Sin embargo una mayoría de los comentarios al uso siguen sin centrarse sobre lo materialmente más grave para el concretísimo colectivo saharaui formado por personas -víctimas, de unos y de otros...- mientras las usan en aburrido molinillo carroñero, que solo repetiría previstas moralejas, imperturbables hacia causas o querellas ajenas. Compiten una vez más echando marrones fuera; más allá del preciso aquí ahora pendiente, hasta lo siempre alejado en el tiempo, la geografía y las afinidades partidistas. ¡Aunque todo ello siempre a salvo es de alguna honrosa excepción, pocas y bien notorias, discordante con ese balido global de moda!
“España tiene un compromiso con el Sahara que es de naturaleza moral, histórica y jurídica, en virtud o desde los Tratados de 1975 y por las resoluciones ONU. Todos los gobiernos, hasta que llegó Rodríguez Zapatero, habían comprendido que la suerte del pueblo saharaui forma parte de una responsabilidad histórica del Reino de España que este Gobierno ha abdicado por no saber defenderla con firmeza y diplomacia…” (ABC)
“Moncloa monta un viaje de prensa al Sahara al dictado de Marruecos y tolera que Rabat ejerza su veto sobre los periodistas y medios de comunicación elegidos…” (REPÚBLICA)
“Debido a las restricciones desde Rabat, el gobierno de Marruecos impide a observador ONU acceder al campamento saharaui que fue desmantelado por la fuerza en El Aiun, según informó al Consejo de Seguridad su responsable para la MINURSO, Misión de Naciones Unidas en el Sáhara Occidental…” (EL MUNDO)
“Uno de los mayores riesgos para cualquier gobernante democrático consiste en asumir ese difuso concepto de la ‘razón de Estado’ como justificante o lavativa de acciones o reacciones absolutamente impresentables. El ejemplo más candente (no el único) que afecta al Gobierno español se refiere a las violaciones de los derechos fundamentales cometidas por las fuerzas de seguridad marroquíes en el Sáhara. El ‘equilibrio entre los principios y los intereses’ de España al que se aferran los dirigentes socialistas por orden del propio Zapatero tiene límites que ya se han sobrepasado. Hoy visita Madrid Taïb Cherkaoui, titular de Interior marroquí y uno de los principales responsables de lo ocurrido en El Aaiún durante la última semana. De hecho, Cherkaoui figura entre acusados contra los que se dirige una querella por muerte violenta del ciudadano de nacionalidad española pero saharaui, Babi Hamday Buyema, que la Fiscalía de la Audiencia Nacional estima pertinente investigar.
El invitado de Rubalcaba tampoco es ajeno al bloqueo informativo impuesto en el Sáhara ni a los malos tratos sufridos por los activistas y periodistas españoles expulsados de la zona con el fin de que no haya testigos de la actuación marroquí. Contra lo habitual en cualquier visita política de carácter oficial, no está prevista comparecencia de Cherkaoui ante la prensa. Sería demasiado incómodo para el pretendido ‘equilibrio entre los principios y los intereses’…” (Jesús Maraña, PÚBLICO)
“... El decir que la relación diplomática está por encima de la defensa de los derechos humanos debería avergonzar al presidente, a todo el Gobierno y a los políticos de todos los colores que -sobre el Sáhara- cambian opinión según están con Poder o en oposiciones...” (Javier Bardem, PERIODISTA DIGITAL)
“Vigente ley internacional respalda reivindicaciones del Polisario y de los partidarios de un referéndum por autodeterminación que no restrinja ninguna de las opciones, incluida la independencia. Su argumento -avalado por diversas resoluciones de Naciones Unidas a las que Marruecos ha hecho caso omiso-, es que, antes incluso de la retirada de España, el Sáhara Occidental era ya uno de los territorios pendientes de descolonización cuya situación analiza el Comité de los 24 desde su creación por Naciones Unidas en 1961. En un doble juego propio de la dictadura, el Gobierno español, que formalmente concedía al Sáhara la categoría de provincia, informaba, sin embargo, a Naciones Unidas, admitiendo en el fondo que se trataba de una colonia (…)
Pero lo más sorprendente de la historia es que, por razones inexplicables, la diplomacia del Gobierno socialista que sucedió al de Aznar no intentó en ningún caso (…) sino reformular la visión africanista, aunque cambiándola de signo: Zapatero se inclinó hacia Marruecos (…) Tanto diletantismo de Zapatero (…) no ha resultado gratuito. Su precio ha sido alejar a España, primero de Argelia, luego ahora de Marruecos y, finalmente, también de cualquier posible contribución efectiva para poner fin a la tragedia del Sáhara..." (J Mª Ridao, EL PAIS)
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"Tengo muchas dudas sobre nuestro futuro, pero respecto al presente no me cabe ninguna. Está dominado por la ficción. Nada de ciencia ficción, no mezclemos. Ficción, a secas. Tampoco es literatura, porque eso exigiría un nivel de calidad y una cierta cualificación profesional que no se da. Lo nuestro es ficción para cándidos, que es lo que ocurre cuando alguien soporta una historia, y hace como que se la cree, por respeto, por no llamar la atención, incluso por miedo al qué dirán.
