domingo, 21 de febrero de 2016

Por ahora nuestro Reino, en España, no tendría remedio. Fundamentalismo del ‘anti’: PPSOEtC

    
Hoy, como cuando -hace tantísimos años que una inmensa mayoría no habíamos nacido, aún- A. Machado lo advertía en vísperas de nuestra última Guerra cainita [In]Civil, "¿Tu verdad?  No. ¡La verdad, y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela!"... "Españolito, que vienes al mundo, te guarde Dios: 1 de estas 2 Españas habrá de helarte el corazón"... "De 10 cabezas -hoy, en España- embisten 9; y 1 piensa"...
 
Nuestra repentina fragmentación política exige alcanzar [novedosos] Pactos hoy, a fin del inmunizársenos contra sectarismos que ya costaron en el pasado tanta infelicidad y retrasos. Durante unos 150 ultimísimos años los españoles apenas hemos vivido en democracia 100, solo, y casi fue siempre con un régimen bipartidista. Este reciente y nuevo fragmentarse nuestra representación política nos plantearía (como expone Benito Arruñada) una prueba de madurez que fuimos incapaces de superar en otros momentos:
    
“Causa perplejidad cómo [tras conocerse resultados definitivos de aquel, aun muy próximo, 20-D…] a los líderes del PSOE les resulta imposible negociar frente al rival Partido Popular y, sin embargo, están dispuestos para pactar con Podemos. La paradoja es más notable pues su distancia con este segundo es mayor, no ya sólo por sus propuestas de acción política sino en su respeto al marco constitucional, tanto nacional como europeo. Para no hablar sobre alguna posición de Podemos ante los derechos humanos en Venezuela e Irán.
  
Según algunos, el giro del PSOE a la izquierda es mero cálculo electoral; pero el Partido pequeño no siempre sale perdiendo en coaliciones gubernamentales. Además, ese calcular solo explicaría que no entraran en el Gobierno o ni llegasen a un acuerdo del abstenerse, pero no su negativa a negociar con el PP… Negarse a negociar tiene poco sentido cuando la mayoría de los ciudadanos desean un acuerdo centrado, no frentista y divisivo. Además, la sangría de votos del PSOE sería mortal si su futuro gobernar quedase atado a los oportunismos de Podemos.
   
  
Tampoco cabe pensar el que tales incapacidades de diálogo obedezcan a la poca democracia interna de los Partidos y, en concreto, al que dialogar perjudique a sus líderes. La brecha del diálogo se sustenta en el sentir desde la base y las intelectualidades de izquierdas. Solo aquellos de sus líderes con más experiencia son favorables a dialogar ante las derechas, quizás porque su paso por el poder les ha hecho más ecuánimes y menos instintivos al enjuiciar a los demás. Tal vez experiencias enseñan que la naturaleza humana es más compleja de lo que recogen maniqueísmos al uso.
  
Por último, lo más importante, el que la dificultad débase al que hoy populares y socialistas aspiren a poder aplicar políticas diferentes es poco verosímil. Al fin y al cabo, tanto en materias económicas como sociales el margen del elegir está hoy acotado por su común respeto a las restricciones que imponen la pertenencia al Euro y la Unión Europea; e incluso sucede algo parecido en materia de soberanía nacional. Es más, si parece insalvable alguna diferencia real es su aceptación dudosa por Podemos: no dicen estar contra Europa ni el Euro, pero sus propuestas podrían bien ser incompatibles con ambos.
  
Por todo ello, la causa de la negativa socialista podría ser más profunda y residir en que muchas de las izquierdas creídas ‘Progresistas’ quizás [tan solo '¡no decente...!' o '¡miserable y ruin...!' e] inmoral consideran a quien, como antagonista, tildan... por ser [¡ni ya de -sus más opuestos- ‘reaccionarios’, según en cambio sería menos ilógico!, sino meros] ‘Conservadores’. Sucedería, pues, en España hoy algo similar a lo que -con un trabajo ya clásico, Graham, Haidt &Nosek- constataron hace años para los ‘demócratas’ estadounidenses: estos no creían (ni, aparentemente, creen) que los ‘republicanos’ deseen construir una sociedad más justa, ni que les importen el Medio Ambiente o ningún Bienestar de aquellos individuos menos favorecidos. Sienten así que discrepan en los objetivos, y no tan solo respecto a unos medios empleados con el fin de alcanzarlos.
  
