Contra t@ntísimo muy solemne consenso en gili-decadencia correcta: unas columnas higiénicas para no dejar (entre los "hunos u otros"...) títeres con cabeza, sino muertos (¡mas de risa!), las del paisanico éste (tan bien venido, desde sus murcianeces) que por "El Confidencial" nos atiende (D. Juan Soto Ivars, o sea, 'España is not Spain'):
"Termina una semana marcada por los vehículos convertidos en pancartas. Antes de que otra nueva nos azote y algún colectivo lleve a la palestra un escándalo relacionado con acróbatas nazis, peluqueros caninos machistas o inspectores de recto aficionados a esnifar mahonesa, me aprovecho para contaros una noticia relacionada con vehículos, escándalos y mensajes, que pasó recientemente en Alcantarilla (Murcia) implicando a ‘Podemos’ con el presidente de la Región y un vehículo bastante particular.
[Paréntesis aquí: si
crees que Alcantarilla es nombre gracioso para un pueblo será porque no sabes cómo
hay 3 pedanías entre Alcantarilla y Murcia, por el trapicheo de cocaína famosas, a las cuales llaman La Raya,
Nonduermas y Rincón de Seca, sucesiva mente; somos así, en Murcia, los primeros
en hacer el chiste sobre nosotros mismos]… Pero a lo que iba…
Aparte del nombre,
Alcantarilla tiene otras 4 cosas interesantes: la 1ª, el antiguo juzgado de la
Inquisición, donde antaño condenaban a brujas y hoy, todavía peor, puedes
encontrar gente estudiando para las oposiciones. La 2ª es una noria árabe sin
más explicaciones. La 3ª es la fábrica ‘Hero’, famosa en el mundo entero. Y la 4ª,
que protagoniza esta noticia, es el ‘Coche
del Muerto’. No hay nada igual en este mundo.
El ‘Coche del Muerto’
no es un coche fúnebre, sino un vehículo blanco con altavoces encima que pasa
por todas las calles del pueblo anunciando las esquelas a un volumen
equiparable al furgón del tapicero. Tú estás tranquilamente en tu casa después
de comer, empiezas a amodorrarte mientras Jordi Hurtado
emite destellos de inmortalidad en la pantalla, y de pronto entra una voz
tenebrosa de ultratumba que brama: -‘¡Señores vecinos de Alcantarilla!’
El mensaje siempre es
el mismo. Cambia el
nombre del muerto, la fecha y el mote. Aquí los motes te
persiguen, como ‘el amor constante’ de Quevedo, más allá de la muerte. Total,
que chilla el coche: -‘¡Señores vecinos de Alcantarilla! ¡Se hace saber que ha
fallecido en nuestra localidad Juan Antonio Martínez Hernández, conocido por
todos popularmente como ‘El Tío La Puta’! ¡Sus familiares, a todos quedarán muy
agradecidos si mañana sábado les acompañan en su entierro con misa, que se
celebrará en el Tanatorio San Roque!’ Y vueltos a empezar: -‘¡Señores vecinos...
de Alcantarilla...!’
Mi familia y yo vivimos
allí hasta que cumplí los 14. A mi hermano y a mí, lejos de abismarnos en el
nihilismo, la entrada de la muerte por la ventana nos lanzó al humor negro. En
cuanto detectábamos el eco del ‘Coche del Muerto’ viniendo por una calle
lejana, salíamos disparados al balcón. Aguzábamos los oídos, impacientes, para
pillar el mote antes de que el coche hubiera llegado a nuestra calle. A veces
eran decepcionantes: el ‘Chato’, la mujer del ‘Piña’, la viuda del ‘Cubano’;
pero algunas otras era tan bueno que corríamos gritando: -‘¡Mamá,
JUAAAAAJAJAJAJA, mamá, que s' ha muerto Braulio ‘El Vomitajo’!’
