Si es el hombre lo que ama / yo soy entre muchas cosas / los duendes de la guitarra, / los fantasmas de la copla, / el vino con los amigos, / las madrugadas con lluvias, / las mañanas de mi madre / y la tarde en la llanura; // si el hombre es lo que ama / yo soy entre muchas cosas / la primavera del Sur, / los caballos, las gaviotas, / la esperanza que me empuja / a vivir todos los días / el horizonte, el sol / y la invencible alegría; // si al hombre se le conoce / por cuanto ama... / a mi me conocerán / por el fuego y la montaña, / por el invicto silencio, / por la libertad sagrada, / por la sublime locura / de hacer lo que tengo ganas; // si al hombre se lo conoce / por todo aquello que ama / a mi me conocerán / por la magia de la pampa, / por Atahualpa Yupanqui, / la milonga o Néstor Feria; / mas nunca sabrán de mí / tanto como por Teresa...
(Nada sobre todo esto supimos antes de haberlo ahora oído aquí del propio Facundo Cabral, sólo gracias a MAM...)
Quizás cabe añadir apenas una muy simple acotación más, única mente, para que no decaiga:
"Te confunden con otras, alegría:
ingenuidad, simpleza,
candidez,
inocencia.
Te subestiman con diminutivos,
sucedáneo de la felicidad,
eterna hermana pobre de la euforia.
Parecen no acordarse de la helada rutina,
cuando las insistencias se vacían en sangre
y el espanto aprisiona como un despeñadero.
No recojas el guante, te lo ruego,
olvida el desafío que lanza la ignorancia.
No nos dejes perdidos en medio de qué océano,
sin tu luz, alegría,
la de las manos anchas,
la que convierte el alma en lugar habitable.
Desatiende el rumor de las trincheras,
la retórica vana de los oportunistas.
Tú eres el destilado de libertad más único,
el orgasmo espontáneo del espíritu.
Bienhallada alegría,
la pura de sabor,
la complaciente,
tú que vives y reinas en el tuétano limpio,
ahora y en el albor de toda hora,
quédate con nosotros"
ingenuidad, simpleza,
candidez,
inocencia.
Te subestiman con diminutivos,
sucedáneo de la felicidad,
eterna hermana pobre de la euforia.
Parecen no acordarse de la helada rutina,
cuando las insistencias se vacían en sangre
y el espanto aprisiona como un despeñadero.
No recojas el guante, te lo ruego,
olvida el desafío que lanza la ignorancia.
No nos dejes perdidos en medio de qué océano,
sin tu luz, alegría,
la de las manos anchas,
la que convierte el alma en lugar habitable.
Desatiende el rumor de las trincheras,
la retórica vana de los oportunistas.
Tú eres el destilado de libertad más único,
el orgasmo espontáneo del espíritu.
Bienhallada alegría,
la pura de sabor,
la complaciente,
tú que vives y reinas en el tuétano limpio,
ahora y en el albor de toda hora,
quédate con nosotros"
(Tampoco antes habíamos podido escuchar estas preces -imprescindibles- de Raquel Lanseros y avisábanos...LO L.A...)
.
Así pues, ¡en pie para no caer arrodillándonos ante las consignas monocordes que se predican desde unánimes púlpitos en pos de fidelizarnos a cualquier calle del lagrimear, o la "Doctrina del shock"...!