lunes, 22 de julio de 2024

1er. Libro de China en Europa leído: "Beng Sim Por Can: Espejo Rico, del Claro Corazón" [1592]

     
Sigue resultándonos pasmosa la contumacia con que todavía es habitual persistir en una práctica intelectual muy carente de rigor, que desarrolla todo su discursear sobre no importa qué asuntos ninguneando tantas aportaciones del Oriente al respecto, aun cuando sean claramente precursoras a lo que sin sentido aquí consideramos "canónico" solo...

Y el disparate parece redoblado con la pretensión, añadida para fraudulenta coartada, del alegarse una -verdaderamente irreal- falta de vasos comunicantes con aquellas realidades (dichas "Lejanas...", aun cuando no lo son tanto cuanto algunas otras en el Nuevo Mundo de las "Indias Occidentales", supuesta y paradójicamente -por contra...- sí que como más "nuestras" reconocibles). 

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"Mientras que la 'Ruta de la seda' promoviendo y afianzando el comercio entre China y Europa se abría paso por tierra firme, las rutas de traducciones entre lo chino y el español se abrirían entre aguas de océanos que conducen desde México hasta España y de Filipinas a México...

Los primeros encuentros entre la lengua china y la española se dieron en el marco de la 'evangelización' de China. No es arriesgado pensar que los primeros intérpretes de chinos y españoles, en el sentido moderno del término, fueron muy mayoritariamente determinados clérigos que ponían sus artes interpretativas y lingüísticas al servicio de dicha tarea religiosa. De entre todos estos misioneros, fray Juan Cobo...

Destaca por haber sido uno de los primeros traductores (si no el primero) de libros del chino al castellano, así como fue también el primero que predicó en lengua china -según la 'Historia de la Provincia del Santo Rosario', impresa desde 1640 en Manila (pág. 140)- y probablemente el primer europeo que compuso un libro sobre las Ciencias en chino titulado 'Shilu' (o 'Apología de la verdadera religión') publicado en Manila el 1593... Su dominio, por lo tanto, de ambas lenguas y de ambas formas de comunicación en sendas culturas no parece dejar mucho lugar a la duda.
 
 
Pero no nos confundamos. No fue fray Juan -ni mucho menos- el primero que dejó sus escritos sobre China, pues esto ya lo habían hecho otros; pero sí, por lo que sabemos actualmente, el primer traductor de un libro chino a lengua europea como la española.

La obra que tradujo fray Juan Cobo se titulaba —según la trascripción en letras latinas que hiciera el traductor a finales del siglo XVI— 'Beng Sim Po Cam' en chino y 'Espejo precioso del claro y limpio corazón' en español. Esta traducción del título busca el sentido, la idea; no se ciñe al pie de la letra ni incurre en el error de buscar un paralelismo palabra por palabra, de pretender mantener la estructura sintáctica del original en la versión castellana. Todo lo contrario. El traductor consigue un título que sigue la prosodia del castellano, no la del chino, y se toma la libertad (o, mejor dicho, cumple con el deber) de añadir un adjetivo para mejor captar la riqueza semántica del original. 

El título 'Beng Sim Po Cam' (que, según el sistema actual de trascripción llamado 'pinyin' aprobado por la UNESCO hace ya sobre medio siglo, debería escribirse hoy día 'Ming xin bao jing') significaría -en muy bruto- algo así como «limpio + corazón + tesoro + espejo». Dado que el primer término del título se aplica en chino tanto a lo luminoso, a la luz, como a lo límpido, a lo cristalino, el traductor decidió utilizar dos adjetivos, claro y limpio, para mejor trasladar la riqueza semántica del original. 

Esta búsqueda del sentido en el título fue más allá y no escatimó aclaraciones ulteriores; el fraile retocó el título así: 'Espejo precioso del claro y limpio corazón' o 'Riquezas y espejo con que se enriquezca y donde se mire el claro y límpido corazón'. La traducción de la obra así titulada se publicó en versión bilingüe en Manila durante 1593, es decir, en tiempos de la dinastía Ming, siendo Shenzong emperador de China y estando Felipe II, rey de España y Portugal, aún a 5 años de su muerte. Era la primera obra escrita que se traducía del chino a Europa.

Ese primer libro traducido del chino al castellano, 'Beng Sim Po Cam' / 'Espejo rico del claro corazón', consistía en una antología general de sentencias filosóficas y morales tanto de los más grandes pensadores de la historia de China como de las más influyentes obras (algunas anónimas) de su civilización. Entre tamaño elenco de pensadores aparecen Confucio, Mencio, Han Fei, Laozi, Xunzi y largas citas de los textos canónicos de la civilización china como un 'Shujing' o 'Libro de los documentos' y el 'Tao Te Ching'; lo cual indica que tal antología compendiaba todas las principales escuelas de pensamiento sin exclusiones.
 