Ha pasado mucho
tiempo, pero el tiempo pasa en Alcantarilla al compás de las defunciones que
anuncia el ‘Coche del Muerto’. De fiambre a fiambre pasan 2 días, cada tantos
difuntos 1 mes, y sin darte cuenta han pasado los años. El tiempo, que todo lo
mata, ha empezado a agrietar la coraza de silencio que envolvía
tradicionalmente a la corrupción murciana. Saltó el ‘caso Nueva Condomina’ y
ahora tenemos al presidente Pedro Antonio Sánchez
pendiente de una investigación. La estrategia del PP murciano ha sido la típica
(yo no sé nada, todo es mentira), así que se les ocurrió a los de ‘Podemos’ una
forma original para informar a la localidad. Se montaron un ‘Coche del Muerto’:
-‘Señores vecinos de
Alcantarilla: Podemos les informa de que ha sido en nuestra
Región
imputado Pedro A. Schez, presidente de la comunidad y del Partido
Popular, por los delitos de Prevaricación continuada, Malversar en caudales
públicos, Falsedad documental más Fraude... Podemos les invita a su juicio en el
Tribunal Superior de Justicia de Murcia’.
El escándalo no ha
sido tan viral como el del autobús de ‘HazteOir’,
pero en el pueblo hubo consecuencias. El alcalde de Alcantarilla, un pepero y amigo de
Pedro Antonio, ‘The Boss’, se irritó tanto que la policía municipal envió para detener al falso ‘Coche del
Muerto’. Y eso que ni siquiera se inventaron mote.”
“La maldición de
España no es el cainismo. De hecho, el cainismo podría ser buen punto de
partida para solucionar nuestros problemas si algún bando lograse aniquilar al
otro y no quedase ya ni un gilipollas más para estropearlo todo. Pero si algo
nos enseñó el experimento sociológico previo a 'Gran Hermano' (la Guerra Civil), es que falla el método: un bando se
persuade de que todo gilipollas está en el contrario y al ataque se lanza. Tras
la victoria, los ganadores ven pasar a su líder bajo palio con su fajita
ridícula. Como auténtico gilipollas.
Descartada pues una
solución taxativa, los españoles inventamos la democracia hispánica para lidiar
pacíficamente con gilipolleces ajenas. Platón explicó su desencanto con la
democracia de los atenienses mediante analogía del navío: igual que jamás
aceptaríamos viajar en un barco cuya tripulación está borracha, tampoco
deberíamos dar el timón del Estado a una masa ignorante y manipulada. En este
sentido, los Estados Unidos han penetrado en el reino de la
democracia platónica, pero en España jugamos con otros naipes.
[Abro paréntesis para
decir que gilipollas me parece una palabra maravillosa. Su origen misterioso se
presta a toda clase de leyendas. Mi favorita la encontré en el blog Secretos de Madrid. Allí explican cómo Baltasar Gil Imón de la Mota,
consejero de Hacienda del siglo XVI, tenía 2 hijas feísimas a las que intentó
casar sin éxito. Arrastraba a las pécoras por todo convite público y los
pretendientes salían escopetados. “Ahí va don Gil con sus pollas”, decían los
cortesanos, que nos brindaron el insulto más ubicuo conocido entre nuestro
léxico.
Pero ¿sobre qué
hablamos cuando lo hacemos de gilipollas? La definición de
la RAE es lacónica y pobre: “Necio o estúpido”. Notamos en seguida que
a esa salsa le falta mejunje, hasta el punto de que más de uno tendrá ganas de
llamarles gilipollas a los académicos que la cocinaron. El paladar indica que
gilipollas es mucho más que necio o estúpido: es petulante, repelente, chuleta,
maleducado, ignorante, malcriado y pelmazo. Que me traigan otra palabra que
condense tantas palabras distintas y dejaré que me llamen gilipollas con
placer.]
Cierro paréntesis.
Para los españoles, la democracia no es
un sistema del elegirse representantes, sino una forma de
insulto apenas velado.
Cuando un español vota a un partido y ese partido pierde las elecciones, su
conclusión, bastante perezrevertiana, es que ‘aquí no cabe un gilipollas más’. Y
debo decir que sí, en esto el español tiene toda la razón.
El votante medio del PSOE
piensa que los del PP son gilipollas, el del PP lo mismo con los del PSOE, y pasa igual con los de Ciudadanos o Podemos: en España da igual quién gane, porque saldrá
alguien que dice que vivimos en un país de agilipollados. De aquí la tesis: lo
único transversal en España es la gilipollez.
