viernes, 1 de noviembre de 2019

Alemania estaría, ya, por Disparaderos de otra (nueva... y 3ª) Guerra -"Comercial"...- Mundial

   

  
En estas nuestras -contemporánea mente...- 'Sociedades o/y Economías del Mercado Global...', los ENFRENTAMIENTOS COMERCIALES resultan ser una "continuación por otros medios..." para sus -anteriores Conflictos bélicos mediante-armas precedentes de DESTRUCCIÓN MASIVA...

Contra todas esas versiones infantiles con que se duerme nuestra sociedad, 'alegre y confiada' (pues aquí ahora no tenemos otra problemática sino lo del Cambio climático, Puigdemont, los Géneros o Franco y tal... mientras en el extranjero sufren con las "locuras" infundadas -excepto por "arbitrariedades..." caprichosas- de Trump, Salvini, Johnson, Putin, etc., ¿verdá?), la situación es mucho más compleja...
  
¿Cómo explicar si no, por ejemplo, que toda una Organización Mundial del Comercio -máximo adalid hoy del 'librecambismo' Global...- apruebe "sanciones arancelarias" contra la UE desde USA en sus enfrentamientos mercantiles con [China y] esta Europa donde crece sólo la decadencia?
    
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Pero menos mal que siempre habría excepciones en cualquier parte, incluso entre los economistas; pese al tópico extendido del que su habilidad consistiría sobre todo en echar bien las cuentas para "lo que ha ya pasado"... algunas figuras no tan sumisas a 'dizque correcciones políticas ambientales' llevaban décadas avisando y dejándonoslo razonado por escrito, y además muy claro {según ahora se puede ver AQUÍ...}:
"Hace unos días se los datos de la contabilidad nacional de Alemania relativos al 2º trimestre del año. La tasa negativa de su PIB (-0,1%) ha hecho saltar la alarma en toda la Eurozona. Con unas u otras palabras la prensa venía a titular más o menos del mismo modo “peligro de recesión en la locomotora europea”, lo que se certificaría, desde el punto de vista doctrinal, si la tasa del 3º trimestre fuese también negativa. Aunque la intranquilidad podría estar tanto o más justificada cuanto que la Eurozona en su conjunto tiene un precario crecimiento (+0,2%), Italia hace ya tiempo que está estancada y Francia se encuentra al borde de la recesión.


La preocupación ha cundido, ya, dentro de la propia Alemania: los representantes de la patronal, líderes notables del SPD y directores de relevantes institutos de economía sugieren que ha llegado el momento de que se abandone, o al menos se flexibilice, tantísima política de austeridad. En realidad, es un mensaje que Draghi ha venido repitiendo, aunque de formas un tanto veladas, tal como se suelen expresar los banqueros centrales. El BCE y también -una mayoría de- otros Bancos Centrales piensan que la política monetaria ha dado de sí ya todo lo que podía dar, llegando incluso a tipos de interés negativo. Es el momento de los gobiernos, ha afirmado Draghi recurrentemente. En román paladino, de las políticas fiscales expansivas.
Bien es verdad que no todos los países tienen capacidad para aplicar estas políticas. A los Estados del Sur, con un fuerte endeudamiento, les resulta imposible asumir esta tarea sin riesgo de ser desestabilizados por sus mercados, tanto más cuanto que carecen de moneda propia y la Eurozona está muy lejos de ser una zona monetaria óptima. Sin embargo, éste no es el caso de Alemania y de otros países del Norte, con finanzas saneadas y fuertes superávits en sus balanzas por cuenta corriente. En una década el endeudamiento público del país germánico ha pasado del 81% de su PIB al 60%, y los tipos de interés de sus bonos en estos momentos son negativos, es decir, que cobraría intereses a los acreedores por los capitales que le prestasen para acometer nuevas inversiones. En estas circunstancias y cuando hay peligro de alguna recesión no podría extrañarnos que haya quienes aboguen por abandonar el dogma del 'Déficit 0'.


