Desde remotísimos tiempos ancestrales, por aquel 'Tao-Te-Ching' ya quedó bien establecido cómo "El sabio conduce los asuntos en inacción, sin palabras predica, y del incesante agitarse de las cosas contempla siempre su retorno"...
Casi todo un milenio más tarde aún otro shakespeariano, 'Hamlet', nos lo proseguía recordando: "¡Ser, o no ser; esa es la cuestión!"...
Y, coetáneo del anterior, el cervantino don Alonso ['Quijote'] advirtió por medio de su "amigo Sancho: como dijo un sabio Side Ahmet ibn´Angeli, las cosas a continua mudanza sujetas para este mundo están"...
Por fin, durante todo este pasado siglo millones de seres llegaron a proclamar 'La Internacional', global mente: "¡Ni en Dioses, Reyes o tribunos estará un Supremo Salvador; nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor...!"
E importa hoy aquí recapitulársenos todo ello, aún algo más, como hace ya medio siglo A. W. tan bien hizo:
< […] Unas culturas libres de toda influencia exótica y
«puras» no existen, al menos entre aquellas civilizaciones finalmente más
desarrolladas. En efecto, es un hecho claro cómo las enseñanzas del 'Sakyamuni' o
Buda (Siddharta Gautama) viajaron
desde la India hasta medios muy diferentes -Tíbet, China, Thailandia, Japón…- según
jamás lo hubiera hecho el Hinduísmo, una cultura total. Pero donde no se
registraba la presencia previa para otra institución paralela, tal que por
ejemplo el taoísmo entre los chinos, fueron
muy difíciles de asimilar bien comprendidas...
Y una entre todas las consecuencias del separarse al Vedanta o el budismo de sus respectivos contextos culturales ha consistido en que los occidentales poco informados los contemplen como alternativas ante la Cristiandad: un cuerpo de doctrinas metafísicas, cosmológicas, psicológicas y morales, en el que se hubiere de creer como simple substituto del anterior. Parecería también como si cualesquier concretas prácticas con tales formas hacia la liberación perteneciesen por entero al dominio de las vidas privadas…
Y una entre todas las consecuencias del separarse al Vedanta o el budismo de sus respectivos contextos culturales ha consistido en que los occidentales poco informados los contemplen como alternativas ante la Cristiandad: un cuerpo de doctrinas metafísicas, cosmológicas, psicológicas y morales, en el que se hubiere de creer como simple substituto del anterior. Parecería también como si cualesquier concretas prácticas con tales formas hacia la liberación perteneciesen por entero al dominio de las vidas privadas…
Sin embargo, siendo principal función de todo camino liberador su anular «hipnosis»
impuestas al individuo por cierta institución social, lo que resulte necesario
en California no ha de ser igual para Bengala; porque, según el caso, serán
diferentes las afectadas. Y como dos enfermedades, distintas, requieren diversas medicinas...
El nirvana, o moksha, se supone generalmente que
implica un desprenderse del universo material y de los organismos físicos; empresa
ésta que supondría poderes mentales sobre la materia, capaces del otorgarle a
su poseedor las omnipotencias de los dioses. No obstante […] nada
se nos ha demostrado sobre que los caminos hacia la liberación equivalgan a una
cosa tan trivial como es cualquier substitución de algún estado hipnótico por
otro.
Sabemos cuánto nuestra percepción, del mundo, guardará
relación con la estructura neurológica o las modalidades en que nos ha enseñado
a ver el condicionamiento social. Y
como hasta cierto punto este último puede ser alterado, tiene quizá sentido el decirse
que solo sea imaginario. ¿Mas "imaginaria", también, la estructura del
organismo? Nadie puede probarlo…
Esta liberación, sin embargo, no se refiere al ‘maya’ (irrealidades) del mundo físico
sino a las de la institución social. Donde los textos búdicos declaran que son
falsas e imaginarias todas las cosas (dharma)
y carecen de una realidad propia (svabhava)
esto puede significar que sean relativas, o no tengan existencia propia, pues
ninguna puede ser designada salvo en relación con otras; y además porque «cosa»
sería unidad descriptiva, nunca una entidad natural…
El nirvana será
la visión transformada del mundo físico, una percepción de aquél mismo en su plena
relatividad. Como lo explicaba T. R. V. Murti, "el Absoluto no es nada contrapuesto frente otra Realidad más empírica,
sino que visto a través de las formas mentales (vikalpa) sería un fenómeno (samsara, o sea ‘cubierto’, literalmente); la
diferencia subjetiva es, tan sólo por aproximaciones epistemológicas, y para
nada de carácter ontológico»
[…] O según Wittgenstein:
«aquello inexpresable, que se muestra, constituye lo místico; el mundo que solo es, no como sea…"
Si cualquier maya no
residiera en el mundo físico sino entre los conceptos (o formas mentales) por donde
puede ser descrito, entonces, claro estaría también cómo será referible a las
instituciones de carácter social -el lenguaje, la lógica, sus construcciones- y
formas con que modifican aquéllas nuestra percepción
del mundo.
