domingo, 22 de abril de 2012

Se insiste aun hoy aquí en Suicidio económico


    ¡Esto es todo cuanto la Simiocracia puede darnos de sí...!


Ya estábamos advertidos -'Suicida es no subir ese Impuesto de Sociedades'- pero, ¡desafortunada mente!, aún será preciso de nuevo avisar:
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"Considérese la situación en España, que actualmente es el epicentro de  la crisis. Ya no se puede hablar de recesión; dicho Estado de la UE sufre una depresión en toda regla, con tasas totales del desempleo hasta 23,6%, comparables a la de USA en el peor momento de su Gran Depresión, y un paro juvenil de más del 50%. Esto no puede seguir así, y el hecho de haber caído en la cuenta de ello es lo que está incrementando cada vez más los costes de financiación españoles.
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En cierta forma, no importa realmente cómo ha llegado España a este punto, pero por si sirve de algo, la historia española no se parece en nada a las historias moralistas tan populares entre las autoridades europeas, especialmente en Alemania. España no era derrochadora desde un punto de vista fiscal; en los albores de la crisis tenía una deuda baja y superávit presupuestario. Desgraciadamente, también tenía una enorme burbuja inmobiliaria, que fue posible en gran medida gracias a los grandes préstamos de los bancos alemanes a sus homólogos españoles. Cuando la burbuja estalló, la economía española fue abandonada a su suerte. Los problemas fiscales españoles son consecuencia de la  depresión, no su causa.
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Sin embargo, la receta que procede de Berlín y de Fráncfort es, lo han adivinado, una austeridad fiscal aún mayor. Esto es, hablando sin rodeos, descabellado. Europa ha tenido varios años de experiencia con los programas de austeridad rigurosos, y sus resultados son exactamente lo que los estudiantes de historia les dirían que pasaría: semejantes programas sumen a las economías deprimidas en una depresión aún más profunda. Y como los inversores miran el estado de la economía de un país a la hora de valorar su capacidad de pagar la deuda, los programas de austeridad ni siquiera funcionaron como forma de reducir los costes de financiación.
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¿Cuál es la alternativa? Bien, en la década de 1930 —una época cuyos detalles la Europa moderna está empezando a reproducir de forma cada vez más fiel— el requisito fundamental para la recuperación fue una salida del patrón oro. La medida equivalente ahora sería una salida del euro, y el restablecimiento de las monedas nacionales. Pueden decir que esto es inconcebible, y que sin duda alguna sería enormemente perjudicial tanto económica como políticamente. Pero lo que es realmente inconcebible es mantener el rumbo actual e imponer una austeridad cada vez más rigurosa a países que ya están sufriendo un desempleo de la época de la Depresión.
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Por eso, si los líderes europeos quisieran realmente salvar al euro estarían buscando un rumbo alternativo. Y la forma de dicha alternativa es en realidad bastante clara. Europa necesita más políticas monetarias expansionistas, en forma de buena disposición —una buena disposición anunciada— por parte del Banco Central Europeo para aceptar una inflación algo más elevada; necesita más políticas fiscales expansionistas, en forma de presupuestos en Alemania que contrarresten la austeridad en España y en otros países en apuros de la periferia europea, en vez de reforzarla. Incluso con esas políticas, los países periféricos tendrían que continuar enfrentándose a más años de tiempos difíciles, pero al menos existiría alguna esperanza de recuperación.
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Sin embargo, lo que estamos viendo en realidad es una falta de flexibilidad absoluta. En marzo, los líderes europeos firmaron un pacto fiscal que establece de hecho la austeridad fiscal como respuesta ante todos y cada uno de los problemas. Mientras tanto, los principales directivos del BCE insisten con recalcar la voluntad de nuestro Banco Central en seguir solo aumentando sus tipos  de interés a la más mínima señal de una inflación más elevada.
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Por eso resulta difícil evitar una sensación de desesperación. En vez de admitir que han estado equivocados, los líderes europeos parecen decididos a tirar su economía —y su sociedad— por un precipicio..."
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(extractado en 'El suicidio económico de Europa', del premio Nobel P. Krugman)
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Y no es el único artículo -de algunas fuentes muy autorizadas por su solvencia económica reconocida incluso gubernamentalmente- señalando cómo la alianza entre las bancas alemana y española fue determinante para la producción del comportamiento especulativo de esta última, siendo ello una de las causas más importantes para la presente Crisis financiera en Europa:
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"La gran debilidad del argumento neoliberal, que asume que el mayor problema de la economía española es el déficit y la deuda pública del Estado español, es que los datos, fácilmente accesibles, muestran su insostenibilidad. Y aquí cuando la crisis empezó, el Estado español no tenía déficit. Antes al contrario, tenía un superávit, mayor, por cierto, que el que tenía el Estado alemán. En 2007, el superávit del Estado español era equivalente a 1,9% del PIB, más de seis veces superior al alemán, 0,3% del PIB. Y un tanto parecido ocurría con la deuda pública, que representaba en España un 27% del PIB, casi la mitad de la deuda pública alemana, 50% del PIB. En realidad, España era un “modelo” y punto de referencia del pensamiento neoliberal mostrado por los economistas neoliberales como ejemplo de “ortodoxia” económica.
