viernes, 3 de julio de 2015

La ruptura del Euro ya clara, entre Grecia -o/y, detrás, España- más el resto de Unión Europea


Grecia está ya frente al dilema entre obedecer a chantajes de la UE o del Gobierno, sus guías hasta hoy... Mas "ocurrió el 11-S del año 2001. Cuando el avión secuestrado por los terroristas embistió la 2ª torre de Nueva York, no bien ésta empezó a crujir, la gente huyó volando escaleras abajo; y en plena fuga resonaron, de pronto, los altavoces... Esos mensajes ordenaban que los empleados volvieran a sus puestos de trabajo. ¡Pero, sólo, quienes desobedecieron se salvaron!" (como bien clarito nos lo resumió luego, en su muy breve 'Órdenes', Eduardo Galeano)...
 
 
Durante décadas, aquí al menos desde aquel Tratado de Maastricht (del año con los fastos [inter]nacionales por una Olimpiada para Barcelona y otra Exposición Universal en Sevilla, el 1992...) alguna minoría muy documentadamente crítica viene avisándolo sin lograr apenas ecos entre los 'rodillos' aquiescentes ante otros 'consensos únicos' dizque -por Europa- 'globales'...
 
Pero por fin ahora, luego de tener que llegar a poner pies en pared los griegos a la desesperada, hasta F.M.I -¡a buenas horas, mangas verdes!- lo reconoció. Si bien aún parece no haber dado tiempo para que pueda también alcanzar 'esa cosa', del tan preciso retractarse con enmiendas prácticas mediante propuestas alternativas, a nuestras muy autistas 'realidades nacionales' de PPSOERCCIUP... Y Demás... 

 
"Hace algunos días, Paul Krugman hizo un breve examen de conciencia acerca de lo que había escrito en esta última década marcada por la crisis. '¿En qué acerté y en qué me equivoque?', se pregunta el premio Nobel. La verdad es que sería muy conveniente que dicha misma cuestión se la plantearan la totalidad de los economistas, y no solo en referencias a sus últimos 10 años, sino desde el momento en que se empezó a hablar de la 'moneda única'. Serían muchos los que, si tuviesen algún ápice de honestidad, colgarían para siempre los hábitos de profesionales de la ciencia lúgubre y se dedicarían a templar el clarinete o al juego del pinacle. Pero tal vez por eso no lo hacen y, como la memoria histórica es muy frágil, son capaces de jurar que dijeron lo contrario de lo que dijeron y hacernos comulgar con ruedas de molino.
 
El caso de Paul Krugman es muy diferente. Han sido muchos más los aciertos que las equivocaciones, y en el caso de estas últimas, el error es relativo; entre ellas hay que incluir los pronósticos que hizo acerca de la caída del euro. Afirma, y tiene razón, que su análisis acerca de la economía de la Eurozona y sus problemas fue lúcido pero que, no obstante, sobrestimó en mucho el riesgo de ruptura.
 
Resultaría extremadamente interesante detenernos en las razones que Krugman aduce para esta sobreestimación: “Entendí mal la economía política: no caí en la cuenta de lo dispuestas que las elites europeas estarían al imponernos sufrimiento generalizado en aras de una permanencia para la Unión Monetaria. Y en relación con lo anterior, tampoco me di cuenta de lo fácil que sería manipular una modesta mejora económica o convertirla en un éxito, incluso después de horrores durante años”.
 
Una cosa es la doctrina económica, y otra los intereses políticos y financieros. Desde la óptica de los postulados económicos, es evidente cómo el proyecto de Unión Monetaria era un engendro; y lo más útil que hacer cabe sería reconocer aquel error en el cual se había incurrido o disolver del mejor modo posible la sociedad. Pero después están las razones políticas, los enormes intereses que se mueven detrás del Euro y los que están dispuestos a mantenerlo contra vientos o marea, pagando cualquier precio por más irracional que sea. Bien es verdad que su pago se hace con dineros ajenos, ya que los costes no recaen sobre las élites en Europa sino sobre la población, y especialmente sus clases más deprimidas.
 

  
Los intereses políticos o económicos y la indiferencia por las elites hacia el sufrimiento social en amplias capas de población son razones explicativas para este mantenimiento de la Eurozona. Hay, sin duda, algo más: la paciencia y resignación de las clases populares que pagando están enormes costes del seguir con el Euro. A esta docilidad no es ajena, por una parte, esa disertación convertida en hegemónica acerca de que no hay marchas atrás o la ruptura del Euro sería una hecatombe de consecuencias económicas imprevisibles. Y por otra las manipulaciones de la opinión pública, que señalaba también Krugman, para convertir una ligera o transitoria mejora económica en un gran éxito; con el anuncio a bombo y platillo del fin de la crisis.
 
