Nada
casual este síndrome de récords capicúas, nuestro: España, el 4º país de la UE dando mayores ayudas a Bancos... así como Endesa e Iberdrola, las 2ª y 3ª Cías. Eléctricas en Europa con más beneficio... Pero no cesa de oírse receta para nueva Rebaja Salarial, pese a que ninguna supuesta 'falta de Competitividad' por 'mayor Coste laboral' influye ni la mitad que factores -como 'lograr Financiación, encontrar Clientes'- ligados al 'Valor añadible desde mejores productividades en Gestión o gerencia corporativa', según hace 3 meses era ya resaltado tras encuestas de la misma UE...
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Aun siendo el 'umbral' estadístico para considerar en cada circunstancia 'pobreza relativa' (o sea, 50% de sus rentas medias) mucho menor aquí, según los datos del Eurostat más recientes relativos al último año 2011 (final de las legislaturas gobernadas por Zapatero Presidente con su Vice Alfredo Pérez Rubalcaba, por cierto), España salió peor aun que Grecia o solo encima levísimamente de tanto Bulgaria como Rumanía; y somos ya primeros por Desigualdad, medida con diferencias entre los 20% más ricos y pobres de la población, en toda Europa.
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Así pues, parece acuciante tratar de contemplar el asunto buscando algunas mayores perspectivas, conceptual e histórica; a ver si de dicho modo pudiere obtenerse luz:
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"Al comienzo de la primera industrialización los
obreros contemplaban las máquinas como a una gran amenaza, pensaban que podían
robarles su puesto de trabajo. Su preocupación en lo inmediato no carecía de
cierta lógica. Veían que allí donde se necesitaban 100 trabajadores, una vez
mecanizada la producción, eran suficientes 50 para fabricar lo mismo. Sin
embargo, con el tiempo se ha visto que los descubrimientos científicos, la tecnología y su mecanización han hecho
posible el desarrollo elevando nivel y calidad de vida en la clase trabajadora.
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Y todo ello gracias a los incrementos de
productividad, que, aunque algunos pretendan confundir ambos conceptos, dista
mucho de identificarse con la competitividad.
De hecho, hoy la mayoría de los países y de las empresas buscan la
competitividad prescindiendo de más productividad, por el mecanismo de hundir sus
condiciones laborales y sociales.
Podemos afirmar sin lugar a equivocarnos que en el origen del desarrollo social y económico de las sociedades se encuentran los enormes incrementos de productividad acaecidos a lo largo de los años. Pero ha sido necesario algo más: un pensamiento y una ideología propugnando que todos los ciudadanos se beneficiaran de dichos incrementos de modo que no fuesen destinados únicamente al aumentar el excedente empresarial.
Esas mejoras deberían servir para acrecentar las rentas del capital, sí; pero también para subir los salarios, e incluso para mantener económicamente a aquellos que no puedan trabajar coyunturalmente. Y todo ello mediante incremento de los ingresos del Estado que redundaría en beneficio de todo ciudadano a través de las prestaciones sociales.
Tales elevaciones de productividad favorecieron a los trabajadores mediante dos vías diferentes. En primer lugar, por un incremento salarial abandonando las retribuciones de subsistencia; rompiéndose así la ley de bronce de los salarios y desmintiendo a Malthus, a David Ricardo e incluso a Marx.
En segundo lugar, con disminuciones en la cantidad de trabajo que deberían aportar, no
solo mediante una reducción de las jornadas de trabajo, sino también por el
sistema de acortar su vida laboral.
Los incrementos de la productividad y su distribución hicieron posible superar
otros salarios de miseria, pero también que la jornada laboral fuera reduciéndose
progresivamente; o que los niños y mujeres saliesen de las fábricas abandonando esas condiciones inhumanas que, por ejemplo, nos narraba Charles
Dickens.
Poco a poco fue retrasándose la edad de
incorporación al mercado laboral, lo que generalizó una educación e instrucción de menores. Se creó un nuevo reparto de
funciones en el seno de la familia. Ya no resultaba necesario trabajo exterior para todos sus miembros y, por regla general, era el varón quien
alquilaba su fuerza de trabajo en mercados laborales mientras que la mujer se
dedicaba al cuidado de su casa, prole y ancianos.
Según fue aumentando la esperanza de vida, se
posibilitó, además, gracias a una participación
del Estado en los incrementos de productividad (impuestos, cotizaciones
etc.), que no debiera continuarse trabajando hasta el último minuto de la
existencia; puesto que se podía contar con pensión digna. Y era eso también cuanto
garantizaba, incluso en los momentos de crisis, a los parados el que disfrutasen
de una prestación económica hasta encontrar empleo.