 
De la manera en que fray Juan Cobo traducía el título de su obra se puede colegir el tipo de traductor que fue: no miraba el orden de las palabras en el original ni violentaba el del castellano para que reprodujese el del original, sino que expresaba en español fluido el sentido que él veía en el original; no padecía el complejo de algunos traductores actuales consistente en sentirse obligado a mantener el mismo número de términos que hubiera en el original para su traducción. Se limitó a la traslación del texto chino íntegro, produciendo así una traducción voluntariamente escasa de todas esas aclaraciones marginales —salvo en contadísimas excepciones— que habrían cumplido una función análoga a la de nuestras modernas notas a pie de página.

El traductor, en general, obvió aclaraciones que tal vez habrían podido venir bien al lector de entonces... o tal vez no [ya lo veremos luego] y que se referían tanto al sentido de muchos términos con fuertes connotaciones culturales dentro del mundo chino como a la identidad de los emisores de las sentencias que conforman el libro. Entre las primeras, el traductor se las tiene que ver con términos cuyo sentido no es nada sencillo, claro ni unánime para los especialistas actuales; como, por ejemplo, el término 'junzi'... 

Lo traslada por «hombre virtuoso» y en China referido al hombre perfecto, es decir, el que obra como se debe obrar desde el punto de vista de los cánones de comportamiento defendidos por el mandarinato para su 'Escuela de los Letrados'; y que ha sido traducido en los últimos años entre nosotros por «hidalgo» o «el hombre superior», por ejemplo. Y como ese otro término, esencial para la comprensión del pensamiento confuciano, que es 'ren ai'; que fray Juan vierte como «el hombre bien morigerado para seguir la virtud», término que ha sido traducido por «piadoso».

Fray Juan Cobo apenas si escribió 3 ó 4 notas aclaratorias, que hoy llamamos «referencias culturales», a lo largo de las 196 páginas de su traducción. Una de dichas notas, que por excepcional merece ser destacada, aparece con la siguiente cita tomada en el segundo gran filósofo confuciano, Mencio. «En el Ayuntamiento de Lusi se dijo: si algunos hubiere virtuosos, unos a otros se animen al bien; si algunos hubiere que erraren, unos a otros se enseñen. Los que vivieren con orden y policía, unos a otros se perfeccionen; si algunos hubiere tristes y trabajados, unos se compadezcan de otros.» (pág. 152)
 
 
La nota que puso el traductor al término 'Ayuntamiento' dice así: «Usan en China, de 15 en 15 días, juntarse en sus Ayuntamientos para enseñar los diputados para esto al pueblo, y en uno de ellos se dijeron estas sentencias»...

En cuanto a las aclaraciones sobre los emisores de las máximas, fray Juan también guarda silencio. Uno se pregunta cuántos lectores hispanohablantes de la época sabrían quiénes eran la mayoría de los insignes personajes a quienes se atribuyen todas las frases del libro. Y es que no sólo aparecen frases puestas en boca de los más grandes filósofos chinos, como el ya citado Mencio así como Laozi [autor del 'Libro del Tao'] sino también de figuras legendarias de su historiografía que aparecían en tratados históricos de la antigüedad; como algunos duques del período de los 'Reinos Combatientes' (siglos VIII–III a.C) que, muy probablemente, resultaban difíciles —si no imposibles— de identificar para el lector castellano. 

¿Importaba el identificarlos? Pues probablemente, no: lo que importaban eran las ideas, los fundamentos ideológicos de la civilización china que gracias a las traducciones comenzaban a conocerse mejor. La excepción a esta regla fue, cómo no, Confucio; a cuyo nombre se permitió el traductor añadir una nota a pie de página que, con mucha justicia y exactitud, rezó así: «Este Con-chu [Confucio] es el gran filósofo y el gran maestro de toda China, y fue muchos años antes de la venida de Nuestro Señor Jesucristo al mundo».

 
 
El 15 de abril del 2012 la ciudad taiwanesa de New Taipei organizó un homenaje al dominico español fray Juan Cobo [OP], quien en el siglo XVI fue el primero traduciendo una obra del chino a idioma occidental

- Había nacido, en la villa toledana de Consuegra, durante 1548 (al mismo tiempo que lo hacía también el gran teólogo jesuita Francisco Suárez, reconocido como 'doctor Eximius' para Escolástica posterior); entró en el convento de Sto. Domingo de Ocaña y desde un principio destacaría por su capacidad intelectual. 

- Formó parte del grupo de frailes que fundaron la Provincia del Rosario y pronto embarcó hacia Filipinas más China; está documentado que "gozaba de memoria privilegiada, que le permitió aprender chino con rapidez en Manila y también de una mente preclara que le facilitó no sólo escribir sino también ser diplomático, traductor, astrónomo y sinólogo". 

- También fue uno de los primeros en escribir diccionarios y gramáticas del chino con un idioma occidental, por lo cual se le considera precursor de la sinología, e igualmente tradujo el Catecismo al chino. Murió en Taiwán el mismo año 1592, tras el naufragio de su nave cuando se proponía regresar hasta Manila luego de una misión diplomática ante Totoyomi Hideyoshi, el emperador japonés...

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