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Alertan,
quienes presumen de lo contrario –última mente…- acá, sobre hasta qué punto "ya fue lema del thatcherismo el ‘
No hay alternativa’; y ahora también quieren que nos lo traguemos”.
Mas el caso no es para nada tan simple. Pues, en efecto, hubo ese ‘
There Is No Alternative!’
(TINA) original sembrado por Reagan & Thatcher primero; pero aquí, en este ‘Reino de España’ (regido por ‘discurso único’ de intocados
poderes fácticos que ‘no quitan ni ponen Rey, ayudan a su señor y/o... ponen -e incluso quitan- a las
autoridades competentes –gubernamentales además de toditas representativas
, naturalmente!…’- desde la Transición al menos), ya lo teníamos en vigor mucho antes de ahora.
Ninguna otra cosa distinta venía siendo el ‘mantra’ omnipresente de
‘La Única Política Económica’ (LUPE…) unánimemente ‘más vendida (como útil e indiscutida por ser siempre aquí l@ ‘
Posible o Modern@, Realista, Necesari@ y demás etc.’ para todo mayor bien estar) por consecutivos gobernantes de t@nta
Econo…suya: los Abril Martorell, Fuentes Quintana, Leal, Fernández Ordóñez, Boyer, Solchaga, Rojo, Borrel, Almunia, Rato, Barea, De Palacio, Conthe, Castells, Griñán, Ibarreche, Solbes, Sebastián, Salgado…
Así que muy poco de novedoso, en realidad, tiene la última ‘caída [del caballo’, supuestamente ‘ganador’ antes] o '
el Hundimiento’ desde tan insostenible ‘suflé’ burbujeante [con
González: 'España es donde
se puede ganar más dinero invirtiendo';
Aznar: España 'va bien'; y ZP: 'La economía
va hoy mejor que bien para España'] ya desinflado ahora. Esas cosas están (con '
Aquellos polvos y estos lodos') bien claras para
la emérita maestra en Econo…nuestras, Miren Etxezarreta:
“…En España hay que remontarse a los Pactos de la Moncloa (1977), y sobre todo al 1982 que inició la política económica de carácter globalizador y neoliberal (perdonen el pleonasmo), uno de cuyos principales componentes lo constituía el rechazo a la participación del Estado en la economía. En particular, el repudio a toda política industrial (“la mejor política industrial es la que no existe”) y el entusiasmo liberalizador y privatizador de Solchaga y Boyer, que desde entonces mantienen que en los mercados reside la salvación de la economía. Añadámosle el Acta Única de 1986, que coincidió con nuestra integración en UE y que se quiso interpretar como que toda liberalización industrial y financiera (o, mejor dicho, que la libertad sin trabas a la restructuración de los grandes capitales europeos) sería favorable para nuestro país.
La bienvenida sin condiciones a los capitales multinacionales que entraron al país para ocupar parcelas de actividad industrial ya existentes (no tanto para aumentar la capacidad productiva) supuso su subordinación a los planes de conjunto europeos o mundiales y el cierre de multitud de empresas en pocos años. Estas políticas han constituido base permanente de las estrategias para los sucesivos gobiernos y han dado lugar a que en estos 2000 los sectores que sostenían la economía española fueran la construcción, el automóvil y un turismo decreciente. Sectores tradicionales, no sectores sólidos y de la vanguardia, con alta productividad y competitividad, como lo atestigua el enorme desequilibrio de la balanza comercial, que durante los años del boom se situó entre los más altos del mundo. La reestructuración productiva necesaria no se ha saldado con una mayor competitividad, sino con una concentración acentuada en sectores problemáticos.
No nos engañemos: los problemas de fondo de España no consisten sólo en una alta deuda financiera, privada, que han conseguido convertir en pública para mayor escarnio y que está dando lugar a la dura actitud de los mercados financieros, sino también a la falta de confianza en las posibilidades de su economía real, sobre su competitividad, en sus posibilidades de crecimiento, de absorción de la población activa. En pocas palabras, en su capacidad de producir riqueza. ¿Qué sectores productivos tienen ahora la posibilidad de absorber tres millones de trabajadores (aceptando que dos millones de parados sean permanentes)? Este es problema esencial para lograr una economía saneada y unas formas dignas de vida para su población.