Este tipo de prevenciones morales ahora serían menos racionales en España: debido a restricciones europeas, el margen para decisión de nuestro Gobierno es muy estrecho. Y la prevención se sustenta más bien por prejuicios o resentimiento no del todo distintos a lo que izquierdas esgrimían entre 1934 y 1936 para impedir el acceso de las derechas al Gobierno en la II República. Apunta en esa dirección el que, contra toda evidencia, parte de la ‘Izquierda moderada’ necesite aun considerar Derech(on)as extremas’ a los Partidos del centro-derecha y liberales.
  
Ciertamente, la repulsiva incidencia de corrupción en el PP ha proporcionado una excusa útil, al concitar emociones de asco y rechazo que tentador es emplear como palancas instintivas. No es casual que se haya llegado al hablar de lo necesario del ‘depurársele al PP. Mas no exigiendo, como sería lógico y sus propios votantes exigen, cambios en su liderazgo; sino condenando al ostracismo a toda su militancia y, por extensión, también a 7,2 millones de votantes que tan asqueados como el que más están con la corrupción entre sus representantes. Yendo un paso más allá del estereotipo de las ‘Castas’ gobernantes, está jugándose a crear otra con los ‘intocables’ apestados, quizá  sin querer.
 
La oportunidad es arriesgada, y no solo en términos del interés público: el propio PSOE ya se ha encontrado más de una vez en similares circunstancias. Pero estamos a tiempo para reconducir este proceso de división, pues apenas se plantea ya una similar actitud en términos de superioridad moral por la derecha [por ejemplo, ‘El País’ es considerado brújula para su ‘corrección política’ incluso entre los empresarios]… Ciertamente, sí existen sectores que simplifican la moral del progresista típico; a menudo como un compendio de autoengaños sin sentido alguno de la lealtad, autoridad o trascendencia. Sin embargo, dentro de los Partidos, ahora se trata de posiciones minoritarias, aunque crecientes, como reflejan los exabruptos desde algunos líderes populares.
  
La solución racional pasa por reconocer las entidades morales del adversario, lo cual requiere también entender la estructura instintiva de toda moralidad, tanto ajena como propia. Es preciso comprender que ambas matrices morales —progresista y conservadora— son imprescindibles para la convivencia. Busquemos asentar ésta con racionalidad, más que intuiciones e instintos. Según argumenta un progresista como Joshua Greene, para conflictos del tipo ‘Yo-contra-nosotros’ basta con la moral instintiva; pero los que hoy nos aturden se plantean entre tribus culturales, y son del tipo ‘Nosotros-contra-ellos’: el resolverlos requiere que la racionalidad tome control sobre los instintos tribales (...)
  
Bajo un bipartidismo, basta con la tolerancia pasiva del adversario, tanto si estamos con el Gobierno como entre sus oposiciones. La fragmentación requiere una tolerancia más activa: no cabe odiar a los enemigos pero tampoco basta el soportar al adversario, sino que se precisa dialogar pactando con él; y eso exige empatía o confianza. No basta con aceptar su derecho al pensar, creer y ser diferente, sino valorar que las diferencias morales nos enriquecen a todos.
  
Verdadera mente, nunca se podrá llegar a dialogo desde ‘superioridades’ morales ni éticas... Y aun menos desde ninguna cosificación del adversario, a la cual nos podrían llevar supremacismos culturales o étnicos que aún se nutren de nuestros localismos y sectarismos.”
  
