Todo saludable y auténtico vínculo con las técnicas del Yoga pasa por -como se ha repetido- el "conseguirse subordinar practicantes de aquéllas a su fin más primordial, que tan frecuentemente se olvida: yoga chitta vritti nirodha, o sea, 'el Yoga es para procurarnos atenuación entre nuestras fluctuaciones mentales’ [según, con autorizada precisión, nos lo explicaba Miguel Fraile].
Utilizarlo como un camino para detenerlas, alcanzándose aquellos grados necesarios de concentraciones ante toda evolución interior, le supone su auténtico fin al Hatha yoga; y los demás usos de técnicas yoguis pueden ser también válidos desde cierta lectura específica, pero nunca serán el Yoga, real mente…
Su verdadera vía es la del silencio interior, inundando al ser de sabiduría; y abolirse tal 'fluctuación mental' sería un íntimo sentido, para cualquiera..."
Era el Yoga un sistema clásico y antiquísimo emanado desde la India, como método para mayor expansión o autodominio del espíritu humano, buscando algún equilibrio entre los diversos componentes de su personalidad... En Occidente ha conocido grandes auges tras de las últimas décadas; y lo practican tanto quienes tienden a un horizonte más dilatado, espiritual, como los que se preocupan por sus 'líneas' o formas físicas.
No obstante, reina entre nosotros una gran confusión en torno a todo lo yóguico porque algunas mayorías entre los tratadistas no habrían sabido desapegarse respecto a conceptos y figuras originales pero propias del mundo oriental; y por otras adulteraciones con las que ha estado sometido dentro de algunos movimientos místico-psicodélicos.
No hace mucho conocimos al respecto una
buena síntesis explicativa recopilada por J. Mtnez. Ortin… Mas previa mente, varias
décadas anterior todavía del que nos invadiera el ‘agujero negro’ mental de los –hoy,
omnipresenciales, ya- smartphones, tuvimos
la fortuna de recibir con X. Moreno Lara un aviso muy atinado: “Si los hombres -de ahora y aquí- son presa del desequilibrio en
gran medida se debe al que, sin aventura interior, adolecerían empobrecidos con aquellas constantes alienaciones padecidas por entregarse a nuevos ídolos o ser
manejados desde la publicidad y propaganda continua.
El equilibro es una de las actitudes, humanas, dinámicas: nunca se da con estados de reposo. Lo cual significa que buscarlo
implica ir caminando. Así se inferirá cómo el yoga sería un camino a través del cual resulta fácil marchar en
busca de los equilibrios; y por ello también, precisamente, puede suponer una
senda de liberaciones. Occidente, pese a su gran civilización técnica, se ha
vuelto hacia el Este al recordar la expresión bíblica 'Lux ex [vendrá Luz del...] Oriente'...
Ambos han intercambiado influencias y contacto desde antiguo, e interesaría
detenerse cuando menos en dos, al respecto.
Lo primero fue cierta influencia desde
hinduismos en el pensamiento más occidental mediante bimilenaria escuela
neoplatónica que, a pesar de su filiación inicial pagana, marcó algunas improntas
decisivas entre todo posterior cristianismo: mística como progreso, y ascensión
gradual, desde las cosas hacia 'lo Uno': con los Plotino, el Seudo Dionisio, S.
Agustín de Hipona, Meister Eckhart, Juan de la Cruz u otros, Occidente siempre
tuvo unas líneas abiertas al misticismo
-teórico y práctico- más fecundas incluso en su singularidad que las
orientales.
El otro caso con una notable similitud -tanto que puede verse influencia- nos lo supone la Filocalía o Hesicasmo, escuela de plegaria por los 'Padres del desierto', desde siglos VI al VIII. Esos eremitas practicaron métodos del orar que se basaban en repetición sistemática para fórmulas fijas, idéntico a lo empleado por los orientales al reiterar sus mantras; por ejemplo, la sílaba 'OM' usable como sagrada... Según Goethe, 'el pensamiento dilata, mas paraliza; las acciones nos vivifican, aunque limitando'.