ResponderEliminarSi fuéramos gente más responsable deberíamos proteger a los niños. No podremos hacer de ellos buenos ciudadanos si por un descuido caen en las redes de la ficción que hemos montado. Corren el riesgo de creérselo y estaremos acabados como país. Una mesnada convencida de que es la sal de la tierra. El problema no está en los narcisos de humedal que se miran en el charco y se felicitan por ser los más guapos, inteligentes y demócratas de España. No, el problema aparece cuando es Pinocho el que se contempla en el espejo, y se gusta.
Como si fuera un gran plató de televisión, la sociedad se ha dividido entre los actores protagonistas, extras y espectadores. Lo llamativo es que de pronto quienes miraban han renunciado a seguir jugando el juego y los han mandado literalmente a la mierda, y ahí se han quedado los actores y los extras, animándose mutuamente (...)
Pasemos a los hechos y dejemos las metáforas. ¿Cómo valoraría usted a un líder político que después de estar varios años gobernando, por llamarlo de alguna manera, le promete que si le vuelven a votar rebajará los peajes de las autopistas? Es posible que el guionista de su campaña haya pretendido hacer un homenaje a Berlanga, pero incluso así, el chiste es muy malo, tanto que avergüenza. Ocurre con esos chistes de caca-pis-culo, que el problema no está en que no te hagan gracia, sino en que alguien te considere tan idiota como para contártelo. ¿Y qué decir del otro genio, convencido de su victoria, que nos promete que sólo va a estar tres mandatos? ¡¡¡Tres mandatos!!! Tres mandatos nada más, como un bolero (...)
El caso Palau de la Música no se toca. El de Santa Coloma de Gramenet tampoco. Sería de mal gusto citarlos en un momento tan trascendental para la patria. La cosa tiene su mérito, porque no es fácil que durante días enteros haya centenares de tipos hablando de cosas que a la gente le interesan un comino (...)
Los más listos de la cuadrilla están preocupados por la desafección social y con razón advierten de los riesgos autoritarios, pero no creen que el problema sea el discurso, sino los medios. Tienen ese síndrome del poder, el de Zapatero, sin ir más lejos; la cuestión no está en que lo hagamos mal, sino en que no sabemos explicar todo el bien que hacemos (...)
En Catalunya conviven dos mundos, el subvencionado y el real. Y es una suerte y un elogio que logren coexistir los dos mundos, porque hay otras sociedades donde no ocurre eso. En Asturias, por citar algo que conozco bien, lo subvencionado es lo real y apenas si hay otra realidad (...)
Yo pertenezco, o quizá pertenecía, a una generación para la que el hecho de que un currante en paro, que se llamara Manolo Torres, que tuviera 37 años, casado y con dos hijos, que viviera, es un decir, en l´Hospitalet, que se viera desalojado de su piso protegido de Adigsa, y que se ahorcara a una hora tan taurina como las cinco de la tarde, hace una semana, casi abriendo la campaña electoral, le parecería un agravio intolerable. Una conmoción de la sociedad real sobre la sociedad de la ficción. Y sin embargo, estoy convencido de que para los extras con frase decir algo así resulta demagogia. Tiempos curiosos estos, donde la realidad es demagógica y la ficción auténtica" (Gregorio Morán hoy en 'Por qué no iré a votar', LA VANGUARDIA)