martes, 24 de enero de 2012

Lugar de la vida: el dormir en las ramas, hoy...

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Hace sol en las noticias, pero no en esta realidad fría y un poco grisácea de invierno puro. Como si fuera de noche siendo día, o si ese dormir de las ramas, contagiase al aire una bruma. Voy a salir a dar un paseo sin irme muy lejos, por los campos de los alrededores de esta casa, que parecen cementerios de Arlington con todas las cañas del maíz perfectamente alineadas, como cruces grisáceas de soldados caídos sobre el verdor del ricial.

Salgo, a pesar de esta luz, a hacer fotos de las yemas que ya están brotando, como para decirme a mí misma que alguna savia se está moviendo en la quietud de esta tierra. Ahora vuelvo.
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Roble centenario en Olmedo (Quintana del Pidio)

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(...) Y vuelvo cargada de fotos y de ramas podadas. Creo que las voy a regalar como se hace con los geranios; que al final son los esquejes que se regalan los que mejor se dan, quizás porque necesitan cicatrizar antes de volver a tocar la tierra. Puede que estas varas que yo he cortado, se den también de esta manera. Aún me acuerdo cuando le pedí a Antonio, el cestero, que me regalara unas varas de saúco porque me había contado una experta fotógrafa de jardines que, con estas varas, que son huecas como un catalejo, se hacían las varitas mágicas de las hadas, lo cual me dio la idea de clavar en la tierra una en cada esquina de la finca para que protegieran la casa.

Hoy, aquellas varas son arbustos de más de tres metros de altura, y al podarlas dan un olor parecido al de las hojas; las cuales, si bien no estoy nada segura de que guarden la casa, al menos sí he comprobado que ahuyentan las vacas que por aquí pasan porque este olor no les gusta nada. Si estuviera por aquí Darwin, o incluso Félix de Azara, añadiría otro capítulo al “Origen de las especies” sobre la relación del ganado con las plantas; porque resulta curioso cómo termina el ganado con algunas especies, y sin embargo, otras se ven favorecidas, como el saúco.

Pero las varas que más le gustaban a Antonio, eran las varas que salen de los castaños cortados a matarrasa. Antes de trabajarlas, recuerdo que las ponía a remojo en una bañera durante días. Era curioso ver las ramas sumergidas con las que haría un cesto para la leña, tan grande que tuvo que meterse dentro para acabarlo, según me contó tras regalármelo; de tal manera que, antes que la leña, fue al propio Antonio lo primero que albergó ese cesto. También, de varas de castaño, hizo un hórreo que se fue clareando con el tiempo, porque las maderas, si están dentro de la casa, se oscurecen con los días por blancas que sean, y esto es algo que se ve al levantar las alfombras; pero si la madera está a la intemperie, se aclara con la luz y con el tiempo; incluso la madera que está pintada de gris oscuro, se vuelve gris claro como los ojos de un anciano.

Me quedan las cosas y los recuerdos que me regalaron. Todo esto duerme en mi memoria y en las ramas.

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[ En Asturias y en Galicia está floreciendo el tojo y en carros lo llevan los paisanos del monte para hacer a las vacas una cama llena de pinchos y de flores amarillas. También han florecido las mimosas con más fuerza que otros años, como si no se hubieran enterado del frío que se anuncia para este fin de semana. Son aquellas flores más tempranas, tan valientes, las más insensatas y algunas -como las flores blancas del camelio- abrirán a mediodía, aunque al amanecer se quemen con la helada -ABC /9.1.1999 ="Comparte la naturaleza" /22.1.2012-... ]
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3 comentarios:

  1. Hay verdades intemporales.

    La versión de aquel mito clasicísimo de "Perséfone" que André Gide cristianizó, para Stravinsky, en el libreto de cierta 'ópera' muy singular representada junto a otra no menos especial "Iolanta de Tchaikovsky por el Teatro Real estos días, concluía:

    "Il faut, pour qu’un printemps renaisse,
    Que le grain consente à mourir
    Sous terre, afin qu’il reparaisse
    En moisson d’or pour l’avenir."

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  2. Sí, de acuerdo con eso evangélico: "... Porque la primavera regrese, aceptará el grano morir bajo el suelo; para renacer, áurea cosecha del porvenir."

