viernes, 8 de febrero de 2013

Señera celebración estremecida en excelencia desde 2 siglos y medio atrás a hoy, espléndida



En ruta entre Barcelona y Bilbao recala hoy a Madrid para sólo efímera pasada durante 72 horas un suceso muy especial (es decir 'grandioso e íntimo, poniéndonos piel de gallina') del gran demiurgo escénico de la Creación, aquel Uwe Scholz prematuramente perdido, ahora repuesto en danza por su Oper Leipzig Ballet con los aforos agotados: o sea, el montaje urdido en torno y so pretexto de "Die Große Messe" ante cuyo tan luminosísimo como sacramental acontecimiento -mozartiano más que nada, pero no solo- acabamos de disfrutar la ocasión extraordinaria del en Canal tener abierto acceso a los últimos ensayos generales...

¡No será episódico ni aun lamentable, sino más bien central para nuestra vida, lo del encarar desconcierto y afrontar pérdida sobrellevándolos entre los gozos de vivir! Como pretendería esta '...Gran Misa', cuyas espiritualidades y complejidad técnica la convierten en obra "impresionante, un espectáculo total que une canto, poesía, ritual y baile" según el director de los Teatros... que nos la trajo, Albert Boadella.



Este gran espectáculo que trabaja el Ballet de Leipzig une músicas debidas a una Opus KV 427, la Misa Grande en Do menor de Wolfgang Amadeus Mozart, con piezas de Arvo Pärt, Thomas Jahn y György Kurtág, más poemas de Paul Celan y la ejecución en directo de la Joven Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. En la versión de Scholz, las partes no escritas se reemplazan por cantos gregorianos y música contemporánea, una especie de "collage" de grandes contrastes que sólo pretenden destacar el concepto. 

El director musical, Mario Schröder, nos explica que -aunque su compositor se habría basado en unos textos latinos inequívocamente creyentes a los que introdujo elementos de inquietud "sembrándolo todo de dudas y zonas oscuras" o creando incluso algún sentimiento contrario al texto original- Scholz retoma esta dicotomía para darle otra vuelta de tuerca: "A través de su coreografía se plantearán las preguntas más fundamentales, entre ellas, si existiere... posibilidad para vivir en paz o si hay lugar a la esperanza; y todo ello sobre recursos coreográficos enfrentando al espectador con esas cuestiones, porque ninguna obra de arte nos da respuestas"...

Al fin de dos horas largas -mas transcurridas como en un intenso e imperdible suspiro- con escogidas palabras del poeta, o cronista para... "la desolación..., se nos anuncia después de tantas espinas la llegada de una rosa blanca que se despliega ante nuestros ojos: brazos estambres, cuerpos pétalos y toda su fragancia... Invitación al ascender, de nuevo; pero inevitablemente regresarán otra vez la soledad, la tumba y la muerte.

'Nadie nos volverá a amasar de tierra y barro,
nadie conjurará nuestro polvo.
Nadie.

Loado seas tú, nadie.
Por tu amor queremos
florecer.
Hacia
ti.

Una nada
éramos, somos, seremos,
foreciendo:
la rosa de nada,
la rosa de nadie.'

(P. Celan) ..."



5 comentarios:

  1. Gracias, M I, por tu noticia de los versos:

    DANZAR, DANZAR HASTA LA EXTENUACIÓN

    Música para sostenernos, palabras para sabernos, coros para acompañarnos, decorados para arroparnos y “La Gran Misa” del Ballet de Leipzig, para decirnos de nuestra existencia.

    Comienza “La Gran Misa” y asistimos a la simbiosis de música, voces y cuerpos. En el escenario, en quietud, un enjambre de cuerpos esbozan tímidos movimientos al son de los acordes. Van surgiendo, apareciendo e inician el vuelo, un aleteo ascendente y vertiginoso. Palomas que describen en sus trayectorias cada nota de la partitura, torsos que se expanden, musculaturas imposibles, manos que ululan, brazos que se elevan, pies ingrávidos y blancos tules como alas de mariposas.