Es necesario, sin embargo, señalar que se escuchan también otras muchas voces -quizás en un mayor número y de más importancia, entre ellas las del partido de la propia Merkel y los representantes del Bundesbank- donde no quieren oír hablar de 'flexibilizar' la política fiscal... Están sumamente orgullosos de la estrategia seguida e impuesta al resto de la Eurozona. Piensan que un relajamiento por parte de Alemania sería copiado inmediatamente por el resto de los Estados. Argumentan que no se puede incrementar la carga sobre las generaciones futuras.  Y no consideran el que determinadas inversiones tendrían una rentabilidad a medio y a largo plazo que compensaría con creces la carga de la deuda, sobre todo si ésta es emitida con tipos negativos.
Estas dos posturas defenderían frente al futuro políticas contrapuestas; pero, sin embargo, sustentan un mismo relato acerca de los acontecimientos pasados. Según dicha historia, los Estados del Norte o Alemania fueron hormigas; y los del Sur, cigarras. Los primeros fueron previsores y practicaron una política de austeridad correcta; los segundos vivieron durante años por encima de sus posibilidades. Los primeros gastaban menos de lo que producían y por ello acumularon un abultado superávit exterior; los segundos consumieron en mayor cuantía que su producción y por ello incurrieron en déficit de balanza de pagos y endeudamiento frente al exterior.
Alemania y sus satélites impusieron su tesis a los países que tenían dificultades con el lema “solidaridad a cambio de más ajustes”, de modo que los Estados que presentaban déficits cuantiosos en sus balanzas de pago, ante la imposibilidad de devaluar una moneda que no tenían, se vieron obligados a unas deflaciones interiores. Recobraron la competitividad mediante bajadas considerables del salarioprecios que corregían la brecha exterior. Se superó la recesión y se ha entrado en un proceso de creación de empleo.


Según este relato, tal política seguida ha sido, al final exitosa, y toda la Eurozona ha gozado de una etapa, la última, de crecimiento basado en el sector exterior y las exportaciones. La zona del Euro a lo largo de los 6 ó 7 últimos años ha presentado un superávit de la balanza por cuenta corriente de alrededor del 3%. Pero una política que ha basado todo su crecimiento en las exportaciones y en el sector exterior tiene por fuerza que resentirse al estallar una guerra comercial. Los enfrentamientos entre la China y EE.UU. están dañando a Europa de forma notable. El cuantioso superávit alemán entre exportaciones e importaciones lleva reduciéndose 2 años, y el del conjunto de la Eurozona ha descendido un 30%.
Hasta aquí el relato común, que es el que domina en Alemania, el que mantienen las instituciones europeas y que es mayoritario en la opinión pública de Europa, incluso en los países del Sur. Pero a partir de este momento, tal como hemos visto, las posiciones se dividen en dos: los que ante dicha dificultad que se avecina piden que se abandone la política de austeridad y los que, quitando importancia a los últimos datos y a la amenaza de recesión, consideran que los posibles problemas pueden aún solucionarse sin cambiar esa política que consideran casi sagrada.
Existe, no obstante, otro relato, otra narración, otra forma de contar la historia (véase “Contra el euro”, como ejemplo). Desde la creación de la Unión Monetaria hasta el comienzo de su crisis, los países del Sur fueron generando déficits exteriores cada vez más abultados, al final, insostenibles. Estos déficits eran la contrapartida de los superávits también desproporcionados de los países del Norte, y unos y otros solo fueron posibles al menos en esa cuantía por la existencia del euro. De no haber contado todos los países con la misma moneda las modificaciones en el tipo de cambio hubieran corregido los desajustes entre unos y otros, mucho antes de llegar al nivel que alcanzaron. 
En realidad, hubiera pasado lo mismo ya ocurrido en 1993 con el Sistema Monetario Europeo, ya que los mercados financieros habrían puesto a cada moneda en su sitio. Las de los países del Norte se habrían revalorizado y las del Sur, depreciado. La próspera situación económica de Alemania y demás países del Norte no ha obedecido a la aplicación de una política económica virtuosa, sino a que se trasladaban problemas a los países del Sur, ya que el euro les permitía mantener siempre relaciones de intercambio beneficiosas y condenaba a los otros Estados a una que les perjudicaba.

