lunes, 5 de septiembre de 2011

Con los 'Mercados' lo peor es... el pretender 'su rescate', dejándoles 'cogernos' por la Hipoteca!

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¿En qué cas@ podría verse como buen gobierno de la común hacienda el pródigo engaño del bajar ingresos o renta propia e hipotecarse -a prestamistas usureros- cada vez con mayor endeudamiento? Pues eso que sigue siendo criterio claramente comprendido en todo lo particular hará falta recuperarlo, también, por una mejor gestión (posible) de nuestro bienestar y patrimonio colectivos:


Según bien resaltaba Juan Torres, "el candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba acaba de afirmar que ha descubierto que 'hay amantes de la deuda y del déficit'. Como no se debe referir a esa derecha que ha votado con él la Reforma constitucional, cabe pensar que hace referencia a quienes nos oponemos a ella pero, si es así, cabe decirle que hace un juicio muy demagógico e injusto. Se confunde.


Precisamente somos nosotros los que, alarmados por el volumen de deuda que se está generando, venimos defendiendo políticas fiscales más equitativas y eficientes que proporcionen más ingresos; en contra de la idea del que debe desarmarse al Estado en el terreno fiscal, que llevó a eliminar Impuestos ahora echados en falta; y los que igualmente reclamamos una política de gasto más austera pero justamente en lo que nunca tocan quienes ahora defienden los recortes de gasto público: los privilegios que se conceden a los bancos, a las grandes empresas que más empleo destruyen o a la clase política; el gasto militar o las ayudas a instituciones...


Quienes nos oponemos a esa enmienda constitucional que se acaba de aprobar somos quienes reclamamos contundentes políticas contra desigualdad que provocan las que llevan a cabo los que han aprobado tal Reforma precisamente porque sabemos que ahí se encuentra la causa principal de los menores ingresos a pequeñas y medianas empresas que crean empleo, las familias y el Estado, haciendo así que aumente la deuda.


Somos muy conscientes del cómo España mantiene déficits importantes en materia social con respecto a los países más avanzados de nuestro entorno, en educación, sanidad, investigación e innovación, capital social o servicios de bienestar. Déficits que no afectan solo al bienestar de las personas (que ya es mucho) sino que, mientras persistan, impiden que se pueda consolidar el tejido productivo y empresarial capaz de generar el ingreso y el empleo que necesitamos.


Pero eso no nos lleva (...) sino a reclamar también mejores fuentes de ingresos, que no pueden obtenerse sin más justicia fiscal, más igualdad, mejores condiciones de trabajo, mayor productividad y mejor desempeño empresarial... Lo que provoca más deuda (o una pérdida impresionante de nivel de vida) no serían las políticas que proponemos los críticos de la reforma sino, por el contrario, la propuesta que nos hizo el candidato del PSOE con reclamar menos salarios y beneficios, es decir, que baje la renta..."


Y es que debe mantenerse la guardia bien alta frente a cómodos enroques con toda charlatanería cuentista... por parte de quienes (convencidos del tener garantizada ya, para siempre, razón en todo caso) rehúsen hasta el mero plantearse los concretos debates materiales contra cualquier polemista capaz para echar las cuentas imprescindibles:


"Probablemente, uno de los mayores triunfos políticos de la derecha europea y estadounidense fue lo del establecer una relación causa-efecto entre la izquierda y el déficit público [¿?]... A partir de este argumento, 'comprado' por buena parte de la opinión pública, cuando gobiernan los partidos socialdemócratas crecen el despilfarro, mala gestión de la cosa pública y clientelismo políticos, toda vez que la izquierda cuando está en el poder alimentaría con subvenciones de todo tipo iniciativas que en realidad a poc@s [cuotas] benefician. Su obsesión por repartir el pastel, pero sin atender a la creación de riqueza mediante políticas de oferta, hace el resto.