(diario El País: ‘Del vicio de la Superioridad moral’, 16.02.2016)
     
Quienes leen, escuchan o/y miran tan solo [aquello que, sin censurarse, les haya cabido] en sus muy partidistas medios nunca podrán ver por completo el bosque formado también con cualesquier árboles no propios.  
    
Las personas que pretenden 'ser de' [izquierdas o derechas, por ejemplo, sólo]... deberán cuidarse del no entenderlo como si por tal fueren condenadas a estar 'demediadas'; o sea, hemipléjicas, cojas, mancas o tuertas (inválidas para funcionar en sus mitades) cual unas meras 'parroquianas' fidelizadas al "Dime, niñ@, de quién... eres!"
    
Pobres de quienes desatiendan cualquier aviso recibido en la realidad, por el mero hecho del que provenga desde sus izquierdas o derechas. Ya el sabio K. Marx repitió muchísimo lo que J. W. Goethe, tan bien, puntualizaba: "Las teorías, amigo mío, podrían ser grises... mas el árbol de la Vida será -perenne mente...- verde siempre".
  
¡Está ya Blasco en prisión por corruptos gobiernos de ambos: PSOE&PP...!
  
   
“…la Unidad Popular, o como quisiera denominarse, es algo de mayor envergadura que una simple yuxtaposición de siglas: Podemos e IU (…)
     
Considero que la cultura de movilización y lucha debe ser repensada, reestructurada y actualizada a fin del ser más ágil o eficaz, menos reiterativa y sobre todo capaz para romper el aislamiento con la mayoría social a causa de los lenguajes, maneras y tics (…) Por misma razón, las culturas de resistencia deberían ceder el paso a la del Gobierno. La Unidad Popular, o como lo llamemos, no puede centrarse básicamente en demandar del Poder sino en debelarlo democráticamente, creando ya otro propio y específico.

Pero ello significa y evidencia la centralidad del Programa. Sin comunes Programas no hay alianza durable ni tampoco cultura del Gobierno. Y al hablar de Programa quiero subrayar que no es ningún rosario de intenciones o deseo; sino acopio de trabajo colectivo con procedimientos democráticos, medios económicos y, sobre todo, símbolo muy esencial o razón de las alianzas sociopolíticas: basar el Cambio en simple acuerdo sobre listas electorales o cargos es trivializar el proyecto; es hacerlo inocuo..."
  
Y tras del episodio inmediato anterior de "Tamayazo en Cataluña" concluía, tan bien, Martín Seco: "En fin, queda demostrado una vez más que cuando se amanceba con el nacionalismo la ideología de izquierdas pierde siempre, y así terminará diluyéndose... Pues el nacionalismo es un dios muy celoso que, como aquello del Antiguo Testamento, no soportaría rivales. Y todo, todo, debe sacrificarse a sus intereses. 'Podemos' haría bien tomando buenas notas por ello."
 
 
Además, es "curioso el contraste entre un discurso que algunos quieren mantener acerca del antagonismo de los 2 grandes Partidos políticos (PP y PSOE), impidiendo cualquier Pacto ni acercamiento, y la realidad enmarcada más allá de por los programas electorales (el papel lo aguantaría casi todo) mediante su actuación en las respectivas etapas gubernamentales
 
Los prohombres del PSOE quieren convencernos de que hay alguna brecha infranqueable, o una distancia infinita, entre ellos y el PP: señalan, como responsables únicos del sufrimiento infligido -en la sociedad española, los últimos años- a éste; mas olvidando que, a diferencia de Podemos y con Ciudadanos, ellos no son nuevos en esta fiesta y que, en materia económica, entre acción y reacción transcurre un largo espacio de tiempo, de manera que las responsabilidades en esta crisis se extienden mucho más allá del Gobierno de Rajoy (...)
  