Esto se torna más claro aun cuando estudiamos la relación entre los caminos de liberación ancestrales y su estructura
social o cosmologías populares, para las
más antiguas culturas arias; la comunidad hindú se dividía por 4 castas básicas -brahmánica o sacerdotal, kshatriya o militar, vaishya o mercantil y sudra o laboral- en términos de las cuales
rol e identidad legal se definían: un hombre perdía toda entidad fuera de su
casta, y se le contemplaba entonces tal que animal humano, no ya como una persona.
Cuando a cualquiera no lo entretienen con otras alternativas convincentes, puede abrigar certezas de que tamaña cosmología es tan cierta como aquello del girar nuestro Sol en torno a la Tierra […] y creerse que la figura siguiente representa un oso trepando por el tronco de su árbol, lo cual resulta evidente pese al no verse ningún animal: ¿o acaso no será más que cualquier poste formado con muy nudosa leña?
Cuando a cualquiera no lo entretienen con otras alternativas convincentes, puede abrigar certezas de que tamaña cosmología es tan cierta como aquello del girar nuestro Sol en torno a la Tierra […] y creerse que la figura siguiente representa un oso trepando por el tronco de su árbol, lo cual resulta evidente pese al no verse ningún animal: ¿o acaso no será más que cualquier poste formado con muy nudosa leña?
Todas las formas de liberaciones han ofrecido alguna
salida del infinito ciclo que supone la reencarnación: tanto Yoga como Vedanta lo plantearon a
través del despertarse al verdadero
Yo, y el budismo mediante otro
comprender que los procesos de la vida no están ocurriéndole a ningún sujeto;
esto es, que nadie hay para poderse
reencarnar.
Coinciden -pues, en otras palabras- respecto al que las
almas individuales con sus reencarnaciones sucesivas desde unas vidas a otras,
e incluso de un momento a otro, son alguna ilusión traviesa (o maya). Todas las versiones populares de tales
doctrinas, tanto asiáticas cual occidentales, aseguran empero del individuo que
seguirá reencarnándose mientras no alcance su liberación...
Podría expresarse, por lo tanto, alguna tesis que muchos estudiantes
en todas estas doctrinas tal vez consideren insólita: aquellos budistas y vedantistas que comprendan profundamente sus propias doctrinas o
estén liberados, de hecho, no creerán en la «reencarnación»; al menos con su
sentido literal. Entre otras cosas, su liberarse incluyó el comprender que la cosmología
hindú no era ningún hecho, sino un mito.
Dicha liberación fue, y sigue siendo, una retirada fuera del alcance de toda institución
social; no ninguna del hecho de seguir estando vivos.
Esta concepción resulta coherente para el fenómeno del
cómo, en India, iba cualquier liberación de la mano
con renunciamientos a mantener toda casta;
el individuo cesaba de identificarse con su rol, o identidad socialmente
definida. Subrayaba todo eso, ritual mente: abandonando sus responsabilidades
familiares apenas ya la prole fuera capaz de asumirlas, descartando las ropas o
-como en el caso de los budistas- vistiendo
sólo túnicas ocres que señalaban al descastado tras algún crimen, para retirarse
a boscosas montañas...
Y luego, el budismo Mahayana incorporó un refinamiento lógico final: aquel quien regresa de nuevo a la sociedad o acepta sus convenciones, pero sin «apego» (Bodhisattva); jugando al juego social, mas no tomándoselo en serio...
Y luego, el budismo Mahayana incorporó un refinamiento lógico final: aquel quien regresa de nuevo a la sociedad o acepta sus convenciones, pero sin «apego» (Bodhisattva); jugando al juego social, mas no tomándoselo en serio...
Si pretendo ayudar a que una persona descubra cómo de falso un problema es, debo simular habérmelo tomado en serio. Lo que, de verdad, estaré considerando mediante la mayor seriedad es tan solo su propio sufrimiento; pero se necesita darle a creer que, sin embargo, esto no es otra cosa sino aquello por él mismo estimado como sus problemas.
