viernes, 2 de octubre de 2020

"Por un Covid"... ¿Hemos pasado del defender libertad en la expresión a protegernos de ella?


Arthur Miller decía que un buen periódico era un país hablándose a sí mismo. El escritor neoyorkino hoy vería que los medios de Estados Unidos están más polarizados que nunca y que una parte de la sociedad no dialoga con la otra, como evidencian los sondeos del Pew Reasearch Center. Es una tendencia en Occidente: las opiniones afines se refuerzan entre sí; sin embargo, las contrarias no se debaten, sino que se censuran. Además, determinadas ideas o productos culturales se etiquetan por el efecto que pueden producir en el receptor, antes de debatir el origen de la posible ofensa.


¿Nos está engullendo una lógica en la que, más que diálogo, buscamos reafirmación y protección?



Una decena de editores de medios americanos han dimitido o sido cesados por no haber mostrado la suficiente sensibilidad con sus colegas y compatriotas negros. Uno de los casos más mediáticos fue el del editor de opinión del New York Times, que publicó una columna de un republicano que pedía la intervención militar contra los manifestantes en los disturbios raciales.  En este mismo diario, esta semana escribía el columnista Bret Stephens: “Esto es una tragedia. Como periodistas, tenemos la obligación del ser rigurosos y de argumentar. También tenemos la obligación de mantener fuera de nuestras páginas editoriales las ideas odiosas innegables, como la negación del Holocausto y el racismo. Pero el periodismo serio, completo con un intercambio vigoroso de ideas, no puede sobrevivir en un ambiente en el que una modesta toma de riesgo intelectual o una ofensa menor de las nuevas ortodoxias ideológicas puedan significar la ruina profesional”.

En el libro 'The coddling of the American mind: how good intentions and bad ideas are setting up a generation for failure' ("Mimar la mente estadounidense: cómo las buenas intenciones y las malas ideas están creando una generación para el fracaso"), Greg Lukianoff, abogado experto en libertad de expresión, y Jonathan Haidt, psicólogo social, hablan de que la hiperprotección de los jóvenes en Estados Unidos les ha hecho pasar de anhelar y defender la libertad de expresión a defenderse contra ella.

Como explican Lukianoff y Haidt, esta nueva forma de entender la democracia se origina en gran parte en las universidades americanas. En muchos campus se han habilitado los llamados "espacios seguros", no solo en el sentido físico para evitar robos o agresiones, sino también en el ideológico. El objetivo es que nadie diga nada que pueda herir los sentimientos de nadie. Se obliga a incluir "advertencias" ('trigger warnings') en las películas, libros y conferencias cuando algún contenido pueda resultar doloroso para los estudiantes. Así se ha hecho, por ejemplo, en obras como 'Matar a un ruiseñor' o 'Huckleberry Finn' porque usan la palabra negro. Muchas apariciones públicas de personajes que pudieran violentar a minorías se han cancelado.


Recuperar la crítica

El periodista Ricardo Dudda, en 'La verdad de la tribu' (Debate, 2019), explica que se ha impuesto la idea de que no hay adversarios, sino enemigos irreconciliables. Es la batalla de un estereotipo contra otro. Un nudo difícil de deshacer, ya que al considerar al otro ilegítimo estamos dando todos sus marcos de análisis por falsos. El escritor José Luis Pardo alerta del peligro de sustituir la crítica por un comisariado moral y de que “la dictadura de los justos es tan dictadura como la de los bribones”.

Que algo nos haga sentir mal no quiere decir necesariamente que sea dañino o peligroso. Para Isaiah Berlín, la esencia de la libertad estaba en la posibilidad de elegir, “porque así se desea, sin coerción, sin presiones, sin verse engullido por un vasto sistema; y en el derecho a oponerse, a ser impopular, a defender las convicciones propias simplemente porque son tus convicciones”.

¿Se puede recuperar el pensamiento crítico y la objetividad frente al razonamiento sentimental?

( Foro de Foros )

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