martes, 26 de octubre de 2010

Sin "lo no sabido" saber… o de 'Amores, Miedos y Modernidad –u otros (des)vivirse…- líquidos'

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Sobre felicidades, consumo y lo demás importante aquí ahora en crisis: nuestra mayor solidez o entereza, realización y autonomía personal podría estar en el resistir sin confundirnos -irreflexiva mente- demasiado entre toda la banalización del deseo cuya saciedad inaplazada tratan de vendernos los mercadeos adictivos hoy por doquier [como deducimos del valioso extracto hecho por el Especial de 'La Nueva España' sobre imperdibles lecciones desde un veterano Premio Príncipe de Asturias en Humanidades y Comunicación]... Y para ello nos recomienda tan bien hoy otro profesor, el filósofo Manuel Cruz, 'Amar la duda':
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"Al ignorante, por su condición de tal, todo debería sorprenderle y, sin embargo, nada parece venirle de nuevas. Pensaba en esta sencilla idea hace algún tiempo, mientras veía distraídamente un programa de la televisión pública (...) la pregunta que de forma casi inevitable parecía surgir era la del origen de lo que daba toda la impresión de ser una tenaz resistencia por parte de los adolescentes entrevistados a dejarse sorprender. Resistencia que parecía contradecir el tópico de la infatigable curiosidad como rasgo constitutivo de las edades más tempranas, de igual modo que pone en cuestión el que considera el resabio escéptico como la determinación más característica de la madurez.
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Confieso que me entristeció la imagen de aquellos jóvenes empeñados en mostrarse como si estuvieran de vuelta de todo. Quizá hubieran mudado su actitud de saber que un joven resabiado es lo más parecido a un anciano que apenas hubiera vivido, que tuviera un pasado perfectamente vacío, y que, sin embargo, no dejara de apelar a la autoridad de la experiencia acumulada a sus espaldas. Pero vivir significa tener una determinada relación con lo que nos va ocurriendo, y eso no es algo que nos venga dado, con lo que podamos contar de antemano: necesitamos la colaboración de quienes nos precedieron en el uso del pensamiento y de la vida, y que tuvieron la generosidad de dejarnos el regalo del destilado teórico de su experiencia. Y, es curioso, casi todos, desde Sócrates, coincidieron en algo: la pasión teórica es la chispa que salta cuando entran en contacto la conciencia de nuestra oceánica ignorancia e inagotable curiosidad. Con otras palabras: la desesperada avidez por entender lo que nos pasa constituye, sin duda, uno de los mejores legados que les podemos dejar a las generaciones futuras.
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Todo lo contrario, como fácilmente se deja ver, de ese modelo de joven modelado con la forma de lo existente, diseñado para enfundarse en lo real como en una segunda piel (ya saben: eficiente y eficaz, rentable, competitivo, ambicioso, seguro de sí mismo, etcétera.), que algunos parecen empeñados en intentar producir. Perfectamente insustancial e irreprochablemente adaptativo. ¿Son estas las personas que podrían mejorar lo que ahora hay? Se equivocan nuestros responsables (...) si piensan semejante cosa. Así solo conseguirán niños-viejos como los aludidos al principio: tan satisfechos consigo mismos como incapaces del menor estupor, de la más mínima perplejidad... No van a encontrar gente tan sólidamente ignorante como los filósofos. Por eso son de fiar (...) Horkheimer, en su momento, nos advirtió de una inquietante posibilidad que ha terminado por tornarse en amenazante peligro o, tal vez peor, en cruda descripción del lugar en el que estamos. Escribió esta sencilla máxima: 'El desprecio por la teoría es el inicio del cinismo en la práctica' (...)"
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Socialmente, acaso el desafío actual para todos mayor sea cómo encontrar ese ”relato” que dé crédito a esta sociedad en donde ya no lo habría más… Y un texto reciente sin desperdicio, al respecto, que quizás fuere útil considerar puede ser ’La lista de Lule’ por Manuel Conthe, cuya conclusión incide sobre dónde se ven -entre los diversos 'estereotipos' habituales por dicho análisis citados- las fuerzas patrias imprescindibles hoy para sacarnos del hoyo:

“…El ‘diluvio’ es esta pérdida de competitividad y este desempleo estructural que, tras el ingreso en el Euro, nos produjo la ‘burbuja’ inmobiliaria; el papel de ‘bobos’ debiera atribuirse a quienes se obstinan en que el Estado y la Seguridad Social sean una ‘buena madre’ que, sin reforma alguna, garantice sus sacrosantos ‘derechos’. ¿Acaso logrará enardecernos con esta nueva historia el Partido dirigido por un Registrador de la Propiedad o dos abogadas del Estado, cuya principal y regular proclama es tildar de ‘bobo’ y ‘pillo’ al Gobierno? ¿Podremos ver figura del heroico emprendedor schumpeteriano en un empresariado dirigido por el Sr. Díaz-Ferrán y poblado de altos directivos, con sus ‘blindados’ contratos?” ...