Esas triquiñuelas resultan básicas en medicina y Psicoterapia. Se ha dicho que un buen médico es quien logra entretener al paciente mientras la naturaleza realiza su curación. Esto no es cierto siempre; pero, en general, resultará un principio sensato. Es más fácil esperar cualquier cambio natural cuando uno recibe la impresión del estarse haciendo algo para promoverlo...
En ese aspecto, las formas de liberación del Oriente han demostrado un ingenio asombroso: sus gurus o maestros, que la sociedad habría debido señalar como altamente subversivos, le convencieron de que sin embargo eran sus mismísimos pilares [...] Una vez cierto pueblo costero del Japón fue amenazado por cierto tsunami, o sea, marea gigante; pero un solitario granjero, desde los arrozales en la falda del montículo a cuyos pies se hallaba su pueblecito, alcanzó hasta ver aquella enorme ola desde muy lejos en el horizonte. Inmediatamente, puso fuego al sembrado; y los aldeanos, precipitados laderas arriba por salvar la cosecha, escaparon providencialmente del desastre.
Tal picardía por el granjero contra esos propietarios de aquellos campos -aparentemente, solo- es como la triquiñuela del guru, doctor o terapeuta, quienes persuaden a la gente sobre intentar soluciones a falsos problemas empleando una conducta coherente con sus propias premisas...
Tal picardía por el granjero contra esos propietarios de aquellos campos -aparentemente, solo- es como la triquiñuela del guru, doctor o terapeuta, quienes persuaden a la gente sobre intentar soluciones a falsos problemas empleando una conducta coherente con sus propias premisas...
Aun cuando estas formas orientales de liberación sean muy
diferentes entre sí, tanto como substancialmente distintas sus respectivas
técnicas formales, todas parecen culminar en algunos mismos estados o modalidades
de conciencia: caracterizada por una superación ante dualidades del ego y el mundo. Llámese «conciencia cósmica», la «experiencia mística» o cualesquier otras posibles cosas, parece alguna comprensión
sensorial del mundo físico tal como un campo. Pero a causa de la condición divisoria
-y no relacionante- del lenguaje, dicho sentimiento no sólo resulta de muy
difícil descripción, sino que puede sugerir intentos descriptivos contrapuestos.
En el budismo, su doctrina
subraya las irrealidades
de todo ego sustancial, anatman; al tiempo que Vedanta enfatiza
la unidad del campo. De aquí que, describiendo la liberación, lo primero
parezca simplemente afirmar cuánto un punto de vista egocéntrico se desvanece;
mientras el segundo sostiene que descubrimos cómo nuestro verdadero yo es el Yo
del universo. Los eruditos pueden discutir cuanto les plazca sobre matices y
detalles: la experiencia práctica desemboce en una sola y misma cosa.
Nada, pues, hay de oculto ni sobrenatural en dicho estado de conciencia; y sin embargo los métodos para intentar alcanzarlo son complejos, divergentes. Uno se pregunta qué tienen tales caminos en común, o cuál pueda ser su ingrediente más esencial […] Para lograrlo, elaboremos una descripción simple pero exacta de lo que ocurriría entre un guru o maestro Zen y su discípulo, dentro del contexto social en que tiene lugar esta relación.
Nada, pues, hay de oculto ni sobrenatural en dicho estado de conciencia; y sin embargo los métodos para intentar alcanzarlo son complejos, divergentes. Uno se pregunta qué tienen tales caminos en común, o cuál pueda ser su ingrediente más esencial […] Para lograrlo, elaboremos una descripción simple pero exacta de lo que ocurriría entre un guru o maestro Zen y su discípulo, dentro del contexto social en que tiene lugar esta relación.
Lo que hallamos es bastante parecido a un combate de judo: el experto no ataca, sino que reposa esperando un ataque, deja que planteen sus problemas los discípulos. Luego, cuando al fin sobrevienen los ataques, tampoco él intenta oponerles resistencia; rueda con ellos y los termina llevando a su conclusión lógica, desmoronamiento de aquella premisa social falsa sobre la que se asentaban las preguntas del correspondiente interlocutor...
Alguna terapia psíquica que dé buen resultado puede resultar del Psicoanálisis (de Freud), por otro "Consejo no-directivo" (Rogers) o con más 'Psicologías analíticas' (Jung)… Las teorías y métodos difieren, o divergen, pero pueden compartir un factor esencial oculto. Sin embargo, hay buen motivo para ver cuánto las liberaciones obtenidas no provienen desde ninguna reencarnación física, sino del pensar y sentir en medio de la confusión...