Este 'argumento' ha hecho furor. Hasta el punto de que la propia izquierda ha acabado por creerse este aparente axioma, convertido en una especia de verdad revelada. Hoy en día, amplios sectores de la izquierda están convencidos de que 'un país por endeudarse ya es mejor' a otro que no lo hace [¡!]... Hasta el punto de que ha convertido el gasto público en una de sus 'señas de identidad'. Aunque parezca mentira, se trata de un fenómeno relativamente nuevo. Tanto en el siglo XIX como hasta mediados del siglo XX, era la derecha tradicional ligada a los sectores oligárquicos quien reclamaba mayor presencia del sector público en la economía, por supuesto con aviesas intenciones, como pudo comprobarse por este país durante la Restauración y el franquismo.


El proteccionismo, los aranceles, las restricciones a la libertad de comercio han sido reivindicaciones de las derechas, históricamente; pero la irrupción del estatismo soviético, en primer lugar, y de las políticas keynesianas que cuestionaban los modelos del equilibrio macroeconómicos neoclásicos, a continuación, nos cambiaron el discurso de la izquierda. Hoy, determinados partidos y dirigentes que se proclaman socialistas o socialdemócratas reclaman gasto público como un instrumento de reequilibrio económico y social. E incluso se sienten altamente contrariados por el hecho de que el Gobierno socialista y el Partido Popular hayan pactado poner freno constitucional al déficit público.


Esos argumentos serían ciertos si estuvieran basados en la verdad empírica. Pero la realidad dice todo lo contrario: en EEUU ya fueron los republicanos quienes generaban mayor déficit público, realmente. Ahí están los casos de Reagan o Bush (padre e hijo), que dejaron las finanzas públicas temblando, al contrario que Clinton, cuyo superávit fiscal todavía se recuerda hoy como una bendición. Y qué decir de Nixon con su guerra del Vietnam.


En Europa, por el contrario, no ha habido al respecto coherencia permanente alguna; izquierda y derecha se han endeudado hasta las cejas sin rubor alguno, y por lo tanto no es fácil encontrar una pauta general de comportamiento. En los cinco países con mayor déficit en 2010 (Irlanda, Grecia, Reino Unido, España y Portugal) gobiernan o habían gobernado tanto conservadores como socialdemócratas, lo que da a entender que no se trata de una estrategia común en función de criterios ideológicos.


La cantidad del déficit público hay que relacionarla, por lo tanto, con las políticas económicas practicadas. O dicho en términos más sencillos, el desequilibrio presupuestario tiene que ver con lo que decide de forma discrecional cada gobierno. Y así nos encontramos que países como Suecia, con uno de los mayores niveles del gasto público de toda la Unión Europea (hasta el 53% del PIB) son a la vez también, igualmente, un notorio ejemplo de solvencia fiscal. El Gobierno de Estocolmo (conservador) consiguió en 2010 equilibrar el presupuesto público (déficit cero) y, al mismo tiempo, mantener elevados niveles de gasto social.


Como dijo el profesor Fernández-Villaverde, las reglas fiscales poco tienen 'de conspiración cavernícola'. La seriedad fiscal no es ni de izquierdas ni de derechas (a fin de cuentas, a irresponsables fiscales no les gana nadie a los republicanos en EEUU)...


Esto da a entender dos cosas. En primer lugar, que el nivel del gasto público (que en última instancia es lo que preocupa a algunos sectores de la izquierda y a los sindicatos) no tiene nada que ver con los 'número rojos'. Se puede gastar mucho en bienestar social (y con amplia presencia del sector público en la economía) y, al mismo tiempo, equilibrar el presupuesto. De la misma manera, el hecho de gastar mucho no garantiza nada; ¡ni la cohesión social, desde luego! Ahí está el caso de España, que combina el desgraciado mérito de ser el cuarto país con mayor déficit público y, al mismo tiempo, es el que tiene mayor tasa de desempleo (cerca del 21%)...


Esto sugiere que el problema no está sólo en gastar, sino en los ingresos (¡también!), aunque a menudo se olvide. No estará de más recordar, por lo tanto, que cuando en 2009 España alcanzó el mayor desequilibrio fiscal de su historia, el 11,2% del PIB, la mitad tuvo su origen en un aumento desbocado de los gastos (los famosos estabilizadores autonómicos derivados del aumento del desempleo), pero la otra mitad esconde sus raíces en un desplome de la recaudación...


