viernes, 25 de marzo de 2016

Madrid, Londres, Paris o Bruselas ... y Ankara: acordarse de santabárbaras cuando retruenan


¿Quiénes guardan memoria del cómo sabemos hasta qué punto, en la orgullosa capital para tantísimas Cumbres Euro-Comunitarias, más que seguridad ciudadana importó pluralidad lingüística... o/y sus derechos aun cuando acabe con 8 vidas humanas costarnos?

¿Quien desde la poderosa Europa hizo caso cuando hace meses nos avisó Erdogan del peligro por actividades terroristas de quien ahora terminaría causando esta última escabechina en Bélgica?   

¿Cuántas muestras de condolencias entre solidaridad, acaso, recuerdan desde nuestra 'UNIÓN' EUROP(e)A... tras atentado yihadista en Turquía el 10 de Octubre del año 2015?

¿O cuántas otras después del posterior sufrido un mucho más próximo 17 de Febrero en el presente 2016?

¿Cuántas, en fin, luego de los 2 muy recientes llorados en días 13 y 19 del mes de Marzo actual?


¿Y entonces, para qué servirán tantos -pomposísimos- "Acuerdos Anti-Terroristas"...?


¡O cómo, en fin, podríamos delegar nuestros "refugiados" a la misma TURQUÍA...!



3 comentarios:

  1. Unas buenas preguntas... que nos harían pensar (conforme a la científica estrategia del dudar, como método)...

    Pero a los 'líderes', de Partidos al uso, lo que les va es ventas de "CERTEZAS" (por más infumables cuanto puedan ser) en aras del calmar las ansias de ciudadanía, necesitada de hallar seguridades aunque sea con falsedad...

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  2. ALGUNAS NOTAS SOBRE LA -MAL LLAMADA- ‘GUERRA CONTRA EL TERRORISMO’ (1ª parte)

    “¿Ha sido golpeado con éxito el corazón de Europa tras el reciente ataque terrorista contra Bruselas? ¿O debemos condenar y evitar ese simbolismo tan apreciado por los terroristas? El ‘corazón’ que los terroristas eligen y en el que se desviven por actuar es el que lleno está de cámaras para televisión y corresponsales de prensa, siempre sedientos de nuevas sensaciones chocantes que garanticen altas cuotas de audiencia durante unos días.

    Un número de víctimas 10 veces mayor, asesinadas en algún lugar situado entre los Trópicos de Cáncer y Capricornio (como Somalia, Yemen, o Mali) no tienen posibilidad alguna de obtener la magnificación que ofrecen los ataques contra New York, Madrid, Londres, París o Bruselas...

    Este ha sido el principio fundamental de la estrategia terrorista global desde el principio: dada la mediocridad de sus limitados recursos, cuentan con solicitar/movilizar los ilimitados (por comparación), pero en realidad extremadamente vulnerables y de ninguna manera infinitos, recursos de sus enemigos declarados. Los terroristas aprenden rápida e inteligentemente el arte de sacar beneficios en términos de creciente publicidad y diseminación del miedo haciendo un modesto y decreciente desembolso –apostando sobre el fervor que su adversario está dispuesto a poner a su servicio para lograr que sus juegos, maquinaciones y expectativas se hagan realidad.

    Los terroristas consiguen (ay, con nuestra ayuda) que, allá donde descargan su ira, sus efectos reverberen por toda la UE. Hoy en día, los ataques terroristas son --irónicamente, podría decirse-- los factores más potentes a la hora de unificar la Unión Europea, que en otros aspectos sigue estando dividida.

    El miedo, la liberación del siempre creciente volumen de recursos para la construcción de muros y para el mantenimiento de un ejército de órganos de seguridad y de mando cada vez mayor; la compra y la instalación de más y más dispositivos de espionaje obscenamente caros, en una vana esperanza de prevenir el próximo e inminente ataque terrorista: todo esto afecta no solo a los lugares atacados sino también a los puntos más remotos de los países de la Europa de ‘2ª velocidad’, a los cuales los terroristas --calculando sobriamente las proporciones de los posibles costes y efectos -- no tienen intención de atacar.