Alguna terapia psíquica que dé buen resultado puede resultar del Psicoanálisis (de Freud), por otro "Consejo no-directivo" (Rogers) o con más 'Psicologías analíticas' (Jung)… Las teorías y métodos difieren, o divergen, pero pueden compartir un factor esencial oculto. Sin embargo, hay buen motivo para ver cuánto las liberaciones obtenidas no provienen desde ninguna reencarnación física, sino del pensar y sentir en medio de la confusión...
De cualquier modo, debe presentarse una evidencia en favor
sobre tal punto, para cerciorarnos con respecto a que las Psicoterapias u otras
formas hacia la liberación tienen un campo común. Empezaremos por cierto hecho muy bien
reconocido, de cómo todas aquellas prácticas orientales liberadoras (como Vedanta, budismo, Yoga o taoísmos… aunque podrían incluirse -también-
al Sufismo islámico y algunos aspectos
del jainismo...) declaran que nuestro
ser consciente ordinario egocéntricamente solo es por alguna conciencia limitada y
empobrecida, sin fundamento en la «realidad».
Está por verse si es física o social su base, ¿biológica u,
objetivamente, sólo cultural?, pero […] en cualquier caso, el método incluye
algún tipo de meditación; pudiendo tomar
forma tanto del atender concentrado -sobre ciertos objetos, problema o aspecto
de la conciencia, en especial- cuanto de otras observaciones relajadas y
desapegadas a cualquier cosa que por las mismas mentes nos viniere, simple mente.
Cabría ser expresado con intentos del suprimir todo pensamiento verbal, o como
dialéctica para desarrollar el más riguroso hasta sus últimas consecuencias.
Podemos resumirlo por la pretensión de tomar conciencia directa del yo perspectivo, si bien cabe desarrollar otra idea: tal yo no es nada posible de ser conocido; ni tampoco el cuerpo, las sensaciones y pensamientos, o aun tan siquiera la conciencia. En cierto momento se solicita del discípulo investigar con forma exhaustiva e implacable por qué ansía la liberación, sencillamente; o quién es el que desea ser liberado. Los métodos varían, pero no sólo entre diversos maestros o escuelas, también de acuerdo con distintos temperamentos y necesidades de sus discípulos...
Podemos resumirlo por la pretensión de tomar conciencia directa del yo perspectivo, si bien cabe desarrollar otra idea: tal yo no es nada posible de ser conocido; ni tampoco el cuerpo, las sensaciones y pensamientos, o aun tan siquiera la conciencia. En cierto momento se solicita del discípulo investigar con forma exhaustiva e implacable por qué ansía la liberación, sencillamente; o quién es el que desea ser liberado. Los métodos varían, pero no sólo entre diversos maestros o escuelas, también de acuerdo con distintos temperamentos y necesidades de sus discípulos...
La misma división de opiniones se da en Psicoterapias pero, de hecho, siempre hay algún guru en uno u otro sentido; a veces sería sólo un amigo, que da consejos, otras cierto libro: la servidumbre generada en relación social debe ser disipable a través de otra.
¿Se considera en Asia la liberación referible al condicionamiento social, más bien que a los físicos o metafísicos, realmente? Mis propias conversaciones directas con los maestros de budismo Zen sobre tamaño asunto no me han dejado la menor duda. Nunca he hallado uno solo que creyera en la reencarnación de naturaleza corporal; menos aún que se atribuyese ningún tipo de poderes con carácter milagroso, literalmente, sobre su propio mundo físico...
En otras palabras, la reencarnación no debe ser entendida literalmente, como corporeizaciones consecutivas de un ego individual, ni siquiera como cadena del «karma» individual, o configuración de conducta causalmente conectada […] Las multitudes de vidas del individuo reflejan su multiplicidad sólo en vínculos físicos y sociales...
Empero es el caso que los problemas de su existencia no son importantes para una correcta comprensión del budismo. De acuerdo con la filosofía Madhyamika desde Nagarjuna, dicha cadena lineal -eslabonada, o causal, entre «cosas»- es puramente conceptual (vikalpa) y descriptiva; evitaríamos la mar de confusiones con sólo mantener clara cierta idea: del que tanto las cosas como los fenómenos expresan apenas unidades descriptivas, mas no fracciones reales, de todo aquello cuanto estamos describiendo.
