viernes, 24 de febrero de 2017

Cómo podemos quitar Exclusiones: entre otras rentas Mínimas y Básica, 'Mínimo Automático'

     
Véase análisis del si sería positivo sustituirse los Programas actuales por otro único esquema Universal tanto más justo cuanto eficiente, sencillo y barato (esta presentación resume cierta ponencia planteada en las 'I Jornadas del Foro de la Economía Progresista'), ya hoy...:
   
  
El  sistema socio-económico dominante nos continúa provocando exclusión creciente: carencia de ingresos es la causa primera explicativa para toda su sintomatología con respecto a estas exclusiones -laboral o/y social- aún.
 
Aquí se intentará reflexionar sobre medidas paliativas que pueden aplicarse inmediatamente, atendiendo necesidades elementales en las familias, por esa situación de pobreza monetaria.
 
En sociedades avanzadas como la nuestra, ideas del garantizar algunos mínimos vitales para toda persona están admitidas desde hace tiempo. Y las diversas encuestas parecen mostrar amplios consensos a favor de algún sistema con Rentas Mínimas para todos aquellos colectivos que realmente lo necesiten.
    
En realidad hoy, nuestro sistema -jubilación, subsidios del paro, subvenciones asistenciales, programas autonómicos con las rentas mínimas, los mínimos personal y familiar del I.R.P.F, diversas prestaciones que surgen o desaparecen (como el cheque bebé, la renta para emancipación, etc.)- representa toda una sistemática muy compleja sobre Garantía de Rentas Mínimas casi generales.
  
Podría decirse que tenemos un sistema de Rentas Mínimas universales… para quienes han trabajado y pocos más. En un país como España, por donde protecciones familiares van a la cola de toda Europa y la pobreza infantil supera el 30%, sería necesario terminar con esa enorme injusticia: como grandes colectivos, niños y ancianos o mujeres no incorporados al mundo laboral son los grandes olvidados por nuestro tan confuso, complejísimo e ineficaz sistema del garantizarse rentas de carácter incompletamente universal.
  
Son conocidos los inconvenientes:
 
Altos costes administrativos de gestión en los programas destinados al sostenimiento de rentas, para tanto las Administraciones públicas correspondientes como el propio sujeto beneficiario.
 
El importante retraso sufrido desde aquel momento en que se inician los trámites de solicitud hasta un efectivo disfrutar la prestación (12 meses, como media), con su efecto consiguiente respecto a desprotección temporal.
 
Desincentivo al empleo y estímulo de fraude o la 'economía sumergida'. Habitualmente incompatibles con el obtenerse algún empleo, u otros ingresos, provocan las -denominadas- “trampas del desempleo u otra pobreza”.
 
Estigmatización social para los perceptores, con sus posibles daños psicológicos o morales consecuentes. Incluso, determinadas personas parecen evitar pasar por la vergüenza del solicitarlo y se autoexcluyen de las ayudas.
 
Desigualdad territorial e incentivos al no moverse por gestionar prestación a niveles autonómicos.
 
Esa enumeración de los inconvenientes anteriores, en lista que ni siquiera resulta exhaustiva, muéstranos a las claras el cómo es necesaria alguna mejor alternativa. Una de las propuestas más eficientes para erradicar la pobreza sería el habilitarse otras Rentas Básicas.
 
  
Aun cuando existe consenso sobre que deben garantizarse Rentas Mínimas para quienes lo necesitan, los debates con respecto de una Renta Básica de Ciudadanía (que llevaban ya bastantes años por el mundillo académico) saltaron hasta la opinión pública ligados a contiendas políticas y partidistas, las cuales generan prevenciones difíciles del ser rebasadas.
 
Por ello, podría ser conveniente reformular la propuesta, fundiendo Garantías para Rentas Mínimas con Renta Básica -en programas que recojan lo fundamental desde ambas- financieramente viabilizadas y políticamente aceptables: es decirse, una Renta Mínima mas Automática (REMA).
  
Dicha posible alternativa planteable (del Ingreso, nuevo, Universalizado por REMA) sería el pago que se garantizara en forma inicialmente automática o incondicionada para toda ciudadanía -desde su [ya permanente] residencia- sin contrapartidas ni compromiso alguno y con independencia de las circunstancias personales u otros recursos, e incluso respecto a otra situación, tanto laboral cuanto la familiar... El disfrute final efectivo exigiría no superar (gradualmente) determinados niveles de rentas.
  
Las cuantías percibidas habrían de reabsorber toda otra prestación con carácter no contributivo y en cuanto a las contributivas, de partida, se percibiría una parte por Renta Básica más el resto (como Suplementos variados) hasta lo excedente sobre actuales cuantías; para el subsidio del paro, inicialmente, su impacto sería igual que lo ya descrito. No obstante, se necesitaría una reflexión algo más detallada respecto al funcionamiento futuro, para tampoco acarrear ningún quebranto excesivo al pasarse a la situación del desempleo.
 