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Tener un superávit muy superior y una deuda pública muy inferior a la de Alemania no nos sirvió de nada. No nos protegió de la crisis. ¿Cómo puede, entonces, decirse ahora que la mayor causa de la crisis es el elevado déficit y la deuda excesiva, cuando déficit cero y deuda pública baja no evitaron esta crisis que tenemos, con más de un 23% de la fuerza laboral en paro? ¿Y por qué esta explicación de la crisis continúa dándose cuando la evidencia existente, mostrando su error, es tan abrumadora?
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Y para responder a esta pregunta hay que fijarse en cuáles son las voces más estridentes en defensa de tal explicación de la crisis. Y entre tales voces aquellos que tienen un lugar prominente son el Banco Central Europeo y la banca alemana, y el Banco de España y la banca española, que son en realidad los que crearon precisamente la crisis. En realidad, la banca alemana jugó un papel clave en la génesis de la crisis y en su desarrollo. Según The Bank for International Settlements BIS (Junio 2010), la banca alemana prestó 109.000 millones de euros a la banca española, con los cuales ésta, en alianza con el sector inmobiliario, invirtió masivamente, no en la economía productiva del país, sino en la economía más especulativa posible, creando la burbuja inmobiliaria que, al explotar, provocó la enorme crisis y el enorme problema de la deuda privada de España, que alcanzó dimensiones astronómicas (227% del PIB).
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La banca alemana consiguió enormes beneficios, beneficios que, por cierto, no invirtió en Alemania para estimular la demanda doméstica alemana, incrementando los salarios y la protección social de Alemania (tal como Oskar Lafontaine, entonces Ministro de Economía y Hacienda del gobierno alemán, y uno de los economistas más clarividentes hoy en Europa, quería que se hiciera y que, al no hacerse, rompió con el canciller Schröder, el presidente socialdemócrata alemán responsable, junto con la canciller Merkel, de las políticas de austeridad a nivel alemán y europeo, políticas promovidas por la banca alemana). En lugar de estimular la demanda alemana (y europea), los grandes beneficios que Alemania consiguió de su actividad especulativa en España (y en otros países periféricos de la Eurozona, como Grecia y Portugal), los utilizó para acumular más y más euros, convirtiéndose en la mayor fuente de euros en Europa. El euro le ha ido pero que muy bien a la banca alemana.
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Ahora bien, cuando la burbuja especulativa inmobiliaria explotó, a la banca alemana le entró el pánico, pues tenía gran parte de su capital prestado a la banca española y, en mucho menor grado, al Estado español (un 10% de su inversión bancaria). Y comenzó a promover la idea falsa de que el euro estaba en peligro. Sin embargo, lo que sí estaba en peligro era que la banca perdiera fondos prestados mal a España y a otros países periféricos de la Eurozona. En realidad, el euro nunca estuvo en peligro. Su valor osciló, pero no bajó sustancialmente de valor comparado con el dólar.
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Y de ahí derivan las políticas de austeridad, cuyo único objeto es pagar a los bancos (alemanes y franceses) la deuda tanto privada como pública que tienen. La mal llamada ayuda de la Unión Europea y del FMI a los países periféricos es ayuda para que paguen a los bancos alemanes y franceses primordialmente.
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Pero estas políticas de austeridad con la bajada de salarios, disminución de la protección social y recortes del gasto público están creando un problema gravísimo que se llama Gran Recesión, causada por el enorme descenso de la demanda doméstica y por la escasez de crédito, y que es la causa de la disminución de la actividad económica y con ello del descenso de los ingresos al Estado (y consiguiente aumento del déficit y de la deuda pública). Y ahí está el problema oculto que algunos hemos estado denunciando desde el principio -ver el libro Hay alternativas...- pues la evidencia científica que apoya este diagnóstico es abrumadora. Las políticas que está imponiendo la banca alemana y francesa (y española) y sus portavoces políticos, incluyendo Merkel-Sarkozy y Rajoy son un suicidio económico.
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Cabe entonces hacerse la pregunta de ¿por qué continúan promoviéndola? Una respuesta es que los dogmas económicos son tan irracionales como los dogmas religiosos. Ese pensamiento, en realidad vale más decir el catecismo, neoliberal es dogma: impermeable a datos y hechos. Pero el que continúe reproduciéndose se debe a que sirve a unos intereses, los intereses de la banca, con la complicidad del consenso básico entre los políticos afines (el Ministro de Economía del Estado español, el Presidente del BCE, así como gran numero de personas responsables de llevar a cabo y estimular las políticas de austeridad son banqueros o próximos a la banca), asumiendo que interés particular de la banca coincide con los generales del país, lo cual no es así, como bien documentan los estudios rigurosos que muestran que las causas de la crisis son el comportamiento negativo del BCE y del Banco de España, y de los bancos que en teoría supervisan, pero que en la práctica se benefician a costa del interés general.
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En realidad, las soluciones no son tan difíciles de ver. Y consisten en seguir políticas de estímulo económico, con un intervencionismo público que estimule la economía a base de crear empleo, junto con el establecimiento de bancas públicas y una regulación del sector bancario, forzándole a que recupere su función social, la oferta de crédito. Pero, el que no ocurra es debido a una enorme influencia en las instituciones políticas y mediáticas de España e incluso Europa desde la banca u otros componentes del capital financiero. Así de claro."
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(en Público: 'La causa real de la crisis financiera', por V. Navarro)
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4 comentarios:

  1. La última BURBUJA por estallar, la DE LAS MENTES tiernas: En un alarde de admirable celo profesional, los medios de información que hasta hace poco más de 3 meses daban las malas noticias con sordina, difunden ahora de forma más que exhaustiva las malas noticias económicas, los recortes del Gobierno y sus perversos ataques contra eso que llaman “lo público”. De tal suerte que esa otra España, la que aún anda somnolienta, está descubriendo, súbitamente y con espanto, el alcance de esta CRISIS REAL. Y no estaría de más que este proverbial esfuerzo informativo, tan necesario hace años, fuera un poco más allá del espasmo ideológico, la crítica interesada y la propagación del miedo escénico...

    A principios de LOS AÑOS 90, España se sumía en una grave crisis que se prolongó durante 7 años, concretamente desde 1991, siendo el año más crítico 1993. En la mayor parte de ese periodo, el índice de paro fluctuó entre el 20 y el 24% y el desempleo juvenil superó con mucho el 40%. El déficit público estaba fuera de control. Y el gasto desbocado, al compás del keynesianismo que aún imperaba en muchos países de Europa, lejos de estimular la economía casi nos lleva a la quiebra y a la intervención. Las tasas universitarias aumentaron todos los años, acumulando un incremento muy superior al 70% y el subsidio de desempleo terminó por ser recortado drásticamente por el presidente González.