Procedo a demostrarla.
El síntoma más evidente se nota en las discusiones
de política, nuestro pasatiempo nacional. Si un individuo tiene
ideas propias y no se pliega como una monja a los dictados de su bando, en
seguida empieza a notar que la gente se irrita con él. Uno puede, pongo por
caso, votar a Podemos, sin que por eso deje de percibir que hay ahí una buena
remesa de gilipollas. Si lo dice, en seguida le saltarán al cuello los
militantes, individuos incapaces de aceptar que la gilipollez española es
transversal.
Los militantes, en su
lucha permanente contra la realidad, han inventado un mecanismo ingenioso que
se llama “y tú más”. Lo cual solo es
un recurso inteligente para desviar atención: si yo digo que un cerdo es
hediondo, el militante de algún Partido Porcino exclamará que ‘los jabalíes no
huelen mejor’. ¿Deja un cerdo de ser hediondo porque un jabalí huela peor? No,
pero con un hábil movimiento de manos, el militante trata de demostrarnos que
sí.”
[Por si no había quedado claro aún, aquí va otra columna que acaba de aparecer, sobre lo mismo]
ResponderEliminar“QUE NO OS ENGAÑEN: LA INCORRECCIÓN POLÍTICA NO ES DE DERECHAS
Un último disparo para recordar cuál es la trampa de ‘HazteOir’ y sus ramificaciones (…) Al fin, por el también INJUSTIFICABLE secuestro del autobús, celebrado desde algunos sectores de izquierdas, han querido mostrarse como amordazada víctima cuando son un enemigo claro y frontal del derecho a pensar o expresarse libremente.
‘HazteOir’ ha capitalizado una confusión que a muchos desorientados de izquierdas enreda: quienes creen que las libertades del expresar sirven para que se aprovechen los racistas, machistas u homófobos y proclaman, con tono beato, cómo “una cosa es libertad y otra libertinaje” o que “todo debe tener un límite”. No se dan cuenta de proponer lo mismo que sus enemigos acérrimos, limitar por donde les moleste a ellos; cuando la libertad expresando solo tiene sentido si todo el mundo se ofende y TODOS PUEDEN, IGUAL, OFENDER a quienes les han ofendido. ¿De qué creíais hablar? ¡Ni que viviéramos en un mundo de gentes educadas y cordiales!
Ésta semana no fue otra más aberrante, sino una de nuevos ataques contra tal DERECHO UNIVERSAL (…) Desde hace 3 ó 4 años, el proceso sigue su curso lentamente, al compás de la guerra cultural, con polémicas que nadie recuerda cuando pasan los días pero que socavan el universo de lo que se puede decir sin consecuencias y lo que, una vez dicho, puede traernos problemas. Estos problemas van desde el banquillo al linchamiento digital...
Miente ‘HazteOir’ sencillamente cuando se declara políticamente incorrecta. Y, con perdón, sois tontos si os tragáis su cuento. Les estáis dejando apropiarse, como a Donald Trump, del discurso de la libertad de expresión. Para desenmascarar su hipocresía, basta recopilar algunas de sus mayores campañas de CENSURA…
Así que, ¿estos son los que defienden la INCORRECCIÓN POLÍTICA? Lo que nos hace falta, creo, es un discurso liberal que ponga de acuerdo a conservadores y progresistas en defensas a ultranza de las libertades del expresarse. Como dijo Isaac Rosa hace unos días, todos estamos perdiendo esta batalla.
¡Ojalá combatir el racismo, el machismo o la homofobia fuera tan fácil como PONER MORDAZAS…! Pero la victoria de Donald Trump después de 30 años de corrección política en Estados Unidos debe habernos enseñado que los sentimientos colectivos son invulnerables a maquillajes léxicos. Hay que trabajar desde la educación, y esto no significa el amparar una educación dogmática, donde la mala palabra se oculta. Las malas palabras, cualesquiera que sean, deben ser combatidas con argumentos, y no mordaza.”
Juan Soto Ivars, 08.03.2017