Y por eso ”en vano arrancan hasta la postrera brizna de hierba; en vano impregnan el aire de petróleo y de humo; en vano cortan los árboles y sueltan las bestias y pájaros; porque hasta en la ciudad la primavera es siempre primavera”... prosigue Tolstoi. Esto se cumple porque la primavera no depende del cielo, ese niño maleducado y caprichoso, sino de la luz que se iguala en estos días por todo el mundo con sus noches (doce horas de luz más doce de oscuridad, del ecuador a los polos) y que nos trae el equinoccio de primavera a los que vivimos en el hemisferio Norte.
También en Alemania e Italia se produjeron revueltas populares con objetivos de corte liberal y social, aunque a la vez con reivindicación de comunidad nacional. En sus óperas, los compositores Richard Wagner y Giuseppe Verdi prestaron voz musical a los deseos de estos pueblos de vivir en libertad, mas unidos, colectivamente [como acabamos, en 'C(H)OEURS', de conmemorar]... Wagner, que ya en 1830 había participado en las revueltas estudiantiles de Leipzig cuando sólo tenía 17 años, reaccionó con entusiasmo a la lucha del pueblo alemán contra todo lo reaccionario. Se había adherido al movimiento literario 'Joven Alemania (Junges Deutschland)', que era más bien una amalgama de ideas inconexas, desde la resistencia a los políticos conservadores y contra la fragmentación de Alemania hasta la defensa de la llamada ‘emancipación de la carne’. Esta trataba del culto al amor libre, unos ideales de pureza mezclados sin disimulo con deseos de desahogo sexual sin ninguna relación con la emancipación de la mujer.
En la ópera que precisamente Wagner terminaba ese año 1848, 'Lohengrin', confluyen todas sus ideas utópicas y progresistas. También esta obra escenificó la tensión entre el progreso y el conservadurismo, una tensión que se vivía a diario en la realidad política de entonces (...) Con la escena tercera del acto tercero (“Heil König Heinrich!”)... de una manera inequívoca, empleando el término 'des Ostens Horden (las hordas del Este)', Wagner advierte a sus contemporáneos sobre lo amenazador del régimen zarista que había apoyado la restauración política y reprimido con gran violencia revueltas del pueblo húngaro contra los Habsburgo.
"Pero, ¿es el cambio realmente posible? Ese mismo Slavoj Žižek hizo esta pregunta el domingo 9 de octubre de 2011 en la Plaza de la Libertad de New York a los activistas de ‘Occupy Wall Street’. Les decía lo siguiente:
(...) Hoy, la separación entre lo posible y lo 'imposible' es un tanto curiosa. En términos de libertad personal y desarrollo tecnológico todo es posible, cualquier forma de sexo perverso... e incluso los viajes a la Luna. Soñamos con la inmortalidad guardando nuestra identidad en un programa informático.
Aboguemos por invertir las coordenadas de lo posible y lo imposible. A lo mejor no es posible tampoco ser inmortales, pero sí que podríamos aumentar la solidaridad y una mejor asistencia sanitaria..."