Del lema de “solidaridad y ajustes” solo se cumplió la segunda parte: la solidaridad brilló por su ausencia. No hubo, por supuesto, transferencias de recursos de unos Estados a otros mediante una integración fiscal, las exigidas por cualquier unión monetaria, o las que se dan entre las regiones de un Estado. Todas las llamadas ayudas adoptaron la forma de préstamos, no concedidos gratuitamente sino a muy buen precio y además financiados por todos los miembros por igual, en porcentaje a su PIB. Lo que sí hubo fue ajustes. Los países acreedores sometieron a los deudores a fuertes devaluaciones interiores, obligándoles a pagar un alto precio social, con fuertes sacrificios de la mayoría de los ciudadanos, especialmente de los trabajadores de las clases bajas.
Lo que Merkel y otros países superavitarios no calcularon es que su superávit comercial solo podría mantenerse con el déficit de las otras naciones. Así que cuando exportaron a los países del Sur su política de austeridad y les obligaron a corregir sua déficita exteriores, estaban condenándose a sí mismos a moderar su superávit, a no ser que encontrasen compradores fuera de la Eurozona. Que fue lo que en realidad ocurrió. Si los países deficitarios equilibraron sus balanzas de pago llegando incluso algunos a ser excedentarios, en el Norte mantuvieron o incrementaron su superávit. En el 2016, el superávit de la balanza por cuenta corriente de Alemania era del 8,7%; en Holanda el 8,1%; Dinamarca 7,9%; Austria 2,6% y la Eurozona en su conjunto un 3,5%.


La globalización y la multilateralidad entre las relaciones comerciales han originado que los efectos por esta política mercantilista se hayan extendido fuera de Europa. Los superávits de Alemania y toda la Eurozona en su conjunto tienen que tener su correspondencia en los déficits de otros países, entre los que se encuentra en un puesto destacado EE.UU. La balanza de pagos por cuenta corriente del gigante americano viene presentando saldo negativo desde hace por lo menos unas 3 décadas, y alcanzando cuantías realmente importantes en todo el primer decenio del presente siglo. Situación que, si en un principio se pudo mantener gracias al papel como divisa de reserva atribuido al dólar, resultó insostenible cuando se prolongaba en el tiempo. Antes o después, los problemas tenían que aparecer. Así fue en 2008 en la crisis pasada, y hay peligro de que vuelva a suceder en el futuro.
Trump es criticable por muchos motivos, pero en este tema tiene un punto de razón cuando pretende defenderse de la guerra comercial desatada por China y Alemania hace ya muchos años. La primera, con una férrea intervención del Estado en su economía, incluido el manejo del tipo de cambio; la segunda, emboscándose tras nuestra Euro-Unión Monetaria, alejándose de la relación real de intercambio, ya que la cotización del marco, si hubiese permanecido, estaría muy por encima de lo fijado para el Euro.

Salarios Mínimos Mensuales (incl. p.p. Extras) -2019
  
No es que los nubarrones que se ven apareciendo en la economía europea provengan del exterior, ni por luchas comerciales entre China y EE.UU. Es más bien al revés, que la política mercantilista y de austeridad adoptada por Alemania e impuesta al resto de la Eurozona se halla detrás de dicha contienda y está siendo un factor de distorsión del comercio internacional. Que Alemania y otros países más del Norte de Europa abandonen el dogma del 'Déficit 0' y giren hacia una política fiscal expansiva es por supuesto una necesidad para evitar la recesión en la Eurozona, pero también para la salud y el buen funcionamiento de la economía mundial."
  
Por último, desde nuestro concretísimo lugar (en este Reino de España, un miembro ahora entre otras 26 naciones, del conjunto que suman los Estados comuniarios nucleados por el Euro) nada pertrechado frente a las asechanzas por Dólares o Yuanes, nos convendría nunca olvidar cómo al flaco cualquier "hambruna" le será -mucho- más grave que a los demás... ¡Y por salarios nuestra posición en Europa es de lo menos desahogado


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