    En aquellos días, obtener un préstamo para el consumo, con los tipos de interés disparados, era misión casi imposible. No bastaba con tener una nómina aseada, era necesario, además, añadir un aval o engatusar a algún incauto avalista. Y aún así no era seguro obtenerlo. Los ordenadores personales no existían, tampoco Internet ni el correo electrónico y los teléfonos móviles eran artilugios que sólo aparecían en las películas. Trabajábamos con medios de la edad de piedra. Y, en consecuencia, la productividad era patética, aun a pesar de unas nóminas más que ridículas y unas jornadas laborales interminables... En resumen, aquella década de los 90 fue, en algunos aspectos, bastante peor que estos años que se nos antojan terribles. Y el mundo no se acabó entonces como tampoco va a terminarse ahora. Simplemente hemos tropezado con LA MISMA PIEDRA en otra parte del camino.

    Diríase que estamos ablandados por la abrumadora propaganda estatista de los últimos tiempos y, por ello, todo nos resulta mucho más difícil que hace 2 décadas... Y deberíamos despertar de este sueño, donde el Estado, lejos de ser un acogedor colchón de plumas donde dormir la siesta, se va a convertir en el lecho de clavos donde se tumban los faquires. Pero seguimos como siempre, a medio camino entre la indignación inútil y el FATALISMO –la doctrina de lo irremediable–, asumiendo tácitamente que todas nuestras opciones de futuro están en manos de un reducido puñado de contables y políticos...

    En un pasaje de la 'Oración Fúnebre', Pericles explicaba que si bien sólo unos pocos están preparados para regir los asuntos públicos, TODA LA CIUDADANÍA está capacitada para juzgar su política... Por la comprensión de una norma tan simple, un país como Alemania, además de gozar de una democracia mucho más real que la nuestra, siempre conserva su aureola de prestigio, aun padeciendo los gobiernos más incompetentes. A diferencia de nosotros, sus ciudadanos nunca se excusan en los políticos ineptos para justificar sus fracasos. Debaten, sí. Y también protestan. Porque ellos también sienten y padecen. Pero jamás dejan de hacer bien su trabajo, ni se dividen y enfrentan aun cuando caigan chuzos de punta...

    Así que es asunto nuestro mejorar y dejar de ser el país de CHAPUZAS Y SECTARISMO. De no hacerlo, no habrá gobierno que valga y menos con este modelo político. Y puesto que ésta década puede perderse, valdría la pena aprovecharla para aprender a ser menos manipulables y dependientes y fortalecer nuestro carácter. Porque, aunque no queramos oírlo, esta crisis es, también, el fruto de nuestras tiernas mentes.

    Javier Benegas (vozpopuli.com)

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  2. “Si vous faites les moutons, vous serez tondus”, o sea, "¡Si vas de borrego, serás trasquilado!" (dice Melenchon, el -otro- candidato de izquierdas a las presidenciales francesas que hubo de abandonar el PSF de los Dominique Strauss-Khan y Hollande)...

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  3. Una superchería domina a menudo el discurso económico, la de la NECESIDAD... Es frecuente escuchar a los gobiernos “Ya nos gustaría no tener que hacerlo, pero no queda otra alternativa”. Y esta letanía es recogida y difundida por altavoces mediáticos de los poderes económicos que lo repiten una y otra vez, hasta que la población acaba aceptándola como verdad indiscutible. Sin embargo, pocas realidades serán tan contrarias a la ciencia económica. La economía comienza allí donde se da la posibilidad de elegir entre distintas opciones. En un determinismo, el problema económico desaparece.

