lunes, 17 de octubre de 2011

Realidades y deseo: 'el 15M ayuda (ahora) al PP'

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Quien alardea 'laicismo' obedeciendo 'adhesión inquebrantable' -a dogma para más 'Índice de lecturas prohibidas', del neopúlpito que fideliza con 'tribunos y tribunas', parroquiana mente- muestra escándalo por otros 'libres exámenes' e irreverentes incorrecciones desde alguna minoritaria cabeza que aun osa leer nuestros "Aquí, Ahora" mediante análisis concretos o echar 'cuentas de las viejas' (en vez de prolongar la 'fe del carbonero'...), librepensadora mente:
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"La reaparición del movimiento de los indignados este fin de semana, cuando faltan menos de cuarenta días para la celebración de las elecciones generales en España, favorece la casi segura victoria del Partido Popular por mayoría absoluta. El 15-M consolida a la derecha española como opción de orden ante el fenomenal desorden económico y moral que está engendrando la crisis financiera.

Paso a explicarme, porque no quisiera que ninguna de las personas que ha salido a manifestarse este fin de semana se sienta asociada a un partido que quizás no piensa votar. Hoy en día hay que ir muy al tanto con las frases cortas. En tiempos de Twitter cobra plena vigencia aquella sentencia del gran conspirador Joseph Fouché, padre de la moderna policía política: 'Dadme cualquier carta que haya escrito un hombre y lo enviaré a la guillotina'. En la era digital, ciento cuarenta caracteres dan para muchos equívocos.

Vamos allá. El movimiento 15-M -motín madrileño que hunde sus raíces en el barrio de Lavapiés, el más interesante de los microcosmos de la capital de España- ha potenciado el lenguaje dramático de la crisis en España y lo ha proyectado a todo el mundo. La decisión del Ministerio del Interior de permitir la acampada en la Puerta del Sol el pasado mes de mayo fue de una gran trascendencia política.

La gran similitud escénica entre el campamento de Sol y la plaza Tahrir de Egipto excitó las glándulas salivares de las principales cadenas de televisión de todo el planeta, puesto que el periodismo se rige, desde sus inicios, por la ley de la analogía. Como ocurre con los terremotos, no hay suceso importante sin una cadena de réplicas. La africanización del sur de Europa era una imagen exótica y tremendamente atractiva para el público anglosajón, no en vano en Estados Unidos, Gran Bretaña y buena parte del norte de Europa ha cuajado la idea de un Sur europeo irremediable, juerguista, despilfarrador, endeudado e inmerecedor del euro. The Wall Street Journal, Financial Times y The Economist llevan años trabajando a fondo este marco mental.


El acrónimo PIGS lo dice todo. La africanización de éstos era, por tanto, puro deleite para los media anglosajones. En el interior de este marco, el 15-M alcanzó el estrellato internacional. Y a partir de ahí la semilla cobró vida propia. Además de confirmar algunos de los prejuicios del establishment internacional y de excitar los mecanismos defensivos de la pequeña burguesía luterana alemana, el 15-M sedujo (como advierte Zygmunt Bauman, "es emocional, le falta pensamiento"...) a jóvenes de todo el mundo por su espontaneísmo. La palabra indignados circula hoy por todo el planeta, siguiendo la estela de matador, torero y guerrillero, otras tres palabras que el acervo español ha regalado a la humanidad. España es así. Cuestión de carácter.

Germinada la semilla, la onda propulsiva regresa a Sol con aires del puente de Brooklyn (Y regresa también a la subestación catalana, ya que en este caso y sin que sirva de precedente, la innovadora Barcelona, la vieja Rosa de Fuego, va a rebufo de Madrid). Sol es el marco principal de la movida -otra palabra que estuvo a punto de dar la vuelta al mundo- que acentúa el lenguaje humano de la crisis. Es el psicodrama colectivo que ayuda a aflorar el sentimiento de pérdida (el Estado del bienestar seguirá existiendo, con menos manto protector) y la consiguiente sensación de orfandad. El marco social de dos generaciones se está yendo y cede el paso a una intemperie desconocida.