Si en un principio la población activa
coincidía con el total exceptuándose tan sólo a los nobles y algunos burgueses
que vivían de las rentas, progresivamente sin embargo fue viable que un
porcentaje cada vez menor de trabajadores con unas jornadas incluso más
reducidas, produjeran más; manteniendo por tanto a la población total. Trabajar menos y cobrar más…
Todo ello era posible gracias al incremento
de productividad y a su reparto. Ciertamente, no todo fue perfecto, su aplicación
no fue total y homogénea en todo país; pero esto era tendencia y sobre todo
una teoría del Bienestar sobre la que
se asentaban sociedades, discurso que si en un momento recibió el nombre de
socialdemócrata, fue asumido en forma más o menos total por otras fuerzas
políticas y sus principios incluidos en Constituciones de distintos países.
Desde hace ya bastantes años, la tendencia no
obstante ha cambiado. Ciertamente no es que hoy hayan disminuido la innovación o tecnologías y que por lo mismo los incrementos de productividad sean
menores, todo lo contrario. El problema está en el decreciente reparto, según han ido imponiéndose principios del
neoliberalismo económico y se ha venido extendiendo la libre circulación de
capitales.
Imponen sus exigencias a las sociedades y los
Gobiernos, reclamando para sí todo aumento de productividades, e incluso
pretenden que salarios y pensiones no se actualicen de acuerdo con la
inflación; es decir, que se vuelva ésta en sus manos un arma para
transferir rentas a su favor. La consigna ahora es la de aquel buen presidente de
la Patronal ya en la cárcel: ‘trabajar
más y cobrar menos’.
La mujer se incorpora de nuevo al mercado de
trabajo; y ello podría haber sido muy positivo desde el punto de vista de sus
derechos si hubiese venido acompañado por una nueva distribución funcional en
el seno de la familia con reducción de jornada laboral para entrambos cónyuges, o asumiéndose
al menos determinadas funciones por el Estado (guarderías, cuidado de
ancianos, enfermos, etc.), lo cual hubiera precisado algún apropiarse por
parte del Estado incrementos de productividad. Nada de eso se ha hecho, las
jornadas laborales son cada vez más elevadas y el Sector Público progresivamente se inhibe de sus funciones
sociales.
Un resultado es que las familias aportan actualmente al mercado laboral el doble
en horas de trabajo. La Oficina Presupuestaria del Congreso de los EE.UU,
al analizar las modificaciones producidas en distribución de rentas tras
el gobierno de Reagan, llegó a la conclusión de que para una mayoría de
hogares los ingresos seguían siendo similares; con la diferencia de que ahora
eran 2 los sueldos produciéndolos, es decir, el doble de horas trabajadas.
El nuevo discurso aparece en todo su
esplendor respecto de las Pensiones, puesto que basa su ‘inviabilidad’ para éstas en los incrementos a la esperanza de vida y por reducción del porcentaje entre activos y pasivos. Pero es que
precisamente todo incremento de productividad para lo que debe servir es para
que cada generación pueda vivir mejor que la anterior, trabajando menos horas a
lo largo de toda su vida, lo cual incluye que la proporción entre sus etapas
activa y pasiva disminuya..
Durante los últimos 30 años, para la economía de los países, ha sido incrementada su productividad en forma espectacular; pero,
dados los avances tecnológicos, todo hace prever que puede
hacerlo con un porcentaje aún mayor en el futuro. ¿Dónde se encuentra entonces la dificultad? Tan
solo en el sistema del no (querer, ya,
más…) redistribuir, en una pretensión por el capital y las clases altas de
apropiarse todos los incrementos para la productividad."
Y algún país en particular, como este Reino de España precisamente, ha venido pujando ininterrumpidamente durante muchas legislaturas -con unos u otros tipos de Gobiernos- para conseguir ser reconocidos entre "los primeros" por tales vías "europeístas"...! ¿El resultado? ¡Así se ve!
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Lo peor más reciente ha sido la aprobación de la reforma del sistema público de pensiones, verdadero golpe mortal contra el Estado social y que amenaza con dejar en el futuro en la pobreza y en la miseria a una parte muy importante de la población. La sociedad no ha tomado conciencia de lo que representan los cambios introducidos y tampoco de que las pensiones, a niveles ya muy bajos, van a perder año tras año poder adquisitivo. Sin duda va a ser un duro golpe para los actuales pensionistas, pero también y quizá en mayor medida para los futuros. El Gobierno se ha propuesto sanear las finanzas públicas y hacer frente al enorme endeudamiento, haciendo recaer su coste sobre la parte más vulnerable de la sociedad, los jubilados.
ResponderEliminarLa reacción de la oposición ha sido más tibia de lo que cabía esperar. Al PSOE, tan proclive a declarar respecto a determinadas leyes que las cambiará en cuanto llegue al poder, no se le ha oído comprometerse a modificar esta. Surge la sospecha de que, presa de los presupuestos del Pacto de Toledo y de la creencia de que las pensiones solo se pueden financiar con las cotizaciones sociales, no le disgusta en exceso la reforma y de que en cierto modo se alegra de que el actual Gobierno haya hecho el trabajo sucio.
Juan Fco. M. S.