De cualquier modo, deberíamos agregar
alguna referencia sobre las actitudes del propio Buda
frente a esto, tal como se han recogido por testimonios. En los textos canónicos claramente surge cómo él negaba toda realidad sobre cualquier ego substancial; pero que jamás negó, ni tampoco afirmó, las posibilidades de «vidas» pasadas o futuras. Lo consideraba un asunto trivial, porque no se proponía liberar al hombre del mundo
físico, sino con respecto a su
estilo egocéntrico de
conciencia.
«Si de un hermano, Ananda, cuyo corazón estuviera ya en libertad hablase alguno diciendo “Su credo es que cualquier Arahant (liberado) prosigue después de muerto…" absurdo sería; o si… ”Es credo suyo que un Arahant no sigue luego…” ni “Sigue y sin embargo no lo hace después de morir…” e incluso “No sigue ni deja de seguir, una vez muerto", todo eso serían también absurdos…»
«Si de un hermano, Ananda, cuyo corazón estuviera ya en libertad hablase alguno diciendo “Su credo es que cualquier Arahant (liberado) prosigue después de muerto…" absurdo sería; o si… ”Es credo suyo que un Arahant no sigue luego…” ni “Sigue y sin embargo no lo hace después de morir…” e incluso “No sigue ni deja de seguir, una vez muerto", todo eso serían también absurdos…»
Para la
doctrina original de Buda toda especulación metafísica o interés en milagrosos controles,
del mundo físico, eran tenidos
no sólo por banalidad sino también como estorbos concretos a la liberación. Además, no existe una teoría de la reencarnación física en el taoísmo; y de acuerdo con A. K. Coomaraswamy, la interpretación adecuada del Vedanta es que «lo único -y singular- transmigrante…» sería un ‘Supremo Yo’, el Atman-Brahman;
nunca, pues, ningún alma individual.
Esos enfoques disolvieron las totalidades de cosmologías reencarnacionistas en
la vetusta India, reduciéndolas bien al mito, o bien a simple posibilidad que nunca debería preocuparnos. La pesadilla de que un mismo individuo soportara -su miseria, enfermedad y
muerte, repetidas- durante períodos infinitamente largos del tiempo, o un cautiverio por siglos en las cámaras para tortura de los demonios, llegó a su
fin entre una sencilla comprensión del que no
hay nadie para sufrir todo esto...
En esto consiste toda la técnica para las hipnosis, del “suave (ju) camino (do)” por el cual un operador persuade
al sujeto de que no puede desobedecerle: la liberación búdica recibe
nombre del despertar (bodhi) por el
sencillo motivo de su equivalencia con los finales
para una hipnosis social... Ser hipnotizado sería simular,
inconscientemente, que quien nos hipnotiza es -digamos- invisible; algo así como
convenir que un juego resulta serio, porque yo estoy dentro de mi piel y mis
campos visuales fuera…
Ahora bien: ignorar contexto en acontecimientos es propiamente
lo que designa el término avidya (o desconocimiento), budista, que se disipa con la liberación. En cierto modo […] cualquier
disciplina búdica deja tras de sí la ignorancia inconsciente -todo acto
selectivo habitual de la conciencia, que deja fuera del foco al contexto, para
coger cada cosa «separada»…-
gracias a una intensa concentración.
La ficción del ego
agente se difumina en presencia de atención
plena y acabada sobre lo que realmente sucede al elegir, decidir, intentar
o ser espontáneo. Es entonces cuando se logra llegar hasta comprender que la
conciencia en atención es avidya, o ignorancia, y no puede ser de otro modo…
Mas el principio budista de que «la forma es vacío
(sunya)» no implica, en consecuencia, que las formas no existan. Significa,
sí, que son inseparables de sus contextos: la forma para una figura es, también,
aquella de su fondo;
una silueta queda tan determinada por cuanto deja fuera como con lo que
lleva dentro. La doctrina de sunyata, o vacuidad, sólo afirma que no existen formas por sí mismas; pues cuando se
concentra uno en alguna cosa individual ésta se complica, más, con el universo entero.
La visión búdica del mundo como dharrnadhatu -liberalmente traducible por «campo de funciones relacionadas»- no difiere mayormente con respecto a concepciones que la ciencia occidental tiene sobre lo real, solamente una de las visiones resulta vivencial y otra teórica.
La visión búdica del mundo como dharrnadhatu -liberalmente traducible por «campo de funciones relacionadas»- no difiere mayormente con respecto a concepciones que la ciencia occidental tiene sobre lo real, solamente una de las visiones resulta vivencial y otra teórica.
