sábado, 21 de julio de 2012

¿Pero cómo es que, aquí, No escarmentaremos? ¡NO, No al rescate bancario con dinero Público!

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Debería ser de obligado cumplimiento mirar a una información concreta sobre cómo lo están sufriendo en Grecia tras haber seguido esta misma 'hoja de ruta' de la Eurozona, por la que acá somos abismados entre t@nta logomaquia del bipartidismo alterno rampante -y sus colaboradores necesarios- de lo Nacional para nuestro Estado Autonómico en el ya tan innegable Malestar con esta Crisis: o sea, CATASTROIKA.

Y sin embargo, no parecería tan difícil llegar a concluir que algo básico está ya fallándonos entre todo esto; cierta clamorosa insostenibilidad, por ejemplo, de una pomposa 'gobernanza única' que parte como premisa del asumir las 'tolerancias ilimitadas' -en los 'gratis total'- evitando exigencias de responsabilidad (penales o/y económico-fiscales) a quienes nos llevan hasta la presente situación de ruinosos atracos ins@ciables con sus 'recortadas' (dizque 'medidas') de cada día.


¡Curiosos tiempos, éstos en los que resulta normal oír a reconocidos premios Nobel en Economía especulando con hecatombes aun inimaginables hace muy poco, como esa inconveniencia de mantener el Euro-montaje por la que se había venido anatemizando antes a cualesquier voces discrepantes...!
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"Algo empieza a moverse en Europa donde, frente a la arrogancia de las élites políticas y financieras, la sociedad civil no está dispuesta a pagar los platos rotos de un sistema financiero español e incluso europeo completamente quebrado... Debe terminar ya ese 'rescate' con dinero de los Estados a la Banca, privada e infracapitalizada, por medio de garantías públicas... Los bancos que corren altos riesgos deben responder por ello y eventualmente ir a la quiebra. Es inaceptable que el Estado y sus ciudadanos paguen los platos rotos respondiendo por la ruleta financiera.
Un grupo de "160 economistas alemanes...", tras conocerse que finalmente se recapitalizaría directamente al sistema bancario español con dinero de los europeos, han puesto gritos en el cielo. Con las soluciones adoptadas en la reunión de los líderes de la Eurozona el 29 de junio estos economistas alemanes afirmaban que no va a salvarse al Euro, sino a unos acreedores de bancos. Como principio de partida no está mal, pero deberían saber que sus bancos y fondos de pensiones, entre otros, son parte de aquellos acreedores que asumieron un riesgo excesivo, se equivocaron, y deberían pagar sus consecuencias, es decir, sufrir la quita correspondiente derivada en cualquier quiebra, bien sea para una empresa o un banco.
Pero estos economistas afinan mucho más al recordarnos que las deudas bancarias privadas triplican a las de los Estados en la zona Euro y se preguntan por qué se han dejado crecer tanto algunas bancas o por qué no se deja caer a otras. “Si los bancos no pueden pagar sus deudas, no deben ser los contribuyentes quienes carguen con ellas, sino todos aquellos que han invertido en esas entidades. Son ellos, además, quienes cuentan con el capital preciso y quienes han llevado a cabo operaciones de riesgo”. Fantástico, se reconocen dos problemas: la crisis de deuda privada, y la insolvencia bancaria, tal como venimos sosteniendo desde el inicio en las páginas del presente blog; y, por lo tanto, ¡que acaben pagando los acreedores!

