:

  1. TIEMPOS DE INTEMPERANCIA:

    Vivimos en la intemperancia.

    La palabra intemperancia me gustó desde que la escuché por vez primera hace unos días en una de esas conversaciones de las que mi amiga Tania, que en paz descansa, hubiera dicho que estaba en el nivel más alto: el de las ideas.

    La palabra se quedó conmigo como los frutos del amorsecano (Bidens pilosa), florecido estos días por los caminos, que llevan dos dientes para agarrarse al pelo del ganado y a la ropa de las personas que pasan.

    Y ahora escribo con esa palabra engarzada desde entonces en mi pensamiento: que nos hemos vuelto intemperantes.

    Y ya da igual del asunto del que se trate, que defenderemos nuestra postura con vehemencia, sin análisis, sin metodología, sin razonamiento, sin conclusión, sin datos, sin templanza: con intemperancia.

    Vivimos ya en la intemperancia, en la falta de templanza, de manera permanente.

    Y este es el problema: que no hay descanso.

    Cada semana, hay algo por lo cual mostrarse intemperante, apuntándose a un equipo para discutir con el otro.

    Una de las palabras que más me gustan de la Naturaleza tienen que ver con el tempero, con la sazón de la tierra y de los frutos, que es lo que se llama temperar: cambiar de lugar hacia un clima favorable.

    La fuga de tempero es el desplazamiento de las aves empujadas por las olas de frío; y así empiezan a dar ganas de fugarse, hacia otro mundo.

    El nuestro, cada día es más pequeño, y más intemperante.

    Se diría que los acontecimientos se han acelerado y con ellos, la intemperancia.

    Nunca me había pasado que no pudiera ver las noticias.

    He de reconocer que me afectan como nunca antes me había sucedido.

    ¿Qué está pasando?

    ¿Se ha acelerado el mundo?

    ¿O es que yo voy llevando peor su relato?

    ¿No es todo más atroz que nunca?

    ¿O es que nunca lo habíamos visto y vivido de esta manera, tan en primer plano?

    Pienso que, aunque todo se disfrace de política, la escasez de recursos naturales sea en el fondo la cuestión primordial por la que todo parece empezar a zozobrar, en un planeta que se agota, y por lo cual sus pasajeros empiezan a tirarse por la borda unos a otros.

    Mantengan la calma.

    No hay a dónde ir.

    Este es el único mundo que conocemos y donde cabemos todos si conservamos la inteligencia, la sensibilidad y la calma.

    Es lo más importante cuando hay una emergencia, conservar la calma, la templanza, para poder pensar y actuar con acierto.

    En una ocasión mi marido llevó a un torero en la cabina, cuando se podía llevar a los pasajeros durante las aproximaciones, antes del 11S; y tras aterrizar en mitad de un vendaval, el torero le dijo: “Mu templao comandante”.

    Me gustaron mucho también las palabras pronunciadas por Meryl Streep en los Princesa de Asturias, de las cuales destacaría dos: la empatía.

    Ponerse en el lugar del otro.

    Y la escucha.

    Todo empieza por escuchar, creo recordar que dijo.

    Los animales oyen.

    Pero sólo las personas escuchan.

    Si quieren.

    Tendremos que practicar aquello tan difícil de no colocar nuestro ladrillo, como solía decir Juan Paco, con gran solemnidad, mientras tomábamos un tinto en el Casanova:

    “Todo el mundo te quiere colocar su ladrillo”.

    Ahora, nos los tiramos unos a otros.

    Si colocan su ladrillo, que sea, por favor, para aportar otro punto de vista que nos haga reflexionar a los demás; y así poder construir algo con ellos.

    La empatía.

    La escucha.

    La templanza.

    Todo eso nos falta para que el mundo vuelva a dar vueltas a otra velocidad.

    Pienso que cada persona tiene una gran responsabilidad en esto.

    Cada uno de nosotros jugamos un papel crucial en el mundo cuando elegimos: opinar o propinar.

    La templanza opina.

    La intemperancia propina.

    ¡Qué tiempos de intemperancia vivimos!

    Mónica Fdez.-Aceytuno (republica.com)

    .

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  2. Mucho antes de Hölderlin, las últimas palabras pronunciadas por Cicerón fueron "Causa causorum, miserere mei; non ignoravi me mortalem genuisse" (o sea, "causa de las causas, tened piedad de mí; siempre supe que soy mortal")...
    .

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  3. ...

    Para la presente actualidad serían también muy de tener en cuenta -especialmente- otras breves consideraciones que ya se recogieron por el post anterior, sobre capítulo IV y los comienzos del V:

    "Entre la historia y Dios, o el comisario y el yogui, la rebeldía nos abre un camino difícil con el que las contradicciones pueden vivirse y superarse... Por él, en particular, al derecho se le garantizan las posibilidades permanentes para expresarse.

    Acallar el derecho hasta que la justicia sea establecida, es acallarlo para siempre, puesto que ya no tendrá ocasión de hablar si al fin la justicia reina para siempre.

    Matar la libertad para hacer reinar la justicia equivale a rehabilitar la noción de gracia sin la intercesión divina y restaurar por una reacción vertiginosa el cuerpo místico bajo la forma de las especies bajas.

    La libertad absoluta se mofa de la justicia, y absoluta justicia niega toda libertad. Para ser fecundas, ambas nociones deben hallar sus límites, cada una en la otra.

    Y a la violencia le son aplicables esos mismos razonamientos..."
    .