Krugman confiesa también que no dio suficiente importancia a la función de prestamista en última instancia del BCE y reconoce que si el Euro aún sobrevivió fue gracias a esa Institución; no hay nada extrañísimo en ello. Una vez que los Estados habían perdido la soberanía monetaria, el BCE era el único que podría enfrentarse a los mercados y parar su ofensiva. Ahora bien, el hecho de que lo haya conseguido de momento no significa que haya desaparecido el riesgo de ruptura en la Eurozona. Ganar tiempo no es lo mismo que solucionar los problemas. Las contradicciones continúan existiendo. En economía, con frecuencia, se consigue por parches retardar una explosión; pero ésta terminará llegando.
 
Es cierto que actuaciones del BCE han reducido sustancialmente las primas de riesgo en países como Italia o España, mas para la Unión Monetaria el mismo concepto -prima de riesgo- no debería tener sentido, porque se supone que a todos los países tendría que regirles mismo tipo de interés. El BCE no logra tampoco, a pesar de sus políticas para la mayor expansión monetaria, reducir sustancialmente los tipos de cambio del Euro. ¿Pero cómo hacerlo cuando la balanza por cuenta corriente de Alemania tiene un excedente anual de 7% del PIB, ocasionando el que la Eurozona en su conjunto alcance superávit superior al 3%? ¿Con estas cifras puede consentir EEUU que se aprecie más el dólar frente al Euro? Lo que bueno es en Alemania no lo sería para Italia, España o incluso Francia, y la carencia de alguna Unión Fiscal cuestionará seriamente viabilidades de la Unión Monetaria.
 
Pero el ámbito político no está exento tampoco de menores interrogantes. Ni hay ninguna duda de que las elites europeas han apostado por mantener con todos los medios el Euro, aunque para ello hayan debido someter sus sociedades a sacrificios enormes. Es más, puede preguntarse incluso en qué porcentaje la ecuación al revés no funciona, ¿uno de los efectos que se busca con la Unión Monetaria no es, acaso, imponer a las poblaciones el que acepten su serie de medidas que por otro medio no tolerarían; es decir, el Euro como principal instrumento de coacción para implantar en forma generalizada un programa rabiosamente neoliberal orientado a la destrucción de todas las conquistas sociales conseguidas durante siglo y medio?
 
      
La incógnita quizá se hallaría en saber hasta cuándo las sociedades estarán dispuestas a soportar esta situación y cuánto tiempo más funcionará el chantaje del que no hay marchas atrás. El caso de Grecia, hoy, es sumamente ilustrativo. Cualquiera que con cierta objetividad analizó la economía helena llegó a conclusiones de que después del consumir ya 5 años las medicinas de su Troika la situación es crítica: ha perdido 27% del PIB y el gasto de las familias se ha reducido en un 33%; el paro asciende al 26% de la población activa y sobre 180% del PIB su deuda pública; el salario ha caído un 37% y las pensiones hasta 48%.
    
Continuar por esta senda sería un suicidio y todo el mundo es consciente de así no poder pagar la Deuda. No obstante, las instituciones europeas -y sus mandatarios- han sido inflexibles en la negociación. De ninguna manera han estado dispuestos a concederle ningún respiro al Gobierno griego. Podría verse un pésimo ejemplo para las poblaciones de los otros países. Exigieron una derrota total. Lo que andaba en cuestión no era ningún asunto económico (mayor o menor Déficit), ni siquiera los mayores y menores recursos del rescate. ¡El 2% de la Eurozona no puede ser un problema! Ante todo, era un tema ideológico: los ajustes no debían hacerse subiendo sus cotizaciones sino reduciéndose pensiones; había que incrementar el IVA sobre bienes de primera necesidad, pero no gravar los artículos de lujo ni elevar el Impuesto de Sociedades.
   
  
Los españoles hemos sufrido en propia carne (no tanto como los griegos) las imposiciones del BCE, o demás instituciones europeas, y su total falta de neutralidad: reforma del mercado laboral para forzar la reducción de los salarios, reforma del sistema de pensiones e incrementos en el IVA. No estamos ante prescripciones económicas, sino ante puro sectarismo ideológico. La prueba más palpable es cómo quienes ahora se muestran tan rígidos con Grecia no tuvieron problema ninguno en que, tras el rescate, Irlanda mantenga el tipo de Impuesto a Sociedades superreducido o continúe practicando un 'dumping' fiscal perjudicial para el resto de los países miembros. Y es que dicho tipo de medidas estaría en su naturaleza... para la Troika, o los gobiernos que le sustentan.
  