[…] España ha sido uno de los más fieles seguidores de las recomendaciones de instituciones como la OCDE y la Comisión Europea (como Argentina antes del 'corralito')... Un país donde la liberalización, la desregulación y la privatización, además de la austeridad laboral, han avanzado sin pausa desde los primeros años ochenta. Y este es el resultado: casi cinco millones de parados y la casi quiebra del país. Es hora, en medio de este tráfago financiero que nos desborda, de que alguien se decida a seguir una estrategia autónoma de medio plazo, centrada en el país, en la que ocupe un lugar central lograr una potente estructura productiva tanto en la agricultura como en la industria y los servicios, que es donde producir riqueza real.”El asunto ha devenido tan palmario y grave que hasta medios tan afines al ‘ZetaPerismo’ como son los de la revista ‘El Siglo’ no lo soportan hoy disimular ya más:
‘Los más cucos entre los políticos –y son legión– odian hablar o que se les hable del pasado (…) No quieren recordar ni lo que dijeron e hicieron hace tan sólo un par de días. Y en este arte de negarse a sí mismo (…) nunca es hora de la crítica interna, porque "eso sería hacer juego a la derecha"; siempre es la “hora de cerrar filas". Y yo me pre gunto: ¿qué significa cerrar filas? Y me contesto: cerrar filas es una forma como cualquiera otra de negarse a ver la realidad. Pero la realidad es terca. Nos lo han recordado, por ejemplo, desde Alemania y la denuncia viene de la pluma de un notable novelista que apenas se prodiga en el foro político.
Con un demoledor alegato publicado por el dominical del diario alemán Fankfurter Allgemeine Zeitung bajo titulares de "Zapatero: a la mesa con los caníbales", Rafael Chirbes sostiene que ‘ZP’ construyó la ficción de su política progresista a base de recursos y tensiones culturales, con la intención de ocultar el hecho de una política de derechas. El hundimiento de esa ficción, deja ahora a Zapatero, dice, "con el triste semblante de un suicida". "En pocos minutos, durante la mañana del 12 de mayo, se derrumbó el marco ideológico sobre el que se había sustentado durante 6 años su versión de la socialdemocracia española. Un modelo que se creía a salvo de las vicisitudes económicas, gracias a una estrategia mediante la cual los problemas cotidianos de la vida pública eran eliminados y sustituidos por juegos que algunos han definido como culturales...", explica.
"… Conflictos, más o menos intrascendentes, que habían prescrito hacía tiempo, han servido, mediante unas dramáticas puestas en escena, para mantener la ficción de alguna política progresista”. Elementos de ese juego de manos –señala el escritor- fueron la recreación de toda una serie de enfrentamientos entre católicos y laicos, antiabortistas y partidarios del aborto, o nacionalistas vs. centralistas, partidarios de la negociación con ETA y partidarios de la mano dura, machos contra feministas y homosexuales o, sobre todo, herederos de víctimas de la guerra civil contra herederos del régimen franquista… Estos fuegos de artificio sirvieron –añade Chirbes– a ocultar una domesticación capitalista con 4'6 millones de parados, subvenciones para la industria del automóvil y unos rescates millonarios a bancos exentos de todo control. En ese contexto, los sindicatos españoles no movieron un dedo por quienes perdieron su puesto de trabajo, sus hogares o tuvieron que cerrar sus negocios: "durante los últimos meses la batalla sindical única visible –siguiendo las estrategias del gobierno, engrasadas con donaciones multimillonarias- ha sido para una defensa del juez que lleva 25 años en política intrigando".
No he leído jamás un alegato tan firme contra la política de gestos de la que tanto ha abusado este Gobierno. Gestos que pretenden ocultar la dura realidad con llamadas ideológicas al choque frontal entre 'los buenos' (nosotros) y 'los carcas' (el PP)… Un juego que, aparte de mentiroso, encierra serios peligros: los de sacar a pasear a nuestros viejos demonios. Los demonios que atormentaron nuestro siglo XIX, los mismos diablos que acabaron por convertir España en un largo infierno que duró desde 1936 hasta 1975.
