viernes, 30 de septiembre de 2016

[Continuación del] 'La vida como juego', según Alan Watts: "El velo de los Pensamientos..." (2)

    
Siguiendo lo que a recordar ya (1) se había comenzado: 
    
“(...) El ser humano está mayormente ocupado en el malgastar enormes cantidades de su energía física intentando conseguir llevar a cabo unas cosas que resultan bastante inviables de lograrse (…) Nosotros, que predeciremos -'mirando en el antes y su después', como decía R. W. Emerson- siempre atentos al si esta generación iría por fin a ser mejor o quizás peor que las anteriores, vivimos atormentados.
 
Por tan muy tremebundas preocupaciones con el tiempo, no nos vamos dando bien cuenta de lo estupendos que somos, pese a nosotros mismos. El radar de las consciencias es un foco hacia los problemas y estará siempre a la escucha, o sea, en busca de cualquier variación del medio que pueda resultar desastrosa.
   
Nuestro atender consciente se preocuparía por el tiempo y la planificación, lo que será o ha sido, continuamente. Como su función es percibir problemas, a nosotros nos crea esa percepción del haber nacido para preocuparnos.
    
Presa de Vauban del renano afluente Ill, en Strassbourg desde 1690
  
A causa del preocuparnos tanto por atenta conciencia, ignoramos lo maravillosamente que aquí estamos; cómo, durante la mayor parte del tiempo, nuestros órganos físicos están en fantástica relación armónica; y cuánto nuestro cuerpo se liga con el medio a través de -todas las clases, entre...- tan múltiples respuestas inconscientes.
   
Si fuéramos conscientes por todos los procesos de ajuste que se dan -espontánea o/y subconsciente mente- para nuestros organismos, nos hallaríamos en medio de una gran orquesta. Pero esto sólo de vez en cuando sucede (...) En realidad, aquel pecar 'originario' del primer hombre según el Génesis fue su aventura con la tecnología.
 
 
En aquella Biblia, los términos hebreos para el conocimiento 'del bien... y el mal...' estarían conectados con lo técnico: cuanto sea, o no, técnicamente rápido. Lo cierto es que aquellas palabras tienen relación con la metalurgia... Cuando come Adán unos frutos del árbol de los conocimientos para ser como divino, y se piensa que tiene ya el control sobre su propia vida, la divinidad le dice: 'Muy bien, chico, que quieres llegar a ser Dios, ¡pues prueba!'
  
Pero tu problema es que tienes una mente con una sola pista, y por tanto no puedes acceder hasta serlo... Para ello habría que tener otras mentes de infinitas pistas"; lo cual es, en realidad, cuanto tiene nuestro cerebro.
  
Él -sí- contaría con infinita pista. Pero lo que puede ser atención consciente, para nuestro caso, no; tan sólo dispone de una. Como ya hemos dicho, tan sólo podremos 'pensar' sobre una cosa cada vez, y nadie nunca puede hacerse cargo del 'Universo' con tal tipo de conciencia. Porque ya es demasiado, junto; existen ahí variables en exceso.
  
Esa es una razón por la que las gentes consultan el ‘Libro de los cambios’ o ‘I Ching’. Si se lanza una moneda para tomar cualquier decisión (y todo el mundo tomaría las decisiones, fundamentalmente, tirando alguna), ¿no es quizás mejor usar monedas con 64 lados que otras de tan sólo 2? (…)
  
Construcción (del siglo XV), aun hoy en Wissembourg
 
Me gustaría entrar en la discusión de una muy particularmente virulenta y peligrosa forma para las 'divinas' locuras, llamada enamorarse; l@ cual, desde un punto de vista práctico, es una entre las cosas más insensatas que pueden llegar a terminar haciéndose o podrían acaso suceder (...)
  
Toda vez que se ha estado dentro de la situación es como haber contraído alguna enfermedad crónica, que a veces tratamos de resolver convirtiéndola en la base del matrimonio, lo que os resultará peligroso en extremo.
  
Esta civilización occidental mantiene una curiosa tradición en las familias, que nos daría impresión de ser todavía la más ridícula composición de ideas disparatadas jamás imaginadas (…)
  
Por todo ello se supone que una persona debiera enamorarse de [alguien a] quien escoja (y sólo -naturalmente- deberá ser de tal modo, si cualquier vez te vas a enamorar); y luego debería entrar en la relación con algún contrato vitalicio para firmar ante jueces o sacerdotes jurando solemnemente que serán fieles uno al otro hasta que la muerte acabe de separarlos, lo que alguna vez condujo hasta el asesinato (...)
  
Así pues, para volver sobre la verdadera enjundia del problema: dicho enamorarse suele ser algo que ataca como un rayo y, por lo tanto, resultaría extremadamente análogo a la visión mística. Lo cierto es que no entendemos con certeza cómo se obtiene nada místico, ni tampoco el por qué termina sucediendo (…)
  

Caminar por los Vosgos, donde las hayas más grandes
 
Cuando se tenga tanta suerte del topar con cualquiera entre ambas, experiencias, el rechazarlas nos parecería una completa negación a la vida. Lo que teníamos que admitir en esta sociedad, a fin del poder contener esas clases de locura, sería un arreglo matrimonial bastante más realista que pueda contener las eventualidades del [re]enamorarnos.
  
Si alguien se metió en una historia que sólo es cuestión de atracción física para seguidamente fundar una familia en la cual cada persona espera de la otra estar siempre enamorada y luego -en ese contexto- vuelve a enamorarse de otra, eso último acabará necesariamente con el desastre sobre su sociedad conyugal y resultante familia (…)
   
Un matrimonio deberá ser una especie de alianza entre dos personas que cooperan en ciertas cosas. Y si además resulta que también existen sexuales atracciones entre ambas, pues mucho mejor que lo contrario, pero eso no debería ser nunca el factor primordial para involucrarse con su casamiento.
  
Estamos de acuerdo en que debe haber algún tipo de atracción; ¡por otros casos progenie no habría! Esto nos parece un punto de vista sensible y razonable, y por tanto puede bien acomodarse con aquello que no lo es, como el enamorarse.
 
(…) Resulta interesantísimo cómo decimos 'falling in love' (caer enamorados), y no 'rising into love' (elevarse al amar), en inglés. El amor es un acto de las entregas a otra persona; el abandono total.
  
En el amar uno se ha dado a sí mismo, se dejó ir diciendo: 'Me siento entregado a ti... ¡Tómame...!, y haz lo que tú quieras conmigo'. Para muchísimas gentes resulta eso una locura; porque significa perder sus controles, y toda la gente sensible quiere mantener el control.
  
Así pues, ¿acaso es algo sensible buscar seguridad mediante vigilancia, la policía y guardias?

En realidad la sabiduría nos dice que lo más sensible realmente sería dejarse ir, entregarse, darse; y ello está considerado alguna locura. Es así como llegamos a esa extraña conclusión de. hasta qué punto en tales locuras reside [otra] cordura...”
  
     

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