Al contrario de lo que se suele creer, en España nuestro déficit público es de naturaleza eminentemente estructural. Debido, sobre todo, a una pérdida permanente de ingresos como consecuencia del redimensionamiento del sector inmobiliario y a la existencia de altos niveles de paro, incluso en periodos de expansión. Algo que según Eurostat, por ejemplo, explica por qué un país en bancarrota como Grecia ingresa más que España.


¿Y por qué España no recauda? Básicamente por un ineficiente sistema tributario que sobre los asalariados hace descansar la presión social. Pero al contrario de lo que cabe suponer, lo que hicieron las distintas Administraciones no fue reformar la fiscalidad para ensanchar sus bases imponibles o hacer reformas económicas de calado actuando sobre la oferta y no sólo sobre la demanda; sino, por el contrario, lo más fácil: subir impuestos por la puerta de atrás sin que nadie se entere. Al menos la generación actual, porque las que vienen detrás tendrán que pagar el 'marrón'...


¿Y cómo se hace esto? Pues pidiendo dinero a los célebres Mercados financieros o, incluso, acudiendo al Banco más cercano (mejor a una Caja de Ahorros amiga) para que les presten 'pasta'. Dicho en otras palabras, como no se atreven a cambiar por lo general ahora ya casi ninguna fiscalidad (subiendo Impuestos para financiar prestaciones públicas, al nivel que las disfruten los ciudadanos) lo que se hace es 'pedir dinero' por la ventanilla de última instancia (los Mercados)... Sujetos a quienes nadie ve y que no piden nada... Claro está, salvo 'altas rentabilidades', en última instancia el origen de la actual Crisis de 'deuda soberana'.


Ni que decir tiene que se trata del camino equivocado. Y no sólo por la falta de transparencia que suscita esta heterodoxa forma de financiar las necesidades del sector público. O incluso por un mínimo sentido de la decencia democrática. También porque de esta manera se produce un fenómeno muy perverso. Son Administraciones públicas (efecto 'crowding out') quienes se endeudan y evitan que agentes económicos privados se financien, lo que alimenta más crisis. Pero es que además, niveles elevados de déficit y ritmos crecientes de deuda pública (escenario previsible hasta 2018/20) suponen necesariamente un encarecimiento de los tipos de interés, sobre todo cuando los Mercados se encuentran en estado de alerta frente a la posibilidad de que se produzcan crisis fiscales en algunos Estados.


El equilibrio presupuestario, por lo tanto, es algo más que una necesidad económica. Otro instrumento necesario para hacer una política auténticamente social, como bien han demostrado los países escandinavos desde la crisis de los años 80: por el contrario, la existencia del elevado déficit sólo ayudó a engordar el tamaño de los Mercados financieros... y para nada refuerza cohesión social ninguna. Muy al contrario.


En definitiva, pues: hay que volver a financiar gasto público por impuestos, que son la columna vertebral de cualquier sistema democrático. Reivindicar lo contrario es el mejor camino para la autodestrucción, como de hecho explica que un 95% de los gobiernos europeos sean ya del centro derecha."


(Carlos Schez; El suicidio de la izquierda: a propósito de la reforma ..., El_Confidencial)
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3 comentarios:

  1. Cierto es que la reducción del déficit no busca evitar excesos y prescindir de lo superfluo, sino imponer severo recorte incluso en partidas tan necesarias como sanidad u otras que constituyen inversión y no gasto, como educación. Usar "austeridad" tiene 2 efectos muy visibles en el discurso público. Pone acento en capítulo de gastos y deja de lado los ingresos, pese a que déficit no es más que relación entre unos y otros. Además, permite presentar de los recortes connotación positiva, no solo por parecer razonable gastar menos si se ingresa menos, sino porque ese rechazar los excesos implícito en comportamiento austero entronca con el "justo medio" aristotélico, lugar de la virtud en la Grecia clásica, y con un ascetismo cristiano según el cual alejamiento de lo material facilita la espiritualidad y encuentro con Dios (...) No solo es que "restricción" sea demasiado clara, sino que no es trascendente ni nos hace mejores; resulta meramente coyuntural, un mal trago que hay que pasar.