Poéticamente, el dharmadhatu se simboliza por medio de una vasta red con piedras preciosas, como si fueran gotas del rocío sobre alguna telaraña multidimensional. Examinando cerca cada una de tales gemas, observaremos en ellas los reflejos desde todas las demás. La relación entre dichas piedras recibe nombre técnico de «cosas, ciertas, y sin obstáculo» (shih shih wu ai); vale decir que cualquier forma, en particular, es inseparable frente a todo el resto.
En suma, pues, la disciplina budista tiende a comprender que cualquier angustia o conflicto (duhkha) emana desde aprehensión (trishna) de las entidades extraídas del mundo por ignorancia (avidya):
con el verbo aprehender quiere decirse actuar o sentir
hacia ellas como si fueran independientes de
su contexto. Eso es poner en movimiento el samsara, o círculo vicioso: tratar de
resolver el falso problema de las luchas entre vida y muerte, placer y dolor, bien y mal, yo y no-yo;
en una palabra, conservar toda «separatidad» ante
la vida, del ego.
Pero el estudiante, por la meditación disciplinada, descubre
que no podrá evitar ese tipo de aprehensión
mientras insista pensando en sí mismo como ego capaz del suspender acciones o actuar […] Descubriría las irrealidades del ego al advertirse cómo éste no puede aprehender la realidad ni dejar de hacerlo.
Así promoverá el nirvana, lo cual es la salida del falso problema: se siente como si todo yo fuera,
o estuviese sucediendo -incluso «mis»
propios pensamientos y acciones…- por sí solo […] Esto es, en consecuencia, sentir la vida: no como encuentro del sujeto y
el objeto, sino cual campo polarizado donde la contienda entre opuestos se ha convertido en el juego de
los mismos [...] Debido a ese motivo, el budismo aparea percepciones (prajna) y compasión (karuna),
en actitud apropiada del organismo hacia su medio ambiente socio-natural; descubriendo cómo tal tornadizo límite entre un individuo y el mundo, que denominamos conducta individual, es común entre ambos...
En correspondencia, pues, con la visión final del mundo como
campo unificado (dharrnadhatu) el budismo encuentra por cada hombre plenamente liberado un Bodhisattva, quien está
completamente libre para tomar parte atenta en el juego cósmico y social […] Su posición concuerda, por tanto, con la del Atman-Brahman de Vedanta,
aquel «Yo»
inclasificable e
inidentificado que desempeñaba todos los papeles en el drama cósmico y social […] Es en este
mismo sentido que “los zorros tienen madrigueras, o las aves de nuestro cielo
nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza” (Mt. 8,20)…
La relación entre proceso
liberador y convención social es aún más clara cuando pasamos a China desde la
India: el taoísmo, en tanto que sendero hacia la liberación,
suele ser descrito como fundamentalmente antitético
al sistema de normas sociales del Confucianismo; pero es
un error grave analizarlos como puntos de vista mutuamente excluyentes, a la manera del determinismo y el libre albedrío. Para el ideal confuciano es básica una
idea del que cualquier ordenamiento adecuado en la sociedad se
fundará sobre su «rectificación del nombrar(se)», o sea, un acuerdo acerca de alguna definición sobre los roles y sus relaciones.
Las posiciones taoístas, en cambio, declaran que ninguna definición de tal tipo puede ser tomada en serio. Los nombres o palabras deben ser definidos por
medio de otra verborrea, y... ¿con qué palabrería definiremos esta última? De aquí el comienzo del celebrado clásico que a Lao-Tsé se atribuyó:
«El Tao (Camino de la Naturaleza) del que se puede hablar No es el Tao Absoluto; los nombres que pueden pronunciarse No son Nombres Absolutos, el Sin-Nombre constituye origen del Cielo y de la
Tierra; El Nombrar (o Nombrado) representa la Madre de Todas
las Cosas»…
«Pero el Tao jamás tuvo nombre, ninguno... Porque, así como se dan los nombres, uno también debe saber detenerse. Sabiéndose detener, es posible tornarnos inmortales». Este «saber en dónde ya detenerse» recibe nombre, más general, de wu-wei: el cual significa «no-acción», o «sin-interferir»; pero que debería entenderse más precisamente como no actuar en conflicto con el Tao, sendero y curso de la naturaleza.