    Según la famosa definición de Robbins, 2 son los parámetros que enmarcan la actividad económica: escasez y alternancia. Si falta cualquiera de ambos no podemos hablar de ella. Escasez no se identifica con necesidad, sino con limitación. Los recursos son limitados pero de usos alternativos. Y ante cualquier medida económica siempre caben OPCIONES. Bien es verdad que la elección de una u otra nunca suele ser neutral. Benefician a determinados grupos y se perjudican otros.

    Desde 2010, los gobiernos, del PSOE y del PP, han ido adoptando todo un abanico de medidas de tal calado que van modificando sustancialmente la estructura social, el marco de relaciones laborales y hasta la misma condición de nuestro Estado. El presidente del Gobierno ha pedido en rueda de prensa “un pequeño esfuerzo” -¿?-, “unos pocos euros necesarios para sostenimiento de la educación o sanidad pública”. “Son cosas que no nos gusta hacer”, dijo, “pero totalmente necesarias para el sostenimiento de la sanidad o la educación pública”. “En este momento no hay dinero para atender pago de los servicios públicos. Porque hemos gastado mucho”.

    Esa última aseveración, aplicada al Estado, carece totalmente de fundamento. Si algún sector ha gastado mucho en la etapa anterior ha sido el PRIVADO. Mídase como sea, el sector público español se mantuvo en un nivel de gasto muy inferior al dado en otros países de nuestro entorno, a los que según proclaman se pretende imitar; y la comparación será mucho más negativa para España si a lo que nos estamos refiriendo es a gastos sociales.

    Los problemas actuales de las finanzas públicas tienen su origen en enormes caídas de ingresos ocasionadas por la recesión económica y 3 reformas fiscales extraordinariamente regresivas (2 del anterior gobierno PP y 1 por el último PSOE), instrumentadas principalmente con IRPF e impuesto de Sociedades. En su momento, se vendía la peregrina idea de que no iban a tener impacto en recaudación y se propagó el espejismo de que la bajada impositiva se realiza sin coste alguno, o sea, sin contrapartida en aumento de otros impuestos ni reducción y menoscabo a servicios públicos o prestaciones sociales. Ahora, sin embargo, "no hay dinero"; y se opta por la peor solución posible, de hacerle pagar al usuario.

    En esta materia, como en cualquier otra de las disciplinas económicas, ALTERNATIVAS existen. Los servicios públicos pueden financiarse mediante impuestos o a través de un precio; cuando mantienen que son insostenibles lo único dicho es que no se desea sufragarlos mediante tributos. Costearlos total o parcialmente a través del precio no es más que una opción; y de las peores, porque se hace depender educación o asistencia sanitaria de la capacidad económica del usuario, destruyendo una igualdad de oportunidades que -aun escasa- el Estado social había generado.

    La excusa de aplicar PROGRESIVIDAD al copago carece de todo fundamento. Para eso existen los impuestos que se pueden hacer tan progresivos como se desee. Además, aumentará enormemente la carga burocrática y el coste de tramitación, tanto más si lo llevan a cabo, como es lógico, por departamentos ministeriales ajenos al de Hacienda desconocedores por completo en tal tipo de procedimientos. Volvemos a ser testigos de ocurrencia sin reflexión o estudio, de modo que se cometerán de nuevo burdas equivocaciones, creando enojosos agravios comparativos.

    J.F M. S. ('República de las Ideas')

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  4. La cosa está clara para quien soporte mirarla de frente:

    "Hoy en España su sector de Constructoras VALE casi 3 VECES MENOS QUE LA DEUDA ya" [titular recién leído del último Boletín de prensa publicado por la web 'La Moncloa', Presidencia de Gobierno]...

    O sea, la deuda PRIVADA total en España suma ya más de 3 veces el PIB anual. Es decir que, como un conjunto, nuestro país debería(mos) trabajar produciendo GRATIS TOTAL y además recortándolo todo en cualesquier consumos e incluso necesidades hasta no tener ya NINGÚN GASTO -¡durante, por lo menos, 3 años!-... para poder liberarnos de la RUINOSA HIPOTECA que tenemos contraída con la Banca usurera de los Mercados prestamistas internacionales...

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