Frente a los inconvenientes ya señalados para subsidios hoy existentes, y aportando unas indudables ventajas, esta REMA puede concretarse:
  
— Incondicionada y automática, sin exigirse solicitud ni aprobación a cada caso previa; o sea, recibiéndose antes del que aparezca su necesidad. Ello evita los retrasos en sistemas vigentes con la consiguiente grave desprotección durante su tiempo.
  
— Además, exige una gestión mínima frente al laberinto burocrático actual y también evita estigmatizaciones de la pobreza. Una REMA supone, así, eliminar la maraña de programas o normas reguladoras ahora existentes; lo que favorecerá también el acceso -y, por tanto, universalidad efectiva- ahorrando costes e incluso externalidades al gestionarse: dada su propia esencia, los posibles fraudes actuales desaparecen. Ya se ha dicho cómo es compatible con otros ingresos, por lo cual elimina las trampas de la pobreza o el (des)empleo, y posibles incentivos a cualquier economía sumergida disminuyen sustancialmente.
  
  
Se preguntarán, algunas personas, del resto: "pero... ¿también a las más ricas?" Lo primero que convendría recordar es que hoy todos aquellos contribuyentes muy ricos ya reciben una cierta 'Renta Básica' por el Impuesto sobre la Renta: los Mínimos ('Personal' y 'Familiares'...) u otros beneficios más con él relacionados, implican que descuenta cada contribuyente, a sus importes del cuanto debería pagar si no, en conceptos de algunas Rentas Mínimas vitales. Un subsidio éste que solo afecta, claro, a quienes deben hacer su Declaración: ese colectivo en el cual hay más ricos que pobres. Y esto parece no escandalizarnos.
  
La verdad es que un Derecho sobre Rentas Mínimas Garantizadas corresponde a toda la ciudadanía, por el mero hecho de serlo. De antemano, no sabemos si una persona es necesitada, o no: cómo le irán las cosas a lo largo del tiempo… Hemos visto que uno entre los principales problemas para las Rentas Mínimas actuales es el enorme coste, en tiempo, esfuerzo, dineros y personal dedicado a la comprobación del grado de necesidad. Parece mucho más fácil y eficaz entregarles dinero, sin preguntar, ajustando cuentas luego periódicamente: si a cualquiera le va bien tendrá que devolver; pero cuando sea mal, gracias a la Renta previa, pudo ya sobrevivir dignamente sin necesidades de más trámites.
   
      
Obviamente, no faltan críticas e inconvenientes respecto a la posible implantación de una Renta Básica. La primera entre todas ellas, el efecto adverso que pudiera tener sobre incentivos para los esfuerzos en búsqueda del empleo. Una mayoría de los análisis que presuponen estos posibles incentivos perversos con cualquier subsidio basan todo el razonamiento fundamentalmente desde las 'trampas en (o/y para) la pobreza', por hechos muy ciertos del cómo ahora lograr trabajo implicará perder toda subvención anterior. ¡Y la REMA elimina el problema, precisa mente!
 
La existencia de horas extraordinarias así como sus elevadas aceptaciones, por una mayoría entre los trabajadores, refuerzan las ideas del cómo en toda nuestra sociedad se dan estímulos muy poderosos para incrementar el esfuerzo laboral si con ello conseguimos más ingresos. Y en cualquier caso con la REMA, por su nueva compatibilidad, será -sin lugar a dudas- el efecto desincentivador mucho menos de los previos correspondientes para cualquier otro subsidio al que ha ya sustituido...
 

Por otro lado, probablemente gastamos más en pretender apartar del subsidio a vagos (con dudoso éxito, más graves molestias o retrasos para los necesitados) de cuanto nos costaría pagarles directamente alguna renta mínima. Y en la situación presente, sus perceptores tienen Derechos a las Rentas Mínimas por ser el Mercado -de 'trabajo'- incapaz del ofrecernos Empleos (ni aun tan siquiera 'poco dignos', como mínimo) que son demandados.
 
¿Puede la REMA provocar un descenso de salarios? Todas las Rentas Mínimas refuerzan el derecho efectivo para que los trabajadores rechacen peores ofertas de trabajos, así como sus capacidades del sostener una mayor presión sindical defensiva, posibilitándose nuevo elegir entre trabajos no remunerados y los que sí lo son: el hecho de cómo aquéllos nunca se contabilizan por el PIB no significa que tampoco contribuyan al Bienestar general, sino más bien todo lo contrario.
 
Defendiendo 'políticas de género' se ha resaltado que cualquier Renta Básica podría suponer incentivos al mantenerse a las mujeres, en sus hogares, por todo aquel conjunto atendible como la 'economía para los cuidados'. La primera respuesta a ello es obvia: una Renta Básica no soluciona ni éste ni otros muchos problemas o/y exclusiones. Esa lucha debe hacerse mediante distintas políticas, así como por diferentes medios.
 
Y lo mismo debe decirse sobre las luchas por una “Plena Ocupación o Empleo Garantizado, indebidamente juzgados alternativas, cuando en su caso serían medidas complementarias. De todos modos, tener alguna renta propia dará más libertad a la persona que lo contrario, siempre. Y habría que preguntarles a las potenciales beneficiarias, concretamente, si acaso preferirán esperarse también ellas hasta otra llegada de alguna definitiva solución estructural del problema.
   