Nada extraño, por tanto, si hay una palabra que a las elites europeas les produce urticaria: el Referéndum. En 2 ocasiones más, ante una situación desesperada, el país heleno ha recurrido a él. Hace 4 años con Papandreu... ya sabemos el desenlace: Merkel y Sarkozy maniobraron para sustituirle por Lukás Papadimos, un tecnócrata designado a dedo que había sido vicepresidente del BCE [antes, el año 1974, otro mayoritario voto de OXI echó del país al Rey]...
 
La siguiente ocasión acaba de producirse ahora. Tras esas condiciones draconianas y regresivas que las autoridades comunitarias ponían en la negociación, Alexis Tsipras ha optado por consultar al pueblo. ¿Hay algo más natural y democrático? Pues no, el Eurogrupo y las elites europeas se lo han tomado como una declaración de guerra, cual un órdago contra todo el sistema; ¡en realidad, lo es! El proyecto europeo para desarticularnos todo el Estado del bienestar casaba mal con los procedimientos democráticos. Solo desde las autocracias puede llevarse a cabo.
 
  
Eso explica todas las medidas que la Unión Europea está llevando a cabo para torcer la voluntad de los griegos y coaccionarlos en el referéndum. De ahí que se haya negado a prorrogar rescates por una semana el Eurogrupo, para continuar con las conversaciones después de saberse la opinión en los helenos; como hubiese sido más lógico si realmente existieran, según dicen, voluntades del dialogar. En realidad quien tenía rotas las conversaciones ha sido el Eurogrupo, y con formas desabridas. El Gobierno griego únicamente pedía una pequeña prórroga para consultar a su población y saber cómo atenerse. Pero eso era lo que los mandatarios europeos no podrían permitir: el que se le preguntase a la sociedad.
 
De ahí también el que, faltando a sus obligaciones más elementales como prestamista en última instancia de la banca, hayan cerrado grifo del BCE a las entidades financieras helenas; obligándolas a establecer un 'corralito', para predisponer a los griegos ante su referéndum. Las competencias del BCE no son privilegio de unos tecnócratas en Frankfurt, sino trozos de soberanía prestada por los Estados nacionales. Si Grecia precisa del BCE ahora es porque se confirieron a este organismo las funciones correspondientes al Banco de Grecia, y el BCE incumple lo acordado.

El papel más patético lo han asumido Gobiernos para una mayoría de los países en la Zona Euro (entre tales, el nuestro) que debían haberse puesto enfrente del Alemán, o junto al Griego; y sin embargo han hecho lo contrario, desconsiderando cómo pueden verse dentro de poco en situación similar a la del país heleno... Al menos los ciudadanos, tendríamos que tomar conciencia del coste que pagando estamos por permanecer en la Unión Monetaria: una desaparición de todo el vestigio democrático y enterramiento al Estado social; amén del mantener siempre sobre nuestras cabezas esa espada de Damocles por otra nueva recesión que pudiere obligar a nuevos ajustes."

(Juan Francisco Martín Seco: 'La ruptura del Euro', 02/07/2015)
   
 
Al fin y al cabo -como la 'Recuperación'... va sólo por barrios...- no es nada ilógico que haya quienes, de perdidos o ante su desesperación sin salidas, eludan ultimátum a "votar que Sí, sea cual sea la pregunta" para re-clamar "¡en mi hambre mando yo!"...
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1 comentario:

  1. El Gobierno griego prácticamente ha renunciado a sus ideales y aspiraciones iniciales pero Europa le pide más, como seguiría ocurriendo si Tsipras volviera a renunciar y presentase una nueva propuesta. Cuanto mayores sean sus renuncias, más le van a exigir, tal y como decía en sus memorias Rosa Parker que le ocurría a los negros en Estados Unidos: “Cuanto MÁS OBEDECIMOS, PEOR NOS TRATARON”...

    En primer lugar, quizás no sea exagerado decir que ya EL EURO HA MUERTO, al menos tal y como lo hemos conocido hasta ahora. No fracasará cuando salga un país sino que lo ha hecho ya, desde el momento en que no ha sido capaz de evitar la quiebra y la destrucción de economías que lo conforman (y mucho más cuando no se trata precisamente de las más grandes y difíciles de controlar). Suceda lo que suceda en las próximas semanas, será inevitable que se adopten medidas de reforma monetaria y un replanteamiento profundo de las instituciones y las reglas de la Unión. No estoy seguro, sin embargo, de que sea para mejor.

    Juan Torres (hoy en Público: 'Grecia se hunde, Europa no gana, Alemania impera')

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