El único cambio bastante obvio que se desprende del resultado en las elecciones el 20-D ha sido la pluralidad de opciones políticas y una superación por tanto del bipartidismo. Aunque, entiéndase bien, ello no implica la desaparición de las dos formaciones políticas hasta ahora hegemónicas, en cuyo caso estaríamos de nuevo inmersos en el bipartidismo. Lo único que se habría modificado serían los actores.
  
Este cambio es sin duda claramente positivo, ya que nos libra de dos lacras, a cual más negativa, a las que nos tenía resignados desde los orígenes nuestra Ley electoral: las mayorías absolutas y el sometimiento al arbitrio y chantaje de los partidos nacionalistas, aunque existe la amenaza de que esta última retorne de manera distinta, y por donde menos cabría esperar. La contrapartida es la mayor dificultad para alcanzar la gobernabilidad. De ahí que los partidos, especialmente los antiguos, tengan que cambiar de chip.
  
Uno de los aspectos más repulsivos de los políticos en la España reciente –tal vez fruto del bipartidismo- ha sido el sectarismo que ha informado la mayoría de sus discursos, condenando como nefasto todo lo que la formación política contraria realizase o propusiese, incluso cuando fuese lo mismo que ellos habían ya practicado. La nueva etapa, por el contrario, comporta y hace imprescindible buscar las semejanzas y acordar las discrepancias. La gobernabilidad exige abandonar toda posición dogmática y maniquea, así como maximalista.
   
Solo quien obtenga mayoría absoluta, lo que no es previsible, puede pretender mantener intacta la totalidad de su programa propio: el Pacto, negociación o consensos, requieren renuncia. Los políticos, y también por qué no sus votantes, deberán acostumbrarse a que la democracia, tal como afirmaba Richard Hofstadter, es “algún equilibrio armónico de frustraciones mutuas”.
  
   
Hoy, más acá de tantos dimes o diretes: lo básico es que NO se necesitarían otras Mayorías partidistas, como con anterioridad, SIno Gobierno y actividad eficaz por parte de nuestras Cortes parlamentarias.
  
  - Tanto el PP como Ciudadanos, igual, se concentran en pretender que NO se tengan en cuenta por ninguna futura mayoría gubernamental 7’4 millones de votos (un 30% recolectados) entre Podemos o sus adláteres (UP/IU, En Comú, Compromís, Mareas...) e independentistas (DiL, ERC y Bildu)...
      
 - El PSOE a su vez querría Vetos por un modo análogo a cualesquier apoyos desde 7’2 millones de Votos (29% sobre los totales) del PP (con sus anejos UPN más Foro Asturias)...
  
 - Y más aun, Podemos plantea su cordón sanitario para excluir toda participación decisoria por los 10’7 millones de votos (o sea, el 43% del total) que han escogido apoyar tanto al PP/UPN+FA como a C’s...
  
Sin embargo, NO sería preciso en los Partidos nada del ‘moderar’ sus Programas ni ‘coaligarse’ con otros -como parece ser alguna reclamación ahora muy común- sino ‘madurar’ y ‘tolerar’ el que les resultará inexcusable tomar en cuenta siempre al resto, tanto cuanto exigirán que debiere hacérseles a ellos mismos por los demás.
  
El método práctico ha de pasar por consensos del Mínimo común (múltiplo), o 'sinergia', mejor que trazo de líneas rojas para 'bloqueos' descalificando cuanto no se hubieran reconocido 'Máximos comunes (divisores)' aceptados entre los respectivos propios Programas.
  
Si aquí la ciudadanía eligió a sus Representantes ya, distribuidos entre unos 4 Grupos partidistas principales relativamente compensados (en equilibrio, es decir, sin posible alianza -o conjunción mayoritaria- para nuevo 'rodillo' parlamentario ninguno) aparte de otros mucho menores, HOY toca formar Gobierno y controlar desde las Cortes todo cuanto a continuación por éste se nos haga.
  
  
Para eso cobran cada día, sin que pudiere justificarse aplazar Tareas tanto durante meses -o aun trimestres- de truculenta inacción remunerada, pese a cuantos mediáticos rituales cuentistas y pomposísimas liturgias nos entretengan tamaña demora irresponsable.
  