Del año 2006 (Observa... Madrid s/ RB): a 'Mayores y Niñez, primero, Ya viable'   
  
Pero, ¿es ahora ya financieramente viable alguna Renta Incondicionada para toda la Ciudadanía? Exige, se nos dice, un montante de recursos inabordable o/y poner en peligro algunos otros programas para nuestro Estado del Bienestar. Evidentemente, la implantación de futura Renta Básica no debería implicar perjuicios a prestaciones actuales en especies, ello sin perjuicio del preciso revisarse las distintas monetarias.
 
Partamos desde alguna cantidad sobre 400 €/mes (ó 4.800 euros anuales) para 1 adulto y el 30% de tal cantidad a los menores. Dichas cifras no serían aún quizá las deseables, idealmente; pero nótese cómo -para familia tipo con pareja de adultos más 2 menores- tal Renta Básica supondría 12.500 euros/año aprox (es decir, 1.040 cada mes): nos situarían en tramo medio dentro del conjunto de la UE.
 
Al ahorro correspondiente de las cuantías por prestaciones absorbidas, hay que añadir igualmente los ahorros que se producirán en el IRPF. La simplificación supone también otra reducción importante de recursos administrativos que hoy se dedican a gestión y control sobre las actuales prestaciones. Si la REMA fuese acompañada con una reforma en profundidad de las prestaciones contributivas, el ahorro podría ser aun mayor. Y a lo anterior debemos añadir las deducciones por maternidad, adopción o nacimientos.
  
Esas redistribuciones que implica la implantación de una REMA provocarán unos estímulos al Consumo, con el gran efecto multiplicador consiguiente sobre Demandas agregadas, y por ende para toda Recaudación tributaria.
 
Todo lo anterior puede suponer una financiación automática no inferior al 50% de sus Costes totales; y podríamos garantizar Rentas Mínimas Automáticas aproximadamente para el 50% sobre población con menos recursos, a 'coste 0', por simple absorción de partidas ya hoy en vigor.
 
Necesitaríamos además una posible anulación/recuperación para el otro 50% del presupuesto global. La opción del restringirse aquellas Rentas Mínimas Automáticas al 50% con menores ingresos implicaría un gravísimo error -de discontinuidad o 'salto'- convirtiendo en más que discutible toda precisa supresión del Mínimo Personal y Familiar a su IRPF para el 50% restante. Por ello, una opción con igual resultado pero mejor efecto sería calcular 'devoluciones' en forma progresivamente gradualista (de manera que comenzasen recuperando dichas Rentas cobradas a partir del 3º ó 4º deciles para la renta global, por ejemplo), alcanzando su totalidad tan sólo en los 2 últimos.
 
Así, jugaría en su modalidad completa la Renta Básica para el 1er. tercio de población más necesitada, y... también con otras formas relevantes sobre la inmediata parte similar central o media. Tamañas gradualidades evitarían el que ganarse algún euro más en cualquier actividad mercantil pudiere terminar por suponer nunca ninguna pérdida final significativa tras pagos de la REMA. En esta opción, lo máximo devuelto como compensaciones debería ser equivalente a la Renta Básica efectivamente recibida; es decir, supondría tan solo su reducción total o parcial para cada caso, según el nivel de rentas previas al redistribuirse.
   
Una utilización del IRPF para los ajustes permite dicha universalidad inicial en la Renta Mínima Automática, así como su automatismo y simplicidades de gestión. Prácticamente, las retenciones en origen ya tendrían en cuenta el doble juego del abono de REMA más la devolución fiscal, con un resultado efectivo para ésta como mínimo nulo -en algunos casos- o bien incrementando su retención para otros ingresos más altos (puesto que ya no quedarían por mínimos personales y familiares). No existiría, sin embargo, ningún problema de financiación debido al previo desfase temporal.
 
No obstante, manifiesta injusticia en contra de la renta salarial que supone aún el actual IRPF aconsejaría recuperar una parte para ese 'objetivo del 50%' citado, por algunas vías diferentes: debería poderse aprovechar tal circunstancia equilibrando más presión fiscal sufrida por esas rentas con aquella otra casi exención para las de orígenes financieros. Un gravamen sobre dichas últimas permitiría darse la REMA, aunque sea parcialmente, para todas las rentas del trabajo. Esta opción aun reforzaría más progresividad y equidades del sistema impositivo en su conjunto; pero eso nos ha de llevar a discutir otras cuestiones.
 
Es inaplazable debatirse sobre alguna Renta Mínima de Ciudadanía. Mas no ya por cuanto a su conveniencia -que parecerá obvia e imprescindible o socialmente asumida- sino con respecto de las mejores formas al aplicarla en modos eficientes y generalizados. Aunque debería trabajarse sobre las causas radicales de pobreza o exclusión social, es tan necesario como urgente programa paliativo garantizando ya -'vidas dignas'...- a toda la ciudadanía, en forma simple y automática.
  

  
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