Y aquí valdría también aquel verso de Machado:
'al andar se hace camino'... Nuestra
mente no tiene costumbre del moverse por un itinerario lineal, concatenado,
lógico; sino que más bien salta incansable desde algún objeto hacia otro, de
una sensación hasta lo contrario u otra con la cual nada tenga en común, o a
cualquiera semejante. No respeta tiempos, haciendo presentes los pasados o el
futuro, sin establecer ninguna frontera -decisiva- entre su vivir y lo soñado.
Si usualmente presentamos nuestras vivencias como algo único, y/u homogéneo,
solo se debe a cierta conciencia seleccionándonos determinadas porciones de tal
proceder mental sobre las que afloraría la misma tónica creándoles lazos
artificiales para unión; al relacionarlas entre sí, o con respecto a nosotros en
unos antes, ahora y después.
Pero esta visión consciente, sobre nosotros mismos, tan solo es una pequeña
parte de nuestro ser en la totalidad; y a su vez dicha realidad como conjunto
-no lo que nosotros mismos pensemos...- nos determina todo cuanto nuestra personalidad
será. De ahí es que seamos para nosotros mismos algo tan desconocido; y que al
comienzo de toda inquietud personal siga campeando aquel lema, clásico, del
oráculo en Delfos: '¡conócete a ti mismo!'.
En líneas hacia tal conocimiento profundo
dirige los pasos el Yoga por su
característico modo al enfrentar las apariencias -en tanto que grandes enemigas
del practicante, como de cualquier otra persona, con espíritu...- contra la
realidad. Desmonta el proceso de la mente durante una primera fase
purificadora, y concentra su atención en algún objeto luego a fin del hacerla
fuerte al evitarle dispersiones.
Con sus experiencias llegaremos a
comprender cómo el secreto ante todos los esfuerzos humanos estaría en identificarse. Tal afirmación del yo es un acto de rebeldías, en el origen para
todo yogui, porque niega valor a las
apariencias -y jerarquía establecida sobre aquéllas...- desde determinadas actitudes con
absolutas independencias. Para desarrollarse todo su programa cuenta el Yoga con sus 3
elementos fundantes, no aislables: respirar, posturas y concentración.
Pretende alcanzar ceses del alocado
discurrirse de aquellas imágenes con las que cualquier sentido bombardea sin
cesar a nuestra mente, sumergida por otra parte además entre los flujos y
reflujos en la memoria, tanto para el recuerdo cuanto creando sus fantasías... Poner
orden sobre tales desconciertos es empeño de una disciplina mental, que se denomina 'Pratiahara'.
Y después, la conciencia intenta llegar hasta un intuitivo conocimiento de lo esencial entre las cosas, en el preciso instante que ha ya logrado detener tal proceso discursivo para su mente.
Lo importante será, pues, afrontar las
apariencias en busca de una más profunda realidad interior: partiendo desde los
desequilibrios percibidos en sí mismo -dividido entre deseo contradictorio,
esclavizado por costumbres y hábitos que arruinan salud o empobrecen personalidades-
el practicante del Yoga es un rebelde buscando libertad; y la encuentra con aquel 'yugo' que cada cosa coloca en su
sitio...”
El NAAD YOGA, del Sonido, procede de India y pone atención sobre la vibración sonora. Se trata de una sabiduría emocional, universal y atemporal, que no es susceptible de ser discernida por el intelecto. Su esencia son los raags (ragas), unas estructuras musicales que alojan la capacidad de disolver patrones y liberar emociones que impiden la vivencia en equilibrio. Los instrumentos utilizados son tradicionales, de cuerda o percusión (saranda, sarangi, dilruba, rabab, taus, jori) y su origen está ligado al acompañamiento de la expresividad de la voz.
ResponderEliminarReciente mente, ya hemos tenido en el CBA un Concierto del gran músico Surinder Singh: www.circulobellasartes.com/espectaculos/concierto-surinder-singh
Puede accederse, tan bien, a Naad Yoga (The Art of Life and the sacred science of SOUND HEALING)
by Rajacademy…= https://youtu.be/hIQ5saXarTY
Y una breve MUESTRA está disfrutable con 'Sample video on Partaal (Rytms of Life) Raag Dhanasri Shaan' by Prof. Surinder Singh = https://youtu.be/3G714HQttHk
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ResponderEliminar¡YOGA, en 2 minutos: 'El arte de silenciar la mente' (Alan Watts)!
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www.youtube.com/watch?v=MdkEH6eMlEw
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