Va contra el Tao, por ejemplo, tratar de coagular sus incesantes transformaciones
en nombres fijos; porque, si no, esto a las estructuras de
la Naturaleza les daría sólo apariencia similar al lenguaje: pareciendo
multitudes de cosas diferentes, más que múltiples relaciones cambiantes. Puesto que realmente, y en esto último, no
hay modos como para
ubicarse fuera de la Naturaleza e interferir
con ella. El organismo del hombre no se confronta con el mundo; sino, más bien, está en él…
Por eso, dice Chuang-Tzu: «¿Cómo podrá estar
tan oscuro el Tao que requiera una distinción entre lo cierto y aquello
falso? […] Nada no siendo esto hay; ni que
tampoco aquello sea […] Ésta es la teoría de
interdependencias entre aquello
y esto. Sin embargo, la vida sería
generada por las muertes, o viceversa»…
La filosofía del wu-wei (o no-interferencia) implica, pues, un consejo aparentemente peligroso: recomendar que la gente se acepte tal como es. Lo cual perturbaría mucho menos el orden social que forzar al ser humano a destrozarse persiguiendo ideales imposibles […] «Afánate por conservar en el mundo la simplicidad original. Y así, tal como el viento sopla donde se hace presente, deja también establecerse la virtud por sí sola… La garza es blanca no bañándose a diario; y negro el halcón sin pintarse cada día…»
Se confiaba en la naturaleza humana lo suficiente para
dejarla librarse a su propio aire, por estar recogida en el Tao;
el cual a su vez era percibido como un orden coherente natural, manifestado en
la bipolaridad no-dualista entre lo
positivo (yang) y sus negatividades (ying)…
Los caminos de liberación van «hacia
fuera y abajo»;
como el agua, cogen rumbos con la menor resistencia; siguen las caídas naturales del propio sentimiento; nos tornan en estúpidos, ayudando a rechazar los refinamientos por el aprendizaje; dejándonos inertes cual hojas a merced precisa
del viento. Eso quiere decir que la inteligencia resuelve sus problemas recurriendo al menor esfuerzo,
con suprema simplicidad; y es por medio de tales conceptos cómo el taoísmo
inspiró a los creadores japoneses la técnica del judo: fácil y suave Tao.
Hay
paralelismo evidente,
aquí, con la filosofía para las
Terapias
no-directivas de Carl Rogers;
en ella el terapeuta sólo traza conclusiones lógicas
de cuanto los clientes piensan y sienten, según sencillo
proceder del reformularlas con la manera más clara posible. Sus intervenciones redúcense
al expresar lo que ha entendido, él, en las palabras de un cliente.
Se confía en la sabiduría del «potencial de crecimientos positivos» para cada ser humano,
quien deberá elaborar su solución al problema planteable, a poco que se lo hayan
enunciado con forma clara y coherente.
El propio terapeuta, pues, se
ofrece tan «estúpido» y «pasivo» como un taoísta:
careciendo de teoría sobre lo que va mal en su paciente, o qué debe hacerse, para obtener la cura […] Todas
las posiciones taoístas -como aquella otra de Wittgenstein- consistirían en que sí puede
haber alguno lógico; pero, a cambio, no existen
los problemas de carácter natural o físico...
Por lo cual podría deducirse que los taoístas abogaban en favor de un primitivismo
romántico, similar a la
idealización del ‘Buen
Salvaje’ durante todo el siglo XVIII europeo. La conclusión resultaría
natural si separásemos enteramente los pasajes citados de su contexto social; pero Needham nos dejó un convincente desarrollo sobre la idea de cómo aquella «tecnología» o artificialidad
a las que oponíanse los taoístas eran del sistema feudal, cuyas leyes no hacían sino proteger su explotación y
cuya técnica se redujo al manufacturado armamentista.
Hay otro hecho aún más importante: el Confucianismo, pese a su indudable mérito, era una concepción escolástica, ritual y
puramente teórica de algún orden social, pero despojada del menor interés en lo natural. Toda literatura taoísta refleja su profundo e inteligente interés por los modelos o procesos del mundo natural, y deseo de basar
las vidas humanas desde principios
observables en él, para contraste con los arbitrarios debidos al
ordenamiento edificable sobre violencia…
Si esto es primitivismo romántico, las Psicoterapias actuales no lo serían menos, cuando promueven formas de vida. que van más acordes a la biología humana que con cualquier tradición social […] Como ha señalado Needham, aquí se aprecia un cercano paralelismo con las rupturas entre alguna ciencia occidental que leería del libro escrito por nuestra Naturaleza y otros escolasticismos próximos, los cuales hojean sólo páginas en Aristóteles, la Biblia o Sto. Tomás de Aquino…
Desde
interacción del
budismo Mahayana
y taoísmo, entre los años 400 y 900 d.C. surgió a escuela de Ch’an -o sea, más
tarde, Zen- con sus asombrosas técnicas que
proponían liberaciones, no ya por exposición verbal sino mediante «directísimo señalamiento». La posición fundamental del budismo Zen dice no tener nada
por decir; o, una vez más, que la Naturaleza tampoco es ningún
problema:
Las colinas azules son sólo eso, azules colinas;
y las blancas nubes, nada más que nubes,
blancas…
Las dificultades del Zen se hallan entre la problemática, en principio insuperable, del conseguir que las personas comprendan cómo su vida y muerte no son realmente problemas […] Análogamente, con sus respectivos métodos taoísmo, Vedanta y budismo nos enseñan que la vida deja de parecérnoslo en cuanto advertimos hasta qué punto el ego es una ficción social.
