miércoles, 8 de febrero de 2012

De historias kafkianas: el trabajo y los días del '¿quieres mi amig@ ser?' entre nosotros hoy...





¿Cómo dicen que con esa bajada del finiquito por despido para quien ya tenía empleo, según se nos decretó, lo que va es a crecer la contratación y no mayor Paro? Sin lógica en el plan, más fracaso seguirá siendo inevitable ["Sí puede representar, sin embargo, un incentivo para despedir algunos padres y contratar después, por mucho menos dinero, a sus hijos... La mentira en el lenguaje aparece también cuando se denomina contrato indefinido a ese nuevo tipo creado para las PYMES con un año de prueba y fuertes subvenciones. Han inventado el contrato Temporal indefinido"]... Pero, más aún, ¿no será verdad -que incluso entre futuros empleos- un abaratamiento para el final del trabajo se correlaciona con subidas en las ocupaciones tanto como al incrementos de los despidos?

Y también, como razonó MG, ¿es que acaso, a la hora de coger un trabajo, conocemos alguien a quien le haya resultado decisivo ese montante previsto de indemnización por el despido en realidad?

O, según argumentaba GP, ¿por qué no entrar en valoraciones comparativas de cuánto cuesta el despedir, tan cacareado so pretexto del grave ciclo deficitario, frente a todos aquellos otros demás capítulos que nunca suelen mentarse como recortables entre los placebos más vendidos ahora e igualmente ayer y aun desde antes?



"El arte es un estar deslumbrado por la verdad: lo único verdadero es la luz
en el rostro monstruoso que retrocede" (aforismo y dibujos: Franz Kafka)



"El Gobierno anuncia que va a 'limitar las retribuciones de los ejecutivos en aquellas entidades financieras que han recibido o van a recibir ayudas públicas'. ¡Resulta curioso que después de 7 años de Gobierno socialista hayamos tenido que esperar a que el PP alcance el poder para que se acometa tal medida! Bien es verdad que a muchos les gustaría ver limitado su sueldo en esa cuantía, 600.000 euros al año, o sea 100 millones de pesetas. Es un claro indicador de lo que ingresan aquellos a quienes no se les limitan sus haberes porque no reciben -en teoría- ayudas públicas: ejecutivos, consejeros, etc., del resto de las entidades financieras o grandes empresas; y digo 'en teoría' pues hay muchas formas para que los recursos públicos se orienten al sector privado" (tan bien por MS puntualizado: 'Sueldos de banqueros y de otros especímenes')...


Al bueno de Kafka -¡quien también era un dibujante muy reseñable, lo que acaba de avisarnos FF con algunas muestras!- le colgamos ese sambenito del adjetivar como si suyo fuera todo aquello que podría más bien tildarse de parajódico, por ejemplo el trabajo (por cuentas y lucros ajenos) así como ese interminable reforma(tea)r en sus mercados globales...


Pero también hay otros casos, como el de las comunicaciones cada vez más usuales que no hay modo humano de saber si por alguna persona -o solo desde hábil maquinita...- se habrán originado: ¡no en vano aun está desierto el premio anunciado para quien logre ofrecer cualquier programa capaz de aplicarnos con eficacia real un test de Türing seguro a la hora del discriminar entre una u otra posibilidades ante los mensajes cotidianamente recibidos!


En fin, que la comunicación siempre será difícil, vale; pero máxime por aquello -a GF oído tan pacientemente repetir, una y otra vez, con claridades pedagógicas- del que nunca podremos deshacer tanto equívoco en los demás mientras no resolvamos análogas asignaturas pendientes del nosce te ipsum... e, incluso, de llegar hasta tolerancias para lo nuestro primero:


"Somos cinco amigos, hemos salido uno detrás del otro de una casa; el primero salió y se colocó junto a la puerta; luego salió el segundo, o mejor se deslizó tan ligero como una bolita de mercurio, y se situó fuera de la puerta y no muy lejos del primero; luego salieron el tercero, el cuarto; y, por último, el quinto. Al final formábamos una fila. La gente se fijó en nosotros.


Nos señalaban y dijeron: «Los cinco acaban de salir de esa casa». Desde aquella vez vivimos juntos. Sería una vida pacífica, si no se injiriera continuamente algún sexto. No nos hace nada, pero nos molesta, lo que es suficiente. ¿Por qué quiere meterse donde nadie lo quiere? No lo conocemos y tampoco queremos acogerlo entre nosotros.


Si bien es cierto que nosotros cinco tampoco nos conocíamos con anterioridad, y aun si se quiere tampoco ahora, lo que es posible y tolerado entre tantos no es tan posible ni tolerado en relación con un sexto. Además, somos los que ya somos y no queremos ser seis para nada. ¿Qué sentido tendría ese continuo estar juntos?


Tampoco entre nosotros cinco tiene sentido. Pero, bien, ya estamos juntos y así permanecemos. Mas no queremos una nueva unión, y precisamente a causa de nuestras experiencias. ¿Cómo se le podría enseñar todo al sexto?


Largas explicaciones significarían ya casi una acogida tácita en el grupo. Así, preferimos no aclarar nada y no le acogemos. Si quiere abrir el pico, lo echamos a codazos, pero si insistimos en echarlo, regresa..."


(Kafka: 'COMUNIDAD', 1920)


O sea, ya sabíamos lo del que 'no hay Quinto malo'... Mas, ¡caray, ahora nos dijeron esta joda del ...'Sex...to'...! Bueno, pues incluso así, Ale...

1 comentario:

  1. Pues a lo mejor es que somos átomos con solo cuatro enlaces posibles, y formamos macromoléculas al estilo de los compuestos orgánicos.

    Algunos enlaces se llegan a hacer tan fuertes que se rompen por rigidez y otros tan débiles que no dan estabilidad al átomo "yo". Razón por la cual seguimos buscando enlaces más fuertes; aún a riesgo de que, algún día, se rompan.

    Puede que todo gire en un continuo baile para el cual tratamos de arrastrar a nuestros 4 enlaces principales, junto con los 16 secundarios, nuestros 64 terciarios... y así sucesivamente.

    Hay átomos que intentan bailar un vals; pero en la periferia del salón, donde se acumulan los rotos y los débiles, muchos quieren bailar una conga. Es más fácil.

    Casi todo vale para seguir bailando, porque ¿¡quién quiere volverse piedra y acabar aprisionado en un muro de hormigón, en el bloque de una escollera, de algún puente o alguna presa e incluso -para el peor de los casos- armado, pretensado o postesado!?

    Aunque se ponga en boca de Kafka: ¡Qué valor hay quer tener para levantar esta liebre!

    Saludos,
    Enrique M. G.

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