Y tampoco cabe aceptarles el que mientras tanto quieran obligarnos al repetirse más Elecciones… hasta conseguir modificar democráticas voluntades expresadas ya de sobra, ¡todas las cuales deberán acatar -sin salvedades...- para un preciso cumplimiento, del encargo, y ahora mismo!
   

3 comentarios:

  1. Quizás interese ver algunas de las cuentas que hacía JFMS en el último artículo citado:

    “Nadie puede afirmar con seguridad qué hubiese sucedido si Zapatero hubiera continuando gobernando 4 años más (…) ¿Cómo no recordar aquella aciaga noche del Mayo de 2010 en la que, pese a que lo dirimido era el rescate para Grecia y la prima de riesgo contra España se situaba por nivel similar al actual, España salió de la Cumbre como gran derrotada: sometida entre duros Ajustes, congeladas las Pensiones y con reducción del 5% en el sueldo de todos los funcionarios?

    Ha sido esta medida la que ha colaborado principalmente a empobrecer de manera permanente a los empleados públicos ya que, a diferencia de aquella que más tarde adoptaría el PP – supresión de una paga extraordinaria con efecto en un solo ejercicio-, se consolida a futuro el resto de los años (…)

    Sobre la postura pusilánime del [Z]PSOE ante Merkel y Bruselas es también buena prueba su celeridad por modificar la Constitución, movilizando para tal efecto al PP de Rajoy con finalidad de garantizar la Deuda pública encima de cualquier otra obligación o pago, incluso las Pensiones y la Sanidad, o del sueldo a los Empleados públicos. Aun cuando se comprometieran a esta medida, casi ningún otro país lo ha realizado hasta el momento.

    No parece muy probable tampoco que un Gobierno de ZP hubiese dado una mejor solución al Rescate bancario, entre otras razones, porque tiempo tuvo para hacerlo, en lugar de negar al principio el problema, afirmando que, gracias a la supervisión del Banco de España, eran las entidades financieras más sanas de Europa, y que constituían un ejemplo para las extranjeras, y posteriormente, embarrándose en una serie de fusiones que, lejos de solucionar las dificultades, las incrementaron.

    Del empobrecimiento de una gran parte de la población española y de la trampa en que se debate nuestra economía son muchos los responsables: de hecho, todos los que no han cuestionado la Unión Monetaria y han participado en su constitución. Ciertamente lo son los Gobiernos de Rajoy y del segundo Zapatero por la forma en que han acometido las consecuencias de la crisis, distribuyendo sus costes de manera muy desigual.

    Pero Aznar y el primer Zapatero lo son también por haber permitido su gestación. Aquellos polvos trajeron estos lodos. Incluso la responsabilidad llega mucho más atrás, a los Gobiernos de Felipe González, que firmaron el Tratado de Maastricht y se conformaron a la política alemana y a los criterios de convergencia, incorporándose incluso antes de lo que correspondía al SME y a su política deflacionista, precedente de la situación actual.

    Tampoco en materia tributaria, en la que el margen puede ser mayor, las actuaciones de los 2 grandes partidos (PP y PSOE) han presentado diferencias sustanciales. Desde principios de los 1990 el sistema fiscal ha ido evolucionando a posiciones cada vez más regresivas.

    Si los Gobiernos de Aznar desnaturalizaron el IRPF, reduciendo progresividad y separando las rentas de Capital de la tarifa general, los de Zapatero, en lugar de corregir reformas anteriores, profundizaron la misma tendencia, eliminaron el Impuesto de Patrimonio y vaciaron de contenido el de Sociedades hasta el punto de que Montoro, forzado por las circunstancias, ha tenido que corregir algunos de los desaguisados realizados por el anterior Gobierno.