Una compañera del PSOE me pasa un argumentario con el que se intenta explicar el haraquiri del 12 de mayo, en donde se lee: "Los mercados están perfectamente organizados, y un núcleo duro toma las decisiones sobre cuándo lanzar un rumor, o cuándo atacar a la economía de un país o una moneda". Una forma nada original para echar balones fuera: renacer la conspiración judeo-masónica…’
La crítica del ex-secretario general en la FSM y expresidente para la Comunidad Autónoma de Madrid, Joaquín Leguina, no le sentó nada bien a quien detenta patente 'autorizada' de alternativ@ (tratando de negar el pan y la sal a su razón, por ‘interesadamente sesgado hacia posiciones rayanas con la nueva extrema derecha'); mas tal polémica cabrá zanjarla rápido con sendas citas textuales de cómo se abría y cerraba –literalmente- dicho artículo, por él citado, de un tan bravo escribidor valenciano:
‘El miércoles 12 de mayo, José Luis Rodríguez Zapatero anunciaba en el Parlamento español una serie de medidas anticrisis que incluían: congelación de las pensiones de los jubilados, bajada de salarios a los funcionarios, restricciones en los pagos de las ayudas a ancianos y enfermos, y en el uso de los medicamentos; y el fin de su oferta estrella de las elecciones: el cheque-bebé (una medida por la cual quien engendrara un hijo o lo adoptara, fuese cual fuese su salario o posición económica, recibiría automáticamente un aguinaldo de dos mil quinientos euros). Como colofón, auguró también el presidente un notable recorte de las inversiones en obra pública, y –esto ya fuera de discurso- filtró a la prensa la caducidad de unos 400 euros mensuales que el Estado concede a los parados hoy de largo alcance. En cinco minutos, dinamitaba su retórica de presidente de los derechos sociales. Apartaba de un manotazo a los caníbales del liberalismo, y se sentaba él a la mesa para comerse a los débiles con un apetito más que notable.
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Una semana antes, había declarado que jamás tomaría ninguna medida que implicara recortes sociales. "Por razones ideológicas" (…) Como le dijo en víspera electoral a un locutor amigo, y recogió el micrófono indiscreto: "A nosotros nos conviene tensionar". Según los cálculos del líder socialdemócrata en medio de este agitado guirigay nacional, podía seguir caminando sobre las turbias aguas de la economía sin mojarse ni las zapatillas; sólo faltaba que Europa se recuperase en un par de años, es decir, en vísperas de las próximas elecciones españolas: el tapón español flotaría de nuevo sobre el mar de riqueza continental y él podría seguir presentándose como adalid del progresismo.
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(…) Zapatero ha estado trabajando en sordina a favor de la gran banca y de los especuladores a los que de cara a las galerías ataca con demagogia populista: Las vicepresidentas del gobierno (hay dos) llegaron a amenazar con llevar a la cárcel a quien difundiera bulos acerca de la crisis para beneficiarse. Al parecer, acababan de descubrir que la esencia del capitalismo es la especulación: comprar barato y venderlo caro. Palabrerías: en sus actuaciones, ni una sola referencia a tocar el estatus de unos bancos que, según leo en la prensa, son las entidades europeas que más cobran a sus clientes por servicios y las que menos pagan por rendimientos; bajo sus mandatos, ya se ha suprimido el impuesto del patrimonio y no se han gravado los bienes suntuarios, tampoco se ha mirado hacia las sociedades de inversión, esos refugios de grandes fortunas que se conocen con el nombre de SICAV o Sociedades de Inversión de Capital Variable, escondites financieros, para entrar en los cuales hay que contar con un mínimo de 2.300.000 euros, y que cotizan al uno por ciento.
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El discurso del 12 de mayo, levanta el telón de sus retóricas y, en escena, aparece una muy amarga realidad. El excitante ajetreo del dinero… Bambi (así se le conoce a Zapatero, por su discurso del ‘buenista’) tiene agudos colmillos con los que da dentelladas, incluso a sus ingenuos votantes. Empiezan a oírse las voces de altos cargos del partido socialista que ven su sillón en peligro: no se quejan de que el presidente sea injusto al tomar estas medidas, sino de que los deja sin discurso político ante la derecha. Quieren otro guión que sirva para echar de nuevo la manta por encima de la realidad. Y él mismo ha creído necesario anunciarnos ahora, precipitadamente, que pronto llegarán impuestos que gravarán a… los que más tienen: ¡a la Banca, a la Iglesia, a los Ricos! (se les llena la boca, y salivan, al decir la Banca, los Ricos, la Iglesia: Cultural War, en estado puro). La batidora populista vuelve a girar. A lo mejor queda alguien que se crea algo. No lo sé.’ .