    "Estabilidad presupuestaria" queda inscrito con letras de oro en la Constitución. El PP prefería otro agradable eufemismo: "Equilibrio presupuestario". Lo que rememora una afirmación del ministro Valeriano Gómez, vaticinando alcanzar equilibrio del mercado laboral cuando ni se cree ni se destruya empleo. Hombre, no; más bien cuando la cifra de demandantes se acerque al número de puestos ofertados. Con el déficit ocurre algo parecido: equilibrado para un Estado es asumir cierto endeudamiento, acorde con su ingreso, permitiendo acometer iniciativas que de otro modo resultan imposibles, como construir infraestructura. Definir 0 -ó 0,4% tanto da- por punto del equilibrio es mal chiste, como los 0º que no son frío ni calor. Para precisos habría que llamar "rigor presupuestario" a la política de no gastar ni un céntimo más que lo ingresado...

    Nos espera restricción y rigor, nada de austeridad y equilibrios; pero si esos principios ya impregnan políticas económicas de los Gobiernos, obedeciendo dictado de acreedores, especuladores y mercados, ¿qué necesidades de inscribirlo en la Constitución? ¿Acaso supone garantía de su cumplimiento? No parece, y no solo porque se vayan a prever excepciones... No extraña a las constituciones recoger principios de difícil aplicación. La nuestra da derecho al trabajo de los españoles y ningún ministro pisó la cárcel tras 5 millones de parados. Sin embargo, permite identificar aspiración compartida: el trabajar todos los ciudadanos que lo desean, que no exista discriminación, ser España un Estado social y democrático donde rija el imperio de la ley. No son vaciedades, sino principios (...) para el conjunto de la sociedad. Enuncian tanto lo que somos como cuanto queremos ser: aquello en que ciframos nuestra perfectibilidad.

    Al consagrar del más alto rango legal que pagar crédito en Administraciones "gozará de prioridad absoluta", se está dando giro radical al Estado como principal garante de libertades e igualdad para todos. De pronto irrumpen intereses de los acreedores erigidos con carácter general, que se antepondrán si llega caso a la igualdad, libertad y bienestar. Se convierte su prioridad en la nuestra; necesidades particulares en objetivo común. Y si resulta comprensible que quieran cobrar, no lo es hacer tal función primordial de un Estado (...) Se trata del remate final a una crisis en que los bancos salen indemnes de asuntos relevantes en los que se han visto directamente implicados: la dación en pago, el crédito a las empresas, los agujeros del ladrillo. No fue posible que contribuyeran aliviando a los hipotecados, no hubo forma de forzarles a conceder crédito para empresarios asfixiados. El Estado, en cambio, sí corre a su socorro cuando necesitan cuadrar balance. La limitación del déficit viene a ratificar su triunfo, pues 2 simples palabras, "prioridad absoluta", encierran sumisión del poder político al financiero. Escrito en la Constitución, vayámonos enterando de quién manda.

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  2. UN KEYNESIANO DE DERECHAS:

    "...Durante el periodo 1991-2001, los EE.UU habían emergido como la única superpotencia planetaria como consecuencia del hundimiento de la Unión Soviética. Pero los 10 años siguientes han constituido una verdadera 'década perdida'. Perdida en términos de autoridad como potencia, de confianza interna y de decadencia económica. La repuesta a los atentados de G W Bush fue desencadenar dos guerras que 10 anos después todavía duran y que ya sabemos que los EE.UU y sus aliados occidentales no podrán ganar.

    Al mismo tiempo, Bush lanzo un programa de REBAJA DE IMPUESTOS PARA LOS MÁS RICOS como nunca se había hecho antes. Normalmente cuando un país se va a la guerra sube los impuestos para financiarla. Bush hizo lo contrario, bajó los impuestos y pasó a seguir FINANCIANDO LA GUERRA CON DÉFICIT.