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Y en fin, se lo hemos oído durante solemne Acto este último sábado en Oviedo al gran sabio cívico que con toda justicia homenajeamos, Zygmunt Bauman:

“Tal como lo expresó otro novelista, Milan Kundera, su autor envió a Don Quijote para hacer pedazos los velos hechos con remiendos de mitos, máscaras, estereotipos, prejuicios e interpretaciones previas; velos que ocultan el mundo que habitamos y que intentamos comprender. Pero estamos destinados a luchar en vano mientras el velo no se alce o se desgarre. Don Quijote no fue conquistador, fue conquistado. Pero en su derrota, tal como enseñábanos Miguel de Cervantes, demostró que la «única cosa que nos queda frente a esa ineludible derrota que se llama vida es intentar comprender». Eso fue el gran descubrimiento sin parangón de Miguel de Cervantes; una vez hecho, jamás se puede olvidar. Todos los que trabajamos en las humanidades seguimos el camino abierto por ese descubrimiento. Estamos aquí gracias a don Miguel...
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Hacer pedazos el velo, comprender la vida… ¿Qué significa esto? Nosotros, humanos, preferiríamos habitar un mundo ordenado, limpio y transparente donde el bien y el mal, la belleza y la fealdad, la verdad y la mentira estén nítidamente separados entre sí y donde jamás se entremezclen, para poder estar seguros de cómo son las cosas, hacia dónde ir y cómo proceder. Soñamos con un mundo donde las valoraciones puedan hacerse y las decisiones puedan tomarse sin la ardua tarea de intentar comprender; de este sueño nuestro nacen las ideologías, esos densos velos que hacen que miremos sin llegar a ver. Es a esta inclinación incapacitadora nuestra a la que Étienne de la Boétie denominó «servidumbre voluntaria»…
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Y fue el camino de salida que nos aleja de esa servidumbre el que Cervantes abrió para que pudiésemos seguirlo, presentando el mundo en toda su desnuda, incómoda, pero liberadora realidad: la realidad de una multitud de significados y una irremediable escasez de verdades absolutas. Es en dicho mundo, en un mundo donde la única certeza es la incertidumbre, que estamos destinados a intentar, una y otra vez y siempre de forma inconclusa, comprendernos a nosotros mismos y comprender a los demás, destinados a comunicar y de ese modo, a vivir el uno con y para el otro…”
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2 comentarios:

  1. Como no se han citado partes del texto linkado con ninguna moraleja concreta, entresaco algo:

    "Mientras los políticos continúan centrándose en memeces que no interesan a nadie [¡Mira qué querer regular los juegos practicados durante los recreos por considerar sexista que sólo las chicas salten a la comba o jueguen al fútbol más chicos que niñas: medidas como esa sólo demuestran suciedad en la mirada de sus promotores y defensores!], muchas personas con un mínimo interés ciudadano se preocupan por la educación... y, aunque a menudo se reduce el problema al profesorado o... planes de estudios, la cuestión es de mayor complejidad...

    1. Los ídolos populares llevan el nombre de la zafia Belén Esteban o la 'presunta' Isabel Pantoja. La 'timé' social rara vez está causada por el mérito, el trabajo duro, la constancia, la dedicación... Existe la impresión, basada en la realidad más cruda, de que cuanto más implacable se sea y menos principios se tengan más posibilidades habrá de medrar en ese espejo donde se ven reflejados los jóvenes. Y a eso se une un consumismo regalado carente de espíritu.

    2. Con los dos padres trabajando y una mentalidad más egoísta, los progenitores... han creado situaciones terribles: o el chaval vive montaraz en completa desafección, o se convierte en una especie de tirano que domina a sus padres, en ocasiones poseídos por cierto terror a ofender o perder a sus retoños...

    3. Más allá de los planes educativos, el gran problema de nuestro edificio formativo es haber eliminado los valores del rigor, el mérito y la excelencia. Pasar de curso, casi siempre, es un mero trámite y con un poco de atención, un mínimo de esfuerzo o algo de picardía uno puede conseguir un título universitario sin necesidad de haber aprendido nada. El sistema promueve la molicie, el conformismo, la escasa o nula inquietud intelectual...

    La enorme mayoría de los maestros saben lo que hacen, y lo siguen haciendo –¡Vocación enorme, la del docente!– a pesar de que condiciones sociales, familiares y legales promuevan este clima de servidumbre indolente, a menudo insolente.

    Mientras los políticos continúan mirando a otro lado, el sistema continúa lanzando a la ciudadanía a muchísimos jóvenes de profunda amoralidad, poco o nada interesados en nuestra pésima política pero contradictoriamente esperanzados en que el Estado les dé de todo, a menudo muy cabreados y cercanos a movimientos extremistas, casi siempre ausentes a lo que sucede en su entorno más cercano, poco preparados y siempre dispuestos a medrar aun a costa del otro. AÚN NO ES DEMASIADO TARDE para reaccionar, pero queda un largo camino si queremos construir un buen edificio que eduque, forme y construya ciudadanos con la capacidad de serlo y convertirse en modelos de conducta, civismo, humanidad."

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  2. Bueno, pero tengamos calma también sobre todo. Como Eloy Sánchez Rosillo nos dice del "NO SABER:

    Sólo la muerte dice con franqueza
    -y no a quienes con ella se van: únicamente
    a los que aquí se quedan tras su paso-
    que algo se terminó. Todos los otros sucesos y avatares esconden el secreto
    de su final, que pasa inadvertido
    al corazón y al ojo. Por fortuna, no hay
    certidumbre del punto en que una cosa se acaba:
    conocer hasta el fin siempre es dolor.
    Así teje la vida
    los días y las noches del existir. Y en ese
    piadoso no saber, en esa trama de
    compasiva oscuridad,
    no falta nunca el hilo luminoso
    de la esperanza."

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