El 15-M acentúa el carácter dramático de la crisis española y alienta a las clases medias a buscar una salida de orden. Las tremendas imágenes de Roma este fin de semana son particularmente decisivas al respecto. Los españoles no quieren eso. Una de las grandes bazas del PP en los próximos meses será el contraste con Italia. Lo vamos a ver.

La España mesocrática, imbuida durante treinta años de un difuso sentimiento de optimismo por las mejores materiales obtenidas y por no haber vuelto a las andadas, no quiere entregarse a la desesperación. Buscando alguna vía de salida. Una caligrafía clara que el PSOE hoy no le puede ofrecer.

Con su eficacia dramática, el 15-M contribuye, hoy, de manera objetiva a una victoria amplia del PP. Y a la vez envía un mensaje que en la calle Génova ya habrán leído: cuidado con los modales, cuidado con las embestidas. Se avecina otra Mayoría absoluta mas probablemente distinta de las que ya hemos conocido."

(Enric Juliana, en 'La Vanguardia', hoy)


1 comentario:

  1. [Leemos en ese diario, enlazado] =

    '...Bauman califica a este movimiento, como es bien evidente, de "emocional" y, en su parecer, "si la emoción es apta para destruir resulta especialmente inepta para construir nada. Las gentes de cualquier clase y condición se reúnen en las plazas y gritan los mismos eslóganes. Todos están de acuerdo en lo que rechazan, pero se recibirían 100 respuestas diferentes si se les interrogara por lo que desean".

    La emoción es (¿cómo no?) "líquida". Hierve mucho pero también se enfría unos momentos después. "La emoción es inestable e inapropiada para configurar nada coherente y duradero". De hecho, la modernidad líquida dentro de la cual se inscriben los indignados posee como característica la temporalidad, "las manifestaciones son episódicas y propensas a la hibernación".

    [...] La superindividualidad (de la modernidad líquida) "crea miedos, desvalimientos, una capacidad empobrecida para hacer frente a las adversidades". El estrés es la enfermedad que acompaña a esta sevicia. "Las gentes se sienten solas y amenazadas por la pérdida del empleo, la disminución del sueldo, la dificultad de adaptación al riesgo. El estrés es corriente entre los parados pero también en los empleados, acosados por los cierres y despidos, las prejubilaciones o los salarios cada vez más bajos [...]

    Prefiere hablar de "transición" y no de "cambio". Necesitaría hechos más netos para pronunciarse sobre el alcance de los actuales trastornos. "Antes, hacía falta mucho tiempo para preparar unas protestas masivas como las del 15-M, pero hoy las redes sociales permiten enormes concentraciones en muy poco tiempo". Pero volvemos a lo mismo: de igual manera que se concentran y actúan con velocidad, muy poco después se detienen.

    El movimiento crece y crece pero "lo hace a través de la emoción, le falta pensamiento. Con emociones solo, sin pensamiento, no se llega a ninguna parte". El alboroto de la emoción colectiva reproduce el espectáculo de un carnaval que acaba en sí mismo, sin consecuencia. "Durante el carnaval todo está permitido pero terminado el carnaval vuelve la normativa de antes".

    Puede decirse, declara el profesor, que "nos hallamos en una fase especialmente interesante, como en un laboratorio de acción social nuevo". Tarde o pronto la crisis terminará y, sin duda, las cosas serán diferentes pero ¿de qué modo?

    "No me pida que sea profeta", implora Bauman. "En algunos lugares, no en todos, el movimiento ha logrado conquistas importantes pero no es extensible a todos los países". Lo líquido sigue siendo válido para la previsión del porvenir. La modernidad líquida se expresa, obviamente, en su falta de solidez y de fijeza. Nada se halla lo suficientemente determinado. Ni las ideas, ni los amores, ni los empleos, ni el 15-M. Por eso teme que tal arrebato acabe también, finalmente, "en nada". No es seguro, pero siendo líquido, ¿cómo no pensar en la evaporación?'

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