Pero eso que denuncian es lo que ha pasado en los rescates griego, portugués e irlandés, ya. Por culpa de los errores de la élite política en Europa se apoyó a los bancos y sus acreedores, en vez del ayudarle a la gente de los países afectados por la crisis como Grecia, Irlanda, Portugal y España. La falta de decisión en la coalición negro-amarilla (demócratas cristianos con liberales) de Berlín obligó al BCE a comprar bonos en deuda pública por un valor mayor de 220.000 millones de euros y regalarles a los bancos ¡más del Billón de euros, al 1 % de interés!, tras lo cual ellos a su vez compraron bonos del Estado de unos intereses muy considerablemente más elevados... La banca se ha 'rescatado' a cuenta de los Estados y sus contribuyentes sin que haya sido adoptada una regulación efectiva ni sean tomadas ningunas medidas para evitar futuras crisis.
En España pocos economistas fuimos los que en su momento pusimos grito en el cielo ante una sociedad civil, la nuestra, rea de intereses espurios, económicos, políticos y mediáticos. Empieza a ser vomitivo cómo diferentes medios de comunicación utilizan el eufemismo de 'reformas' cuando al saqueo perpetrado -por nuestros gobiernos- contra sus conciudadanos se andan refiriendo.
Han venido pasando desde que comenzara esta Crisis sistémica más de 4 años ya y por desgracia es evidente cómo, no sólo no está resolviéndose sino que muy al contrario, todavía se continúa hoy agravando. Hay una pérdida de confianza en las monedas fiduciarias, y respecto del conjunto de sistemas bancarios occidentales. Se está produciendo una nueva recaída de la economía mundial que acabará en recesión y  puede que, aun más, con depresión. Todo ello se traduce en un continuo aumento del paro, un crecimiento explosivo de la deuda pública de los países occidentales, y un malestar creciente para los países emergentes ante un antiguo 'orden' que Occidente se niega a revisar.
Aquellos que no fueron capaces de prever y anticipar en modo alguno esta crisis actual económica sistémica siguen sin embargo -¡como si nada!- imponiéndonos aún sus recetas económicas. La presente combinación de políticas fiscales restrictivas y monetarias expansivas, junto con los ajustes a la baja de rentas y salarios, amenazan provocar otra nueva Depresión global si nadie lo remedia.
Si el problema de la economía española, como el del resto de los países occidentales, es la deuda privada, y como corolario una insolvencia bancaria, ¿cómo, narices, optamos más por restricciones fiscales o ajuste salarial? Básicamente por dos razones. En primer lugar por cuestiones dogmáticas, ya que el reconocimiento de que el problema actual de la economía es la deuda privada y la insolvencia bancaria supondría poner de manifiesto todo el vacío intelectual y el escaso soporte empírico de la mayoría de las teorías macroeconómicas y microeconómicas bajo las que las élites políticas y económicas actuales se educaron.
En segundo lugar porque una, hoy muy dominante, clase financiera presiona para que la sociedad pague sus desaguisados. Resulta curioso como después de las tropelías que han cometido exigen sin ningún rubor 'sangre, sudor y lágrimas' al resto de los ciudadanos. La banca española expandió sus balances de manera incontrolada. Sus activos crecían mediante la concesión de créditos y préstamos, básicamente alrededor del sector inmobiliario, y se financiaba con deuda en el mercado de capitales. Vamos, que a fecha de hoy en los balances hay de todo pero nada bueno.
Lo más urgente para la reactivación económica en el largo plazo pasa por una reordenación y reducción del tamaño del sistema bancario mundial, y, por ende, del español, que además conlleve reestructuración y disminución de las deudas privadas existentes, donde los acreedores sufran esa eventual 'quita' [que también asumieron, como posible consecuencia indeseada mas colateral, apostando por los lucros mercantiles esperados con su correspondiente riesgo inversor]...
Alguna intervención en el sistema bancario español donde la gerencia, los propietarios y los acreedores paguen los platos rotos es ahora más necesaria que nunca.  Y después de ello, si hace falta, entra el Estado como accionista. Siempre que se ha hecho así, las cosas han vuelto a la normalidad con relativa rapidez; la alternativa, sólo será, más miseria y caos."
Juan Laborda ( vozpopuli )

   Evolución: del saldo Activo al Pasivo en España frente a la UE

2 comentarios:

  1. Pretenden justificar todas estas medidas por el objetivo de 'reducir los déficit'; pero tal explicación no puede aplicarse a la DISMINUCIÓN DE COTIZACIONES SOCIALES que va a tener un efecto contrario. Argumentan que tales re-baja(da)s abaratarán la mano de obra y ayudarán al que la economía crezca y cree empleo. No es el encarecimiento de los costes laborales lo que está impidiendo la reactivación de la economía, sino el deterioro del consumo y la demanda que, sin duda, empeorarán con la inminente SUBIDA DEL IVA. No hay ninguna garantía de que la rebaja de las cotizaciones sociales facilite las exportaciones, si la misma política se aplica en todos los países, pero es que en todo caso su efecto será reducido e incapaz de compensar la contracción de la demanda producida por el incremento del IVA.

    La sustitución por IVA de las cuotas patronales de la seguridad social constituye únicamente un trasvase de renta de la mayoría de los ciudadanos, los consumidores, a los empresarios. Su defensa por los FMI y BCE muestra bien a las claras a que se reduce la llamada tecnocracia, en pura ideología de derechas. Esta medida constituye una de las más queridas aspiraciones de las organizaciones empresariales y de la parte más reaccionaria de la sociedad española, que tal vez algo habrán tenido que ver en las recomendaciones -más bien imposiciones- de las autoridades europeas y del Fondo.

    Los planteamientos de la tecnocracia europea, al igual que los del FMI, están repletos de ideología y de intereses, por eso las recetas de todos ellos no son meramente técnicas. Así se entiende que Mario Draghi no se limite a decir que hay que disminuir el déficit público, sino que mantenga que los países deben perseguir ese objetivo recortando el gasto público y nunca incrementando los impuestos. En definitiva, por lo que aboga es por disminuir el tamaño del sector público, lo cual es lícito, pero, eso sí, no como una necesidad técnica, sino ideológica, liberal y de derechas.

    ¿A quién representa Draghi? ¿Ante quién responde? Desde luego no ante los ciudadanos europeos. La pretensión antidemocrática de que el BCE fuese independiente de cualquier poder político ha conducido a que en estos momentos sean los gobiernos democráticos de los países los que están sometidos a su tiranía. La normativa comunitaria prohíbe que los Estados den instrucciones al presidente del BCE. Sin embargo, el problema es más bien el opuesto, que el señor Draghi se permite no solo aconsejar sino ordenar lo que deben hacer los gobiernos europeos, prescindiendo con absoluto desprecio de la opinión de sus sociedades y ciudadanos.