    Armonía perfecta, cada nota inscrita en la musculatura, en cada tendón, cada compás atravesando y modelando los cuerpos. Y así en esta danza de palomas y a veces garzas melancólicas vamos ascendiendo, ascendiendo, olvidando.

    Pero se extinguen los violines, las cuerdas, el viento, los coros, los blancos alados y aparecen otras cuerdas como cadenas y otros coros como gritos silenciosos en la soledad, y una negrura sin alas, muros, sombras, espejos…y los acordes fríos y desnudos de un piano .

    Iniciamos el descenso, sin coros celestiales, sin música, sin sedas. Ahora los cuerpos obedecen las instrucciones del piano, sin posibilidad de resistencia y toda una galería de imágenes se despliega sobre el escenario. Imágenes de desconsuelo, desamparo, desencuentro, sexualidad imposible, soledad y de fondo ese piano insistente marcando la danza que inexorablemente hemos de bailar.

    También el piano puede cesar, pero la danza continua compulsivamente, obstinadamente, angustiosamente, en una repetición incesante donde solo escuchamos, de los danzantes, el desaliento, la respiración, los últimos estertores. Danzar, danzar hasta la extenuación, un danzar que en su danzar mismo se precipita a la quietud.

    Fue tan alta la ascensión que aquellas alas, como las de Ícaro al calor del sol se fundieron y aquel sueño de palomas se desvaneció, y ahora solo oscuridad, sombras y noche nos acompañan.

    Y sin saber cómo de nuevo la presencia de la luz, el blanco, Mozart; tomamos aliento y otra vez iniciamos la ascensión, no tan confiados pues ahora ya sabemos de las sombras y de su irrupción. Y como casi anticipábamos, de nuevo se rasga el velo de la belleza, de lo níveo y desde el fondo del escenario siluetas negras alineadas, sombras inmóviles enmarcadas en un rojo despiadado comienzan a agitarse, ya sabemos que no van a volar, se dislocan, las alas ahora son garras sin nada que asir, los brazos parecen independizarse del cuerpo, brazos, piernas, tronco, cabeza todo puros fragmentos desensamblados.

    Apolo nos abandona y Dionisio toma la escena. Pero los cuerpos quieren pertenecerse, buscan un orden, ese piano que les instruía y construía. Entre rojos y negros, sangre y noches, buscan un lugar donde acomodarse, estar y ser, en esas sillas metálicas que son arrojadas al escenario. Pero no hay sillas para todos, siempre sobra alguien, esos excluidos que pierden el paso y ahora ya no danzan, tan solo corren espantados y gritan ferozmente. Sobre el escenario una jauría de gritos, de palomas castradas, de cadáveres apilados...

    ( http://www.ociogay.com/author/m-i/ )

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    1. ¡Escuchábamos ayer –tan bien, con Freiburger Barockorchester de René Jacobs- en “Il trionfo del Tempo e del Disinganno” de Georg Friedrich Haendel, traído acá por nuestro CNDM, algo no menos excelso aunque de mayor antigüedad:

      - Bellezza =
      ‘Piacere, io non t’intendo; / meco sempre tu sei, misto d’affanno, / e meco è sempre il Tempo, e il Disinganno…’ (Placer, no te entiendo; / conmigo siempre vas, mezclado de ansiedad, / y a mi lado está el Tiempo, y el Desengaño)...

      - Tempo =
      ‘Fa di me miglior uso, / che se il piacer t’inganna; / con tardo pentimento / mi chiamerai: ed io dirò / non sento”…’ (Haz de mí un mejor uso, / que si el placer te engaña, / con tardío arrepentimiento / me llamarás: y yo diré “no oigo”)…
      … …
      ‘Chiedi piacer sincero; / vieni alla reggia, ove risiede il vero…’ (Reclama un placer sincero: / ven a la morada, donde la verdad reside)…

      - Bellezza =
      ‘Se non sei più ministro di pene, / per vedere ove è il vero piacere / la tua scorta fedel seguirò…’ (Si no eres más ministro de penas, / para ver dónde está el verdadero placer / tu escolta fiel seguiré)….