    En directa contraposición a la infame afirmación de Victor Orban –‘Todos los terroristas son inmigrantes’--, prácticamente todos los terroristas que operan en Europa se han criado en Europa. Los más taimados, astutos y malévolos maquinadores que urden, ordenan o solicitan el siguiente ataque terrorista desde la seguridad de sus lejanos países pueden vivir en el extranjero –pero sus soldados de a pie son los jóvenes desfavorecidos, discriminados, humillados, resentidos y vengadores –otra vez, con nuestra directa, o indirecta, deliberada o casi descuidada ayuda-- que se enfrentan a un futuro despojado de proyectos.

    Mantenerlos en ese estado de privación equivale a metamorfosear los problemas sociales que requieren de políticas sociales en problemas de seguridad que exigen respuestas militares; esta es posiblemente la principal manera que tienen nuestras autoridades de cooperar con los terroristas: siguiendo la regla del ojo por ojo, en vez de posicionarse en un estándar moral más elevado, combinado con una perspectiva radical y de largo plazo, seguimos ampliando el área de reclutamiento que los líderes terroristas están deseosos de utilizar…”

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  3. ALGUNAS NOTAS SOBRE LA -MAL LLAMADA- “GUERRA CONTRA EL TERRORISMO” (2ª parte)

    “…No siendo capaz de darles a sus correligionarios vidas llenas de sentido (y nosotros no queriendo, o no sabiendo hacerlo), los fundamentalistas islámicos ofrecen la segunda mejor receta (en cualquier caso putativa) para salvar su dañada dignidad y autoestima: una muerte llena de sentido. Muchos (pero no nos olvidemos, por dar crédito a nuestros vecinos musulmanes, que estos ‘muchos’ eran y siguen siendo una pequeña minoría de musulmanes criados en países europeos) se rinden a la tentación tras haber probado otras vías hacia la dignidad y haberlas encontrado infranqueables.

    Pero ‘guerra contra el terrorismo’ no es más que un oxímoron. Si aplica para la corriente actual de ataques terroristas y nuestras respuestas a estos, muchas --a lo mejor, todas-- las metáforas que se refieren a la experiencia bélica son engañosas y dirigen nuestro pensamiento en dirección equivocada; esconden la verdad de la situación actual en vez de posibilitar su comprensión…

    La mayoría de las guerras separan a los combatientes entre ganadores y perdedores, o triunfadores y derrotados. Por esa razón nuestra batalla contra el terrorismo no se puede clasificar en la categoría de guerra. En tal batalla, ninguna de las partes (excepto, tal vez los productores, vendedores y traficantes de armas) puede salir victoriosa…

    Hay gran cantidad de armas listas para ser usadas con propósito criminal disponible (y como Anton Chekhov enseñó a los bisoños dramaturgos realistas: ‘Si en el 1er acto hay un rifle colgado de la pared, debe ser disparado en el 3º’). Al fin y al cabo, la selección del blanco está determinada por el arma disponible conforme con la lógica inversa de la racionalidad instrumental (‘Hazme saber para qué sirve este aparato’, ‘Puede hacer eso, ¡así haré!’)…

    En la escala de nuestro planeta globalizado, el desminado de los campos de minas (o, según ese criterio, otra idea en la categoría de los castillos del aire –erigir muros para frenar en seco la entrada de inmigrantes ‘en nuestros patios traseros’) es una proposición con pocas posibilidades de ser realmente efectiva en un futuro próximo. En comparación, la intención de cortar de raíz el problema –esto es, privar a los amantes del terror y los promotores del lujo de contar con un amplio y nutrido campo de reclutamiento de gente empujada o preparada para manejar las armas con fines perversos–, por fantasioso que pueda parecer, suena mucho más realista.

    La única (pero grave) razón para tener miedo es la (con suerte pequeña) posibilidad de que Europa abandone los valores por los que se rige, y que se encorve ante la actitud y el código de conducta de los terroristas –cometiendo de ese modo, por todos los medios y propósitos, su suicido como refugio de la verdad, la moralidad y la belleza, y como cuna de las ideas de libertad, igualdad y fraternidad.”


    Zygmunt Bauman (‘Social Europe’, 29-3-2016)
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