Desde hace milenios, nuestros antepasados practicaban ya la mejor manera de hallar cuanto se pudiere conservar valioso en algún pajar; es aventando su paja vana: para separarla bien, con el fin de así despejar todo, y que nos aparezca libre lo más granado. Ahora los astrofísicos han descubierto cómo la mayor parte del universo se llena de materia o energía 'oscuras' en un Vacío casi por completo imperceptible, pero que no es la nada; y en rigor, literal, somos "polvo de las estrellas": formado -práctica mente, tan bien- por átomos cuasi vacíos...
Mas también podemos recordar otra higiénica sabiduría milenaria, legada por el concurso de alguna secuencia ininterrumpida multiforme con prácticas en cierto modo análogas aunque mediante rica tradición diversa, para la experimentación... del Silenciamiento. Y no tanto por ir al tranquilizar[se]; sino hacia especular más bien, con un mejor conocer, sobre todo...
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Pirineo: de fríos invernales otra vida surge pujando, clara mente...
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Lo que con variadas maneras pero sintonía muy amplia se viene denominando Meditación, en general, para
nada deberá remitir a ningún autismo insolidario ni otro tipo de actitudes quietistas; por el contrario, el apaciguamiento en atención concentrada es apertura -u oquedad...- útil que despeja cualesquier vías a toda nuestra precisa mejora, tanto para la personal como hacia las colectivas.
Podremos mencionar en tal sentido como destacadísimo ejemplo, entre otros, aquella notoria praxis intelectual y operativa -sin posturas cabizbundas o meditabajas, o sea, con toda su inequívoca "determinada
determinacion..." reformadora: potente mente...- por parte de quien ha sido nuestra principal 'Doctora' mística, Teresa de Ávila.
Y recientemente se nos ofreció un particular testimonio al respecto, "Biografía del silencio", que aquí citaremos por su inicio más algunas otras cortas lineas entresecadas de texto escogido subsiguientes:
'El deseo de luz produce luz. Hay verdadero deseo
cuando hay esfuerzo de atención. Y esa luz es, realmente, lo
que se desea cuando cualquier otro móvil es ausente.
Aunque los esfuerzos
de atención aparentaren ser durante años estériles, algún día, una luz
exactamente proporcional a ellos inundará el alma. Cada esfuerzo añade un poco más de oro a ese tesoro que nada en el mundo puede sustraer'
. ( Simone Weil )
"Comencé a sentarme para meditar en silencio y quietud por mi cuenta y
riesgo, sin nadie que me diese algunas nociones básicas ni que me acompañara, por tales procesos. La simplicidad del método –sentarse respirando, acallar los
pensamientos…– y, muy sobre todo, de sus pretensiones –reconciliar al
hombre con lo que es– me sedujeron desde un principio...
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Basta un año de
meditación perseverante, o incluso medio, para percatarse del que puede vivirse
de otra forma. La meditación nos con-centra, nos devuelve a casa y nos enseña el convivir con nuestro ser: nos agrieta la estructura de nuestra personalidad
hasta que, con tanto meditar, la vieja se
rompa por su grieta ensanchada; y comience a nacer, como una flor, otra nueva.
Meditar es asistir a este
fascinante y tremendo proceso de muerte y renacimiento. Gracias a la meditación,
el autor ha ido descubriendo que no hay ninguna dualidad, o yo y mundo; sino que son, ambos dos, una
misma o única cosa...
Más de un
80% de nuestra actividad mental -y es probable que me haya quedado muy corto en
esta proporción- será por completo irrelevante o prescindible, y peor aún,
contraproducente. Es muy saludable
fiarse mucho más de la intuición, del
primer impulso, y pensar menos. Cuando reflexionamos solemos complicar las
cosas, que suelen presentarse nítidamente claras en un primer momento...
Estamos buscando, siempre, soluciones. Jamás aprendemos que no hay solución; nuestro
solucionar sólo son parches, y así vamos por la vida: de parche a parche. Pero
si no hay solución, en buena lógica, es que tampoco hay problema. Ese problema y su solución son una misma o única cosa. Por eso, lo mejor que puede hacerse cuando se tiene un
problema es vivirlo…
Casi ninguna
reflexión conduce al actuar: una mayoría conduce a las parálisis. Es más:
reflexionaremos para paralizarnos, por encontrar algún motivo que justifique
nuestras inacciones; pensamos mucho la
vida, pero viviéndola poco…
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Instantánea de muy duraderas calmas en el Jardín botánico...
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Me ha
costado cuatro décadas comprender que el hombre empieza a vivir en la medida en
que deja de soñar consigo mismo. Que a dar frutos empezaremos cuando dejemos de construir castillos en el aire (…) Actuaremos conforme a la sabiduría que tenemos en cada momento, siempre; y si
obramos mal es porque, al menos en ese punto, había ignorancia. Es absurdo
condenar lo ignorado desde otra sabiduría presente…
Hoy sé que
conviene dejar de tener cada vez más experiencias, del género que sean, y
limitarnos a vivir: dejar a la vida expresarse tal cual es y no llenarla con los artificios de nuestros viajes o
lecturas, relaciones y pasiones, espectáculos, entretenimientos (...) El
verdadero vivir está detrás de lo que nosotros llamamos vida…
Nos batimos
con duelos que no eran los nuestros. Naufragamos en mares por los que nunca
deberíamos haber navegado. Vivimos vidas que no son las nuestras, y por eso
morimos desconcertados. Lo triste no es
morir, sino hacerlo sin haber vivido. Quien verdaderamente haya vivido,
siempre estará dispuesto a morir; sabe que ha cumplido su misión…
Bajo sus
apariencias prosaicas, cualquier vida es más hermosa e intensa que la fantasía mejor, mucho. Mi compañera
real, por ejemplo, es mucho más hermosa que la idea maravillosa que yo puedo
hacerme de ella. Mi novela real es infinitamente mejor que cualquiera
imaginada, entre otras cosas porque la otra ni siquiera existe.