      - Piacere =
      ‘Lascia la spina, / cogli la rosa; / tu vai cercando / il tuo dolor. / Canuta brina, / per mano ascosa, / giungerà quando / nol crede il cor…’ (Deja la espina, / coge la rosa; / vas buscando / el dolor. / Canosa escarcha, / por una mano escondida, / llegará cuando / no lo cree el corazón)…

      Ver . www.youtube.com/watch?v=KA-FD2NRtms

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    2. Cantaban ayer en el Auditorio Nacional la soprano Belleza (Sunhae Im), el tenor Tiempo (Jeremy Ovenden), el alto Desengaño (Christophe Dumaux) y sobre todo, un Placer (Julia Lezhneva), de mezzo con una voz única, amplia, maravillosa.

      Creo que hemos asistido a un momento histórico. La ovación ha sido eterna... y no era para menos. Partitura bella no, bellísima. Una orquesta experta en estas lides que sonaba primorosamente en cada nota, a cada segundo. Y unos cantantes en estado de gracia.

      Aunque no sirva de nada este comentario y nadie pueda ya ir a verlo... no puedo evitarlo, ha sido un momento histórico, como la "Norma" de la Caballé o la "Tosca" de la Callas en Londres. No sé, estoy extasiado.

      ¡¡BRAVO!!

      http://davidgarciavazquez.blogspot.es

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  2. Hace unas horas que ya desapareció quien lo había dicho:

    "La VIDA se oscurece o se ilumina desde el sentido que concedemos a la muerte. El último suspiro de esta aventura que somos es decisivo. Según sepamos anticiparlo adquiere nuestra vida su propia radiación. En la modernidad más reciente prevalece un dogma: esta vida es única. Carece de continuación. No hay lugar a la deseada repetición que el gran filósofo y teólogo danés, Sôren Kierkegaard, proyectaba sobre la vida eterna.

    La humanidad ha estado siempre dividida en este decisivo asunto. Los pueblos mesopotámicos expresaron trágicas dudas sobre la inmortalidad en su poema épico Gilgamesh. Este héroe, con solo un tercio de divinidad, asumió con máxima amargura y horror la MUERTE de su amigo Enkidu, un mortal.

    La muerte está ahí: no admite reconciliación sencilla. Yo profeso una gran admiración por los egipcios: durante tres milenios sustentaron la creencia inquebrantable de que la muerte constituye el inicio de un GRAN VIAJE. Por eso el Libro de los Muertos detallaba instrucciones para el moribundo con vistas a avisarle de los peligros que le acechaban en esa aventura final.

    Quizás sea eso la muerte: el inicio del más arriesgado, inquietante y sorprendente de todos los viajes. Sé que estas ideas chocan de modo frontal con los dogmas de la sabiduría convencional. Se ha ido imponiendo, como si fuese una evidencia, la convicción de que tras esta vida nada existe. O que la NADA es lo único que nos espera.

    Esa nada en la que mayoritariamente se cree no es homologable a lo que en Oriente se entiende por Nirvana. El vacío radiante, la sacrosanta nada del budismo no es ni por asomo semejante a esa convicción basada en argumentos filosóficos de muy poco vuelo, o en extrapolaciones flagrantes de una CIENCIA más o menos manipulada.

    Personalmente vuelvo a la sabiduría egipcia: prefiero entender la muerte como el gran viaje, por mucho que nos esté vedado conocer el paisaje que tras ese tránsito se nos descubre. «La muerte no es más que el resultado de nuestra indiferencia ante la inmortalidad» (Mircea Eliade). «¿Qué es nuestra vida sino una serie de preludios de una CANCIÓN desconocida cuya primera y solemne nota es la muerte?» (Franz Liszt)..."

    -- -- Publicado por el filósofo EUGENIO TRÍAS [31/8/1942–10/2/2013] como ‘Tercera’ del ABC de 4/11/8 -- --

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    1. Interesantes estas otras reflexiones del filósofo...

      ¡Aunque prefiero lo que de 'Larga vida y lenta muerte' nos ofrecisteis hace 100 días!

      Saludiño,
      ADELA B.

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