Claro es el que las enfermedades y la muerte
pueden resultar dolorosas, pero su tono problemático estará solo dado por
cuanta vergüenza arrojen sobre nuestro ego: ese bochorno sería el mismo que sentimos
cuando se nos ha cogido fuera de nuestros ‘papeles’, por ejemplo…
El estado de conciencia que sigue a la
liberación, del ego ficticio, se comprende con bastante facilidad en términos
neuropsiquiátricos. Podemos recordar cómo uno entre los más importantes hechos
físicos que reprime la socialización es el de que toda nuestra experiencia
sensorial viene constituida por estados del sistema nervioso […] Y, si todo ello se ve cierto, resultará obvio que la sensación
del ego es pura hipnosis.
La sociedad va persuadiéndole al individuo del
hacer lo que desea ella, creando apariencias de que sus órdenes tan solo sean
la voz desde un yo íntimo individual: “lo que nosotros deseamos es lo que
deseas tú”. Y ello representa una duplicidad conceptual como la mostrada por
aquella madre que a su hijo -empecinado en el cubrirse con lodo, amasando un
pastelón de barro- le dice «¡Pero
querido, tú no quieres meterte por todo ese fango!»; es información capciosa, no más ni menos
que la «Gran Mentira Social»...
Supóngase que, gracias al método para las formas orientales de liberación, se interrumpiera ese falso reflejo del que «yo veo estas otras visiones, o siento aquel otro
sentimiento, míos» […] Sólo algún cambio de tal orden
explicaría la sensación, tan habitual en instantes consecutivos al liberarse (satori), del que cada uno mismo es el mundo externo; y las acciones
exteriores nuestra propia obra. Se habrá de conocer a la percepción, entonces,
como aquello cuanto en realidad es: relaciones de campo y no, ya, un encuentro...
Además, al respecto, tenemos razonablemente
demostrado algo próximo a tamaños cambios de la percepción: un entender cómo en
cualesquier sensaciones no hay sino estados del organismo, propio, es lo que
produciría el ácido lisérgico
LSD-25...
Para comprender esto debemos remitirnos,
primero, al contexto social de cualquier liberación en la India más antigua:
normalmente, nadie pretendía ingresar a estas disciplinas más que ya por la
etapa terminal de su existencia. Entre diversos asrhans (estadios vitales), el periodo liberado del "morador en los bosques" (vanaprastha) sólo sobrevenía una vez agotada la previa etapa como "padre de familia" (grihastha). Se consideraba que la liberación emancipaba, no solo de
cualquier convención social, también sobre las responsabilidades comunitarias.
El budismo Mahayana modificaría de modo
radical dicha noción (…) y las respuestas para nuestro problema radican más
aquí en disciplinas que permanecen inesperadamente ligadas a la cultura hindú: Vedanta o Yoga. Si bien parece significativo que igual viera,
en el proceso de individuación con sus Psicoterapias, un objetivo apropiado ante
la última parte para cada vida Jung:
una preparación
al morir...
En fin, el sahaja (o genuina espontaneidad)
nada tiene que ver con los cultos al placer: "es una doctrina del Tao, y un sendero de no-propósitos". O sea, que todo lo mejor viene hacia nosotros y aparece como alcanzable por nuestras manos; pero en cuanto nos esforzamos, para retenerlo, semejaría estar eludiéndonos perpetuamente...>
Sobre todo esto hay -eh, ahí...- alguna lección sabrosa para escuchar... en el video “Agustin Pániker con Fernando Rodriguez: Diálogos DE MEDITACIÓN Y CIENCIA”:
ResponderEliminarwww.youtube.com/watch?v=qkTTsFy7Exc
Se aprende (tan bien) cómo el Yoga y los Budismos [cunas de la inteligenci...@mocional...ogía hoy] que acá se ven 'de la India'... no serían tanto, sólo, tales en realidad!
¡Ea, con salú...!