    A través de la Unión Monetaria, el poder económico está consiguiendo una vieja pretensión: liberar a la economía de la política, al menos de la política democrática y que las decisiones se tomen al margen de los gobiernos, puestos que estos sufren las presiones de los ciudadanos. También Alemania está consiguiendo, en esta ocasión sin armas, un antiguo objetivo, reconstruir el sacro imperio germánico. Merkel pretende implantar a través de la moneda el IV Reich.

    Uno de los principales signos de soberanía de los Estados es la facultad de emitir moneda. Tan es así que ningún liberal, por muy furibundo que sea -excepto Hayek- ha pedido nunca su privatización y liberalización. Pues bien, los Estados de la Eurozona han cedido esa competencia a una institución profundamente antidemocrática y sin las contrapartidas y garantías necesarias. Desde ese momento y en un contexto de libre circulación de capitales, los gobiernos democráticos han perdido el control de la economía. El ámbito de decisión se ha trasladado a la burocracia de Bruselas y de Frankfurt, y a las fuerzas que actúan detrás de estas instituciones. No son tecnócratas, no. Son ideólogos, políticos, solo que al margen de todo proceso democrático. No les importa incrementar el déficit, siempre que sea para bajar impuestos al capital y a los empresarios.

    Juan F. Martín Seco (20.7.12)

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  2. 'RESCATE' O/Y SALIDA DEL EURO es la siguiente consideración, de ayer, por JFMS al respecto:

    Entre los aspectos ocultos del rescate bancario (ocultos para los españoles, pero no para los parlamentarios alemanes a los que se les ha facilitado toda la documentación al respecto), se halla el compromiso del Estado español de devolver el crédito en euros, "aun en el supuesto de que España se encontrase fuera de la Eurozona". Por lo visto, la desaparición del euro o la eventualidad de que algunos Estados deban retornar a las monedas nacionales son posibilidades que todo el mundo niega en las declaraciones oficiales, pero que, según parece, en Bruselas, Frankfurt o Berlín no se descartan en absoluto.

    Más aún, existe la sospecha bien fundada de que todos los pasos que se están dando desde Europa tienen como objeto cubrirse ante esta contingencia. A ello se orientan sin lugar a dudas los rescates. No han ido, no, a salvar a los países rescatados -que, a la vista está, se hunden más y más en el abismo-, sino a reducir el riesgo que los grandes bancos, alemanes, franceses, etc. tenían en deuda pública de países que, si desapareciese el euro, deberían devaluar y como corolario a transferir ese riesgo a todos los contribuyentes europeos y no solo a los alemanes, tal como de manera falaz se quiere dar a entender. Concretamente, la exposición de las entidades financieras alemanas a la deuda pública griega es hoy mucho más reducida que al comienzo de la crisis.

    El rescate a los bancos españoles tiene también una finalidad muy clara: salvar a los acreedores extranjeros que sanean sus activos frente a determinados bancos españoles en situación de práctica insolvencia. No es de extrañar el empeño que Alemania, EE.UU. y las autoridades comunitarias tenían en el rescate y que forzaran al Gobierno español a solicitarlo. La reacción de los mercados es la prueba evidente de que el rescate bancario no beneficia a la economía española, sino que arroja sobre ella una losa de 100.000 millones de euros, losa que puede ser tremendamente pesada si mañana desaparece el euro o España termina saliendo de la Eurozona. Este es el razonamiento que se están haciendo los mercados y, me atrevería a decir, también el BCE cuando se niega a intervenir comprando deuda italiana y española.

    Solo en España nos negamos a considerar la hipótesis de la salida del euro. Es comprensible. Es una situación económica sin precedentes, al igual que no tenía precedentes la constitución de la Unión Monetaria. Nos da vértigo. Pero haríamos mal en seguir la política del avestruz y no querer contemplar la realidad. No cabe ocultar las dificultades y los problemas que se presentarían; pero, más razón para que estemos preparados y sobre todo para que ante cada paso que vayamos a dar nos preguntemos cómo afectaría a nuestra situación en el caso de que abandonáramos la Eurozona.

    Me da la impresión de que algunos países se encuentran en una situación similar a la de un paciente al que se le prescribe la necesidad de someterse a una operación dura y difícil, pero ante el terror que le produce el quirófano, y las complicaciones que sin duda van a seguirse de ella, la va posponiendo con la esperanza de sustituirla por parches y medicamentos. Cuando al fin la afronta, lo hace en peores condiciones y con anemia. El caso de Grecia me parece sintomático. ¿No debería haber abandonado la Eurozona hace ya varios años? No creo que se encontrase en una situación mucho peor que en la que ahora se halla, y al menos vislumbraría la salida al final del túnel, cosa que ahora no le ocurre. Y en el caso de España, ¿no ha llegado el momento de preguntarse si antes que ir a un rescate total, que lejos de solucionar, empeoraría la situación, no sería preferible retornar a la peseta?

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