    Bush se convirtió así en el mayor Keynesiano de la Historia porque en contra de toda su retórica liberal se gasto el superávit heredado de Clinton y creó un enorme déficit federal que la actual recesión ha hecho más grande. Un Keynesiano de derechas porque creo el déficit a base de bajar los impuestos a los ricos y gastar en guerras imperiales. Unas guerras que son ya las más largas de la Historia de los EEUU y también las primeras que se han financiado íntegramente a crédito.

    (...) Una cuarta parte del aumento del endeudamiento total de los EE.UU. durante esos 10 años se deben a las guerras con las que se respondió a los atentados del 11 de septiembre. Ha sido una gran contribución a la debilidad macroeconómica de la primera economía mundial y al hundimiento de sus divisa. Y el petróleo es hoy cinco veces más caro que hace 10 años.

    Los EE.UU no sólo no han ganado esas guerras imperiales con las que respondieron a los atentados del 11 de septiembre 2001 sino que sus políticas fiscales han deteriorado la cohesión de su sociedad creando una DESIGUALDAD en la distribución de la renta ANÁLOGA A LA que había en 1929, antes de los años 30 DE LA GRAN DEPRESIÓN.

    Y lo peor es que la obsesión securitaria de los EE.UU. le ha hecho perder un poco bastante su alma democrática. No han ganado ninguna de las dos guerras, Irak y Afganistán, lanzadas por Bush y aunque Obama pueda proclamar “se ha hecho justicia” ante el asesinato extrajudicial de Ben Laden, ni siquiera puede decir que haya ganado la guerra contra el terrorismo como muestra el temor de un nuevo atentado con el que se vivió el recuerdo del 11/9/2001.

    Pero es sobre todo el declinar económico de la gran superpotencia el hecho más notable acontecido desde entonces y en ello consiste la nueva época que se inicio hace 10 años. Un DECLINAR ECONÓMICO QUE LA ACTUAL CRISIS HA EXTENDIDO A EUROPA, a la espera de que los BRIC’s la saquen de la crisis…."

    (lo dijo Josep Borrell, hoy)

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  3. PREVER PARA REACCIONAR A TIEMPO:

    ...La desconfianza de los mercados ante España no proviene tanto del monto de la deuda, que, aun siendo elevado, parece manejable, como de la falta de un modelo productivo que garantice a corto y mediano plazo un crecimiento suficiente para hacerse cargo de la deuda. La gran incógnita que se cierne sobre nuestro futuro es cuál será el nuevo modelo que nos permita alcanzar una productividad que nos haga competitivos en un mundo globalizado.

    Aunque se repita hasta la saciedad que el factor decisivo es una mejora sustancial de la educación, desde el jardín de la infancia a la universidad, no se descubre por ninguna parte quiénes podrían ser los educadores, dispuestos a romper con tópicos, y sobre todo con los privilegios del pasado, ni cabe identificar a los sectores sociales que podrían dirigir, o al menos apoyar, este empeño. La mayor parte de las reformas que se predican tratan de acoplar la educación a los conocimientos que se supone que las empresas exigirían para colocar a la gente, justamente, el tipo de formación con el que la crisis ha acabado. Un nuevo sistema productivo demanda apostar por una educación que no se limite a transmitir recetas en titulaciones cada vez más particularizadas, sino que enseñe a pensar por sí mismo, de modo que nos ponga en condiciones de enfrentarnos a lo inesperado, o a lo desconocido.

    Un débil crecimiento y un paro que con pequeñas oscilaciones se mantenga en los dos dígitos traerá consigo que, cada vez con más miedo a que siga bajando el nivel de vida (...) el futuro lo enmarque una polarización social cada vez más conflictiva y nuevas oleadas de emigrantes, pero esta vez de gente bien preparada. Esto supone un doble costo adicional, al perderse parte de lo que se ha invertido en educación y desprestigiarse el afán que hubo de formarse, ya que luego no se ve compensado con un empleo adecuado...

    (Ignacio Sotelo, de hoy)

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