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  4. A propósito de tal MESURA (o Templanza y Justicia), según Camus:

    El humanista Erasmo de Rotterdam tuvo por lema "Nullo concedo [Sin concesiones]", lo cual decía ser antes la divisa del dios romano TERMINUS, un hijo de Júpiter cuidador de los LÍMITES para las vidas humanas al cual se veía como garante de buena sociabilidad y paz o concordia entre los vecinos. Los griegos tuvieron como análogo previo a Hermes, el dios de los caminos y encrucijadas...

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    1. Y tratando de Límites... o Desmesura (suicida)... hoy...

      "El riesgo en IA deberá tratarse tan seriamente como la Crisis Climática..." =>
      https://duendesatiricodelasnoches.blogspot.com/2023/10/el-riesgo-en-ia-debera-tratarse-tan.html

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  5. “EL PENSAMIENTO DE LOS LÍMITES: Sabemos ahora, al cabo de esta larga investigación sobre la rebeldía y el nihilismo, que la revolución sin más límites que la eficacia histórica significa la servidumbre sin límites.” La historia como reproductora de totalitarismos; la rebeldía provoca la revolución pero la revolución mata la rebeldía por el rechazo, en el que cae toda revolución, a los límites y que ha inducido al crimen, al nihilismo...

    “EL MUNDO ENTERO SE APARTA DISTRAÍDAMENTE de este crimen, desde entonces: las víctimas acaban de entrar en lo más extremo de su desgracia: aburren. En los tiempos antiguos, la sangre del crimen provocaba al menos un horror sagrado; santificaba así el precio de la vida. La verdadera condena de esta época es hacer pensar, por el contrario, que no es bastante sangrienta. La sangre ya no es visible; no salpica bastante arriba el rostro de nuestros fariseos. He aquí lo extremo del nihilismo: el crimen ciego y furioso se convierte en un oasis y el criminal imbécil parece refrescante al lado de nuestros inteligentísimos verdugos.” La rebeldía se ha convertido en coartada de los nuevos tiranos porque tolera la servidumbre, la mentira y el terror que imponen el silencio...

    “EN VEZ DEL DIÁLOGO IMPLÍCITO Y LIBRE mediante el cual reconocemos nuestra semejanza y consagramos nuestro destino, la servidumbre hace reinar el más terrible de los silencios. Si la injusticia es mala para el rebelde, no es porque contradice una idea eterna de la justicia, que no sabemos dónde situar, sino porque perpetúa la muda hostilidad que separa al opresor del oprimido. Mata al poco ser que puede venir al mundo por la complicidad de los hombres entre ellos."

    “EL REBELDE aboga, pues, en favor de la vida, se compromete a luchar contra la servidumbre, la mentira y el terror y afirma, en lo que dura un relámpago, que estas
    tres plagas hacen reinar el silencio entre los hombres, los oscurecen unos a otros y les impiden encontrarse en el único valor que puede salvarlos del nihilismo, la larga complicidad de los hombres en lucha con su destino.”

    “FILOSOFÍA DE LOS LÍMITES, de la ignorancia calculada y del riesgo” es lo que defiende la rebeldía. No existe libertad ni justicia absoluta, el hombre conoce el bien pero hace el mal. Tiene que hacer el esfuerzo de reconocer y superar este mal, abrir el camino de vivir y superar las contradicciones potenciando el valor mediador. La libertad y la justicia han de tener sus límites...

    “QUIEN NO PUEDE SABER TODO tampoco puede matarlo todo. El rebelde, lejos de hacer de la historia un absoluto, la recusa y la pone en tela de juicio, en nombre de una idea que tiene de su propia naturaleza. Rechaza su condición, y su condición, en gran parte, es histórica. La injusticia, la fugacidad, la muerte se manifiestan en la historia. Rechazándolas, se rechaza la historia misma. Ciertamente, el rebelde no niega la historia que lo rodea, en ella trata de afirmarse. Pero se encuentra ante ella como el artista ante lo real, la rechaza sin sustraerse a ella. Ni por un segundo hace de ella un absoluto. Si puede participar, por la fuerza de las cosas, en el crimen de la historia, no puede, pues, legitimarlo. El crimen racional, no sólo no puede admitirse al nivel de la rebeldía, sino que además significa la muerte de la rebeldía.” La rebeldía debe defender la dignidad del hombre, la complicidad y la comunicación con lenguaje claro y palabra simple. La libertad es para todos, lo que prohíbe es para todos también. Su lógica es la creación, servir a la justicia y a la felicidad. Defiende la unidad de todos los hombres en igualdad frente a la totalidad...

    [continuará...]

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  6. Camus muestra su filiación en las estelas nietzscheanas, de lo que a su vez Michel Onfray resume bien la conclusión:

    "Quienquiera que conozca la naturaleza trágica de lo que existe y el carácter ineludible del eterno retorno y quienquiera que, sabiéndolo, ama la naturaleza trágica de lo que existe y el carácter ineludible de lo que existe es lo que denomina el «amor fati», o amor a nuestro destino-, este es un «superhombre». El superhombre conoce la verdad del eterno retorno y ama esa realidad que vuelve exactamente en las mismas formas que tomó de una vez por todas. Ese conocimiento y ese amor traen la alegría de una sabiduría post-cristiana.

    Esto es lo que denominamos nietzscheanismo: anuncio de la muerte de Dios, invitación a superar el cristianismo presentado como una religión del esclavo en resentimiento; lectura del del eterno retorno de las mismas cosas; fatalismo de todo lo que adviene y necesidad de mundo más allá del bien y del mal a partir de la única voluntad de poder, enseñanza del amar lo que vuelve, y acceso a una beatitud terrestre, a una serenidad inmanente, a unas alegrías ahora y aquí..."

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