    No creo que para materias fiscales el PSOE, después sobre todo de proponer aquella idea tan luminosa del ‘tipo único’, pueda realizar muchos reproches al PP, como tampoco puede hacerlos en general en materias económica y social. Ambos tienen poco que recriminarse.

    Se comprende mal -a no ser por motivos estrictamente personales, o Fundamentalismo de SIGLAS…- la negativa radical a cualquier negociación, o ese intento de atribuirse protagonismos del ‘cambio’, para ese cambio que Pedro Sánchez afirma le han reclamado los españoles. Ni por el resultado ni por su historia podríamos aceptar que tales cambios vienen de la mano del PSOE, tal como nos quisieren hacer creer…”
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    1. También cabe ampliar la referencia, sobre lo último de Anguita, ya dada. Mientras los titulares en prensa nos auguran posible pacto del PSOE «de progreso», él descarta con total escepticismo esa posibilidad: “¡Olvídese; jamás van a gobernar juntos!

      El ‘señorito global’ (o Mercados) ya ha dado un toque a sus ‘capataces’ (los viejos Partidos) para que, tras espabilarse, gobierne lo de siempre. Los escaños de ‘Podemos’ son sólo una cabeza de playa sobre la que construir proyectos más amplios. El objetivo es gobernar dentro de 4 años (…) Aquí lo importante hoy es que PP y PSOE son las 2 caras del bipartito.

      Pero en España preferimos no pensar, porque nos duele la cabeza (...) Sí. El ‘progre’ es ‘caballo de Troya’ del pensamiento conservador económico; aceptando al capitalismo, siempre que presente otra cara. Los ‘progres’ han degradado la voz ‘progresista’, que significa luchar por libertades, hasta convertirla en algo francamente deleznable.

      Soy partidario de la revolución, del negar lo existente; los ‘anti-sistema’ no son esos que gritan 4 consignas en la calle. A mí me gustan las manifestaciones silenciosas y bien organizadas, porque yo lo que quiero es ganar, no hacer folclore: eso es ser ‘rojo’. España es un país ‘carca’ donde se piensa que la izquierda es sucia y huele mal. Así pues, cuanto menos argumento les des, mejor.

      Defiendo los derechos humanos: que la gente pueda trabajar y no pase hambre, que tengan casa... Es algo que asume todo gobierno democrático del mundo. La inconsecuencia es el problema de otros partidos, no mío. En eso llevo razón y por ello no entiendo que la gente les vote... Pero en el pecado llevan su penitencia.

      La democracia no es decir «pueblo mío, llevas razón», sino «pueblo mío, acato lo que dices». Hoy, aún, España está en la ‘Contrarreforma’; su Iglesia decía: «Peca, no pasa nada, siempre que no te cuestiones el Poder». Y así, España es un país que se pone delante del toro, pero cuando ve un libro sale corriendo.

      Yo intervine con actos apoteósicos, la gente me aplaudía y luego se iban a casa. Me sentía como ‘la Piquer’, que llenaba teatros, y todo seguía igual... Fue un desengaño. Si me subo a una tribuna, es para decir lo que pienso: los problemas en España se llaman Euro, Deuda y UE...

      Pero, claro, si digo eso en el mitin se monta un escándalo. Así que me quedo en casa, porque mis planteamientos radicales los argumento: no combato a personas, sino las ideas (...) El político es un servidor público, mas no criado del pueblo. Ni mucho menos su chica de alterne...

      Eso del que sólo hagan política menores de 40 es propio en una sociedad desgraciada, víctima por el marketing y los charlatanes. Ser joven podrá estar bien para correr y amar, pero en política la sabiduría es lo importante. Y hay jóvenes que son muy merluzos.

      Manuel Azaña no fue precisamente guapo y era estremecedor escucharlo. Pero, no, hoy sería demasiado inteligente para tanto imbécil. La política ha entrado en unas dinámicas del mercado y eso pasa por sacar votos como sea.

      Los partidos ya no hacen política: sólo se preparan para su siguiente campaña. El marketing lo domina todo... Yo soy de otra manera. Una vez, al finalizar un acto, me cogieron las manos en alto y las solté de inmediato. ¡Parecía una sardana!