    También le oíamos hace horas al mayor de los Comway, Alan [en 'El tiempo...' de Priestley], las verdades estas en versos de William Blake:

    "De gozo y dolor fuimos creados /y cuando esa verdad nos habita por dentro /marchamos más seguros por el mundo."

    O en definitiva, lo -ya milenario- del 'Rubaiyat' de Omar Khayyam:

    "... Lámparas que se encienden, esperanzas que se apagan: la noche.

    Lámparas que se apagan, esperanzas que se encienden, la aurora: felicidad y pureza. Un inmenso rubí cintila en cada copa. Coge dos ramas de sándalo, hazte con una de ellas un laúd y deja que la otra te perfume.

    (...) Cuando vaciles bajo el peso del dolor, y estén ya secas las fuentes de tu llanto, piensa en el césped que brilla tras la lluvia; cuando el resplandor del día te exaspere, y llegues a desear que una noche sin aurora se abata sobre tu mundo, piensa en el despertar de un niño.

    Noche; silencio. Inmovilidad de las ramas y del pensamiento. Una rosa, imagen de tu efímera belleza, deja caer con lentitud sus pétalos. ¿En dónde estarás ahora, tú que me ofreciste el vaso que no dejo de beber. Estoy seguro de que ninguna flor se deshoja cerca de aquél cuya sed apagas, y te ves privada del amargo placer con que sólo yo he sabido embriagarte.

    (...) Brisas de primavera acarician los pétalos de las rosas. En la sombra azul del jardín, besan también el rostro de mi amada. A pesar de la felicidad que tuvimos, no añoro el pasado. ¡Es tan honda la dulzura del presente!

    Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, procura ser feliz hoy. Coge un ánfora de vino, siéntate a la luz de la luna y bebe, mientras te dices que quizás mañana te busque, en vano, el astro de la noche.

    El viento del sur marchitó las rosas que loaba, en sus cantos, el ruiseñor. ¿Habrá que llorar por ellas o por nosotros. Cuando la muerte marchite nuestras mejillas, otras rosas se abrirán.

    Bien sabes que no tienes ningún poder sobre el destino, ¿por qué la incertidumbre del mañana motiva tu ansiedad. Si eres prudente, goza el momento que pasa; lo futuro, ¿qué encerrará?

    Caeremos en la ruta del amor, y nos pisoteará el destino. ¡Oh, mi pequeñuela! ¡Oh, mi preciosa copa! Levántate, y dame tus labios, antes de que me convierta en polvo.

    ¿Sabes lo que te puede acontecer mañana. Ten confianza, pues, de lo contrario, no dejará el infortunio de justificar tus temores. No te apegues a nada. No interrogues los libros ni a los hombres: él destino es inescrutable..."

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  3. ¡Así que ya Blake formulaba eso, "de gozo y dolor"...!

    Razón de más para perseverar en lo cierto de L E Aute:

    Decir espera es un crimen,
    decir mañana es igual que matar,
    ayer de nada nos sirve,
    las cicatrices no ayudan a andar.

    Sólo morir permanece
    como la más inmutable razón,
    vivir es un accidente,
    un ejercicio DE GOZO Y DOLOR.

    Que no, que no, que el pensamiento
    no puede tomar asiento,
    que el pensamiento es estar
    siempre DE PASO, DE PASO, DE PASO...

    Quien pone reglas al juego
    se engaña si dice que es jugador,
    lo que le mueve es el miedo
    de que se sepa que nunca jugó.

    La ciencia es una estrategia,
    es una forma de atar la verdad
    que es algo más que materia,
    pues el misterio se oculta detrás.

    [Que no, que no, que el pensamiento
    no puede tomar asiento,
    que el pensamiento es estar
    siempre DE PASO, DE PASO, DE PASO...]

    Hay demasiados profetas,
    profesionales de la libertad,
    que hacen del aire, bandera,
    pretexto inútil para respirar.

    En una noche infinita
    que va meciendo a este gran ataúd
    donde olvidamos que el día
    sólo es un punto, un punto de luz.

    [Que no, que no, que el pensamiento
    no puede tomar asiento,
    que el pensamiento es estar
    siempre DE PASO, DE PASO, DE PASO...]

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