Cuesta mucho aceptarlo, pero no hay nada tan pernicioso como un ideal; ni tampoco igual de
liberador que una realidad, sea cual sea…
Le sobrecargamos al otro con nuestras
expectativas cuando nos enamoramos. Y tal es lo que cargamos sobre nuestro ser
amado que al final, de él o ella, no queda ya prácticamente nada. El otro es
entonces, simplemente, una excusa: una pantalla de nuestras expectativas. Por
eso suele pasarse tan rápidamente del enamoramiento al odio o a la
indiferencia, porque nadie puede colmar expectativas tan monstruosas…
Lo más
acertado parece ser, en consecuencia, dejar que el otro sea cuanto es; creer que uno puede ayudar es una
presunción casi siempre: con el Zen se nos enseñó a dejar en paz a los demás, porque poco de lo que les suceda es asunto tuyo realmente. Y casi todos
nuestros problemas comienzan por meterse donde no nos llaman…
Ya que por la vida estamos, ¡vivámosla! Eso parecería lo más sensato. Si hemos de aprender
a nadar, es mejor que nos lancemos al agua; y que, por lo tanto, no pasemos demasiado tiempo pensándonoslo en la orilla. Esto es exactamente nuestro problema en la vida: los titubeos,
los miedos, las dudas sistemáticas, el temor a vivir. Y siempre será más inteligente
lanzarse a las aventuras…
Quiero
aprender cuanto pueda, deseo probar el sabor de lo que se me ofrezca. No estoy
dispuesto al quitarme mis alas... ni a que nadie me las corte (…) Cualquier atributo
que al yo se le ponga, aun aquel más sublime, resulta radicalmente insuficiente. La
mejor definición de mí a la que hasta ahora he llegado es 'yo soy'.
Simplemente, hacer meditación es el
recrearse y holgar en este 'soy'…
Por muy
grande que sea nuestro iceberg, cualquier iceberg, solo es agua. Bastará una
fuente de calor lo suficientemente poderosa para que vaya derritiéndose. Un
hielo siempre se deshace al calor (...) Así pues, lo único que falta es cierta curiosidad por conocer[nos...] el propio iceberg…"
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Y entre nosotros, dada esa Historia global en cuyas estelas de algún modo fuimos educados, aun hoy no es raro gran sincretismo cultural o mestizaje ideológico al respecto.
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Cruz budista de Armida: jesuítica del periodo Namban en Japón, siglo XVI
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Aquí, junto a otras artes para buen vivir, nos pueden ser tan familiares el senequista lema del 'Conócete a ti mismo' como cualesquier otros ecos de melismático ritmo con querencia
por estirpes más o menos -remota mente...- sufíes...
Lo ha retratatado Juan Gª-Gálvez con veracidad muy fiel: "Taberna oscura cordobesa / fría, y recóndita... / sin ruidos, / de parroquianos diseminados / acá y acullá / en pequeños grupos, / vasos de vino montillano / sobre mesa de madera / o en el mostrador. / Todos se conocen / y apenas dicen al entrar / un '¡buenos días, señores!' / o '¡a la paz de Dios!' / Un cliente se acerca a otro / y le dice: 'qué bien estamos, ¿verdad?'; / a lo cual es respondido, '¡mejor... callaos!'"
Cuando alguien apunta señalándonos alguna estrella en el cielo, de idiota sería rebajar nuestras miradas -hacia su dedo, mano, brazo u otro rasgo personal- en vez de alzar la vista para contemplarlo mejor; así que tampoco importará nada quién, o desde qué circunstancias, nos ayude a [re]descubrir cuanto andamos aquí ahora [re]citando... (Pero por no dejar de hacerle justicia, quede seguidamente constancia del autor que Pablo -nieto de aquel otro gran d'Ors- es, tan bien:
Tras haber publicado varias obras de ficción -como la novela 'El estupor y la maravilla'- firmó su muy singular título, 'Sendino se muere', dejando memoria fidedigna con las palabras póstumas debidas a cierta Doctora del Hospital Ramón y Cajal que se llamó África Sendino. Y luego de haberse fogueado en el asunto dirigiendo un ciclo de conferencias sobre 'Viaje al silencio', por fin editó este citado 'Ensayo breve sobre la meditación'...)
En última instancia, todo esto formaría ya parte de lo que viene conociéndose desde antiguo por 'la filosofía perenne'; y hunde sus raíces entre alguna enseñanza tan lejana como fue aquello atribuido al legendario Lao-Tsé, autor del 'Tao Te Ching', hace unos 25 siglos:
”Treinta radios lleva el cubo de una rueda; mas lo útil para ese carro es la nada de su hueco. Con arcilla se fabrican las vasijas; en ellas lo útil es la nada, o vacío, en sus oquedades. Agujeréanse puertas y ventanas al hacer una casa; la nada de cada una es lo más útil para ella. Así pues, en lo que tiene ser está el interés; pero por su 'no ser' es toda utilidad...
El sabio es quien conduce los asuntos, mejor, sin acción; y ni palabras precisa para enseñarnos... En un incesante agitarse, de todas nuestras cosas, contempla su retorno siempre...”
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Farola del puerto mediterráneo: amanecer, también ahora...
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