      Cuando llegó Lenin [del exilio] a Rusia, las gentes esperaban una consigna revolucionaria; pero él dijo: «No, no: paz, pan y tierra». El que plantea la revolución de golpe es un imbécil disfrazado como rojo. En cambio, uno verdadero sabe contar la cosa con sentido común. Cuando dice «quien arriba está y los de abajo», todo el mundo lo entiende.

      ¿Sabéis cómo haríamos revoluciones? Cumpliendo la Constitución. Muchos rojos imbéciles hablan de cambiarla. No, tío, ¡primero que se cumpla ésta ya y luego la cambiaremos! Si cogéis el artículo 128 («Toda la riqueza del país debe subordinarse al interés general»), ya se tienen las expropiaciones. Y así sucesivamente. Eso es ser un auténtico rojo: devolvérselas al Poder desde la misma legalidad vigente…”
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    2. Añade hoy Elisa de la Nuez, en un diario: “Si algo nos enseña la historia y la política es que cuando se puede abusar del PODER CON IMPUNIDAD se hace, aunque sea persiguiendo los más nobles ideales.

      Y una lección esencial de esta crisis es que NECESITAMOS INSTITUCIONES FUERTES, CONTROLES Y CONTRAPESOS que funcionen como en las democracias avanzadas, en las que -y no es casualidad- los efectos de la gran recesión no han sido tan demoledores. Nada nuevo bajo el sol (...)

      Importa volver a colocar a las instituciones y REGLAS DE JUEGO POR ENCIMA DE LAS PERSONAS, y eso se aplica a todos los líderes políticos, incluidos los nuevos. En ese sentido, no es comprensible que se vote en contra de reformas que parecen muy sensatas no en función de su contenido sino en función de quien las propone. Ese tipo de comportamientos resulta un tanto infantil y presupone distinguir entre los buenos políticos (los propios) que son los únicos que representan a la «gente» y todos los demás, los malos políticos, que aunque propongan exactamente las mismas medidas que los buenos no son de fiar. Se ve que sus electores no son tan «gente» o por lo menos no son «buena gente». Pero en una democracia avanzada este planteamiento es demasiado simple.

      HAY QUE RESPETAR A LOS ELECTORES DE TODOS LOS PARTIDOS Y EVITAR MUROS que no llevan a ninguna parte, máxime cuando se pretende etiquetar ideológicamente cuestiones tales como la reforma electoral, la supresión del gasto político clientelar, las medidas anticorrupción, la lucha contra el capitalismo de amiguetes o la despolitización del Poder Judicial. Estas reformas no son ‘de Derechas’ o ‘de Izquierdas’, son las reformas necesarias para limpiar el terreno de juego antes de que los equipos vuelvan a salir a jugar con sus colores de siempre o con otros nuevos: pero sin reglas trucadas.

      Sinceramente, lo mismo que me cuesta saber a partir de una endodoncia si mi odontólogo es progresista o conservador, ya que lo que me importa es que me dejen de doler las muelas, también me cuesta calificar de «progresista» o «conservadora» una medida como la de suprimir los aforamientos para evitar la impunidad. Creo que sería VIEJA POLÍTICA EL OPONERSE EN FUNCIÓN DE QUIEN PROPONGA este tipo de medidas.

      Como jurista me llama especialmente atención la querencia (...) por depositarse una confianza casi mágica en la producción legislativa como forma de cambiar la realidad. Confianza que carece de fundamento en un país que padece de hiperinflación normativa, donde abundan las leyes -y sentencias- sistemáticamente incumplidas por quienes tienen el poder de hacerlo y donde la seguridad jurídica brilla por su ausencia. ¿Vamos a seguir legislando para la foto sin jamás EVALUAR SI LAS LEYES HAN SERVIDO PARA ALGO? Pues no parece un gran cambio”…

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